Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Entre clases y sábanas por Aludra

[Reviews - 49]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Decidí subirlo igual, pues siento que les debo todo en la vida por haberme demorado tanto tanto. 

No sé qué tal esté esto, pero de todas formas queda como un "capítulo extra" (debió ser algo así como un 15.5 pero eso se veía mal).

Sorano

 

Cerró con suavidad la puerta tras desaparecer en la oscuridad que invadía aquel extremo de la casa, conteniendo los deseos de voltear y encontrar el rostro que sabía estaría allí esperando una respuesta, esperando que las cosas no acabaran de esa forma ni en ese instante.

Pero no.

Debía protegerlo. Aun si eso significaba mirarle a través de un bloque de hielo día tras día; aun si debía alejarse y destruir las mínimas esperanzas que aún rondaban por dentro del menor.

 

Luego de encerrarse en su habitación sin tomarse la molestia de siquiera encender la luz ni cerrar las cortinas, se lanzó sobre su cama desecha, sintiendo bajo su cuerpo las sábanas enroscadas y sueltas que parecían no recordar la última vez que estuvieron estiradas y listas para acoger a quien lo necesitara.
Tomó entre sus dedos la tela lánguida, la cual desprendió finas y minúsculas hebras que danzaban al contraluz del resplandor blanco que atravesaba el visillo, y envolvió su puño contenido de frustración hasta que la sábana, aprisionada bajo el colchón, dio término a su arranque de ira.

—¿Por qué esto me molesta tanto? —se preguntó confundido, pasándole más de cien imágenes por delante y detestando cada una de ellas. En especial, las que se ambientaban en su infancia—. No puedo permitirme algo así nuevamente. No puedo volver a generar dudas en él —pensó, irresoluto.

Entre pasajeros pensamientos, recordó aquella mañana en que, dispuesto a abolir la apariencia hostil que había presentado con anterioridad ante el nuevo amigo de su hermano, distinguió que el bulto que yacía bajo el juego de mantas no era menos que la persona junto a la que había crecido sujetando firme y afectuosamente a un chico que en aquel instante le pareció un total desconocido. “Por qué”, se repitió en aquel momento, limitándose a observar la escena desde lejos sin sentirse capaz de hacer algo al respecto. “Jamás me habló de él”, pensó, evocando los días en que el menor compartía con él todo lo que ocurría en su vida, desde la moneda con un agujero en el medio que había encontrado en frente de la casa hasta cada vez que una chica se le había confesado, pidiéndole consejos sobe qué hacer.
Pero ahora ya no conocía a ese chico al que cada día parecía cambiarle más el rostro, cambiando sus facciones difusas de niño a rasgos más definidos, “convirtiéndose en otra persona”.

El rostro acalorado con las sienes húmedas del chico que dormía a su lado se dibujó con nitidez frente a sus ojos.
Unas facciones extrañas para él, pero a las que su hermano parecía habituado.

Sabía que ya no compartían sus vidas y que era sólo cosa de tiempo para que ambos las rehicieran independiente el uno del otro, pero a pesar de los meses transcurridos, siempre esperó el día en que Amida regresara a su habitación con los pómulos colorados por la vergüenza que lo acometía cada vez que se arrepentía de algo pero no tenía el coraje suficiente para reconocerlo, pidiéndole apenado pasar otra noche en su cuarto.
En aquellos tiempos, su madre solía repetirles que ya no estaban en edad de dormir juntos, y en ocasiones Sorano concordaba con ella diciéndole que hablaría con Amida, pero en cuanto éste llamaba a su puerta una vez más, se sentía incapaz de ofrecer una negativa.

—Quiero que me odies —profirió con la almohada sobre su cabeza, transformando su voz en un lamento ahogado—. No sé cómo puedes seguir hablándome después de todo lo que he hecho. ¿Por qué no me envías a la mierda de una buena vez?

El semblante de Eida seguía rondando por su mente. Sus delicados rasgos. Su cuerpo menudo y frágil, como si demandara el mayor de los cuidados y atenciones.
Por algún motivo, le simpatizaba, incluso teniendo ciertas dudas sobre la amistad que sostenía con su hermano.

—Se ve feliz desde que son amigos —pensó—. No debí hablar hoy con él. Haciendo ese tipo de cosas sólo conseguiré dañarle, otra vez.

Cerró los ojos y se sacó la almohada del rostro. Inhaló profundamente al sentir el aire helado y estático acribillándole la piel, llenando sus pulmones hasta el punto máximo para luego exhalar en medio segundo.

—No es momento de arrepentirme. Cuando nos veamos por la mañana daré por zanjado el tema, y como sé que él no hablará sobre eso, podremos continuar como lo hemos hecho todo este tiempo. Nada será diferente, y él podrá estar bien.

Se sentó de golpe sobre el borde de la cama, nublándosele la vista durante algunos segundos.

—Todo lo que he hecho en mi vida es por su —pensó, deslizando sus dedos por sus sienes, hundiendo así sus manos entre sus cabellos sedosos y oscuros, despejando su rostro—. Pero no entiendo por qué ahora me siento incapaz de continuar de esa forma. Sólo debo mantenerme al margen de su vida, sólo hacer lo mejor para él, pero…

Escuchó unos pasos por el corredor, y cuando estos cesaron, vio un par de sombras a través de la rendija que se formaba entre su puerta y el suelo.
Dos golpes en la madera, y todo en su interior se sobresaltó.

—¿Qué quieres? —preguntó luego de abrir sigilosamente la puerta hasta que media parte de su rostro pudiera observarse y la otra mitad quedar oculta.
—Ten —adujo mirándole directamente sin modificar su serio semblante, y por el pequeño espacio que había entre la puerta y la pared, extendió un libro hacia el interior.
Sorano lo recibió sosteniendo la mirada del menor sin ver de qué se trataba lo que le había entregado. Tras agradecer, procedió a cerrar nuevamente la puerta, pero algo la frenó antes de dejar la pieza otra vez a oscuras.
—Estuve leyéndolo desde que te fuiste de ahí —procedió a comentar, sin darle tiempo al otro para sacarle de ahí—, no sabía que te gustaran ese tipo de novelas. Al comienzo creí que sería un drama policíaco con pistas absurdas y la resolución más esperada posible, pero el hecho de que el “criminal” no fuese alguien en particular sino que un ente corrupto del gobierno me pareció muy genial —dijo, sonriendo al final.

“Sólo hacer lo mejor para él”.

—“Genial” —repitió con un cierto dejo de sarcasmo—. Gracias por traérmelo —adujo aparentando fastidio, mirando el pie de Amida con la intención de que éste lo quitase.
—Espera —dijo, sacando el pie pero sujetando la puerta con su mano—. Lo de hoy…

“Pero…”

—Olvídate de eso —se apresuró a decir—. Por favor, ve a dormir —pidió con voz amable, posando su mano sobre la de Amida y retirándola de la puerta.

“Pero ya no quiero más de esto”.

—Tú también deberías dormir —dijo Amida con una sonrisa antes de regresar por el corredor.

Sorano cerró la puerta y se apoyó sobre ella, llevando ambas manos hacia su rostro, sumiéndose en un largo suspiro.

 

Notas finales:

Por favor, díganme todas las críticas que tengan. Así podré mejorar la historia y saber mejor por dónde avanzar para, de alguna forma u otra, complacerlas/os por igual. 

Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).