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La mécanique de cœur vide por Siamy

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Notas del capitulo:

Capítulo 2:

Prejuicios

Así pues, y como buen estudiante que soy… No. Como excelente estudiante, me dispongo a hacer lo propio. Ya se han terminado las oportunidades del pueblerino para participar. Ahora es mi turno.
Él, después de lo que le dije, no podía estar más afectado. Porque claro, ahora estaba intimidado por mis palabras y por todo lo demás.
Al final de la clase guardé todo en mi maletín porque ya era hora de ir a clase de cálculo. Le echo una ojeada por última vez y lo encuentro verdaderamente apurado, desesperado por alejarse de mí. Oh… no sabe lo que hace.

En fin. LuHan siempre ha de ser tan amigable con él. Me pregunto por qué. Es decir, el pueblerino no tiene dinero, no tiene nada. O quizás sea que el chico es tan tímido y poco sociable que no le importa tener un amigo pobretón.

Vaya… que triste. Porque después de todo LuHan no es cualquier chico. Es nada más y nada menos que el heredero absoluto de la empresa  Han, la que nos secunda. Desde siempre he tenido miedo de que sus inversiones sean cada vez más grandes y nos superen. Su padre compitió innumerables veces con mi padre por promotores e inversionistas, pero eso se terminó desde que eligieron un negocio diferente al nuestro. Ahora, al parecer, manejan una cadena de hospitales y centros recreativos en todo el mundo. Aunque el negocio de la medicina es su más importante franquicia, lo cierto es que un chiquillo como él jamás será capaz de liderar una empresa tan grande.
Para empezar, no tiene madera para los negocios, ni la determinación, y aunque sea inteligente, su misma naturaleza introvertida lo convertiría rápidamente en el blanco fácil de la competencia. Sería fácil de eliminar. Es una mosquita muerta, un niño con miedo hasta de su propio reflejo en el espejo.

En cambio, si nos fijamos en su primo YiFan… Bueno, notarias la diferencia inmediatamente. El chico tiene todo el potencial que se requiere para sacar a flote su compañía. Tiene una mente perspicaz y casi puedo decir que su carácter es justo como el mío. Lo único malo es que él jamás sucederá a la compañía como el jefe. Su padre fue el segundo en nacer, y por lo tanto, tuvo mala suerte.

Es una pena… nacer marcado con un destino tan poco afortunado. A veces puedes sentir su rabia cuando mira a su primo, seguramente pensando: Yo puedo hacerlo mil veces mejor. Resulta una estupidez que determinen al siguiente dueño de todo por quienes nacen primero. Los segundos son los peones. Son los que terminan en segundo plano, como sub-directores o peor… como agentes de seguridad de los mismos dueños.
Esto no va a aplicarse conmigo, porque aún tengo la esperanza… no, tengo la certeza, de que mi padre cambie de opinión en cuanto se dé cuenta de mi brillantez y de mi evidente capacidad para suceder la compañía. Al final terminaré demostrándole a él que puedo ser mejor que JoonMyun, y entonces las cosas se harán a mi manera.

¡Ah! Y por supuesto, si hay que hacer uso de los números, es sencillo determinar que la familia de LuHan posee una riqueza aproximada de 700.000.000.000 millones de won. Y la cifra aumenta cada año.
Cosas como esas me hacen sudar. A pesar de que las riñas entre nuestros padres se terminaron hasta que nuestros negocios dejaron de estar vinculados en un mismo plano, ha sido cosa de siempre revisar los avances de ellos cada que nosotros conseguimos otro éxito; temerosos de ser menos ricos que ellos.

Pero bueno… olvidemos un poco todo esto. Tengo que concentrarme lo más que pueda en las materias, esa es mi mayor prioridad ahora.
En los pasillos me encuentro con él, el chico pelirrojo. Quizás puedo relajarme un poco y entretenerme con él un rato. Lo veo colocar unos libros en los casilleros.


—Hola, Dodo. —le digo en el oído. Él se estremece y se aparta de mí en un segundo. Luego me devuelve una mirada nerviosa, pero no me dice nada. Coloca todo dentro del casillero y se mueve hacia los pasillos con gran velocidad, temiéndome. Al final él era tan cobarde como todos los demás — ¡Hey, espera! ¿Vas a cálculo? —Dije, examinando minuciosamente lo que vulgarmente se conoce como “maletín de los plebeyos”. Era una mochila… o al menos eso creí. Una especie de bolsa de la tela más barata que había visto nunca y de… ¡PLASTICO! ¡Además de eso tenía plástico!
Horrorizado, desvíe la vista de esa cosa. Él se da cuenta de eso pero hace caso omiso. Aferra con fuerza su mochila mientras evita mi mirada. — ¿Siquiera sabes dónde queda el aula? —le dije, dándome cuenta de que iba por el camino erróneo. Entonces él se detuvo. Examinó un largo pergamino de un papel elegante donde venía el croquis de la escuela. Él se mareó de ver tantas letras pequeñas y aulas repartidas en toda la extensión del campus— Sólo sígueme.  —dije, y le quité de las manos el croquis. Él me miró ceñudo.

—De acuerdo. —dijo, aunque se mantuvo a buena distancia de mí. Todos nos miraban, todos se reían de su mochila y de que evidentemente jamás había visto una escuela tan sofisticada.

— ¿Ahora entiendes de lo que te hablo, pueblerino? Pareces un pez fuera del agua. —dije son sorna, él pareció estallar en ese momento.

—Eso ya lo sé, que no soy bien recibido por ustedes los ricos, y que este no es mi mundo. Pero no me importa. —dijo, apretando los puños y bajando la mirada.

—Ah… eso es casi inspirador. Pero no tienes por qué fingir fortaleza ahora. Es fácil ver que te desmoronas segundo a segundo. Además, al final, lo dejarás. —Él se detuvo en el pasillo. El camino estaba desierto ahora, así que solamente se escuchaba el eco de nuestras pisadas en la madera fina. Me miró enfadado, pero sobre todo… fuerte.

—No la finjo. Yo jamás me doy por vencido. Y ya sabía que sería difícil enfrentarme a personas como ustedes. Pero eso me tiene sin cuidado. Porque yo vengo aquí para aprender muchas cosas, aunque una de ellas tenga que ser adaptarme o sobrevivir en un mundo tan diferente al mío. Pero no tengo miedo. Al final sus vidas me son indiferentes. No vengo a esta escuela para hacer amigos, aquí vengo a triunfar. —dijo decidido, y entonces me dejó plantado en el pasillo.

Me dejó como un idiota en medio de la nada. Me reproché a mí mismo no haber aparentado tranquilidad y en su lugar, haberme sorprendido por la mirada fiera de esos extraños ojos grandes. Luego, lo seguí.

—Eres un ingenuo. Si me dieran un dólar por cada vez que escuché decir eso a los otros pobretones que vinieron aquí, ya sería millonario. Aunque, espera… ¡ya lo soy! —dije, y solté una risa baja, divertido de mi propio chiste. Él pareció más irritado.

—Quizás. Pero yo soy diferente. —dijo con decisión.

— ¿Ah sí? Pues no lo parece. —dije a la defensiva. Comenzamos a enfadarnos cada vez más. Y el aula no aparecía hasta dentro de cinco pasillos más.

—No pretendo demostrarle nada a un completo extraño. —dijo altivo.

—Pronto no seré un extraño para ti. Porque lo cierto es que aquí soy uno de los estudiantes más influenciables del Colegio. Soy miembro de muchos clubes sociales después de la escuela, popular y además de eso, el mejor promedio. —él sonrió burlonamente.

—Vaya… eso impresiona. —dijo sarcásticamente. Sentí la venita de cólera crecer en mi frente.

—Es verdad, pero cómo dices, no pretendo demostrarte nada. Eso lo verás con el tiempo. —dije sonriéndole de la forma más arrogante que pude. Él pareció indiferente.

—Supongo. —dijo aburrido. Seguimos caminando en silencio. Entonces decidí que era tiempo de romper el hielo otra vez.

—Después de cálculo tengo anatomía. ¿Tú que tienes? —revisó su horario.

—Tengo Geografía. —entonces sonreí.

—Qué pena. Después de esta clase estás solo. No pienses que te ayudaré a encontrar el aula. —él me miró con una mezcla de alegría y sarcasmo.


— ¡Que mal! ¡Diablos! Me pregunto qué haré ahora. —dijo, yo apreté los puños.

—Escucha niñito. —dije tomándolo por el brazo con fuerza para volverlo hacia mí.

— ¡Hey! Déjame. —dijo molesto, pero no tanto como yo.

— ¡No! Ahora escucha lo que te diré. En primera: nadie usa sarcasmos conmigo ¿Entiendes? ¡NADIE! A mí se me respeta. Y en segunda: deja de actuar como si verdaderamente no te importara la humillación que te espera; ser valiente no te va a salvar de nada. —él se soltó de mi agarre, muy acalorado.

— ¡Ja! Evidentemente eres un ricachón que quiere tener a todos a su merced. Conmigo no será el caso. Soy un pueblerino, sí, y soy pobre, pero no soy tu juguete. Y no pienso dirigirme a ti con respeto, porque eso es lo menos que me has demostrado a mí. No pienso tratarte de manera especial y ni creas que me intimida el que seas millonario. Para mí todos ustedes son iguales, y no son ni más ni menos que yo por tener más billetes. Así de simple. —sentí como el orgullo quemaba en mi piel y el ardor llegaba a mi cabeza haciéndola estallar.

—Con esa actitud no llegarás a ninguna parte. —dije andando otra vez.

—Lo mismo digo. —dijo desviando la mirada.

—Ya estamos, este es el aula. Ahora entra, elije un lugar bien apartado del mío y no me dirijas la palabra, pobretón. —él me sonrió con malicia, cuando estuvimos frente a la puerta.

—Créeme que no será un trabajo difícil. —por dentro sentía mi ser rabiar.

¿Puedes comprender que me tratara de ese modo? ¡A mí, KIM JONGIN! ¡Uno de los multimillonarios más reconocidos de todo Corea! ¡Es más, de todo el continente!

¡Él, evidentemente, estaba loco!

Porque nadie en su sano juicio osaría desafiar mi grandeza y me hablaría de ese modo tan despectivo. Me senté aturdido en mi silla. Él escogió el asiento más alejado de mí y no me dirigió la mirada en toda la clase. Al final, salió sin apenas dirigirme la mirada. Yo tampoco le hice caso. Pero si algo me consternó fue su sonrisa al terminar esa hora. Estaba satisfecho por los elogios que el profesor hizo sobre la actividad que realizó de forma impecable. Y entonces me di cuenta que iba a ser una pieza peligrosa en mi tablero de ajedrez. Él era brillante, tendría que asegurarme que no me robara la atención de los profesores y mi lugar en el cuadro honorario. Porque yo tengo que ser siempre el primer lugar.

Para el receso me siento con los mismos tarados de siempre. Todos escogen el menú 5 porque yo escojo el menú 5.


—Me parece genial que hayan cambiado al chef desde el verano pasado. Lo cierto es que el italiano ya me tenía harto. —dijo KwangHee.
Eché una ojeada a las demás mesas para ver si se encontraba a Byun. ¡Ese rubio tonto! Tengo que permanecer mucho tiempo con él para que crea que me interesa. Y luego está el tema de la cena de hoy. Qué problema…

Él se acerca a mí cuando lo llamo y toma asiento al lado mío.

—Gracias, JongIn. —yo me limito a asentir. Por ahora no tengo temas de conversación lo suficientemente fáciles para que él los pueda comprender.

— ¡Oigan todos! ¿Ya vieron al nuevo?— dijo Park SunYoung. La familia de ella se ha dedicado a la veterinaria por años y años. Tienes varios negocios establecidos alrededor del mundo y etc. Peluquerías para perros, tiendas de artículos especializados para las mascotas y todo lo que tenga que ver con esos animales. Su familia siempre gana los concursos caninos del mejor pedigree y esas porquerías. Pero esas porquerías les proporcionan una mina de oro. ¡Oh, sí claro! Por poco me olvido de informarte. Fortuna: 15.000.000.000 millones de won.

—Sí, lo he visto durante la clase de cálculo. Lo cierto es que muy guapo. —dijo JongDae. En realidad es adoptado. Un pobre con suerte. Su padre es un importantísimo arquitecto y escultor que ha inspirado las más grandes obras maestras de la actualidad. Su madre es una pintora de renombre. Sus obras se exponen en los museos más importantes de Francia e Inglaterra, y de vez en cuando expone en galerías de El Cairo, Estados Unidos, Suiza, Italia y muchos otros países más. Su fortuna es elevada, pues su padre ha diseñado numerosos planos de castillos alrededor del mundo y sus proyectos valen demasiado. Los cuadros de la madre se subastan en cantidades exorbitantes, entonces él lleva una buena vida.

¿Fortuna? 55.000.000.000 millones de won. JongDae… un pintorcillo de cuarta, quizás un poco raro, que se cree Piccaso.

—Pues sí, es lindo. Lástima que sea pobre. —dijo NamJoon. El tipo es raro. Siempre oculto bajo unas gafas oscuras. Sus padres se dedican a la botánica y viajan alrededor del mundo en sus campañas sobre el cuidado del medio ambiente y la preservación de las especies naturales. Son investigadores que tienen un programa de televisión en el Discovery Channel y gracias a su patrocinio tienen su buena fortuna, la cual está establecida en aproximadamente unos 23.000.000.000 millones de won. NamJoon… es sólo un nerd que ama el rap…

Todos comenzaron a reírse del comentario. JongDae echó una mirada al pueblerino sin reírse en absoluto. ¡Pero si desde el inicio el tipo es raro!

—Pobrecito, debe estar muy solo allí sentado. ¿Y qué es eso que come? ¡No es posible! Ha traído un almuerzo a la escuela. ¡Dios, pero qué vergüenza! —dijo Byun,  el chico cabeza hueca, cubriéndose la cara con el pañuelo de la mesa.

Dodo parecía bastante tranquilo. Tal vez me retaba a que podía ser feliz siendo un exiliado por completo. Pero comía su comida con tal gusto que cualquiera hubiera pensado que aquello era la obra de un chef de primera.

—Para nuestra sorpresa, vimos como LuHan se acercaba a él y se sentaba a su lado en la mesa. Todos nos quedamos boquiabiertos.

—Ese niño… —dijo YiFan. Pude detectar el fastidio en su voz.

— ¿Por qué habla con el pueblerino?— dijo Park ChanYeol. Este tipo es una molestia. No puede haber en el universo tipo más holgazán. Sus padres trabajan para la Interpol, en el área de inteligencia táctica avanzada. Un rollo tremendo con el gobierno que les deja sus buenos frutos. Al parecer se dedican a analizar maniobras de guerra y otras cosas, también tienen influencia en los asuntos internaciones y servicio secreto de alta confidencialidad. Él… es un chico al que le da pereza hasta dormir.

¿Fortuna? 145.000.000.000 o más, pero el resto ya es un misterio.

—No tengo la menor idea. —dijo YiFan, apretando los puños. En eso llegó Yixing; en el futuro esposo de YiFan. Es también de descendencia china. Y vaya que estaba bien comprometido con YiFan.

Los padres de YiFan, por lo que sé, habían muerto. Por lo tanto quien ejercía su tutela era su tío, el padre de LuHan. De allí a que YiFan no se quedara con una herencia miserable al ser de la familia secundaria, el padre de LuHan había arreglado su compromiso con Yixing para compensar las ganancias perdidas y el derecho a la fortuna de la familia.

El chico es hijo del director de una empresa famosa, de la industria electrónica. Ya puedes imaginar los billetes ¿No? Ese negocio se le da bien a su familia y su fortuna recae en los 60.000.000.000 millones de won. Al ser hijo único lo heredará todo, pero al parecer, su padre no lo cree competente de seguir con un mercado tan complicado y demandado. De allí a que se necesitara de “alguien capacitado” para seguir con el negocio familiar.  

A ciencia cierta no tengo idea de si esos dos están verdaderamente enamorados, pero sea como fuere, no tienen derecho a decidir con quien se casan. Al no poner muchas réplicas me supongo que se han resignado, o que quizás se quieren aunque sea un poco. No sé… yo jamás he entendido estas cosas del amor.

En fin… lo que concluye este tema es que el chico ya porta un costoso anillo de compromiso desde ahora, aunque todavía no hay planes de boda hasta terminar la Preparatoria y la Universidad. Y él… él es muy raro. Un tipo de Julieta del siglo XXI.

—Perdonen la demora, pero venía de la biblioteca. —dijo tomando asiento. Luego miró hacia donde estaba Dodo y LuHan, se sorprendió.

—Ese es el nuevo. —dijo Byun en un susurro chismoso a Yixing.

— ¡Oh! Ya veo. Vaya… es una gentileza extrema la que LuHan se permite con el ¿No creen? Aunque su corazón siempre ha sido bondadoso, y por lo tanto, nada puede reprochársele. —una de las cosas más irritables de este chico es su forma de hablar del siglo pasado. Te hace sentir que te perdiste en el tiempo dos o tres siglos y que has vuelto en una era que no te pertenece.


Todos, acostumbrados a sus expresiones anticuadas, guardaron silencio.

— ¿Has ido solo a la biblioteca?— dijo YiFan, parecía un poco molesto.

—Sí, he ido solo. Me creo posible de hacer unas cuentas cosas por mí mismo, descuida. — ¡uy! Al parecer tenían problemas, pero al diablo con eso. Dodo está ofreciéndole comida a LuHan.

— ¡Aww! ¡Horror! ¡No puede ser posible! Ha comido los alimentos de un pobretón. —dijo BaekHyun, a punto de desmayarse. Yo también lo creí un pecado, pero era su vida y mal por él.

—Suficiente, ya iré a detenerlo. —dijo YiFan, levantándose de su asiento.

— ¡No! No lo hagas. No es de nuestra incumbencia lo que suceda en la vida de las demás personas. Si muestras un poco de sensibilidad y comprensión por tu primo, entenderás que él quiere permanecer con el nuevo. No lo exhibas al bochorno público, por favor. —dijo Yixing, guardando la calma.

—Pero… —Yixing lo miró severo y el otro cayó rendido en su silla. ¡Pero que espanto! Mira que dejar que te dominen de tal manera.  Aunque en parte YiFan debe soportarlo todo pensando en los millones que le esperan. En ese caso, yo también me portaría dócil.

Luego LuHan aplaudió en cuando probó la comidilla de Dodo. Me sorprendió que le gustara, aunque quizás estaba siendo cortés. Por su parte, Dodo mostró una sonrisa radiante. Evité su mirada. Era tan vulgar.

Terminó el receso y me fui a mis clases. Dodo se fue con LuHan a clase de Geografía mientras charlaban de lo lindo. No podía comprender la actitud de LuHan. Después de todo, en KyungSoo no podría encontrar temas de conversación tan interesantes al vivir en mundos tan paralelos. BaekHyun y Yixing eran sus mejores amigos. Aunque entre raros todo es impredecible.

Al final, KyungSoo, se convirtió en el objeto curioso, en habladurías sobre su status social y todo el eran prejuicios insolentes. Lo que normalmente se espera de los ricos como nosotros: desprecio.


                                   -*-


Al fin terminan las clases del día. No puedo expresarte con palabras todo lo mal que me sentí cuando Kim JongIn me dijo que esta escuela se convertiría en un infierno personal.

Me repuse después de todo el miedo que me inspiraron sus palabras porque mi determinación era inquebrantable. Además, ningún tonto ricachón va a intimidarme en este colegio de cabezas huecas.
Bueno, no todos son así.

Al sonar la campanilla tomo mi mochila y me despido de LuHan hyung. ¡Wow! Tiene por lo menos 10 guardaespaldas y se va en una limusina impresionante. Me ofrece llevarme a casa, pero me niego, porque espero a alguien que me recoja. Nos despedimos y él se pierde entre la multitud de uniformes negros y lentes oscuros de los guardias.

¡Pfff! Pero si en este sitio todo es un lujo interminable. Los casilleros, los pasillos, los uniformes, las aulas, los jardines inmensos y diseñados seguramente por alguien importante. Todo era dinero. Lo que comían en el almuerzo valía probablemente un año de mi mesada. O más…

Veo la multitud apañarse en la entrada liderados por el JongIn ese. En efecto, él es el líder de esa pandilla de ricos fríos y volubles. Luego va al estacionamiento y se acerca a un BMW negro, precioso. Vaya… hasta dan celos esta gente millonaria. Lo tienen todo y no tiene problema alguno.
Luego el chico rubio, creo que se llama Byun BaekHyun, según LuHan hyung: se va en un ¡helicóptero! ¡Mierda, eso puede ser posible!

— ¡Salut, JongIn!— dijo mientras subía la escalerilla y era ayudado por varios miembros de seguridad. Todos veían como el helicóptero lo esperaba y el ruido era insoportable. El helicóptero descendió en uno de los patios delanteros. Todos saludaban a Byun en cuanto subía.
Aunque mi francés era bastante pobre, creo que Salut era “nos vemos” o algo por el estilo. Sí… debió ser eso. JongIn lo despidió con aburrimiento mientras el helicóptero se iba. Yo jamás había estado tan cerca de uno.
Luego salí por la puerta principal y esperé en la banca. Él iba a venir por mí y estaba muy emocionado.

Al salir ya casi todos se habían marchado. La gente “importante” no pierde el tiempo charlando después de clases.

Así pues, me dispuse, a esperar ansioso, su llegada. Pero me amargó el momento la aparición de JongIn, a un lado de la acera. Bajó la ventanilla, me miró altivo y arrogante.

—Dodo ¿Qué sucede? ¿No tomarás el metro para irte a casa? Porque eso usan los plebeyos ¿no? ¿O quizás aún usas los pies para llegar a tu casucha?— dijo burlándose de mí. Le contesté con una sonrisa insolente. Él frunció el ceño.

—Espero a un amigo. —le dije, y de nuevo le sonreí como si fuéramos hermanos del alma.

—Supongo que no de aquí. —negué con la cabeza.

—Es un amigo de la Preparatoria pública. —dije, y él recuperó su aire arrogante.

—Obviamente. —dijo, remarcando las palabras con desdén.

— ¿Qué tanto esperas? ¡Lárgate!— dije, siendo un tanto grosero y eso lo alteró.

— ¡Tú no me corres, pueblerino!— dijo a la defensiva.

—Yo no, pero los autos de la cola, sí. —dije, mostrándole una sonrisa radiante que lo dejó estupefacto. Atrás ya se había acumulado una fila de autos que pitaban a su BMW.

Entonces, en ese preciso momento, llegó él. En cuanto lo vi, salté de mi sitio y lo saludé desde lejos. JongIn hizo caso omiso a los conductores enfados que le decían que avanzara. Y en su lugar se asomó por la ventanilla para ver a quien saludaba.

Al fin, después de tanto tiempo, volvemos a encontrarnos. La felicidad no cabe dentro de mí ser, quiero correr, abrazarlo y plantarle un beso en la mejilla. Al fin llega mi consuelo, la persona que me animó a venir desde tan lejos y que seguramente me hará más fácil la vida en esta nueva ciudad. Casi suelto las lágrimas al verlo tan sonriente, avanzando hacia mí, agitando una mano.

Parece que al final… ya no estaré tan solo.


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