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¡Atrapado! por Fullbuster

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Rononoa Zoro POV


 


Quería arreglar las cosas con Ace y por ese motivo… no podía dormirme aunque estaba realmente cansado. Mis ojos se cerraban solos pero volvían a abrirse en cuanto sentía el calor de Ace y es que él seguía aquí a mi espalda dándome calor para que no cogiera una pulmonía, estaba secando mi ropa con su calor, estaba preocupado por mí y empecé a pensar que quizá yo me había pasado con mi cabreo, me había podido dejar engañar y no quise ver la realidad… fue Luffy quien me insistió aquel día para que le acompañase a su cuarto y ya sólo con eso, tuve que haberme dado cuenta de que podía ser una trampa suya ¿Por qué tendría sino tanta insistencia en que bajase a su camarote?


Me sentía como un imbécil en este momento, Ace había tratado de explicarme que él no tenía nada que ver, pero yo dolido y cegado por lo que Luffy ya me había hecho una vez, no le creí y eso me sentaba muy mal, no podía evitar pensar ahora mismo que Ace se había arriesgado para venir a salvarme y yo… yo le había hecho daño, le había pedido que se largase, había consentido que Luffy lo echase del barco y de la isla y él… había vuelto a por mí en cuanto se enteró de que estaba en problemas, todo eso, me hacía saber que sus palabras eran ciertas, me quería y yo también le quería, me había dolido mucho haberle visto con otra pero no la conocía, él mismo lo decía, no sabía qué hacía aquella chica a su lado.


Al menos decidí aclarar las cosas y él tras entenderme, al final pude besarle y es que me moría de ganas de hacerlo, le deseaba, le quería y por mucho miedo que tuviera a afrontar de nuevo una relación, sé que le amaba y debía arriesgarme con él, con este chico de fuego que no podía entrar en el agua y que siempre estaba tras de mí protegiéndome y cuidándome, que era capaz de entrar en una mansión enfadado dispuesto a quemarla entera con tal de salvarme, el hombre que jamás aceptaría dejarme atrás por nada del mundo. Cuando me besó, sentí que todo mi cuerpo temblaba, besaba muy bien, me iba a volver adicto a sus besos y es que eran tan cálidos, tan pasionales que me volvían loco, sus labios eran lo mejor que había probado jamás.


Me dormí entre sus brazos, ni siquiera recordaba cuándo me había quedado dormido, pero sé que dormí muy a gusto sintiendo su calor envolver mi cuerpo. Cuando me desperté, Ace estaba aún con su espalda apoyada contra la pared de la cueva y tenía los ojos medio cerrados del cansancio. Había estado toda la noche en vela aumentando la temperatura de su cuerpo para mantenerme caliente y se lo agradecía, pero sé que estaba muy cansado ahora mismo.


Me deshice de su abrazo con cuidado y me coloqué frente a él de rodillas entre sus piernas cogiendo entre mis manos su rostro. Abrió los ojos de golpe y es la primera vez que le vi medio sonrojarse al sentirme tan cerca de él, pero es que estaba cansado de ser siempre el que le ponía problemas, estaba harto de ser el indeciso y todo por lo que me había ocurrido, quería tomar el control de una maldita vez, quería volver a sentirme yo mismo como era antes, yo era Zoro Roronoa, el que no temía a nada ni a nadie, el que me enfrentaba a quien fuera, el que se reía en la cara del peligro, yo no era este chico indeciso que estaba siendo estos días y ahora lo entendía.


- ¿Zoro? – me preguntó extrañado de mi reacción.


- Sssh – le indiqué colocando mi dedo en sus labios para callarle mientras le sonreía – estás más guapo calladito – le dije justo cuando cogía sus labios entre los míos en un dulce beso.


Ace reaccionó entonces pasando sus manos por mi espalda acariciándome con suavidad y me encantaban sus manos, eran tan suaves. Bajaron hasta mi trasero y me apretaron con fuerza empujándome hacia él y sentándome encima de sus piernas a horcajadas mientras yo sonreía.


- Creo que no es un buen momento para esto – me dijo.


- Lo sé – le comenté sonriendo – pero ninguno de los dos puede evitarlo ¿Verdad? – le pregunté.


- Te deseo demasiado – me dijo con una sonrisa.


-  ¿Qué hay de malo entonces? Deja que sigan buscándonos, me mantendré calladito para que no nos descubran.


- Perfecto entonces – me dijo sonriendo mientras yo empezaba a desabrocharle el cinturón.


Ace me besó como solía hacerlo, con su pasión habitual y podía sentir cuánto me quería en cada uno de sus besos. No entendí como pude dudar de él pero tenía una cosa clara en este momento, no volvería a hacerlo, él lo era todo para mí, le quería y aunque me había costado darme cuenta de esto, ahora lo sabía y quería arriesgarme con él.


Le quité el cinturón y bajé su bragueta sacando su miembro ya casi erecto para acariciarlo. Miré a Ace, incluso con esas ojeras seguía igual de guapo que siempre, igual de intimidante e igual de seductor. Agaché mi cabeza hacia su miembro pasando mi lengua por él para luego meterlo en mi boca empezando a moverme de arriba abajo dándole placer.


Escuché como gemía y es que esta vez, no tenía a nadie para retener sus ruidos como aquella vez, sabía perfectamente que disfrutaba conmigo tanto como yo disfrutaba de él. Sentí como Ace escondía sus dedos por mi cuello y al tocar mi barbilla me obligaba a mirarle sacándome su miembro de la boca. Me quedé sorprendido pero cuando me besó con pasión supe que no hacía falta que siguiera más tiempo, él estaba preparado. Dejé que tomase el control besándome con suavidad y enredando sus dedos en mi cabello mientras me incorporaba.


Aprovechó ese preciso momento Ace para quitarme los pantalones a mí y luego indicarme con suavidad que volviera a sentarme encima de sus piernas a horcajadas. Le volví a besar en cuanto me senté, colocando mis manos tras su nuca acariciándola con dulzura mientras colaba mi lengua en su boca buscando jugar con él. Ace sonrió y metió un par de dedos en mi boca de forma juguetona para que los chupase antes de empezar a prepararme.


Entró en mí con mucho cuidado una vez se aseguró de que estaba listo y aunque al principio siempre dolía un poco, luego empecé a disfrutarlo porque tenerle dentro de mí era la mejor sensación que podía desear. Escucharle gemir y jadear, era como música para mis oídos, eso me demostraba que su corazón seguía latiendo por mí, que me deseaba a mí, que disfrutaba conmigo y yo también le regalé mis gemidos, le regalé mis gritos ahogados entre sus pasionales besos hasta que se vino dentro de mí.


No tardó mucho en salir de mí, pero estuvimos un buen rato simplemente abrazados mirando hacia la entrada de la cueva donde se veía aún cómo llovía. El ruido de las gotas al caer me relajaba y más sintiendo el calor del cuerpo de Ace, porque no tenía frío, con él era imposible. Amaba a Ace, ahora lo tenía claro, lo sabía a la perfección. Entrelacé mis dedos a los suyos y seguimos mirando la lluvia acariciándonos con ternura.


Cuando pasó la lluvia, recogimos las cosas, nos vestimos y salimos en busca de la costa, teníamos que irnos de aquí rápido antes de que los guardias del gobernador nos alcanzasen, porque estábamos seguros de que seguirían buscándonos, más que nada… porque Ace había incendiado toda su mansión y no creo que quisiera quedarse con los brazos cruzados, pediría venganza y ambos lo sabíamos, teníamos que irnos y rápido antes de que nos atrapasen.


Sé que a Ace le preocupaba no poder salir de la isla, a mí también empezaba a preocuparme, necesitaríamos un barco y cuando llegamos a la costa, tal y como supusimos… no había nada excepto agua. Ningún barco cruzaba nuestra vista, nada en el horizonte y eso era un problema y de los serios.


Caminamos bordeando la costa para buscar su embarcación, aunque sabíamos que sólo era apta para Ace, así que seguíamos teniendo el mismo problema. No podíamos salir de esta maldita isla y es lo que más deseábamos, poder largarnos de aquí y no volver jamás, pero supongo que no sería para nada fácil y menos… cuando tras nosotros escuchamos gritos y es que los ciudadanos del pueblo que nos habían localizado, empezaron a gritar llamando a los guardias para que nos apresasen.


Ace me cogió de la mano y me empujó tras él obligándome a correr por la costa. Odiaba correr por la arena, era muy complicado, había que hacer demasiada fuerza pero por otro lado… los ciudadanos también tenían dificultad para seguirnos. Llegamos hasta uno de los acantilados y supe que estábamos perdidos.


- Salta – me dijo Ace.


- No voy a saltar – le dije.


- ¿Por qué no?


- Porque tú no vas a saltar.


- ¿Cómo sabes que no saltaré?


- Porque te hundirías como una piedra – le dije muy serio recordando su problema con el agua.


- Salta – me dijo.


- No – le repetí – me quedo contigo, lucharé contigo.


- He dicho que saltes.


- Y yo te he dicho que no.


- ¿Puedes nadar, verdad? – me preguntó.


- Sí – le aclaré.


- Entonces salta y haz el favor de no dejarme hundirme como una piedra.


- ¿Qué? – le pregunté pero él ya había saltado y no me quedó más remedio que saltar para sacarlo del agua, no quería que se ahogase allí.


Caí al agua y me cortó la respiración por unos momentos, cómo había dolido la maldita caída desde esa altura. Cuando pude recuperarme un poco del dolor, miré hacia abajo observando como Ace se hundía como una piedra y es que le era imposible nadar. ¿Este tío no tenía miedo al agua o qué? Él sabía perfectamente que no podía entrar en el agua, pero le daba igual, ahí estaba… hundiéndose.


Me sumergí aún más tratando de alcanzarle y cuando lo hice, lo cogí con fuerza y nadé hacia la superficie con él. No iba a dejar que se ahogase, eso jamás. Era muy posible que yo tuviera debilidades y desde luego… Ace tenía las suyas, pero supongo que ambos nos complementábamos, él era fuerte, tenía su habilidad de fuego y yo… yo también era fuerte, nunca me consideré débil y además, podía nadar y sacarlo de estos líos en los que se metía con tal de escapar.


Respiré con dificultad al salir y es que Ace parecía que no, pero pesaba lo suyo y tener que nadar hacia la costa llevándolo conmigo, eso era aún más trabajo, porque claro… él no podía nadar absolutamente nada, el agua lo dejaba prácticamente paralizado. Empecé a mirar la costa, estaba lejos, demasiado lejos, no sabía si llegaría allí y encima los aldeanos se estaban concentrando para esperarnos a la llegada. No podía ir a la costa, pero tampoco podía quedarme aquí en el agua, mis fuerzas se agotaban y si eso ocurría, nos ahogaríamos los dos.


No sabía qué hacer y por suerte… antes de cometer alguna locura o de quedarme sin fuerzas, aparecieron dos barcos con bandera pirata, uno lo reconocía a la perfección, era Luffy, el otro creo que era la tripulación de Ace. Nos lanzaron un cabo y lo cogí atándoselo a Ace para que lo sacasen y después subí yo una vez él estuvo a salvo.


- Siempre andáis en líos – me dijo Luffy sonriendo y me pareció como si hubiera vuelto a la normalidad – ahora si me disculpáis… tengo que ir a darles una paliza a esos tíos por lo que me han hecho hacer estos días – comentó.


Ace y yo nos quedamos en el barco sonriendo, pero el resto de la tripulación de ambos navíos, se lanzaron a la batalla y es que estaban como cabras, no había quien les separase de una pelea a todos ellos y menos… a Luffy. Sé que ganarían y dejé de preocuparme, lo único que me interesaba en este momento, es que estábamos a salvo y tenía los labios de Ace muy cerca… tan cerca… que acabé besándole de nuevo y es que tenía muy claro… que aceptaba su propuesta, quería irme con él, quería estar con él.


 


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