Mattia:
El techo.
Estaba acostado en mi cama dejando que el tiempo pasara al compás de One for the road. Desde hace tiempo que lo único que hacía era quedarme así intentando no pensar.
Una nueva canción comenzó a sonar y sonreí. Sí, era viernes, no, no estaba enamorado. Más bien tenía algo llamado "corazón roto".
Me quité los audífonos y lancé el aparato lejos de mí. No creí que llegaría el día en el que me negara a escuchar a “The cure”…
Unos golpes en la ventana hicieron que me levantara.
- ¿Qué? - le pregunté al chico que estaba parado afuera.
- Buenas tardes - rió él.
Me aparté para dejarlo pasar.
- ¿Por qué no entrás por la puerta como una persona normal?
- Creo que la respuesta obvia sería que porque no soy una persona normal- dijo sacándose las zapatillas y tirándose en mi cama.
- Y, ¿viniste solo a llenar mi cama de gérmenes?
- Vine a decir hola - respondió.- Hola.
- Hola - saludé volteando los ojos.- ¿Ya te vas?
- Nah, tu cama no tiene suficientes gérmenes - dijo volviendo a acostarse.
Me senté a su lado mientras él buscaba algo en su bolsillo. Me ofreció un audífono y palmeó la cama invitándome a que me acostara.
- The Beatles - dijo.- Bueno para el alma.
Nos quedamos en silencio un rato, básicamente era lo mismo que yo estaba haciendo antes, pero se sentía menos horrible.
- Y… ¿cómo estás? - Preguntó rompiendo el silencio.
- ¿Quién te contó? – le dije sin mirar.
- Bueno, creo que todo el mundo lo sabe…
Suspiré.
- Al menos fuiste capaz de venir a hablar y no te quedaste mirándome con cara de lástima a mis espaldas como todos los demás.
- Siento lo de Mica, si lo hubiera sabido, te lo habría dicho.
- Lo sé, Lucas, lo sé.
- ¿Estás bien?
- Tan bien como alguien en mi situación puede estar, supongo.
- Uhm… no soy psicólogo ni nada por el estilo, pero no creo que quedarte encerrado sea lo mejor.
- ¿Sabés qué?, tenés razón- me levanté como un resorte.- Hay que salir.
- Muy bien, así me gusta.
- De hecho creo que deberíamos salir hoy mismo, tengo… - miré mi celular. -Tres fiestas a las que estoy invitado. Escogé -terminé lanzándole el teléfono.
- Uhm… fiesta con pizza en la casa de Carla.
- Bien, pizza, alcohol y chicas fáciles. Perfecto.
Me dirigí a mi armario y comencé a botar la ropa.
- Ahm… ¿Matty? –escuché que decía a mis espaldas.
- Es… Lucas, no puedo seguir así, necesito apartarme de todo por un rato.
Lucas, el alegre, el que nunca se calla, el que toma todo en broma, el “señor animosidad”, me miraba en silencio con honesta preocupación.
Forzó una sonrisa tranquilizadora y volvió la mirada al teléfono.
- Hay que pagar por la pizza – dijo después de aclararse la garganta.
- Mi billetera está en el primer cajón del velador – sonreí mientras revolvía entre las últimas remeras que quedaban. Escogí una roja con diseño de Flash (la cual por cierto había sido un regalo de Lucas) y agarré unos jeans que quedaron encima del montó de ropa.
- No está - sonó su voz entre el ruido de una variedad de objetos siendo revueltos.
- Tiene que estar - dije quitándome la camiseta y el short deportivo que traía puestos.
- Pero te digo que no está.
Caminé aun en boxers hasta donde estaba Lucas, quien se apartó para dejarme buscar en el ahora desordenadísimo cajón.
Gruñí, saqué todo y lo dejé encima de la cama para al fin, entre unos papeles, encontrar a la desgraciada. Me volteé con aire triunfante a tiempo para ver como los ojos de Lucas subían rápidamente desde algún punto de mi torso hasta mis ojos. Hubo un silencio incómodo.
Aparté la mirada un tanto extrañado y vi de reojo como mordía su labio y no apartaba la mirada de sus rodillas.
- No sabía que te habías hecho el tatuaje.
- Sí, bueno, hace más de un mes que no venías a visitarme – solté un poco menos intranquilo ya que sabía lo que estaba mirando.
El mencionado tatuaje representaba un cuervo de ojos brillantes, posado en la cadena de un reloj de bolsillo con el vidrio roto en el cual se leía “Nevermore”. Lucas lo había diseñado para mí.
- Me gusta - dijo con una sonrisa que llegó hasta sus ojos pardos.
Sonreí y volví al armario.
Sentí su mirada siguiéndome y, por alguna extraña razón, creo que me sonrojé un poco.
- Voy a alistarme - se despidió.
Mientras terminaba de abotonarme el pantalón me di la vuelta para ver como ese extraño chico salía por la ventana.