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Mi amor encerrado en su torre. por Layonenth4

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Notas del capitulo:

NOTA: no conteste ningun RR porque primero me e estado sintiendo enferma, despues me corto la inspiracion y me quede pensando como enlazar el capi y despues resulta que ya estoy en semana de examenes otra vez (bachillerato por cuatrimestre, no es recomendable) así que perdonaran ustedes no haberles respondido como siempre y agradecerles, pero realmente en este punto me siento apretada entre mi vida personal, estudiantil y fanfickes. Ademas, ¡se solto un frio de la chinita! soy zona centro de Guanajuato y dejenme decirles que nos estamos tuyendo hasta el trasero mis pequeñas muggles -3-

 

Es el PENULTIMO CAPÍTULO


OMG! ya siento ansias por acabarlo y comenzar "Ese par de anillos" la próxima semana akjsdask *-*. Aunque no sé, tengo ganas de poner un epilogo en esta historia, ¿qué dicen?

Capítulo 5: La fiesta del príncipe.

 

 

En el momento que vio a Draco alejarse, un dolor en su cicatriz apareció, pero se fue tan rápido que ni tiempo le dio por quejarse. Lo bueno, porque en ese momento tenía otras responsabilidades.

Con Niniriu enrollada en su cuerpo se aparecieron fueras del castillo hasta donde llegaban los límites de la Aparición, y notando que varios caballos con emblemas diferentes a los de su reino, mas caballeros y Aurores reposando nerviosos y unos heridos, no le basto mas para correr dentro de su hogar a buscar respuestas.

En el salón principal no había nadie así que fue directo al salón de tronos, donde solo se encontraban su padre Lucius Malfoy sentado con toda honra en una silla de seguro transformada, pero Harry paró en seco y tuvo que parpadear varias veces pues por un mísero momento creyó ver a su rubio en el lugar del rey de Cameloth; ahí descansando el cuerpo pero manteniendo su postura, Pendragon Lucius Abraxas Malfoy, con un bastón a símbolo de su familia de un lado y una copa de algún vino en la otra, solo representaba majestuosidad y supremacía, aunque de nada ayudaba a tener humildad si su padre estaba justo a su lado.

¡Esos hombres nacieron con elegancia y respeto natural!

Primero llego a paso apresurado y se dispuso a inclinarse frente a ambos hombres y manteniendo distancia prudente. Naguini reposaba en el trono y Niniriu fue llamada en silencio a su lado, dejando solo a los tres hombres    

 

— Padre, ¿me llamabas? — inquirió ya el joven erguido y con seriedad previa

 

— Harry, te presento al rey de Cameloth, su eminencia Pendragon Lucius Malfoy. — Harry ofreció otra reverencia, la misma que fue contestada por el rubio mayor.

 

Pasando el tiempo ambos se irguieron y cuando Harry iba a seguir con el protocolo, Lucius solo un leve “disculpen”, tomo el vino de su copa de un tirón y dio media vuelta para retirarse. Por la salida contraria, dejando al joven príncipe con la palabra en la boca mientras apretaba los labios, Tom por su parte solo pudo sentir la chispa de culpa (muy leve) en su pecho, cuando su amigo le lanzo la mirada melancólica que nadie quien lo  no conociera (como Harry) confundiría con desprecio.

Bien pudo ser por la edad de Harry y el desaparecido Draconis  o la cicatriz de su mismo hijo. En cualquier resultado, hizo que su amigo se fuera con una cojera muy bien disimulada por el dolor de su herida

 

— Se nota que le agrado. — comento Harry con su sarcasmo digno de él, al cual Tom solo se digno a ignorar, despegando su mirada calculadora por donde se fue el rubio y volviendo a su hijo con seriedad

 

—  Saldrás al centro del pueblo, los calmaras, dirás que la fiesta sigue en pie y el rey de Cameloth asistirá. Yo debo ir a una reunión de emergencia con los ancianos para decidir qué hacer. — Tom no omitió el desgano al mencionar a los seres seniles, pero a Harry le importaba mas saber que pasaba

 

— ¿Qué ocurre? — el entrecejo fruncido de su hijo denotaba confusión y Tom le soltó las noticias lo mas resumidas posibles

 

— Alguien intenta volver a Slytherin a sus días oscuros. Y que Lucius, rey absoluto de magos sufriera un altercado de tal magnitud camino aquí es inconcebible y al mismo tiempo, sospechoso y alarmante.

 

Harry ato cabos sueltos en su mente y su mirada verde ofendida transmitía lo que el mayor no podía con tanta libertad. Estaba claro que el concejo siempre a odiado a las tierras de Salazar y peor después de la primera gran guerra, tomando cualquier excusa para llevar a la patria de verde y plata hasta el fondo. Pues Tom juraba que mientras él tuviera vida, nada ni nadie pisotearía su magnífica monarquía.

 

— ¡Pero el concejo no puede creer…! — su hijo demostraba que el también la defendería. Pero Tom no le podía permitir tal desliz melodramático

 

— ¡No seas iluso! ¡Claro que pueden! — no era un grito como tal, pero fue suficiente para callar a Harry.  Tom respiro profundo y se acerco a su hijo, tomándolo de los hombros como pocas veces lo hacía — Si no han procedida con una declaración de guerra es por nuestra buena amistad con cada reino y Lucius. Y aunque no lo quiera admitir, ese viejo senil sabe lo que hace.

Que Dumbledore tuviese que intervenir ya solo asemejaba a un gran aprieto y al punto del abismo, pero su padre tenía razón y el no podía descontrolarse como futura figura a seguir por miles de personas. Pues bien, el azabache menor respiro profundo miro a los ojos de su padre, cuyo brillo resplandecía por igual

 

— ¿Algo más? — el azabache mayor vio neutral a su pequeño y observando que ya estaba tranquilo, lo soltó del agarre.

 

— No saldrás del castillo ni tu ni nadie. — Harry estuvo a punto de protestar, pero su padre le corto la discusión — Mañana será tu fiesta y es lo único que tenemos para seguir manteniendo la imagen, antes de caer en algún juego macabro.

 Y después como casi nunca pasaba, Tom abrazo a su muchacho con la preocupación que se le permitía. Harry creció lejos de él por sus responsabilidades primordiales con el reino, pero de que amaba a su hijo que tanto a él como a James les costó tener, lo amaba; como no amarlo si era su misma imagen, a pesar de lo que otros dijeran.  De tan solo pensar en el dolor que veía cada vez en los ojos de Lucius le entraba pavor, pues esa misma noche el también pudo perder a su pequeño. No, no solo defendería su patria, también a su familia pues ya no solo era Harry, sino las tres princesas adoración de sus ojos.

 

 —Hijo, necesito que actúes como un rey ahora.  — beso la coronilla de su hijo y sin preámbulos, paso de largo al azabache menor y salió por la misma entrada que el llego.

Harry solo podía pensar que, a pesar de estar agradecido con los gestos de su padre para con él, solo podían significar que las cosas se pondrían muy, muy feo.

 

 

Lucios camino por los pasillos que conocía de viejas memorias, pero que realmente solo le traían recuerdos horribles. James tuvo la sensatez de poner la recamara para ellos lejos de donde no querían ni poner un pie, aunque eso significara tener que caminar un poco más. Poco importaba ciertamente.

Lucius no era ni la sombra del hombre que era. Si bien seguía gobernando con la izquierda en el poder y la derecha en el corazón, su frialdad y poco tacto llego a los límites insospechados. Incluso llego a pasar un tiempo donde una sola noche la pasaba con Remus dentro de meses; no podía ni verlo, pues se sentía tan culpable como nadie más de la tristeza que obstaculizo el brillo de su amado. Su hija, su pequeña fue la que lo mantuvo firme pero apenas y podía seguir el ritmo de su vida anterior, incluso dejo que la oscuridad poco a poco creciera y justo ese día lo pagaba, con una herida sin gravedad en la pierna derecha.

También lucia más viejo de lo que debería y era consciente de los rumores sobre no poder hablar con los dragones. Puras falacias de la gente, eso por supuesto que lo sabía hacer pues era su alma conectada a las inmensas criaturas, sin embargo no lo volvió a hacer por un lapso de tiempo solamente. Fue Remus una noche tres años después de la desaparición de su pequeño quien le lloro y le suplico que volviera a recomponerse, porque si él mismo se encontraba roto, el castaño ojimiel no encontraba fuerzas para seguir de pie. Le hizo caso y ambos fueron reconstruyendo su relación, con su hija y con su reino, pero nunca sin perder el pedazo desolado en su corazón, donde pertenecía su pequeño hijo.

Entonces, ¿ver a Harry y huir significaba una recaída? ¿Era su culpa o la del joven, que llevase una permanente cicatriz en su frente, recordándole esa noche? ¿Qué las paredes por donde corrió buscando a Draconis fuesen siempre un trauma? No, nadie lo podía culpar y ni que se atrevan a señalarlo.

Entre sus divagaciones se dio cuenta que ya estaba frente a la puerta de su consorte, así que la abrió lentamente pues le indicaron que estaba descansando. Entro a paso lento y lo vio tendido en la cama tras los doseles dorados y bajo las colchas carmesí (decoración seguridad por James, seguro.) al hombre por el cual no ha dejado de sonreír como idiota (justamente ahora) durante veinticuatro años

 

— ¿Remus? — llamo desde la puerta pensando que seguiría dormido, grata fue su sorpresa cuando un veloz ojimiel se sentó a toda prisa sobre la cama

 

— ¡Lucius! — su sonrisa era genuina de puro alivio y el rubio fue invitado a pasar. Llego junto a su amante a la cama y se sentó en una orilla quedando frente a frente.

 

— ¿Qué te ha ocurrido? ¡Dijeron que te atacaron una manada de licántropos! — el castaño se notaba alterado y el rubio no hizo más que abrazarlo primero y tranquilizarlo.

 

— Primero tú, ¿cómo es eso de que no te dejas revisar por un medico? — el esposo levanto una ceja autoritaria, aunque en su consorte no servía de mucho.

 

— Si bueno, eso tiene explicación. — Remus se separo del abrazo tranquilizador y respiro hondamente. Ya se había preparado todos esos días y aunque los nervios le carcomían, el siempre había sido valiente. Muy valiente. Aja. Solo exhalo aire de nuevo, miro a su marido monarca y lo soltó— Espero un bebe.

Simples palabras, nada profundidad, simples palabras. Palabras que hicieron que el soberano más importante reposara su cabeza en el hombro de su consorte con un deje de dudas, enredos sentimentales y contracciones de afecto entre pensar si ahorcar a su esposo lo llevaría a la orca o a la hoguera de Severus a manos de Sirius y James.

 

— Luicus, amor mírame — Remus acuno el rostro del rubio entre sus manos con seriedad, mientras el ojigris lo miraba con el ceño fruncido cual niño pequeño. — No lo planeamos lo sé. Lo hemos estado evitando tanto tiempo y… está claro que llego en un mal momento pero…

Y se quedo sin palabras. Remus bien sabia que entre ambos no querían ningún otro bebe que ya no fuera su Draconis, pero era obvio que cada vez que el rubio lo tomaba sin control tendría que suceder algún día. Ese día tardo casi dos décadas, pero llego y ya no podían hacer nada.

Lucios alejo las manos de su esposo y las estrujo entre las suyas para sentirse seguro y volver a su posición dominante. No podía seguir dejando que el recuerdo de su pequeño le impidiera tener más cosas, cosas que seguro y vendrían con una gran recompensa. Ya han perdido un bebe, no perdería otro.

 

— ¿Lo quieres? — cuestiono un no muy seguro pero resignado rubio y el ojimiel se sintió ofendido por tremenda pregunta.

 

— ¡Claro que sí! — Remus solo podía imaginarse a la gente sin alma que renegaría de carne de su carne, sangre de su sangre. El definitivamente, no sería de esos.

 

— Pues decidido. — la sonrisa entre los dos nadie más la podía apreciar dentro de esas cuatro paredes, pero de que significaba esperanza, ninguno podía dudarlo.

 

 

 

Draco había corrido todo lo que se le permitió y llego casi a tropezones con Pansy colgando de él, pero logro llegar a la torre y no había rastro de su tía, más que si noto la frialdad del lugar y como desde la ventana se podía apreciar el viento congelándose, imitando copos de nieves sin brillo, así como los espectros que tanto Pansy iba mencionando en el camino. Estaba tan ocupado retomando el aliento que no sintió para nada la presencia de su tía a sus espaldas.

 

— Al fin llegas.

Draco cerró sus ojos y con lentitud dio la vuelta, solo para encontrar que su tía salía detrás del ropero que había movido días atrás para tapar la pintura en su pared. Pero no basto, pues Bellatrix estaba ahí, dispuesta a todo con esa mirada llena de furia traspasando sus ojos.

 

— ¿No me explicaras? — cuestiono ella sujetando con firmeza la varita.

 

— ¿Servirá de algo? — el rubio conocía la respuesta, pero su seriedad estaba intacta sin darle gusto a la mujer de notar su miedo.

 

— Cierto. De nada servirá. — ella aparto la mirada con dramatismo y se acerco a la pared de la misma y de un movimiento rápido ella simplemente elevo la varita e incinero la pintura, dejando ver ante los ojos grises como su única salida se extinguía. Terminándose las flamas y dejando mancha en el susodicho lugar, ella le miraba con sus ojos negros llenos de odio.  — Esto era magia, ¿cómo lo hiciste?

 

— Yo soy un mago. — respondió el joven del mismo tono, intentando que su tía desviase el tema de la magia de Pansy (porque era obvio que él no pudo haberlo hecho) y solo le prestara atención a él. Lo único que se le ocurrió fue enfrentarla — Soy un mago, nací en Cameloth y soy el hijo de alguien a quien desprecias. Lo sé todo, Bellatrix.

Ella despego sus manos de la pared y aunque se sorprendió por lo que dijo el muchacho, su rostro cambio a su sonrisa secarrona y misteriosa, mientras lo rodeaba como una bestia jugando con su presa.

 

— No todo dragón. — movió su dedo índice con negativa y volvió a sonreír. —Eres el hijo del distinguible señor absoluto de todo y su fiel perro. — su cara debió ser un poema de impacto, pues su tía soltó una carcajada para después mirarlo con furia contenida. — ¡Hijo de Pendragon Lucius Malfoy! ¡Rey de Cameloth! Y su consortito, el maldito y desgraciado de ¡Remus!

 

— Soy… ¿un príncipe? — el rubio no cabía en sus palabras y solo esas danzaban por su cabeza. Bellatrix fingió inocencia y credulidad, dramatizando la situación

 

— Por supuesto que lo eres. Miembro de la cuna más distinguida en el mundo ni más ni menos, Draco. — y volvió a sonreír como desquiciada y lo miro de pies a cabeza con desprecio — Pero también eres el fruto de un idiota embrujado y un perro que se mete en la cama de cualquiera…

 

— ¡Mientes!

 

— ¡Es lo que son! — hizo explotar las pocas cosas con su grito, pero el rubio solo respiraba agitado enojado por la ofensa hacia sus padres. — ¡Yo sufrí y merecía ser reina!

»Primero mi esposo tonto muere en la guerrilla y me deja sin nada. Yo soy la prima tercera de Lucius y por lo tanto, desamparada y sola me protegió y cobijo hasta jurarme amor. ¿Pero qué ocurrió? Pues que la paria de tu papi se le mete entre la culata y me alejo de él.

¡Yo merecía ser reina de Cameloth y del mundo! ¡Tú y tu hermana debieron ser míos y así Lucius estaría a mi lado junto con todo su poder!«

 

El rubio la miraba sin poder creerlo, que toda su miserable vida fue solo por no haber sido correspondida. No, peor aún, solo giro por una obsesión hacia un poder majestuoso que no se le negó, simplemente no era para ella y no pudo aceptarlo.

 

— Solo estas celosa Bellatrix y ni siquiera es por amor u objeción por mi padre. Me raptaste por tu maldita avaricia. — sus palabras fueron siseadas con odio, pero más que nada con lastima y vergüenza hacia la bruja.

Bellatrix simplemente frunció los labios al principio y tenso su cuerpo como en el inicio, pero después levanto una ceja despectiva y encogió los hombros sin culpa.

 

— Al principio la verdad sí, incluso iba a matarte pero después abriste tus ojos y eran los mismos que los de Lucius… tan bellos, tan frescos. — un escalofrió paso por el joven que no pudo reprimir mientras ella volvía a caminar a su alrededor. — Lastima, eres doncel. Pero me puse el objetivo de criarte bien y fuera de ese absurdo mundo donde no respetan el corazón de una mujer, y poder hacerte mío todas las noches.

Entonces de ahí venían los besos forzados sobre sus labios y el afán de la bruja en que el siempre le sirviera cual sirviente sin ninguna otra opción. Draco por fin pudo entender muchas cosas y otras tantas que realmente ya no estaba seguro de querer saber su conexión con esa loca obsesión. Pero en definitiva, la mujer no quería otra cosa de él más que un consuelo.

Ella se puso frente a él pero estaba claro lo que venía a continuación. El simplemente agradeció que Pansy lograse escabullirse bajo la cama. Bellatrix alzo su mano hacia su rostro pero el volteo la cara, despreciándole por primera vez en su vida, un gesto “amable” de su tía.

 

 — Pero helo aquí, solo me niegas porque ya está en tu maldita naturaleza… ¿o es que conociste a alguien que besa mejor que yo? — el abrió los ojos espantado y ella le tomo del mentón y le hizo conectar miradas, y en un segundo le basto para entrar en su mente — ¡Legeremens!

El grito por el hechizo desprevenido se hizo presente, así como las imágenes vividas para la mente de la bruja y finalizar toda esa película de recuerdos en su mente, con la escena de la promesa recién hecha. Cuando termino Draco cayó de espaldas desorientado y esta se echo a reír y a mover los brazos frenética.

 

—¡ Jajaja! ¡No puede ser! ¿El príncipe de Slytherin? ¿Harry Gaunt Potter? — le miro incrédula y el rubio simplemente la ignoro, tratando de recobrar su equilibrio — ¡Jajaja! ¡Pero si no pierdes el tiempo con tu maldito procreador! ¡De tal papi tal hijito, ¿no?!

Ella se volvió a echar de risa sobre la cama sin poderse creer la gran ironía de la vida. Cuando rapto al bebe y ese mocosito azabache tomo la varita del estuche para “proteger” al pequeño doncel, solo lo dejo vivir para que en un futuro pudiera torturar al mismo Tom de culpa dejándole una simple cicatriz como recordatorio. Pero pensar que el inútil y su “sobrino” terminarían juntos era realmente una buena broma del universo conspirando junto a ella. Se divertiría tanto con el hijo de Potter…

Con esa nueva idea, se paro sonriente de la cama y se puso a la altura del rubio que al fin había logrado controlar su respiración.

 

— No te preocupes Draco, yo le daré un trato especial. — el rubio elevo una ceja sin entenderla y echa chasqueo la lengua por lo “lento” que pensaba el joven, pero su sonrisa floreció solo para torturarlo — Veras, fue por culpa de Tom Gaunt y Severus Snape, familiares de tu amorcito, quien hicieron que Lucius me despreciara y se casara con el inútil de Remus. Así que decidí cobrarme de esos metiches destruyendo su reino, aprovechando mi gran magia que acumule estos años para gobernar sobre las criaturas oscuras y ver a Slytherin sucumbir ante la guerra y agonía.

 

— Bruja loca. — a pesar de que toda esa información la almacenaba y al mismo tiempo unía, de todas las maldiciones que le  pudo haber soltado a esa bruja fueron solo dos palabras que le hicieron retroceder entre ofendida e inconforme.

Ella camino hacia la tenue luz del sombrío día, sacando de entre las telas de su vestido un pergamino que sepa en qué momento, logro quitárselo al rubio. El frunció el ceño y comenzó a alterarse, mas fue confirmado su miedo cuando ella le sonrió como niña traviesa.

 

— Llámame como quieras, eso no evitara nada. — levito el pergamino que en realidad era la invitación a la fiesta, bailando con su sonrisa de victoria maligna en su rostro femenino — Nos vemos Draco, espero que desde aquí puedas apreciar mi victoria sobre tus papis y tu amorcito, con el cual por cierto, me puedo divertir un ratito.

Bellatrix elevo su varita e hizo aparecer la terraza solamente para que el rubio la viera irse triunfal. El chico salió, pero apenas piso el piso de piedra de su antigua terraza le pego el vértigo junto con el viento helado, descubriendo que la altura había aumentado a un nivel inimaginable, a tal punto en que se sentía tocar las nubes y ver hacia abajo no era una buena opción si no quería vomitar.  

Pero la torre no solo estaba siendo custodiada por los espectros fríos, sino también pudo distinguir varios seres inmensos que lo dejaron boquiabierto y uno de ello fue a su dirección con la clara intención de comerlo, pero el solo se volvió a meter a su cuarto. La bruja rio ante esa reacción e hizo parar a la bestia alada en una lengua extraña; la pelirizada subió al dragón rojo y ojos negros como si una mascota fuera y grito para que su “sobrino” la escuchara

 

— ¿Sabías que los Pendragon podemos hablar con dragones y nos obedecen? A mí me costó trabajo por eso de ser de la segunda rama familiar pero al final lo logre. — Draco recupero su postura soberbia y solo rechinaba los dientes, pero la bruja en vez de temer a ese brillo plata vengativo, sonrió divertida. — Si no hablas su lengua extinta, ni siendo el hijo de Pendragon Lucius, te salvarías de ser su aperitivo amor mío.

Ella se alejo con la bestia dejando rodeada la torre por las demás criaturas, pero al chico completamente partido en pedazos. Jamás saldría de ahí, sin que su tías se lo dijera, con dejarle la terraza y sin peligro de que el escapara por tremenda altura, fue suficiente para saber que su destino termino ahí. Ni Pansy como su compañía le ayudaría nunca más a reponerse, pues por un momento pudo haberse visto libre y feliz en ese prado, para que ahora surja ese panorama que solo lo dejaba como esclavo nuevamente.

 Al menos que le salieran alas de pronto volara o que Pansy hablara el idioma dragón… ¿Pansy podría hacer eso? minuto, su tía le había confesado que era el hijo del rey de dragones… ¡¿el podía hablar con algún dragón?!

 

— ¡Draco, ¿estás bien?! ¡¿Qué haremos?! ¡¿Cómo saldremos?! — el pequeño zorrito estaba estirado y parado en sus patas traseras, para que una de sus patitas negras tocase su mejilla y le pusiera atención. 

 

— ¡Pansy! — el zorrito erizo su colita ante su excitado llamado — Dime que puedes hablar con dragones. Enséñame como, ahora.

 

— ¿Eh? — el zorrito ladeo la cabeza sin entender por donde iba aquello, pero la mirada determinada y de mármol del ahora, Draco Malfoy, solo le hizo bajar las orejitas y tambalear la colita, asustada por las ideas que cruzaban por la mente de su amigo. 

Pansy se llevo las horas en su tamaño de hada invocando sus viejos libros y repasando sus apuntes sobre las hojas de aloe que utilizaban en su raza, con un eufórico rubio de un lado a otro y una sola vela que les alumbraba. Lo que el chico le había pedido era casi imposible e increíble de que pudiese siquiera pensarlo; ¡nadie hablaba con los dragones, por amor a la naturaleza! Había escuchado de sus maestros y de los sabios enanos del bosque que solo a tierras lejanas una familia poderosa lo podía hacer, pero solo si eran de esa sangre. Que Draco comenzara a explicarle lo que su tía le había gritado (para ella esos fueron gritos de una vieja loca) y que el pertenecía de algún modo a ese linaje. La pequeña solo pudo repetir un “¿eh?” sin comprenderlo.

Pero el rubio no le había dicho más, prácticamente la obligo moviendo de sus orejitas que le ayudara en esa travesía y ella dolida de sus peludos oídos acepto a regañadientes. ¡Pero no había nada que pudiese ayudar! Ella era un hada del bosque, ergo, ¡solo hablaba con animales de bosque! Y juraría que durante sus cien años de vida, no ha existido un solo dragón en sus bosques… o eso creía, hasta que salió a la terraza siendo sujetada por Malfoy y claramente, un dragón verdoso estuvo a punto de tragársela.

Decidida siguió buscando, ¡pero no hallaba nada que sirviera! Si tan solo hubiera prestado atención en clase de lenguas extintas…

Para Draco era aun peor, pues estaba claro que la pequeña hada no entendía ni papa de lo que era un “dragón” y sinceramente, ni él podía saber cómo hablaban las bestias aladas si solo se la pasaban gruñendo. ¡¿Cómo podía comunicarse un mago con ellos?! ¡¿A gruñidos y mordidas o qué?!

Entonces recordó una de sus tantas pláticas con Potter… Harry, ¡como se llame!

 

Unas pocas familias ancestrales de magos podemos hablar con algunos animales. La mía por ejemplo, nos permite comunicarnos con las serpientes en su lengua, a la que nosotros llamamos “parsel”. — en ese momento, Niniriu pasaba por las piernas de Draco, quien se había acostumbrado y resignado en ese día a que el reptil lo tomara como almohada para sus siestas.

Harry sobo y hablo algo con su serpiente, quien después de responderle con ojos de “me importa un rábano” volvió a acostarse y Harry negó con la cabeza divertido. Draco siempre impresionado por ese siseo tan hipnótico, se volvió curioso al de lentes

 

— ¿Y como lo hacen? ¿Cómo aprendiste? — el castaño se encogió de hombros y le sonrió como si hablara del clima

 

— No se aprende, es instinto y te fluye sin siquiera enterarte. Cuando era niño me pasaba cuando hablaba con amigos y terminaba mis frases en parsel, por el simple hecho de que era natural para mí. — el azabache frunció el seño y comento con una curiosa mirada intentando pensar — incluso a veces es simple “telepatía”.

 

 En ese momento solo pensaba que el azabache lo estaba engañando, pero ahora solo pudo agradecer porque esa charla llegara en buen momento a su memoria.

 

— Pansy, transfórmate en algo chiquito y metete a mi bolsillo. — el hadita despego su vista de sus libros y miro espantada a su amigo, pero este la tranquilizo con su mirada tan penetrante — Tenemos que ir a una fiesta.

A ella le nació una sonrisa de par en par y voló a su lado lista para hacerse más chiquita, pero antes froto ambas manos haciendo aparecer  polvo dorado en sus manos y echárselo encima al rubio quien tuvo que parpadear varias veces por instinto. Cuando abrió sus ojos noto una la túnica oscura de Harry que se le había caído sepa en que momento, (la cual le quedaba algo grande, por cierto.) cubriéndolo y a su amiga ya echa un hámster bebe entre sus ropas sonriéndole.

Bueno, tenía algo con que cubrirse con el frio.

El solo atino a asentir con la cabeza y tomar aire de valentía (valentía que en realidad no tenia, en un futuro posiblemente la llamaría “estupidez”) para salir a la terraza. Los espectros fríos comenzaron a rodear la torre más de cerca viéndolo salir, pero un dragón gris y ojos zafiro se le acerco con clara intención de asesinarlo, pero el alvino solo pudo alzar la mano para detenerlo.

La bestia se detuvo por un segundo y después pareció que lo comenzaba a olfatear, mientras tanto el rubio se concentraba plenamente en sus sentidos y dejo de pensar y sentir por primera vez, una energía que lo recorría desde la punta de los pies hasta el último cabello. Dicha energía comenzó a brotar de su cuerpo a pesar de que no lo notara y los dragones por si solos comenzaron a rodearlo, llamados por tan conocida magia. La misma hada se sintió atraída por esa onda que la arrullaba…

Para cuando el chico abrió sus ojos, sintió en su palma una piel rasposa y fría en su totalidad siendo levemente presionada contra su extremidad. Era el mismo dragón gris que le ronroneaba y miraba con ojos de apreciada ternura haciéndole perder ese salvajismo al que era sometido.

Entonces solo sintió que conocía las palabras que debía utilizar y de qué manera, y que podía debía hablar.

 

~¿Eres tu otro domador de dragones, como esa bruja oscura? La gran bestia lo miraba expectante ante la respuesta, pero el rubio pudo distinguir cierto tono de molestia y reto ante la pregunta. Entonces quedo en claro que ellos solo obedecían a Bellatrix por alguna clase de obligación, no por voluntad propia

 

~No, soy el hijo de Lucius Malfoy.  El dragón alejo su hocico de la palma del joven y aleteo con fuerza, pero no intimido al joven que permaneció serio

 

~¡No te atrevas a mentirme humano! Pero en el humano no olio el miedo como en cualquiera, y decidió darle la ventaja de la duda pero aun manteniendo su distancia para carbonizarlo si fuesen invenciones sus palabras. — ~¿Qué es lo que quieres, prisionero de la bruja oscura?

 

~Necesito que me lleves al castillo de Slytherin. Demando el rubio y con ese brillo en sus ojos de una forma tan similar al rey del dragón, a este no le quedo de otra que dudar de si mismo y atreverse a creerle con una última pregunta.

 

~¿Cuál es tu nombre, supuesto hijo perdido del gran Arthuro*? Por mucha autoridad el rubio estuviese demostrando, por dentro se estaba mordiendo las uñas. Por fin pudo hacer dudar al dragón sobre su origen, pero era claro que una metida de pata lo haría el almuerzo de tremenda bestia. Pensó sabiamente la respuesta y llego a la conclusión de utilizar su “nombre completo”

 

~Draconis.

No bastaron más palabras y lo siguiente fue tan rápido como se suponía. El dragón gustoso y con solemnidad, llevo montado al rubio sobre su lomo con una temblorosa Pansy al colapse entre la magnitud del miedo y la maravilla de montar un dragón rumbo a un desconcertante destino.

 

 

 

Para esas horas y mucho antes del drama, la fiesta en el castillo y fuera de este ya estaba en su gran resplandor para ser tan temprano. Muchos pensarían que para ser un reino tan frio gracias a las montañas nevadas tan cercas y Azkaban justo arriba de ellas, eran un reino amargado y después la guerra fueron mas retraídos, pero desde que la abuela de Harry, la difunta reina de sangre Merope Gaunt gobernaba y su hijo le siguió con un hiperactivo James, las celebraciones de Slytherin eran brillantes y casi tan felices como los siempre alegres y humildes Hufflepuff. Casi.

El celebrado príncipe ya había saludado a la mayoría de los invitados y en ese momento se despedía de su compatriota la reina de Gryffindor y su hija, para desahogar su cansancio y frustración por Draco, quien aun no llegaba y ya estaba preocupado. Su padre platicaba con Severus y otros nobles del reino y a él lo dejo como el anfitrión. En serio, su padre a veces se pasaba de cruel y se comportaba como niño chiquito ante las “interacciones sociales”.

 Llego junto a James, Sirius y Remus quienes despedían a sepa-que-familia-prejuiciosa de tantas que habían invitado y arrebato de la mano de Sirius una bebida. La que fuese, pero que le rejuveneciera su garganta seca era bien bienvenida.

 

— ¡Tranquilo! Aun no son ni las once. — comento un divertido Sirius

 

— Ya me harte y mi padre que me ignora. ¡Me duelen mis mejillas de tanto sonreír! — y era cierto, sentía tieso su rostro por tener tanto tiempo esas sonrisas tan agotadas, a veces llegando a ser falsas.

Los mayores rieron ante el menor y James solo negó entre divertido y resignado en la cabeza

 

— Ríndete con tu padre, él no piensa saludar a alguien de no ser que pueda evitarlo. — el castaño mayor solo trago otra risa ante la mirada fulminante de su hijo. Sus hijas se hallaban danzantes entre los demás pequeños y solitas podían saludar a cualquier adulto, en cambio su hijo era idéntico a su esposo en el sentido de socializar: se les daba pésimo el merito.

Harry frunció un rato mas el ceño pero después, como cada diez minutos, pasaba su mirada por todo el salón buscando esa cabellera rubia entre la gente. Pero nada y ya se estaba cansando de confundirlo con el parlante político de Lucius.

¿Es que Draco no pensaba llegar? Incluso Seamus ya iba por la tercera cita y nada del ojigris, ¿dónde estaba?

 

— Hijo ¿por qué no estás bailando? ¡Ron y Hermione ya van por el sexto baile y tu nada! — James tenia la clara mirada de “tienes que casarte” clara en su rostro y Harry se trago el gruñido tras la copa ante su padre. En cuanto viera a Draco le daría un largo regaño por tremenda impuntualidad y hacerle pasar por todo eso con un insistente James.

 

— Sí cachorro, hay una fila demasiado larga — Sirius señalo con disimulo hacia sus espaldas y el volteo de la misma forma, solo para chocar con coquetas tontas y indirectas demasiado obvias. De seguro donceles y doncellas se habían cansado de discreciones y ya estaban al borde de lanzarles señales de humo para que le hicieran caso.

Bueno, no era su culpa estar pensando en el rubio solamente. Bueno, tal vez si era su culpa. ¿Pero a quien le importa? A su papá, claro.

Harry regreso la mirada y choco con ojos chocolate dictándole un “apúrate y decídete”. Una gris azulada burlándose de él y su favorita y mas consoladora ojimiel, quien solo le decía “lo lamento, pero debes hacerlo”. ¡Hasta Remus tenía esa mirada! Mira que le empezaba a caer bien…

 

— Ahm, pues estoy esperando a alguien. — comento Harry escondiéndose detrás de su copa

 

— Oh, ¿y qué tiene de especial esta persona? — cuestiono Remus un tanto divertido por la situación del chico, quien se perdió ante algún buen recuerdo juzgando por su sonrisa boba

 

— Aparte de bello, educado, culto, encantador, inocente, apasionado… ¿ya dije bello? — el castaño soltó varias risas acompañado por cornamenta y lunático, pero no James.

 

— Harry. — con sutileza y rapidez pellizco a su hijo, haciendo que el joven parara de reír.

 

— No lo sé, solo… ¿lo sé? ¡Auch! — recibió otro pellizco.

 

— Ya lo perdimos. — comento un divertido Sirius

 

— Completamente enamorado. — Remus abrazo a su amigo y ambos soltaron un suspiro de fingida resignación y decepción. Papá e hijo entrecerraron la mirada ante la broma, pero los dos amigos siguieron divirtiéndose de sus caras.

 

— Solo espero que ¡por fin! te hayas decidido. — comento James moviendo su copa acusadoramente contra su retoño. Harry aleteo con su mano al aire despreocupadamente

 

— ¡Hey, que prisa por verme en el altar! — acuso el joven después de haber recibido un puntapié por parte de su progenitor. Su papá estaba decidido a dejarle moretones esa noche.

 

— La prisa que deberías sentir, si tu padre decide mandarte por un tubo y no coronarte. — se supone que el comentario era serio, pero los otros tres presentes rieron con poco recato ante la sola idea de un Tom desheredando a su único hijo.

 

— ¡Harry! — vale, que James también trataba de quitar su sonrisa de su rostro para sermonear a su hijo, pero ni el mismo se había creído lo que dijo.

 

— ¡Ya entendí! Pero no quiero asustarlo con un anillo sin siquiera sabe minombre. — contesto el joven sonriendo con una verdadera paz y alegría y de momento sus ojos brillaron ilusionado ante la mirada atónita de los tres mayores — No, no se lo dije ni que soy príncipe o algo así. ¡Y poco le importo! Por eso es especial.

Los tres adultos se miraron sorprendidos pero al final optaron por acompañar al chico en su alegría y Remus fue quien palmeo el hombro de Harry con una sonrisa de apoyo, inminentemente acercándose un poco más al príncipe.

 

— Pues si. Definitivamente es un chico misterioso. — comento Remus y Harry solo asintió ilusionado otra vez con la sonrisa boba en su cara

 

— ¡Claro! Rubio, ojos grises, labios… — paró en seco y su alegría se borro de su cara. Teniendo a Remus de frente y a Lucius Malfoy en la misma habitación, logro coincidir con ambos aspectos y unirlos, solo para terminar con la imagen de Draco como resultado y sus pláticas con el doncel le golpearon de momento.

 

Nunca conocí a mis padres.

»Una mujer que dijo ser mi tía me crio encerrado en una torre.

 »No tengo varita.

»Me gustan las flores de narcisos, su aroma me trae sueños tranquilos.

»Siempre una canción de cuna es lo único que recuerdo, pero después se opaca con las imágenes de una tomentosa y oscura noche llena de gritos de niños.

»Soy bueno dibujando, y en estos días casi siempre es el símbolo de un dragón.

 »Sí el estuche fue creado en Cameloth, de allá deben ser mis padres.

 

¡¿Cómo podía ser tan idiota?!

 

— ¿Harry? — Remus lo movió un poco del hombro y el chico volvió a mirarlo. El príncipe consorte de Cameloth le iba a recomendar sentarse pues se le quedo mirando un largo rato, pero Harry le devolvió la copa un tanto alterado

 

— ¡Merlín! ¡Fui tan ciego! — murmuro el joven príncipe que sin aclarar, se fue apurado a encontrar a su padre.

Tom estaba ya solo platicando cosas de la reunión de los ancianos con un estoico Severus, pero la amena conversación fue interrumpida por su alterado hijo que evadió a toda persona solo para atravesar todo el salón y llegar a su padre, quien lo miro con el ceño fruncido y a punto de replicarle su comportamiento

 

— ¡Padre, padre! — llamo Harry en cuanto llego

 

— ¿Cuál es tu drama ahora, niño? — Severus se le adelanto con fastidio a Tom, pero por primera vez en toda la vida, Harry ignoro a su odiado “padrino político”

 

— Necesito hablar contigo. — exigió Harry encontrando aire y palabras para convencer a su padre, quien asintió pensando que se trataba de una emergencia. Iban a retirarse del salón pero Harry lo pensó mejor y sujeto a Severus del brazo, logrando tener su atención — Con los dos si se puede, ¡pero ya! ¡Es urgente!

Casi los quiso llevar a empujones, pero como la gente empezaba a mirarlos extraño optaron por disculparse con los que pudiesen y salir al pasillo más cercano. Ya estando fuera del lugar y protegiéndose con un hechizo silenciador ante cualquier chismoso, Harry soltó la noticia ante los dos desesperados hombres.

 

— Encontré al hijo del rey Lucius. — Tom estaba preparado para la noticia de un ataque, de una enfermedad terminal en su hijo o que por fin se decidiera por Sebastián y le pidiera que lo protegiese de la ira de Severus. Jamás para esa noticia de la cual ya no tenía esperanzas.

 

— ¡Si es una broma estúpida…! — Severus no había encontrado mejores palabras que esas, pero en su interior algo se removía por la información recibida de su desaparecido ahijado.

 

— ¡¿Cómo cree que bromearía con algo así?! ¡Es él! — exclamo efusivo Harry y sin creerse que Snape de verdad lo creyera tan idiota. Sí, si era un completo ciego e idiota, ¡pero no tanto!

Tom se adelanto ante su hijo antes de que su amigo lo ahorcara, quiso distinguir un exceso de vino en su heredero pero no obtuvo nada, entonces le miro con severidad y un deje de amenaza a los ojos.

 

— Harry eras un niño de brazos la última vez que lo viste. — acuso Tom pero su hijo apretó sus labios ya perdiendo la paciencia.

 

 — Lo sé, pero yo lo reconocí. — aseguro el azabache pero sabiendo que su padre seguía sin creerle, le dio la evidencia — Hace una semana, el día de los Bingly, volví y las trillizas estaban en problemas; Lily iba a caer al rio. Pero fue un doncel que la salvo y ahí lo conocí.

»Rubio platinado, ojos grises, pálido y lo único parecido con Remus son sus labios. Además, se llama Draco y me pidió ayuda para encontrar a sus padres porque ¡una bruja loca que se hizo pasar por su tía lo tiene preso en quien sabe donde!

 

— Respira Harry, respira. — Harry termino gritando lo último y Tom le tuvo que tomar de los hombros. Una vez el chico hubiese tomado aire y controlándose, el rey prosiguió — Te lo preguntare una vez más, ¿estás completamente seguro?

 

— Lucius y Remus han sufrido la perdida de mi ahijado todo este tiempo — Severus se acerco al joven con su típico tono frio y amenazador, transmitiendo miedo.  —, mas te vale no estar equivocado.

 

— “Infinito como las estrellas del cielo, nuestro amor por ti es duradero” — Harry repitió aquella frase del estuche y el hombre de gabardina oscura dio pasos hacia atrás, creyéndole por fin y Tom abrió los ojos sorprendido. — Esa frase fue grabada en un estuche de plata por la Señora Ollivander en Cameloth, ¿verdad?

 

Sí, era verdad.

 

— Por Salazar… es él. — Severus se perdió en una laguna de sentimientos. Una esperanza perdida y un sueño roto volvían juntarse, obligándolo a recargarse en el muro a espaldas de un escéptico Tom.

Pero el shock no duro ni un minuto, para cuando el rey soltó al azabache menor y tomo su postura demandante.

 

— Iremos a buscarlo enseguida Severus. Trae a Lucius y a Remus para…

 

— ¡No! Déjame hablar con Draco primero. — la demanda de Harry hizo que los dos hombres le mirasen retraídos y confundidos

 

— ¡Harry, son sus padres! — riño Toma a su hijo, pero el menor negó con la cabeza insistiendo

 

— ¡Pero él no lo sabe y se asustara! ¡Cuando lo conocí ni siquiera sabía que era un elfo domestico, los fundadores, o un doncel! — su padre estaba a punto de replicarle y Severus de tirarlo para ir en busca de su otro amigo, pero Harry por fin pudo ponerse a la altura de Tom — Soy el único en el que confía ahora. Déjame hablar con él.

Por primera vez se podía decir que Harry tenía la mirada de alguien soberano y poderoso, terco y dispuesto a hacerse su voluntad, la misma que hizo a Tom suspirar y bajar por primera vez la cabeza ante su hijo, totalmente resignado a hacer lo que le pidiese.

 

— ¿Dónde está? — el azabache mayor puso sus manos en ambas caderas esperando la respuesta del joven, quien perdió el toque monarca con ese brillo feliz en sus ojos

 

— Lo invite a venir. Iré a buscarlo.

 

— Tienes diez minutos. — ordeno el rey y su príncipe salió disparado a buscar a quien tal vez, tuviese un futuro esperándole lleno de sorpresas.

Rara vez Harry tendía a equivocarse con sus predicciones, pero esta vez la sorpresa se la llevaría él al salir al jardín donde siempre se encontraba al joven rubio y esta vez, encontrarse con una atractiva mujer de cabellera rizada y una sonrisa maniática, siendo rodeada por Dementores que le obedecían.

Sí, esta es de las pocas veces que Harry tendía a equivocarse al pensar que saldría bien librado de aquello. 

Notas finales:

*hijo del gran Arthuro: hago referencia plagiada a los antiguos romanos cuando llamaban a sus emperadores "el gran Cesar"; titulo dado a cada soberano legitimo por el poder y sabiduria que simbolizo en su momento el primer emperador Julio Cesar. En este caso se le llama así a cada rey de Cameloth por ser "descendientes" de Athuro Pendragon. Claro, esto es sin ser hechos veridicos o provocacion a ofender a la cultura y/o a la creacion de J.K Rowling. ^^

Perdon por actualizar tan tarde, pero es que simplemente ayer me quede sin inspiracion. Les explico, aqui su querida escritora muggle siempre escribe los dialogos y escenas del capitulo, pero se espera a poner la narracion completa porque le gana la flojera, así que ayer dieron las tres de la mañana y aun no sabia como chinitas desarrollar el capítulo =n=

Y sumando al hecho de que tengo examen de matematicas mañana, pues mi mente sepa donde andubo tanto tiempo en el valle de Baldor, Pitagoras y Lewis, hasta ahora que pude acabarlo. 

 


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