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Si Thorin no hubiera muerto. por Brauneaugen

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Notas del capitulo:

Hallo, sólo quiero decir que tienen que escuchar dos caciones:

1 i’d come for you- Nickelback

2 Munich—The Fray. 

La última fue la canción que me inspiró a hacer este fanfic.

-Departamento policial de Zurich. ¿Cual es su emergencia?.

Las manos le temblaban y sudaban dificultándole sostener el teléfono.

-En estoy en un edificio abandonado, a treinta kilómetros del río Limmat. Un hombre quiere matar a mi jefe...- la llamada se cortó debido a que el rubio escuchó un estruendo en el techo. Un disparo, fue lo primero que pensó. Corrió para subir hacia el origen del ruido.

Richard corrió hasta la terraza, el cielo estaba oscuro y nublado, dándole un aspecto mas lúgubre y tétrico al lugar. Esperó tan sólo unos segundos antes de por fin poder ver la sonrisa sínica del profanador.

Estaba desarmado, no tenia nada con sigo más que la navaja que Michael le había obsequiado una vez, esa vez que lo obligó a matar y destripar a un venado.. Para su suerte, el otro hombre tampoco, ó eso parecía. Orcris.

-Me gusta hacer mi trabajo a mano- dijo el hombre de la cabeza rapada Las armas nunca me han gustado, pero en esta ocasión, la situación se ha salido un poco de control.- hizo notar el arma que llevaba en el talón. Richard trago en seco.- acabemos con esto de una vez.- sacó su arma y apunto hacía el azabache.

En su interior agradeció enormemente las clases de judo que Michael le obligó a tomar de pequeño, pues esto le salvó la vida.

Giró para esquivar aquel disparo, resbaló un poco para después utilizar ese impulso para taclear al otro.

Martín subía con desesperación mientras el ojizarco intentaba arrebatarle el arma de las manos al contrario.

Tiró, tiró lo más fuerte que pudo y logró tirar al profanador sobre su espalda. Una vez en el suelo y le quitó la pistola. Sin dudar, sin sudar y sin pensar dos veces sacó su arma. Sabía que le podía decir de algo. La navaja se enterró en el profanador y la sangre comenzó a salir del pecho del otro y se esparció hasta el cuello y el ombligo de aquel hombre. Comenzó a torcer y a escupir más sangre. Richard  no movió ni un músculo, sólo se quedo mirando la mancha roja que caía sobre aquella terraza. Le zumbaban los oídos  y bajo la navaja, mas no la soltó. Aún tenia el arma en su mano izquierda, la guardo dentro de su chaqueta.

-Hijo de perra- dijo el profanador después de mirar sus dedos llenos de sangre.

-Dijiste que lo acabaríamos de una vez, eso hicimos.- Se puso en cuclillas frente a él.

-¿Qué esperas?. Termina lo de una vez.- añadió el profanador.

-No. Prefiero verte sufrir hasta morir. Eso era lo que el maldito dragón quería para mí, y eso es lo que yo quiero para ustedes.- el azabache se puso de pie de nuevo y miro hacia la puerta de la azotea. Parado debajo de el lumbral, con una mirada que se encontraba entre el pánico, la confusión y el alivió, estaba Martín.

Estupefacto. Estupefacto era lo único que podía describir lo que sentía en ese momento. No estaba asustado de Richard, jamás lo estaría, pero en el fondo nunca, ni en sus mas vividos sueños y pesadillas, se había imaginado que el ojizarco haría eso. 

-Martín- susuró el empresario acercándose lentamente. -Lamento que haya tenido que ver eso.

-No tienes que disculparte. Sé que lo hiciste para salvar tu vida.- la distancia se termino entre ambos.

-No lo hago por mí, lo hago por ti. Sí no digo esto, siento que jamás podre hacerlo. Sólo necesito este momento. Es momento de ser honestos. No puedo creer lo que hice. Dejé todo lo que tenia en el suelo, prácticamente tire nuestro amor. Perdoname. Y voy a hacer esto sólo por ti. Estuve tan ciego y no podía ver lo que tenía enfrente de mí. Gracias a ti por fin entendí lo que es perder a alguien que necesitas y amas, entendí lo que es que una persona te ame aún después de ver la peor parte de ti. Ahora lo único que quiero hacer es llevarte a salvo hasta tu casa.- el azabache lo jaló hacia sí para poder abrazarlo, rodeándole por los hombros- Y aquí y ahora quiero que sepas algo: Yo iré por ti hasta el fin del mundo, no lo haría por nadie,  pero tú... Si en definitiva iría, pero sólo sí tú me aceptas. Ahora luchare por ti, por que sin ti no puedo seguir. Sé que te traicione al mentirte, mas yo soy capaz de dar mi vida por ti, y eso es por que siempre te amaré. No importa que se meta en mi camino, no importa lo que tenga que hacer,  siempre pondré tu vida ante la mía sin importar lo que tenga que arriesgar.

El rubio comenzó a llorar, porque a pesar se que se sentía infinitamente feliz, estaba en una situación en la que no podía hacer más que esperar a que la ayuda viniera.

-Bravo-Grito una voz profunda- Bravo, Señor Armitage.- por la puerta principal entró el dragón aplaudiendo. Richard tomó a Martín y lo puso detrás de sí, ambos comenzaron a retroceder.- Parece que por fin encontraste el amor, Richi- Llegó un punto en el que llegaron hasta la orilla de la terraza.- Cuidado pueden caerse, y quiero ser yo quien tenga el gusto de matarlos.- El dragón extendió su mano la cual sostenía una pistola con silenciador. Instintivamente saco su navaja. Dentro de sí rogaba para que esos veintitrés centímetros le sirvieran para algo. Rogaba a Dios que esa navaja que había sigo bautizada como ocrist matara al contrario. 

-Richard, hay unas escaleras de emergencia, podemos bajar por ellas.- dijo en un susurró el rubio para que solo el azabache lo escuchara.

- ¿Por qué no nos sentamos y conversamos mientras tomamos el té?- el dragón apuntó su arma con dirección a ellos.

-Hazlo. Baja cuando te lo diga.- contestó el otro en el mismo tono- Lo siento. No acostumbro tomar el té con gusanos inmundos. Será en otro ocasión.- En un movimiento  rápido sacó su propia arma y de igual forma la apunto al dragón.

-Muy listo Armitage. ¿Quien te lo enseñó?. ¿Fue tu padre, tu hermano?. Oh espera, seguramente fue tu madre.- escupió el dragón con una voz llena de intención de lastimarlo. La cara del de ojos azules cambio totalmente. Odio, en todo su rostro sólo había odio.-¿Dispararás? O ¿Esperas que yo lo haga primero?- retó el dragón.

-Claro que lo haré. -Richard disparo hacia la cabeza del otro. El disparo no le rozo ni un centímetro.

-Necesitas mejorar tu puntería Armitage.- se burló el otro.

-Y Tú necesitas mejorar tu vista. Jamas te apunte a ti. - El dragón volteó hacia la derecha. La bala había caído en un tubo de agua, el cual después de tanto tiempo, aun conservaba agua algo... Contaminada. La presión de aquel liquido fue tal que el dragón cerró sus ojos y fue aventado hacia atrás, cayendo un par de escalones puesto que todavía seguía parado en la puerta. Aprovechando esa distracción, Richard y Martín bajaron lo más rápido que se podía en unas escaleras oxidada que parecían que se caerían en cualquier momento.

Apoyándose con las barandillas para no resbalar lograron bajar dos pisos de los cinco que tenia aquel edificio. Ahora existía un problema, las escaleras terminaban ahí para dar paso a unas en vertical que estaban sujetas con unos seguros. Richard intentó tirar de las escaleras, pero esta estaba trabada. En tanto, el dragón se había recuperado de su estrepitosa caída y estaba por bajar las escaleras. Richard escuchó el sonido de los pasos. 

-Esto será una estupidez, pero quiero que te subas a estas escaleras y tires con todas tus fuerzas, también subiré.- el rubio asintió a la petición de Richard. Escalo hasta la parte mas alta que alcanzó y Richard hasta la mas baja. -Uno. Dos. Tres, ¡Ahora!.- la escalera se destrabó, el problema era sí se pararía o no.

 A un poco, y sólo a un poco estuvieron de que la escalera tocara el suelo.

-Se trabó de nuevo, pero esta vez podremos bajar.- Richard saltó los diez centímetros entre el y el suelo. Los pasos comenzaron a hacerse mas fuertes. -Rápido- grito el ojizarco mientras el ojigris bajaba.

-¡Vuelve aquí Armitage!- gritó el dragón.

-¡Salta!- grito Richard con desesperación. Martín soltó la escalera y cerró los ojos dos segundos, cuando los abrió vio el rostro de el azabache, el cual lo tenia cargado tipo nupcial. Los pasos del dragón eran más apresurados y ruidosos, Richard bajó a Martín y lo tomó de la mano para empezar a correr.

¿Estaba enojado?. No. Estaba furioso... Prácticamente escupía fuego. Cumberbatch corrió hasta las escaleras y las comenzó a bajar. Martín sujetaba la mano de el ojizarco con fuerza. Benedict dio un brinco para quedar de nuevo con los pies en la tierra. Intentó divisar a Richard y Martín, mas no los halló. Escuchó ruidos a su derecha y corrió hacia allí.

Manteniendo el paso firme, el azabache dirigía a su secretaria a un lugar en específico, donde el recordaba haber estado y todo lo que en el había, espera que siguiera tan en pie como antes.

Un jardín con flores secas y marchitas, unas cuantas mesas blancas con telarañas y polvo cubriéndolas, adornando aquel espacio fue lo que recibió a Martín.

-Ve a esconderte de tras de esos árboles. Debe de haber una especie de casa del árbol y debe de estar en buenas condiciones. Sube ahí y espera. Yo me encargare de esto. No bajes por nada y no hagas ruido. Te quiero  a salvo.- fue la indicación que el ojizarco le había dado, y aunque le costara mucho, cumpliría al pie de la letra.

Richard respiro hondo y se movió hacia detrás de los viejos y altos árboles. Miro hacia el cielo a través de las pocas hojas que se conservaban. Las estrellas brillaban sin una luna que las guiara en ese cielo tan oscuro. Volvió a suspirar y aguardo por el dragón.

Martín subió por las maderas que estaban sujetas al tronco. La casita seguía solida, pero la madera rechinaba. No había señal al revisar su celular. No podía aguantar más la espera, así que comenzo a hurgar en unos pequeños contenedores que ahí había. Tenían fotos, dibujos y pinturas. Al revisar el destinatario, todas y cada una de esas cosas, correspondían a un a sola persona Ellise Armitage. La madre de Richard, atino a pensar el ojigris. Los dibujos eran de un niño hacia su madre, no hubiera podido reconocer de quien eran- de Thomas o Richard- sí no hubiera leído el "Richi" con una letra redonda y curvada al final de cada uno. "Richi". Así era como Cumberbatch había llamado a el ojizarco. No entendía como Benedict podía haberlo sabido. Tal vez Thomas. Leyó brevemente una de las cartas, todas eran de Michael a Ellise, pero en ninguna se demostraba amor de su parte, sólo celos y posecividad, pero ni una sola gota de cariño. Las pinturas eran tristes, expresivas y muy bien hechas, la firma de Ellise se hizo presente en cada una. Martín pervivía esa soledad y ese desamparo en cada una.

Los pasos del dragón se hicieron escuchar para Richard. 

-Vamos Armitage. Sal de una vez. No pienso hacerte nada.- dijo el dragón fingiendo inocencia.-Sólo quiero hablar- extendió los brazos a sus costados y dio vueltas para buscar la silueta del ojizarco, mas no la encontraría, porqué estaba parado detrás de un árbol observando.-Bien. Sí no quieres hablar entonces sólo escucha. Recuerdo el día en el que te vi por primera vez. Recuerdo tu cara de molestia cuando te revolvía el pelo, pero lo que más recuerdo es la tercera vez que te vi, tenias un enorme moretón en el ojo. "Me caí", eso fue lo que me dijiste, era obvio que tu padre te había golpeado. Sé muchas cosas sobre ti , sobre Thomas, y sobre tu madre.- Richard arqueó su ceja derecha.-Hice todo por venganza hacía tu padre, y no me arrepiento de nada.- dijo con voz gruesa.- Y jamás lo haré. Así que matarme ahora, o yo lo haré antes.

-¿Crees qué te dejaré ir sólo por eso?¿Crees que me tragaré ese cuento de que lo hiciste por venganza?. No soy estúpido.- el contrario escuchó la voz de el azabache, mas no lo vio por ningún lado.- Sí querías vengarte de él lo hubieras hecho. Mataste a Thomas sin ningún remordimiento. No ayudaste en nada. Michael me golpeó más fuerte después del funeral que ninguna otras vez.- su voz resonaba.- Claro que te mataré. Te dejaré sin sangre.- de un momento a otro el ojizarco salió de su escondite para arrojarse contra el dragón. Ambos cayeron al suelo. Estando arriba, sacó su navaja y la empujo al pecho del otro, quien lo detuvo con ambas manos sobre las del otro. Los dos empujaron lo más fuerte que pudieron. Los ojos de ambos irradiaban adrenalina mientras se miraban. El dragón giró para así cambiar de posición. La navaja estaba apuntando hacia arriba, pero aun así Richard estaba en peligro. 

Entre tanta ira se coló el sonido de la madera rechinando. Martín, fue en lo primero que pensó. El otro también lo escucho, sonrió.

-Después de acabar contigo iré por tu secretaria. - escupió.

Sólo había una posibilidad, una forma de matar a Cumberbatch y salvar a Martín. Tenía que sacrificarse. Respiró un momento, se tranquilizó y lo hizo. Soltó la navaja, dejando que esta entrará en su costado. El dolor le aturdió, pero loro meter la mano en su chaqueta. Buscó el arma del profanador la cual ya no estaba ahí. Perdido, estaba perdido. Observo la cara de satisfacción del dragón. El maldito no se saldría con la suya. Con un grito de dolor sacó la navaja de sí y la enterró en el pecho del otro. Un disparo, desde lejos se pudo ver como un disparo le atravesó los sesos a Cumberbatch para después caer a su lado.

Lo último que vio fue a Martín corriendo a su lado y a Benedict Cumberbatch con la cara mas pálida de lo normal y los ojos como el hielo. Cerró los ojos y el mundo desapareció para él 

Mientras el ojigris tomaba a su jefe e intentaba parar la hemorragia, Un hombre de cabello castaño y cejas pronunciadas se acercó. Lo reconoció en cuanto lo vio.

-¿Qué esta haciendo aquí?- preguntó con los ojos ya húmedos.

-Te explicaré luego. Necesitamos llevar a Richard al hospital. Los hombres se encargaran de esto. Nadie sabrá lo que pasó.- un pequeño número de hombres vestidos en color negro entraron por detrás del edificio. Entre ellos se encontraban un par de paramédicos, los pudo reconocer por los logos en sus camisetas blancas. 

-Apartece. Le llevaremos en una ambulancia, puede subir también.- dijo un hombre con una voz ronca.

~•~Pov Richard ~•~

Su cabello negro y sus ojos azules, es como sí mirará un espejo. No recordaba que era tan hermosa. Ella tocaba el chelo mientras yo tocaba el piano. Nos mirábamos fijamente y ella dejó de tocar.

-Te hace falta práctica- dijo con voz dulce y sarcástica.- ¿Qué pasa?¿Es qué ya no me recuerdas?-.

-Claro que lo hago. Te recuerdo cada día de mi vida. Es sólo que...- .

-No esperabas volver a verme. O por lo menos no ahora.- me interrumpió.- Yo tampoco esperaba hacerlo. Pensé que estarías cuidando de cierta persona.

-He cuidado de Erin. Se casó con un hombre mayor, él tenía dos hijos, Dean y Aidan. Ahora tienen diecisiete y diecinueve años. Los ama totalmente. Él murió hace un par de años. Ahora ya no me necesita.

-Estoy hablando de ese chico de cabello rubio. Te he estado observando. Se nota a leguas que ambos se aman.

-Si. También lo he cuidado. Estoy aquí para que el viva.

-¿Dónde crees que estas?. Esto no es el cielo, ni el infierno. No morirás por amor, tú no. Tú tienes que disfrutar de él. Tienes que vivir lo que yo no pude. 

-No puedo amar. No después de todo lo que ha pasado.- reí levemente- Destruyo todo lo que toco.

- Oh cariño. Eso no es cierto. Ninguno esta hecho para amar hasta que encuentra a la persona perfecta, y ahora que la encontraste... Estoy segura de que quieres volver. 

-Pero ¿Y tú?- pregunté con tristeza. No quería dejarla.

-Yo estaré siempre aquí, Richi. Ahora ve. Se hace tarde y la vida no es eterna.- Me sonrió y todo se oscureció.  Caí en la cuenta de que tenía los ojos cerrados y los abrí.

~•~Pov. Braune~•~

En una silla blanca, como la última vez, el rubio no se había movido ni un centímetro, mas en cuanto observó como los párpados del ojizarco de abrían se inclinó hacia delante.

-¿Qué ha pasado?- preguntó Richard una vez despierto.

-¿Qué ha pasado? ¿No es obvio?. Te llevaron a un quirófano para curarte esa herida.- contestó el rubio.

-Eso ya lo sé. Me refiero a después.- intentó sentarse.-¿Cuanto he dormido?.- sintió el dolor en su costado.

-No te levantes. Has estado en esta cama por dos días. Abrirse los ojos un par de veces, pero los cerrabas inmediatamente, no creo que lo recuerdes.- prácticamente lo empujó de regreso a la cama.- Creo que otra persona te lo contará.- Asintió a la puerta. Lee Peace, con un traje negro y elegante entró por ella. 

-Buenos días señor Armitage.- dijo con una sonrisa en sus labios.

-¿Qué haces aquí?. - preguntó un poco confundido.

-No deberías hablarle así a la persona que te salvó la vida, aunque no fui sólo yo.- a su lado, con un abrigo negro y jeans estaba un hombre con barba y cabello castaño oscuro.- El es Luke. Él mató a Benedict- Luke asintió como saludo.

-¿Ustedes se conocen?- preguntó Martín confundido.

-Claro. Tu padre llamó muy preocupado, me contó todo sobre lo que harias., por obviedad ignore la petición de llevarte de regreso, estaba de tu lado y quería ayudar a acabar a esa sucia escoria. Ese es el motivo de que Luke este aquí. Es el mejor francotirador de Londres como ya sabes. Me precente como alguien que quería invertir en Arkenstrone. Su equipo fue el que se encargó de aquella escena.- Lee se fue acercando lentamente a la cama de Richard, recargo sus manos en esta y lo miró a los ojos.- Tomarlo como el pago y regresame lo que por derecho es mio.- murmuró estando a unos centímetros de el ojizarco- Estoy seguro de que querrás hacarlo, no eres tu padre o tu abuelo, mis problemas son con ellos, a menos que quieras que también sean tuyos.- las miradas de ambos hacia la otra, las manos de Lee muy cerca del cuerpo de Richard, y los crecientes celos en Martín.

-Estoy seguro de que lo hará, pero ahora debemos dejarlo descansar.-El ojigris se paró y se acerco a la cama con una sonrisa amable.

-Cuidate Richard. Cuida de tu asistente.- el castaño no se alejaba de él aún- Se nota que te ama.- añadió con una sonrisa

-Y tú cuida de Luke, o tal vez sea al revés.- contra atacó elazabache. Lee abrió los ojos, se paró y salió de la habitación, sin antes decir "lo haré.".

-¿Cómo se conocen?- dijo el rubio sentándose de nuevo en su silla.

-Creí que habías dicho que tenía que descansar.- el escritor le lanzó una mirada seria, el azabache río un poco por esa acción.- Fue socio de mi padre, le debe dinero por parte de la empresa, de Arkenstrone, Cumberbatch también se las arrebató, pero no lo conoce, por eso no hizo nada en aquella reunión. Luke es su pareja, o eso sospecha la mayoría, con esto lo confirmó. Lee tiene un hijo de la misma edad de Aidan y John {Gimli}, el hijo de Peter{Gloin}, y Luke tiene tres hijos. Los conozco desde hace mucho, fuimos cercanos hasta que Thomas murió y Michael término de perder la cabeza, tal como lo hizo mi abuelo.- contó el empresario.

-Han pasado muchas cosas. Acabo de comprender que no te conozco en nada y tú me conoces en todo.- dijo el rubio.

- Creerme, no querrás saber más de lo que conté aquella noche, más bien, soy yo el que no quiere que lo sepas.- Richard pasó una mano por su cabello.- Mejor hablemos de como te pusiste celoso.- Martín miró la cara del otro, pero se volteó para ocultar su sonrojo.

-No me puse celoso- replicó.

-¿Crees que no lo note?. Claro que lo hiciste- el azabache rió.

-No es cierto.- continuó.

-Entre más lo niegues más será verdad.

Si. Lo hice, me puse celoso. Admitía Martín en sus adentros. Es imposible no ponerme celoso con alguien como tú. ¿Cuándo llegue a esto?.

- El que calla otorga.

-¿Cómo quieres que no lo haga?- murmuró el rubio.

-¿Qué?.

-¿Cómo quieres que no me ponga celoso cuando eres tan apuesto, cuando las cámaras de ciertas revistas te persiguen no sólo por ser el heredero de una empresa multinacional. Cuando las mujeres te coquetean no sólo por ser rico. Esto es tu culpa. Tú y tu maldita maña de matar a todos con tu sonrisa perfecta.- Martín cruzo los brazos y bajo la mirada hacia el suelo con su cara escarlata. Richard abrió sus ojos con sorpresa.

-Oye. ¿En serio te preocupan las otras personas?. Creo que no te has dado cuenta de que todos lo que me conocen me odian. Las secretarias se pelean por no trabajar conmigo. No entiendo porque te preocupan otras personas cuando siempre las alejo y tú eres a la unica a la que quiero siempre conmigo. Las caza fortunas siempre están a la puerta, las entrevistas le dan más publicidad y mejor apariencia a la empresa. Y sí soy el heredero de la empresa multinacional famosísima no es por mi culpa, pero necesitaré responsabilizarme en cuanto a eso.- Martín y Richard de miraban, aunque el otro aún estaba sumamente rojo.

-Richard, yo...-.

-¿Se puede?- dijo una enfermera. El ojizarco asintió.- Necesito cambiarle el suero y necesita dormir más. La primera hora de visitas acabó.- la enfermera parecía encantada con los ojos del azabache.- Ah. Hay más personas afuera aguardando por verlo.

-Gracias. Creo que las tendré que ver después- agradeció utilizando esa sonrisa.

-A..a. Tengo que irme- la enfermera salió un poco nerviosa de la habitación.

-Y ahí esta lo que te dije.- el rubio se paró de su asiento.- Te dejaré descansar.

- Regresarás hoy a londres ¿Cierto?.

-Si. ¿Cuando lo harás tú?.

-Necesito arreglar algunas cosas... Casi se me olvida. ¿Las conseguiste?. 

-Ken las tiene. 

-Gracias por todo Martin.

-¿Este es el adiós?- dijo el rubio parado frente a la puerta.

-Sólo sí así lo quieres.- contestó el azabache.

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Habían pasado dos meses desde que Richard y Martin se habían visitó por última vez. Si así es, los dos fueron tan estúpidos como para separarse. Martin decidió dejar que Richard siguiera con su empresa, a pesar de que le quería estar con Richard, pero sentía que era un estorbo para el de ojos azules. Y por su parte, Richard quería estar con Martin, pero creyó que este no compartía el sentimiento, por ello no lo molesto más. Ahora el ojizarco estaba parado delante de la prensa, trabajadores y otros mientras estaba terminando un discurso.

-Mi padre me ha cedido la empresa hace un par de semanas, por ello soy yo el que esta dando el discurso hoy. Sé que hubo muchas personas que no creyeron en mí, pero he llegado hasta aquí por algo, no sólo por ser el hijo del presidente. Al convertirme en presidente he dejado un puesto vacío, por ello ese puesto sera ocupado por Richard III, el hijo de mi primo, Billy. Los otros trece socios permanecerán como presidentes interinos de cada una de las empresas Armitage,- apunto hacia los catorce miembros de su sociedad y a sus familias sentados a la izquierda de el- haciéndome cargo de dos al mismo tiempo me mudare a Munich donde podre dirigirlas a ambas al unisono. Cabe destacar que gracias a los negocios que hice con la empresas Mirkwood, - señaló hacia atrás donde Lee, Luke y los hijos de cada uno: Orlando (Legolas), Bell(Balin), Peggy(Sigrid) y Mary(Tilda) sentados a la derecha- la economía y puestos de empleo han crecido. Esto sería todo de manera profesional, pero como saben que soy bastante informal daré un reconocimiento especial a una persona sin la cual no estaríamos aquí, ni hubiéramos recuperado Arkenstrone. Esa persona nos ha ayudado mucho, sobre todo a mi, me ha enseñado el camino que debía seguir. Les pido una ovación para: Martin Freeman.- Richard se volteó hacia atrás y comenzó a aplaudir a un rubio sonrojado que estaba estratégicamente colocado en medio de aquella plataforma. Martin no sabia que hacer o donde esconderse, nuca había recibido tanta atención como ahora. 

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Después de aquella conferencia de prensa, todos... Casi todos,  se habían reunido para festejar el reciente nombramiento de Richard. La mayoría festejaba, se reía, gastaban bromas y hasta cantaban como estaba acostumbrado en aquella familia. Parecía que Luke y Lee se habían adaptado muy bien, incluidos sus hijos, aunque parecía haber una cierta rivalidad entre Aidan y Orlando.

Richard estaba agradeciendo a cada persona que entraba a aquel salón, pero le faltaba algo, que buscaba minuciosamente, buscaba a aquel secretario con la vista, pero cuando la lista de invitados estuvo completa supo que no vendría. Suspiro pesadamente y una mano se posó en su hombro.

-Richard- dijo la amable voz de ken- no deberías de buscar algo donde bien sabes que no esta, debes ir a donde sabes que estará. 

-Sabes que no puedo hacerlo.- contestó con desánimo.

-Claro que puedes, y te diré porqué, porque cuando amas algo no debes dejarlo ir para saber sí es tuyo. Debes de ir, quieres ir. Tienes que ir por Martin Freeman y decirle que ha sido la única persona por la que has querido sentir, que ha sido la única persona que hace que tu existencia tenga sentido. Tienes que ir, porque sí no lo haces tú, yo te llevaré a rastas, o bueno, todos lo haremos.- ken miró detrás de Richard, y este al volverse pudo ver a toda la compañía sonriendo en señal de apoyo.- Te conozco desde que naciste, así que no puedes negarme nada. Ahora ve a por él, muchacho.

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-¿Ese no es nuestro tío?- preguntó Richard III señalando la ventana.

-Sep- contestaron Aidan y Dean al unísono.

-¿Y que esta haciendo?- cuestiono Orlando mirando por la ventana.

- Va tras el amor, amigos mios- dijo Aidan.

-Corriendo hacia él más bien- complemento Dean.

-Pues parece que corrió muy rápido, se acaba de resbalar al llegar a su auto.- comento John (Gimli) arrugando la nariz ante aquella imagen.

-Creo que se lastimo, esta caminado raro- Bell (Balin) señaló la pierna de Richard.

-No importa, lograra llegar a su destino de cualquier formar- Ian hizo que los cinco chicos se sobre saltaran porque no notaron su presencia.

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Martin estaba descansando en el sillón de su madre, el cual seguía cubierto con ese molesto plástico. No sabía ni siquiera porqué había ido a ese lugar a deprimirse, tal vez era porque ese era el lugar más deprimente para él. Estaba acostado boca abajo con un cojín en la cara. Su madre le gritaba algo desde la cocina, pero la ignoraba completamente.

"¿Como puedo ser tan estúpido?. No soy tan bueno como para que un hombre rico, guapo y que sale en las revistas de empresarios jóvenes y solteros se fije en mí. Necesito sacarle de la mente esos ojos, esa boca, todo él. Es la primera vez que sueno tan gay en toda mi vida y no me arrepiento. Maldito sea Richard Armitage, Maldito sea Ian por presentarmelo, Maldito sea Michael Armitage por tener un hijo así. Tengo que irme de casa se mi madre o acabaré suicidándome". Pensaba el rubio.

Sin previo aviso el timbre sonó. La madre de Martin le gritó que no fuera vago y que la abriera. Levantándose con pesadez llego a la perilla y la giró.

Congelado. Se quedó congelado con ese azul que lo observaba hacia abajo. Trajo en seco.

-¿Q-qu-qué ....?- la voz no le salia de la garganta.

-Sí te preguntas qué es lo qué estoy haciendo aquí la respuesta es muy fácil. Estoy aquí por que tengo que venir por ti.- dijo Richard dando una sonrisa que sólo el podía dar-.

-No entiendo.- dijo confundido.

-¿Qué es lo que no entiendes?. ¿No entiendes que te amo, que estoy aquí porqué te necesito, que quiero que vengas a vivir conmigo a Munich?. ¿Qué no entiendes, Martin Freeman?. Dímelo y así te lo explicaré.

- Nada. No entiendo nada- contestó.

- Entonces te lo tendré que explicar todo. - Richard se acercó y besó a Martin tomadolo de la cara. Fue un beso lento y suave- Este beso significa que te amo como nunca he amado. Significa que eres mi primer amor y que no quiero tenerte lejos ni un minuto más. Significa que quiero pasar le resto de mi vida contigo, que quiero despertar y verte cada día. Significa que eres lo único que ha hecho que valga la pena vivir. - dijo al separarse de Martin- Por ello quiero decirte esto: No te garantizo que no habrá peleas, claro que las habrá. No te garantizo que no habrá problemas de desintoxicación, porqué todavía los estoy padeciendo. No te garantizó un humor perfecto todos los días. Habrá veces en las que llegaré tarde a la cena, o no llegare a dormir incluso por días. Pero sí hay algo que te puedo garantizar. Te garantizo que intentare hacerte un desayuno y llevartelo a la cama todos los días. Te garantizo que en cada junta, viaje o reunión estaré pensando en ti cada segundo. Te garantizo que me recuperarse y no recaere sí estas a mi lado. Y sobre todo, te garantizó que te amaré hasta el día en que mi corazón deje de latir, la sangre deje de circular y mis hueso se vuelvan cenizas.- el ojizarco sacó un pequeño anillo plateado y lo colocó en el dedo de Martin- Y esto, Martin Freeman, es una promesa que no estoy dispuesto a romper. Así sólo queda una pregunta más: ¿Aceptas ir conmigo a Munich?.

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La familia de Richard, sin Michael, claro, estaba reunida en el aeropuerto despidiéndose de él y de Martin. Extrañamente, y sin que nadie se lo dijera, Lee llegó con Luke y con Orlando. La pareja estaba vestida con un look deportivo ya que el viaje de Londres a Munich tomaría algunas horas. Erin estaba muy contenta, pues por fin sentía que su hermano llegaba a sentirse completamente feliz sin ningún remordimiento. La madre de Martin no apareció, a pesar de que este la invitó varias veces. 

Después de unos cuantos abrazos, muchos «cuidense», y algunos bochornosos besos en la mejilla de Erin a Richard, como sí ella fuera la mayor y él el menor.

Los asientos grises y la gran cabina blanca los rodeaba con una atmósfera ya antes conocida. Las personas a los lados hablaban, dormían, comían o simplemente estaban nerviosas. No había niños, la primera clase normalmente se ocupaba para empresarios o socios con dinero.

De aquí en adelante podríamos parafrasear. Llegaron a su destino, con un Martin adormilado y un Richard con ojeras por no dormir en más de dos días. La casa, su ahora hogar era una casa blanca de cuatro habitaciones, el patio era enorme, perfecto para niños, y eso deseaba Martin. La mudanza fue muy difícil, Richard se ausento varios días al trabajo. Acomodar, juzgar y decorar fue difícil para ambos, pero cuando todo estaba listo pudieron poner el ultimo detalle, una foto enorme de el cielo de Zurich, ese que se veía desde el balcón de su hotel. Festejar que habían terminado, y no muerto de cansancio... Bueno casi, decidieron hacer una noche especial. Películas, de terror y acción, en las cuales Richard era el más exaltado y el que abrazaba a Martin cuando algo lo asustaba. Con la fogata prendida y una manta, la cual termino en el suelo, ambos terminaron subiendo a la habitación principal entre caricias, besos y dejando prendas en el camino. La primera vez que estarían juntos, la primera que se entregarían el uno al otro.

Una musica llenaba sus oídos, una pasión indomable entro en sus corazones y no quiso salir esa noche. Todo subía de volumen. Richard se perdía en el olor de Martin, mientras este disfrutaba de las caricias y del color azúl. 

Dejando todo lo que sabían afuera. La nieve podía caer en esa habitación, pero el calor que ellos se proporcionaban a habría derretido. Lanzándose desde la cima y cayendo juntos. Tomándose de las manos y sabiendo que jamás estarían solos de ahí en adelante. Cara a cara jurándose amor eterno en una mirada. Habían pasado de ser jefe y empleado a amantes, y eso sólo significaba que el destino quería que estuvieran juntos. Respirando al mismo tiempo mirando el color saciar la habitación. Todo lo que era blanco, negro y gris se sacudió junto con las paredes gracias a Martin. Todo el mundo de Richard cambio. El miedo que sentía se estar solo y el dolor al no estarlo se transformo en un rubio de sonrisa afable que le extendió la mano, lo amo y lo paraliza cada vez que lo ve. Su relación era una sinfonía que ni Beethoven hubiera compuesto mejor. Los mejores violines la tocaban mientras los che los bailaban y las teclas de piano seguían el ritmo de los clarinetes y las trompetas. Una dulce voz cantaba entonada. Era la sinfonía escrita con los pasos, las lágrimas y los besos de dos historias que terminaron siendo una.

~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•Seis Meses después •~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•

El suave olor a otoño entraba por la ventana hacia la cocina mezclándose con el olor a panqueques, miel y tocino. El azabache acomodaba todo en un plato y esto en una bandeja. Eran las siete de la mañana y el desayuno estaba servido. Tomó la bandeja y subió por las escaleras a su habitación. Habían paso cuatro meses desde que su vida había mejorado drásticamente al vivir con su secretaria.

-Martin. Aquí esta tu desayuno-. Al entrar a la puerta el rubio cerro su portátil sobresaltado.

-Genial. Pensé que ya no estabas en casa-. Sonrió intentando mentir y ocultar algo, pero es imposible intentar ocultarle algo a Richard Armitage.

-¿Qué estabas escribiendo?- puso la bandeja sobre las pierdas del ojigris, el cual estaba medio sentado en la cama.

-Nada. ¿De qué estas hablando?- tomo el tenedor y cuchillo, partió torpemente un pedazo de panqueque y se lo llevó a laa boca.--. Esta vez te luciste. Te quedaron mejor que nunca-. Le sonrió.

-Martin...-lo libro fijamente y el menor se rindió.

-Prometeme que no te enojaras-. Dejo los cubiertos.

-No me enojare- le prometió. El rubio tomo su portátil y la abrió.

-Esto es lo que estaba escribiendo.- le mostró el titulo de: “La fuente de oro: Los vientos no llaman esta noche”, un libro que era la secuela de “La fuente de oro: si hubiera más tiempo para mirar la nieve”, el mismo libro que Richard había comprado hace tres meses e y que lo tenia con toda la colección.

-Esp-espera. Tú... ¿Tú eres Sroo Apé?.- sus ojos azules se abrieron a su máxima capacidad.

-Si-. El rubio estaba esperando una reacción negativa, pies todavía le era casi imposible adivinar como reaccionaria Richard a diferentes situaciones.

-Eso... Eso es lo más genial que he escuchado-. El azabache sonrió-. Mi autor favorito y yo somos pareja-. Comenzó a reír.

-¿Estas bien?-. Le preguntó.

-Claro. Desvirgue a mi autor favorito-. Martin se sonrojo-. Y puedo hacer que se sonroje-. Miro su reloj-. Mierda, las siete y quince. Tengo que irme-. Se acerco y beso a Martin antes de salir corriendo. 

Al bajar por las escaleras y abrir la puerta se encontró con un señor pelón, canoso y con anteojos.

-¿Y usted qué?- le preguntó en ingles, ya que seguía sin dominar el alemán.

-He venido a hablar con el señor Martin Freeman. ¿Se encuentra aquí?- le contestó el hombre.

-¡Martin, te buscan en la puerta!- gritó.

-¿Quién?- recibió otro grito por respuesta.

-¡No lo sé!-. Se volvió al señor-.¿Quién es?.

-Soy el licenciado Albertini Grandhi y he venido a...

-¡Un tal Albertini Grandhi que es licenciado en no-sé-que!-. Gritó... Otra vez.

Martin bajó con una bata marrón.

-¿Qué desea, caballero?- le pregunto con cortesía innata.

-He venido aquí a hablar sobre uno de sus parientes. 

-¿Parientes?. Se ha equivocado de persona, yo no tengo parientes en esta parte del mundo-. Fruncio el ceño.

-¿Y qué me dice de el señor Drogo Freeman?.

-Ese es un nombre extraño- intervino el azabache, quien a pesar de ir tarde al trabajo quería enterarse del asunto.

-¿Drogo?. Drogo, Drogo-. Repitió en voz alta hasta acordarse-. ¡Drogo Freeman!. Claro que lo recuerdo, se caso hace diez años con una chica alemana. ¿Qué sucede con él?.

-Lamento informarle que el señor Drogo Freeman murió hace una semana, él y su esposa.

-¿En serio?, pero ¿Cómo?- Martin se sorprendió mucho al oír eso, pues Drogo y él habían sido cercanos de más jóvenes.

-Murieron ahogados. Pero no he venido aquí por eso...

-¿Quiere dejar de repetir esa frase?. Es molesto.- le reclamó Richard.

-Deja que el licenciado hable-. Martin miro a Albertini para que continuara

-Han dejado un hijo huérfano, y usted es el pariente más cercano. Estoy aquí para preguntarle sí se hará cargo de él o no. Sí dice que no sera enviado a un orfanato y no tendrá nada más que ver en el asunto.

-Espere, espere. ¿Un niño?. ¿Donde esta él?- intervino Richard.

-En el auto-. No hubo necesidad de mencionar mas, el azabache corrió hacia el auto del linceciado, el cual no tardo en reconocer pues estaba enfrente de su casa. 

Richard se acerco sereno y por la ventana pudo ver a un chico de cabello negro con la mirada hacia abajo en el asiento trasero.. La puerta estaba sin seguro, así que Richard la abrió con facilidad.

-Hola.- le saludó-. ¿Cómo te llamas?-. El chico no contestó-. Yo me llamo Richard. ¿Quieres entrar?. Aquí hace mucho frío-. Ninguna respuesta-. ¿Hablas inglés?. Espero que si o me veré como un idiota 

-Mamá decía que no se debe decir idiota-. 

-Vaya, sabes hablar.

-Claro que sé. Mi nombre es Elijah Freeman, tengo nueve años. ¿Cuantos años tienes tú?

-Tengo veinticinco, pronto cumpliré veintiséis-. Richard le sonrió-.¿Te gusta el café o el té?.

-Me gusta el té.

-Entonces pasa, te prepare el mejor té de tu vida-. El niño salio del auto y siguió a Richard a la casa, en donde Albertini y Martin los miraban sorprendidos. El azabache se metió con Elijah a la cocina pasando enfrente de los dos hombres.

-Creo que eso responde su pregunta, señor Grandhi-. Martin le sonrió.

-Entonces deberá firmar algunos papeles.

-Firmare lo que usted diga.

Después de una hora de papeleo Martin despidió al Señor Grandhi, después de que este le diera las pertenencias del chico. Se dirigió a la cocina y pudo ver a Richard sin saco y sin corbata con la camisa arrugada hasta los codos y a Elijah subido en la barra de la cocina mientras jugaban con burbujas y espuma de jabón lava trastes. Ambos reían y Martin no pudo evitar hacerlo también. Richard lo miro y Martin le asintió en señal de que fuera hacia él.

-Espera un momento-. Le dijo al pequeño azabache-. ¿Qué pasa, Martin?.

-¿Por qué?- le cuestiono. Richard entendió perfectamente.

-Porque me recuerda a mí. Estaba solo. No tiene padre ni madre, como yo, de hecho esta mejor que yo. Creo que puedo salvarlo, puedo evitar que se convierta en mi. Quiero que sea feliz. Quiero que pueda vivir lo que yo no. Y porque creo que es un perfecto cruce de nosotros dos. Es enserio, ¿Ya lo viste?, podría ser nuestro hijo-. Martin abrazó a Richard.

-Creo que te amo como nunca-. Le dijo en el oído.

-¿Estan bien?- les preguntó Elijah desde la barra.

-Estamos mejor que nunca. Estoy seguro que seremos la mejor familia del mundo-. Le grito Richard y cargó Martin y a Elijah por toda la cocina.

Y como dijo un oompa loompa:

«La vida nunca ha sido tan dulce».

Notas finales:

Ho-hola de nuevo. ¿Les gustó?.

Este no es el final final, como algunas saben, este es el final de la historia lineal, pero todavía faltan especiales y la segunda parte, la cual después explicaré como será.

Sí quieren leer  otra cosa mía les recomiendo «Los Infortunios del Amor", les prometo que no se arrepentiran.

Sí tienen algún comentario, critica, sugerencia, amenaza de muerte o insulto no duden de dejarlo en los comentarios, y sí ya están en eso pase y lean otra de mis historias, es gratis.

 

 

 

Nos leemos luego. Bis bald. (• ε •)づ


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