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La mécanique de cœur vide por Siamy

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Notas del capitulo:

Capítulo 6:

Bebé robot

—Tú… tú eres…

— ¿Ah? ¿Me conoce?— dijo él, acercando más su rostro al mío. Me quedé sin palabras. Luego él comenzó a reírse un poco mientras me seguía quitando el jabón de la cara. —Sé que recordaría esos ojos donde sea que los viera, pero, por alguna extraña razón, no los recuerdo. —aquel ser angelical, rompía con todo lo que era cierto.

—Yo… lo siento. Lo he confundido con alguien más. —el otro se quitó el jabón de la cara.

—No hay problema. Me llamo JoonMyun, un placer conocerlo entre la espuma. —el color ascendió por mi rostro como la temperatura de un desierto.

—Cómo lo siento. Mi nombre es Do KyungSoo. —incliné mi cabeza y el otro examinó mi rostro, interesado.

—Será mejor que lo lleve afuera. ¿Puede caminar?— intenté ponerme de pie, pero sin éxito.

— ¡Auch! Creo que… me he torcido el tobillo. —el otro ni siquiera esperó a que dijera nada más; de nuevo me tomó en brazos y me llevo a la enfermería.

—Será mejor asegurarnos de que no tiene una fractura. —permanecí en silencio, un poco ofuscado. Luego, al llegar a la sala, la notamos vacía. Él sacó unas toallas del armario y me dio una; me depositó en una camilla y comencé a secarme. Él hizo lo mismo. Al terminar, me quitó el zapato con cuidado. Yo no podía estar más rojo.

— ¡Oh! ¡Por favor, no se moleste!— dije, un poco alterado.

—No es ningún problema. —y entonces, comenzó a vendarme el tobillo con el material del botiquín.

Comencé a poner mayor atención a sus facciones. Aquel era un chico muy apuesto, pero, más que eso… tenía cierto parecido a JongIn, tal vez por eso al inicio no pude percatarme de quién era en realidad.

—Disculpe, pero me parece muy conocido. Es decir, hay… una persona a la que me recuerda.— el otro me miró con atención, sin decir nada por unos cuantos segundos, luego abrió la boca.

— ¿Ah sí? Bueno, es muy probable, tengo un hermano menor, se llama JongIn. —entonces me sobresalté.

— ¡Sí! Justo él. —JoonMyun me sonrió.

—Vaya, entonces le conoce. ¿Van a la misma escuela?— asentí.

—Sí. —el chico terminó su labor y me colocó de nuevo el zapato.

— ¡Oh! ¡Le queda! ¡Es usted Cenicienta!— bromeó un poco, y ambos nos reímos.

—Me siento terrible. Ha hecho usted mucho por mí. —él me miró fijamente.

—Podría perdonarte si no me hablas de usted. —aquello me tomó desprevenido. Aquel chico parecía el ser más agradable de todo el planeta.

— ¡Oh!, bueno pues… —no supe qué decirle y entonces se me quedó contemplando como a una pintura en un museo.

—O bien, puedes decirme qué es lo que pasó exactamente en el cuarto de lavado. Le referí toda la historia con pelos y señas; que era mi primer día de labor social en este lugar, lo del niño entre los barrotes, todo. Al final, quedó satisfecho con todo, pero se burló de mí cuando le dije que olvidé cerrar las llaves del agua, soltando una carcajada.

—Y eso es todo. No sé qué va a suceder ahora. JooHyun va a enojarse mucho. —el chico; sentado en frente de mí, sonrió.

—Ella es muy estricta en cuanto a estas cosas, quizás tengas problemas; pero descuida, yo voy a ayudarte. Tan sólo deja que yo le cuente todo a mi manera. —me quedé sorprendido.

—Pero… engañar sería…

—Será una mentirilla blanca. Déjamelo a mí. —entonces se abrió la puerta de la enfermería. Entró JooHyun, corriendo y mirándonos con aprensión.

—Lo siento, hemos salido a la comida. ¿Se encuentran bien?— ambos asentimos.

—Lo estamos, un poco mojados, pero estamos bien. Do está un poco lastimado del tobillo, pero nada serio. —JooHyun me examinó y luego se dirigió a JoonMyun.

— ¿Qué ha pasado?— dijo, lanzando un suspiro molesto.

—Pues… es una larga historia. Pero todo comenzó cuando me ofrecí a vigilar las lavadoras en lugar del joven; él iba a atender a un niño que estaba en problemas. ¡Ya sabe que soy un olvidadizo, JooHyun! Me fui a hacer unas cosas y las lavadoras se quedaron funcionando. Luego, al regresar corriendo, él ya las estaba apagando todas, pero cayó en el suelo resbaloso, y cuando le ayudé, quedamos los dos mojados. Le pido me disculpe, ha sido todo mi culpa; pondré mayor atención la próxima vez. —me quedé de una pieza. Aquello era la mentira más grande de todas. JooHyun nos miró de manera alternativa; yo bajé la mirada, verdaderamente avergonzado de que un extraño me cubriera las fechorías.

—Está bien, no importa ya. KyungSoo, llama a tu casa para que te traigan ropa, lo mismo para ti JoonMyun. Y la próxima vez, sé un poco más cuidadoso ¿Quieres?—dijo, un poco molesta, pero no demasiado.
Salió de la habitación murmurando algo acerca de limpiar el desastre y algo más que no pude comprender.

—No había necesidad de hacer eso, ahora iré a decirle la… —pero me puso un dedo en los labios y me quedé quieto.

—No. Si lo haces, quizás no te deje volver. Y es tu primer día de labor social. Además… sería una pena no verte más por aquí, siendo esta la primera vez que nos vemos. —abrí mucho los ojos. No sabía si eso era una insinuación o algo parecido, pero no pude sentirme ofendido ni mucho menos; aquello era de lo más halagador.

—Pero… ahora te van a…

—No me hará nada. Llevo aquí mucho tiempo y nunca he cometido faltas, sería la primera vez. ¿O prefieres no volver?— dijo, y entonces me puse tenso.

—No, yo quiero volver aquí. —dije, y entonces él me guiñó un ojo.

—En ese caso, imaginemos que mi historia fue real, y que ha pasado todo tal cual se lo he referido a JooHyun. —tanta cordialidad para alguien que tiene menos de 10 minutos que acabas de conocer, terminó de convencerme de que había diferentes tipos de ricos. Este, era uno.

Al poco rato llegó mi tío JaeJoong, con mi ropa y otros zapatos. Ya podía caminar mejor. Al salir de los vestidores, me acerqué a JoonMyun, que ya estaba charlando con una chica con traje de sirvienta.

—Tengo que irme. Muchas gracias por todo. —el chico me sonrió.

—Ha sido divertido. Ahora… tan sólo quisiera pedirte un favor. —asentí.

—Lo que sea. —no estaba en posición de poner condiciones cuando me han salvado el empleo.

—No le digas nada a JongIn, que estuve aquí o algo por el estilo. Se supone que yo no debería estar en este lugar. —entonces, lo comprendí todo. Claro. Un rico haciendo labor social; eso no podía ser fácilmente aceptado para alguien de ese status social. Me imaginé, entonces, a los dos como polos completamente opuestos. Uno era toda amabilidad y cortesía, el otro, solo desprecio y arrogancia.

—No le diré nada, de todos modos… él y yo no somos amigos. —quiso decirme algo más, pero prefirió callar.

—Lo puedo entender. Entonces… nos veremos ¿Qué día?— me sonrojé; aquel chico quería verme otra vez.

—Pues… vendré dos veces por semana, hoy y pasado. Y los fines de semana estaré casi toda la tarde. —su rostro se iluminó.

—Entonces nos veremos el fin de semana. —dijo, e incliné mi cabeza.

—Sí. Adiós, y gracias de nuevo, JoonMyun. —el otro hizo lo propio, y me despidió con la mano. Mi tío JaeJoong, al verlo, se sorprendió; pero él no.

Cuando salimos, mi tío comenzó con el interrogatorio.

— ¡Pero KyungSoo! Qué suerte tienes para meterte en problemas. —me dijo, cuando le conté la verdadera historia.

—Lo sé. Ha sido terrible, pero al menos podré volver. —el frunció el ceño.

—Ese chico ¿Sabes? Es hermano de Kim JongIn. —le dije que lo sabía, que me lo había dicho hace poco tiempo.

—Pero es una persona muy amable. —le dije, el me miró de reojo.

—Pues, lo parece. —no tocamos más el tema. Para cuando cayó la noche, me quedé pensando en lo que JoonMyun había mencionado. Y luego, antes de caer en la inconsciencia, no pude borrar de mi mente esos ojos negros, la espuma, y el calor en mis mejillas cuando sus dedos tocaron
mi rostro…



-*-



Bajé a desayunar. Otro maldito día en la escuela. No había pasado nada interesante después de lo de Byun. Mi padre seguía igual de indiferente. JoonMyun seguía siendo el mismo tonto de siempre. Song Qian me sirvió el desayuno.

Luego mi padre bajó las escaleras, se sentó, y fulminó a JoonMyun con la mirada.

—Ayer no fuiste a la compañía ¿Por qué?— dijo, y entonces me quedé petrificado. ¿Qué? ¡JoonMyun había desobedecido a mi padre!

—Te dije que estaba ocupado. —entonces mi padre dio un golpe en la mesa.

— ¡Basta! JoonMyun, eres el sucesor de la empresa, ¡no puedes darte el lujo de hacer lo que quieras!— mi corazón dio un vuelco; mi padre rara vez se enfadaba con JoonMyun. Aquello era un espectáculo en primera fila de la caída de mi hermano mayor.

—Eso lo sé. Pero no puedes mandar en mi vida todo el tiempo. Yo también tengo cosas en las cuales pensar, pero son cosas que no te interesan. Cuando llegue el momento, me ocuparé de lo que quieras que haga. No voy a replicarte nada. Pero puedo ir hoy a la empresa y no pasará absolutamente nada. —dijo con total indiferencia. Yo esperaba que mi padre le gritara y entonces mi felicidad iría en aumento, pero no pasó nada.

—Si no vienes hoy, te vas a arrepentir. —dijo mi padre, serenándose. ¿Qué? ¿Sólo eso? ¡ Diablos! En serio que les gusta hacerme sufrir. Me esperaba un arrebato de cólera por parte de mi padre, y que dijera que YO merecía ir con él a la compañía. ¡Pero no!
Malhumorado, me puse de pie y tomé mis cosas. La resignación a mi mala suerte no puede hacerme perder la compostura. Tengo que ingeniármelas para poder sacar a JoonMyun de combate.
Asisto a las clases, todo es igual de aburrido. Entonces, él llegó. Se sentó a mi lado, como siempre, en Historia y ahora en Biología, no me dijo absolutamente nada.

—Tres días, Dodo. Vaya, es un récord para alguien de tu calaña. —el soltó un suspiro mientras sonreía insolente. Fruncí el ceño.

—Me pregunto cuando me darán mi premio. —dijo, y me guiñó el ojo con coquetería fingida. Me tensé.

— ¡Bien chicos, hoy cuidaremos un bebé electrónico!— dijo el profesor TaeHo. Un maestrillo de cuarta que había logrado entrar a esta escuela gracias a la intervención del profesor JungSoo. Todos nos burlábamos de su evidente entusiasmo de maestro primerizo, y de vez en cuando le hacíamos bromas pesadas. Era una buena distracción, lo fastidiábamos y todo el rollo, pero se lo merecía porque… bueno, no necesito ninguna razón ¿Verdad?

Todos hicimos muecas de fastidio y el profesor TaeHo intentó algo nuevo.

— ¡Vamos chicos! No pongan esas caras. Esto es parte de su calificación final. Cuidarán un bebé robotizado por un plazo de dos semanas. Esto tiene peso en su calificación, así que no hay modo de que no lo hagan. — ¡este tipo es frustrante! Pero en fin, un bebé robotizado. Las estupideces que se le ocurren al gobierno coreano. ¿Qué? ¿Planificación familiar? ¡Claro! Lo que más deseo en este mundo es ser padre algún día, y para eso, tengo que entrenarme… qué pérdida de tiempo.

—Elegiremos las parejas al azar, así que no pidan cambios. El bebé es como este, parece un muñeco normal y corriente, pero no lo es. A determinado tiempo comenzará a llorar, tienen un biberón electrónico para poder darle de comer. ¿No es sensacional? En mis tiempos era un simple huevo, pero era tan arcaico… Con la tecnología de ahora se puede hacer maravillas. —o en este caso, ¡complicarnos la existencia! O dime tú lo que prefieres: un bebé electrónico o un huevo que puedes reemplazar por cualquiera de la cocina un día de estos. Es más, podrías desayunarte a tu propio “hijo” a la Benedetti y llevar uno falso el día de la prueba, nadie lo sabría.

Dentro de una caja, estaban nuestros nombres escritos en un papel doblado. El profesor sacó el primer papel.

—Primero, la señorita SoonKyu. —entonces escuché los murmullos de varios chicos diciendo en susurros “¡Por Dios! Que me toque con ella”. Puse los ojos en blanco. La “afortunada” víctima fue el chico de la tercera fila. En fin… la suerte es impredecible.

—La segunda pareja será… Wu YiFan y… —sacó de la caja otro un papel y lo desdobló. — Yixing. —todos murmuraron en silencio. YiFan no dijo nada, pero se le notaba incómodo. ¡Ash! Pero qué tonto ¿No crees? Aquello estaba arreglado o algo por el estilo. Esos dos iban a casarse y les tocaba juntos con el maldito bebé robot. Aunque da risa ¿No? Será bueno para ellos; después de todo algún día, y de manera inevitable, se verán forzados a procrear. ¡Diablos! Qué vida tan siniestra…
Yixing solamente se puso de pie y tomó su muñeco. Lo examinó unos
segundos y luego exclamó.

—Esto no puede ser un bebé. Es más fácil conferirle cariño a un huevo, que es más frágil; y que, al carecer de un rostro, permite usar tu mente e imaginar cómo sería ese lienzo en blanco si tuviera un rostro propio. ¿No lo crees, YiFan?— el otro solamente asintió.
Siguieron las rifas… digo, el sorteo para unirnos de manera conyugal a un completo extraño; con quien nunca tendrás ningún tipo de relación, y menos de esas, aparte con una molestia en forma de bebé.

—Seguimos. Park ChanYeol y… Byun BaekHyun. —el rubio tonto hizo su berrinche mientras Park se levantaba por el bebé, al verlo indispuesto.

—Ya acéptalo hombre. No puedes negar a tu hijo por siempre. —dijo Park, tras un momento en el que BaekHyun permaneció hundido con la cabeza entre los brazos, llorando de cólera.

— ¡No entiendes nada! Yo no quería que fueras el padre de mi hijo. Yo quería… —entonces me miró de forma dramática.

—Vaya… da lo mismo. Me haré cargo aunque sea problemático. —dijo Park, mirando al bebé con pereza.

—Siguiente: Kim JongIn… —todos se agazaparon a la silla; el profesor se asustó y luego se rió un tanto nervioso.

YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO.

Un grupo de chicas murmuraron por lo bajo, y unas casi mordían la libreta de apuntes. Todo era tensión.

Yo… tenía sueño.

—Y su pareja será… —dijo el profesor TaeHo. ¡Ese tipo era un niño! Sabía que la elección de mi pareja; es decir, el chico más popular del Instituto, ponía a todos en suspenso, y comenzó a tamborilear las plumas en la pizarra para crear un sonido de redobles.

—Y la pareja es… —este tipo comenzaba a molestarme. Siguió con su voz de suspenso por lo que me pareció una eternidad. Pensé que se lo tomaría en serio por ser el profesor, pero aquel inútil era un payaso. Comencé a desesperarme. Seguía sonriendo como idiota ante la mirada expectante de la mayoría y la molestia de algunos otros. Miré a Dodo, estaba escribiendo unas notas en la libreta sobre la tarea del jueves. ¡¿Qué?! ¡Debería estar sudando e implorando que yo fuera su pareja! ¿O no?

— ¡Oiga! Córtela de una vez ¿Quiere?—dije, un tanto molesto. Entonces rompí la emoción del momento. Sí. Soy un aguafiestas ¿Y qué?

—Oh… está bien. —dijo el profesor, un poco decepcionado. Esto no podía ir en serio. Sacó un papel de la caja y lo desdobló; ya sin hacer teatros.

—El ganador, digo… el chico es: Do KyungSoo. —todos exclamaron un ¡¿Queeeé?! Que bien pudo escucharse hasta los Alpes italianos, y miraron a Dodo con desconcierto, envidia, celos, sorpresa y uno que otro desmayo por parte de alguna fangirl a punto del colapso.
Dodo se quedó de piedra. Soltó la pluma y miró a todos con la misma perplejidad que ellos lo miraban a él.

¡IMPOSIBLE! ¡NO!

Maldita sea, que mala suerte.

¡Demonios! ¡Me lo ha ganado!

Miles de exclamaciones de disgusto al aire, pero yo seguía tan perplejo como el mismo KyungSoo.

—Chicos, ¡guarden silencio!— dijo el profesor TaeHo, perdiendo el control de la clase como siempre.

—Byun miró a Dodo por unos segundos con la mayor rabia. KyungSoo se hundió en la silla esperando ser tragado por la tierra.

—Yo no voy a ir por él. —le dije, y entonces él me miro de soslayo.

—No esperaba que lo hicieras. —dijo, disgustado. Se puso de pie y recogió el bebé robot. Lo trajo consigo y lo depositó frente a él, sin atreverse a mirar a nada más que el suelo.

Continuaron los nombramientos y luego salimos al receso.

—Vamos, KyungSoo. —dijo LuHan, y ambos salieron con su respectivo bebé robot. Yo me quedé allí sentado, mientras los demás me restregaban en la cara la mala suerte de que mi “hijo” no fuera de alcurnia.

— ¡Cállense todos! Ya lo sé. Pero es sólo un bebé robot, no es real. —el miedo me consumió ante la pena que la gente sentía por mí. Rayos… a quien engaño. ¡Soy el padre de un indigente!

— ¡JongIn, cómo lo siento! Tu hijo es… un mestizo. —dijo Byun; ¡diablos! Todos me miraban horrorizados en el comedor. Dejé el salmón a la mitad de sólo pensar en todo eso. Mis compañeros se compadecían de uno en uno, otros se reían de mi cruel fortuna, pero la mayoría, me miraba un tanto nostálgicos.

— ¿Mestizo? ¿Pero qué demonios dices, BaekHyun? Es un robot. Es de metal. —dijo ChanYeol, dándole un golpecito a su muñeco.

—Pero es un mestizo. Es decir, tan sólo hay que ver el robot. Tiene toda la pinta de Do; de campesino. —todos murmuraron a mi alrededor.

— ¡Pero si es igual a este!— dijo ChanYeol, estallando.

— ¡Arg! Tú no entiendes nada. —dijo BaekHyun, mientras ChanYeol perdía los estribos. Él tenía razón, era un simple muñeco de metal, un robot. Y todos eran exactamente iguales. No tenía por qué alterarme por una tontería como esta.

— ¿Qué piensas hacer, JongIn? Tendrás que cuidar al robot con el campesino. —dijo Byun. La verdad era que ya lo había pensado.

—Ni hablar, él se encargará del muñeco. —dije, completamente decidido a no verle el rostro al robot mestizo.

— ¿No crees que exageras?— dijo YiFan, mientras íbamos a comprar un agua importada.

—No, no exagero. Tú estás tan tranquilo porque te toca con tu casi-esposo. —el chico frunció los labios.

—Tampoco es tan fácil ¿Sabes? Podría haberme tocado alguien más; pero entre todos tenía que ser él. —lo dijo con frustración, como si aquello fuera una maldición.

— ¡No sabes lo que dices! Yo me conformaría con tu Julieta del siglo moderno. Al menos mi hijo seguiría siendo de alcurnia. Incluso seguiría estando de acuerdo si se llamara Romeo Jr. o Shakespeare, ¡qué sé yo! Eso es lo de menos. —YiFan solamente dijo que seguía exagerándolo todo.

Volví a mi asiento, y todos se burlaban de SooJung. Ella y JongDae tendrían que cuidar al bebé robot. La niña más insoportable y berrinchuda del instituto junto con el más raro. ¡Vaya pareja! Ahora me siento un poco mejor.

—No puedo creerlo. —dijo SooJung, abandonada a su triste suerte.

—Vamos, no es tan malo. He estado leyendo sobre el cuidado de bebés desde que terminó la clase; muchos expertos aseguran que se trata de una experiencia que beneficia a ambas partes. Y que ayuda al crecimiento mental y la madurez humana. — de nuevo el pintorcillo con sus discursos baratos. ¡Diablos! Esta es una escuela de locos.

Mientras intentaba levantarme los ánimos con las desgracias de SooJung, miré hacia la mesa más alejada; donde LuHan y Dodo comían su desayuno. Ambos tenían a los bebés a su lado, y conversaban sobre algo que no pude escuchar. Me esperaba un largo y tedioso trabajo…



-*-



—Qué curiosos estos bebés robots. —dijo LuHan, examinando su muñeco.

—Yo una vez cuidé del huevo, era más fácil. —dije, mientras me llenaba la boca de arroz frito.

—Se verían más lindos con algo de ropa. —dijo, cargando a su robot.

—Lo sé. Luego le tejeré un pequeño suéter al menos. —él entornó los ojos.

— ¿Tejer? ¿Sabes hacerlo?— había muchas cosas que este hyung aún no comprendía de mi mundo. Le expliqué que la gente normal teje cualquier prenda de ropa a los bebés, y que es de lo más sencillo.

—Y así es como se hace. Los ganchos y la lana los venden en las mercerías. —él asintió, verdaderamente impresionado.

— ¡Wow, mercerías! ¿Podrías llevarme a una cuando puedas? Un día, quisiera que me enseñaras a tejer. Sería lindo hacerle un gorro al bebé. —dijo con ternura.

—Esto parece divertirte. —dije, con una sonrisa.

— ¿Y a quién no? Vamos, me paso la vida en casa, en el ocio total; al menos ahora tendré algo para entretenerme. ¿A ti no te agrada la idea?— dijo, ladeando la cabeza.

—No lo sé… quizás no del todo. —él se dio cuenta enseguida por qué pensaba eso. Miró hacia la mesa de JongIn.

—Lo entiendo; pero no debes dejar que eso te afecte ¿Si? Después de todo él tendrá que hacerse cargo tarde o temprano, si no quiere reprobar. —aquello no me levanto el ánimo.

—Para ti es fácil, porque eres amigo de SoonKyu. Pero yo con JongIn no tengo ningún tipo de relación. Ni siquiera nos podemos soportar. —él me miró comprensivo.

—Es un poco… especial, pero tú intenta serenarte. Y dime ¿Cómo se va a llamar?— miré estupefacto el rostro alegre de LuHan.

—Pues… no tengo pensando un nombre para el robot. —dije, con total sinceridad, él se escandalizó.

— ¡Oh! Pero no es posible, debe tener uno; después de todo, es un bebé. —es aquí cuando me doy cuenta por qué LuHan no charlaba con casi nadie. Se preocupaba por cosas que a la mayoría de las personas los traería sin cuidado.

—Ya pensaré en algo. —dije, para salir del aprieto.

Luego nos fuimos a la siguiente clase. A la salida, era hora de enfrentar a JongIn; respiré hondo y lo encaré en su grupito de amigos cuando terminaron las clases.

— ¿Qué vamos a hacer con el muñeco?— dije, y todos sus amigos me miraron con curiosidad. Sólo uno me sonrió. Un chico delgado y de buena pinta; pero el resto, apenas me echó una ojeada y siguió en lo suyo.

— ¿Eh? ¿No es obvio? Te harás cargo. —dijo el JongIn, restándole importancia al asunto.

— ¿Qué? Por supuesto que no. Escucha, solo porque no fui la persona que esperabas para este proyecto, no quiere decir que lo haré todo solo para no “molestarte”. Yo tampoco estoy de acuerdo y heme aquí, perdiendo mi tiempo. Lo haremos de este modo. Son dos semanas, por lo tanto, una semana tú y otra yo. Sería un rollo repartirnos los días si podemos hacerlo de esta forma. ¿De acuerdo?— dije, y él me miró con sorna.

—Como quieras, pero la primera semana, va por tu cuenta. —y se alejó con sus amigos, riéndose delante de mí. Lo vi perderse en la puerta principal, y luego, lleno de cólera, salí de la escuela para tomar el metro.

—Maldito niño rico. —dije, en un ataque de histeria.

Llegué a la casa hecho una furia. El tío JaeJoong pareció comprender mi enfado. Luego SeHun vino a comer.

— ¡Vaya! Un bebé robot. ¿Recuerdas cuando cuidamos del huevo?— me eché a reír.

—Claro. ¿Cómo olvidarlo? Te pusiste a llorar como un loco frente a mí, cuando al final del proyecto me confesaste que el verdadero bebé lo habías estrellado el día anterior, y que este era falso. —de alguna manera, SeHun era incapaz de mantener una mentira en secreto. Íbamos en quinto grado cuando eso sucedió, y recuerdo que todo el grupo se comenzó a reírse cuando SeHun se tiró al suelo llorando y diciendo que era “Un mal padre”.

— ¡Ash! Pero qué mala experiencia. Pero en fin. ¿Quién es el afortunado?— puse mala cara. El tío JaeJoong prefirió salir del comedor por algo más de comida, que volverme a escuchar insultar a mis anchas sobre mi mala suerte.

—Pues me ha tocado el ricachón. ¡No sabes cómo me siento! De entre todos esos tipos, tenía que ser justo él. —me sentía mucho mejor liberando mi sentimiento de cólera. SeHun se quedó de piedra.

— ¿El chico tanorexia? Diablos, KyungSoo; pareciera que te persigue. —puse los ojos en blanco.


—Ambos estamos en total desacuerdo, pero no podemos cambiar las parejas. Ahora, cuidaré del bebé robot una semana, y la otra será él. Así al menos no nos tendremos que soportar todos los días intercambiándonos el muñeco. Y mientras menos tengamos contacto, mejor. —cuando miré el bebé robot, me di cuenta que le habían tocado dos padres completamente diferentes, que además de eso, no se soportaban. Pobrecillo. Si no fuera un montón de engranes y circuitos, quizás la pena se apoderaría de mí en un segundo. Pero es solamente un muñeco de prueba.

— ¿Ya has pensando un nombre?— dijo SeHun. Solté un profundo y prolongado suspiro de cansancio.

— ¿Sabes? Eres la segunda persona que me lo dice. No tengo la menor idea, y, sinceramente, no quiero pensar en eso. —SeHun se rió de mí.

—Vamos… el bebé no tiene la culpa de que su padre sea un ricachón idiota. Te tiene a ti, y tú compensas la parte desagradable. Además, es lindo, como yo. ¡Pero qué digo! ¡Si es guapísimo! Creo que deberías llamarlo SeHun. Mira nada más esos ojazos. Sí… SeHun es un buen nombre. —mi amigo intentaba animarme diciéndome bromas sin sentido.

— ¡Pero si es una niña! O eso indica la muñequera electrónica. Si es rosa, es niña, si es azul, niño. Quizás deba pensar en algo de ropa. Es perturbador que esté desnuda. —SeHun seguía contemplando el muñeco.

—Sí. Aunque parece un juguete común y corriente, es un poco pesado. —dijo, levantándolo del comedor.

Lo pusimos en una silla vacía y comimos con el tío. Al poco rato el muñeco comenzó a vibrar y a llorar.

—Y este es solo el comienzo. —dijo SeHun, cuando le introduje el biberón en la boca al bebé, y cesaron los llantos después de unos cinco minutos.

—Lo sé… todavía me quedan siete largos días. —lo dije con un poco de cansancio, pero no por el que me podría provocar los llantos del robot; sino por la terrible elección de padres.

Casi podía asegurar que JongIn no se haría cargo del bebé ni cuando fuera su turno. Ya me las ingeniaría para ponerlo en su sitio.
Me pasé toda la tarde haciendo los deberes, y cuando terminé, comencé a tejer ropa para el muñeco. Mi tío le hizo un gorro color rosa y yo hice el resto. Los zapatos también los hizo el tío. SeHun hizo una bola de nudos sin éxito; mi tío lo regañó por complicarnos las cosas.

Decidí llevar unos ganchos y una bola de lana para LuHan y enseñarle en el receso a tejer; seguro que se emocionaba. Pasamos la tarde charlando y bebiendo té. El tío hablaba sobre la poca paciencia que le tenía a los niños, y que por eso nunca tuvo hijos. Yo solamente permanecía sumergido en mis pensamientos.

Me recosté en mi cama cuando se hizo de noche. El bebé me miraba con la boquita abierta y expresión de sorpresa en el rostro, en la mesita de noche. Los ojos le resplandecían con el velo de la cortina y la luz de la luna. Lo dejé allí sentado, con el biberón al lado, por si comenzaba a llorar.

Me quedé dormido contemplando al bebé robot. O bueno… a la bebé robot. Mañana tendría que llevarla y estar atento para que el profesor TaeHo se diera cuenta que me esforzaba. Dormí como un rey. El bebé no lloró ni una sola vez durante la noche; me creí con verdadera suerte.
Ahora voy en el metro hacia la escuela. En el autobús todos me miran con extrañeza. En la clase, JongIn ni siquiera se digna a mirarme. Lo mismo da.

El profesor TaeHo  nos entrega una cartilla, algo como un acta de nacimiento.
—Llénenla, porque es parte del programa. —nos sentamos en parejas para llenarlas. JongIn miraba aburrido por la ventana. Como vi que no hacía nada interesante, decidí llenar yo la planilla.

—Oye, necesitamos un nombre. —le dije, un tanto contrariado. Vaya… así que por eso la gente me preguntaba cómo iba a llamar al bebé robot.

—Hm. —dijo él. Luego imaginé qué pensarían los otros si nuestro proyecto se llamara Hm; seguro que se echaban a reír.

—Pues… es una niña. Mira, sé que esto es chocante, pero tenemos que decidirlo ambos. Sabes qué puedo hacerlo yo mismo; inventarme un nombre y todo estaría bien. Pero el profesor nos está mirando; así que al menos abre la boca y di cualquier otra cosa que no sea hm. —entonces, y por primera vez en el día, JongIn miró al bebé robot.

— ¿Qué es eso?— dijo, señalando la ropa del muñeco.

—Pues… ropa, obviamente. —el otro frunció el ceño.

— ¿Qué? Espera… ¿Tejida a mano?— dijo, de repente, escandalizado.

—Sí. —dije, un poco molesto de que lo tomara a mal.

— ¡Pfff! ¿Hablas en serio? No le pondremos eso; así parece mucho más campesino. No. Mañana le traeré algo decente. Ropa de verdad. —puse los ojos en blanco; aunque me sorprendió que se tomara la molestia, al menos, de comprarle ropa.

—Da lo mismo. Dame un nombre, el que sea… —dije, un tanto desesperado. Él seguía mirando al muñeco. Luego lo tomó entre sus manos y mientras lo veía, intentaba buscarle defectos.

—Pues… tiene una cabezota. Y definitivamente esto no puede ser mío. Es decir, mira esos labios, no se parecen a los míos. ¿Qué demonios?— dijo, un poco contrariado.

— ¿Estás hablando en serio?— quizás este chico me tomaba el pelo y no lo había notado.

—Sí. Sólo míralo. —dijo, entregándome el muñeco.

—Es… un muñeco. Todos son exactamente iguales. —dije. Este chico era un verdadero tonto.

—Ya lo sé. Sólo decía. Hum… veamos. No. No tengo idea. —dijo, soltando un bostezo mentolado que me erizó el vello de la nuca.

—Entonces lo haré yo. —dije, perdiendo la paciencia.

—Espera. —dijo, y apartó mi mano de la planilla. Sentir su mano sobre la mía me hizo estremecer; el otro me miró molesto.

—Quiero terminar con esto rápido ¿Sí?— le dije, mirándolo igual de molesto.

—Hum… ya lo tengo. Mira, tiene los mismos ojos que tú. Sí, en definitiva es tu hijo.

— ¡Es niña! ¿Y qué diablos sucede con mis ojos?— dije, comenzando a apretar los puños.

—Pues ya lo debes saber, ¡son enormes! Como los suyos. La llamaremos Do… Do, si Dodo es perfecto. De todos modos la gente ya sabe que es un mestizo, así que es imposible censurar su origen de plebeyo. Me resigno a la realidad. —quise tomarlo por la cabeza y lanzarlo por la ventana; pero me contuve.

— ¿Dodo? ¿Pero qué clase de nombre es ese?— el otro me fulminó con la mirada.

— ¡Hey! No te alteres, pueblerino. Se llamará Dodo y fin de la discusión. —no podía creer todo esto. El asunto del robot ya me estaba colmando la paciencia.

—De acuerdo, como quieras. Pero si el maestro nos regaña por llamarla así entonces…

—No nos dirá nada. Anda, escribe eso en la cartilla. —de una sola vez, escribí Dodo. Diablos, esto es una estupidez.

—Listo, dame eso. —me lo arrebató y llevó el papel al profesor. Yo me moría de la vergüenza. El profesor TaeHo miró a JongIn con una mezcla de incredulidad y sorpresa. Yo quise hundirme en el piso de mármol.

—Pero… es un poco raro. —dijo el profesor. JongIn ni siquiera se avergonzó.

—Es originalidad. Ninguno se va a llamar de ese modo y así no habrá confusiones. Listo. ¿Puedo volver a mi asiento?— el profesor articuló un débil “S-sí, claro” y JongIn volvió a tomar asiento a mi lado, mientras revisaba su iPhone con cara de aburrido.

Dodo. ¿Qué rayos? Es un nombre horrible. Mi muñeco robotizado tenía el nombre que un estúpido usaba para molestarme.


¿Pero qué tenía este tipo en la cabeza?


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