«Su dulce sonrisa es lo más cálido que he recibido en mi vida»
Desde que cumplió 18 años, Dante exigió a su hermano Riccardo total control de «El Cielo» el prostíbulo más grande y elegante de toda Alessandria. El centro de control de todas las subastas de mercancía viva en la ciudad, disfrazada descaradamente como el hotel más prestigioso lleno de políticos, artistas y millonarios en general que buscaban carne fresca para sus más oscuros deseos. En Alessandria nada es lo que parece.
La mercancía era traída d diferentes formas: por secuestros, embargos de despiadados prestamistas o ventas de los mismos familiares. «Si lo venden lo más probable es que caiga aquí,no dejaré deesperarlo» susurraba en silencio Dante viendo la puesta de sol por la ventanilla de la limusina que lo llevaba al afamado hotel en el centro de la ciudad para la subasta semanal ansiada por una selecta clientela que se hacían llamar «comensales». El chirrido de la limusina aviso a Dante que ya había llegado a su destino.
Con tan sólo 21 años su presencia era irremediablemente poderosa a donde fuera, tal vez se debía a su armonioso y dinámico cuerpo juvenil o su voz profunda y autoritaria. Pero era claro qué lo más intimidante en él era su fría y cruel mirada similar a la de sus hermanos.
Se dirigió firmé a la entrada de «El Cielo» donde un pequeño y nervioso hombre lo esperaba. Luisiano DiMauro era el encargado de mantener todo en orden en la propiedad más preciada de los Maquiel ya que de «el Cielo» se desprenden todos los negocios de la ciudad; donde se clasifica quiénes van al tráfico de órganos, a los prostíbulos o a las subastas. Por órdenes explícitas de Dante se apartan los jóvenes entre 15 y 25 años para venderlos a clientes exclusivos.
La sección donde Dante se dirigía es llamada «Cocina», pasillos repletos de celdas con jóvenes, sólo hombres, totalmente inmovilizados a la cama, confundidos por las drogas y completamente desnudos. Dante debía darles el visto bueno y eran llevados al «comedor» una elegante sala echa sólo para esa subasta semanal.
- Señor Maquiel - saludó nervioso Lusiano llevándolo inmediatamente a la «cocina» - lo esperábamos ansiosos - dijo refiriéndose a los 2 «meseros» que estaban a su lado - la nueva mercancía ya está lista.
- Ya vino Donatello para apartar mercancías para Carlo? - Dante sabía bien que a su pequeño y engreído hermano menor le encantaba tener juguetes nuevos.
- Si mi señor, vino al mediodía. Sabe, la mayoría son de pueblos agricultores del norte del país, me enteré que hubo una grave sequia y los prestamistas ya comienzan a cobrarse con familiares.
- Del norte, eh? - sintió cómo su corazón comenzó a latir con fuerza, ¿No era él de un pueblo pequeño del norte?
- las mismas familias optan por vender a los pobres chicos, seguro son familias numerosas - Luciano soltó una carcajada - vendiendo uno comen todos.
Dante no respondió, tratando de reprimir sus ansias, hace mucho no llegaba mercancía del norte, ¿Vendría él en esa carga?