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El príncipe mestizo por CielTrancy

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo, ha pasado mucho. ¿Recuerdan mi laptop? Sucedió. Así que ya no voy a poder actualizar como antes, demoré un montón en tipear este capítulo a pesar de que no es tan largo como quisiera.

No sé de dónde son exactamente, pero creo que prácticamente todos estamos en cuarentena por el coronavirus, les dije que me iban a operar, no se pudo, el sistema de salud de mi país no es muy bueno que digamos, al igual que en muchos otros países en vías de desarrollo.

Recuerdo cuando sucedió lo de China me quedé pensando en las personas que ya no iban a poder a ser atendidas en los hospitales, los que morían y hablar sobre cómo se trató la pandemia sería ahondar demasiado. Cuando llegó a España ya era cuestión de tiempo en que llegara aquí.

Vivimos tiempos difíciles, no sabemos que pasará. Si es posible eviten salir, cuídense mucho. Sé de personas que las han dejado morir y no las han llevado al hospital, seguramente ustedes también.

Espero que esto se convierta solo en un mal recuerdo cuando otros después de un tiempo lean esto

No sé si alguien lee esto, pero si dejo de publicar y ha pasado mucho quizás sea porque esto se fue al diablo. Espero que no, pero el futuro no se prometedor.

Si su mayor problema en esta cuarentena es el aburrimiento considerense afortunados, cuidense mucho.

 

Capítulo 25: Inconsciencia, pilar de la vida.

 

—Malfoy.

 

Alzó la vista y se encontró nuevamente con ella, estaba sola como la anterior ocasión con una postura desafiante, ciertamente parecía más un gryffindor que alguien perteneciente a Ravenclaw e igual que la anterior vez su sola presencia comenzó a irritarlo.

 

Trató de calmarse, ahogar el odio irracional que lo envolvía al verla, pero la tarea resultaba difícil cuando aún tenía en su mente el recuerdo humillante del baño.

 

—¿Qué quieres?

 

—El profesor Snape quiere que lo veas en su oficina.

 

Ella se alejó encaminándose a su propia mesa donde la esperaban las miradas atentas de un grupo de sus compañeras.

 

Notó cómo lentamente el comedor empezaba a llenarse, se levantó para luego irse.

 

Su padrino seguramente lo sabía.

 

-El príncipe mestizo-

 

Su cuerpo temblaba, sus manos hechas puños intentando evitar golpear algo.

 

Se imaginó cediendo.

 

El ruido del roce de la tela al caer, el contacto piel con piel casi doloroso por la falta de humedad.

 

Ceder es reconocerlo, ceder sería añadir culpas al enorme archivo mental que poseía.

 

Así que solo imaginó a su padre con la decepción grabada en su rostro, su madre invadiéndole la pena y lentamente su problema empezó a desvanecerse hasta solo quedar la insatisfacción de una erección desatendida.

 


Querida abuela:

Espero te encuentres bien. Todo transcurre con normalidad, tan normal como puede ser con el campeonato de los 3 magos desarrollándose en la escuela.

Me han escogido para ser guía del primer ministro ¿Lo conoces?

No sé si a padre le agrade la idea, quizás lo mejor sea que no se lo hagas saber. También no creo que suceda algo importante, solo es una visita protocolar.


 

Empezó a doblar el papel para luego tomar un sobre e introducirlo, inclinó la vela aún con la mecha encendida derramando la cera creando así el seguro con la presión ejercida por el sello encima de la cera roja.

 

—¿Es para tu abuela?

 

Asintió.

 

En cada habitación se encontraban dos escritorios para el uso de los ocupantes, ambos tenían muchas veces libros, papiros, tinteros y plumas, pero solo el de Harry poseía una ridícula cantidad de herramientas para escribir cartas.

 

—A mi madre le gustaba comprar diferentes tipos de papel para cada persona, recuerdo que una vez hice una carta para ella.

 

Nott sonrió un poco mientras sus ojos se teñían de nostalgia.

 

Él no solía hablar de su madre, era la primera vez que la mencionaba.

 

—Mi padre solo me manda recados con Malfoy—rio.

 

La risa era seca, no expresaba ninguna alegría tras ella salvo un sentido retorcido, amargo.

 

—¿Quieres que te envíe una?

 

Sintió como sus cejas se alzaban, el desconcierto lo invadió y rio.

 

Rio a carcajadas mientras Harry sonreía.

 

Su abuela solía ponerse como Theo de vez en cuando, la tristeza parecía abrumarla hasta casi hacerle caer, pero el miedo en su interior se atenuó un día.

 

¿Reír era sano, no?

 

Reír de vez en cuando estaba bien, aún cuando su sonido no inspiraba alegría.

 

-El príncipe mestizo-

 

Llevaba puesta su túnica con el emblema de Slytherin a diferencia de los días anteriores.

 

Harry notó la mirada del director sobre él, era la primera vez que estaban tan cerca desde el proceso de selección en primer año.

 

Dumbledore estaba tranquilo, con una expresión divertida en su rostro todo lo contrario a Snape y Kidnell.

 

Dumbledore sonrió un poco más cuando sus miradas se encontraron, buscando.

 

—No todos los días ves a uno de tus estudiantes volver de manera tan suntuosa, Harry.

 

¿Llegarían en un carruaje?

 

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido sucesivo de apariciones, dos hombres con ropas del ministerio y Marvolo Slytherin caminaban hacia ellos.

 

La tensión en el ambiente era palpable, agobiante y las inspiraciones desenfrenadas eran prueba de ello.

 

Kidnell se veía cansado, molesto, podía notar los esfuerzos fallidos por controlar su respiración, la piel en su frente empezó a humedecerse, retrocedió un paso al mismo tiempo que Snape avanzaba para colocarse delante suyo casi protegiéndolo con su cuerpo.

 

Dumbledore mantenía su expresión serena con la misma sonrisa que acostumbraba tener para sus alumnos y maestros.

 

El aire frío golpeó su rostro, solo en ese momento se percató del sonido de su respiración, se obligó a mantenerse en su lugar.

 

Se encontraban en los exteriores de Hogwarts ya que la escuela poseía escudos antiaparición, el verde lo cubría todo salvo el camino del puente que conducía a Hogwarts.

 

Lentamente los 3 magos se aproximaban a ellos.

 

-El príncipe mestizo-

 

El prefecto tenía las manos tras su espalda, ellos dos, uno al lado del otro fingiendo no ser conscientes de su cercanía.

 

—Esto es lo que sucederá.

 

—Señor, ya nos…

 

—Y lo repetiremos una vez más para que no ocurra ningún error—interrumpió.

 

Kidnell bajó la cabeza.

 

—No dirán nada a menos que se los pregunten. Es una simple reunión, iremos, recibiremos al ministro junto al director, de ahí en adelante yo me encargaré de todo—explicó.

 

Si se trataba de una reunión regular, ¿por qué se le veía nervioso?

 

-El príncipe mestizo-

 

—¿Ya te vas? —preguntó.

 

—Sí, prefiero llegar antes.

 

Tomó la túnica entre sus manos para luego empezar a ponérsela.

 

—Harry

 

—¿Qué sucede?

 

Theo se lo quedó mirando, abstraído por unos segundos para luego recoger uno de los libros en su cama, bajar la mirada perdiendo por completo la extrañeza de la situación.

 

—¿Nos vemos en las gradas?

 

—Sí.

 

Avanzó hacia la puerta.

 

Quería preguntar la razón, pero ya empezaba a hacerse tarde y no deseaba darle excusas a Snape para criticarlo.

 

-El príncipe mestizo-

 

La ausencia de aurores lo desconcertó, los ministros y miembros del aparato gubernamental siempre andaban con resguardo, creyó que el actual ministro vendría con un séquito de aurores detrás suyo, pero ni uno solo de ellos se presentó.

 

Paso a paso aumentaban sus nervios, el oxígeno que ingresaba a sus pulmones cada vez era más difícil de inhalar, tenía que contar. Respiraciones suaves y regulares.

 

Entra, sale, entra, sale, entra, sale.

 

—Tom, creo que estas demostraciones están ahora por debajo de tu posición ¿o me equivoco, muchacho?

 

Dumbledore no se veía afectado.

 

Su joven cuerpo carecía de miedo, debería, este hombre era peligroso.

 

—Al parecer su sentido del humor no ha cambiado, Dumbledore.

 

En un instante la presión descomunal desapareció, sus acompañantes solo se veían un poco mejor que el prefecto.

 

Slytherin sonreía de lado, prácticamente burlándose del director sin importar que lo viesen, ciertamente un lado que difería del hombre carismático y afable que salía en los periódicos.

 

Él debía saber que ninguno de los presentes se atrevería a comentar lo acontecido, a pesar de que los otros pensasen su casa sabía guardar secretos cuando la ocasión lo ameritaba.

 

Era extraño cuan familiar podía sentirse estar a su alrededor y aún así era como si algo faltase, similar a encontrar un objeto querido que había sido olvidado.

 

Si Marvolo Slytherin hubiese tenido su edad, Harry habría tenido la imperante necesidad de preguntar: ¿Ya nos hemos visto antes?

 

Porque esa podría ser una de las razones por las que aquel sentimiento lo embargaba.

 

Su boca empezó a llenarse de saliva, un deseo abrumador lo invadió, pero aún así la desazón no se iba y quizás era lo que le permitía mantener su fachada.

 

Lo miró y por primera vez no se sintió un insecto frente alguien así.

 

—Bienvenido señor ministro—saludó—es un placer tenerlo entre nosotros.

 

Algo faltaba.

 

¿Qué?

 

Una sonrisa cordial recibió su saludo.

 

—Ciertamente me encuentro encantado de regresar a Hogwarts, pero debe ser un sentimiento que compartimos todos los exalumnos.

 

La mano se posó en su hombro derecho instándolo a moverse, el toque resultaba cómodo y no aplastante como cuando su padre lo sujetaba en el mismo lugar.

 

En el instante que Slytherin tomó del hombro a Potter supo que su vida iba a complicarse durante esos meses.

 

Ese niño estaba resultando ser un problema, podría obviar la barrera en su mente, oclumancia y legeremancia eran artes que se acostumbraba enseñar en las familias sangre pura, no era la regla, pero tampoco inverosímil.

 

Draco era un ejemplo de ello.

 

Esa barrera podría ser obra de Potter o un familiar.

 

Cuando aceptó ser el padrino de Lucius jamás imaginó que tendría que lidiar con ese tipo de situaciones, Draco era un dolor de cabeza, un adolescente hormonal que usaba poco su cerebro, incluso creyó que no se percataría de la desaparición de ciertos ingredientes que en conjunto servían para una poción multijugos.

 

El pequeño grupo se internó en el castillo con el ministro y Harry liderando el camino, el viento traía consigo nubes oscuras acrecentando las sombras, dando la impresión de una marcha fúnebre.

 

Notas finales:

Déjenme un comentario, crítica, duda, voy a estar gustosa de responderles.

Comenten.


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