— ¿E-estás haciendo todo esto por mamá?— Logró balbucear Gokudera, no sin esfuerzo, al tiempo que los colores abandonaban su rostro producto de la sorpresa— ¿¡Qué significa eso!?—
—Exactamente lo que acabas de oír—Respondió el padre en forma inmediata y con absoluta calma—Tal vez tú no tuviste la oportunidad de darte cuenta de esto, pero tu madre era una mujer muy obstinada—afirmó mientras sus labios se curvaban en una leve sonrisa desbordante de melancolía y dolor—Enfrentó su enfermedad completamente sola, sin aceptar nunca la ayuda que le ofrecimos quienes la queríamos, sonriendo y aparentando estar bien hasta el último momento. Si alguna vez tuvo miedo de morir, o maldijo su destino, o se sintió triste, jamás permitió que nadie se enterara. Ella parecía haber aceptado su destino tan fácilmente, pero yo…yo sentía que no podía dejar las cosas así, que tenía que hacer algo por ella, lo que fuera—Hizo una breve pausa para tomar aire poner sus ideas en orden antes de continuar con su narración—Le pedí incontables veces que me dejara acompañarla a consultar a los mejores doctores, pero ella siempre se negaba. Fue así que empecé a investigar por mi cuenta sobre tratamientos experimentales, medicina alternativa, cualquier cosa que me diera una luz de esperanza, por muy pequeña que fuese. Gracias a esa investigación, me enteré de que un grupo de científicos había descubierto una potencial cura para la enfermedad que tenía tu madre, pero necesitaban dinero para poder realizar todas las pruebas necesarias antes de que se aprobara su uso en pacientes, así que me contacté con ellos, les doné una gran suma de dinero y comenzaron a trabajar…pero ya era demasiado tarde—Su voz se quebró como si se encontrase a punto de llorar al pronunciar aquellas últimas palabras, por lo que se vio obligado a hacer una nueva pausa—Dos semanas después de la muerte de tu madre, cuando yo aún estaba devastado emocionalmente, recibí una llamada del grupo de científicos, diciéndome que el medicamento que habían descubierto ya había pasado todas las pruebas y estaba listo para comenzar a usarse—Continuó en un tono de voz firme y completamente desprovisto de emoción alguna, asombrando sobremanera a los chicos con el contraste— Fue en ese momento cuando me di cuenta de que el tiempo es una entidad cruel por naturaleza, que no espera ni perdona a nadie, y que, por lo mismo, había castigado mi ingenuidad al confiarme y pensar que todo estaba ya resuelto porque la cura experimental había entrado en el proceso de pruebas. Fue ahí también cuando decidí que no cometería el mismo error de nuevo, y que si era necesario ir contra el curso normal del espacio y el tiempo para salvar a tu madre, estaba más que dispuesto a hacerlo. Con esa idea en mente, comencé a investigar sobre viajes en el tiempo, conocí a un grupo de personas a quienes les apasionaba este tema tanto o más que a mí, compartimos ideas, juntamos nuestros conocimientos y, finalmente, logramos diseñar una máquina del tiempo que prometía funcionar a la perfección. Hace un par de años ya, comenzamos a trabajar en su construcción, llenos de ilusión y completamente decididos a llevar nuestro proyecto a término a cualquier precio. Y ahora, por fin estamos a punto de recibir la recompensa por todos estos años de estudio incansable, trabajo arduo y obstáculos superados a base de perseverancia….Es por eso que me molesta tanto que los Scaglietti se empeñen en quitarme la máquina, diciendo que soy demasiado ignorante, que no soy apto para tener un artefacto como ese en mi poder, en resumen, que no soy capaz de salvar a la mujer que amo—Hizo una nueva pausa para intentar controlar la ira que había comenzado a tomar forma rápidamente dentro de él al hablar de la familia enemiga antes de continuar—Reconozco que es muy probable que ellos sepan bastante más que yo sobre viajes en el tiempo, pero yo tengo algo que ellos no, una determinación inquebrantable para cumplir mi objetivo. Por lo mismo, me entristece mucho ver que tú también estás cayendo en su juego, Hayato…Sé que no tengo derecho a pedirte nada después de todo lo que ha pasado, pero necesito que me des un poco más de tiempo—Pronunció aquella petición en un tono de voz lleno de tristeza y arrepentimiento—Como ya sabes, la máquina muy pronto estará lista para usarse. Cuando eso pase, viajaré al pasado y lo reescribiré para construir un presente y futuro en el que yo, tu madre, tu hermana y tú podamos ser una familia unida y feliz, pero para eso necesito que confíes en mí, que tengas un poco de paciencia y que, sólo como precaución, estés atento a cualquier indicio de que los Scaglietti quieran hacerles daño a ti o a tu hermana antes de que termine la construcción de la máquina del tiempo, aunque, por supuesto, yo haré todo lo que pueda para evitarlo. ¿Qué dices?—
—Deberías… ¡Deberías haberme dicho todo eso desde el principio!—Logró musitar el aludido luego de largos instantes de incómodo silencio, al tiempo que agachaba la mirada y apretaba los puños con fuerza.
Y es que la narración de su padre lo había puesto en un dilema completamente distinto a cualquiera al que se hubiese enfrentado con anterioridad. Por un lado, al intentar analizar la situación desde la perspectiva más lógica y objetiva que le era posible, llegaba a la conclusión de que la decisión más razonable que podía tomar era rechazar tajantemente la propuesta de su padre y continuar con su plan original de convencerlo de desistir de la construcción de la máquina del tiempo. Después de todo, seguir adelante con semejante locura seguía pareciéndole igual de irracional e innecesariamente riesgoso que al principio, sin importar las supuestamente nobles intenciones que su padre albergaba tras su obstinación. Por otra parte, a pesar de lo contradictorio que pudiese llegar a parecer en vista de lo anterior, y sin que tuviera la menor idea de por qué, le resultaba sumamente decir que no a la propuesta de su padre. La única explicación medianamente lógica que podía encontrar para aquello era que tal vez, aunque ya no pensaba en lo sucedido con su madre con tanta frecuencia como antes, muy en el fondo la extrañaba más de lo que quería reconocer. Aun así, por alguna razón, tenía la impresión de que aquella explicación no era suficiente, de que debía haber alguna diferencia entre el simple hecho de extrañar a su madre, lo cual era perfectamente normal, y el estar dispuesto a alterar el normal curso del tiempo y el espacio para verla una vez más, sin importar los riesgos que esto pueda implicar o toda la gente inocente que podría verse perjudicada en el proceso, y que era precisamente esa diferencia lo que causaba que su padre siguiera determinado a cumplir con su objetivo, aún después de escuchar la grabación, mientras que a él aún era plenamente capaz de darse cuenta que seguir adelante con la construcción de la máquina era una completa locura a pesar del conmovedor relato del hombre. Entonces, ¿Por qué le resultaba tan difícil decir que no y seguir adelante con su plan? Además, y aún más importante que todo lo anterior, ¿No debería ser precisamente en momentos de duda como aquellos que su determinación de permanecer al lado del Décimo y protegerlo pase lo que pase debería ser más fuerte que nunca y prevalecer por sobre cualquier otra cosa? Después de todo, ¿Acaso aceptar la propuesta de su padre no era en cierta forma romper la promesa que hizo tanto con el Castaño como consigo mismo? ¿No debería ser eso algo completamente impensado para él, más aún ahora que sabía que el Décimo correspondía a sus sentimientos, y más importante que eso, después de todo lo que el castaño había sacrificado para viajar al pasado a advertirle sobre el futuro que les esperaba a ambos si la máquina del tiempo terminaba de construirse? Mientras más tiempo pasaba reflexionando sobre todo lo anterior, más razones encontraba para rechazar enérgicamente la propuesta de su padre, y más incomprensible y frustrante le resultaba el hecho de que las palabras se agolparan en su garganta y formaran un nudo en lugar de salir por su boca y ponerle fin a todo aquello de una vez por todas.
—Parece que te he puesto en un dilema bastante difícil, lo siento mucho—Dijo el padre finalmente, sacando al peliplateado de sus cavilaciones, al tiempo que reía por lo bajo—Tómate todo el tiempo que necesites para pensarlo, pero permíteme decirte que, personalmente, estoy completamente seguro de que si decides ayudarme, el tiempo te demostrará que tomaste la decisión correcta. Además, tu madre estaría muy orgullosa de ti si lo hicieras…—
—Entonces, no es amor—Declaró Tsuna en un susurro apenas audible— ¡Si de verdad piensa eso, entonces no está haciendo todo esto por amor!— Exclamó al tiempo que se levantaba de su silla repentinamente con una expresión de profunda ira en el rostro.
— ¿Disculpa? ¿Qué dijiste?—Inquirió el padre en un incrédulo tono de voz al tiempo que una expresión de confusión comenzaba a dibujarse en su rostro.
Por su parte, el ojiverde no pudo hacer otra cosa sino observar fijamente al castaño con una mezcla de incredulidad y preocupación en su mirada.
—Usted dijo que, si nosotros dejamos de intervenir en sus planes, la madre de Gokudera-kun se sentiría muy orgullosa, ¿no?—Replicó el ojimiel al tiempo que bajaba la mirada, en un tono de voz considerablemente más sereno, hablando aceleradamente y sin detenerse a pensar, temiendo que si se concedía un segundo de pausa, perdería todo el valor que en aquel instante le estaba permitiendo expresar con palabras absolutamente todo lo que pensaba sin miedo alguno—¿Eso significa que, si pudiese terminar de construir la máquina del tiempo y usarla para viajar al pasado, le diría toda la verdad a ella? En ese caso, ¿Por qué está tan seguro que ella se sentiría orgullosa al enterarse de todo? ¿Qué lo hace pensar que ella se pondría feliz al saber que el hombre que ama arriesgó su vida y la de todos quienes lo rodean para salvarla? ¿No cree que tal vez, por el contrario, ella se sentiría culpable? Y en ese caso, ¿Qué haría usted para ayudarla a enfrentarse a esos sentimientos de culpa? ¿Podría en verdad ayudarla de alguna forma? ¿O se desentendería del asunto y dejaría que ella cargara con toda la culpa sola? Después de todo, la idea de construir la máquina y usarla para viajar al pasado fue suya, y ella no tendría ningún motivo razonable para sentirse culpable, ¿no? ¿Cree usted que las cosas son así de fáciles? ¿Cree usted que ella podría ser completamente feliz alguna vez teniendo que cargar con esa culpa?—Se vio obligado a hacer una pausa al quedarse prácticamente sin aliento, la cual aprovechó para ordenar sus ideas antes de proseguir—Tal vez yo me equivoque, y en realidad usted esté planeando ocultarle la verdad para siempre. Si es así, entonces, ¿Qué tiene pensado hacer cuando ella le pregunte cómo consiguió la medicina que salvará su vida, si supuestamente su enfermedad es incurable? ¿Qué tipo de mentira le dirá? ¿Cree que ella creería ciegamente cualquier cosa que usted le diga? ¿Está seguro que ella jamás sospecharía que usted le está ocultando algo? Y si sospecha, ¿Qué haría usted?—Hizo una nueva pausa para encontrar las palabras necesarias para expresar lo que quería decir a continuación antes de seguir—Escuche, cuando usted nos contó hace un rato su motivación para construir la máquina del tiempo, tuve la sensación de que usted conocía a la madre de Gokudera-kun demasiado bien, seguramente mejor que nadie. Por lo mismo, estoy seguro que usted se ha hecho antes todas las preguntas que yo le acabo de hacer ahora, y tal vez muchas más. Y si usted decidió seguir adelante con su proyecto de la máquina del tiempo aún después de hacerse todas esas preguntas, aún después de darse cuenta de las muchas formas en las que todo esto podría herir y hacer infeliz a la mujer a la que usted intenta salvar, eso sólo significa una cosa ¡Que usted no está haciendo todo esto por amor, como dice, sino que para deshacerse de la culpa con la que ha cargado durante todos estos años!—Sentenció, subiendo la voz casi tanto como al principio— Y si las cosas son así…¡Entonces no quiero que Gokudera-kun arriesgue su vida para que usted pueda lograr un propósito tan egoísta como ese! ¡Mucho menos si tiene que manipularlo para convencerlo de no interferir con sus planes diciendo que su madre estaría orgullosa de él! ¡No podría soportarlo!—Finalizó en un tembloroso tono de voz, lleno de miedo y tristeza.
—Escucha, Décimo Vongola. Sé que mi hijo ahora es tu mano derecha, y que por eso te preocupa que todo esto pueda afectarlo a él—Dijo el padre con una voz tan monótona y desprovista de cualquier rastro de emoción que resultaba escalofriante—Pero, esto es un asunto exclusivamente familiar, y, por lo mismo, con todo respeto, creo que te has entrometido demasiado. Además ¿No crees que eres demasiado joven para juzgarme y decir que no estoy haciendo todo esto por amor, sino que por mí mismo, como si tú supieras todo sobre el amor?—
—Es verdad, soy joven y aún hay muchas cosas sobre el amor que no sé. Pero hay algo que sí sé, y es que usted acaba de equivocarse en una cosa—Aseguró Tsuna en un tono de voz que no dejaba ver rastro alguno de vacilación—No estoy preocupado por Gokudera-kun porque es mi mano derecha. Todo eso no tiene importancia para mí, y él lo sabe. La razón por la que me preocupa Gokudera-kun, la razón por la que estoy aquí ahora es… ¡Es porque estoy enamorado de él!—