Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dèjá Vú (5927) por Mahiko

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

La gente que, al igual que yo, esté en el fandom de Hunter x seguramente sabrá que hace poco anunciaron que el manga saldrá en abril de un hiatus de más de año y medio, y como no quería que se dijera que Yoshihiro Togashi salió de su hiatus antes que yo (????? les traigo actualización de esta cosa, tal y como les prometí~!

Con este capítulo empezamos a entrar en lo que sería el Climax de esta historia, así que espero que lo disfruten y prepárense que para lo que es la recta final que planeo incluir todo el angst que hace mucho tiempo tengo ganas de escribir (????

 

 

Iniciaron el camino de regreso al hotel tomando un pequeño desvío con el fin de evitar pasar nuevamente frente al acceso principal al cuartel general de la Familia Scaglietti. Avanzaban con pasos rápidos bajo el abrasador sol de aquella tarde, sin atreverse a pronunciar palabra alguna ni a intercambiar miradas, cada uno de ellos luchando en solitario para mantener bajo control las diversas dudas y temores de toda clase, algunos más fundados que otros, que comenzaban a crecer y tomar forma dentro de ellos a una velocidad peligrosamente rápida ante la perspectiva de la compleja y trascendental misión que debían cumplir.

Se encontraban tan profundamente sumidos en sus propios pensamientos que ambos tuvieron la impresión que el trayecto de regreso al hotel fue considerablemente más corto en comparación al trayecto hacia el cuartel enemigo que habían realizado un par de horas antes. En cuanto se encontraron frente al sencillo pero acogedor edificio, ingresaron a este para luego abordar el ascensor en forma casi instantánea. Segundos después, las puertas del mismo se cerraron para iniciar el ascenso. Al llegar al tercer piso, las puertas se abrieron nuevamente, ante lo cual los chicos abandonaron el ascensor y se dirigieron rápidamente hacia su habitación.

Una vez dentro de la estancia, se cambiaron de ropa en forma apresurada, experimentando ambos una sensación de profundo alivio al ser finalmente capaces de quitarse aquellos incómodos y sumamente calurosos de vestir al punto de resultar sofocantes trajes negros que Verde les había dado a modo de disfraces. En cuanto estuvieron listos, hicieron abandono de la habitación, y, minutos más tarde, del hotel, para dirigirse hacia su siguiente destino, en donde finalmente se decidiría si los enormes esfuerzos que habían realizado con el único objetivo de cambiar el trágico y aterrador futuro que les esperaba darían frutos o no, sabiendo instintivamente que, si dejaban pasar más tiempo, las dudas y temores que albergaban terminarían por dañar irreparablemente sus determinaciones y les impedirían cumplir con su misión.

Avanzaban sin prisa alguna, con pasos firmes y decididos. Gokudera guiaba el camino mientras Tsuna lo seguía a muy corta distancia, ambos sumidos en un absoluto pero, a diferencia de muchas otras ocasiones, para nada incómodo silencio, concentrados en lo que les aguardaba una vez llegaran a destino, esforzándose al máximo para apartar de sus mentes cualquier inseguridad o miedo, intercambiando ocasionalmente tímidas y tiernas miradas que les permitían infundirse valor mutuamente.

Luego de largos minutos de agotadora caminata, durante los cuales habían dejado atrás tanto amplias y bulliciosas avenidas repletas de transeúntes como desolados y misteriosos callejones, se detuvieron frente a una puerta enclavada en medio del cerco de entrada a los jardines de una enorme e imponente mansión, en los cuales crecían flores de los más diversos y vívidos colores , además de altos árboles, tras cuyas frondosas copas era posible divisar a lo lejos las elegantes terrazas y los grandes ventanales de la mansión. Un sendero que comenzaba justo del otro lado del cerco atravesaba el jardín y terminaba en la puerta de entrada de la casa, la cual se podía adivinar en la distancia.

El simple hecho de encontrarse parado frente a aquel lugar fue más que suficiente para que un montón de recuerdos que hasta ese instante creía largamente olvidados se agolpara repentinamente en la mente del peliplateado, transportándolo involuntariamente a la época en la que llamaba a ese lugar su hogar e ignoraba los secretos que se escondían tras sus aparentemente inexpugnables muros. Los recuerdos ligados a aquella época, y que en ese momento acudían súbitamente a su mente por primera vez en muchísimo tiempo, le parecían ya tan lejanos y difusos como si le pertenecieran a otra persona, y, sin embargo, eran suficiente para otorgarle a aquel lugar una extraña y sumamente incómoda aura de nostalgia y obligarlo a cuestionarse si en realidad todo aquel asunto de la máquina del tiempo se resolvería de forma tan simple como quería creer, si acaso no era demasiado ingenuo de su parte el esperar que su padre accediera a abandonar aquel proyecto de la noche a la mañana solamente porque él se lo pedía, aun cuando finalmente contaba con pruebas irrefutables del enorme peligro al que se exponía de no hacerlo.

Por su parte, el castaño se percató sin mayor dificultad del leve rastro de melancolía que había adquirido el semblante del ojiverde desde el preciso instante en que habían llegado a aquel lugar, y experimentaba frente a esto una serie de complejos y contradictorios sentimientos. Por un lado, podía imaginar hasta cierto punto lo que Gokudera estaba sintiendo en ese momento, la enorme cantidad de recuerdos de toda clase que su mente debía estar evocando, recuerdos de los que él no formaba parte y que muy probablemente el peliplateado jamás compartiría con nadie, y debido a lo anterior, comprendía a la perfección que aquel instante, aquel proceso de enfrentarse a su pasado era para el ojiverde algo sumamente privado, y que ni él ni nadie debía interferir con eso. Sin embargo, y por muy irracional o incluso egoísta que pudiese parecer, no podía evitar sentirse al mismo tiempo extremadamente fuera de lugar, y sin importar cuántas veces se dijera a sí mismo que había sido él quien había tomado la decisión de viajar al pasado con la esperanza de ser capaz de cambiar el escalofriante futuro que le esperaba y que, por lo tanto, resultaba fundamental para el éxito de la misión que estaban a punto de llevar a cabo el hecho de que él estuviese allí en aquel instante para narrar su versión de los hechos, esa desagradable sensación estaba muy lejos de desaparecer, por el contrario, se hacía acompañar de la aparentemente ilógica pero sumamente inquietante impresión de que, con cada segundo que aquella incómoda situación se prolongaba, el peliplateado se alejaba de él en cierto modo cada vez más, distancia que no hacía otra cosa sino tornarse más insoportable y dolorosa con cada instante. Y lo que le resultaba más frustrante de todo era saber que no había absolutamente nada que pudiera hacer o decir para lograr que todo aquello acabara de una vez por todas, y no tenía más opción que permanecer allí, inmóvil y en completo silencio mientras todas aquellas ideas daban vueltas en su mente a velocidades vertiginosas.

Finalmente, tuvo una idea.                                                                                        

—Todo saldrá bien, Gokudera-kun—Afirmó en un amable y tranquilizador tono de voz al tiempo          que tomaba firmemente las manos del aludido entre las suyas—Estoy seguro de que lograremos cambiar el futuro—

—Tiene razón, Décimo—Respondió el ojiverde, esbozando una sonrisa al tiempo que sentía como las palabras del ojimiel, a pesar de su aparente simpleza, habían sido más que suficientes para sacarlo de sus cavilaciones y recuerdos y hacer desaparecer las dudas que albergaba en su interior en forma instantánea y casi mágica.

Acto seguido, el peliplateado soltó con suavidad las manos del castaño para luego dirigirse hasta un punto cercano de la reja de entrada en el que se encontraba instalado un intercomunicador y presionar el botón de llamado del mismo.

— ¿Quién es?—Preguntó fríamente una voz femenina al otro lado de la línea segundos después

—Soy yo, Hayato—Respondió el ojiverde en el tono de voz más firme del que fue capaz.

—E-espere un momento, por favor…—Balbuceó la mujer, incrédula y sumamente nerviosa, luego de breves instantes sin ningún tipo de respuesta.

Tras aquellas palabras, el lugar permaneció en completo silencio durante un par de minutos, los cuales para los chicos parecieron transcurrir con excesiva lentitud.

—Por favor, pase…—Pidió repentinamente mujer a través del intercomunicador, rompiendo finalmente el hielo.

Acto seguido, la puerta de acceso a los jardines de la mansión se abrió en forma automática con lentitud y gran estruendo. Ante esto, ambos chicos entraron inmediatamente al jardín, luego de lo cual la puerta comenzó a cerrarse tras ellos al tiempo que recorrían el sendero que conducía a la entrada de la mansión, avanzando con pasos firmes pero sin prisa, oyendo el suave y armonioso silbido de las hojas de los árboles al ser mecidas por el viento.

Cuando apenas unos pocos pasos los separaban del corto tramo de escaleras que conducía hasta la puerta de entrada de la mansión, esta se abrió súbitamente de par en par, tras lo cual una mujer apareció en el umbral de la misma. Segundos después, la desconocida bajó las escaleras y se dirigió a toda prisa hacia donde los chicos se encontraban. Lucía un vestido negro con austeros detalles de encaje blanco, a juego con el delantal que usaba sobre el vestido y que completaba el uniforme que la identificaba como una de las sirvientas que trabajaba en aquella enorme vivienda. Llevaba la oscura cabellera recogida en un moño, y la mirada desbordante de alegría de sus ojos castaños se ocultaba detrás de unos lentes ópticos.

— ¿¡Joven amo Hayato, de verdad es usted!?—Inquirió la desconocida efusivamente, permitiendo que los chicos la reconocieran inmediatamente como la mujer con la que habían hablado a través del intercomunicador apenas unos cuantos minutos atrás—Aún me cuesta creerlo, es que ha pasado tanto tiempo…—Continuó la mujer en un tono de voz repleto de júbilo, sin realmente esperar algún tipo de respuesta de parte de los visitantes—Estoy tan, pero tan feliz de volverlo a ver….Oh, si no me equivoco, usted debe ser el Décimo Vongola—Afirmó ahora en un respetuoso y cortés tono de voz al tiempo que observaba fijamente a Tsuna —Es un gran honor para nosotros contar con su presencia aquí hoy—

—Muchas gracias…—Respondió tímidamente el aludido

— ¿Dónde está mi padre?—Inquirió Gokudera en un frío y autoritario tono de voz

—El amo está esperándolos en su oficina—Afirmó la mujer—Estoy segura de que se alegrará muchísimo de verlos—

—Yo no estaría tan seguro…—Replicó desinteresadamente el peliplateado

— ¡No diga esas cosas, por favor! ¡Por supuesto que se alegrará! — Exclamó la sirvienta—Ahora, si tuviesen la amabilidad de acompañarme…—

Luego de pronunciar aquellas palabras, la mujer volteó e inició el camino de regreso hacia el interior de la mansión, tras lo cual los chicos la siguieron de cerca. Una vez que los 3 hubieron cruzado el umbral de la puerta de entrada, la mujer se detuvo para cerrar la misma antes de continuar su camino.

Se encontraban al interior de un amplio pasillo, cuyo piso estaba hecho de cerámicas de un inmaculado color blanco, en perfecta armonía con el papel tapiz de colores claros que adornaba las paredes. Las lámparas de refinados diseños que colgaban del techo otorgándole al lugar una iluminación óptima y los pequeños cuadros de variadas temáticas que colgaban de las paredes completaban la decoración que lograba dotar a aquel pasillo de gran elegancia.

Luego de breves minutos de tranquila y silenciosa caminata, la mujer se detuvo frente a una amplia e imponente puerta.

—Esta es la oficina del amo—Anunció la sirvienta con solemnidad—Yo ahora debo retirarme. Me alegro muchísimo de haberles visto—Declaró al tiempo que les dedicaba a los chicos una amplia y cálida sonrisa para luego voltearse y continuar con su camino a lo largo del pasillo hasta perderse de vista.

Sin desperdiciar ni siquiera un solo segundo, el ojiverde golpeó la puerta suavemente con sus manos.

—Pasen—Respondió rápidamente desde el interior de la habitación una voz masculina que el castaño no había oído nunca antes, pero que el peliplateado conocía muy bien.

Acto seguido, abrieron la puerta e ingresaron a la oficina.

Lo primero que capturó la atención de ambos en cuanto se encontraron dentro de esta fueron los amplios ventanales con vista a los jardines de la mansión que reemplazaban a la pared que debió encontrarse justo frente a ellos. A ambos costados encontraron estantes apoyados contra las paredes, algunos de los cuales se encontraban repletos de libros y documentos de las más diversas temáticas, mientras que el contenido de otros se ocultaba tras puertas cerradas aparentemente con llave. Un cuadro que mostraba un paisaje montañoso era el único elemento exclusivamente decorativo que integraba el mobiliario de aquella estancia, el cual se completaba con un escritorio instalado justo delante de los ventanales, y 3 sillas dispuestas alrededor de este.

—Tomen asiento, por favor, no sean tímidos—Dijo en un amable tono de voz un hombre que se encontraba sentado en una de las sillas.

Por su parte, los chicos hicieron lo que se les solicitó, avanzando con pasos lentos y vacilantes en dirección al escritorio. A medida que la distancia entre ellos y su anfitrión se tornaba cada vez más corta, Gokudera no podía evitar percibir los evidentes signos del inevitable y muchas veces implacable paso de los años que exhibía su padre, quien se encontraba ahora considerablemente más delgado de lo que lo recordaba, además, su abundante y rubia cabellera había adquirido tonalidades blanquecinas en ciertos puntos. Sin embargo, a pesar de todo aquello, todavía conservaba un aura que inspiraba respeto en todos quienes se acercaban a él.

— ¿Sabes, Hayato? Cuando me dijeron que estabas aquí, pensé que estaban tratando de hacerme una especie de broma de mal gusto, o que estaba soñando—Afirmó el hombre una vez que ambos chicos ocuparon las sillas vacías—Pero esto no es ninguna broma, ni mucho menos un sueño, y estoy enormemente feliz de que así sea—Continuó con un marcado rastro de melancolía en su voz—En fin, díganme, ¿A qué debo el honor de esta visita tan inesperada y grata?—

—Sabes perfectamente a qué vinimos aquí, así que deja de hacernos perder el tiempo—Declaró fríamente el aludido

— ¿A hablar sobre la máquina?—Inquirió el hombre, riendo por lo bajo—Creo que hace un par de días, te dije claramente que no cambiaré de opinión, digas lo que digas—

—Pues cuando escuches esto, cambiarás de opinión quieras o no—Sentenció el ojiverde al tiempo que buscaba en sus bolsillos hasta encontrar la grabadora y la colocaba sobre el escritorio.

El padre tomó el pequeño aparato entre sus manos y lo observó fijamente con gran desconfianza durante largos segundos antes de finalmente presionar el botón de reproducción del mismo. Inmediatamente después, las voces del selecto grupo de miembros de la Familia Scaglietti que tenían a su cargo la misión de impedir la construcción de la máquina del tiempo comenzaron a resonar a lo largo de toda la amplia oficina, causando que, en ciertos instantes, los chicos experimentaran nuevamente el miedo y la confusión que los había invadido durante el transcurso de aquella reunión. Por su parte, el hombre se limitó a escuchar con atención, manteniendo en todo momento una expresión de calma y seriedad en su rostro.

— ¿Cómo consiguieron esto?— Preguntó el padre una vez la grabación llegó a su fin y la estancia se sumió nuevamente en un profundo silencio al tiempo que dejaba caer suavemente la grabadora sobre su escritorio.

—N-nos infiltramos en el cuartel general de los Scaglietti hace unas horas y lo grabamos nosotros mismos…—Respondió Tsuna tímidamente, desviando la mirada.

—En ese caso, tengo que darles las gracias, porque consiguieron información muy valiosa—Afirmó el hombre, esbozando una débil sonrisa—Pero lamento informales que, si planeaban utilizar esto para convencerme de entregarles mi máquina al enemigo, no lo conseguirán—

— ¿¡Qué dices!?—Inquirió el peliplateado en un iracundo tono de voz— ¿¡Acaso no le estabas prestando atención a la grabación!?—

—Por supuesto que le estaba prestando atención, pero los Scaglietti mienten, eso ya deberías saberlo—Declaró con firmeza el padre—Ellos dicen que hacen todo esto para proteger los intereses del mundo de la mafia en su totalidad, cuando en realidad simplemente no soportan la idea de que alguien invente una máquina del tiempo antes que ellos. Este asunto no es más complejo que eso, te lo puedo asegurar. De hecho, apostaría cualquier cosa a que, si les entregase la máquina, días después su jefe ya la habría patentado como invención suya—Aseguró en un tono de voz sumamente irónico y despectivo que irritó sobremanera a ambos chicos, especialmente a Gokudera—Y entenderán que no puedo regalarles de esa forma una máquina que he construido gracias a años de estudio y trabajo duro—Sentenció en un tono de voz que dejaba totalmente claro que no admitía discusiones—Además, desde que empecé a construir la máquina, sabía que a ellos no les agradaría para nada la idea. Aun así, decidí seguir adelante, y durante todos estos años no han podido detenerme, ni lo harán ahora, cuando mi esfuerzo por fin está a punto de dar frutos—

— ¿¡Cómo puedes seguir subestimándolos así después de lo que escuchaste!?—Preguntó el ojiverde, sintiendo que el último rastro de paciencia que le quedaba estaba peligrosamente cerca de acabarse— ¡Poco importa si los Scaglietti de verdad piensan que haciendo todo esto protegerán el mundo de la mafia o si solamente te tienen envidia! ¡Lo único que importa es que están dispuestos a todo para conseguir lo que quieren! ¡Tienen un espía infiltrado entre la gente que trabaja contigo en esta locura! ¡Y si no te rindes, harán desaparecer a todas las personas que te rodean, una por una, hasta que cambies de opinión! ¡Y mi hermana y yo seremos los primeros!—

—No los subestimo para nada—Declaró el padre—Encontraré al espía enemigo y me aseguraré de que sufra las consecuencias de su traición, también investigaré lo que más pueda acerca de esta nueva arma de los Scaglietti y, aunque imagino que mi palabra no significa mucho para ti después de todo lo que ha pasado, no permitiré que ni tú ni Bianchi salgan perjudicados por todo esto—

— ¡Claro que no significa nada para mí!— Exclamó el ojiverde, completamente dominado por la ira— ¡Es que, para empezar, no entiendo para qué quieres tener una máquina del tiempo! ¡¿Qué pretendes hacer con ella que sea tan importante como para que valga la pena tomar tantos riesgos!?—

—Dices que no entiendes qué pretendo hacer con ella, ¿Eh?, qué desilusión….----Afirmó el hombre en un burlesco tono de voz al tiempo que dejaba escapar un suspiro—Pensé que tú entenderías mejor que nadie que estoy haciendo todo esto por tu madre…—

Notas finales:

...Primera y última vez que intento escribir con fiebre, lo juro OTL.

En fin, este capítulo no salió 100% como me lo esperaba pero al menos estoy segura de que quedó más descente de lo que hubiese quedado el mes pasado (??? y, además, logré pasar de las 3000 palabras, cosa que ya no recuerdo desde cuándo no hacía (????

Los capítulos que se vienen son unos que desde hace mucho que quiero escribir, así que espero que por lo menos por eso mismo salgan mejores que este xDu

/mahiko runs


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).