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¿Hermanos? por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Lamento subir el capítulo un poco antes pero cómo aquí sólo me queda una hora para que sea día 24 y hay una gran tormenta que me va a dejar seguro sin internet, subo ya el capítulo para que podáis leerlo por si no podía subirlo a tiempo. Espero lo disfrutéis. Un Saludo.


Atte: Fullbuster

Karin POV


 


Ese inmundo crío viviendo en mi casa, era para tirarme de los pelos y no parar. ¿Por qué mi hermana acogería a ese niñato en esta casa? Odiaba a Naruto Uzumaki, lo odiaba mucho, hasta el punto de que me habría gustado verlo destrozado, suplicando por su estúpida vida, llorando y sufriendo, porque realmente no lo quería muerto, lo quería sufriendo hasta que no pudiera más, ojalá hubiera pensado en suicidarse cuando murieron sus padres y mira que lo intenté de todas las formas posibles y por haber, pero mi hermana, su marido y sus hijos siempre estaban con ese chico rubio intentando hacerle feliz, me ponía de los nervios.


Entré en mi cuarto enfadada por no haber conseguido mi objetivo, quería apoderarme de la parte de la empresa de los Namikaze que me correspondía a mí, Naruto no debería ver nada de todo eso pero el gran Fugaku como siempre quería hacer lo adecuado y esperaría a que Naruto cumpliera la mayoría de edad… quería esa empresa, me tocaba a mí, yo era la que estaba destinada a casarme con Minato Namikaze, lo adoraba, lo idolatraba, me enamoré perdidamente de él y esa maldita de Kushina se metió en medio enamorando a mi hombre y encima… le había dado a ese pequeño engendro llamado Naruto.


Yo tenía que haber sido quien le diera hijos a Minato Namikaze, yo habría hecho cualquier cosa por él y traté de ligarlo como pude, pero esa maldita Kushina llegó al pueblo con su cara de niña buena y no le costó ni dos segundos en hacer que me despreciase y se fijase en ella. Todas las chicas de la región estábamos enamoradas de Minato Namikaze, pero él no se fijaba en nadie que no fuera en esa odiosa mujer.


Ahora que por fin me había librado de Kushina Uzumaki, resulta que también fallecía el amor de mi vida y… ¿A quién me dejaban? Al mocoso de esos dos infelices. Cada vez que veía a Naruto, veía la sonrisa de Kushina, veía su hiperactividad, su forma alegre de ser y la odiaba, porque todo lo que había sacado de su padre, lo perdía en lo que había sacado de su madre. Minato Namikaze debió escogerme a mí y yo le habría dado todos los hijos que hubiese querido en vez de a este bastardo, pero iba a sufrir, ese niño jamás sería feliz y yo me ocuparía de que así fuera. La mala reputación que le estaba dando a su madre sonaría por todo el pueblo, todos sabrían como Minato Namikaze venía todas las noches a mi habitación y hacíamos el amor y me daba igual mentir… nadie lo sabría jamás, ambos estaban muertos y Naruto era demasiado pequeño para recordar esas cosas. Era mi palabra contra la de dos difuntos, jamás nadie lo sabría.


Me encantaba torturar a ese niño, él no podía comprender lo que sus padres alguna vez hicieron o no, sólo podía creer en lo que la gente le contaba de ellos y yo me había ocupado de hacer que los rumores infundados sobre sus padres corrieran como la pólvora en un lugar tan pequeño como este. Todos pensaban que Naruto podía ser hijo de cualquiera, sí se parecía a Minato, de eso no cabía duda y es lo que más me había costado camuflar para que la gente pensase que no era suyo y es que me vino muy bien cuando una vez vino el hermano de Minato a verle, el gran rumor… fue lanzar que Kushina se acostaba con el hermano de su esposo y a partir de ahí, todo fue viento en popa, los rumores sobre que Kushina era una golfa que se acostaba con cualquiera ya no se podían parar y Naruto pasó de ser el hijo de Minato, al bastardo que nadie sabía si era de él o de su hermano, pero… era perfecto que su hermano muriese en aquel accidente de paracaidismo al nacer Naruto, todo me venía perfecto.


Salí de casa para ir con mis amigas a desayunar y aproveché para infundar más rumores. Como siempre decía yo, ese niño traía desgracias allá por donde iba, él era el culpable de que sus padres murieran en ese accidente, iban a recogerle cuando se quedó a dormir en casa de su amigo, ahora que estaba en la casa de los Uchiha, haría también de las suyas, en el colegio siempre le castigaban, traía las desgracias y nadie quería acercarse a él, pero aún no había conseguido lo más importante, aislarle de sus pilares más fuertes de apoyo en esta casa, mis sobrinos, Itachi y Sasuke Uchiha.


A medio día llegué a la hacienda de los Uchiha, era horrible tener que haberme rebajado a volver a esta hacienda, pero no tenía más remedio, me había fundido toda la herencia de nuestros padres y Mikoto con su estúpido marido eran los únicos que conservaban su gran fortuna. Sí sólo me diera a administrar las tierras que Minato le dejó a su hijo yo sería millonaria, volvería a desaparecer y regresaría a mi lujosa vida de antaño, pero no… Fugaku era un hombre de principios y yo tenía que apoderarme de esa fortuna como fuera.


Entré por el cuarto de Naruto y saqué de la mesilla de noche la fotografía de Minato Namikaze con su esposa y su hijo, era para vomitar ver a esos dos ahí pero… como me gustaba ese hombre, eso sí era un hombre de verdad y todas las noches soñaba cómo me hacía el amor, lo adoraba. Besé su fotografía y en aquel preciso momento vi entre la puerta entreabierta de su habitación a Naruto observándome mientras entraba echo una furia.


- Suelta esa fotografía – me gritó enfadado – es mía – me gritaba tratando de quitármela.


- No Naruto, puede que la fotografía sea tuya, pero tu padre era mío – le dije.


- Mientes – me gritó – mi padre no estaría con una bruja como tú.


- Tu padre y yo nos lo pasábamos muy bien por las noches pequeño bastardo, me follaba hasta el amanecer y luego volvía con tu madre con la satisfacción de haberse acostado con una mujer de verdad como yo.


- Mi padre no estaría jamás contigo, Zorra – me gritó enfadado y le pegué un bofetón que le tiré al suelo llorando pero Itachi tuvo que entrar en ese momento quitándome la fotografía de las manos de golpe.


- Dame eso Itachi – le dije.


- Es de Naruto, sal de su habitación – me dijo.


- No me vengas con esas niño insolente


- Soy tu sobrino – le dijo Itachi – y esta es la habitación de Naruto así que lárgate y no vuelvas a entrar o se lo diré a mis padres.


- Quédate esa estúpida foto – Le dije mirando a Naruto en el suelo agarrándose la cara por el bofetón que le había dado.


Salí de su habitación y me quedé en el pasillo viendo como Itachi le devolvía la fotografía a Naruto y le ayudaba a levantarse secándole las lágrimas que le habían caído por la impotencia, pero sé que mis palabras ya habían tenido efecto en él, ahora se estaría preguntando si su padre realmente se acostaba conmigo o no. Claro que la respuesta para mí estaba clara… ya me habría gustado a mí tener a Minato Namikaze entre mis sábanas, pero Kushina es quien lo disfrutó. ¿Cómo habría sido tener a Minato en la cama? Creo que tenía que ser espectacular y me excitaba de sólo pensarlo, pero también me ponía de mal humor cuando veía a su hijo, maldito crío.


Esa tarde salí  al jardín para ver a mi hermana leyendo mientras observaba como sus hijos y el bastardo ese jugaban en el jardín. Yo les veía correr como locos, pillándose, riendo y felices, que asco me daba ver esa sonrisa en el rostro del rubio, tenía que quitársela a como diera lugar, no quería que fuera feliz, él había matado al amor de mi vida, su madre había engendrado a ese maldito asesino que hizo que sus padres falleciesen por venir a recogerle ese día de tormenta.


- ¿Cómo puede jugar tan felizmente ese crío después de lo que les hizo a sus padres? – pregunté cabreada y Mikoto se giró hacia mí con cada de enfado.


- Karin ya está bien con el tema, él no tuvo nada que ver, fue un accidente de tráfico.


- Cuando venían a buscarle.


- Karin – me llamó cabreada – ese chico no tiene nada que ver y te agradecería un poco de apoyo y comprensión, ya ha sido duro para él perder a sus padres y tratar de adaptarse a nuestra familia, así que intenta ser amable con él.


- Oh por favor… se ha convertido en tu ojito derecho.


- Yo quiero a mis hijos por igual, a los tres – dijo incluyendo a ese bastardo.


- Nos traerá la mala suerte y lo sabes, ya sabes lo que dicen por el pueblo, ese crio sólo trae desgracias.


- No sé quien infundó ese estúpido rumor, pero si alguna vez me entero, ten por seguro que se las verá conmigo, porque nadie se mete con mis hijos. Ahora deja de decir estupideces y siéntate a disfrutar.


- ¿A disfrutar? ¿Con esos gritos que están pegando?


- Se llama felicidad hermanita – me dijo Mikoto – es bueno escuchar las sonrisas de los niños, míralos, están felices y eso es lo más importante.


- Pues no lo aguanto, me dan dolor de cabeza.


- Nunca fuiste buena con los niños.


- No me gustan – le dije enfadada marchándome hacia dentro de la casa para no verles.


Me fui a cambiarme y es que esta noche me iría de fiesta con las amigas. Cuando salía de casa estaban todos cenando y Fugaku sonreía feliz junto a Naruto que le contaba muy entretenido lo bien que se lo habían pasado hoy jugando en el jardín todos mientras Mikoto sonreía como toda una madre perfecta. Que rabia me daba toda esa felicidad, no la soportaba. Debería haber muerto ese crío en lugar de Minato.


Salí de la casa y me subí al coche con las amigas para ir al único local de fiesta de este insulso pueblo. Allí estaban nuestros amigos, todos ellos y cuando vi a Suigetsu me lancé sobre él besándole con pasión mientras le empotraba contra una pared.


- Que efusiva vienes hoy.


- Ya sabes que sólo busco sexo Suigetsu, así que cállate y acompáñame al baño – le dije seductoramente en el oído.


- Todo sea por el sexo encanto – me dijo sonriendo.


Fuimos al baño y nada más entrar en la primera cabina cerramos la puerta con pestillo mientras me besaba con pasión. Yo no quería nada con Suigetsu y sabía que él tampoco sentía nada por mí, esto era sólo físico y me gustaba imaginarme que él era Minato Namikaze, era la única forma en que ahora mi imaginación me permitía estar con ese hombre.


- Ya sabes lo que quiero –le dije.


- ¿Otra vez vas a jadear conmigo mientras me gritas el nombre de Minato?


- Sí – le dije – ese era el trato, puedes tener mi cuerpo siempre que quieras, mientras me dejes llamarte como me de la gana.


- ¿Quién es ese tal Minato?


- No hagas preguntas estúpidas y follemos – le dije – solo necesito eso de ti.


- De acuerdo – me dijo subiéndome la minifalda a la altura de la cintura bajándose la bragueta de su pantalón para entrar en mí.


Me agarré a su cabello y cerré los ojos imaginándome a Minato, ese chico rubio, musculoso, esa sonrisa radiante y la forma en que se hundía en mí disfrutando de mi cuerpo, amaba a Minato Namikaze, puede que la gente creyese que estaba loca por seguir enamorada de un muerto, pero le amaba, ese hombre se había convertido en mi obsesión y sólo tenía que imaginármelo entrando en mí para ser feliz. Suigetsu siempre hacía un gran trabajo y acabé con la espalda contra la pared agarrándome con fuerza a su cabello y gritando el nombre de Minato como una loca cuando ya llegaba al climax.


 


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