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CUANDO ME MIRAS II por kat-winner

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Notas del capitulo:

 

Katwinner:

 

Hola, les dejo el capitulo en donde quede en este fic. Para los que ya lo habían leído antes notaran el cambio que hice al final. Un nuevo personaje aparecerá para armar todo este entuerto.

Espero les guste.

 

 

// Pensamientos /

 

+++++++++ Separación de Escenas ++++++++++

 

----------- Flash Back----------

 

# Conversación Telefónica #

 

 

Capitulo Anterior:

 


-Ahhh… Yo vengo a ver a mi abuelo, han pasado 10 años y todavía lo echo de menos - Volvió a analizar al chico, se veía tan solo y tan triste cuando menciono a su hermano, ese niño mostró tanta pena en su mirada, no lo veía como un puto normal, más bien pensaba que él no encajaba en eso, lo más probable que las vueltas de la vida lo hallan arrojado a esa situación. De seguro, nunca nadie le ofreció una mano de ayuda. Y de repente se le ocurrió una idea, sin siquiera meditarlo la soltó sin más, muchas veces Tomás le criticaba lo impulsivo que era, pero no podía no hacerlo, el chico era especial - ¿Te gustaría trabajar para mí?

 

 

 

3.- UN TRABAJO DECENTE…

 

 

 

La vista de la ciudad era impresionante, sobre todo para un chico como Esteban que pocas veces había estado en lugares tan altos y tan elegantes, llevaba 9 meses trabajando para Cristian, después de proponerle tan buena oferta de trabajo en el cementerio el menor no había dudado en irse con él, para Esteban, Cristian era el hombre perfecto, no solo en lo físico, si no también en su forma de ser, siempre amable y educado, preocupado por él. Lo ilusionaba y al mismo tiempo le daba miedo. Un extraño sentimientos se estaba formando en su corazón, algo cálido y brillante. El chico no estaba acostumbrado a que lo trataran como una persona y Cristian lo hacía, el hecho de que solo le hablara y que lo admitiera en su casa y lo sacara de su oscuro y horrible trabajo era ya para él, “Un ángel”. Y lo más importante de todo, es que en esa amabilidad y buenos deseos no había nada más oculto, no había dobles intenciones o abusos, no había nada, solo su bienestar.

 

 

Esteban solo le solicito al mayor, casi como suplica, que le cancelara diariamente, ya que debía pagarle a su madre por entrar a su casa (Obviamente omitiendo esa última parte) ya que nadie sabía de eso, y lo único que le había pedido Cristian como clausula a cambio del trabajo era que no se acostara con ningún hombre más a menos que el (Esteban) quisiera, que dejara eso de la prostitución para siempre y que si alguna vez lo hacía, que lo hiciera por amor. Esteban se había sonrojado hasta las orejas, no porque le diera vergüenza el tema, sino más bien, porque ese hombre que estaba frente a él pidiéndole eso lo respetaba como persona y lo consideraba un humano. Y para el niño en el fondo de su corazón ya lo estaba queriendo en silencio, lo estaba amando tan profundamente, sin ánimos de interferir en su vida, en silencio, él se sentía muy poca cosa para Cristian, pero lo amaba y si tenía que solo mirarlo o estando solo a su lado, estaba bien para él. “Su ángel” (así le decía en sus pensamientos y así lo sentía en su corazón) era un ser puro e intocable para él, sus manos sucias y cuerpo manchado no podían desearlo. Solo su mente y corazón estaban permitidos a sentir, pero en silencio. De su boca jamás saldría algo tan impuro como su amor por él.

 

 

 

Al parecer para Esteban en esos meses todo se estaba mejorando en lo laboral, incluso después de trabajar en las mañanas para el mayor, había conseguido un trabajo de medio tiempo en la tarde como mesero, un contacto de Cristian por supuesto, si él hubiera ido solo le habrían pedido papeles y por ser menor de edad no lo aceptarían.

 

 

Pero en esa casa ¿Cuál era su trabajo en sí? Pues limpiar, hacer los mandados y ayudar a la nana de Cristian que iba 3 veces a la semana, una señora mayor, muy cariñosa.

 

 

Desde que había llegado el chico a la casa de “Su niño” como lo llamaba Ester (la nana) no tenía tanto trabajo, el chico mantenía todo limpio y se esmeraba un montón en ello, era atento, silencio y empeñoso. No reclamaba si tenía que ir a comprar o cargar cosas, la verdad, es que era casi una proeza hacerlo hablar, ella en todo caso le conversaba mucho, habían veces sí, bueno… Casi siempre, que el chico llegaba lastimado, con el labio roto o con morenotes en sus brazos o cara, y cuando la mujer le preguntaba qué había pasado, Esteban solo bajaba la cabeza y se mantenía en silencio, ya después la mujer entendió que no debía preguntar, nunca le sacaría nada, el muchacho era como un frasco hermético, nada entraba y salía de su boca. Ella siempre le hablaba de su niño y lo trabajólico que era, se notaba que la mujer amaba a Cristian. Esteban la miraba entre extrañado y divertido, al perecer todos en esa casa lo trataban bien y él lo agradecía, se sentía un poco más persona, un poco mas humano. A pesar de que su vida en su casa y el trato con su madre era la misma, en el trabajo podía darse el lujo de estar tranquilo, no temiendo de que algún cliente lo golpeara más de la cuenta o no le pagara por sus servicios.

 

 

Con su madre nada había cambiado, lo seguía tratando tal cual como antes, a la mujer no le interesaba como conseguía el dinero, mientras lo trajera  a casa y le alcanzara para beber era lo único importante, si le pasaba algo o no al chico daba lo mismo. Siempre estaba recalcándole todos los días lo basura que era, incompetente, inútil y una sarta de insultos más, ese era el gran poder que tenia sobre él,  los malos tratos lo hacían sumiso y manipulable. Ya para Esteban ya era tan normal ser tratado así, años haciéndolo sentir como basura, que ya se lo creía, era casi como parte de su vida. Aún seguía pagándole por poder entrar a dormir y poder usar su habitación, su madre vivía de eso, vivía y bebía del dinero que él le daba. Cada centavo era usado para ese único propósito.

 

 

Su casa era pequeña y humilde, había tenido años atrás tiempos mejores, aunque Esteban se encomendaba de limpiarla y hacerla que se viera un poco mejor. Su cama se resumía a un viejo colchón que estaba en el suelo. No tenían muchos muebles, su madre en sus crisis había vendido casi todo para pagar su vicio, tampoco dudaba mucho de venderlo a él para eso. Es más, muchas veces llegaban hombres a su casa y ella lo ofrecía a cambio de licor e incluso algunas drogas. Las primeras veces el chico se resistió pero ya después cuando los golpes y violaciones eran muy fuertes, entendió que no podía hacer nada, solo se dejaba hacer. Su madre le había enseñado que él no era nada y su cuerpo era solo un instrumento para ella conseguir sus deseos. No había que ser muy inteligente entonces y mucho menos masoquista. Era mejor dejar que su cuerpo fuera mancillado, total, una basura como el no merecía un mejor trato. Su mente se iba lejos mientras pasaba. Ella era la única libre de abandonar su cuerpo, su mente era la única capaz de alejarse y dejar de sentir.

 

 

 

 

++++++++++++++++++++++++++++

 

 

 

Una mañana Cristian se había levantado más tarde de lo habitual, no quería ir tan temprano al trabajo, por lo que se topó en la casa con su nana y Esteban. Cuando estaba en silencio en la cocina americana tomando su café bien cargado se entretuvo mirando la interacción que tenían sus empleados mientras trabajaban ordenando un mueble, más bien, como su nana le hablaba sin parar al menor y este la miraba enternecido, porque el chico a pesar que no hablaba casi nada, su rostro, más bien, sus ojos negros eran un mar de expresión al máximo ¿Qué lo había llevado a contratar al chico ese día? Pues, ni el mismo lo sabía, solo había seguido un impulso y lo había hecho ¿Será por la desolación y miseria que expresaban esos jóvenes ojos? No lo sabía muy bien, pero tampoco estaba arrepentido, cuando le preguntaba a su nana por cómo se portaba el chico, esta le sonreía y le hablaba maravillas de él, que era muy atento, muy callado, servicial y muy tranquilo. Si supiera en realidad su nana de como lo había conocido, de seguro le daba un infarto o quizás ni siquiera le creería, Esteban con su apariencia no demostraba para nada que había sido un puto de barrio de mala muerte. Hasta el, si no lo hubiera visto y acostado, tampoco se lo creería, cuando le había contado a su novio Tomás de su nueva contratación, este había puesto el grito en el cielo y le había reprochado su infidelidad con el prostituto, Cristian a veces no entendía que diablos pasaba por la cabeza de su novio, al parecer a Tomás se le olvidada que era él el que siempre lo engañaba, Cristian solo una vez había tomado una especie de venganza y esa había sido cuando se había acostado con Esteban, pero ya de eso había pasado harto tiempo. De hecho, ahora lo pensaría 2 veces antes de hacerlo, no porque le desagradara el chico, sino más bien, porque le daba pena. Para él, Esteban era como un perrito abandonado en la calle, le tenía una lástima tan grande que hasta a veces le afligía, una vez le había preguntado al chico porque se prostituía y este le había respondido después de varias evasivas que lo hacía porque su madre estaba enferma y él debía correr con los gastos de todo. Era muy difícil sonsacarle a Esteban algo, y eso era lo que más pena le daba ¿Qué tan grande podía ser su dolor que no quería hablar de eso? ¿Cuánto habría sufrido? También había notado las miradas que le echaba el chico a él, ese niño lo miraba con una devoción tan grande, casi con amor y Cristian lo atribuía a agradecimiento, nunca se imaginó que era amor, del más puro y verdadero.

 

 

Tomás, una vez en sus peleas le había gritado que porque no le entregaba dinero y ya, pero para Cristian eso no habría sido una ayuda, más bien sería un tapón para tapar una gotera. Algo dentro de él le hacía ayudarlo y no se arrepentía, su nana estaba contenta y él estaba conforme, por lo menos se llevaban bien y en paz. Tomás, se ponía complicado cada vez que iba a la casa y se topaba con Esteban, muchas veces Cristian tuvo que intervenir cuando su novio trataba mal y humillaba al chico y este ni siquiera se defendía, solo bajaba la cabeza y guardaba silencio, como dándole a entender al otro que tenía razón. Muchas veces Cristian odiaba esa actitud sumisa de Esteban, no entendía que existieran personas que no fueran capaces de defenderse y callaran ante un insulto. Pero Esteban era así, ya que Cristian no sabía que era producto del daño psicológico y físico que recibía desde su misma casa, eran años de maltratos físico y sexual, eran años de humillaciones físicas y verbales, donde Esteban había aprendido a que era mejor no defenderse y guardar silencio. Porque pensaba que todos tenían razón, era una mala persona. Un ser tan insignificante que no merecía mucho, la verdad, es que no merecía nada, sus manos y cuerpo estaban manchados con la sangre de su hermano, era un asesino. Un inútil sin remedio que su padre prefirió abandonar, en resumen, no era una buena persona, no merecía absolutamente nada.

 

 

 

 

+++++++++++++++++++++++++++++

 

 

 

 

Bajo rápidamente del auto y se dirigió a su oficina, era el gerente general de la empresa de publicidad Genes, José Santander era su nuevo nombre, más bien, el nombre que llevaba hace 6 años, no se acordaba de nada de su vida pasada, lo único que sabía es que se había despertado en la cama de un hospital, todo fracturado y con pérdida de memoria, al parecer producto de un accidente automovilístico que había tenido. Estuvo meses en el hospital, y fue ahí que conoció a la que ahora era su esposa, una doctora muy hermosa que lo atendió todo el tiempo. Se enamoraron y a los 2 años después se casaron, José tomo el nombre y el apellido que le dio su actual esposa. Nunca más había recordado nada, pero desde esa fecha que sentía un gran vacío en su corazón, como si algo le faltara a su ahora exitosa vida. Era un hombre de 50 años, pero representaba como 40, de pelo oscuro y ojos negros, alto y tés blanca, bien parecido y bien vestido, un hombre culto y educado, trabajólico y serio, reservado mas bien. Ahora iba camino a una reunión muy importante con sus 2 mejores publicistas Cristian Soumater y Tomás Aliaga, esperaba que la campaña del nuevo detergente saliera bien, ya que eso le traería muy buenos dividendos a la empresa.

 

 

 

Estaba por entrar al ascensor cuando un chico se topó con él, más bien choco con su maletín.

 

 

-¡Disculpe! ¡Lo siento!- Se disculpó el menor sumisamente, parecía casi aterrado. Había visto que el ascensor se cerraba y corrió rápidamente no midiendo su velocidad y chocando con el hombre que estaba dentro.

 

 

 

-Descuida – Dijo José sin más, luego miro hacia abajo, el muchacho no le había enseñado su cara en ningún momento, estaba casi encogido mirando al suelo, quiso gritarle su estupidez pero algo se lo impidió - ¿A qué piso vas?

 

 

 

-He… - Esteban rápidamente tomo un pequeño papel y lo vio, no leía muy bien debido a que había abandonado la escuela muy temprano, apenas y entendía palabras, miro el número que estaba escrito - Al… Al piso 7.

 

 

 

-Ok, yo voy al 9 - Marco los números ya que vio que el chico no lo hacía y subieron en silencio, el mayor mirando de reojo al niño, sentía algo extraño en él, de pronto vio que el menor lo miraba rápidamente y pudo distinguir sus ojos negros, grandes y expresivos, casi igual a los de él y una punzada de dolor le partió la cabeza.

 

 

-¿Está bien? – Pregunto el chico viendo que el mayor se ponía pálido y se tocaba la cien - ¿Le ayudo en algo? – José no alcanzo a contestar ya que a los pocos segundos el ascensor se detuvo y se abrió en el piso 7.

 

 

A los pies del ascensor lo esperaba Cristian y Tomás. Cristian que al ver que Esteban apoyaba a su jefe en un brazo y lo miraba preocupado. No supo que pensar, solo quedo en silencio traumático, era muy conocedor del mal genio de su jefe y sobre todo que odiaba que lo tocaran y ahora tenía la escena de frente con el pequeño putillo rozándolo con sus sucias manos, simplemente quedo en blanco. Temiendo la furibunda respuesta de José.

 

 

-¡¿Qué demonios haces bastardo?! – Grito enfurecido Tomás entrando al elevador y sacando de un empujón al chico que lo miro asustado y pálido - ¿Te hizo algo jefe? ¿Estás bien? ¡Cristian te dije que botaras a ese puto de una buena vez! – Esteban temblaba afuera arrepentido de que quizás qué diablos hizo y Cristian miraba la escena todavía choqueado por la sorpresa y la situación.

 

 

-¡Lo siento! ¡De verdad lo siento señor! Pero… No sé que hice…Yo… Lo lamento – Mientras el menor se disculpaba una y otra vez acongojado y miraba suplicante a Cristian tratando de decirle que no había hecho nada y que por favor no lo botara, ambos, Cristian y José lo miraron fijamente.

 

 

-¡Lárgate de aquí bastardo! ¡Fuera! – Tomás parola suplica del niño con un empujón a este y cuando iba de nuevo a acercarse para volver golpearlo la mano de José lo detuvo.

 

-Quieres dejar de chillar Tomás – Ahora los 3 miraron al hombre que se volvía a poner derecho, casi como si el dolor de cabeza hubiera desaparecido y los miraba furibundo – ¡El que hace que me duela la cabeza eres tú! – Primero miro embravecido a Tomás y luego miro a Esteban, pero su mirada estaba más tranquila saliendo ya completamente del ascensor – Y tu crio deja de disculparte, no me hiciste nada así cállate también.

 

 

-Sí, lo siento… – Volvió a balbucear el menor cada vez mas acongojado y se acerco a Soumater, mirándolo como solo él podía, con suplica, miedo y adoración – Cristian aquí están tus documentos, por favor disculpa todo esto, yo… Mejor me voy – Iba a entrar al elevador para irse rápidamente cuando José lo detuvo de un brazo, causando que los mayores miraran la acción más que asombrados.

 

 

-Espera ¿Tu eres? – José sentía la imperiosa necesidad de saber su nombre, algo en lo profundo de su mente se lo rogaba.

 

 

-Se llama Esteban y es mi empleado – Hablo por fin Cristian ya más calmado, no entendiendo todavía el repentino interés de su huraño jefe por Esteban – Le pedí que me trajera unos apuntes que se me quedaron en casa, si es que cometió alguna falta por favor ruego lo disculpe – Esteban miro aterrado a Cristian, quería morirse ahí mismo, por culpa suya este se estaba disculpando, se sintió terriblemente mal y también pensó que lo despediría después de esto. Tomás sonrió por la escena, sabía que esto pasaría y esa rata callejera metería en problemas a su novio, aunque si eso permitía que se fuera, mejor para él.

 

 

-Ya dije que no ha hecho nada, solo me dolió la cabeza en el ascensor y el trato de ayudarme – Ambos adultos miraron sorprendidos a José, jamás había tratado de excusar a alguien, esto era nuevo para sus oídos y ojos – Y tu – Apunto a un pálido Esteban que se encogió cuando lo señalaron – Deja de disculparte. Ahora me voy espero chicos que tengan una buena presentación, nos vemos en media hora – Entro a la cabina y cuando estaba punto de cerrar, el menor se acerco a ella.

 

 

-Gracias señor – Dijo cohibido Esteban y por primera vez miro al mayor directo a los ojos y José quedo petrificado, esa mirada la conocía, lo sentía en su corazón, estaba seguro, lo conocía… Pero… ¿De dónde?

 

 

 

 

******Continuara*******

 

 

Notas finales:

 

 

Como ven conocimos un nuevo personaje ¿Se dieron cuenta quien era? Si es así, háganmelo saber, me encanta leer sus hipótesis.

 

Espero sus comentarios. Chao. 


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