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El príncipe mestizo por CielTrancy

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Notas del capitulo:

Datos:

La película de Rodolfo fu estrenada en 1964 y Harry cursa primer año en 1991-1992 

Los magos celebran fiestas paganas, en vez de navidad celebran Yule o el solsticio de invierno mayormente los sangrepura.

Notas del autor:


Mil diculpas por la demora, me fui de viaje y recién hace algunos días conseguí terminar de tipearl capítulo.

Como un adelanto quiero decirles que en el próximo cap. nos iremos directamente a tercer año.

Aquí se muestra algo más de la relación de Harry con su mamá, algo que unos pocos preguntaron.

Pásense por mi blog, ahí coloco adelantos de los capítulos entre otras cosas.

Capítulo 8: Solsticio de invierno.

 

 

 

“Cuando entendí, cada cabeza es un mundo. Me encerré en mí mismo porque tenía miedo de imaginar los pensamientos de los demás. Tenía miedo de romper las bases de mi realidad”- Ciel Ali Trancy.

 

 

 

 

El lago estaba congelado por el creciente frío a causa del invierno, copos de nieve caían mientras se dirigía a la seguridad y comodidad del castillo.

 

Las ramas de los árboles estaban desnudas otorgándole un aspecto tétrico al bosque.

 

Suspiró y pudo ver su aliento como humo en el aire, sonrió.

 

Sus zapatos dejaban un rastro en la nieve que desaparecía a los minutos.

 

Era hora de irse.

 

Hora de volver a casa.

 

—Harry vamos.

 

Él quería estar solo.

 

Cuando estaba solo no tenía por qué fingir y estar cerca de Theo le obligaba a hablar y sonreír ocasionalmente.

 

Era agotador.

 

En invierno le gustaba dormir en su cama al costado de la enorme ventana, las almohadas y el colchón le hacían sentir gran comodidad mientras podía ver copo tras copo caer creando un manto blanco fuera de casa.

 

El gorro de piel negro cubría su cabeza del frío, el suave pelaje oscuro era cómodo y cálido. La capa negra le protegía del frío y bajo ella llevaba una gabardina blanca cerrada completamente.

 

Su abuela le había comprado sus ropas.

 

Su abuela se encargaba de comprarle todas sus ropas, libros y al ingresar a la escuela su uniforme junto a sus útiles.

 

—Ya nos vamos. Malfoy nos está esperando en la puerta de la escuela—le indicó.

 

Harry pensó, “te está esperando”.

 

Él se sentía raro junto a Draco también sabía que él sólo le habló por el tema del quidditch.

 

Miró a Theo al llegar a su lado para luego asentir con la cabeza.

 

Theo le sonrió tenuemente.

 

Se preparó para seguir a Theo y de pronto sintió el toque de una mano enguantada con la suya desnuda.

 

— ¿Qué haces? —le reclamó.

 

Deshizo el agarre con fuerza, no alzó la voz ni mostró molestia en su rostro.

 

Sólo extrañeza.

 

Theo sintió sus mejillas enrojecer, pero pasó desapercibido por el constante frío.

 

—Quería calentar tus manos.

 

Miró sus manos casi de un tono morado, las venas se apreciaban como un adorno natural en  su blanca piel.

 

Ciertamente no había querido ponerse los guantes, quería sentir el frío en sus manos, no había tocado la nieve mas estaban frías y un poco adormecidas.

 

Vio a Theo alejarse y caminó a su encuentro.

 

Llevaba su baúl con sus manos aún desnudas junto a Theo.

 

Alzó la mirada y en la puerta pudo ver a Draco Malfoy vestido impecablemente con un gorro idéntico al suyo cubriendo su cabeza.

 

Sintió algo en su pecho cuando vio los copos blancos caer sobre él, era casi asfixiante, sentía que no podía respirar normalmente mientras sus mejillas empezaban a quemar.

 

Nott caminó arrastrando su baúl mirando a Malfoy con un gorro idéntico al de Harry,

 

Quería gritar.

 

Él no era alguien que se exaltaba con facilidad, él siempre mantenía la calma, pero en el patio cuando Harry golpeó su mano lejos sintió un terrible dolor en el pecho.

 

En el instante en que oyó su voz se percató de la estupidez que había cometido.

 

Y ahora Malfoy y Harry tenían algo en común, podía ser sólo una tonta prenda de vestir, pero esa similitud y la expresión en el rostro de Harry…

 

Sentía que su corazón era estrujado con fuerza, casi aplastándolo.

 

Quería…

 

Quería…

 

Quería destrozar el rostro bonito que Malfoy poseía, las chicas siempre hablaban de lo guapo que era Draco Malfoy.

 

Pero sin ese rostro tan lindo, Draco sólo era un imbécil.

 

—Nott, tardaste demasiado—se quejó—estuve esperándote, ya casi todos se han ido.

 

Malfoy ignoraba a Harry, era como si él no estuviese ahí.

 

—Lo siento. Harry y yo tardamos en empacar—contestó.

 

—Ah…Harry, las costumbres de la sangre sucia de tu madre ¿no?

 

Nott miró en dirección a Harry creyendo que estallaría por haber escuchado a Malfoy insultar a su madre muerta.

 

Incluso pudo ver a Malfoy con el rabillo del ojo por un segundo antes de volcar toda su atención en Harry, esperando lo mismo que él.

 

Los tres estaban juntos en bajo el enorme portón que daba la entrada a Hogwarts.

 

Pero Harry no hizo nada, simplemente miró a Malfoy como siempre y de pronto sus manos parecieron captar su interés.

 

—Malfoy, ahora tú no estás retrasando—dijo Nott.

 

Malfoy frunció el ceño por unos segundos para luego dar la vuelta y empezar a caminar.

 

Malfoy llamaba a todos por su apellido, entonces por qué le decía Harry y no Potter.

 

Harry no parecía molesto o incómodo al oír usar a Malfoy su nombre.

 

Subieron al carruaje que los llevaría a la estación para tomar el tren.

 

El techo del carruaje los protegía de la nieve que no paraba de caer, pero aún así su manos seguían frías.

 

Él y Malfoy estaban sentados juntos y Harry en frente de Draco mirando el bosque ahora blanco.

 

—Harry, es una lástima que no hayamos podido ser compañeros en pociones—le comentó con una sonrisa arrogante.

 

—Sí, supongo—respondió.

 

Nott suspiró, este iba a ser un largo viaje.

 

Draco miró las ropas de Harry y se percató del gorro negro idéntico al suyo, su madre se lo había escogido.

 

No le molestaba, además Nott no había comentado nada y mientras nadie dijese algo ofensivo todo estaría bien.

 

Nott no hablaba, Harry no hablaba, ambos lo matarían de aburrimiento.

 

Paseó la mirada por el carruaje hasta encontrarse con las manos desprotegidas de Harry, se veían en mal estado y él…

 

—Harry tus manos.

 

Él prestó nuevamente atención y Nott deseó en el fondo de su corazón que le desalentase como a él.

 

Harry miró sus manos como si recién se hubiese percatado del problema, las uñas tenían un color morado y al cerrar sus manos las sintió entumecidas, pero ya era tarde, sus guantes estaban en el fondo de su baúl.

 

Malfoy buscó en el bolsillo de su gabardina negra hasta encontrar unos guantes del mismo color.

 

—Será mejor que te los pongas—le entregó.

 

Harry recibió los guantes ante la incrédula mirada de Nott.

 

—Gracias Draco.

 

Nott no lo podía creer, Harry llamaba a Malfoy por su nombre, pero él nunca los había visto hablar.

 

—Que descuidado eres Harry, tu abuela debería cuidar mejor de tí.

 

—Ella lo hace—le respondió.

 

Se colocó los guantes negros, frotando entre sí sus manos intentando calentarlas.

 

—Nott—le llamó.

 

El aludido volteó al oír su nombre no sin antes ver a Harry soplando en sus manos intentando calentarlas.

 

Harry se comportaba extraño.

 

—Cambia de lugar con Harry.

 

—¿Por qué?—preguntó.

 

—No creo que quieras a alguien congelado acompañándonos en el tren.

 

Él se puso de pie y sintió a Harry moverse también, Malfoy se delizó hacia la izquierda mientras Harry ocupaba su lugar.

 

Malfoy era delgado, pero Harry lo era aún más e incluso más pequeño.

 

Deslizó su brazo por los hombros de Harry hasta hacerle acostar contra su hombro apegándolo a su cuerpo.

 

Él nunca le preguntó.

 

Casi no podía oír el ruido de las ruedas al moverse por el constante retumbar de su corazón.

 

—¿Qué piensas hacer en Yule, Harry?—le preguntó.

 

Nott pensó que aquello era retorcido, Malfoy estaba mal. Primero lo trataba como basura y ahora se preocupaba por él.

 

Harry actuaba extraño.

 

—Aún no lo sé. Supongo que lo celebraré en casa con mi abuela y mi padre.

 

Aquello que le había costado meses de esfuerzo y frustraciones, Malfoy lo había conseguido en unos segundos.

 

Malfoy era un portador, no debía preocuparse.

 

—¿Dónde vives?

 

—Potter manor—respondió con una sonrisa en sus labios.

 

Draco sin ser consciente recostó la cabeza de Harry en su hombro incitándolo a seguir hablando.

 

—Creí que vivías en Godric Hollows—comentó Nott.

 

Quería dormir.

 

La noche anterior se había despertado en la madrugada y luego había sido imposible conciliar el sueño nuevamente.

 

Usualmente le molestaba que las personas lo toquen, pero como siempre Malfoy fue la excepción.

 

—Desde que tengo memoria vivo junto a mi abuela. Por cierto Draco, ella me pidió que te diga que le manda saludos a tu madre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—Harry, ¿qué tal la escuela?

 

—Bien.

 

Tomó la mano que la mujer le ofrecía sin miedos y permitió que le guiase.

 

—Tu padre nos está esperando en casa.

 

Las enormes rejas negras dividían a la propiedad con el bosque y les dieron la bienvenida al confort de la manor.

 

Quizás para algunos este lugar se sentiría frío o como un museo, pero para él que había crecido entre sus pasillos, leyendo en el inmenso jardín o buscando refugio en los lugares olvidados, era su casa.

 

El elfo doméstico tomó el baúl de su pequeño amo y desapareció con él.

 

—Harry no le menciones a tu padre ni a nadie de tu interés por el hijo de Narcisa.

 

—No pensaba hacerlo—le contestó.

 

Las enormes puertas de madera finamente talladas se abrieron permitiendo la entrada a sus ocupantes.

 

Harry miró sus manos y sonrió al sentir el calor proveniente de ellas.

 

—No te preocupes abuela, ya no estoy interesado—le confesó antes de partir.

 

 

 

 

 

 

 

Campana, sobre campana y sobre campana una, asómate a la ventana…

 

El crepitar del fuego alimentado por la leña calentaba la sala familiar y a sus ocupantes.

 

Los muebles oscuros habían sido reajustados por las fiestas además de darle un escenario improvisado al pequeño que cantaba villancicos.

 

La voz aún infantil entonaba las letras sin emoción alguna.

 

Jugaba con sus manos disimuladamente de vez en cuando, cuando cerraba su mano formando un puño ejerciendo la presión necesaria para deshacerse de la tensión y suprimir su enojo.

 

Su padre sonreía abiertamente sentado en el cómodo sillón, frente él una copa casi llena de champán.

 

Terminó de cantar y luego recibió los aplausos efusivos de su padre junto a su padrino felicitándole, demostrándole lo bien que lo había hecho.

 

—Harry, ahora la del reno—dijo entre risas.

 

— ¿Reno? —preguntó su padrino.

 

—Sí, Lily una vez me contó de él. Tiene un libro, canción, película.

 

Harry observó su interacción en silencio con una mirada gélida hacia ambos sin que estos se percatasen.

 

—¿Qué son pe..películas no?

 

—Sí—asintió—son como las fotos de un periódico, pero duran mucho más y cuentan una historia.

 

Sirius miró a James, pareció meditarlo unos segundos para luego tener una idea cercana de lo que una película era.

 

—Ella también me dijo que los niños cantaban al igual que aquí villancicos—le contó animado—lo recordé ayer por eso le propuse a Harry mi idea.

 

James Potter era un niño pequeño cuando hablaba de Lily y sus recuerdos juntos.

 

Era Rodolpho el reno y roja era su nariz…

 

Harry cantó e hizo mímicas de acuerdo a lo que decía la canción.

 

—Papá—le llamó— ¿Puedo hacer un muñeco de nieve a fuera?

 

El hombre revolvió sus cabellos para luego asentir, eran raras las ocasiones en las que su vástago parecía un niño normal.

 

Alguien que quería correr, ensuciarse y no se comportaba como un estirado.

 

Harry corrió hasta desaparecer de la vista de su progenitor, al atravesar la puerta deslizó sus manos intentando borrar las minúsculas arrugas de sus ropas para luego empezar a caminar hacia el jardín.

 

Abrió la puerta y se percató que nevaba con más fuerza.

 

Se sentó en una banca del jardín alzando la vista hacia el firmamento negro intentando sentir su cuerpo frío para volver a percibir la sensación cálida en sus manos gracias a los guantes prestados.

 

No se había quitado el gorro a pesar de las exigencias de su abuela.

 

Era su pequeño secreto.

 

Draco sólo recordaba que existía cuando estaba frente él.

 

Deslizó sus manos por sus mejillas imaginando que eran las de su propietario, seguramente los había usado un par de veces y la esencia de Draco seguía en ellos.

 

Y lloró ante las continuas caricias, lágrimas caían de sus ojos siendo esparcidas por los fríos guantes.

 

Lloraba de rabia, lloraba de frustración e impotencia.

 

Lloraba porque sabía que él estaba solo en la fría noche.

 

Lloraba porque esas eran sus manos y  sin importar cuánto lo desease esas manos jamás serían las de Draco.

 

Se acostó en la banca mirando el paisaje fúnebre frente a él, no había estrellas en el cielo, las nubes se habían encargado de desaparecerlas.

 

Sólo quedaba el sonido del viento al soplar, el jardín que cuidaba su abuela había muerto con la llegada del invierno e imaginó como se vería desde lejos.

 

La nueve seguía cayendo.

 

 

 

 

 

 

 

 

—Buenas noches abuela.

 

La mujer se agachó un poco para luego acariciar la mejilla de su nieto y depositar un beso en su frente.

 

Cerró la puerta al ver a la mujer desparecer por el oscuro pasillo, los regalo estaban en el piso.

 

Los colores verde y plata predominaban en la habitación, supuso que su abuela la había redecorado en honor a su nueva casa.

 

Se desprendió de las pantunflas anticipándose al frío de la piedra y al percibir la suavidad de la alfombra recordó que estaba en casa.

 

Avanzó hasta llegar a su cama metiéndose bajo las frazadas, acomodó las colchas percatándose así  que aún llevaba los guantes puestos.

 

Sin importar cuanto quería conservarlos sabía que tenía que devolverlos.

 

Se quitó los lentes para dejarlos sobre la mesa de noche, su visión se volvió borrosa.

 

Cerró los ojos y no pudo evitar preguntarse, ¿qué era ese extraño sentimiento?

 

Esa sensación de estar siempre dispuesto, deseoso de verlo, deseoso de oírle aunque sea de lejos.

 

Él sabía que no podía siquiera aspirar a ser su amigo, él era después de todo…

 

Lo mejor para él sería olvidarse de su extraño interés por Draco Malfoy, no es como si hubiese descuidado sus deberes, no es como si se estuviese distrayendo de lo importante.

 

Pero aquel sueño estaba destinado al fracaso.

 

A la tierna edad de 11 años entendió que lo mejor sería olvidarlo, enterrar ese extraño sentimiento que no lograba entender.

 

Él a los 11 años entendió lo que muchos adultos no aceptaban.

 

Existen personas que nunca voltearán a vernos.

 

Notas finales:

Sus comentarios son de mucha ayuda, si tienen alguna crítica, duda, gustosa voy a responderles.

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