Harry estuvo un buen rato con Theodore y Draco hablando de sus clases, de quién creían que sería su próximo profesor de defensa contra las artes oscuras, hablaban de todo sin tocar el tema de los bandos de la “luz” y “oscuridad”. Harry estaba muy pensativo y se despistaba del tema con facilidad.
A la hora, salieron de la tienda, Abigail acompañada por los demás adultos y con Pansy y Blaise con cara de martirizado, Theodore se aguanto las ganas de reírse.
El día para Harry pasó rápido junto a los slytherins, se dió cuenta que todo lo que decían sobre la casa slytherin era mentira, viendo que en verdad eran igual que ellos, unos simples adolescentes.
Al final del día, ya por la tarde, Harry y Abigail se despidieron de todos y se fueron a la mansión, ya allí y con ropa más cómoda estaban en el salón viendo la televisión que encargó Abigail. Los familiares de Harry yacían dormidos casi encima de él.
-Abbi, me gustaría saber más sobre las fotografías y todo lo que sabes de mis padres.¿Me podrías decir?-Preguntó Harry abrazando a un cojín del sofá.
Abigail le sonrió y estuvo contando todas la anécdotas que recordaba. Le iba contando las historias sobre las fotografías. Se fue dando cuenta que todos en esa época eran un grupo muy sólido, que con sus diferencias se llevaban bien, también se dio cuenta que sus padres, James y Lily no estaban tan unidos como le habían hecho creer. Es más, Lily y James estaban más unidos a otras personas por lo que se veían en las fotografías.
Se fue dando cuenta que era una fotocopia de su padre James, pero las cosas que tenían de su madre no parecían ser suyas. Escuchaba atento a Abigail, dándose cuenta que esquivaba sus preguntas de cómo se conocieron y cómo se hicieron novios sus padres. Y como dudaba sobre decirle sobre cosas, que ella sabía.
-¿Abbi me ocultas algo sobre mis padres?-Preguntó dudoso y preocupado Harry, Abigail boqueó como un pez hasta que se armó de valor. Ella suspiró y cogió aire, mirándole dudosa.
-Harry te quiero y no quiero hacerte daño.-Dijo dejando a Harry más confuso.
Abigail sabía que Harry su ángel, había sufrido mucho, demasiado para su corta vida, y que no debía sufrir por cosas que no había sido su culpa ni de decisiones de él. Suspiró y miró el reloj antiguo que colgaba de la pared. Ya era muy tarde y estaba indecisa sobre que hacer.
-Harry, mejor vete a dormir ya es muy tarde.-Dijo con voz cansada y triste al saber el dolor que ese viejo mal nacido había hecho e iba hacer a ese pobre ángel inocente. No contestó a su pregunta, queriendo tener tiempo para poder como prepararse para contarle.
-Pero, madrina...-Se quejó Harry intentando que le revelase algo.
-Harry... Más adelante te contaré, te lo prometo.-Dijo mirándole a los ojos, enseñándole una mezcla de sentimientos que había allí y que pocos habían visto.
Harry asintió suspirando y le dio una suave sonrisa, se levantó estirando todos sus acolchados músculos por estar tanto tiempo en la misma posición. Se acercó a ella, y dudó un simple momento pero al final le dio un beso en la mejilla y la abrazó rápidamente.
Abigail se sorprendió pero sonrió suave y feliz, correspondiendo al abrazo cuando se apartó le dió un beso en la frente, apartándole el pelo de la cara.
-Buenas noches, madrina.-Se despidió Harry bostezando mientras salía de la habitación, con Neftis dormitando en su cuello y Nua siguiendo sus pasos.
-Buenas noches cielo.-Se despidió Abigail mientras le veía irse.
Harry subió adormilado, no se fijó como Nua se tumbó cerca de su cama y Neftis se anidó en una de las almohadas de la cama. Inmediatamente se tiró encima de la cama oliendo el jazmín y la lavanda de las almohadas, se abrazó a una encogiéndose y apoyó la cabeza en la otra, estaba totalmente encogido mientras se dejaba arropar por morfeo con esos relajantes olores.
En el sueño estaba en un extenso prado cuando vió a su madre, Lily y su padre James, corrió hacía ellos cuando se acercaba vió que estaban con Sirius. Durante un buen tiempo estuvieron bromeando, jugando durante horas, hasta que se empezó a nublar y hacer frío.
De repente escuchó y vio cómo empezaban a gritar que corriese, que se alejase y se pusiera a salvo. Antes de poder conseguirlo, todo se volvió negro.
Empezó a parpadear y vio que estaba en la alacena de los Dursleys.
-No puede ser… Yo vivó con Abigail, mi madrina.-Susurro asustado y temblando.
-¡Niño!- Se escuchó la voz borracha de Vernon Dursleys.
Harry se encogió al escucharle, empezó a temblar al oír pasos acercándose a la puertecita. Escucho como se abría los cerrojos y cerraduras, cada vez que se abría una el miedo en su interior se agrandaba. Cuando la puerta se abrió, reveló a ese hombre gigante y borracho.
Le cogió del pelo, arrastrándole, ignorando sus súplicas, le arrastró a la cocina y le tiró al suelo.
-¡Hazme la cena, sucio monstruo!-Bramó mientras cerraba la puerta de la cocina, dejandole sin escapatoria.
Llorando y temblando, como pudo hizo la cena, salió cogiendo el plato con las dos manos temiendo que se le cayera, al parecer no estaban su tía ni Dudley, y al saber esa información el pavor y el terror se quería adueñar de él. Colocó el plato en la mesa y preparó la mesa bajo la atenta mirada furiosa.
Cuando empezó a comer, escupió.
-¡A esto lo llamas cena niño ingrato!-Gritó mientras se levantaba y tiraba el plato y su contenido al suelo. Inmediatamente su mano se alzó un bofetón impactó en la cara de Harry, a partir de ahí bofetadas, puñetazos y patadas fueron hacía él. Llegó al extremo que Harry estaba en el suelo y tenía que callar los gritos de dolor.
Incluso le cogió del cuello casi axfixiandole, arrastrándole por casi todo el salón hasta llegar al pasillo de la entrada. Segundos después vio como ese hombre se quitaba el cinturón y se iba a bajar el pantalón cuando todo se volvió negro.
Harry despertó con un grito aterrorizado. Su hechizó glamour que incluso seguía poniéndose, desapareció, enseñando la realidad de su cuerpo. Estaba delgado, con claros signos de desnutrición, con signos de abusos de maltrato continuo durante su infancia. Estaba sudando tanto, que su pelo estaba pegado en la frente y no paraba de negar con la cabeza. No paraba de moverse en la cama por el propio terror.
Neftis intentó atraer a la realidad a Harry pero sin conseguirlo y Nua al ver el estado de su dueño, salió de la habitación rápidamente hacia el salón, alertando a los que estaban allí. Quienes estaban allí, eran Abigail y Lucius, que estaban hablando de negocios.