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Fifty Shades Of Son Goku por GokuGrey

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Notas del capitulo:

La historia pertenece a la mundialmente famosa escritora E.L. James así como algunos personajes.

Algunos personajes pertenecen a Akira Toriyama.

 

Bésame, maldita sea! Le suplico, pero no me puedo mover. Estoy paralizado por una extraña y desconocida necesidad, completamente cautivado por él. Miro fijamente la exquisitamente esculpida boca de Goku Son, hipnotizado y él me devuelve la mirada, sus ojos escurecidos y entornados. Respira con más fuerza de lo habitual y yo he dejado de respirar por completo. Estoy en tus brazos. Bésame, por favor. Cierra los ojos, respira profundamente y me ofrece una breve señal de negación con la cabeza, como si respondiera a mi silenciosa petición. Cuando abre los ojos de nuevo, lo hace con algún nuevo propósito, una firme resolución. 

—Vegeta, debes mantenerte lejos de mí. No soy el hombre adecuado para ti — susurra. ¿Qué? ¿A qué viene esto? Ciertamente debería ser yo quien decida eso. Le frunzo el ceño y niego con la cabeza. 

—Respira, Vegeta, respira. Voy a ponerte de pie y a dejarte ir —dice en voz baja y me aleja con gentileza. 

La adrenalina se ha disparado a través de mi cuerpo, ya sea por el fallido atropellamiento del ciclista o por la embriagadora proximidad de Goku, dejándome ansioso y débil. ¡No! Grita mi mente cuando él se aleja, dejándome desamparado. Tiene sus manos sobre mis hombros, sosteniéndome con sus brazos extendidos, observando mis reacciones cuidadosamente. Y en lo único en lo que puedo pensar es en que quería ser besado, que lo hice malditamente obvio y él no lo hizo. No me quiere. Realmente no me quiere. He estropeado magníficamente el café de la mañana. 

—Lo tengo —respiro, encontrando mi voz—. Gracias —murmuro, inundado de humillación. ¿Cómo pude haber malinterpretado tanto la situación entre nosotros? Tengo que alejarme de él. 

—¿Por qué? —Frunce el ceño. Aún mantiene sus manos sobre mis hombros. 

—Por salvarme —susurro. 

—Ese idiota manejaba en sentido contrario. Me alegro de que estaba aquí. Me estremezco al pensar lo que te podría haber pasado. ¿Quieres venir y sentarte en el Hotel por un momento? —Me libera, las manos a ambos lados de su cuerpo y estoy de pie frente a él sintiéndome como un tonto.

Con una sacudida, aclaro mi cabeza. Simplemente quiero irme. Todas mis vagas y no articuladas esperanzas han sido frustradas. No me quiere. ¿En qué estaba pensando? Me regaño. ¿Qué querría Goku Son contigo? Mi subconsciente se burla de mí. Envuelvo mis brazos a mí alrededor, me giro para hacerle frente a la calle y tomo nota con alivio de que el hombre verde ha aparecido. Rápidamente atravieso la calle, consciente de que Son está detrás de mí. Fuera del Hotel, me volteo brevemente para hacerle frente pero no puedo mirarlo a los ojos. 

—Gracias por el té y por hacer la sesión de fotos —murmuro. 

—Vegeta... Yo... —Se detiene, y la angustia en su voz reclama mi atención, por lo que contra mi voluntad me encuentro mirándole detenidamente. Sus ojos negros lucen sombríos cuando se pasa una mano por el cabello. Se ve contrariado, frustrado, sus expresiones son crudas. Todo su cuidadoso control se ha evaporado. 

—¿Qué, Goku? —espeto con irritación después que él dice... nada. Sólo quiero irme. Tengo que llevarme lejos mi frágil y herido orgullo y de alguna manera cuidar de él hasta que sane. 

—Buena suerte con tus exámenes —murmura. 

¿Eh? ¿Esta es la razón de por qué se ve tan desolado? ¿Esta es la gran despedida? ¿Simplemente desearme suerte en mis exámenes? 

—Gracias. —No puedo ocultar el sarcasmo en mi voz—. Adiós, Señor Son. —Me vuelvo sobre mis talones, vagamente sorprendido porque no tropiezo y sin darle un segundo vistazo, desaparezco por la vereda hacia el estacionamiento subterráneo. 

Una vez bajo el oscuro, frío concreto del estacionamiento con sus sombrías luces fluorescentes, me apoyo contra la pared y pongo la cabeza en mis manos. ¿En qué estaba pensando? Espontáneas e indeseadas lágrimas llenan mis ojos. ¿Por qué estoy llorando? Me hundo en el suelo, enojado conmigo mismo por esta reacción sin sentido. Doblando mis rodillas, me doblo sobre mí mismo. Quiero hacerme tan pequeño como sea posible. Quizás así este absurdo dolor sea menor mientras más pequeño me vuelva. Colocando la cabeza sobre mis rodillas, dejo que las irracionales lágrimas caigan sin restricciones. Lloro por la pérdida de algo que nunca tuve. Qué ridículo. Estar en duelo por algo que nunca fue... mis frustrados sueños, esperanzas y mis deterioradas expectativas.

Nunca había recibido un rechazo. 

Aunque románticamente, nunca me he puesto a mí mismo en esa posición, jamás. Una vida de inseguridad: demasiado desaliñado, descoordinado y una larga lista de defectos que continúa, aunque siempre me dicen que soy hermoso, tengo un muy buen trabajado cuerpo y un culo musculoso y muy grande, lo escucho siempre en los pasillos de la Universidad. He sido siempre el primero en rechazar a cualquiera que pudiera ser considerado como un admirador. Había un chico en mi clase de química que me gustaba, pero nunca nadie ha despertado mi interés, nadie excepto Goku maldito Son. Quizá debería ser más amable con gente a la que le gusto, como Paul Clayton y Yamcha, aunque estoy seguro que ninguno de ellos ha sido encontrado sollozando a solas en lugares oscuros. Quizás todo lo que necesito es un buen llanto. 

¡Detente! ¡Detente ahora! Mi subconsciente está gritándome metafóricamente, de brazos cruzados, apoyándose en una pierna y golpeando con su pie en señal de frustración. Sube al auto, ve a casa y continúa con tus estudios. Olvídate de él... ¡Ahora! Y detén toda esta mierda de regodearte en la autocompasión. 

Inhalo profundamente, me estabilizo y me levanto. Espabílate Veiiji. Mientras me dirijo al automóvil de Trunks seco las lágrimas de mi rostro. No pensaré en él de nuevo. Puedo lidiar con este incidente como si fuera sólo una experiencia más y concentrarme en mis exámenes. 

Trunks está sentado en la mesa del comedor con su computadora portátil cuando llego. Su sonrisa de bienvenida se desvanece en cuanto me ve. 

—Veg ¿qué va mal?

Ay no... no el Interrogatorio Trunks. Niego con la cabeza, imitando su estilo de “ríndete ahora”, pero bien podría estar lidiando con un ciego sordomudo. 

—Has estado llorando. —El tenía un don excepcional para señalar los malditos hechos obvios algunas veces—. ¿Qué te hizo ese cabrón? —gruñe y su rostro... Jesús, da miedo.

—Nada Trunks. —En realidad ese es el problema. El pensamiento trae una sonrisa irónica a mi rostro. 

—Entonces, ¿por qué has estado llorando? Tú nunca lloras —dice, su voz suavizándose. Se pone de pie, sus ojos azules rebosantes de preocupación. Pone sus brazos a mí alrededor y me abraza. Necesito decirle algo para hacerlo retroceder.

—Estuve a punto de ser golpeado por un ciclista. —Es lo mejor que puedo hacer, pero lo distrae momentáneamente de... él. 

 —Por Dios, Veg, ¿Estás bien? ¿Te lastimaste? —Me sostiene con el brazo extendido y me mira rapidamente. 

—No. Goku me salvó —susurro—, pero estaba muy conmocionado. 

—No me sorprende. ¿Cómo estuvo el café? Sé que lo odias. 

—Tomé un té. Estuvo bien, nada que reportar en realidad. No sé por qué me lo pidió. 

—Le gustas Vegeta. —Deja caer sus brazos.

—Ya no. No voy a volver a verlo. —Sí, de hecho consigo hacerlo sonar como que no me importa. 

—¿De veras? 

Mierda. Está intrigado. Me dirijo a la cocina para que no pueda ver mi rostro. 

—Sí... él está un poco fuera de mi liga Trunks —digo tan secamente como puedo. 

—¿Qué quieres decir? 

—Ay Trunks, es obvio. —Me doy media vuelta y lo enfrento cuando se detiene en el umbral de la cocina. 

—No lo es para mí —dice—. De acuerdo, tiene más dinero que tú, pero entonces ¡también tiene más dinero que la mayoría de las personas en América! 

—Trunks él es... —Me encojo de hombros.

—¡Veg! Por el amor de Dios, ¿Cuántas veces debo decírtelo? Eres absolutamente divino —me interrumpe. Ay no. Va comenzar con eso de nuevo.

—Trunks, por favor. Tengo que estudiar —lo interrumpo. El frunce el ceño. 

—¿Quieres ver el artículo? Ya está terminado. Yamcha tomó algunas fotos realmente buenas. 

¿Necesito un recordatorio visual del hermoso Goku no-te-quiero Son?

—Claro. —Conjuro una sonrisa en mi rostro y camino hasta la portátil. Y allí está él, mirándome en blanco y negro, mirándome y encontrándome carente de algo. 

Pretendo leer el artículo, todo el tiempo encontrando su mirada negra, buscando en la fotografía alguna pista que me diga por qué no es el hombre adecuado para mí, según sus propias palabras. Y de pronto, salta a la vista. Es demasiado gloriosamente bien parecido. Somos polos opuestos y de dos mundos muy diferentes. Tengo una visión de mí mismo como Ícaro volando demasiado cerca del sol, ardiendo y estrellándome como resultado. Sus palabras cobran sentido. No es adecuado para mí. Esto es lo que quería decir y hace que su rechazo sea más fácil de aceptar... casi. Puedo vivir con esto. Lo comprendo. 

—Muy buen trabajo, Trunks. —Me las arreglo para decir—. Voy a estudiar. —No voy a pensar en él de nuevo por ahora, me comprometo conmigo mismo y abriendo mis apuntes, comienzo a leer. 

Es sólo cuando estoy acostado, intentando dormir, que le permito a mis pensamientos ir a la deriva, regresando a mi extraña mañana. Sigo volviendo a lo de “no suelo salir con nadie” y me enfado por haberla recordado antes, cuando estaba en sus brazos suplicándole mentalmente con cada fibra de mi ser que me besara. Lo había dicho allí y antes. No me quería como novio. Me pongo de costado. Ociosamente, me pregunto si tal vez es célibe. Cierro los ojos y comienzo a dejarme ir. Quizás se reserva para alguien especial. Bueno, no para ti, mi subconsciente soñoliento me da un golpe final antes de liberarse dentro de mis sueños. 

Y esa noche, sueño con ojos negros, diferentes formas de hojas verdes en leche, corro a través de lugares oscuros con espectrales luces fluorescentes y no sé si corro hacia o estoy escapando de algo... simplemente no está claro. 

 

Bajo mi lápiz. Terminado. Mi examen final está terminado. Siento la sonrisa del gato Cheshire extenderse en mi rostro. Probablemente es la primera vez que he sonreído en toda la semana. Es viernes y celebraremos esta noche, celebrar de verdad. ¡Incluso podría emborracharme! Nunca antes he estado borracho. Le doy un vistazo a través de la sala de deportes a Trunks, quién continúa garabateando furiosamente, a cinco minutos para terminar. Esto es todo, el final de mi carrera académica. Nunca tendré que volver a sentarme entre filas de ansiosos y aislados estudiantes. Dentro de mi cabeza estoy haciendo elegantes piruetas, sabiendo muy bien que ese es el único lugar en el que puedo hacerlas. Trunks deja de escribir y baja su lápiz. Me mira y también veo su sonrisa de gato Cheshire. 

Volvemos a nuestro apartamento en su Mercedes, negándonos a hablar de nuestro examen final. Trunks está más preocupado por lo que llevará puesto esta noche en el bar. Yo estoy ocupado intentando tomar mis llaves dentro de la mochila.

—Veg, hay un paquete para ti. — Trunks está de pie en los escalones de la puerta principal sosteniendo un paquete envuelto en papel marrón. Qué raro. No he encargado nada en Amazon recientemente. Trunks me da el paquete y toma mis llaves para abrir la puerta principal. Esta dirigido al Joven Vegeta Veiiji. No hay un nombre o dirección de remitente. Quizás sea de mi mamá o de papá.

—Probablemente es de mis padres. 

—¡Ábrelo! —Trunks está emocionado mientras se dirige a la cocina por nuestra “Champán para celebrar que nuestros exámenes han acabado” 

Abro el paquete y dentro encuentro una cajita mediana de cuero que contiene tres libros aparentemente idénticos, cubiertos con tela vieja y una tarjeta blanca. Escrita por un solo lado, con tinta negra y una clara letra cursiva, dice lo siguiente: 

¿Por qué no me dijiste que había peligro? ¿Por qué no me advertiste? 

Los caballeros saben de lo que deben protegerse, ya que leen novelas en las que se les previene de estos trucos... 

Reconozco la cita de Tess. Estoy aturdido por la ironía de que acabo de pasar tres horas escribiendo acerca de las novelas de Thomas Hardy en mi examen final. Quizás no es una ironía... quizás es deliberado. Inspecciono los libros de cerca, tres volúmenes de Tess of the d'Urbervilles. Abro el libro. Escrito en el frente con algún tipo de letra antigua, está lo siguiente: 

“Londres: Jack R. Osgood, McIlvaine & Co., 1981.” 

Santa mierda, son primeras ediciones. Deben valer una fortuna y sé de inmediato quién las envía. Trunks está sobre mi hombro contemplando los libros. Toma la tarjeta. 

—Primeras ediciones —susurro.

—No. —Los ojos de Trunks se amplían con incredulidad—. ¿Goku?

Asiento con la cabeza.

—No puedo pensar en nadie más.

—¿Qué significa esta tarjeta? 

—No tengo la menor idea. Creo que es una advertencia, honestamente, él continúa advirtiéndome. No tengo ni idea de por qué. No es como si estuviera golpeando a su puerta. —Frunzo el ceño. 

—Sé que no quieres hablar de él, Veg, pero de verdad está afectándote. Con o sin advertencias. 

No me he permitido obsesionarme con Goku Son durante esta última semana. Bueno... sus ojos negros siguen frecuentando mis sueños y sé que me tomará una eternidad sacar la sensación de sus brazos a mi alrededor y su maravillosa fragancia de mi cerebro. ¿Por qué me envió esto? Me dijo que yo no era para él. 

—He encontrado una primera edición de Tess en venta en Nueva York en 14.000 dólares. Pero la tuya se ve mucho mejor. Debe haber costado más. —Trunks le está consultando a su buen amigo Google. 

—Esta cita, Tess se la dice a su madre luego de que Alec D’Urberville le ha hecho una de sus maldades. 

—Ya lo sé —reflexiona Trunks—. ¿Qué intenta decir? 

—No sé y no me importa. No puedo aceptar estos libros. Los enviaré de regreso con una cita igual de desconcertante de alguna parte oscura del libro. 

—¿La cita en la que Angel Clare dice “vete a la mierda”? —pregunta Trunks con el rostro completamente serio. 

—Sí, esa cita. —Me río. Amo a Trunks, es tan leal y solidario. Embalo los libros y los dejo en la mesa del comedor. Trunks me da una copa de Champán. 

—Por el término de los exámenes y nuestra nueva vida en Seattle. —Trunks sonríe abiertamente. 

—Por el término de los exámenes, nuestra nueva vida en Seattle y excelentes resultados. —Chocamos las copas y bebemos

 

El bar es ruidoso y agitado, lleno de próximos graduados dispuestos a emborracharse. Yamcha se une a nosotros. No se graduará hasta el otro año, pero está de ánimo festivo y nos apoya en nuestro espíritu de libertad recién encontrada comprándonos una jarra de margarita. Mientras termino mi quinta, sé que esto no es una buena idea, principalmente por el champán ingerido. 

—¿Y ahora qué, Veg? —me grita Yamcha por encima del ruido. 

—Trunks y yo nos mudaremos a Seattle. Los padres de Trunks le han comprado un departamento allí.

—Dios mío. Así es como vive la otra mitad. Pero estarás de vuelta para mi Show.

—Por supuesto, Yamcha, no me lo perdería por nada en el mundo. —Sonrío y él pone su brazo alrededor de mi cintura y me cerca a él. 

—Significa mucho para mí que estés allí, Veg. —Susurra en mi oído—. ¿Otra margarita? 

—Yamcha, ¿estás intentando emborracharme? Porque creo que está funcionando. —Suelto una risita—. Creo que será mejor que tome una cerveza. Iré a buscarnos una jarra. 

—¡Más bebida! —grita Trunks. 

Trunks tiene la constitución de un buey. Tiene su brazo envuelto alrededor de Levi, uno de nuestros compañeros de estudios en Inglés y su fotógrafo habitual en el periódico escolar. Ha renunciado a tomar fotos por la embriaguez que lo rodea. Sólo tiene ojos para Trunks. El tiene puesta una camiseta minúscula, y jeans ajustados, cabello suelto colgándole alrededor del rostro, su yo usualmente impresionante. Yo, soy más usar Converses y camisetas de estilo niño, pero estoy usando mis jeans más favorecedores. Me libero del agarre de Yamcha y me levanto de la mesa. Woah. La cabeza me da vueltas. Tengo que afirmarme del respaldo de la silla. Los cocteles a base de tequila no son una buena idea. 

Me dirijo hacia la barra y decido que debería visitar el tocador mientras puedo mantenerme sobre mis propios pies. Bien pensado, Vegeta. Me tambaleo a través de la multitud. Por supuesto, hay una fila, pero al menos está tranquilo y fresco en el pasillo. Tomo mi teléfono celular para aliviar el aburrimiento de la fila de espera. Hmm... ¿A quién me llamé la última vez? ¿A Yamcha? Antes de ese hay un número que no reconozco. Ah, sí. Son, creo que este es su número. Me río tontamente. No tengo idea de qué hora es, tal vez lo despierte. Quizás pueda decirme porque me envío esos libros y el mensaje críptico. Si quiere que permanezca alejado, debería dejarme en paz. Contengo una sonrisa de borracho y presiono el botón de re llamada. Responde al segundo timbre. 

—¿Vegeta? —Está sorprendido de escucharme. Bueno, francamente, estoy sorprendido de llamarlo. Entonces, mi confundido cerebro registra... ¿Cómo sabe que soy yo? 

—¿Por qué me enviaste los libros? —digo, formando mal las palabras. 

—¿Vegeta, estás bien? Tu voz suena extraña. —Su voz está llena de preocupación. 

—Yo no soy el extraño, tú lo eres —lo acuso. Ahí, eso se lo dice, mi valor alimentado por el alcohol. 

—Vegeta, ¿has estado bebiendo? 

—¿Qué te importa?

—Estoy... curioso. ¿Dónde estás? 

—En un bar. 

—¿Cuál Bar? —Suena exasperado.

—Un bar en Portland.

—¿Cómo regresarás a casa?

—Encontraré una manera. —Esta conversación no está saliendo como esperaba. 

—¿En que bar estás? 

—¿Por qué me enviaste los libros, Goku?

—Vegeta, ¿dónde estás? Dímelo ahora. —Su tono es tan, pero tan dictatorial... como siempre controlador. Me lo imagino como un director de películas antiguas, usando pantalones de montar, sosteniendo un megáfono y una fusta. La imagen me hace reír a carcajadas. 

—Eres tan dominante... —Suelto una risita tonta.
—Veg, ayúdame con esto, ¿en dónde diablos estás?

Goku Son está maldiciendo frente a mí. Me río de nuevo. 

—Estoy en Portland... muy lejos de Seattle.
—¿En qué parte de Portland?
—Adiós, Goku.

—¡Vegeta!

Cuelgo. ¡Já! Aunque no me dijo nada de los libros. Frunzo el ceño. Misión no cumplida. Estoy realmente borracho, mi cabeza nada incómoda mientras me arrastro en la fila. Bueno, el objetivo del ejercicio era emborracharse. Lo he logrado. Esto es algo como: una experiencia que probablemente no debe ser repetida. La fila se ha movido y ahora es mi turno. Me quedo mirando fijamente el cartel en la parte posterior de la puerta del baño que exalta las virtudes del sexo seguro. Santa mierda, ¿acabo de llamar a Goku Son? Mierda. Mi teléfono suena y me hace saltar. Grito por la sorpresa. 

—Hola —gimo tímidamente al teléfono. No había contado con esto.

—Iré a recogerte —dice y cuelga. Sólo Goku Son puede sonar tan tranquilo y amenazante al mismo tiempo. 

Santa mierda. Mi corazón late con fuerza. ¿Vendrá a buscarme? Ay no, me voy a enfermar... no... estoy bien. Espera. Simplemente está jugando con mi cabeza. No le dije en dónde estaba. No puede encontrarme aquí. Además, le tomará horas llegar aquí desde Seattle. Y ya nos habremos ido para entonces. Me lavo las manos y compruebo mi rostro en el espejo. Me veo ruborizado y ligeramente desenfocado. Hmm... Tequila. 

Espero en la barra por lo que se siente como una eternidad por la jarra de cerveza y finalmente vuelvo a la mesa. 

—Te fuiste por mucho tiempo —me regaña Trunks—. ¿Dónde estabas?

—En la fila para ir al baño. 

Yamcha y Levi están teniendo un acalorado debate acerca de nuestro equipo local de beisbol. Yamcha hace una pausa en su sermón para servirnos cerveza a todos y tomo un largo trago. 

—Trunks, creo que será mejor que salga y tome un poco de aire fresco. 

—Veg, eres verdaderamente un peso ligero. 

—Serán cinco minutos. 

Me abro paso a través de la multitud de nuevo. Estoy comenzando a sentir náuseas, mi cabeza está girando y no tengo mucho equilibrio. Menos equilibro de lo normal. 

Tomar el aire fresco en el estacionamiento hace que me de cuenta de cuan borracho estoy. Mi visión se ha visto afectada y realmente estoy viendo doble todas las cosas, al igual que en las viejas repeticiones de los dibujos animados de Tom y Jerry. Creo que voy a vomitar. ¿Por qué me permití llegar a esto? 

—Veg. —Yamcha ha llegado—. ¿Estás bien?
—Creo que simplemente he bebido un poquito demás. —Le sonrío débilmente. 

—Yo también —murmura, sus oscuros ojos mirándome intensamente—. ¿Necesitas ayuda? —pregunta y da un paso hacia mí, poniendo sus brazos a mi alrededor.
—Yamcha estoy bien. Puedo hacerlo. —Intento empujarlo para alejarlo pero es un débil intento.

—Veg, por favor —susurra, y ahora me sostiene en sus brazos, acercándome más a él. 

—Yamcha, ¿qué estás haciendo? 

—Sabes que me gustas Veg, por favor. —Una de sus manos está en la parte baja de mi espalda apretándome contra él, la otra sobre mi mentón tirando de mi cabeza hacia atrás. Demonios... va a besarme. 

—No Yamcha, detente, no. —Lo empujo, pero es una pared de músculo duro y no lo puedo mover. Su mano se ha deslizado hacia mi cabello y deja quieta mi cabeza. 

—Por favor, Veg, cariño —susurra contra mis labios. Su aliento es suave y demasiado dulce, por las Margaritas y la cerveza. Con suavidad, traza un sendero de besos a lo largo de mi mandíbula hasta la comisura de mis labios. Me siento borracho, fuera de control y con pánico. La sensación es sofocante. 

—Yamcha, no —suplico. No quiero esto. Eres mi amigo y creo que voy a vomitar.

—Creo que el joven dijo que no —dice tranquilamente una voz en la oscuridad. ¡Santa Mierda! Goku Son, está aquí. ¿Cómo? Yamcha me libera. 

—Son —dice con sequedad. Miro ansiosamente a Goku. Él está mirando a Yamcha con el ceño fruncido. Y está furioso. Mierda. Mi estomago da un tirón y me inclino hacia adelante, mi cuerpo ya no es capaz de tolerar el alcohol y vomito de forma espectacular sobre el suelo. 

—Ugh, ¡Dios mío, Vegeta! —Yamcha salta hacia atrás, asqueado. Son me sostiene y me conduce con cuidado a un jardín ubicado en el borde del estacionamiento. Noto, con profunda gratitud, que está relativamente oscuro. 

—Si vas a vomitar otra vez, hazlo aquí. Yo te sostendré. —Uno de sus brazos está alrededor de mis hombros. Trato de alejarlo pero vomito de nuevo... y otra vez. Oh, mierda, ¿cuánto tiempo iba a durar esto? Aun cuando mi estómago está vacío y ya nada viene, horribles arcadas sacuden mi cuerpo. Prometo en silencio que jamás volveré a beber. Esto es simplemente demasiado horrible como para poder expresarlo en palabras. Finalmente, se detiene. 

Mis manos descansan en la pared de ladrillo que bordea el pequeño jardín, apenas sosteniéndome: vomitar tanto es agotador. Son retira sus manos y me ofrece un pañuelo. Sólo él tendría un pañuelo de lino recién lavado con las iniciales GTS grabadas en él. No sabía que todavía se podía comprar uno de estos. Vagamente, mientras me limpio la boca, me pregunto que significa la T. No me atrevo a mirarlo. Estoy abrumado por la vergüenza, disgustado conmigo mismo. Quiero que las azaleas del jardín me traguen y estar en cualquier parte menos aquí.

Yamcha continúa rondando la entrada del bar, vigilándonos. Gimo y pongo mi cabeza entre mis manos. Este tiene que ser simplemente el peor momento de mi vida. Mi cabeza sigue a la deriva mientras trato de recordar uno peor —sólo consigo recordar el rechazo de Goku— y esto es mucho, mucho más terrible en términos de humillación. Me arriesgo a darle un vistazo. Me está mirando fijamente, su rostro íntegro, sin dejar traslucir nada. Me doy la vuelta y miro a Yamcha, quien luce muy avergonzado y, al igual que yo, intimidado por Goku. Lo fulmino con la mirada. Tengo unas cuantas cosas que decirle a mi supuesto amigo. Ninguna de las cuales puedo repetir delante del Gerente General Goku Son. Vegeta, a quién engañas, acaba de verte vomitar sobre el suelo y la flora local. No hay forma de disfrazar que no sabes comportarte como un caballero.

—Ehm... nos vemos adentro —murmura Yamcha, pero ambos lo ignoramos y él se escabulle dentro del edificio. Estoy solo con Son. Doble mierda. ¿Qué debería decirle? Disculparme por la llamada telefónica. 

—Lo siento —murmuro, mirando el pañuelo que estoy apretando furiosamente con los dedos. Es tan suave. 

—¿Qué es lo que lamentas Vegeta?
Ah mierda, está exigiendo una explicación. 

—La llamada telefónica principalmente, sentirme mal. Ah, la lista es interminable — murmuro, sintiendo como mi piel se sonrojaba. Por favor, por favor ¿puedo morir ahora? 

—Todos hemos estado ahí, quizás no tan dramáticamente como tú —dice secamente— . Se trata de conocer tus propios límites, Vegeta. Quiero decir, estoy a favor de presionar hasta el límite, pero, de verdad, esto es demasiado. ¿Este tipo de comportamiento es un hábito en ti? 

La cabeza me zumba por el exceso de alcohol y la irritación ¿Qué demonios tiene que ver esto con él? No lo invité aquí. Suena como un hombre de mediana edad regañándome como si fuera un niño descarriado. Una parte de mí quiere decirle que si quiero emborracharme cada noche como lo hice hoy, entonces es mi decisión y no tenía nada que ver con él, pero no soy lo suficientemente valiente. No ahora que he vomitado frente a él. ¿Por qué sigue aquí? 

—No —digo compungido—. Nunca he estado borracho antes y ahora mismo no tengo deseos de volver a estarlo. 

Simplemente no entiendo por qué está aquí. Comienzo a sentirme mareado. Él se da cuenta, me toma antes de que caiga y me alza en sus brazos, sosteniéndome contra su pecho como si fuera un niño pequeño.

—Vamos, te llevaré a casa —murmura.
—Tengo que decirle a Trunks. —Buen Señor, estoy en sus brazos otra vez. 

—Mi hermano puede decirle.
—¿Qué?
—Mi hermano, Gohan, está hablando con el joven Trunks. 

—¿De veras? —No lo entiendo.
—Él estaba conmigo cuando llamaste.
—¿En Seattle? —Estoy confundido.
—No, me estoy hospedando en el Heathman.
¿Todavía? ¿Por qué?
—Rastreé tu teléfono celular Vegeta.

Oh, por supuesto que lo hizo. ¿Cómo es posible? ¿Es legal? Acosador, me susurra mi subconsciente a través de la nube de tequila que todavía flota en mi cerebro, pero de alguna manera, porque se trata de él, no me molesta. 

—¿Tienes una chaqueta?
—Ehm... Sí. Goku, por favor, tengo que decirle a Trunks. Se preocupará. —Su boca se aprieta en una línea dura y suspira pesadamente. 

—Si tienes que hacerlo. 

Me pone de pie y, tomando mi mano, me conduce de nuevo dentro del bar. Me siento débil, todavía borracho, avergonzado, exhausto, mortificado y en algún extraño nivel, extremadamente emocionado. Él está tomado mi mano, un despliegue tan confuso de emociones. Necesitaré de al menos una semana para procesarlas todas. 

Es ruidoso, está lleno de gente y la música ha comenzado, por lo que hay una gran multitud en la pista de baile. Trunks no está en nuestra mesa y Yamcha ha desaparecido. Levi se ve perdido y desamparado estando solo. 

—¿Dónde está Trunks? —le grito a Levi por encima del ruido. Mi cabeza comienza a palpitar al ritmo del contrabajo. 

—Bailando —grita Levi y puedo decir que está enfadado. Está mirando a Goku suspicazmente. 

Me pongo mi chaqueta negra. Estoy listo para irme una vez que haya visto a Trunks.

—El está en la pista de baile. —Toco el brazo de Goku, me inclino y le grito al oído, rozando su cabello con la nariz, oliendo su aroma limpio y fresco. Ay mi Dios. Todos esos sentimientos prohibidos y desconocidos que he intentado negar salen a la superficie y corren a través de mi agotado cuerpo. Me sonrojo y en algún lugar muy profundo, mis músculos se contraen deliciosamente. 

Él pone los ojos en blanco, toma mi mano de nuevo y me guía hasta la barra. Es servido inmediatamente. No hay espera para el señor Controlador Son, ¿todo le tiene que llegar tan fácilmente? No puedo escuchar lo que ordena. Me entrega un vaso enorme de agua helada. 

—Bebe —me ordena. 

Las luces se mueven dando vueltas al compás de la música arrojando extraños colores y sombras al bar y a sus clientes. Él alterna entre verde, azul, blanco y un rojo demoniaco. Me observa con atención. Tomo un sorbo tentativo. 

—Bébelo todo —grita para hacerse oír por sobre la música. 

Es tan autoritario. Se pasa una mano a través de su cabello rebelde. Se ve frustrado, enojado. ¿Cuál es su problema? Aparte de que un tonto niño ebrio lo llame en medio de la noche y él piense que debe rescatarlo. Y resulta ser que si debe salvarlo de su amigo demasiado amoroso. Y luego lo ve vomitando a sus pies. Ay, Vegeta... ¿Superarás esto alguna vez? Mi subconsciente está chasqueando la lengua y mirándome fijamente por encima de sus anteojos de media luna, figurativamente hablando, claro. Me balanceo un poco y él pone una mano en mi hombro para estabilizarme. Hago lo que se me dice y me tomo el vaso entero. Me hace sentir mareado. Quitándome el vaso de las manos lo coloca en la barra. En medio del desenfoque, le doy un vistazo a lo que lleva puesto; una camisa blanca holgada de lino, pantalones ajustados, converse negros y una chaqueta oscura a rayas. Su camisa está desabrochada en la parte superior y no veo una pizca de pelo. En mi actual estado mental, se ve delicioso. 

Toma mi mano una vez más. Santo cielo, me lleva a la pista de baile. Mierda. Yo no bailo. Puede sentir mi resistencia y bajo las luces de colores, puedo ver su ligeramente sardónica sonrisa divertida. Le da un tirón a mi mano y estoy de nuevo en sus brazos. Comienza a moverse, llevándome con él. Caramba, sabe bailar. Y no puedo creer que esté siguiéndolo paso a paso. Quizá sea porque estoy borracho y puedo seguir el ritmo. Me aprieta con fuerza contra él, su cuerpo contra el mío... Si no me apretara con tanta fuerza, estoy seguro de que me desmayaría a sus pies. En el fondo de mi mente, la advertencia que a menudo mi madre me recitaba resuena en mi cabeza: Nunca confíes en un hombre que sabe bailar. 

Nos mueve a través de la multitud de bailarines hasta el otro lado de la pista de baile y llegamos junto a Trunks y Gohan, el hermano de Goku. La música martillea con fuerza en mi cabeza. Se me corta la respiración. Trunks está haciendo sus movimientos. Baila moviendo su trasero. Y el sólo lo hace cuando realmente le gusta alguien. Lo que significa que habrá tres de nosotros para el desayuno mañana temprano. ¡Trunks! 

Goku se inclina y le grita a Gohan en el oído. No puedo escuchar lo que dice. Gohan es alto y de hombros anchos, pelo negro y unos ojos perversamente brillantes. No puedo decir de qué color son debido al juego de brillantes luces intermitentes. Gohan sonríe y tira de Trunks a sus brazos, en donde el está más que feliz de estar... ¡Trunks! Incluso en mi estado de ebriedad, me asombra. Acaba de conocerlo. El asiente con la cabeza a cualquier cosa que Gohan le esté diciendo, luego me sonríe y me dice adiós con la mano. Goku nos saca de la pista de baile en un rápido tiempo doble. 

Pero nunca llegué a hablar con el. ¿Está bien? Puedo ver donde terminarán las cosas para ellos dos. Tengo que hacer la charla del sexo seguro. En el fondo de mi mente, espero que lea uno de los carteles en la parte posterior de las puertas de los aseos. Mis pensamientos se estrellan contra mi cerebro, luchando con la difusa sensación de embriaguez. Hace tanto calor aquí, es demasiado ruidoso, colorido, demasiado brillante. Mi cabeza comienza a ir a la deriva, ay no...y puedo sentir el suelo viniendo al encuentro de mi rostro o al menos así se siente. Lo último que oigo antes de desmayarme en los brazos de Goku, es su discordante calificativo. 

—Mierda.


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