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Labyrinthus: Doomsday (Secuela) por MissCooper

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Notas del capitulo:

Os dejo con la continuación. Disculpad la tardanza, estoy de trabajo hasta arriba y no tengo mucho tiempo. Pero seguiré actualizando aunque tarde más >_<

11- Sal de mi cabeza. Primera parte

Esa noche estaba resultado ser muy curiosa. Elle no apartaba la vista de Salomé, a la cual no podía dejar de mirar con cierta admiración. Hacía muchísimo tiempo que no se veían y le hubiese encantado tener tiempo para ponerse al día de las novedades. Aunque Elle percibía el espacio tiempo de una manera diferente al resto. No hacía mucho que habían dejado el bar atrás. Tomaron unas copas mientras le comentaban a la bruja el motivo de su estancia en nueva york. Ella les llevó a su coche aparcado a un par de calles de distancia. Tenía el equipaje preparado en el maletero, eso les sorprendió a la mayoría.

 

-No queda mucho para el amanecer. Quizás nos hemos demorado demasiado en el bar... pero según mis cálculos tenemos tiempo- Elle tenía la mirada perdida en un punto fijo mientras se mordía la punta del dedo índice- Nos quedaremos en mi apartamento hasta que anochezca y después partiremos.

 

-Tenemos coches preparados para el viaje- Nat se aventuró a cambiar los planes- No es necesario esperar por la luz solar. Nada entrará por la parte trasera de la furgoneta.

La vampiresa rubia dejó su ensimismamiento para echarle un vistazo a la informática. Tenía pinta de mandona y eso le hacía gracia.

 

-Esperaremos hasta mañana por la noche. Tiene que ser así- La mirada de la bruja se volvió algo agresiva. Salomé se acercó apoyando la mano sobre su hombro intentando controlar la situación.

- Esperaremos.

 

Al final cedieron a las peticiones de la otra vampiresa y esta les guió al apartamento donde visitaron a Jenna. Esta vez la casa estaba vacía. Elle les invitó a pasar , tiró las llaves a un bol negro que posaba encima del mueble de la entrada para posteriormente coger el mando a distancia que bajaba las persianas.

 

-Hay un dormitorio de invitados en la planta de arriba. Podréis instalaros vosotros dos - la maga echó un vistazo a Nat y a Jackson para indicarles que se refería a ellos- Tú y yo tenemos mucho de que hablar- Agarró la mano de Salomé y desaparecieron de la vista del resto del equipo tras subir los últimos escalones.

 

 

 

-¡Kyra!-Amelia gritaba desesperaba mientras zarandeaba a su compañera-¿¡Qué narices te pasa?? ¡joder, que alguien venga!

 

Sentía que le iba a dar un ataque en ese momento. Estaba desesperada y lo único que se le ocurría era abofetearle la cara o tirarle un vaso de agua a ver si espabilaba. No tardó mucho en aparecer Deanna y Noah. Después Manuel fue el siguiente en aparecer y a sus espaldas Jessica corrió a atender a Kyra.

 

-¿Qué ha pasado?- La pelirroja la miraba con los ojos desorbitados. Jamás la había visto así. ¿ Por qué no se estaba curando?

 

-¡No lo sé!. Se levantó a beber agua y de repente se estampó contra el suelo- La mano de la adolescente no dejaba de temblar.

 

-¡Ayudadme a llevarla al dormitorio!-Jessica la agarró de su cuerpo con desesperación y en seguida Manuel y Deanna le ayudaron a cargar el peso hacia la cama . La pelirroja tomó la temperatura de su frente y se asombró al averiguar que le ardía de fiebre.

 

-Venga Kyra, no me jodas

 

Fue a por un paño húmedo para colocarlo en su frente. Esperaron pacientemente a que despertara, pero ni la fiebre bajaba ni le volvía la consciencia.

 

-¿Sigue igual?-Amelia se asomó por el marco de la puerta acercándole a la pelirroja un plato de comida. No se había apartado de su lado en todo el día esperando a que se recuperara.

 

-Si- Jess se levantó de la silla donde vigilaba y agarró la comida para dejarla encima de la mesilla de noche- No lo entiendo... no se por que no se está curando de lo que sea esto.

 

-Pero, ¿Qué pasó en la pirámide?. Algo de allí ha tenido que hacerle esto-La adolescente abrió los ojos y dio un par de pasos para atrás- ¿ Crees que será contagioso?

 

Jessica se quedó congelada. Las palabras de la chica le habían hecho caer en la cuenta de algo importante.

 

-El amuleto, cuando lo cogió del pedestal se soltó una especie de gas. No le dí importancia pero... - Hizo una pausa para mirar a Kyra- Tiene que ser eso...¿Donde están los libros ?

 

La adolescente se limitó a encogerse de hombros. Ni que ella los hubiera ojeado. Su función en el grupo hasta ese momento se había limitado a no molestar demasiado. La investigación no entraba en sus deberes. Jessica se apresuró en ir a buscarlos y ella se quedó a sola con Kyra.

 

Tomó el asiento donde antes estaba la pelirroja y se quedó mirando a su compañera. Le recordaba a aquella vez que tuvo que ir al hospital a ver a su tia-abuela Gigi. Estaba tumbada en la cama con un montón de claves, aunque aquella vez había un olor a rancio insoportable.

 



Salomé entró en el dormitorio completamente a oscuras. Lo tenía perfectamente acondicionado para que no entrase ni un solo rayo de luz solar. Había una cama al fondo y un montón de librerías repletas. Le recordaba bastante a su anterior vivienda.

 

-¿Como es ella?- la bruja se sentó al borde de la cama con una sonrisa. Salomé la miró durante un instante todavía asombrándose del inmenso poder que poseía.

 

- Joven, impetuosa, malcriada. Como todas las adolescentes.

 

Elle rió dejando caer su cuerpo en la cama. Llevaba muchos años esperando a conocerla y ese iba a ser el momento.

 

-Debes estar encantada. Nunca has apreciado educar jóvenes mentes.- comentaba esto mientras se daba golpecitos en la sien con la punta del dedo índice.

 

-Lo llevo asombrosamente bien. Debo estar haciéndome mayor, querida.

 

La rubia soltó una juguetona risa mientras estiraba todas las extremidades de su cuerpo. Salomé no tardó en acompañarla y tumbarse a su lado.

 

-¿Qué va a pasar, Elle? ¿ Por qué es tan gordo esto?- la bruja giró la cabeza para mirarla y acariciarle el rostro con el dorso de su mano.

 

-No lo se. No me dejan verlo.

 

-¿No te dejan?¿ Quien?

 

-Hay un bloqueo cuando intento acceder a esa información. No lo puedo saber todo Salomé.

 

La vampiresa se quedó pensativa. No podía comprender como funcionaba el poder de Elle, ni lo que debía suponerle. Siempre fue un misterio para ella. Gran parte de ese don era lo que la hacía tan interesante. Al final se aventuró a realizar otra pregunta.

 

-¿Por que Amelia?

 

La rubia se encogió de hombros.

 

-¿ Por qué tú? ¿Por qué yo? Simplemente está escrito. Lo lleva en la sangre, la sangre siempre es la clave.



Jessica pasaba las hojas de lo libros a máxima velocidad. Necesitaba encontrar algo que ayudase a Kyra. Pero no venía nada de utilidad en esos cachos de papel. Se llevó las manos a la cabeza intentando tranquilizarse.

 

-¿Nada?-Manuel se acercó por detrás poniéndole las manos encima de los hombros y besando su cabeza. Ella se apartó levantándose de la silla donde estaba. En ese momento no podía afrontar su culpabilidad y lo que fuera que le sucediese a Kyra.

 

- No hay nada- Suspiró desesperada.

 

-Deberíamos llevarla al hospital allí...-Jess cortó a su marido antes de que pudiera seguir hablando.

 

-No, ella no puede ir a un médico. Le harían pruebas y verían que no es normal. No...tengo...tengo que llamar a Nat- Rebuscó en sus bolsillos el teléfono y salió de la casa en busca de algo de privacidad.

 



 

Nat golpeó la puerta del dormitorio de Elle rezando para que estuviesen vestidas. La bruja abrió la puerta afortunadamente con la ropa puesta.

 

-Tenemos problemas.



 

 

Amelia se aburría brutalmente en aquella habitación. Estaba preocupada, claro. Pero pasar las horas mirando un cuerpo tendido no era uno de sus principales pasatiempos. Se levantó a cotillear unas figuritas que había encima de una de las estanterías. Eran unos animalitos de cristal bastante monos. Le llamó especialmente la atención la figura del elefante. La cogió para verlas desde cerca y cuando la tenía entre los dedos sintió como algo extraño le recorría la espalda. Se puso rígida como una piedra y el animalíto de cristal se estampó contra el suelo estallando en mil pedazos. Jessica corrió tras escuchar el ruido y se acercó a ella echándole una mirada rápida al estado de Kyra.

 

-¿Que pasa?- cuando pudo alcanzarla vio como su cabeza caía hacia atrás con los ojos completamente en negro y pronunciando repetidamente las mismas palabras "Corpus, mens, anima". Estuvo un rato así hasta que bajó de nuevo la cabeza, echó una mirada rápida a la pelirroja y se acercó a Kyra pasando su mano por encima de su cuerpo sin tan siquiera rozarla.

 

-¿ Qué le estás haciendo?- Jessica se acercó para intentar detenerla. Pero una voz duplicada salió del cuerpo de la adolescente para dirigirse a ella.

 

-No debes preocuparte. Soy una amiga, he venido a ayudar.

 

-¿Qué?-La pelirroja no entendía nada-¿Quién eres?.

 

La invitada en el cuerpo de Amelia encogió la mano tras finalizar su análisis.

 

-Ya habrá tiempo para presentaciones. Ahora tenemos un problema mayor, está hechizada. Por eso no se cura. El amuleto debía tener un conjuro de protección y le ha afectado.

 

-¿Y como la ayudamos? ¿Hay alguna poción o algo que la despierte?

 

-No, es algo psicológico. Kyra puede luchar contra todo lo que ataque su cuerpo, pero la mente es complicada- Acarició la cabeza de la enferma. Era bueno volver a verla, aunque en malas circunstancias.

 

-Pero tiene fiebre, eso no es mental.

 

- Eso es su condición, esta luchando contra su estado y perdiendo. Por eso la fiebre. Necesitamos entrar en su mente y liberarla de lo que la esté oprimiendo.

 

Jessica soltó una carcajada nerviosa. Estaba alucinando y todo era más de lo que podía soportar.

 

-¿Y como planeas entrar en su cabeza?


-¿Yo?, yo no voy a entrar- colocó la mano en la frente de Kyra- lo vas a hacer tú.

 

Le hizo una señal para que se acercase y una vez tuvo las dos cabezas en contacto una especie de haz de energía les golpeó conectándolas. Lo último que pudo escuchar Jessica fueron más palabras en latín.

 

-¿Es normal que haga eso?-Nat miraba como la bruja entraba en un estado místico. Tenía la cabeza echada hacia atrás, los ojos negros y no paraba de repetir las mismas palabras en latín una y otra vez.

 

-Imagino- Salomé se encogió de hombros-Elle sabe lo que se hace.

 

-Deberíamos estar volviendo. No haciendo conferencias místicas a través del cuerpo de Amelia.

 

-Natalie, amor. Cállate- la vampiresa ya estaba lo suficientemente nerviosa como para que la empollona le estuviera animando. Se sentó en frente se Elle y se limitó a mirarla expectante.



Jessica notó una brisa fría rozando su piel. No pudo evitar despertarse sobresaltada. Estaba en una habitación blanca con una puerta como único adorno en las paredes. No sabía como había llegado allí, pero debía ser la mente de Kyra.

 

-¿Hola?- Preguntó obteniendo como respuesta la repetición de su voz producida por el eco.

 

Tomó aire de forma pausada armándose de valor. La señorita Parker necesitaba unos momentos para adentrarse en la mente de su ex-amante. Decidida apretó el paso con firmeza y cruzó la puerta saliendo a un pasillo largo y oscuro con una luz parpadeante. Parecía una escena sacada de una película de terror o pos-apocaliptica.. Jessica andaba con temor mirando a su al rededor con cada paso que daba. Sentía continuamente una presencia vigilándola, unos ojos clavados en su nuca. A medida que avanzaba podía escuchar como la luz del fluorescente se apagaba poco a poco. Los pelos de su piel se erizaban, otra vez aquella brisa fría. Comenzó a oír voces procedentes desde lejos, pero no podía discernir que decían. Apretó el paso y el volumen de estas fue aumentando hasta que dio a una sala con una niña pequeña sentada en un piano. Tenía un bonita melena negra recogida en un lazo, un vestido blanco de época y unos preciosos ojos azules que delataban su identidad.

 

-¿Kyra?- La niña continuaba tocando el piano sin prestarle la menos atención. La pelirroja se acercó a su lado intentando que la hiciera caso-¿Qué tocas?

 

-Una obra de Chopín, pero no debo hablar con usted. Padre me regañará si no me aprendo bien mis tareas.

 

-Kyra, no eres una niña. ¿ Por qué estamos aquí?

 

- No se quien es Kyra. Pero debes marcharte, necesito practicar.

 

Jessica le agarró la mano derecha parar obligarla a parar de practicar.

 

-Tú eres Kyra.

 

La niña puso cara de enfado y la contestó gritando.

 

-¡No! Yo me llamo Ada. Y ahora padre me regañará por tu culpa- la niña se quedó inmóvil tragando saliva lentamente- Se ha enterado. Sabe que he dejado de tocar sin permiso, tengo que ir a esconderme.

 

Saltó de la butaca y comenzó a correr. La pelirroja la siguió atravesando otra de las puertas. Esta vez dio a un patio bastante voluptuoso. Era de día y había una chica de unos dieciséis apuntando cosas en una libreta. Esta vez no estaba sola, una mujer entrada en edad se le acercaba para tomar asiento a su lado. Jessica se limitó a observar la escena en silencio.

 

- ¿Que haces querida?

 

La chica cerró con rapidez el cuaderno colocándose en una posición más rígida.

 

-Nada ,madre. Garabatos para mantener la mente entretenida.

 

La mujer le dedico una mirada acusadora mientras le apartaba el cuaderno con violencia. Ella se quejó intentando que lo lo leyera, pero no pareció importarle la objeción de su hija. La mujer echó un vistazo con un ceño cada vez más fruncido. Al final lo cerró delicadamente y abofeteó la mejilla de la joven

 

-Ya hemos hablado de esto. Creí haber sido lo suficientemente clara la ultima vez. Esto que escribes , estas aberraciones no son para una dama de tu cuna.

 

- Solo son palabras- Quiso decir algo más pero la madre no le permitió continuar.



-Esto se acaba hoy. Tu padre ha concertado una cita con el hijo del señor Cole. Será bueno para nuestras familias que tú y su hijo os caséis. Y sobre todo para ti- Hizo una pausa para dedicarle una mirada de repugnancia- Así dejarás atrás esos pensamientos impuros.

 

- Pero, madre. Yo no quiero casarme con ese desconocido

 

- Gracias a dios esto no es decisión tuya- se incorporó colocándose las faldas del vestido- Más te vale comportarte esta noche en la cena. Mandaré a la sirvienta para que te ayude a prepararte.

 

La chica agachó la cabeza apretando sus puños intentando descargar la ira que aquella situación le producía.

 

-Si, madre.

 

Jessica notó como unas manos tiraban de su cintura haciéndola caer a una especie de vacío. Al final paró en un lugar oscuro. Un pequeño hilo de luz salía de lo que parecía una cerradura. Acercó la cara para mirar por la pequeña abertura y volvió a ver a la chica del patio esta vez sentada en en tocador de un dormitorio. Estaba recogiéndose el pelo en una especie de tocado enorme. Las manos le temblaban mientras se peinaba y al final las bajó intentando coger aire. Al final se levantó, estaba hiperventilando mientras caminaba de un lado a otro de la habitación. Llamaron a la puerta y segundos después entro otra mujer con ropajes de sirvienta.

 

-¿Qué te sucede?-La mujer dejó el vestido que llevaba en las manos encima de la cama y se acercó a ella con preocupación.

 

-Mi madre... yo-continuaba luchando por tener un ritmo respiratorio normal. La asistente se acercó más para poder agarrarle la cara y mirarla fijamente a los ojos.

 

-Tranquila, respira- la asistenta era una chica joven de ojos negros y piel pálida. Tenía el pelo castaño recogido en una cofia y sus mejillas rosadas le hacían una cara muy amable. Era bastante guapa. Apoyó su frente contra la de la chica a la que intentaba consolar- Tranquila.


Por un momento pareció funcionar. Se fue calmando poco a poco hasta conseguir normalizar su respiración. Estuvieron calladas durante un momento hasta que separaron las cabezas. Sus miradas se entrelazaron y la asistenta se apartó delicadamente.


-Tenemos que vestirte o tu madre se podrá furiosa.



La chica de ojos azules se sentó en su cama y suspiró.



-Madre siempre está furiosa, al menos conmigo- Bajó la mirada observando sus manos encima de las rodillas.



-Es una mujer de carácter duro- La doncella estiró el vestido disponiéndose a comenzar con su tarea.


-Cree que soy una abominación...Quizás esté en lo cierto.



La criada la miró con pena, le partía el corazón verla sufrir de esa manera.



-No eres una abominación... solo estás confundida. No debería decirte esas cosas tan horribles.



La chica agarró del brazo a la doncella para que la mirase.



-¿Confundida? No estoy confundida, se perfectamente lo que quiero- Bajó la mano para coger la suya- Y tú también.



Ella apretó sus dedos mientras mordía su labio inferior. Tenía una lucha interior con aquella situación. En el fondo sabía que no estaba bien, pero no podía evitarlo. La chica de ojos azules se levantó para besarla y ella respondió durante unos instantes.



-Esto está mal. No debemos hacerlo- Se apartó de ella nerviosa- Ya lo hablamos... Tenemos que vestirte.



La joven se limitó a afirmar con la cabeza y obedecer a las peticiones de la doncella. Cuando terminó de arreglarse ella se fue y la chica volvió a quedarse sola en su dormitorio. Se miró al espejo con inmensa tristeza y salió por la puerta. Jessica aprovechó ese momento para salir del armario. Cuando empujó la puerta para salir dio a parar a otra zona de la casa.

Esta vez era un gran comedor. La mesa estaba puesta con lo que parecía una vajilla de plata, la mujer que había visto en el patio estaba sentada al lado de un señor con bigote canoso. En frente de ese señor había otro hombre mayor con barba, a su lado un tipo que aparentaba unos veinti muchos , de pelo castaño y ojos negros, no demasiado agraciado. Y a su derecha estaba la chica de ojos azules mirando el fondo de su plato.


-Bueno, Chistropher. Ada estaba deseando conocerte. Hacéis un pareja encantadora- La mujer mayor miraba con una falsa sonrisa a sus invitados.

-Yo también ardía en deseos de conocer a mi futura esposa- El chico joven deslizó su mano para colocarla encima de Ada, pero esta la retiró instintivamente.

La cena se desarrolló incómoda hasta que los invitados se despidieron abandonando la instancia. La chica joven subió las escaleras de la casa a toda velocidad y la pelirroja la siguió sin perder tiempo. Volvió a entrar al dormitorio. Pero de repente era de día.

 

Esta vez estaba la asistenta recogiendo el dormitorio. No tardó mucho en entrar Ada por la puerta.


-No sabía que estabas aquí- Comentó al ver a la doncella sacudir las sábanas.


-Tardaré poco en terminar.


Ada se acercó al tocador para quitarse los adornos que le habían hecho ponerse para ir a la iglesia. Odiaba todo aquello, pero su madre la obligaba a ir con asiduidad para según ella, expiar sus pecados. Al final se sentó en la butaca observando a la criada.


-No hace falta que te des tanta prisa. Voy a marcharme para practicar con el piano... no se cuando volveré a tocar alguno- Se levantó dispuesta a marcharse pero ella le agarró de la mano parado su avance.

-¿Qué quieres decir con eso?


Ada suspiró con tristeza en los ojos. No quería llorar delante de ella así que aguantó el tipo.


-Madre quiere acelerar los preparativos de la boda. En unas semanas me iré a vivir con él... -Las declaraciones hicieron que la criada detuviese sus labores domésticas.

-¿Por qué tan precipitado?

-Madre dice que será bueno para los negocios de padre. Una vez que estemos casados se expandirá su cartera de clientes. Parece ser que que está teniendo problemas y a eso se debe la premura- miró con tristeza al suelo asimilando su destino.

 

-Pero... ¿ Podría ir con usted?.Necesitaréis una criada para vuestra nueva casa.

 

La chica morena de ojos claros sonrió todavía con pena en la mirada.

 

-No creo que madre lo permitiera...me temo que no nos veremos mucho.

 

La doncella bajó la cabeza temerosa de pronunciar palabra. No quería moverse por miedo de cometer una locura. No era dueña de sus actos y mucho menos de sus sentimientos.

 

-Te echaré de menos... dejaré que termines tu trabajo- Ada sonrió dispuesta a abandonar la habitación. Cuando consiguió llegar al pomo de la puerta la doncella detuvo su avance agarrándole el brazo.

 

-Espera...- la morena de dio la vuelta con prisa decidiéndose a besarla.

 

Jessica miraba la escena con cierta incomodidad. Sabía que todo aquello eran recuerdos, pero cuando la cosa se volvió más picante tuvo que apartar la vista con cierta sensación de celos. No quiso seguir mirando hasta que un chillido le obligó a volver a presenciar la escena. La madre había entrado en la habitación encontrando a las jóvenes desnudas. Agarró con firmeza el brazo de su hija azotándole con el bastón que usaba para caminar. La gritaba de todo, desde enferma a engendro del maligno. Echó a la doncella de una forma desquiciada amenazándola con matarla si no abandonaba la casa. La joven obedeció cogiendo sus ropajes y la madre continuó atizando a su hija con cada vez más fuerza. Jessica cerró los ojos sabiendo que no podía interceder en eso. Le dolió en el alma cada uno de los golpes. Al final la madre abandonó la instancia y Ada se asomó por la ventana haciéndose con las pocas fuerzas que le quedaban. Antes de desmayarse puedo ver como su amante corría con unas maletas dispuesta a abandonar aquel lugar.

 

La pelirroja sintió como la escena cambiaba de nuevo. Esta vez estaba en una casa diferente, o al menos eso parecía desde su nuevo armario. Era otro dormitorio, este algo más austero pero con pinta de seguir perteneciendo a una familia pudiente. No tardaron mucho en entrar Ada con su nuevo marido por la puerta. Una criada de aspecto rubenesco dejó las maletas de la mujer en el suelo.

 

-Me alegra que por fin vivamos juntos- El hombre sonreía dichoso frente las expectativas de formar una nueva familia.

 

-Claro-Se limitó a responder la mujer mientras se sentaba en el borde de la cama. El hombre se acercó con una mirada lasciva dispuesto a besarle el cuello. Ella se apartó con rapidez

 

-No me apetece.

 

El hombre la miró con enfado, esa era su noche de bodas. Así que decidió continuar besándola mientras ella forcejeaba. Cuando empezó a luchar con fuerza él la tumbó contra la cama inmovilizándola. Ella solo gritaba que parase y Jessica se estaba poniendo enferma. Intentó salir del armario pero las puertas no se abrían. Ada comenzó a gritar cuando el hombre la abrió las piernas arrancándole la ropa. Rebuscaba con las manos hasta poder agarrar la lámpara de la mesilla y golpearle en la cabeza. Tuvo unos segundos para intentar escapar pero el hombre se recompuso y la golpeó tirándola contra el suelo. Una vez estuvo tumbada la volvió a golpear la cara y continuó haciendo lo que tenía en mente.


La pelirroja cerró los ojos mientras las lágrimas se le escapaban. Había visto lo más horrible de su vida y se sentía completamente impotente. De nuevo volvió a mirar por la cerradura y la escena volvió a cambiar. Era de noche de nuevo pero la chica de ojos azules estaba en frente del tocador mirándose los moratones que tenía por el cuerpo. El más cantoso era el del ojo producto de un puñetazo en la cara. La puerta se abrió y Chistropher volvió a entrar al dormitorio.


-Buenas noches , querida- Se acercó a besarle la cabeza y ella se estremeció de rabia- Hoy ha sido un día bastante bueno en el trabajo.


El tipo le bajó el camisón de un lado del hombro y le besó el cuello. Ella alzó la mano para agarrar las tijeras que tenía junto el maquillaje.


-Vamos a la cama- Le susurró su marido. Ella cerró los ojos y se puso tensa. Todo su cuerpo temblaba en una mezcla de terror y parálisis.


-No- El hombre se cabreó y volvió a repetir la frase pero esta vez de una manera autoritaria. Cuando la respuesta fue la misma le dio una bofetada.


-Soy tu marido y harás lo que se te diga.


Ada apretó la mano donde tenía las tijeras con tanta fuerza que se hizo una herida en la palma de la mano.


-No.


El hombre volvió a golpearla y cuando lo tuvo suficientemente cerca ella clavó las tijeras en su cuello repetidas veces hasta que el hombre cayó muerto al suelo. Todo se llenó de sangre.

Jessica se apartó hacia atrás de la impresión y una mano en su hombro le hizo darse la vuelta.


-¿Por qué estas mirando? No deberías estar aquí- La niña que encontró tocando el piano la miraba de forma acusativa.

-Tu eres quien me hace ver estas cosas. ¿Por qué?


La niña inclinó la cabeza hacia un lado sin entender muy bien la pregunta.

-Yo no hago nada. Es la otra, la grande.


La pelirroja entendió que se refería a la Kyra actual y un atisbo de esperanza la dio fuerzas para continuar con la búsqueda.


-¿La grande? ¿Sabes donde está?


La niña afirmó y la agarró de la mano para guiarla.

-La tienen escondida, pero yo la he encontrado. Ven conmigo.

 

Abrió el armario y salieron a un pasillo largo que parecía interminable. Estaba oscuro y una especie de murmullos procedían de las paredes de sus lados. Como si algo las vigilara constantemente. Pareció una eternidad llegar al final de aquel corredero. Cuando alzaron la salida dieron con una puerta roja y la niña se paró en seco.


-Tienes que entrar sola. No me tienen permitido hablar con ella.


-¿Por qué?- Jessica la miró con inseguridad.


-Es peligrosa. Ten cuidado- Tras decir eso se marchó corriendo dejando a la pelirroja a solas.


Cogió aire y llevó la mano al pomo meditando un instante si sería buena idea cruzarla. Al final se armó de valor y entró en una sala completamente negra con un foco alumbrando lo que parecía una especie de incubadora enorme con un líquido amarillo viscoso . En su interior estaba Kyra rodeada de un millar de cables.



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