La mente de Yugi estaba en blanco, no entendía las palabras de Jonouchi.
-¿De que estas hablando?
-Eso Yugi, nunca supimos que te sucedió, te buscamos por mucho tiempo pero no hallamos ni una sola pista, parecía que la tierra te había tragado.
Yugi se paró lentamente de donde estaba y caminó hasta quedar en la ventana, no sabía que pensar, por más que buscaba en su mente no lograba recordar nada y simplemente no podía creer así como así que un día había desaparecido, ¿Acaso se había ido por cuenta propia? No, el no sería capaz de dejar a su abuelo, su escuela, a Jonouchi y definitivamente no podría solo irse dejando atrás a Atem.
-Yami… - Yugi se dio vuelta y miro a Jonouchi nuevamente - ¿Y Yami?
-¿Yami? Nunca terminare de entender porque le decías así.
-Eso es una historia entre él y yo, contéstame Jonouchi.
-A Atem le toco la peor parte Yugi. Como nunca llegaste a despertarme yo llegue tarde ese día a la escuela y cuando entre vi a Atem en tu puesto con una mirada preocupada, más tarde me dijo que tenía un mal presentimiento sobre ti así que quedamos de ir a verte luego de la escuela, tu abuelo nos dijo que saliste temprano como todas las mañanas y fue ahí cuando empezó el infierno para Atem, ese Atem que todos conocíamos comenzó a desmoronarse y parecía que una parte de su alma se iba con cada día que pasaba sin ti.
Las lágrimas caían por las mejillas de Yugi sin que pudiera detenerlas. Yami, su Yami sufrió por su culpa.
-Nunca fuimos los mejores amigos, él era muy sobreprotector contigo, pero cuando desapareciste supongo que yo era lo único que le quedaba de ti. Se culpaba, caminaba con la mirada perdida castigándose a sí mismo por no protegerte y dejarte solo. A los seis meses dejo de ir a la escuela y se cambió de casa.
Los sollozos de Yugi se escuchaban por toda la habitación, Jonouchi trató de abrazarlo pero solo traspasaba su cuerpo, quería darle consuelo a su amigo pero no sabía cómo. Yugi por otro lado, se sentía pésimo, se sentía culpable y dolía, su corazón dolía. De pronto sintió una especie de fuerza que lo llamaba, sin darse cuenta dejo de llorar y comenzó a caminar, se detuvo frente a una fotografía en un estante en la sala, en ella se veía a tres jóvenes con uniforme sonriendo con alegría fue entonces cuando Yugi lo supo.
-Jonouchi, tenemos que ir a la escuela – Jonouchi, quien recién se había levantado de su cama para poder seguir a Yugi, lo miró extrañado – Vine aquí para despertarte e ir a la escuela y eso es lo que haremos, así que ve a asearte o llegaremos tarde.
Jonouchi no entendía muy bien pero le hizo caso a su amigo, se vistió y tomo las llaves de su auto para salir junto a Yugi. Dentro del auto Yugi iba mirando por la ventana, se pudo dar cuenta de que no tenía idea de donde estaban, no reconocía el paisaje pero no le dio mayor importancia, aquella “fuerza” todavía estaba presente y no podía apartar la sensación de su mente. Jonouchi por otro lado aún se estaba preguntando si esto era real o no, su cabeza era un caos pero de cierta forma se sentía bien tener a su amigo de vuelta luego de tantos años extrañándolo y preguntándose que le había sucedido, estaba feliz de tenerlo a su lado en ese momento a pesar de lo insólito de la situación. De pronto Yugi se sobresaltó, pudo reconocer a través de la ventana del auto de Jonouchi su casa, aquella casa que lo vio crecer y que, sin saberlo, tanto extrañaba.
-¡Jonouchi detente! – Grito Yugi y una vez que el vehículo se detuvo por completo salió corriendo en dirección a su hogar, sin necesidad de abrir puertas, el solo atravesó todo hasta llegar a su destino.
-¡Yugi espera! – Jonouchi estaba preocupado, a diferencia de su amigo él no podía atravesar las cosas por lo que no pudo entrar a la casa y tenía miedo de lo que Yugi fuera a encontrarse adentro.
El tricolor ya dentro de la casa detuvo de golpe su agitada carrera, todo estaba exactamente igual a como lo recordaba pero sentía un aura extraña, como si algo faltara, como si algo estuviera fuera de lugar.
-¡Abuelo! ¡Soy yo, Yugi! - Yugi trató de llamar a su abuelo pero no obtuvo respuesta – Abuelo…
Con inseguridad se dedicó a recorrer toda la casa, confirmó que todo estaba igual, hasta su habitación seguía intacta, aunque podría jurar que estaba más limpia y ordenada que de costumbre. No logro encontrar a su abuelo y eso le dio un mal presentimiento, aquella molesta sensación de que algo faltaba no se iba y eso le desesperaba. Volvió a la sala y se puso a mirar las fotos que estaban en la repisa, muchas eran de él cuando era niño pero también habían algunas de él junto a su abuelo, por ultimo más a la izquierda había una fotografía de él con Yami, salían ambos sonriendo abrazados, Yugi con un ligero rubor en las mejillas mirando a Atem. A Yugi siempre le gustó esa foto, era del día en que comenzaron a ser novios, pero algo no calzaba, según lo que Yugi recordaba esa foto la tenía Yami en su casa, estaba seguro que era la misma por el marco que tenía así que no se explicaba cómo es que estaba ahí. Quiso tratar de pensar en una respuesta pero algo junto a la repisa le llamo mucho la atención, era un Butsudan*. Si bien su abuelo y él siempre fueron muy respetuosos con los antepasados y el tema de la religión, nunca habían tenido uno. Decidió acercarse para observarlo mejor, pero lo que vio lo dejo atónito.
-¿Abuelo?
En el Butsudan habían unas flores artificiales junto a dos fotografías, en una aparecía Yugi sonriendo, era una fotografía de medio cuerpo, y en la otra aparecía su abuelo. El resto del Butsudan estaba adornado y se veía bien cuidado, pero Yugi no podía dejar de pensar en la fotografía de su abuelo, en el Butsudan suelen colocarse fotografías de las personas que ya han dejado este mundo para orarles y poder guiarlos en el camino a ascender del plano en donde se encuentran y puedan encontrar la paz eterna, si lo que Jonouchi dijo era cierto entonces era normal que su fotografía estuviera ahí, si alguien desaparece por 5 años lo normal sería pensar que ya está muerto y lo mejor sería ayudar a su espíritu a descansar en paz, pero no entendía porque la fotografía de su abuelo estaba ahí.
-No puede ser… - La sensación de que algo no estaba bien lo golpeo con más fuerza, su abuelo era aquello que faltaba. Nuevamente las lágrimas aparecieron y salió de la casa para encontrarse con Jonouchi. – Jonouchi… Dime que ha pasado con mi abuelo… No puede ser que él este… este… - No pudo continuar con la frase, esto era demasiado.
-Yugi… - Jonouchi lo miro preocupado, ¿Cómo se había enterado?
-Hay un Butsudan ahí dentro… Con mi fotografía y la de… Mi abuelo… - Dijo Yugi entre sollozos, como si leyera los pensamientos de su amigo.
-Hace año y medio tu abuelo enfermó, estuvo un mes completo en el hospital, los médicos hicieron todo lo posible pero tu abuelo quería volver a su casa, decía que quería pasar sus últimos momentos con lo poco que quedaba de tu esencia en el que fue su hogar, quería morir acompañado de ti Yugi, así que volvió aquí. Murió a la semana siguiente.
-¿Qué fue? – preguntó Yugi apenas.
-Cáncer – Respondió Jonouchi – Al parecer llevaba mucho tiempo enfermo pero nunca dijo nada hasta que su estado se volvió crítico.
-Abuelo…
Yugi solo podía llorar, si realmente había muerto ¿para que había vuelto a este mundo? ¿Acaso el destino quería verlo sufrir? , Jonouchi se quedó con él hasta que se calmó.
-Luego de la muerte de tu abuelo la casa se vendió, legalmente era tuya pero tú no estabas para reclamarla así que el estado la vendió, nunca supe a quién.
-Ya veo – Dijo Yugi aun desanimado – Caminemos Jonouchi.
Jonouchi asintió y juntos comenzaron a caminar, estaban tomando el camino que Yugi solía tomar a la escuela, pasando por la casa de Jonouchi, un poco antes de llegar a esta Yugi se detuvo de golpe, tenía los ojos muy abiertos y comenzaba a respirar agitadamente. Su amigo se le quedo viendo preocupado.
-¿Yugi? ¿Qué sucede?
Yugi sintió un frío agudo recorrer su cuerpo, en su mente solo podía ver unos penetrantes ojos azules que lo miraban intensamente, de a poco el terror comenzaba a apoderarse de él, no podía moverse. Muchas imágenes comenzaron a pasar por su mente de manera fugaz haciendo que su cabeza doliera, era un dolor tan agudo que puso sus manos en su cabeza como un reflejo.
-¡Yugi!
Escuchaba los gritos de Jonouchi cada vez más lejos, súbitamente todo el dolor paró y pudo darse cuenta de que estaba caminando, Jonouchi ya no estaba a su lado. A pesar de no saber porque, tenía una sonrisa en el rostro y su andar era alegre, tomaba con ambas manos los tirantes de su mochila mientras observaba todo a su alrededor sin notar aquella oscura presencia que lo seguía, esa persona se mantuvo oculta hasta que Yugi estuvo muy cerca de un callejón, salió de su escondite y rápidamente agarro a Yugi por detrás. El pequeño tricolor abrió los ojos sobresaltado, quiso gritar pero una mano tenía su boca apretada fuertemente impidiéndole producir un grito.
-Mmmmmh Mmmmmmmmmh – Yugi pataleaba y se movía de manera violenta, pero la persona que lo tenía agarrado era evidentemente más fuerte que él, mucho más fuerte. Lo arrastró hasta aquel callejón cercano y lo empujo contra la pared, antes de que Yugi pudiera reponerse o decir algo le tiro fuertemente la mochila para tirarla lejos a lo que el tricolor soltó un quejido de dolor. La persona tomo ambas muñecas de Yugi con una mano y las sujeto por encima de su cabeza mientras que con la otra mano revisaba los bolsillos del uniforme de Yugi, todo lo que encontró lo tiro al callejón y solo se detuvo hasta asegurarse de que ya no tenía ningún objeto escondido. El pequeño Yugi estaba en shock, no entendía lo que pasaba, aunque ninguna mano aprisionaba su boca su voz nunca fue escuchada, sus cuerdas vocales no le respondían. La misteriosa persona saco de algún bolsillo de su chaqueta un paño y lo presiono fuertemente en la zona de respiración de Yugi, este último sintió un fuerte y peculiar olor, trato de zafarse sin mucho éxito, pronto comenzó a sentir un extraño zumbido en los oídos que de a poco fue extendiéndose por todo el cuerpo en forma de cosquilleo, principalmente en su cara, hizo un último esfuerzo ya casi sin fuerzas y luego todo se volvió negro.
El sujeto tomo a Yugi y lo metió dentro de su auto que estaba estacionado en ese callejón, luego él se subió también y arranco el vehículo saliendo por el otro lado del callejón.
Yugi abrió los ojos de golpe y pudo escuchar los gritos de Jonouchi nuevamente. Su amigo estaba totalmente desesperado, y no era para menos, el tricolor estaba de rodillas en el suelo con las manos en la cabeza y la respiración agitada. Trató de calmarse y miro a su amigo.
-Jonouchi… - Comenzó a decir - Lo recuerdo…
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En algún otro lado de la ciudad, en una pieza oscura se podían distinguir dos ojos azules llenos de furia observar el lugar completamente vacío. Su tesoro más importante ya no estaba y no se explicaba cómo. La furia comenzaba a apoderarse de su ser, tomo con fuerza la botella de agua que tenía en la mano y la lanzó contra la pared.
-¡Yuuuugiiiii!