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El príncipe mestizo por CielTrancy

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Notas del capitulo:

Hola:

Quiero pedirles disculpas por la demora, pero este capítulo me hizo entender a los autores que leo cuando hablan de que no se sienten satisfechos con lo que escribieron.

Estuve retocándolo hasta este momento. 

Espero que les vaya a gustar.

Nuevamente les pregunto, si desearían que les responda por aquí o como lo vengo haciendo.

Eso es todo.

 

Capítulo 17: Inocente.

 

 

“La inocencia necesita de un protector constante, sólo basta un descuido para que esta desaparezca”

 

 

— ¡Regresa para la cena!

 

Dorea Potter sonrió al ver a su pequeño nieto caminar hacia el bosque, vivir con Harry despertaba nuevas y contradictorias emociones en ella.

 

En estos cortos 6 años habían pasado tantas cosas, la muerte prematura de una mujer que en vida había traído la vergüenza a su familia y prácticamente el exilio al dar a  luz a un niño que era considerado como un pecado mismo entre los de su clase.

 

Harry aún era demasiado pequeño para mostrar magia accidental, pero en el fondo el miedo la carcomía, temía un futuro dónde fuese un petardo, quizás Lily Evans no había sido capaz.

 

El brillo de los zafiros le hicieron olvidar sus dudas, su sonrisa se amplió al recordar a Harry con la diadema en su cabeza observándose en el espejo.

 

Quizás era arriesgado dejar a un niño con una joya sin supervisión ya que los diamantes y el oro atraían a los codiciosos ladrones, pero ella confiaba en las salas de su hogar.

 

Miró a Harry hasta que  su silueta se perdió en medio de los árboles y arbustos.

 

—Ama, el joven James dice que está listo.

 

La mujer miró a la pequeña criatura que contraía constantemente sus manos y pensó en su hijo esperándola en la sala.

 

Constantemente deseaba que Charles aún estuviese con vida, él sabría qué hacer, él acallaría todos sus temores, él ocuparía el lugar que James era incapaz de cumplir, como padre como cabeza de la familia.

 

Quizás Charles podría entender y guiar a Harry, Harry era diferente y necesitaba de ciertos cuidados, Charles protegería a Harry.

 

Pero Charles no estaba y al parecer su hijo jamás podría dejar el letargo del luto.

 

Ella estaba sola, pero tenía que ser fuerte, por ella, por Harry, por su hijo. Por lo que restaba de su familia.

 

—Harry debe estar en casa antes de la cena.

 

—Sí, ama.

 

 

 

Dinny sintió a su señora alejarse y deseó que el pequeño amo no hubiese salido, los otros elfos se burlaban de él ya que temía salir en la noche.

 

Dinny no tenía la culpa, el hijo de su señora había hecho nacer su fobia.

 

Dinny se alegraba inmensamente de que el amo James hubiese crecido y que su sonrisa “traviesa” como la señora solía llamar hubiese desaparecido.

 

 

 

Harry recordó el rostro extrañado de su padre al verlo con una diadema en su cabeza, su padre había dicho que los hombres no usaban cosas de niñas y su abuela sólo había sonreído.

 

Su abuela le había contratado un tutor privado, era un hombre viejo que siempre lo veía con enojo cuando su abuela no estaba presente e incluso algunas veces creía que él esperaba que se equivocase.

 

Habían platicado de los fundadores de Hogwarts, Salazar Slytherin , Godric Gryffindor y Rowena Ravenclaw, el tutor no lo había considerado importante, pero él había leído de ciertos objetos dejados por ellos.

 

Todos estaban perdidos e incluso algunos estudiosos dudaban de su existencia.

 

Quería saber cómo se vería en su cabeza y cuando su abuela mencionó qué era una diadema pensó que podía ser similar a la de Ravenclaw.

 

Un siseo lo sacó de sus pensamientos por unos instantes y lo sumergió en uno nuevo, uno aún más inalcanzable

 

La habilidad única de hablar con las serpientes, pársel.

 

Era un don que sólo lo poseían aquellos que portaban la sangre de Salazar.

 

La antigüedad de su familia lo llevó a buscar en los árboles genealógicos y descubrir que era descendiente de Cadmus Peverell, hermano de uno de los ascendientes de Salazar.

 

Entonces quizás y sólo quizás él podía tenerla, él quizás podría ser un hablante de pársel.

 

Esperaba que tener sangre defectuosa como susurraba su maestro  no se lo impidiese, además nunca había estado frente a una serpiente y era una de las razones por las que había ido al bosque que rodeaba su casa.

 

Existían algunas cosas que le preocupaban como que aún no era capaz de hacer magia, su abuela decía que era demasiado pronto aunque contradecía a la opinión de su tutor, al parecer Harry no era el único niño que su maestro enseñaba.

 

Su sueño de hablar pársel sería imposible si no lograba hacer magia.

 

Las hojas se desprendían de las ramas de los árboles abriendo la senda lentamente, su andar era lento y sus pies lo llevaron a un peñasco que marcaba el fin de las protecciones de la mansión aunque el niño lo desconocía.

 

El sol pronto se ocultaría y tendría que volver sin haber concluido su investigación.

 

Los siseos se incrementaron, eran consecutivos dando la impresión  de ser una conversación. Los sonidos venían de abajo, podía bajar aunque tendría que ser cuidadoso.

 

Él sabía que era peligroso, pero algo le llamaba en esa dirección, algo le decía que en ese lugar se encontraba lo que deseaba.

 

Descendió hundiendo sus manos en la tierra intentando no caer, sus ropas estaban sucias, la piedra en la que apoyó su pie cedió y cayó a pesar de intentar frenar la caída con sus manos.

 

El mundo se volvió negro por unos instantes.

 

Abrió los ojos con pesadez siendo consciente de cada músculo de su cuerpo, todo dolía.

 

— ¿Quién eres?

 

Harry notó por primera vez al niño delante suyo poniendo todos sus sentidos en alerta, él nunca había estado con un niño antes.

 

Su vida transcurría entre los muros de su hogar.

 

—Harry—contestó.

 

Siguió la mirada del niño encontrando la diadema de su abuela en la tierra, los zafiros resplandecían.

 

— ¿Sólo Harry? —se burló.

 

El niño caminó sin prisa hacia la diadema, agachándose para luego recogerla, sus dedos rozaban los contornos y sus ojos bebían del brillo de los zafiros.

 

Él no tenía miedo. Estaba solo, lastimado, con una persona que sólo tenía interés por la joya e iba contra el sentido común.

 

—Soy Harry James Potter—contestó.

 

Sintió que sus mejillas quemaban ya que no era necesario dar su nombre completo, era como si hubiera deseado probar algo.

 

El niño sonrió de lado, pero era una sonrisa diferente.

 

—Eso es mío.

 

—Me gusta—sonrió mostrando los dientes—me recuerda a una que tuve hace unos años.

 

El calor sólo aumentó al verlo ponerlo sobre su cabeza, su corazón latía fuerte en su pequeño pecho.

 

—Eres hermoso.

 

El niño dejó de sonreír y trasladó su hambrienta mirada hacia él.

 

—Gracias. ¿Estás bien?

 

— ¿Has visto muchas diademas? —preguntó.

 

—Unas cuantas… ¿por qué?

 

No entendía la razón, pero sentía que podía confiar en él.

 

—Estoy buscando una en especial, quiero encontrar la diadema de Rowena Ravenclaw.

 

El niño ladeó la cabeza como si estuviese meditando las palabras, a sus cinco años de edad Harry desconocía muchas cosas, él sólo sabía lo que su abuela le permitía conocer.

 

Él desconocía la existencia de los muggles.

 

—Yo también la llevo buscando por mucho tiempo.

 

Harry se sintió extrañamente contenido cuando el niño se sentó a su lado sin importarle la tierra, los malos sentimientos desaparecieron completamente.

 

— ¿Tienes pistas?

 

—Es similar a la que tienes—dudó— ¿dónde vives?

 

— ¿Cuál es tu nombre?

 

Los bellos ojos verdes lo miraban con anhelo a lo que el niño sólo atinó a sonreír aunque la supuesta alegría no llegaba a sus ojos.

 

—Puedes llamarme Izar.

 

— ¿Sólo Izar?

 

La mirada de Izar se endureció y de pronto su inocente broma era  causa de tensión, sentía que debía solucionarlo, todo había estado tan bien.

 

¿Qué podía hacer?

 

—No tengo un nombre digno de pronunciar, no tengo un apellido del cuál sentirme orgulloso.

 

Él se esforzó por comprender las palabras que su nuevo amigo pronunciaba, eran similares a las que su abuela usaba.

 

—Yo no conozco otros niños, vivo con mi abuela y mi padre allá arriba. Eres mi primer amigo.

 

— ¿Amigo?

 

Izar le había preguntado cómo estaba y los amigos se preocupaban los unos por los otros.

 

— ¿Somos amigos, no? —preguntó— ¡una serpiente!

 

Izar siguió la mirada de Harry encontrándose con una serpiente menor a un metro, la alzó en el aire hasta traerla frente a ellos.

 

Se veía satisfecho, orgulloso.

 

Harry sintió  sus mejillas enrojecer lentamente y no pudo evitar aplaudir con una gran sonrisa en su rostro.

 

—He estado buscando una serpiente también.

 

— ¿Por qué? La mayoría detesta a las serpientes.

 

—A mí me gustan, estoy intentando aprender todos sus nombres, estuve leyendo sobre la mamba negra.

 

—Las personas temen a las serpientes, pero por ejemplo esta no posee ningún veneno—señaló—aunque no evitará que muerda.

 

Izar era una cabeza más alta que él, quizás era unos años mayor también y al parecer tenía un gran alcance mágico. Su primer amigo era perfecto.

 

—Me gustaría hablar con ellas.

 

Su atención se enfocó en las escalas de la serpiente, sus colmillos ansiosos por morder a uno de los bípedos y no vio cuando la sonrisa de Izar se volvió maliciosa.

 

—Creo que nadie puede.

 

—Salazar Slytherin hablaba pársel y se dice que sus descendientes también. Desearía poder hacerlo…

 

— ¿No te gustaría iniciar una búsqueda conmigo?

 

— ¿En serio?

 

—Te lo acabo de preguntar—susurró.

 

Fue tan rápido, el contacto piel con piel y sólo atinó a sonrojarse. Su cuerpo deseaba algo, pero su mente no lograba descifrarlo.

 

—Sí.

 

Sus ojos nublados veían con adoración y los siseos no pudieron sacarlo de su ensoñación.

 

 

 

 

Pronto Dorea Potter regresaría y no encontraría a su pequeño esperándola con una encantadora sonrisa.

 

Harry estaba perdido.

Notas finales:

Espero que les haya gustado, díganme que tal les pareció.

Comenten.


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