El molesto sonido de la alarma sonaba una vez mas, me envolví en las cobijas… maldito sea el lunes. Odiaba despertar temprano para ir al colegio, bueno mas bien odiaba tener que despertar, de mala gana arroje las cobijas al suelo, estire mi cuerpo y me levante de aquella cama tan cómoda, estoy casi seguro de que me seducía para volver a ella un par de horas mas y descansar, pero no, aunque me gustaría. Ah claro, soy Mathew Beaumont, un chico digamos “normal”, estatura 1.67, peso 50kg, cabello castaño claro, lacio y un poco largo, ojos azules que necesitan ayuda de unos lentes, una persona normal con dos papas… si DOS PAPAS, y no se equivoquen no me molesta para nada ser hijo adoptivo de una pareja homosexual, al contrario, disfruto ver el amor que mis padre se tienen, saber que es incondicional. Mire el reloj, 5:30 am y aun tenia tiempo de sobre, me dirigí al baño, abrí la regadera y el agua comenzó a correr, me quite la pijama y entre, el agua caliente choco con mi cuerpo y una sensación de serenidad me invadió por completo. En que estaba.. Ah si! Soy gay, si, gay, no tengo problema en admitirlo, mis padres lo saben y la mayoría de mis amigos también así que para mi el decirlo no es un problema. Después de 15 minutos salí del baño con una toalla amarrada en mis caderas, mi uniforme estaba listo sobre la cama; debió ser papá, lo mire, ese uniforme en verdad me gustaba, pantalón negro, camisa blanca, corbata roja, y un saco negro con una franja roja en las muñecas, simple y sin ser horrible. Ya eran las 6:07, ¡Maldita sea! Me desperté muy temprano, el sol ni siquiera había salido, suspire, en la sala papá ya arreglado preparaba el desayuno, mientras que mamá corría de un lado a otro en busca de sus cosas, en realidad no le gustaba que le llamara mamá pero para mi era una costumbre, una forma de reconocerlos.
-buenos días papá, buenos días mamá-.
-buenos días cariño, nunca me dejaras de llamar así, verdad?-. Sonreí de forma burlona, un leve golpe en mi brazo de su parte seguido de un beso en la mejilla.
-buenos días Matty-.
Me senté en la barra de la cocina, minutos después un plato con el desayuno fue puesto frente a mi, la rutina diaria, cabello negro, ojos cafés, altura 1.78, peso desconocido, si, ese era papá, Frederik Beaumont, ordenado, metódico, un poco serio y algo exigente, todo lo contrario a mamá, cabello castaño, ojos miel, altura 1.72, peso desconocido, Erik Sartorius, pero al casarse con papá decidió cambiar su apellido así que es Erik Beaumont, desordenado, distraído, torpe y muy cariñoso, ya veo por que dicen que los opuestos se atraen.
No me di cuenta cuando el reloj marco las 6:25, hora de irme, me despedí de ambos y salí de casa, el colegio me quedaba bastante cerca, podría salir incluso mas tarde, pero me gustaba llegar antes y por una buena razón. El colegio, lo bastante grande como para no parecer uno, simplemente me gustaba, un lugar amplio y fresco con una apariencia hermosa, entre al edificio en dirección a mi salón, abri la puerta y como siempre ahí estaba el, sentado en su lugar, con la vista perdida en la ventana, mi corazón dio un pequeño salto, cerré la puerta tras de mi, y fui a mi asiento, justo a su lado. Calma, calma, respira, tranquilo, gire hacia el, y ahí estaba, mirándome con esos ojos, sentí mi rostro arder.
-buenos días Matt-. Esas simples palabras me provocaron un escalofrió, tranquilidad al carajo, mi corazón acelerado, mi rostro rojo y los nervios a flor de piel.
-b-buenos días André-.
Su vista se perdió de nuevo en aquella ventana, André Mushat, cabello negro, un poco largo y lacio, ojos verdes como esmeraldas, altura 1.76 o 1.78, peso alrededor de 63 kg, una perforación en el labio que sin lugar a dudas lo hacia lucir mas apetecible para mi. Mordí un poco mi labio como regaño, deja de pensar cosas imposibles. Hundí mi rostro en mis brazos, el me gustaba desde la primaria, así es, me di cuenta de mis preferencias a tan corta edad, y eso por que fue, simple, cuando vi por primera vez esos pozos verdes, pensé que no quería que vieran a nadie mas que a mi. Tan metido estaba en mis pensamientos que no me di cuenta cuando me llamaba, algo en mi hombro, alcé mi rostro y me di cuenta, sentado en el lugar de frente mirándome directamente, nuestros rostros… estaban muy juntos! Sentí el rubor invadirme al igual que los nervios. Estaba por alejarme cuando sentí su mano acariciar mi rostro.
-sabes... no había notado lo lindo del azul de tus ojos-. Tomó mis lentes y los aparto de mis ojos, se acerco un poco más a mi. Sentía su respiración chocar con la mía, sus ojos indagando dentro de mi como si quisieran saberlo todo, ¡Estaba por besarme! Su mano no se despegaba de mi... fue hay donde todo acabo, la puerta fue abierta, recordándonos donde estábamos. Me separe de golpe, si mi papá me viera ahora seguro me compararía con un jitomate. Solo se levanto y volvió a su lugar, con el paso de los minutos mas alumnos llegaron, entre ellos mis amigos, mas sin embargo sentía en cada momento esa verde mirada sobre mi poniéndome nervioso, definitivamente seria un día malo.