En Hogwarts, en el despacho del director.
El director Albus Dumbledore entraba a su oficina mientras pensaba en cómo serían las vacaciones de su “querido chico de oro” y como “ lo quería”.
Al llegar se sentó en su silla y se metió en la boca uno de sus queridísimos caramelos de limón ácidos mientras revisaba el correo que le había traído su lechuza.
-Cartas del Ministerio, de Gringotts y por último de los Dursley sobre Potter ¿Qué habrá hecho este niño?-Se preguntó cuando vio la última carta.
En las cartas del Ministerio y de Gringotts, básicamente le comunicaban que la custodia de Harry Potter era de Abigail Black Di Morillo, y ya no era el tutor de Harry.
Y en la carta de los Dursleys ponía que Harry Potter se había escapado con la mayoría de sus cosas, y no sabían de su paradero.
Al terminar de leer esta última carta, Albus Dumbledore empalideció como si fuera un fantasma.
-¡¿Pero qué?!...- Exclamó antes de atragantarse con el caramelo.
Cuando escupió el caramelo, entró en cólera por las cartas que al segundo empezó a destruir el despacho de tal manera que era irreconocible.
Después de un par de horas, al acabar de desatar su ira y rabia, reparó todo para que el despacho volviese a ser como era anteriormente, y llamó a Severus Snape, para poder planear y que sus preguntas fueran respondidas.
Estuvo de pie, dando vueltas por el despacho, ya cuando se fue a sentar llamaron a la puerta, sabiendo quién podía ser.
-Severus pase, pase hijo.- Hablando como si fuese un abuelito bueno.
-¿Director me ha llamado? ¿qué necesita?-preguntó Snape, con su típica expresión, sin dejar que el director pudiese entrar en su cabeza.
-Oh, sí hijo, ¿quieres un caramelo de Limón? - Ofreció el director al profesor.
- No gracias , ¿Podría decirme para que me necesita?-Dijo tajantemente y secamente Snape.
-Claro, claro, he tenido noticias de que la señorita Di Morillo se encuentra por el país, ¿Sabía usted de su localización?¿O sabe el que la ha traído aquí?-preguntó sutilmente el director, con una sonrisa pacífica.
-Pues no señor, si no se lo hubiese dicho. ¿Quiere que lo investigue?¿O quiere algo más?- Preguntó Snape, sin cambiar su actitud.
-Ah, no querido, siento haberle molestado, ya se puede ir Severus hijo. -Contestó el director mientras seguía con la misma sonrisa.
-Entonces, hasta luego director.- Se despidió Snape asintiendo, notó que el despacho de Dumbledore estaba cambiado, sin saber muy bien el que estaba cambiado.
Al irse el profesor, se quedó pensando sí sabría que “su querido Harry Potter” no estaba con los Dursleys y que Abigail era su tutora. Desconfiando algo de Snape, aunque esa desconfianza se esfumó al recordar lo manipulado que lo tenía, al hombre.
Severus Snape después de salir del despacho del director, se fue a su despacho, con la cabeza cargada de pensamientos, sabiendo que el director a veces dudaba de él, pero como su egocentrismo le cegaba creyendo que le podía manipular como si fuese un simple crío. Además de confirmar que todavía no sabía que es lo que había hecho su querido perro pulgoso y porque ahora era Lord Prince.
Rápidamente, por red flú se presentó en Grimmauld Place Nº12.
Nada más llegar se encontró con una horda de pelirrojos, suspirando en su interior, sabiendo que tenía que mantenerse sereno.
“¿Cómo no? Si son los Weasleys, espero que no esté Molly” Pensó Severus.
Cuando la horda de pelirrojos se dio cuenta de la presencia de Snape se hizo silencio, al momento vino la señora Weasley a saludarle.