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Un demonio compartido por SebbyPhantomhive

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Notas del capitulo:

muchas gracias por seguir este fic... de verdad muchas gracias y espero seguir captando su interés.

El mayordomo y su amo estaban en una escena por demás romántica ambos embelesados se miraban entre sí, cuando notaron que eran observados fijamente por el jovencito que había aparecido ese día de repente, algo avergonzados se separaron y disimulando ese inesperado sentir que habían experimentado  Ciel con mala cara miraba a su demonio.

-El joven amo se ha puesto de mal humor...- Decía sarcástico el demonio con una sonrisa para opacar el ambiente tenso que embargaba en ese momento la habitación, Thomas igualmente le sonrió para no apenar más a su hermano,

-Creo que tú eres el que pone de mal humor a mi hermanito. Aclaraba el jovencito de mirada azulina viendo de reojo a su hermano que serio ignoraba lo que hablaban.

-Es conveniente que te quedes aquí hasta que les notifique a los empleados tu presencia, a veces son un poco escandalosos. Hablaba Ciel poniéndose de pie, y con una seña ordenaba a su mayordomo que cambiara su camisa que se había mojado de té.

-claro, no hay problema- Respondió Thomas con resignación, era mejor eso a tener que soportar las miradas de extrañeza de los sirvientes.

-Pero no creas que me quedaré aquí para siempre quiero recuperar mi vida.- Dijo el jovencito sentado en la cama sorprendiendo a su hermano y mayordomo, quien pensaba que esa terquedad era propia de los Phantomhive.

-no has cambiado; tan obstinado como siempre.- Murmuraba Ciel con una pequeña sonrisa como recordándole sus años de niñez.

-Otro obstinado hablando...- Habló el demonio con una sonrisa burlona mirando a su amo pues precisamente él era la obstinación humanizada.

-¿qué dijiste?- Refunfuñó el conde con mala cara a su sarcástico y molesto mayordomo que no borraba esa sonrisa de su rostro.

-Es la obstinación una característica de los Phantomhive.- Aclaraba Thomas desde la cama. -Por eso pocos nos aman y muchos nos odian ¿verdad?- Terminaba de decir mirando con algo de nostalgia a su hermano que se quedó pensativo,

-Me agrada su manera de pensar.- Dijo Sebastian mirando al jovencito que había terminado de hablar y notar la sinceridad en sus palabras.

- ¿en serio?- Cuestionó animado Thomas con una sonrisa dejando su tristeza y nostalgia a un lado.

-Tu y yo nos llevaremos bien Sebastian.- Hablaba con una sonrisa insinuante ese jovencito aquello que notó Ciel y sintió como una sensación de coraje le invadía nuevamente, el mayordomo por su lado solo le dedicó una amable sonrisa.

-Lamento interrumpirlos pero debemos irnos Sebastian. Advirtió el conde disimulando su malestar, y ya listo con su ropa impecable se disponían a salir.

-mi hermanito tan posesivo como siempre, recuerdo cuando solo quería los juguetes que yo tocaba. Habló Thomas notando la mirada celosa de su hermano, y solo quería molestarlo más, porque notaba como se contenía su hermano de mostrar sus emociones.

- eso no es cierto...- Aclaraba Ciel ya un poco molesto, el mayordomo retrocedía porque parecía que en aquella pelea no saldría bien ya que en si era inconscientemente por él es que estaban disputando.

-Pero yo no soy un juguete.- Murmuraba desanimado el demonio mirando a su amo.

- Claro que no, tú eres mi peón.- Advertía con firmeza el conde mirándolo a unos pasos detrás de él y ahora parecía que su coraje se lo desquitaría porque amenazante se le acercaba.

-de nuevo empezaran sus peleas. Musitó resignado Thomas al verse ignorado, su hermano lo escuchó y decidió calmarse.

-voy a mi despacho a hacer unas llamadas.- Dijo Ciel mientras se disponía a salir de su habitación dejando a su hermano que al parecer se pondría a descansar en la mañana mientras el verificaba unos datos y notificaba a sus más cercanos la aparición de su hermano que creía muerto, pero antes de salir Thomas lo llamó como queriendo decirle algo al oído, el conde se acercó algo dudoso.

-Ciel... cuida a tu juguetito no sea que ahora sea yo el que le guste quitar cosas valiosas que no me pertenecen.- Hablaba serio y amenazante ese jovencito, Ciel se sorprendió ante esa aclaración pues no la esperaba, notaba la mirada de su hermano que se fijaba en el mayordomo que en la puerta también los miraba atento.

-Veremos si puedes...- Respondió el conde ante el desafío, no le gustaba que lo retaran y si lo hacían no le gustaba perder y haría todo lo posible por no perder lo que consideraba suyo.

-No me desafíes, estos años me han cambiado.- Aclaraba el otro con la misma certeza, el demonio no entendía que sucedía con esos dos, que parecían muy serios en su conversación.

-Lo mismo te digo...- Refutó Ciel sin bajarle la mirada, ahora si se disponía a salir junto a su mayordomo.

-¿Qué le dijo que lo puso de mal humor?- Cuestionaba curioso el demonio mientras caminaban por el pasillo.

-Nada...- Masculló entre dientes el conde recordando ese estúpido desafío no podía decirle a Sebastian que estaban de algún modo en un retorcido y extraño juego, peleándose por él. Llegó a su despacho y empezó a recaudar información, y coordinar datos verificando lo que le había dicho su hermano que ahora se hacía llamar Thomas, luego de corroborar y que al parecer si era un digno Phantomhive, decidió avisar a su familia por teléfono, y luego reunió a los sirvientes de la casa para contar la inesperada noticia, todos sorprendidos la aceptaron, ahora debían preparar una cena especial porque esa noche irían sus tíos junto con sus hijos, entre ellos su molesta prometida.

-Otro joven amo… me imagino que si es su gemelo deben ser iguales- Se escuchaba comentar muy emocionada a Meyrin recordando las palabras de su amo minutos atrás.

-Claro…- Murmuró Bard ya que todos estaban en la cocina preparando el almuerzo.

-Te está sangrando la nariz- Dijo Finny al notar un hilillo de sangre que corría de la nariz de la mujer.

-Es la emoción- Respondió ella secándose con un pañuelo, pues estaba muy entusiasmada por ver a los dos jovencitos juntos.

-Sebastian ya lo vio… ¿Verdad?- Cuestionaba con curiosidad el cocinero.

-Son iguales si es lo que quieren saber- Respondió el mayordomo que ayudaba en las labores de la cocina.

-Dos amos hermosos, es tan emocionante- Murmuraba la mujer que parecía emocionarse más y solo estaba imaginándolos.

-Ya quisiera verlos… y si se visten iguales- Hablaba ansiosa la mujer todos a su alrededor la miraban extrañados ante esa actitud parecía una pervertida.

-Calma mujer- le regañó Bard, el mayordomo seriamente seguía en lo que hacía pero aun así pensaba en las actitudes extrañas de su amo de ese dia, tal vez nunca se mostraba así porque no encontraba a alguien que se le igualara, ahora ¿estaba su amo temeroso de perderlo?, eso le halagaba y alegraba internamente de solo pensarlo, los demás notaron su sutil sonrisa.

-Sebastian también es un pervertido…- Susurró muy bajo el cocinero al ver esa sonrisa en el serio mayordomo, los otros dos lo codearon si él lo escuchaba seguramente lo golpearía además esa sonrisa no parecía de perversión sino de felicidad genuina.

-Joven amo… el almuerzo está listo- Se escuchaba decir al galante mayordomo al entrar al despacho de su amo que terminaba de arreglar unos documentos, Ciel asintió disponiéndose a ir al comedor.

-Iré a llamar a su hermano para que baje al comedor- Notificó el mayordomo mientras se dirigía a la habitación donde Thomas seguramente había dormido toda la mañana.

-No…- Le gritó Ciel algo ansioso, tomando la mano de su demonio para detenerlo aquel leve roce estremeció a ambos, soltándose de inmediato.

-Yo voy a llamarlo- Dijo más calamado el conde mientras salía de su despacho, dejando a un confundido mayordomo tras de él,

-Idiota… idiota…- Se decía asi mismo el conde caminando por el pasillo, sintiendo el latir errático de su corazón, ahora no quería que Sebastian estuviera a solas con su hermano, era solo por simple orgullo de perder ese estúpido reto o estaba haciéndolo por celos,  ¿Qué le pasaba? ¿Qué era esa sensación abrumadoramente dulce que le embargaba al tener cerca a su demonio? Acaso… ¿Se estaba enamorando? ¿Alguien que había renunciado a lo bueno y puro  podía enamorarse? Con esa confusión llegó a su habitación encontrando a su hermano dormido, no sabía si era bueno o malo el que hubiera aparecido, pues con su aparición solo estaba provocando que extraños sentimientos y emociones afloraran en su frio ser, sacudió la cabeza desechando tales dudas y lo llamó para que bajara a almorzar y presentarle a los sirvientes de la mansión.

Antes de ir al comedor Ciel recordó que no había firmado una carta así que regresó al despacho, diciéndole a su hermano que se adelantara al comedor, cuando sorpresivamente se encontró con su demonio,

-Lo siento… le iba a llevar esta carta para que la firme ya que hay que debe enviarla ahora.- Hablaba el demonio con seriedad el conde asintió, en muchas cosas parecían coordinar en simples hechos como estos, como si se leyeran el pensamiento.

-Usted será siempre mi única prioridad- Susurró el mayordomo de forma inesperada tomando la mano de su amo, que sonrojado y sorprendido lo miraba fijamente ante esa declaración, chasqueando la lengua se alejaba de él, una muestra tierna que hizo sonreír a Sebastian porque era como justamente actuaba su amo no esperaba de otra forma su reacción, además verlo sonrojado era suficiente para hacerlo feliz,

Llegaron los dos al comedor, y con ellos los sirvientes que muy emocionados daban la bienvenida al nuevo miembro de la familia, Tanaka muy feliz lo abrazaba por ver al otro hijo de su apreciado anterior amo, los dos jovencitos se sentaron a comer cuando los dos torpemente o a propósito regaron algo de vino en sus ropas, ahora pondrían a prueba a quien atendería Sebastian primero.

-Su única prioridad… Claro…- Murmuraba molesto el conde al ver como su mayordomo limpiaba primero a su hermano quien jactancioso se le sonreía, por haber ganado esta primer desafío.

Notas finales:

gracias por haberlo leido se los agradezco mucho 

:*


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