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Dèjá Vú (5927) por Mahiko

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Notas del capitulo:

Falta muy poco para fin de mes, lo cual significa actualización de este fic, así que si había alguien esperándola está de suerte hoy (????

En fin, no quiero spoilear y en realidad no tengo ni la más mínima idea de qué escribir aquí so simplemente lean y ojalá un milagro permita que sea de su agrado :'DDD como todos los meses, dedicatorias a las personas que mes a mes impiden que muera en el intento de terminar esta cosa: Mi beta, Ricchan, y la gente de 5927 Fans Unite en FB. 

 La tenue luz proporcionada por una lámpara que colgaba del techo permitía distinguir las paredes que se alzaban a ambos lados, completamente vacías a excepción de unas cuantas puertas adosadas a estas, mientras que, frente a ellos, el estrecho, silencioso y escalofriante pasillo parecía extenderse sin fin.

Tras permanecer inmóviles en ese sitio durante largos instantes que en la oscuridad de aquel pasillo parecieron distorsionarse y extenderse casi infinitamente, finalmente iniciaron la marcha luego de intercambiar una tímida y fugaz mirada. Avanzaban con pasos lentos y vacilantes, siempre atentos ante cualquier ruido sospechoso o algún otro indicio que les alertara de la presencia de enemigos en las cercanías, deteniéndose a veces durante breves instantes frente a alguna de las puertas para considerar la posibilidad de intentar abrirlas y ver lo que se ocultaba tras ellas, pero finalmente siempre optando por continuar con su camino. De vez en cuando, alguno de ellos intentaba decir algo, sin embargo, en cada ocasión las palabras terminaban quedando atrapadas en sus gargantas, formando nudos que no hacían otra cosa sino volverse más ajustados y dolorosos con cada intento.

Luego de caminar a lo largo de ese pasillo durante lo que les pareció una eternidad, llegaron al punto en el que este llegaba a su fin de forma abrupta, transformándose en una especie de callejón sin salida que daba origen en su punto de término a otros dos pasillos que se ubicaban a la izquierda y derecha del primero respectivamente, y a simple vista aparentaban ser igual de escalofriantes, silenciosos y solitarios que el primero. Los chicos observaban ambos pasillos con atención de forma alternada, buscando desesperadamente pero prácticamente sin éxito alguna pista que les indicara qué dirección debían tomar.

— Lo primero que tienen que hacer es encontrar la sala de control de las cámaras de seguridad y desactivarlas— La voz de Verde parecía venir de todas direcciones en forma simultánea, resonando en forma repentina y con fuerza. Sólo en ese instante los chicos recordaron que llevaban puestos los audífonos que el científico les había entregado el día anterior.

— ¿E-estás seguro de que es necesario? —Preguntó Tsuna en un susurro apenas audible— ¿No dijiste que con estos disfraces no tendríamos ningún problema? —

— Y así es. Mientras usen los disfraces que les di, nadie que los vea en la base debiese sospechar de ustedes— Sentenció el científico— Pero si nuestros enemigos decidieran analizar las grabaciones de las cámaras de seguridad en detalle, y ustedes aparecieran en ellas, tal vez podrían empezar a preguntarse quienes son ustedes y cuándo entraron a la Famila, puede que incluso intenten buscar algo de información sobre ustedes en sus bases de datos sobre los nuevos reclutas, y si hicieran eso, estaríamos en graves problemas, no sé si me explico…— finalizó con un ligero toque de sarcasmo en su voz.

— Entiendo lo que quieres decir, pero, ¿cómo demonios se supone que encontremos la sala de control? — Inquirió Gokudera en un tono de voz que debaja entrever un leve rastro de ira.

— No lo sé, pregúntenle a alguien dónde está. Digan que los enviaron ahí pero que no saben cómo llegar o algo así, usen su creatividad e inventen alguna mentira— afirmó Verde en un burlón tono de voz— ¿O es que acaso tienen alguna idea mejor?

El peliplateado iba a replicar algo, más decidió abstenerse de hacerlo al percatarse de que una silueta se acercaba a ellos a paso lento pero firme proveniente del pasillo ubicado a la izquierda. Acto seguido, y sin previo aviso, el castaño comenzó a correr a toda velocidad al encuentro de dicha silueta.

— Después de todo, puede que tu idea funcione— Declaró el ojiverde al tiempo que corría tras el ojimiel.

A medida que la distancia entre ellos y la silueta se acortaba, sus rasgos se tornaban cada vez más definidos hasta finalmente dar forma a un joven enemigo que, a lo sumo, debía ser un par de años mayor que los chicos y apenas si los superaba en altura. Su cabellera negra caía descuidadamente hasta aproximadamente la altura de sus hombros al tiempo que avanzaba sin prisa alguna y con la mirada perdida en algún punto lejano en el horizonte, sin dar muestra alguna de haber notado la presencia de los chicos que corrían a su encuentro.

— Disculpa…— Musitó Tsuna una vez se encontraron frente a frente. Sólo en ese instante, el desconocido detuvo su andar y observó fijamente al castaño—¿Sabes? Nos reclutaron hace muy poco y ahora nos enviaron a la sala de control de las cámaras a hablar con el encargado de seguridad, pero no sabemos dónde está, así que nos preguntábamos si podrías ayudarnos a encontrarla…—

El pelinegro no pronunció palabra alguna. En lugar de eso, clavó fijamente su mirada en los supuestos nuevos reclutas como si intentase adivinar si había algún tipo de intención oculta detrás de su aparentemente simple e inocente petición, causando con esto que ambos chicos experimentaran una gran ansiedad que no hacía más que crecer con cada segundo que aquella incómoda situación se prolongaba.

— ¡En ese caso, hoy es su día de suerte! —  Declaró de pronto el desconocido, dedicándoles una amplia sonrisa— Precisamente voy para allá ahora, así que, ¡síganme! —Afirmó al tiempo que se volteaba y continuaba con su camino, sin esperar respuesta alguna por parte de los chicos, quienes, dejando escapar un suspiro de alivio, hicieron lo que se les pedía— ¿Saben? Yo también entré a la familia hace apenas un par de meses, así que entiendo perfectamente por lo que están pasando ahora— Confesó el pelinegro de pronto, sin dejar de caminar ni voltearse— Al principio, no sabía dónde estaba nada y me perdía todo el tiempo, bueno, aún me pierdo a veces, aunque eso no viene al caso…—

El desconocido continuó hablando durante todo el trayecto de sí mismo, de sus experiencias durante sus primeros días como miembro de la familia Scaglietti y de sus motivos para unirse a la misma sin jamás preguntarles nada a los chicos ni guardar silencio para permitir que estos dijesen algo ni siquiera voltearse para mirarlos, casi como si estuviese hablando sólo en lugar de conversando con alguien más. Caminó a través de la intrincada red de pasillos hasta finalmente llegar hasta un ascensor. Bajaron 5 pisos a bordo del mismo para luego continuar caminando a través de más pasillos. Cuando los chicos comenzaban a sentirse exhaustos, tanto por el largo y confuso trayecto como por el constante hablar de su improvisado guía, este se detuvo repentinamene frente a una puerta.

— ¡Llegamos! Esta es la sala de control de las cámaras de seguridad— Anunció el pelinegro alegremente al tiempo que buscaba en sus bolsillos hasta encontrar su tarjeta de identificación, la cual acercó al lector que la puerta poseía en lugar de cerradura, con lo que esta se abrió inmediatamente— Esperen aquí mientras voy a buscar al jefe de seguridad, ¿sí? — Dijo al tiempo que empujaba la puerta e ingresaba a la estancia.

Acto seguido, los chicos se acercaron al umbral de la puerta, y desde ahí pudieron ver el interior de la amplia estancia, cuyas paredes se encontraban cubiertas en su mayor parte por monitores de pantalla plana, los cuales exhibían diversas imágenes de todos los rincones del Cuartel captadas por las cámaras de seguridad. Un enorme e imponente tablero de control con incontables botones se alzaba en el centro de la estancia, y junto a este había una silla vacía. Un alto estante adosado a una de las paredes y repleto de la más diversa variedad de objetos y una pequeña puerta junto a este completaban el mobiliario de aquella habitación en la que, además del pelinegro, no había nadie.

— Qué raro…— Afirmó el desconocido una vez que se hubo percatado de la presencia de los chicos en el umbral de la puerta— Seguramente debe estar en su oficina— Anunció al tiempo que se dirigía hacia la pequeña puerta ubicada junto al estante a paso apresurado. Una vez se encontró frente a esta, la golpeó con uno de sus puños en forma fuerte y repetitiva, sin obtener respuesta alguna. Los chicos aprovecharon el hecho de que, de momento, no les estaba prestando atención para ingresar a su vez a la estancia y cerrar la puerta tras de sí.

— Seguramente tuvo que salir a hacer algo urgente y volverá muy pronto— Aseguró el pelinegro en un tono de voz que desbordaba optimismo al tiempo que se dirigía hacia el centro de la estancia y se sentaba en la silla que se encontraba en dicho lugar— Lo mejor que podemos hacer es esperarlo aquí…— En el preciso instante en el que terminó aquella frase, Gokudera le disparó un dardo impregnado de un potente somnífero utilizando un arma diseñada especialmente para este fin que Verde le había entregado el día anterior, con lo cual el desconocido se desplomó sobre la silla y perdió la consciencia antes de siquiera tener tiempo de procesar lo que había sucedido.

— ¡Bien Hecho! —  Exclamó el científico a través de los audífonos— Con esto, nuestro amigo dormirá como un bebé durante, por lo menos, un par de horas, y si todo sale bien, para entonces ustedes ya estarán fuera del cuartel— Afirmó en un tranquilizador tono de voz—Aunque esto fue sólo el principio. Aún queda lo más complicado, que es desconectar las cámaras— Sentenció confiriéndole a su voz un tono sumamente autoritario.

Los chicos emplearon los siguientes minutos intentando descifrar el funcionamiento del tablero de control de las cámaras con la ayuda de Verde. Finalmente, y tras un arduo trabajo, lograron desactivarlo. Acto seguido, abandonaron la estancia rápidamente, no sin antes llevarse consigo la tarjeta de identificación de su improvisado guía.

Siguiendo un consejo del científico, decidieron regresar al primer piso para explorarlo por completo antes de continuar con los pisos inferiores, por lo cual se dedicaron a la ardua tarea de encontrar el camino de regreso hasta el ascensor que habían utilizado anteriormente, la cual requirió una gran cantidad de esfuerzo de su parte y no estuvo exenta de ocasiones en las cuales tuvieron la impresión de que se habían perdido irremediablemente en medio de aquel intrincado laberinto de pasillos que eran los subterráneos del cuartel general de los Scaglietti.

Sin embargo, y a pesar de todo lo anterior, finalmente lograron encontrar el ascensor. Cuando las puertas del mismo se abrieron de par en par para permitirles subir, un hombre que se encontraba a bordo del mismo, y cuya rubia cabellera hacía juego con su abundante barba del mismo color, los observó con atención durante breves instantes para luego dedicarles un amistoso saludo, lo cual los sorprendió sobremanera, sin embargo, lograron disimular ese hecho y responder al saludo del desconocido para luego abordar el ascensor apenas un instante antes de que las puertas del mismo se cerraran de golpe.

El ascensor se detuvo nuevamente al llegar al piso inmediatamente superior para permitir el ingreso de un hombre un poco más joven que el amigable desconocido que se encontraba al interior de este junto a ellos, el cual llevaba consigo una carpeta llena de gran cantidad de documentos, poseía una cabellera de color rojizo oscuro, usaba lentes y tenía una expresión de profundo cansancio en su rostro.

— ¿¡Qué pasa!? Te ves estresado…— Afirmó el rubio apenas el recién llegado entró al ascensor, avanzando un par de pasos hacia donde este se encontraba de forma de quedar frente a frente 

— Es por el asunto de la máquina del tiempo— Declaró el hombre de lentes, dejando escapar un suspiro— El jefe quiere hacer una reunión sobre ese tema en media hora—

— ¿¡Eh, en serio!?—Inquirió el hombre de barba, incrédulo—Se supone que yo también tengo que ir, ¿no? ¡Nadie me avisó nada! —

—  Yo también me acabo de enterar hace un par de minutos— Aseguró el pelirrojo— Dudo que los demás sepan, así que necesitaré que me ayudes a encontrarlos y avisarles—

— Supongo que no tengo otra opción— Afirmó el rubio de mala gana— Aunque, en cualquier caso, ¿A qué viene tanta prisa por hacer una reunión urgente sobre el tema? ¿Es que acaso hay novedades? —

— Bueno, no sé si sea una novedad como tal, pero sucedió algo un tanto extraño…— Dijo el hombre de lentes al tiempo que ajustaba sus anteojos con sus manos. En aquel preciso instante, el ascensor se detuvo y ambos hombres salieron de él caminando apresuradamente. Por su parte, los chicos permanecieron al interior del ascensor, completamente inmóviles y sin hacer ruido alguno.

— Saben lo que tienen que hacer, ¿no? — Preguntó Verde a través de los audífonos en un serio tono de voz

— ¡Sí! —  Respondieron ambos chicos al unísono en el volumen de voz más bajo del que fueron capaz al tiempo que salían del ascensor, apenas unos segundos antes de que la puerta del mismo se cerrara.

Siguieron a ambos hombres con el mayor disimulo posible y procurando mantener una prudente distancia con respecto a ellos en todo instante, aunque eso implicase no poder oír su conversación. Luego de largos minutos de caminata a través de una gran cantidad de pasillos, ambos hombres se detuvieron frente a cierta puerta considerablemente más amplia e imponente que cualquier otra que los chicos habían visto en la base hasta entonces. Intercambiaron algunas palabras durante breves instantes y, acto seguido, el pelirrojo abrió aquella puerta e ingresó a la estancia que se encontraba tras ella, mientras que el rubio continuó con su camino.

Por su parte, los chicos esperaron hasta que ambos se perdieron de vista para acercarse con sigilo hacia una puerta contigua a aquella que el hombre de lentes había utilizado. Acto seguido, la abrieron haciendo uso de la tarjeta de identificación que le robaron al chico que los guio hasta la sala de control de las cámaras de seguridad, para luego ingresar rápidamente a aquella estancia, cerrando la puerta tras de sí de forma inmediata. Esperaron unos segundos sin hacer ningún ruido, conteniendo la respiración, y sólo cuando estuvieron absolutamente seguros de que la habitación estaba en completo silencio buscaron con las manos en las paredes el interruptor que les permitiese encender las luces. Una vez estas estuvieron encendidas, les fue posible distinguir estantes repletos de libros adosados a todas las paredes de la estancia a excepción de aquella que separaba esta de la habitación a la cual el pelirrojo había entrado instantes atrás. En lugar de estantes con libros, de aquella pared colgaba un abstracto y colorido cuadro. El sencillo mobiliario de aquella estancia lo completaban una amplia mesa redonda ubicada en el centro y 3 sillones dispuestos alrededor de esta.

Procurando no hacer ruido alguno, se acercaron a la pared de la cual colgaba el cuadro, avanzando con pasos apresurados, y apoyaron sus oídos contra esta en un intento por escuchar lo que sucedía en la habitación contigua.  Aunque comprobaron con alivio que el sonido de la puerta de dicha habitación al abrirse y cerrarse continuamente y el murmullo de las voces de quienes se encontraban ahí presentes llegaba con claridad hasta sus oídos, en el proceso accidentalmente la distancia entre sus rostros disminuyó hasta hacerse prácticamente nula, lo cual hizo que ambos se sonrojasen levemente. Sin embargo, no hicieron nada para cambiar este hecho, y se limitaron a intercambiar una tímida mirada cargada de ternura.

De pronto, oyeron que la puerta se abrió una vez más, sin embargo, esta vez produjo un estruendo mucho mayor a cualquiera de las ocasiones anteriores. Acto seguido, todos los murmullos callaron por completo para ser reemplazados por el sonido de unos firmes pasos recorriendo la estancia.

— Primero que todo, muchísimas gracias a todos por venir y espero que me disculpen por avisarles de esta reunión con tan poco tiempo de anticipación— Dijo repentinamente una voz masculina en un autoritario tono de voz — Pero muy pronto entenderán que el asunto que nos convoca aquí hoy no podía esperar—

 

 

Notas finales:

Para finalizar, una pequeña e irrelevante confesión: Acabo de releer algunos capis de mi fic anterior, Letters From Nobody, cosa que nunca había hecho antes, y ahora extraño mucho ser capaz de escribir caps llenos del angst más puro y duro (?

/mahiko runs


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