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Thursday, never looking back... por Red Giant

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Notas del capitulo:

Bueno, estoy cada vez peor xD estoy feliz y no me importa nada, perdón. Ah, y pensaba subirlo en dos partes, pero no tenía nada que hacer... el Lunes vuelvo a clases T-T

Lucas:

Le di unos golpecitos s la ventana de su cuarto. Tardó un poco más de lo acostumbrado en abrirme.

— ¿Hola? — dije con una sonrisa después de que se quedara sin decir nada por un rato.

— Pasá — respondió con una media sonrisa.

Entré, me quité los zapatos y me tiré en la cama. Matty se sentó a mi lado y soltó un suspiro.

— ¿Pasa algo? — pregunté.

Negó con la cabeza y se recostó a mi lado. Tomé su mano izquierda y comencé a juguetear con sus dedos. Miré su palma fijamente.

— Esta que está cerca de tu pulgar es la línea de la vida, la que inicia debajo del meñique es la línea del corazón, y la que está en medio de las dos y casi se junta con la línea de la vida es la línea de la cabeza — expliqué delineándolas suavemente con mi pulgar.

— ¿Y qué dice mi mano?

— Uhm… vas a tener una vida larga… tenés una mente abierta y te dejás dominar por las emociones… veo… dificultad en el amor y una ligera tendencia egoísta…

— ¿Y de verdad creés en esas cosas? — interrumpió.

— Bueno, en gran parte era una excusa para agarrar tu mano — recibí un codazo en las costillas. — Pero no sé, mi línea de la vida se interrumpe dos veces, ¿ves? — seguí sin darle importancia al dolor.

— No llevás puesta la muñequera…

Pasó un par de dedos por mis cicatrices.

— No me pareció necesaria — contesté.

Sentí como mi ritmo cardiaco aumentaba. La forma en que apenas rozaba mi piel me ponía nervioso. Estaba incómodo y avergonzado pero al mismo tiempo rogaba porque ese momento no se terminara nunca. Querer a alguien te vuelve estúpido.

No podría decir cuánto tiempo estuvimos así, el tiempo pareció transcurrir de manera distinta.

La odiosa intro de Hysteria interrumpió el silencio. Era el tono de llamada de Matty.

— Perdón — se excusó mientras que, con un movimiento rápido, entrelazaba nuestros dedos y dejaba nuestras manos descansando sobre el colchón.

Miró su teléfono, colgó y lo puso en su bolsillo.

— ¿Quién era?

— Nadie importante.

Sonreí. Había podido leer claramente el nombre “Mica” en la pantalla del celular.

Estaba evitando mirarme y yo no podía apartar mis ojos de él.

— Matty — llamé con una mueca idiota.

Me miró y, bueno, mi intención había sido darle un beso ninja, pero calculé mal choqué nuestras narices y solté una estridente carcajada. Por suerte, Matty se me unió.

Parecíamos dos hienas con retraso riéndonos sin motivo aparente.

— Perdón, esto es muy incómodo — me disculpé cuando pude parar de reír.

— Lo sé — Se secó una lágrima. — Pero…

En ese momento volvió a sonar el jodido celular. No es que odie a Muse, pero en ese momento deseé que todos sus discos ardieran en las entrañas del monte Doom. Y, por la cara que puso, supuse que Matty también lo deseó.

— ¿No vas a contestar?

— No, ignóralo.

— No puedo.

Se sentó de golpe y volvió a sacar el celular. Volvió el silencio.

— Ya, apagado, ¿feliz?

— Te ves sexy desde este ángulo — respondí con una sonrisa.

— Lo sé — me dedicó una sonrisa pícara desde encima de su hombro.

Me senté y lo abracé por la cintura.

— ¿Esto es raro?

— Menos de lo que pensé que sería. No está mal — hizo una corta pausa para luego seguir — Hay algo que me estuve preguntando… Lucas, ¿sos gay?

— Sabés que no — reí.

— ¿Entonces?

— Uhmm… pansexual, tal vez… ¿vos?

— Hetero… ¿flexible?

— ¿Eso quiere decir que soy especial?

— Sí — afirmó sin dudar.

— Vas a hacer que me sonroje — le advertí demasiado tarde.

Sonó el timbre.

— Esperá, voy a ver quién es — dijo librándose del abrazo.

Me quedé sentado allí, con su calidez y el olor de su colonia aún pegadas a mi piel.

 

 

 

Mattia:

Abrí la puerta para encontrarme con la persona que menos quería ver.

— Hola — saludó Micaela.

— ¿Qué querés? — esperaba que el tono amargo de mi voz bastara para que se fuera.

— ¿No me vas a saludar?

— Hola — fingí una sonrisa. — ¿Ya te vas?

— En realidad quería hablar con vos… sobre nosotros.

— Pensé que había quedado claro que no existe ninguna posibilidad de un “nosotros”, así que discúlpame, pero no quiero seguir perdiendo el tiempo.

Quise cerrar la puerta, pero ella me lo impidió.

— Esperá, Mattia, sé que hice mal pero yo… te quiero y… no voy a encontrar a nadie más que me quiera como lo hiciste vos.

— Mica, basta, sabés que no me gusta levantarle la voz a las chicas, pero mi paciencia tiene un límite. Estuvimos juntos, ¿qué? ¿Tres, cuatro meses? Por si no te diste cuenta, ya hace como cinco meses que ni siquiera hablamos.

— Te extraño.

— Mirá, sé que fui lo bastante tonto como para no escuchar lo que la gente decía de vos; pero volver con alguien que me engaño, no una, sino cinco veces, sobrepasa los límites de mi estupidez.

— Te prometo… que voy a cambiar…

Su voz se quebró mientras las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas.

Suspiré y negué con la cabeza.

— Realmente lo siento — me abrazó y siguió llorando contra mi pecho. — ¿Hay alguien más?

No supe qué responder. No sabía cómo explicar lo que me pasaba con Lucas.

— Ya veo — se limpió la cara con el dorso de la mano. — ¿Al menos podés volver a ser mi amigo? No soporto que me odiés.

La vi ahí con los ojos vidriosos y la nariz roja.

— Lo voy a intentar — cedí.

Me despedí de ella sin terminar de entender lo que había pasado.

Cuando regresé a mi habitación, Lucas estaba sentado en la ventana.

— Me voy — dijo y antes de que me diera cuenta ya tenía medio cuerpo afuera.

— Esperá, Lucas, ¿está todo bien?

Se detuvo por un segundo y me miró.

— No — contestó secamente.

Me dejó solo y por una hora me quedé ahí parado mirando a la ventana sin saber qué hacer. Entonces mi cabeza en blanco se llenó del sonido del timbre. Corrí a abrir y me desilusionó ver a mi madre.

— Hola, corazón. Qué raro que estés solo, creí que hoy iba a venir Lucas.

— Ah, no, de hecho tengo que ir a su casa — reaccioné. — Perdón, ma, vuelvo en un rato. ¡Te quiero!

Salí de mi casa a toda velocidad y toqué maniáticamente el timbre. Marco me abrió con cara de que había tenido que pausar algún video juego.

— Lucas está en su cuarto — volteó los ojos y volvió al sillón.

Caminé hasta la cueva que Lukis tenía como habitación. Entré sin tocar y lo encontré acostado con la cara hundida en una almohada. De lejos pude escuchar la música que salía de sus audífonos.

— Mierda, está enojado — pensé.

Fui hasta su cama y le quité un audífono. Me miró con desdén y luego volvió a la posición en la que estaba antes. No volvió a ponerse el audífono, lo que significaba que estaba dispuesto a escuchar.

— Ahm… Yo… — comencé.

— Nunca podés decir que no, ¿verdad?

— ¿Qué se suponía que hiciera si estaba llorando como Magdalena?

— No sé, podrías haber dicho algo como: ¿“No quiero ser tu amigo, perra, tengo novio”?

— Pará, ¿qué?, ¿somos novios?

— No lo sé, ¿lo somos? — se sentó y me miró fijamente.

— S-sí, lo somos.

Ambos nos pusimos rojos como tomates, hasta ese momento no le habíamos puesto nombre a lo que éramos.

Me miró de reojo y mordió su labio como queriendo evitar que se le escapara una sonrisa.

Apagué la luz. No sé por qué, solo lo hice. Me senté a su lado.

— Deberías sonrojarte más seguido, te ves adorable — dije despacio en su oído.

— Si seguís susurrandomé así, se me va a poner dura — contestó.

Ambos reímos y agradecí que apenas se distinguieran las siluetas. Lucas estiró la mano hasta tocar mi mejilla y pasó suavemente su pulgar por mis labios.

— Mierda, se supone que estaba enojado con vos…

— No, estabas celoso… porque me amás.

Siendo honestos, en ese momento creí que lo último solo lo había pensado, me di cuenta de lo que hice un par de segundos después.

— Sí, mucho — confirmó Lucas.

Busqué a tientas su pecho. El corazón le latía desenfrenadamente, igual que lo hacía el mío.

— Y yo a vos — confesé.

Tomó mi mano y la besó. Sé que va a sonar demasiado homosexual, pero en ese momento la palabra “príncipe” se me vino a la cabeza.

— Detesto cuando hacés esto.

— ¿Hacer qué?

— Hacer que me olvide de todo. Me ponés idiota, Matty.

Me pareció que mi cara brillaba en la obscuridad por lo mucho que me sentí enrojecer.

Unos golpes en la puerta nos sacaron del mundo rosa en el que estábamos.

— No sé qué estén haciendo ahí y honestamente me vale, pero papá está al teléfono y quiere saber si querés pizza o comida china — Oímos a Marco preguntar al otro lado de la puerta.

— ¡Comida china! — medio gritó Lucas.

— Tal vez debería irme antes de que lleguen tus padres — sugerí.

— Supongo que sí… Te acompaño a la puerta.

— N-no, está bien así.

Salí de allí lo más rápido que pude, no quería que se burlara del intenso color rojo que me llegaba hasta a las orejas.

Al llegar a mi casa me acosté mirando al techo. No podía evitar que mis oídos siguieran repitiendo “me ponés idiota, Matty”.

Esa noche soñé con un incendio.

Notas finales:

Ah, ¿qué? creo que tengo obsesión por la letra "c" :) ashdlas agh, no tengo mucho que decir esta vez xD está tan mal que ya ni quiero revisarlo. Bueh, qué más da. Por cierto, si me dejaran algún review no me molestaría ;w;


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