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Oda Masamune por Umi chan

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~*Capítulo 1: Mi nombre es Oda Masamune*~

     Su frente se arrugó y su ceño se frunció. Le dolía la cabeza y no sabía dónde estaba, pero podía sentir que era un lugar blando y cómodo. Se removió un poco y escuchó algunas voces diciendo “Está despertando”, al parecer era de una mujer. Un gruñido escapó de su boca e intentó abrir los ojos con algo de esfuerzo. Lo primero en su vista fue un techo claro y las paredes blancas con cuadros de pinturas, todo muy elegantes.

     Desorientado, buscó con la vista el resto de la habitación, aunque veía algo borroso. De a poco su vista se aclaró. “¿Estás bien?” escuchó la voz como lejana.

     Volteó su vista hacia su derecha, donde provenía la voz femenina, y se encontró con la figura femenina de una sirvienta, era ya una mujer adulta, tal vez unos 30 años, pero bien conservada. Traía puesto el típico uniforme negro con delantal blanco, y una diadema blanca en la cabeza, con el cabello recogido en una coleta.

     —¿Hey? ¿Me escuchas? —la mujer le preguntó mientras se fijaba en esos ojos marrones muy oscuros.

     —¿Ah? ¡Maldición! —gruñó mientras llevaba una de sus a su cabeza, justo en su sien—. ¿Dónde estoy?

     —Menos mal que ya despertó, señor. Me estaba empezando a preocupar. ¿Podría decirme quien es usted y que hacía en el jardín?

     —¿Mng? —confundido observo nuevamente el lugar, recordando que había estado corriendo mientras era perseguido por unos hombres—. Yo… sólo intentaba escapar de unos hombres que me perseguían, pero caí mal.

     —Mmm… —meditó la mujer, dudosa—. ¿Cómo te llamas? —preguntó irguiéndose y alejándose un poco de Masamune, examinándolo con la mirada.

     —Bueno, yo soy…

     El sonido de la puerta distrajo a ambas personas. Ambos voltearon el rostro para ver quien estaba, encontrándose con un pequeño niño, tal de unos 6 o 7 años, de cabello castaño claro, ojos verde olivo, piel ligeramente tostada, vistiendo un polerón con capucha color verde y un pantalón gris, calzando unas pantuflas de color crema. Eran los mismos ojos inocentes que Takano había visto antes de caer desmayado.

     —Em… —el pequeño dudó un instante en hablar, lo suficiente para que la sirvienta reaccionara.

     —¡Ritsu, te dije que no vinieras! —exclamó enojada al ser desobedecida—. ¡¿Qué tal si este hombre es un secuestrador o algo así?!

     —¡¿QUÉ?! —gritó enojado el peliazabache, sentándose con algo de dificultad—. ¡Yo no soy ningún secuestrador, incluso es primera vez que vengo por este distrito!

     —¡¿Y quién dijo que podíamos confiar en usted?! —gritó viéndolo aun con la misma rabia.

     —Rika-chan, no deberías gritar así —dijo el pequeño niño con voz suave ganándose una nueva mirada de rabia.

     —¡Fuera, Onodera Ritsu! ¡Podrás entrar en cuanto me asegure que este hombre no es peligroso! —gritó apuntando hacia la puerta.

     —Pero…

     —Pero nada. Fuera —dijo con un tono más tranquilo la sirvienta.

     Mientras tanto, un ojiavellano estaba entrando en un estado de shock. <<Dijo… ¿Onodera Ritsu?>>. No pudo quitar la mirada del pequeño niño desde ese instante. Ciertamente no conocía como era el castaño en su niñez, pero podría jurar que si le preguntaran, respondería que era idéntico que aquel niño que estaba saliendo por la puerta y cerrándola desde afuera. Miró nuevamente el lugar, preguntándose si habría estado desmayado tanto tiempo para despertar ya con el sol en lo alto, o al menos así dejaba ver la luz que se colaba por las ventanas a su espalda.

     —Disculpa… Hablando seriamente, ¿Qué lugar es este? —preguntó dudoso.

     —Esta es la mansión  Onodera —respondió mirándolo seria. <<!¿QUÉ?!>> gritó en su mente.

     —¿Y cuánto tiempo he estado desmayado para que ya sea de día? —su voz se volvía un hilo más delgado a cada momento.

     —¿Eh? ¿De qué habla? Ritsu lo vio caer hace máximo una hora —ahora si la sirvienta pensaba que el golpe de aquel hombre definitivamente había dejado secuelas.

     —¿Só-sólo una hora? —preguntó con un escalofrío en la espalda. ¡Eso era imposible!

     —Sí… señor, me está poniendo nerviosa. ¿Se encuentra bien? —se acercó al hombre de mirad confundida a paso lento y desconfiado.

     —Podría decirme, ¿Qué día es hoy?

     —¿Eh?

     —Que, qué día es hoy —repitió.

     —Hoy es 13… 13 de marzo, ¿Por qué?

     El azabache sólo pudo suspirar aliviado, pero muchas dudas aún estaban en su cabeza.

     —Disculpa, pero… el niño de recién. ¿Realmente es el único heredero de la compañía Onodera? —lo que esperaba de respuesta era una gran carcajada un “Claro que no”, porque su castaño era un adulta, y estaba seguramente trabajando en ese instante…

     —Claro que lo es, los Onodera sólo tienen un hijo y ese es Ritsu —respondió tranquilamente la castaña.

     —¡E-Eso es imposible! —exclamó Masamune levantándose abruptamente—. Sólo ayer, él… él…

     —¿Él qué? ¿De qué está hablando, señor?

     —¡Esto es estúpido, por poco y pareciera que hubiera viajado al pasado! —estaba alterado, y cómo no, por poco y le decían que el mismo hombre al que le había hecho el amor tantas veces ahora era el niño pequeño que había visto hace unos instantes—. Sólo dígame que estamos en el 2015 por favor, y podré quedarme en paz —era una petición estúpida de su parte, pensó, pero aun así quería escuchar esas palabras tan sólo para poder respirar con calma.

La mujer abrió los ojos espantada, <>.

     —Siéntese por favor. Usted realmente está mal, llamaré un doctor —le dijo mientras lo obligaba a volver al sofá donde estaba recostado antes—. 2015… —susurró como en un pequeño gruñido—. ¿Acaso se cree que viene del futuro?

     —¿Del futuro? —susurró ya espantado.

     —Estamos en 1995 —dijo lentamente, preocupada de cómo reaccionaría aquel hombre.

     Ahora sí, el cerebro de Takano Masamune se estaba quemando ahí dentro de su cráneo. Estaba casi 20 años en el pasado, en casa de su primer y único amor, siendo acusado de poder ser un secuestrador… ¡Y acababa de ver a su Ritsu como un niño pequeño, y, con la cabeza aun en estado de shock, no podía evitar pensar que se veía demasiado lindo!

     Y como deben suponer, su cerebro no aguantó y se desmayó… otra vez.

     Era segunda vez que despertaba en aquel sofá, volvió a encontrarse con el mismo techo, las mismas paredes y los mismos cuadros, sólo que esta vez no se encontró con la misma sirvienta de antes, sino que ahora se encontraba frente a él un hombre adulto, de cabellos castaños un poco oscuros, piel algo tostada y ojos azul oscuro bajo un ceño fruncido, vestía un traje gris con camisa blanca y corbata negra.

     —Así que ya despertaste —dice el hombre mirándolo fijamente—. Rika dijo que estabas algo confundido después del golpe que te diste en mi jardín —su voz era suave, pero se notaba la fuerza en ella—, dijo algo de que estabas confundido con las fechas… ¿Es verdad?

     —Bueno, algo así. Realmente no lo entiendo —Masamune se incorporó en el sofá mirando a aquel hombre—. Disculpe, ¿Quién es usted?

     —Yo soy el dueño de esta casa, Onodera Tetsu.

     <<¿Ese hombre realmente es el padre de Onodera?>>. La cara de confusión en el pobre azabache realmente convencía al castaño, era todo muy extraño. Lo peor de todo es que tenían que tratarlo bien, porque cualquier persona en una situación así podría aprovecharse; después de todo, había aparecido en su jardín desmayado.

     —¿Dónde vives?

     —Bueno… —<>. Su rostro confundido terminó de convencer al castaño, además, de que era mejor tenerlo vigilado.

     —¿Sabes? Si quieres puedes quedarte acá el tiempo que quieras mientras te sientes mejor y tu cabeza se recupera —llevó su manos a sus sienes—. Llamaré al doctor de la familia para que venga a verte, pero mientras tendrás que al menos ayudar. Así podrás llevarte algo de dinero si es que esto se alarga según diga el médico y no sabes dónde ir, ¿está bien?

     <<¿Por qué estoy en una situación así? ¡Que mierda significa esto! Pero… si logro quedarme acá, podría descubrir cosas de Ritsu. Yo no sé nada de él aparte de lo relacionado con lo nuestro de hace diez años… y en cambio él, sabe lo que me sucedió con mis padres, mi depresión con el alcohol… podría ser una buena oportunidad, además de que no tengo donde ir>>.

     —Pero dígame, joven. ¿Cuál es su nombre?

     —¿Yo…? —no podría decir su nombre real. Incluso, si todo era un extraño sueño, tenía que actuar de forma que no lo descubriesen. De forma que Ritsu no lo relacione en el futuro…—. Bueno, mi nombre es Oda Masamune.

Notas finales:

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