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Fifty Shades Of Son Goku por GokuGrey

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Notas del capitulo:

La historia pertenece completamente a la escritora E.L. James donde solo se le adaptan algunos personajes de Akira Toriyama...

Me pacere una buena historia con estos personajes.

 

Goku abre la puerta del pasajero del SUV negro marca Audi y subo en él. Es una fiera de auto. No ha mencionado el estallido de pasión que explotó en el elevador. ¿Debería hacerlo yo? ¿Deberíamos hablar de ello o pretender que nunca pasó? Difícilmente parecía real, mi primer beso sin barreras. Mientras el tiempo pasa, le doy un sentido mítico, como la leyenda de Arturo o la de la ciudad perdida de Atlántida. Nunca pasó, nunca existió. Tal vez imaginé todo esto. No. Toco mis labios, hinchados por su beso. Esto definitivamente pasó. Soy un hombre cambiado. Deseo a este hombre, desesperadamente y él me desea. 

Le doy un vistazo. Goku es educado, como es habitual, ligeramente distante. 

Tan confuso. 

Enciende el motor y sale de su espacio del estacionamiento. Enciende el reproductor Mp3. El interior del auto se llena con la más dulce, mágica música de dos mujeres cantando. Oh, wow... todos mis sentidos están confusos, por lo que me afecta el doble. Envía deliciosos escalofríos por mi espina dorsal. Goku sale por el sudoeste de Park Avenue y maneja con confianza. 

—¿Qué estamos escuchando?
—Es El Dueto de Flores por Delibes, de la ópera de Lakmé. ¿Te gusta? —Goku, es maravilloso. 

—Lo es, ¿no? —Sonríe, mirándome. Y por un fugaz momento, aparenta su edad, joven, desenfadado y hermoso como-para-detener-el-corazón. ¿Esta era la clave para él? ¿Música? Me siento y escucho las voces angelicales burlándose y seduciéndome. 

—¿Puedo oírla otra vez? 

—Por supuesto. —Goku presiona un botón y la música me acaricia una vez más. Es suave, lenta, dulce y un verdadero asalto a mis sentidos auditivos. 

—¿Te gusta la música clásica? —pregunto, con la esperanza de tener un raro vistazo dentro de sus preferencias personales. 

—Mi gusto es ecléctico, Vegeta, todo desde Thomas Tallisa los Kings of Leon. —Yo también. Aunque, no sé quién es Thomas Tallis.
Se volvió y me miró brevemente antes de que sus ojos regresaran a la carretera. 

—Lo pondré alguna vez para ti. Era un compositor británico del siglo dieciséis. Tudor, iglesia, música de coro. —Goku me sonríe—. Suena muy esotérico, lo sé, pero también es mágico, Vegeta. 

Presiona un botón y los Kings of Leon empiezan a cantar. Hmm... esta la conozco. Sex on Fire. Qué apropiado. La música es interrumpida por el sonido del timbre de un celular a través de los parlantes del Mp3. Goku golpea un botón sobre el volante. 

—Son —dice. Es tan brusco. 

—Señor Son. Es Welch. Tengo la información que pidió. —Una voz ronca, incorpórea, sale a través de los altavoces. 

—Bien, mándame un e-mail. ¿Algo que agregar? 

—No, señor. 

Presiona el botón, entonces, cuando la llamada se corta, la música regresa. Ningún adiós o gracias. Me alegro de que nunca considerara seriamente la idea de trabajar para él. Me estremezco ante la idea. Es demasiado controlador y frío con sus empleados. La música se corta nuevamente por el teléfono. 

—Son.
—El CDC le ha sido enviado por e-mail, Sr. Son. —La voz de una mujer. —Bien, eso es todo, Andrea.
—Buen día, señor. 

Goku cuelga presionando un botón sobre el volante. La música suena muy brevemente, antes de que el teléfono suene otra vez. Santo infierno, ¿esta es su vida, constantes llamadas molestas? 

—Son —espeta.

—Hola Goku ¿has tenido sexo? 

—Hola Gohan, tengo el teléfono en el parlante y no estoy solo en el auto. —Goku suspira. 

—¿Quién está contigo? 

Goku pone los ojos en blanco. 

—Vegeta Veiiji. 

—¡Hola Veg! 

¡Veg! 

—Hola Gohan. 

—He oído mucho acerca de ti —murmura Gohan roncamente. Goku frunce el ceño. 

—No creas una palabra de lo que Trunks te diga. 

Gohan ríe. 

—Estoy dejando a Vegeta ahora. —Goku enfatiza mi nombre—. ¿Quieres que te recoja? 

—Seguro. 

—Te veo dentro de poco. —Goku cuelga y la música regresa. 

—¿Por qué insistes en llamarme Vegeta? 

—Porque es tu nombre. 

—Prefiero Veg. 

—¿Lo haces ahora? —murmura. 

Estamos casi en mi apartamento. No tomó mucho tiempo. 

—Vegeta —reflexiona. Le frunzo el ceño, pero ignora mi expresión—. Lo que pasó en el ascensor, no volverá a pasar, bueno, no a menos que sea premeditado. 

Se detiene en la puerta de mi dúplex. Tarde me doy cuenta de que no ha preguntando en dónde vivo, aunque lo sabía. Pero claro, envió los libros, por supuesto que sabe dónde vivo. Cómo podría con un rastreador de teléfonos celulares y un helicóptero propio, no ser un acosador. 

¿Por qué no me besará otra vez? Hago pucheros ante el pensamiento. No lo entiendo. Honestamente, su apellido debería ser Críptico y no Son. Sale del auto, caminando fácilmente con la gracia de sus piernas largas, rodeándolo hasta mi lado para abrir la puerta, siempre el caballero, excepto en el raro y precioso momento en los ascensores. Me sonrojo ante el recuerdo de su boca en la mía y el pensamiento de que no he podido tocarlo invade mi mente. Quería correr mis dedos por su decadente y desordenado cabello, pero no había podido mover mis manos. Estaba retrospectivamente frustrado.

—Me gustó lo que pasó en el elevador —murmuro mientras salgo del auto. No estoy seguro de haber oído un jadeo audible, pero decidí ignorarlo y subí los escalones de la puerta delantera. 

Trunks y Gohan estaban sentados en nuestra mesa del comedor. Los libros de catorce mil dólares habían desaparecido. Gracias al cielo. Tengo planes para ellos. Tiene una sonrisa ridícula, muy poco Trunks en su rostro y luce desarreglado en una manera atractiva. Goku me sigue dentro del área de estar y a pesar de su sonrisa de He- estado-teniendo-un-buen-tiempo-toda-la-noche, Trunks lo mira sospechosamente. 

—Hola, Veg. —Salta a abrazarme y entonces me sostiene con el brazo extendido para poder examinarme. Frunce el ceño y se vuelve hacia Goku—. Buenos días, Goku —dice y su tono es un poco hostil. 

—Joven —dice él, en su forma rígida. —Goku, su nombre es Trunks —se queja Gohan. 

—Trunks. —Goku le da una inclinación educada y mira a Gohan, quien sonríe y se levanta para abrazarme también. 

—Hola Veg.—Sonríe, sus ojos negros brillan y me gusta inmediatamente. Es obvio que no se parece en nada a Goku, pero bien, son hermanos adoptivos. 

—Hola Gohan. —Le sonrío y me doy cuenta de que me estoy mordiendo el labio. —Gohan, mejor nos vamos —dice Goku gentilmente. 

—Seguro. —Se vuelve hacia Trunks, tomándolo en sus brazos y dándole un largo y prolongado beso. 

—Hasta más tarde, nene —murmura y tengo que sonreír porque es tan impropio de él. Pero a pesar de que está siendo irreverente, el término cariñoso remueve algo dentro de mí. 

—Te veré a las ocho. —Se da la vuelta para salir, abriendo la puerta delantera y saliendo al porche. Gohan lo sigue hasta el auto, pero se gira, lanza a Trunks otro beso y siento una no bienvenida punzada de celos. 

—Entonces, ¿lo hiciste? —pregunta Trunks mientras los ve subir al auto y marcharse, la evidente curiosidad quema en su voz. 

—No —le lanzo con irritación, con la esperanza de que eso ponga un alto a las preguntas. Nos dirigimos de regreso al departamento—. Aunque tú obviamente sí lo hiciste. —No puedo contener mi envidia. Trunks siempre se las arregla para atrapar hombres. Es irresistible, hermoso, sexy, divertido, en fin... todas las cosas que yo no. Pero el responder a su sonrisa es contagioso. 

—Y lo veré nuevamente esta tarde. —Aplaude y salta de arriba hacia abajo como un niño pequeño. No puede contener su emoción, su felicidad y no puedo evitar sentirme feliz por el. Un Trunks feliz... esto va a ponerse interesante. 

—Goku me va a llevar a Seattle esta tarde. 

—¿Seattle?
—Sí.
—¿Quizás lo harás entonces? 

—Oh, espero. 

—Entonces, ¿te gusta? 

—Sí. 

—¿Lo suficiente para...? 

—Sí. 

El levanta sus cejas. 

—Wow. Veg Veiiji finalmente se enamora de un hombre y es Goku Son: ardiente y sexy billonario. 

—Sí claro, es por el dinero. —Hago una mueca y los dos comenzamos a reírnos.

—¿Es una playera nueva? —pregunta y le dejo saber todos los poco interesantes detalles de mi noche. 

—¿Ya te beso? —me pregunta mientras prepara café. 

Me sonrojo. 

—Una vez. 

—¡Una vez! —se burla. 

Asiento con la cabeza, sin vergüenza. 

—Es muy reservado. 

El frunce el ceño. 

—Eso es raro. 

—No creo que raro lo cubra realmente —murmuro. 

—Tenemos que asegurarnos que estés simplemente irresistible para esta tarde —dice con determinación. 

Oh no... eso suena a que voy a pasar tiempo consumidor, humillante y doloroso. —Tengo que trabajar en una hora. 

—Puedo trabajar con ese horario. Vamos. —Trunks agarra mi mano y me lleva a su cuarto. 

El día se prolonga en Clayton a pesar de que estamos ocupados. Llegamos a la temporada de verano, así que tengo que pasar dos horas acomodando las repisas una vez que la tienda se cierra. Es trabajo simple y me da mucho tiempo para pensar. Y no he tenido tiempo para eso en todo el día. 

Bajo la incansable y francamente intrusiva instrucción, mis piernas y axilas están rasuradas a la perfección y estoy totalmente impecable. Ha sido la experiencia más desagradable. Pero el me asegura que esto es lo que los hombres esperan estos días. ¿Qué más podrían esperar? Tengo que convencer a Trunks que esto es lo que yo quiero hacer. Por alguna extraña razón, el no confía en él, quizá porque es tan rígido y formal. Dice que no puede evitarlo, pero le prometí que le mandaría un mensaje de texto cuando llegara a Seattle. No le he dicho del helicóptero, enloquecería. 

También tengo el asunto de Yamcha. Me dejó tres mensajes y siete llamadas perdidas en mi teléfono. También llamó a la casa dos veces. Trunks ha sido muy vago con respecto a dónde estoy. Él sabrá que me está cubriendo. Trunks nunca es vago. Pero he decidido hacerlo esperar. Aún estoy muy enojado con él. 

Goku mencionó algún tipo de trabajo escrito y no sé si solo estaba jugando o voy a tener que firmar algo. Es tan frustrante tratar de adivinar. Y encima de toda mi angustia, apenas si puedo controlar mi emoción o mis nervios. ¡Hoy es la noche! Después de todo este tiempo, ¿estoy listo para esto? Mi dios interior me mira, golpeando impacientemente su pequeño pie. Ha estado listo para esto por años y está listo para cualquier cosa con Goku Son, pero aun no entiendo que ve en mí... el tímido Vegeta Veiiji, no tiene sentido. 

Es puntual, por supuesto y me está esperando cuando salgo de Clayton. Se baja de la parte trasera del auto para abrirme la puerta y me sonríe amablemente. 

—Buenas tardes, Joven Veiiji—dice. 

—Sr. Son. —Le asiento educadamente mientras me siento en el asiento trasero del auto. Piccolo está sentado en el asiento del conductor. 

—Hola, Piccolo —digo. 

—Buenas tardes, Joven Veiiji. —Su voz educada y profesional. Goku se sube del otro lado y toma mi mano, dándole un pequeño apretón que siento por todo mi cuerpo. 

—¿Cómo estuvo el trabajo? —me pregunta.
—Muy largo —contesto y mi voz es ronca, muy baja y llena de necesidad. —Sí, también ha sido un día muy largo para mí. —Su tono es serio. —¿Qué hiciste? —pregunto. 

—Fui a escalar con Gohan. —Su dedo acaricia mis nudillos, hacia atrás y hacia adelante, mi corazón se salta un latido mientras mi respiración se acelera. ¿Cómo logra hacerme esto? Sólo está tocando una pequeña parte de mi cuerpo y mis hormonas están volando. 

El camino hacia el helipuerto es corto y antes de que me de cuenta, ya hemos llegado. Me pregunto dónde estará el legendario helicóptero. Estamos en una zona de la ciudad con muchos edificios y hasta yo se que los helicópteros necesitan espacio para despegar y aterrizar. Piccolo se estaciona, se baja del automóvil y me abre la puerta. Goku se coloca a mi lado en un instante y toma mi mano otra vez. 

—¿Listo? —pregunta. Asiento con la cabeza y le quiero decir que estoy listo para lo que sea, pero no puedo articular palabras por lo nervioso y emocionado que estoy. 

—Piccolo. —Él asiente hacia su chofer y nos dirigimos hacia el edificio, directo a un grupo de ascensores. ¡Ascensores! El recuerdo de nuestro beso esta mañana regresa a perseguirme. No he pensado en ninguna otra cosa en todo el día. Soñando despierto en la registradora de Clayton. El señor Clayton tuvo que gritarme dos veces para devolverme a la tierra. Decir que había estado distraído hubiera sido la ironía del año. Goku voltea a verme, una pequeña sonrisa esta en sus labios. ¡Ja! Él también está pensando en eso. 

—Sólo son tres pisos —dice secamente, pero sus ojos negros bailan con diversión. Seguro es telépata. Es escalofriante. 

Trato de mantener mi cara impasible mientras entramos al ascensor. Las puertas se cierran y ahí está, la rara atracción eléctrica brincando entre nosotros, esclavizándome. Cierro mis ojos en un vano intento de ignorarla. Él aprieta mi mano y cinco segundos después, las puertas se abren en el techo del edificio. Y ahí está, un helicóptero blanco con el nombre Son Enterprises Holdings Inc. escrito de color azul con el logo de la compañía en un lado. Seguro este es mal uso de la propiedad de la Compañía. 

Me dirige hacia una pequeña oficina donde un viejo vigilante está sentado detrás de un escritorio. 

—Aquí está su plan de vuelo, Sr. Son. Todos los chequeos externos están hechos. Está listo y esperándolo, señor. Es libre de irse. 

—Gracias, Joe. —Goku le sonríe cálidamente. 

Oh. Alguien es merecedor del educado comportamiento de Goku, quizás el no es un empleado. Veo al viejo señor con admiración. 

—Vámonos —dice Goku y nos dirigimos hacia el helicóptero. Cuando estamos más cerca, me doy cuenta que es más grande de lo que pensaba. Esperaba que fuera una versión compacta para dos, pero este tiene al menos siete asientos. Goku abre la puerta y me dirige hacia uno de los asientos del frente. 

—Siéntate, no toques nada —me ordena mientras se sube detrás de mí. 

Cierra la puerta. Me alegra que el área este iluminada, de otra forma, me hubiera costado trabajo ver dentro de la pequeña cabina. Me siento en mi asiento y él se hinca a un lado de mí para ponerme los arneses. Es un arnés de cuatro puntas con todas las correas conectadas a un seguro central. Ajusta las dos correas superiores, así que apenas me puedo mover. Está tan cerca y concentrado en lo que está haciendo. Si me inclinara hacia adelante, mi nariz estaría en su cabello. Huele limpio, fresco, celestial, pero estoy asegurado en mi asiento y totalmente inmóvil. Él voltea a verme y sonríe, como si estuviera disfrutando un chiste privado, sus ojos negros cálidos. Está tan tentadoramente cerca. Detengo mi respiración mientras él estira una de las correas superiores. 

—Asegurado, no hay escape —murmura, sus ojos son abrasadores—. Respira, Vegeta —añade suavemente. Levanta su mano y acaricia mi mejilla, pasando sus dedos largos hacia mi barbilla, la cual toma entre su pulgar y dedo índice. Se inclina y planta un corto y puro beso en mis labios, dejándome anonadado, mi interior conmocionado por la emoción del inesperado toque de sus labios. 

—Me gusta este arnés —murmuro. 

¿Qué? 

Se sienta a mi lado y se abrocha el cinturón y entonces, comienza un prolongado procedimiento de chequear indicadores, mover interruptores y botones de la alucinante matriz de diales, luces e interruptores frente a mí. Pequeñas luces parpadean y brillan en diversos diales y el panel completo se enciende. 

—Ponte tus auriculares —dice, apuntando al juego de auriculares frente a mí. Me los pongo y las hélices se encienden. Son ensordecedoras. Él se pone sus auriculares y continúa moviendo varios interruptores. 

—Sólo estoy haciendo la rutina de chequeos antes de volar. —La voz de Goku está en mis oídos a través de los auriculares. Volteo y le sonrío. 

—¿Sabes qué estás haciendo? —pregunto. Voltea y me sonríe. 

—He sido un piloto calificado por cuatro años, Vegeta, estás a salvo conmigo. —Y me da una sonrisa lobuna—. Bueno, mientras estemos volando. —Añade y guiña. 

Guiñando... ¡Goku!

—¿Estás listo?
Asiento con los ojos muy abiertos. 

—Okay, torre. PDX, este es Charlie Tango Golf, Golf Echo Hotel, libre para despegar. Por favor confirmar, cambio. 

—Charlie Tango, estás libre. PDX llamar, preceder a unos cuatro mil, dirigiéndose cero uno cero, cambio. 

—Torre Roger, Charlie Tango listo, cambio y fuera. Aquí vamos —añade para mí y el helicóptero se eleva lenta y suavemente en el aire. 

Portland desaparece frente a nosotros cuando nos aproximamos al espacio aéreo estadounidense, aunque mi estómago continúa firmemente en Oregon. ¡Wow! Todas las luces se encogen hasta que parpadean dulcemente bajo nosotros. Es como mirar hacia afuera desde una pecera. Una vez que estamos más alto, realmente no hay nada para ver. Es negro como la boca de un lobo, ni siquiera la luna derrama alguna luz sobre nuestro viaje. ¿Cómo puede ver hacia dónde vamos? 

—Sobrecogedor ¿no? —La voz de Goku está en mi oído. 

—¿Cómo sabes que vas en el camino correcto? 

—Aquí. —Señala con su dedo índice uno de sus indicadores y me muestra una brújula electrónica—. Esto es un Eurocopter EC135. Uno de los más seguros de su clase. Está equipado para el vuelo nocturno. —Me da un vistazo y sonríe. 

—Hay una pista de aterrizaje en la cima del edificio donde vivo. Hacia allá nos dirigimos. 

Desde luego que hay una pista de aterrizaje donde él vive. Estoy tan fuera de mi liga aquí. Su rostro está suavemente iluminado por las luces del panel de instrumentos. Está muy concentrado mientras continuamente mira varios diales al frente. Me empapo en sus rasgos, mirándolo de reojo. Tiene un perfil hermoso. La nariz recta, la mandíbula cuadrada; me gustaría recorrer con mi lengua toda su mandíbula. Mmm... Me gustaría sentir que tan ásper es bajo mi lengua, mis dedos, contra mi rostro. 

—Cuando vuelas en la noche, vuelas sin visibilidad. Tienes que confiar en tus instrumentos. —Interrumpe mi sueño erótico. 

—¿Cuánto durará el vuelo? —consigo decir, jadeando. No estaba pensando en sexo en absoluto, no, de ninguna manera. 

—Menos de una hora, el viento está a nuestro favor. 

Mmm, menos de una hora para Seattle... eso no está mal, no importa que estemos volando. 

Tengo menos de una hora antes de la gran revelación. Todos los músculos en mi vientre se aprietan, fuerte. Tengo un serio caso de mariposas. Se multiplican en mi estómago. Oh, mierda, ¿qué tiene reservado para mí? 

—¿Estás bien, Vegeta?
—Sí. —Mi respuesta es corta y sale con dificultad por mis nervios. 

Creo que sonríe, pero es difícil decirlo en la oscuridad. Goku mueve otro interruptor. 

—PDX, esto es Charlie Tango ahora a los mil cuatrocientos, cambio. —Él intercambia información con el control de tráfico aéreo. Todo suena muy profesional para mí. Creo que nos movemos del espacio aéreo de Portland al Aeropuerto Internacional de Seattle. 

—Sea-Tacentendido, cambio y fuera.
—Mira hacia allá. —Señala a una pequeña luz a lo lejos—. Eso es Seattle. 

—¿Siempre impresionas a los hombres de ésta manera? “Ven y vuela en mi helicóptero” —le pregunto, genuinamente interesado. 

—Nunca traje a un hombre aquí, Vegeta. Es otra primera vez para mí también. —Su voz es tranquila, seria. 

Oh, esa es una respuesta inesperada. ¿Otra primera vez? ¿Oh, lo de dormir con alguien, tal vez? 

—¿Estás impresionado? 

—Estoy intimidado, Goku. 

Él sonríe. 

—¿Intimidado? —Y por un breve momento, él tiene su edad de nuevo. 

Asentí. 

—Eres tan... competente. 

—¡Vaya! Gracias joven Veiiji —dice cortésmente. Creo que está contento, pero no estoy seguro. 

Volamos en silencio por la oscuridad de la noche por un tiempo. La mota brillante que es Seattle, poco a poco se hace más grande. 

—Torre de Sea-Tac a Charlie Tango. Plan de vuelo hacia Escala. Por favor, continúe y esté alerta. Fuera. 

—Esto es Charlie Tango, entendido Sea-Tac. Estoy alerta, cambio y fuera. —Realmente disfrutas esto —murmuro.
—¿Qué? —Me mira. Parece burlón a la penumbra de los instrumentos. —Volar —contesté. 

—Requiere control y concentración... ¿Cómo podría no amarlo? Aunque prefiero volar. 

—¿Volar?
—Sí. Volar sin motor. Planeadores y helicópteros. Piloteo ambos. 

—Ah. —Aficiones caras. Lo recuerdo diciéndome eso durante la entrevista. A mí me gusta leer y en ocasiones ir a ver películas. Soy más común. 

—Charlie Tango adelante, por favor, cambio. —La voz incorpórea de control aéreo interrumpe mi sueño. Goku responde, sonando controlado y seguro. 

Seattle se está acercando. Ahora estamos realmente afuera. ¡Oh! Luce absolutamente impresionante. Seattle de noche, desde el cielo... 

—Luce bien, ¿no? —murmura Goku. 

Asiento entusiasmado. Parece de otro mundo, irreal y me siento como en el reparto de una película de gigantes, tal vez la película favorita de Yamcha, Bladerunner. El recuerdo del intento de beso de Yamcha me atormenta. Me empiezo a sentir un poco cruel por no llamarlo. Puede esperar hasta mañana... Seguro. 

—Estaremos allí en unos minutos —murmura Goku y de repente, mi sangre palpita en mis oídos mientras los latidos de mi corazón se aceleran y la adrenalina recorre mi sistema. Empieza a hablar de nuevo con control aéreo, pero no escucho más. 

Oh mi... Creo que me voy a desmayar. Mi destino está en sus manos.

Ahora volamos entre los edificios y frente a nosotros, puedo ver un rascacielos con una pista de aterrizaje en la cima. La palabra “Escala” está pintada en blanco en la cima del edificio. Está cada vez más cerca, se hace cada vez más y más grande... Como mi ansiedad. Dios, espero no defraudarlo. Él me encontrará carente de algo. Desearía haber escuchado a Trunks y haber tomado uno de sus pantalones caros y ajustados, pero a mí me gustan mis jeans negros, estoy usando una camisa verde claro y la chaqueta negra de Trunks. Me veo elegante. Sujeto el borde de mi asiento cada vez más fuerte. Puedo hacerlo. Puedo hacerlo. Canto ese mantra mientras descendemos. 

El helicóptero reduce la marcha, se sostiene en el aire y Goku lo deja sobre la pista de aterrizaje en la cima del edificio. Mi corazón está en mi boca. No puedo decir si es por nervios anticipados, alivio de que llegamos vivos o miedo de que de alguna manera fallaré. Él apaga el motor, el sonido del rotor disminuye y se tranquiliza hasta que escucho el sonido de mi respiración irregular. Goku se quita sus auriculares, alcanza los míos y también los quita. 

—Estamos aquí —dice suavemente. 

Su mirada es tan intensa, la mitad en las sombras y la otra mitad iluminada por las luces de aterrizaje. El caballero oscuro y el caballero blanco, es una metáfora apropiada para Goku. Parece tenso. Su mandíbula está apretada y sus ojos ceñidos. Desata su cinturón de seguridad y se estira para desatar el mío. Su rostro a centímetro del mío. 

—No tienes que hacer nada que no quieras, sabes eso, ¿no? —Su tono es tan serio, incluso desesperado, sus ojos negros apasionados. Me toma por sorpresa. 

—Nunca haría algo que no quisiera, Goku. —Y mientras digo las palabras, no estoy completamente convencido, porque en este momento, probablemente haría cualquier cosa por este hombre sentado a mi lado. Pero eso hace la magia. Él está calmado. 

Me mira con cautela por un momento y de alguna manera, aunque es tan alto, logra hacer con gracia su camino hacia la puerta del helicóptero y abrirla. Salta fuera, esperando que lo siga y toma mi mano cuando me deslizo hacia abajo a la pista de aterrizaje. Hace mucho viento en la cima del edificio y estoy nervioso por el hecho de que estoy soportando al menos a treinta metros de altura. Goku rodea mi cintura con su brazo, atrayéndome fuertemente contra él. 

—Vamos —grita sobre el ruido del viento. Me arrastra hacia un ascensor y, después de tocar un número en el teclado, la puerta se abre. Dentro está cálido y lleno de espejos. Puedo mirar a Goku hacia donde sea que mire y lo maravilloso es que me está llevando al infinito también. Goku introduce otro código en el teclado, luego las puertas se cierran y el ascensor desciende. 

Momentos más tarde, estamos en un vestíbulo blanco. En el centro hay una oscura mesa redonda de madera y sobre ésta, un ramo increíblemente enorme de flores blancas. En las paredes, hay cuadros en todas partes. Él abre una puerta doble y el blanco continúa por el pasillo, directamente hacia una gran habitación. Es la sala de estar, con techos altísimos. Enorme es una palabra demasiado pequeña para esto. La pared lejana es de cristal y conduce a un balcón con vista a todo Seattle. 

A la derecha hay un imponente sofá con forma de “u”, en el cual pueden sentarse diez adultos cómodamente. Frente a este, una chimenea moderna de acero inoxidable o platino... algo así. El fuego alumbra y arde con cuidado. A nuestra izquierda, por el camino de entrada, está la cocina. Toda de blanco, con encimeras oscuras de madera y una larga barra de desayuno para seis personas. 

Cerca de la zona de la cocina, frente a la pared de vidrio, hay una mesa para cenar rodeada por dieciséis sillas. Y en la esquina hay un piano de cola negro brillante. Oh, sí... Probablemente él también toca el piano. Hay arte de todas las formas y tamaños en todas las paredes. De hecho, el apartamento parece más una galería que un lugar para vivir. 

—¿Puedo tomar tu chaqueta? —pregunta Goku. Niego con la cabeza. Todavía tengo frío por el viento en la pista de aterrizaje. 

—¿Quieres una bebida? —pregunta él. Parpadeo. 

¡Después de ayer en la noche! ¿Está tratando de ser gracioso? Por un segundo, pienso en pedirle una margarita, pero no tengo el valor. 

—Voy a tomar una copa de vino blanco ¿te gustaría acompañarme? 

—Sí, por favor —murmuro. 

Estoy de pie en esta enorme sala, sintiéndome fuera de lugar. Me acerco a la pared de cristal y me doy cuenta que la mitad inferior de la pared se abre hacia el balcón al estilo acordeón. Seattle está iluminado y animado en el fondo. Camino de regreso a la zona de la cocina —eso toma algunos segundos ya que está muy lejos de la pared de vidrio— y Goku está abriendo una botella de vino. Se ha quitado la chaqueta. 

—¿Pouilly Fumé está bien para ti? 

—No sé nada sobre vinos, Goku. Estoy seguro de que estará bien. —Mi voz es baja y vacilante. Mi corazón late con fuerza. Quiero huir. Esto es seriamente suntuoso. 

Seriamente excesivo al estilo acaudalado de Bill Gates. ¿Qué estoy haciendo aquí? Sabes muy bien qué estás haciendo aquí, mi subconsciente se burla de mí. Sí, quiero estar en la cama de Goku Son. 

—Aquí tienes. —Me da una copa de vino. Incluso las copas son suntuosas... pesadas, contemporáneas y de cristal. Tomo un sorbo y el vino es ligero, fresco y delicioso. 

—Estás muy callado y ni siquiera estás sonrojándote. De hecho, creo que esto es lo más pálido que te he visto, Vegeta —murmura—. ¿Tienes hambre? 

Niego con la cabeza. No de comida. —Tienes un lugar muy grande aquí. —¿Grande?
—Grande. 

—Es grande. —Coincide y sus ojos brillan con diversión. Tomo otro sorbo de vino. —¿Tocas? —Apunto con mi barbilla hacia el piano.
—Sí.
—¿Bien? 

—Sí. 

—Por supuesto que sí. ¿Hay algo que no puedas hacer bien? 

—Sí... un par de cosas. —Toma un sorbo de vino. No quita sus ojos de mí. Los siento siguiéndome cuando me doy la vuelta y echo un vistazo alrededor de esta enorme sala. Sala es una palabra incorrecta. Esta no es una sala, es una declaración de principios. 

—¿Quieres sentarte? 

Asiento con la cabeza, él toma mi mano y me lleva al extenso sofá blanco grisáceo. Cuando me siento, estoy sorprendido por el hecho de que me siento como Tess Durbeyfield, contemplando la nueva casa que pertenece al célebre Alec D'Urberville. El pensamiento me hace sonreír. 

—¿Qué es tan divertido? —Se sienta a mi lado, volviéndose para mirarme a la cara. Reposa la cabeza en su mano derecha, con su codo apoyado en el respaldo del sofá. 

—¿Por qué me regalaste específicamente Tess of the D'Urbervilles? —pregunto. Goku me mira fijamente por un momento. Creo que está sorprendido por mi pregunta. 

—Bueno, dijiste que te gustaba Thomas Hardy. 

—¿Esa es la única razón? —Incluso yo puedo escuchar la decepción en mi voz. Su boca se aprieta en una línea dura. 

—Me pareció apropiado. Podía mantenerte en un ideal imposiblemente alto, como Angel Clare o degradarte por completo, como Alec D'Urberville —murmura y sus ojos negros brillan oscuros y peligrosos. 

—Si sólo hay dos opciones, me quedo con la degradación —susurro, mirándolo fijamente. Mi subconsciente está mirándome con asombro. Él jadea. 

—Vegeta, deja de morderte el labio, por favor. Es muy distractor. No sabes lo que estás diciendo. 

—Es por eso que estoy aquí. Frunce el ceño. 

—Sí. ¿Me disculpas un momento? —Desaparece por una puerta ancha al lado opuesto de la sala. Se va por un par de minutos y vuelve con un documento. 

—Este es un acuerdo de confidencialidad. —Se encoge de hombros y tiene la gracia de verse un poco avergonzado—. Mi abogado insiste en ello. —Me lo entrega. Estoy completamente perplejo—. Si optas por la segunda opción, la degradación, tendrás que firmar esto. 

—¿Y si no quiero firmar nada? 

—Entonces, serán los altos ideales de Angel Clare, bueno, por la mayor parte del libro de todos modos. 

—¿Qué significa este acuerdo?
—Significa que no puedes revelar nada sobre nosotros. Nada, a nadie. 

Lo miro con incredulidad. Mierda. Esto es malo, realmente malo y ahora estoy muy curioso por saber. 

—Está bien. Firmaré.
Me da una pluma.
—¿Ni siquiera vas a leerlo? —No.

Frunce el ceño. 

—Vegeta, siempre debes leer cualquier cosa que firmes —me aconseja. 

—Goku, lo que no entiendes es que no hablaría de nosotros con nadie, de todos modos. Ni siquiera con Trunks. Por lo tanto, es irrelevante si firmo un acuerdo o no. Si eso significa tanto para ti o para tu abogado... con quién obviamente hablaste, entonces está bien. Voy a firmar. 

Él me mira y asiente con la cabeza seriamente. 

—Punto justo bien planteado, joven Veiiji. 

Firmo ostentosamente en la línea punteada de ambas copias y le devuelvo una. Doblando la otra, la pongo en mi bolso y tomo un gran trago de vino. Estoy pareciendo mucho más valiente de lo que realmente me siento. 

—¿Esto significa que vas a hacer el amor conmigo esta noche, Goku? —Mierda. ¿Acabo de decir eso? Su boca se abre ligeramente, pero se recupera rápidamente. 

—No, Vegeta no. En primer lugar, yo no hago el amor. Cojo... duro. En segundo lugar, hay mucho más papeleo por hacer y en tercer lugar, todavía no sabes lo que te espera. Aún puedes huir por las colinas. Ven, quiero mostrarte mi cuarto de juegos. 

Mi boca se abre. ¡Coger duro! Mierda, eso suena tan... caliente. Pero ¿por qué vamos a ver un cuarto de juegos? Estoy desconcertado. 

—¿Quieres jugar con tu Xbox? —pregunto. Se ríe fuerte. 

—No, Vegeta, ningún Xbox, ni Playstation. Ven. —Se pone de pie, extendiendo la mano. Dejo que me lleve de nuevo hacia el pasillo. A la derecha de las puertas dobles, por dónde entramos, otra puerta conduce a una escalera. Subimos al segundo piso y doblamos a la derecha. Sacando una llave de su bolsillo, abre otra puerta y toma una respiración profunda. 

—Puedes irte en cualquier momento. El helicóptero está listo para llevarte cuando quieras irte, puedes pasar la noche aquí y volver a casa por la mañana. Lo que decidas está bien. 

—Sólo abre la maldita puerta, Goku. 

Abre la puerta y retrocede para dejarme entrar. Lo miro una vez más. Quiero saber lo que hay aquí. Tomando una respiración profunda, entro. 

Y se siente como si hubiera viajado en el tiempo de vuelta al siglo XVI y a la Inquisición española. 

Mierda.


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