Capítulo 19: Recóndito.
Theodore Nott tenía un rastro de cansancio en su rostro con forma y color bajo sus ojos, ocultos tras un glamour de mediana intensidad.
Él podía hacer un mejor glamour, usar una crema que borrara esos desperfectos, pero recurrir a Malfoy era algo que no deseaba.
Pedirle un favor así a Malfoy traería como consecuencia un pequeño interrogatorio que tendría que ser respondido con mentiras que no deseaba formular.
Hace mucho tiempo que no tenía tantos deseos de salir de su casa, la mansión era asfixiante desde la partida de su madre, pero se había adaptado a los tonos oscuros y al ambiente opresivo además esta jamás había sido un lugar reconfortante.
Pero…sentía tanta vergüenza al pensar que alguien como él se había convertido en un revoltijo de nervios debido a la presencia de otra persona, que él sudaba frío e intentaba en vano disimular su creciente temor con una cortés sonrisa y amó cada segundo en el que su padre estuvo con él.
Si fuese un gryffindor correría a la sala común de su casa para luego confesárselo a un amigo.
Aquel tonto deseo sólo acrecentó la molestia en su interior.
Con el pasar del tiempo la estación empezó a llenarse, el sonido de las voces sólo podía ser atenuado con el ruido de la chimenea al liberar aire caliente.
—Theo.
Giró la cabeza a la derecha y encontró a Harry.
— ¿Cómo estuvieron tus vacaciones?
—Igual que los anteriores años—respondió—estás actuando extraño.
Si Nott hubiese visto a Harry otro día podría haber notado ciertas diferencias en su apariencia, eran pequeños cambios de los cuáles pocas personas podrían percatarse, pero que para alguien tan observador como él no supondría ningún desafío.
Él no era normal, pero aquel día esa expresión desconcertada lo hizo verse como cualquier otro simple adolescente.
—Estoy bien, deberíamos subir al tren.
Asintió.
Nott era el que usualmente lo encontraba, el que iniciaba las conversaciones y se le hizo extraño verlo de pie inmóvil en medio de todos.
Slytherin albergaba a personas curiosas cada cierto tiempo, pero todos sabían comportarse.
Harry había esperado cinco minutos detrás de Theo y al acercarse sus ojos se fijaron en el glamour.
Las ruedas del carrito chirriaban al moverse, los baúles se movían al encontrase con imperfecciones en la acera.
—Todos se ven muy animados, más de lo normal.
Observó el esfuerzo de Theodore al enfocarse en él.
—Quizás sea por el torneo, dinero, fama. Deben estar ansiosos por participar
Si hubiese sido cualquier otro día, el corazón de Nott habría incrementado sus latidos, iniciando una batalla interna para no ruborizarse.
Harry se había preocupado por él.
Pero hoy no, Nott había estado tan cerca de colapsar, contaba los días para regresar a Hogwarts e irónicamente la estadía del hombre finalizó el mismo día de su partida.
Él había sonreído.
Lo sabía, lo sabía.
Ese hombre lo hizo a propósito.
¿Cómo pudo estar tan ciego?
Por Circe, cálmate.
—Nott.
Estaban tan cerca, los ojos verdes querían ver en su interior.
Tragó.
—Harry.
Harry fue testigo de la angustia grabada en el rostro de Nott, jamás creyó que la expresión calmada de Nott pudiese transformarse en algo diferente.
Él no era consciente, pero desde que la distancia con Nott se había acortado su comportamiento comenzaba a diferir de lo usual.
Nott tragó saliva, el rostro de Harry se encontraba a centímetros del suyo, los orbes parecían adquirir un color más intenso casi antinatural.
Aún en su angustia mental fue capaz de percatarse del sonido al inhalar aire, casi animal por parte de Harry.
—Harry.
Fue como si alguien lo hubiese sacado del agua con fuerza, nuevamente su cuerpo recuperaba sus funciones vitales a la primera bocarada de aire.
Nott recuperó la compostura y extrañamente se sintió como si lo hubiesen encontrado con los pantalones abajo.
La mujer le observaba con suspicacia, su voz llamó a Harry mas su atención se encontraba fija en él.
—Mi nombre es Theodore Nott, señora es un placer conocerla.
Ella sólo asintió con su cabeza, él no necesitaba que dijese su nombre para saber quién era.
Dorea Potter, la amada abuela de Harry o quizás debería referirse a ella como su madre.
Dorea a los ojos de Nott era la madre de Harry y puede que él no fuese un portador, pero era capaz de notar a un submisivo si se encontraba frente a él, incluso a uno débil.
Los submisivos sin pareja eran una llama esperando extinguirse.
—Abuela, pensé que no vendrías.
Y esto era algo por lo que Nott había luchado por años, la confianza que obtuvo y no podía disfrutar.
—Deseaba despedirme de tí—tomó su rostro—al parecer los años me han vuelto sentimental.
La diferencia de altura entre ellos disminuía con el pasar de los años, pero aquí sintiendo la calidez de su piel podía ver al pequeño aventurero desapareciendo en medio del bosque.
Harry era diferente.
El metal descansaba en su rostro al establecerse el contacto, su abuela gustaba de usar anillos.
Nott recordó a Malfoy avergonzado de los mimos de su madre en primer año, era curioso ver a Harry recibirlo sin dudas.
La mano se alejó de su rostro no sin antes depositar un breve beso en su frente.
La mirada fría dejó de proyectarse, por debajo su pequeño temblaba deseoso de acurrucarse, refugiarse en sus brazos, al vislumbrarlo la incertidumbre que la embargó todo ese tiempo parecía volverse una certeza.
Ella podía, conocía a Nott.
—Quizás algún día podrías visitarnos, me sentiría muy complacida si un amigo de Harry comparte con nosotros en casa.
Nott era un hombre malicioso que había contraído nupcias con una mujer mucho más joven que él y la había sobrevivido.
Su vástago había heredado los delicados rasgos de su madre, ella quería saber si las maneras de su padre tenían raíces en él.
Ella era hostil mas el aroma de un submisivo siempre trajo calma, la sangre de portador ya casi extinta en sus venas logró componerlo
Miró a Harry buscando en su rostro alguna expresión de disgusto.
—Tendré que preguntarle a mi padre, pero sería un gusto aceptar su invitación.
Dorea Potter y la difunta Walburga Black eran rarezas en su comunidad, ambas submisivas con el dominante bajo tierra contra todo pronóstico se habían convertido en las cabezas de sus familias e incluso Regulus no escapaba de los rumores.
La familia Black; decían que la locura corría por sus venas.
—Estoy feliz de que Harry tenga a alguien a quien llamar amigo.
A pesar de todo, a pesar de todos ella deseaba que fuese feliz.
El hijo de Cissy los veía a la distancia, ella lo había alejado, le pidió unos segundos con su nieto y el pequeño Draco como cualquier otro dominante con perfectos modales cumplió su deseo.
Draco le dio una última mirada.
Los niños estaban desbordantes de emociones que no comprendían volviéndose esclavos de ellas.
El encargado dio el último aviso para abordar.
Ver esa expresión en el rostro del pequeño Malfoy le hizo rememorar sus tiempos en Hogwarts, ver ese anhelo frustrado convertirse en animadversión.
Draco era hijo de su padre y al igual que otros con la desesperación a punto de desbordar de cada poro en su cuerpo, haría poco o nada.
Una vida comprometida aunque para otros podría ser una marcada por la cobardía.