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Deseos del corazón por Samantha0507

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Notas del capitulo:

Bueno en este punto el fic se pone extraño.... un poco loco.... peero espero les de en el corazón...

Akashi sentía la soledad de su cuarto y la de su cama, ya eran las 6 de la mañana, el cansancio no había disminuido nada, no había podido dormir tranquilo pensando en su esposo, sabiendo que este se encontraba en el cuarto de visitas, quizá si le preparaba un buen desayuno podría arreglar las cosas con su gigante; independiente de cuanto el añoraba tener una familia grande con el pelimorado, entendía que estando molesto con su testarudo esposo sería casi imposible de lograr.

 

Ya una hora más tarde y con una mesa llena de comida, se dispuso a ir al cuarto de visita, grande fue su sorpresa al llegar a la sala, en la mitad de esta se encontraba afirmando el pantalón de su pijama un pequeño niño, que lo miraba con los ojos muy abiertos, con un gesto de miedo en el rostro.

 

—Mami me degalo, ¿vedad? —Seijuro estaba sorprendido, miro detenidamente al niño, tenía unos lindos ojos y cabello violeta, era bastante alto, pero al hablar se notaba que tendría unos 3 años, llevaba puesta la ropa de dormir de su esposo, el pelirrojo dedujo rápidamente quien era el pequeño, aunque parecía una locura, una estupidez en todo uso de la palabra.

 

— Atsushi, ¿eres tú? — el niño levantó el rostro en su dirección, prestándole atención, era más que obvio que había respondido a la llamada del mayor. —Atsushi…—murmuró, sintiendo un fuerte mareo que lo obligó a apoyarse en una silla que tenía cerca, no podía comprender lo que estaba ocurriendo.

 

El pequeño se acercó lo más rápido que pudo al pelirrojo, al notar el posible malestar que el mayor estaba teniendo. — ¿Se siente mal? ¿Necesitas que le avise a mamá y papá? —Akashi levantó la cabeza, tratando de concentrarse en el pequeño.

 

—Atsushi, dime ¿qué paso? — el niño no parecía entender lo que él mayor le estaba preguntando, pero un rugido proveniente del estomagó, le sacó una sonrisa al pelirrojo. — Atsushi, vamos a comer, parece que tienes mucha hambre, luego veremos un poco de ropa de tu talla, te parece.

 

El pelimorado asintió, se sentó a la mesa mirando todo lo que el pelirrojo había preparado, el estomagó le gruñía, Seijuro no podía evitar pensar en lo mal que había terminado la cena del día anterior. El niño comía tranquilamente y de forma extremadamente mesurada, no probó ni la mitad de lo que había en la mesa, pero esto al mayor le parecía realmente extraño, los niños no actuaban de esa forma, no eran tan tranquilos como el pequeño frente a sus ojos lo estaba siendo.

 

Akashi trataba de no perder la calma, pero la duda y el no comprender lo que estaba pasado lo hacía sentir incomodo e intranquilo, una parte de él rogaba estar durmiendo, que todo lo que estaba pasando fuera un simple sueño influenciado por las peleas con su esposo y con sus ansias de ser padre, aunque en el fondo, sabía muy bien que estaba más que despierto y que ese niño era su esposo.

Con un fuerte suspiro decidió que lo mejor sería ir despacio, buscando la explicación que necesitaba, el teléfono sonó y le quedo más que claro algo muy grande estaba pasando

 

 

 

 

El llanto del niño ya lo tenía con dolor de cabeza, el pequeño pelinegro lloraba desde que despertó recostado en la cama, donde recordaba estaba dormido su novio, fuera de no saber de cómo había llegado un niño de casi 3 años a su cama y menos aún donde se encontraba su esposo.

 

Repentinamente algo hizo clic en la cabeza del peliverde, la ropa que traía, el color de su cabello, sus ojos con un toque grisáceo; Midorima se acercó al niño que lloraba, puso sus manos en las mejillas del menor— Kazunari Takao, deja de llorar—el niño lo miró inquieto, fijamente, pero aún muy asustado.

— ¿Cómo sabes mi nombe? ¿Papá me taajo? ¿Onde está mamá? —el niño sollozaba otra vez, pero rápidamente Midorima dedujo como debía continuar, para evitar un nuevo ataque de llanto por parte del pequeño.

— Me llamo Shintaro, soy doctor, solo quiero que dejes de llorar. —el niño lo miró, con algo de angustia en el rostro.

— ¿Shin-chan? —su nombre en la boca de este pequeño, lo hizo estremecer, ¿realmente podría sentir ese nivel de ternura con un pequeño? —Puedes dadme deche tengo hambe…—las palabras del niño lo sorprendieron, parecía que el menor era bastante atrevido, Takao siempre había tenido la misma personalidad.

 

El peliverde se sintió enrojecer hasta las orejas, ese pequeño era un amor y lo hacía sentir perdido, asustado, generando en él unas ganas enormes de abrazarlo y apretarlo por horas. —Vamos Takao, primero debes ducharte y luego desayunaremos— el ojos de halcón lo miró, meditando un poco las palabras del mayor, hasta que simplemente se dispuso a contestar, con lo que el peliverde presumió sería la mejor respuesta.

 

—pedo no me se bañad Shin-chan, báñame…— quitándose la playera que era como un vestido para el tamaño del menor, el mayor simplemente enrojeció se forma violenta, ni con un niño tan pequeño podía dejar de comportarse como un tsundere, si Takao fuera el de siempre,ya le habría hecho un comentario por la situación.

 

El mayor simplemente tomó una de las camisetas más pequeñas de su novio, esperando que después del baño pudiera darle algún tipo de comodidad, necesitaba respuestas y la verdad es que no se sentía preparado para conseguirlas por su cuenta.

 

—Shin-chan ¿de vedad edes dostod? —El peliverde afirmó desde la cocina, centrando su atención, nuevamente en el menor. — no mi gustan los dostodes, son malos y no queden a da gente, ni mi... —Sentenció el menor sirviéndose la leche que el más alto le entregaba, algo en el corazón de Midorima se quebrajo ante las palabras de su novio, ellos habían elegido carreras similares y eso era por sus intereses, era algo que los unía, el deseo y el esfuerzo que había puesto Midorima, era para poder ver el gesto de orgullo que siempre aparecía en el rostro de su novio, eso además lo había potenciado a esforzarse el triple de lo que ya lo hacía — Shin-chan ¿dice algo malo yo? — Los ojos acuosos del menor le hizo darse cuenta que él también estaba a punto de llorar, que se había formado un nudo en su garganta, al parecer la falta de descanso y la locura que estaba viviendo, había mermado en su compostura. —tú no edes como oto-san, ¿vedad? Yo quido a Shin-chan... - El peliverde sonrío, pero la mención del padre del ojos de halcón lo incomodó un poco.

 

—También te quiero Takao, ahora desayuna, debo hacer una llamada. —El moreno asintió y se concentró otra vez en su leche.

—Espero me creas Akashi, necesito saber que está pasando y no sé a quién más recurrir —miró la sala dónde se encontraba su pequeño ojos de halcón, terminando su leche y aun mirando la televisión

Tomó el teléfono sin saber que no era el único con esté problema.

 

 

 

Otra vez había dormido solo, que su marido no tendrá ni la decencia de llegar, Tetsuya salió sumamente frustrado a su sala, justo cuando entraba a la cocina notó el pequeño bulto que dormía en su sofá, con el equipo de rescate sobre él.

 

La sombra se acercó al notar que esté se removía inquieto, unos intensos ojos de color rojo lo miraron; el pelieceleste no necesito de nada para saber quién, recordaba esos ojos, los había visto en las fotos que Himuro le había entregado, antes de la boda, para poner los videos que quería presentar en la recepción, eran los ojos de su esposo, ese niño era Kagami Taiga.

—¿Usted me cuidara hoy?Mi nombre es Kagami Taiga, es un gusto…— el niño tenía una mirada inquieta, pero juguetona, algo en el corazón de la sombra se enterneció, él era maestro de un jardín de niños, sabía bien que ese pequeño no le mentía, ese era su esposo, tomó aire, pues no podía evitar sentirse mareado y confundido, se sentó junto al pequeño. Revolviéndole el cabello con mucho cariño, con mucho cuidado.

 

—Si yo te cuidare hoy Kagami-kun, mi nombre es Kuroko Tetsuya. — el pelirrojo abrió mucho antes los tiernos gestos del peliceleste. —y dime Kagami, ¿qué edad tienes?

 

—5 años…—dijo levantando su manita y poniéndola frente al rostro de la sombra. — Usted no es como las otras personas con las que me deja mamá, es muy lindo Kuroko-kun. —El peliceleste se sonrojo por las palabras del pequeño.

 

—Kagami-kun, tienes hambre ¿qué te gustaría desayunar? ¿O prefieres darte un baño primero? — el pequeño miró con cierto nerviosismo a mayor, dudaba un poco de cómo debía contestar esas preguntas, la sombra notó la molestia del menor y agregó. —Qué te parece si nos bañamos juntos ¿y luego me ayudas con el desayuno? — el pelirrojo asintió, se notaba un poco más cómodo, según parece su esposo siempre había sido callado cuando algo no lo convencido.

 

Ya con el pelirrojo sentado en la mesa, bañado y con ropa que en su mayoría era de Kuroko, mirando la mesa, esta se encontraba llena de comida, Kuroko solía hacer el desayuno para su hambriento esposo, pero se había medido un poco recordando que esté ahora era un niño de 5 años, pero al volver se percató que el niño solo comía un trozo de pan y leche, sin siquiera endulzarla.

 

—Kagami-kun ¿no te gusta la comida?- el niño lo miró de forma suplicante, era obvio que quería comer de las cosas que habían sobre la mesa, el problema era alguno que el menor hasta ahora no sabía cómo abordar.

 

—Kuroko-kun, yo no puedo comer esto, sería un problema para mis padres después, solo tomare leche y el pan gracias…—al peliceleste se le estrujó el corazón por la forma en que el niño parecía controlar sus ansias, quizá la actitud de Kagami después de que se casaran, venía de antes.

—Kagami-kun, necesito ver a un amigo, ¿me acompañaras? —el menor sonrío, mientras el peliceleste tomaba su celular y le escribía a sus amigos de la generación de los milagros.

Rápidamente el celular sonó, era Akashi, le decía que fuera a su casa, esto era una orden del capitán, algo malo estaba pasando.

 

 

 

Era la tercera vez que miraba el teléfono, releyendo el mensaje que le había enviado Akashi, de verdad había pasado algo como esto, no lo podía creer, esto tenía que ser una maldita broma, no podía ser más que una maldita broma.

 

—Señod… —la dulce voz del niño en el umbral de la puerta lo hizo reaccionar.

 

Ryota se sintió perdido, con la idea de que todo era una broma, algún tipo de cámara indiscreta, pero no, esto no era una broma, él había visto esos ojos, azules y profundos como el mar, los ojos de su moreno, era el no podía ser alguien más—de vedad lo lamento…—el niño otra vez bajó la cabeza, como en espera de una reprimenda, su voz temblaba, se le entrecortaba, parecía que volvería a llorar; el niño esperaba un golpe o castigo, su mente le recordó lo que había ocurrido esa misma mañana.

 

Podía sentir el ruido de pasos en la habitación, seguramente su esposo se había levantado, el rubio se decidió por levantarse, y ver si el moreno necesitaba algo o si quiera quería conversar lo que había pasado la noche anterior, pero al levantarse lo que encontró arrodillado, sin camisa y limpiando el suelo, era a un niño de unos 4 años.

 

Disculpa pequeño… el menor se asustó poniéndose rápidamente de pie, estaba parado, descalzo sobre una posa de color amarillo, que trataba de limpiar con su camiseta, Kise notó que el pantalón también estaba mojado, probablemente el pequeño se había orinado, el niño levantó el rostro en dirección al rubio, provocando que el mundo de Kise se paralizara. Fueron segundos, pero el rubio supo quién era el menor que se encontraba frente a sus ojos, ese rostro era el de su esposo, era obvio para el jamás confundiría al hombre que ama.

 

Daiki…fue como un susurro, el rubio sintió que todo a su alrededor giraba y se sentó en el colchón, sosteniéndose la cabeza, sentía nauseas, el moreno pequeño lo miraba con una profunda tristeza. Lo lamento mucho señod, yo despeste con muchas ganas de haced piss pedo no sabía dónde estaba el baño, pedo estoy limpiando…el niño se lanzó al suelo generando un ruido en toda la habitación haciendo volver a la realidad al rubio, quien tomó del brazo al menor, haciendo que el cuerpo del pequeño comenzara a temblar bruscamente.

Es mejor que te bañes…lo llevó al baño cerrando la puerta al salir, no podía entender qué demonios pasaba.

 

—Daikicchi… — al oírse nombrado por rubio, el moreno contuvo la respiración sin levantar la vista.

 

—Señod lave la dopa que ensucie, yo lo siento mucho…—Kise sintió su corazón enternecer, cada vez que él se hacía pipi su mamá era quien limpiaba, jamás le habían pedido ni que limpiara, ni mucho menos lavara su propia ropa, miró al pequeño que temblaba visiblemente, estaba envuelto en la viaja toalla que Kise iba a tirar a la basura.

 

—Daikicchi, ¿tienes frio? —tocó el brazo del menor notando que el agua que escurría por su cuerpo era agua helada, con un poco de brusquedad, el rubio llevó al niño de regreso al baño, no había rastro de vapor; el pequeño se había bañado con agua fría, abrió la llave del agua caliente y metió a Daiki, quedando empapado en el proceso. —No debes bañarte con agua fría, es pleno invierno, puedes enfermarte…—lo mojó completo con el aguas, había dejado que un niño de 4 años se bañara con agua fría, sería un pésimo padre. —te preparare una leche, para que estés calentito…—el moreno no decía nada, tenía la vista agachada, el rubio lo sacó del agua y lo envolvió con una de las toallas más grandes, le puso un poco de ropa, y lo sentó con una taza de leche caliente, con chocolate en la mitad de la sala, con la calefacción para que el pequeño estuviera cómodo, en ese minuto Kise se dio cuenta que todo el shock se había esfumado cuando había visto al pequeño luego de salir de la ducha, sería un buen padre o al menos lo intentarían.

 

Marcó el primer teléfono que pensó, Kuroko, pero no hubo respuesta, luego le marcó a Midorima, pero nada, creo que entendió la urgencia del mensaje de Akashi, era probable de que no fuera el único con una situación como esa.

¿Qué estaría pasando? un suspiro llenó de ruido la cocina, todo esto era muy extraño y algo en el pecho del rubio le decía que se pondría peor.


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