Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los dias pasan por aleii

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Siguiente cap, espero les agrade (:

-¿Aún no te han llamado?-preguntó el rubio de cabello largo que se encontraba frente a mí.

Sentado en aquel bar, escuchando las conversaciones de fondo, y disfrutando de una buena cerveza lo menos que quería era pensar en el trabajo que no me habían dado.

-No, aún no Jorge-mascullé, frunciendo la nariz

En realidad, no quería pensar en nada relacionado con él. Con Tom.

-En algún momento lo harán-murmuró, encogiéndose de hombros

-¿Sabes?-hablo de pronto Gustavo, mi otro amigo, interviniendo en la conversación; algo poco común en él, ya que por lo regular solía escucharnos tranquilamente.

-Mmm

-Lo que yo realmente quiero saber es como estas Diego, hace mucho que no hablas de… Tom

Puse los ojos en blanco bufando. El solo mencionar a ese “hermano” tan perfecto me hacía revolver el estómago.

-Mal tema-bromeo Jorge, soltando una risita y bebiendo de la cerveza

-No podemos seguir fingiendo que eso nunca paso ¿o sí?- preguntó mirando al rubio, pero en realidad la pregunta iba dirigida para mí.

Era cierto. Ya llevaba unos 6 meses que no tocaba el tema con ellos, mis mejores amigos; eso luego de que me hubiera pasado años hablando de Tom día y noche, jodiendo cada salida con él como tema de conversación.

-Yo que sé, es jodidamente perfecto-gruñí, e imitando a Jorge tome de la cerveza que seguía casi intacta. Hasta ahora.

-¿Siguen viviendo juntos?-preguntó Gustavo, enarcando una ceja. Odiaba cuando me miraba de esa forma, sabía que estaba a punto de decir algo que me dolería.

Asentí

-¡NO!-exclamó Jorge, estando a punto de escupir la cerveza

-Así es, seguimos viviendo felizmente juntos-murmuré, en tono irónico

-¿Y no te parece raro?-preguntó Gustavo. Sabía que no esperaba una respuesta, solo estaba diciendo algo que era obvio.-Mira Diego, yo entiendo que ustedes sean hermanos y todo eso, y en realidad siempre me pareció bastante extraña su relación pero… dejando eso de lado, ¿realmente está bien? Tú tienes que verlo salir con una y con otra, y no te queda más que aceptarlo, y siendo sinceros el hecho de que no lo saques a tema es porque todavía lo quieres ¿cierto?, así que no le veo sentido a que sigas viviendo con él.

 

 

 

 

La aguja del tatuador zumbaba con una urgencia similar al revoloteo de un insecto sobre la cabeza. El hombre de la aguja era un tipo grueso y musculoso, decorado con dibujos multicolores como enredaderas que se extendían por sus brazos y hombros.

Luego de preparar todo lo necesario se agacho sobre mi cuerpo como si fuera a rezar, para iniciar con la tarea; pero durante un momento pareció vacilar y retrocedió, clavando sus obscuros ojos sobre mi rostro.

-¿Estás seguro?-preguntó

Pude notar las miradas desaprobatorias de Jorge y Gustavo al fondo de la habitación pero poco me importó, había tomado una decisión y sentía que esto era necesario para darle un cierre a mi situación. Quizás para algunos fuera algo estúpido, pero para mí tenía un gran significado.

-Estoy seguro-afirmé

-Luces pálido y nervioso, además de algo borracho

-Siempre estoy pálido- murmuré-y tampoco tome tanto

Luego de un par de segundos de pensárselo, finalmente el hombre se encogió de hombros, restándole importancia.

-No prometo que no dolerá

-Lo sé

Apreté los dientes, soportando el ardor y me acomodé mejor sobre el sillón. El grueso hombretón comenzó a trabajar con el dibujo.

Aún tenía demasiado grabadas las expresiones de Jorge y Gustavo cuando les había contado mi idea. En un principio se habían negado, pero poco después de insistir, el más flexible de los dos, es decir, Jorge, termino aceptando.

“De igual forma se lo hará”, había dicho y eso había terminado por convencer al otro.

Así es como habíamos llegado a aquella vieja casa donde realizaban tatuajes. En un principio, debo aceptar que fui llevado por un impulso, pensar que Tom hablaba seriamente sobre Mía me hacía entrar en un estado de desesperación.

Probablemente hasta ahora había guardado la pequeña esperanza de que volveríamos a estar juntos.

Pero ahora, con la noticia de Tom, no me quedaba más que aceptar nuestro terrible final, y resignarme. Y lo odiaba. Nadie lo amaba tanto como yo. Nadie.

Mis manos se aferraron con fuerza al sillón, al sentir la aguja  marcando la piel de aquel sitio sensible. Pude ver como el tatuador se esforzaba un poco, resultándole algo difícil grabar las estilizadas letras sobre mi dorso.

-¿Duele mucho?-preguntó con nerviosismo Jorge, asomando su rostro en mi dirección

Sonreí

-Algo

-Se lo merece-masculló Gustavo, y pude imaginarlo con el ceño fruncido, cruzado de brazos-así jamás podrá olvidarse de Tom

Lo que el castaño no terminaba de entender es que eso era algo que nunca podría hacer, olvidarlo. Era algo que iba más allá de mis capacidades. Y esto era una forma de aceptarlo. Él siempre estaría ahí, demasiado presente.

-Calla Gustavo, no lo molestes-intervino Jorge-él sabrá porque lo hace

Una vez más sonreí. Era bueno tener tan buenos amigos en un momento como este. Si ellos no estuvieran cerca, realmente no sabía que sería de mí, probablemente sería una piltrafa de persona, vagando solo por las calles, sin parar de llorar.

Era algo que no me gustaba de mi persona, ser tan sensible. Y Tom siempre había estado ahí, a mi lado, tratándome como si fuera algo delicado que pudiera romperme en cualquier momento.

 

 

Sus pequeños puños golpearon con fuerza el rostro del chico y la tonta risa que el grupo había mantenido se detuvo abruptamente. Ahora, sus pequeños rostros lucían asustados y sorprendidos, sin perder detalle del chico de rastas.

Jamás esperaron que apareciera.

-¡No quiero que lo vuelvan a molestar! ¡¿Entendido?!-gritó al que se encontraba tirado sobre el suelo

Al instante, mis pies se movieron hacía el de rastas, tomando de su mano.  Desde lejos, mire a los demás niños escondiéndome detrás de su cuerpo.

-Vamos Diego-susurró Tom, apretando con fuerza de mi mano y tirando de ella.

A lo largo del camino a casa se mantuvo en silencio, únicamente manteniendo el contacto que había entre los dos; en ningún momento me soltó. Y eso me hacía feliz. Mi hermano siempre sabía llegar cuando más lo necesitaba.

Pero ahora lucía enojado. Su rostro tenía el ceño fruncido desde el momento en que le había pegado a aquel niño, y me preocupaba que fuera por mi culpa. Quizás ya se había cansado de cuidarme todo el tiempo, de tener que protegerme una y otra vez.

-¿Tommy?-pregunté en voz baja, parándome

Mi hermano también se detuvo, pero mantuvo la vista al frente.

-¿Qué?

-¿Estás enojado conmigo?-murmuré

Se hizo un profundo silencio y pude sentir como mi estómago se contraía por los nervios.

-¿Es por mi culpa? ¿Por qué tuviste que defenderme de nuevo?

Tom continúo en silencio y tuve miedo de que continuara así por mucho más. Pronto, pude sentir aquel molesto sentimiento que me atravesaba hasta la garganta. Unas pequeñas lágrimas comenzaron a derramarse por mis mejillas y minutos después ya no pude ver nada más.

-Te prometo que voy a ser más fuerte Tommy y ya no volveré a molestarte más- comencé a susurrar

Pero entonces el de rastas tiró de mi mano, pegándome a él. Durante los últimos meses había crecido de manera desmedida y aunque teníamos la misma edad, él era unos centímetros más alto que yo. Así que sus rastas rozaron suavemente mi frente cuando me aproximo a su cuerpo y me rodeo con fuerza, abrazándome.

-No me molestas Bill-dijo- me gusta defenderte, así que ya no llores

-¿Entonces no estás enojado?-pregunté, sorbiendo la nariz a causa de tanto llorar

-No

-¿Seguro?

-Seguro

-¿Y todavía me quieres?-pregunté con timidez. A nuestros diez años hablar de sentimientos se había vuelto algo incómodo, algo difícil de decir y expresar en voz alta. Sobre todo en nuestro caso, que éramos hermanos gemelos.

Pero contrario a lo que pensé, una pequeña sonrisa apareció en su rostro

-Siempre te voy a querer Diego, pase lo que pase

 

 

 

-¿Diego? ¿Diego?

Había recuerdos que jamás podría borrar, y ese era uno que me gustaría guardar por el resto de mi vida. Esos momentos en los que entre Tom y yo todavía no había surgido esa montaña de problemas a causa de nuestros sentimientos, por lo que diría la gente y lo que pensaban los demás. Esa calma que nos había inundado a los dos en alguna época de nuestras vidas.

¿Todo habría sido mejor de esa forma?

Quizás si Tom y yo nunca hubiéramos experimentado esos “extraños” sentimientos, nunca habríamos estado en esta situación. Solo seríamos dos hermanos, comunes y corrientes. Sin nada de por medio.

Cada uno habría hecho su vida por su parte, y ninguno habría tenido que sufrir.

-¡Diego! ¡Despierta!

E incluso ahora, estando dormido, podía seguir escuchando su voz. No la que tenía cuando era un pequeño niño rebelde de 10 años, no, si no la grave voz de un hombre de 25. Un hombre que ya no me amaba… uno que quería dejarme atrás junto con todos los malos recuerdos… uno que nunca más me volvería a tomar entre sus brazos como si fuera lo más preciado de su vida, y me diría que me quería, que me amaba… y que nunca dejaría de hacerlo.

Antes de darme cuenta, pude sentir las mejillas húmedas y supe que estaba llorando. Una vez más.

-¡Mierda! ¿Por qué llora?-escuché de lejos la voz de Tom maldiciendo…

¿Acaso seguía soñando? ¿Era que el destino se empeñaba en recordármelo incluso cuando dormía?

-Enserio Diego, despierta que comienzas a asustarme-insistía Tom y pude sentir como alguien sacudía con fuerza de mis hombros; justo entonces, abrí los ojos.

Frente a mí estaba él. Lucía preocupado; su rostro mantenía el ceño fruncido y los labios curveados en una mueca.

-¡Por fin Diego!-al ver como despertaba de aquel maravilloso sueño, Tom pareció estar muy feliz… feliz como hace mucho no lo estaba… y sonrió. De la manera como solía hacerlo antes, cuando estábamos juntos. Incluso sus ojos se iluminaron.

Aquello me hizo recordar mi sueño, y aquella vieja promesa

“Siempre te voy a querer, pase lo que pase”

¿Acaso había sido cierta?

Sin poder evitarlo, una vez más comencé a llorar, tirándome sobre el cuerpo de mi hermano gemelo, apretándolo con fuerza.

-Por eso ya no me quieres-comencé a gimotear, antes de que él pudiera decir algo-porque sigo siendo un llorón y nunca cumplí con mi palabra de hacerme más fuerte-mis manos se aferraron a su camisa, sin quererlo soltar-es por eso ¿cierto?

-¿De que demonios hablas Diego?

-De la promesa que me hiciste

-¿Que promesa?

-Dijiste que me amarías por siempre, pasara lo que pasara

En esta ocasión, Tom no dijo nada más

-Y no cumpliste… pero yo tampoco… y por eso ya no me quieres…. ¡lo siento mucho Tom, tendría que haber sido más valiente!

Pude sentir como sus brazos apretaban con fuerza de mi cintura, pegándome aún más a él. Luego, sentí que el cansancio podía más conmigo y me desvanecí.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).