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El casamentero del santuario por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste...

Los cuatro estaban ahora comiendo en una posada antes de retomar el viaje en silencio. Kardia los miraba a todos con pena, recordando los días en los que estaba enamorado de Dégel, pero no se atrevía decírselo.

“Oigan, chicos…” intentó comenzar.

“Cállate” le dijeron los tres al mismo tiempo, humillados por haberse dejado engañar tan fácilmente.

“Sólo quiero ayudar” respondió el escorpión ofendido.

“Ayudas guardando silencio” dijo Asmita, que tenía sus ojos enrojecidos. Revolvía su comida como un niño pequeño y tenía una expresión tan descorazonada que daba pena.

“Pero…”

“Kardia, por una vez has lo que se te dice” dijo El Cid.

“No me culpen por ser el único que tiene éxito en el amor” dijo el escorpio impulsivamente y el caprino se llevó la mano a la cara. Temía que dijera algo así, desde que dejaron el lago preveía una pelea entre Tauro y Virgo… o más bien un batalla campal de mil días.

“¿Éxito en el amor? Yo lo tendría si al rubito aquí presente no se hubiera vuelto loco por el segundo” dijo Aldebarán. Asmita dejó sus cubiertos y encaró al guardián de la segunda casa.

“Sí, claro. Despierta, de no enloquecer tu amorcito yo ya tendría un relación con Deuteros” le respondió con una voz cargada de rencor.

“¿Antes o después de asustarlo con tus tendencias de acosador?”

“Es mejor eso que no ser capaz de reconocer una ilusión de alguien que ya está muerto”

“¡Tú tampoco lo hiciste!”

“¡Es diferente!”

“¡No lo es! ¡Y tú sólo querías quitar a Aspros de en medio para que el segundo tomara su lugar! ¡Todo fue tu culpa, condenado hereje!”

“¡Y dale con la discriminación religiosa! ¡Tú no sabes nada de lo que pasó! ¡Deja de culparme sólo porque no quieres aceptar que Aspros realmente era así de malo!”

“¡No lo era! ¡En cambio tú y el segundo…!”

“¡No lo metas en esto! ¡El que estés loco por un traidor no es culpa mía!” dijo el rubio. El taurino, levantándose de su silla con aire asesino lo encaró inmediatamente. Virgo también se levantó, preparado para iniciar la pelea. Saltaban chispas entre ellos. Kardia los miraba con una especie de espanto y asombro.

“¡Te voy a…!”

“¡Se acabó!” gritó El Cid, poniendo su brazo entre ambos contendientes antes de que estallara la pelea. “¡Sepárense!”

“¡Tú no te metas!” le gritaron los otros dos.

“¡Chicos, cálmense!” gritó el escorpión, preparando su uña para neutralizar al primero que intentase atacar.

“Cállate”

“Virgo, Tauro, cálmense o los obligaré” les ordenó El Cid, amenazante. “Piénsenlo bien, esta conducta no es digna de un caballero de Athena”

“Este tipo me pone de malas” dijo Aldebarán, señalando al otro mientras se sentaba de nuevo.

“Lo mismo digo” dijo Asmita, sentándose y alejando el plato sin tocar de sí. Respiraba profundamente como en la meditación para controlarse, preguntándose cómo a pesar de su entrenamiento se había permitido perder el control así.

“Pero qué desastre” murmuró Kardia, llevándose una mano a la frente melodramáticamente.

“Y lo causaron tú y tu bocota” le dijo el Cid molesto. Luego se levantó. “Si ya nadie va a comer les sugiero que nos pongamos en marcha”

“No voy a caminar al lado de este tipo” se cruzó de brazos el toro.

“Yo tampoco” dijo el virginiano infantilmente. Kardia se dio una palmada en la frente con frustración.

“¿Y luego dicen que yo soy infantil?” se quejó el escorpio.

“Prefería cuando no se hablaban” dijo el caprino, cogiendo a Asmita por el brazo y arrastrándole delante consigo. “Kardia, tú ve con Aldebarán. En silencio, por favor, no quiero que empeores las cosas”

“¿Cómo podrían empeorar? ¡Sólo míralos!”

“No lo quiero saber, por eso quiero te calles. Llegaremos al santuario dentro de un día y preferiría que no estallara otra pelea. ¿Ha quedado claro, Aldé, Asmita?”

“Bien” respondió el toro.

“Sí” respondió el otro.

“Ahora vámonos antes de que me dé una jaqueca” dijo el español con el rubio todavía cogido del brazo.

“Ahora que lo mencionas, si nos apresuramos llegaremos a tiempo para ver los primeros entrenamientos del día de Sagitario y Leo. Y creo que Sísifo usualmente se quita la camisa para calentar” dijo Kardia sin medir sus palabras. “¿Seguro que no quieres llegar rápido para ver eso?”

“¡Que te calles, joder!” le gritó El Cid, avanzando rápidamente para poner las distancias. Aunque sí quería ver a Sísifo sin camisa… mucho…

-En el santuario-

Cuando llegaron, El Cid estaba feliz. Se despidió rápidamente de sus compañeros, dejando a Kardia sólo con la responsabilidad de subir a esos dos a sus templos sin que se pelearan. Molesto y algo distraído, subió las escalinatas del primer templo poniéndose entre ellos.

“Genial, mientras El Cid tiene un festín para sus ojos, yo tengo que evitar que estalle una guerra antes de tiempo… ¡Rayos, no estoy hecho para esto!” se quejó el escorpión. En ese momento Shion salió a su encuentro con una sonrisa para saludar a su amigo y a su condiscípulo, pero se chocó con una pared de tensión entre ellos tan tangible como uno de sus muros de cristal.

“¿Y a estos qué les pasó?” preguntó Aries, algo asustado.

“No quieres saberlo” le respondió Kardia. El lemuriano decidió que era más sensato no preguntar y se apartó, decidiendo que después iría a hablar con Aldebarán. Al llegar a la segunda casa el gran toro se quedó parado en la entrada, sin decir una palabra y con la cara volteada para un lado. El escorpio pasó arrastrando al rubio, haciéndolo lo más rápido y cautelosamente posible, como en un campo minado.

“Ya pasó” suspiró el peliazul, soltando al rubio, que sencillamente avanzó sin él hasta llegar a su casa. Cuando Kardia finalmente lo alcanzó estaba sentado en posición de loto, tratando de concentrarse, pero su cosmos actuaba con violencia, casi repeliendo a su compañero.

“¿Quieres hablar?” preguntó tratando de ayudarlo, pero fue aventado a la salida por una onda de cosmos. “De acuerdo” dijo el peliazul, subiendo por las escaleras hasta llegar a escorpio. Ahí tomó un baño, se vistió con ropa limpia y subió a la casa de Acuario. En medio del camino se encontró con Regulus, que bajaba de la casa de Sagitario.

“¿Qué haces aquí?” inquirió Kardia confundido. 

“Mi maestro me pidió que le trajera algo después de que calentamos… hum, ¿vas camino de Acuario para acostarte con Dégel?” dijo el cachorro con una sonrisa felina.

“¿Qué demonios…? ¿Quién te has creído, mocoso del demonio?”

“Jajajaja” rió Regulus maquiavélicamente. “¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Kardia y Dégel, sentados en un árbol, besándoseeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!” tras lanzar ese grito se fue corriendo y riendo como un maniático.

“¡Vuelve aquí, mierda!” dijo Kardia antes de ir tras él, perdiendo tiempo valioso de intimidad con Acuario. Tras perder a Regulus cuando atravesó la casa de Virgo, Kardia volvió a subir y por fin pudo encontrarse con su amado. Dégel estaba reclinado sobre unos papeles en su escritorio con un par de libros en frente.

“Hola” dijo el escorpio, rascándose la nuca.

“Hola” le respondió el acuariano, sacándose los lentes. “Te has divertido hoy… digo, aparte de perseguir al bicharraco hasta virgo”

“¿Lo escuchaste?” se sonrojó el peliazul.

“Dudo que haya alguien en el santuario que no lo haya oído” dijo el otro, cerrando su libro y yendo hacia su amante de manera seductora. “Al menos nos ha hecho un favor, después de pregonar nuestro secretito podemos ser tan ruidosos como queramos”

“Eso me gusta” le respondió Kardia. Dégel sonrió y ambos unieron sus labios en un beso hambriento, tocándose por encima de la ropa.

“No deberíamos hacerlo aquí, cualquiera puede entrar” dijo Acuario, tomando a su novio de la mano para llevarlo a la habitación.

“Eso lo hace mucho más emocionante”

“Pero si no lo hubiéramos hecho el gatito no nos hubiera sorprendido haciéndolo sobre el escritorio…” le susurró sensualmente Dégel.

“Pero, aparte de la interrupción fue bueno… muy bueno” se relamió el escorpio, ansioso por volver a probar esa boca.

“¡¡¡¡Lo sabía!!!!” gritó Regulus desde la puerta entreabierta, molestando a ambos mayores, y corriendo gritando y riéndose.

“¡Vuelve aquí, maldito mocoso!” gritó Kardia.

“¡Te voy a matar!” gritó Dégel, rojo como un tomate. El leoncito los miró con malicia y partió a la carrera con los amantes detrás, gritándole improperios. La persecución se terminó cuando tropezaron con el Cid, haciéndolo caer y descubriéndolo frente a Sísifo, que fue usado como un escudo humano ante los enfadados dorados. Después de que Sagitario obligó a Leo, Acuario y Escorpio a disculparle y hacerle prometer a los dos últimos que cerrarían con llave cualquier habitación en la que estuvieran intimando, ambos volvieron a la casa de Acuario.

“Es en serio, ese niñito me las va a pagar”

“Lo mismo digo” dijo Dégel, cerrando la puerta de la habitación con cerrojo. “Ahora, ¿en qué estábamos?”

“Ya me acordé” dijo Kardia, acercándose. Se besaron ardientemente y cayeron juntos a la cama… pero entonces el escorpio se acordó de lo que había pasado en la misión.

“Oye, ¿sabías que El Cid está loco por Sísifo?” Dégel levantó una ceja, pensando en de dónde diablos había salido esa pregunta.

“Creo que todo el santuario está enterado… bueno, todos menos Sísifo. Y nos cavamos de tropezar con él acosando a Sagitario, así que cómo no saber. ¿A qué viene eso?” preguntó Acuario con la cara seria. Esa clase de conversaciones mataban la pasión.

“En la última misión tuvimos que luchar con una especie de criatura de agua que mataba a las personas tomando la forma de las personas que amas. En mi caso, supe al instante que es cosa no eras tú”

“¿En serio? ¿Cómo?”

“Digamos que no te engañaría ni contigo mismo, amor”

“Merci” dijo Dégel, sonriendo un poco más animado. “Supongo que me cuentas esto porque El Cid no la tuvo tan fácil”

“Ninguno de los tres” le dijo Kardia. “Si los hubieras visto. No vi al Cid peleando con la suya, pero imagino que debía estar babeando por esa cosa”

“¿Qué te dijo que era? ¿Un Sísifo que se le ofrecía como perra en celo?”

“Eso creo. Además… averigüé un par de cositas acerca de Asmita y Aldebarán” esto captó la curiosidad de Dégel.

“¿Ah, sí? ¿Qué?”

“Que la traición de Aspros se convirtió en una causa de discordia entre ellos”

“¿Me lo puedes explicar?”

“Aldebarán se moría por el imbécil y aún no lo ha superado. Culpa a Asmita por lo que pasó la noche en que trató de asesinar a Sage”

“Eso explica su actitud hacia él. ¿Qué le respondió Asmita cuando se enteró?”

“Todo se puso mejor que una novela de las que tú me obligas a leer. Resulta que Asmita estaba aún peor por el hermanito de Aspros”

“¿El segundo?” preguntó Dégel con incredulidad. “Vaya enredo amoroso” de repente cayó en la cuenta de algo. “Estamos cotilleando como quinceañeras en lugar de hacer el amor. Qué patético, ¿no?”

“Sí, qué vergüenza”

“Pues, podemos empezar… a comportarnos como mayores” dijo el acuariano, desatando el cinturón de su amante.

“Me gusta… sobre todo si somos malos” dijo Kardia, besando a su novio. Trató de concentrarse en lo que estaban haciendo, pero no pudo. Todavía tenía en la cabeza las penas amorosas de sus compañeros. “¿Crees que El Cid se armará de valor para invitar a salir a Sísifo o necesitará un empujoncito? Porque podría ayudar”

“No es de nuestra incumbencia… ahora, concéntrate” dijo Dégel, enfocándose en el cuello de Kardia mientras acariciaba sus caderas.

“Sí, tienes razón… ahh… no lo es”

“Claro que no, ahora sigamos…”

“¿Y Aldebarán? ¿Superará lo que pasó con Aspros?” preguntó escorpio sin poder sacar su de su cabeza esos problemas.

“Ese es su problema” dijo Dégel, comenzando a exasperarse. ¿Hasta cuándo iba Kardiaa a olvidar eso y centrarse en lo que estaban haciendo?

“Sí, tienes toda la razón”

“Ajá… y ahora…”

“¿Y Asmita qué?” interrumpió Kardia. “Según lo que he oído se la pasa viajando astralmente a Kanon para rogarle al demonio que lo perdone”

“Es cosa de ellos, no necesitas meterte”

“Pero quiero ayudarlos… a que tengan algo como lo que tenemos nosotros o, en el caso de Aldebarán, un cierre”

“Te lo repito, Kardia, es cosa suya”

“En verdad creo que podría ayudarlos” lo ignoró Kardia.

“No voy a tener algo hasta que logres juntarlos, ¿verdad?”

“Igual no tenía muchas ganas” dijo el peliazul, levantándose de la cama y dejando a un frustrado y excitado Dégel gruñendo solo.

Notas finales:

Espero que también hay gustado, me parece que es tan gracioso como el anterior. Espero sus reviews....


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