Su cabeza dolía intensamente, tanto que debía cerrar los ojos para que las palpitaciones que sentía en sus cíenes se detuvieran unos segundos.
-No, no entiendo todo lo que hay en ti. Pero quiero.-El mayor hizo una pausa, y se acercó un poco a Guillermo, quien seguía en el suelo.
El corazón en un puño, latiendo tan rápidamente que parecía irreal. Quizá quería salir de él, alejarse, como todo lo que hay en él, como todo lo que ha conseguido en la vida. Samuel también se alejaría de él...
-Guillermo...-Quería escuchar todo lo que el mayor le estaba diciendo, quería dejarse ir y no pensar, solo volver a los brazos del moreno y ser sincero con ambos, sobretodo consigo mismo, pero, como su padre le ha enseñado con los años, las cosas no siempre son como se quieren.
Tenía claro que si se sinceraba, si dejaba que Samuel conociese su verdadero lado oscuro, el que estaba lleno de cortes, cicatrices, lágrimas, golpes, odio y problemas con la comida, este solo correría todo lo lejos posible, como alma que lleva el diablo. Y no es que eso estuviese del todo mal, él era un monstruo y merecía estar solo, pero no quería que Samuel se alejase de aquella forma.
-Olvidemos esto, por favor.-Dijo seguro, o eso intentó, porque su voz salio tan débil que apenas era audible.-Seamos amigos, nunca hablemos de esto...-Las lágrimas surgieron de nuevo. Quería sentirse amado, pero no podía permitirlo. Quería un abrazo de Samuel, quería sus besos, quería... Verdaderamente quería todo del mayor, pero no lo merecía, nunca lo haría.-Quedemonos como estamos, y...-Se levantó, sacudió sus pantalones -reprimiendo un jadeo cuando tocó varios golpes-, se limpio las lágrimas y fingió una sonrisa, una sonrisa verdadermanete bella y falsa.-Podremos ser...-Pero fue interrumpido por Samuel, quien alcanzó su muñeca.
Guillermo suplicó porque su chaqueta no se alzara y desvelara aún más oscuridad sobre si mismo.
-¿No te das cuenta, Willy?-De nuevo, aquel lindo apodo que tan cálido penetraba en él.
"¿Por qué Samuel se empeñaba en hacerlo todo tan duro?."
-Quiero estar a tu lado, pase lo que pase. Quiero y necesito estarlo... Yo soy mi mejor yo cuando estoy contigo, me siento completo, la soledad se va lejos, mi seguridad vuelve. Guillermo, ¿no lo ves?. Quiero ayudarte, porque, aunque suene egoísta, si te salvo, me salvo a mi mismo.-Otro paso más cerca del menor. Los separaban solo unos centímetros.-Me haces feliz, escuchas mis tonterías, incluso te ríes con algunas de ellas, cuando no estás cerca pienso en ti, me preocupo, me pongo celoso...-Omitió el que incluso tenía celos de su gata Mara, porque eso no venía al caso, y, además, era demasiado vergonzoso.-Te necesito a mi lado, porque me encuentro a mi mismo. Porque sé quien soy. Porque...
Quería correr y encerrarse en su casa, pero su cuerpo no respondía ante ninguno de sus impulsos, quería llorar pero no salia lágrima alguna, tenia la sensación de que estaba gritando algo como: ¡Basta, no puedo retenerlo más!; pero sabia que estaba callado. Quería miles de cosas, pero no hacia nada.
-Solo dame una oportunidad, una prueba. Y te demostraré de que puedo sacarte de ese lugar, Guillermo. Dame unos días, y te mostraré que todos pueden ser felices. Solo te pido, que me dejes amarte.
Pero, el problema es que cuando ni tan siquiera controlas tus pensamientos, es que has perdido el total control de tu vida. O eso juraba el menor.
-No.-Fue tajante, seguro y frío. No había lágrimas, no había miedo... No había nada. Caminó hasta casa y cerró la puerta.
Samuel se quedó allí, parado completamente, sintiendo como su alma caía. Quería gritar, hablar y preguntar, pero tampoco hizo nada. Solo se quedó mirando aquella puerta, aferrándose a su pensamiento.
"Pues no me pienso rendir hasta ser tu luz, chaval."
Y caminó hasta la puerta, donde empezó a llamar sin parar.
Quería a Guillermo y le demostraría que él, sobretodo alguien tan bueno y puro como era el menor, se merecía todo el amor del mundo, y solo él se lo daría