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Amores Irónicos por Alex_Kuran

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Notas del capitulo:

Estos personajes no me pertenecen. Son de Masashi Kishimoto.

 

 

 

Leer notas finales.

El rubio había huido de aquel colegio en una rápida carrera, dejando atrás no solo las risas de burla dirigidas hacia él, sino también a Gaara, a quien consideró el amor de su vida pero que vilmente lo había traicionado con otra persona.

 

Pero lo que nunca supo el ojiazul, es que de entre todos esos estudiantes hubo un joven azabache que no solo no se burló de él, sino que su mirada había estado fija sobre su persona desde el primer momento en que había puesto un pie en el colegio, sumamente intrigado por conocer quién era aquel joven rubio que jamás había visto.

 

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Habían pasado seis días desde que había descubierto la infidelidad del pelirrojo, seis días en que no había asistido a clases y su celular no dejaba de recibir llamadas y mensajes tanto de Gaara como de Kiba. Pero jamás contestó, no deseaba hablar ni ver a nadie. Sólo deseaba estar solo en su pequeño hogar y hundirse en su soledad.

 

Durante sus días de encierro, el enérgico y feliz rubio que todos conocían se había perdido con mucha rapidez. Ahora se la pasaba deprimido y con la mirada perdida en algún punto de su hogar por horas. Incluso su aspecto había cambiado. Había bajado de peso por pasar horas y horas sin comer, unas horrendas y profundas ojeras estaban bajo sus párpados, dándole un aspecto deplorable. Sus ojos eran opacos y carentes de brillo y aquella preciosa y agradable sonrisa que tenía, se esfumó como si jamás hubiera existido.

 

En otras palabras, el rubio era como un muerto viviente. Hacía todo de manera automática. Despertar, asearse, estar sin hacer nada durante horas y luego dormir. Pocas veces ingirió algo de alimento, su organismo no se lo pedía y él no hacía el mínimo intento por alimentarse debidamente. Incluso las dotaciones de su adorado ramen seguían en el mismo estante de siempre, sin tocar y con una ligera capa de polvo cubriéndolos.

 

Y mientras cada día pasaba, el dolor que experimentaba el rubio perduraba. Ya ni siquiera lloraba. Los primeros dos días estuvo tantas horas llorando, que era como si sus ojos hubieran agotado todo el suministro de agua salada que había en ellos.

 

Y sin poder evitarlo, Naruto se cuestionaba continuamente, ¿Qué había hecho mal? ¿Qué error había cometido como para que Gaara lo engañara y luego lo botara? Pero el no encontrar las respuestas a esas preguntas solo ocasionaba que una mayor tristeza se apoderara de él. Porque para él, el pelirrojo no solamente había sido su pareja, sino también su amigo y su luz ante la soledad y oscuridad que se había apoderado de su vida desde el fallecimiento de sus padres. Y el hecho de que lo hubiera traicionado, lo había herido profundamente. Había sentido el mismo dolor que sintió en el funeral de sus padres y aunque aquella vez tuvo a su abuelo a su lado para consolarlo, esta vez no tenía ningún consuelo para su corazón y orgullo herido.

 

Cuatro días más habían transcurrido, en los cuales Kiba visitó su hogar para verlo y saber si se encontraba bien. Cuatro días en que él no se dignó en abrirle la puerta a su mejor amigo. No deseaba que lo viera en tal estado y tampoco deseaba sentir su lástima una vez le contara los hechos. Además de que si lo hacía, estaba seguro que su amigo buscaría a su ex pareja con el propósito de darle una golpiza y él deseaba evitar eso, al menos por el momento.

 

Cuando finalmente tomó la decisión de salir de su hogar, no fue precisamente porque se sintiera mejor o porque realmente quisiera hacerlo. Todo lo contrario, su cuerpo ardía en fiebre y cada músculo de su cuerpo le dolía intensamente. Incluso le costaba el caminar correctamente, pero necesitaba ir a un hospital sino deseaba empeorar aún más su salud. Por lo que con dificultad, caminó por las oscuras y desoladas calles de la ciudad sin saber qué horas eran y qué día era.

 

Había estado tantos días encerrado y ensimismado en su pequeña burbuja, que no fue consciente siquiera de que día de la semana era. E incluso no recordaba cuando fue la última vez que comió algo de comida casera. Salió abruptamente de sus pensamientos cuando una brisa helada lo envolvió por completo, provocando que ligeros espasmos recorrieran su cuerpo. De manera temblorosa, elevó sus agotados y débiles brazos para poder frotarse y darse algo de calor así mismo. Y aunque posiblemente estuviera ardiendo en fiebre, sentía como cada brisa helada golpeaba dolorosamente su cuerpo como filosas cuchillas.

 

Dedujo por la soledad y oscuridad de las calles que ya debía ser medianoche o quizás un poco más, no estaba realmente seguro. Pero ante cada segundo que transcurría, se le hacía cada vez más complicado el mantenerse en pie y dar algunos pasos. Incluso su vista se tornaba borrosa en más de una ocasión. Cuando llegó al cruce de una de las calles, apoyó su espalda sobre el poste del semáforo. Estaba demasiado cansado como para continuar y le sería imposible llegar él solo al hospital.

 

¿Acaso moriría ahí? Ese pensamiento provocó que una sutil y amarga sonrisa se posara sobre sus pálidos y agrietados labios. Quizás estaba exagerando, pero si su vida fuera a terminar en ése preciso momento, posiblementetendría la suerte de reencontrarse con sus padres en el más allá.

 

Con aquél último pensamiento cruzando su mente, sintió como su cuerpo se hacía cada vez más pesado y dejándose envolver por la oscuridad, se desmayó en plena calle sin lograr escuchar a tiempo como un vehículo se detenía a su lado unos segundos después.

 

 

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Los párpados le pesaban, pero tras varios intentos comenzó a abrirlos, cerrándolos casi al instante ante la molesta claridad que inundaba la habitación. Comenzó a abrirlos nuevamente con mayor cuidado, acostumbrándose a la luz. Parpadeó repetidas veces, forzándose en mantenerlos abiertos y tratando de salir del sopor. Una vez logrado su objetivo, se dispuso a observar donde se encontraba. El pequeño cuarto blanco y estéril le indicó donde se encontraba, un hospital. ¿Cómo había llegado ahí? Sus pensamientos estaban confusos y distorsionados, impidiéndole concentrarse y pensar con claridad.

 

Giró su cabeza a un costado, observando la máquina vital que emitía un rítmico pitido. Su corazón, concluyó. Trató de incorporarse de la cama pero la pesadez de su cuerpo le impidió tal acción, de igual manera la punzada de dolor en su brazo derecho por culpa del catéter.

 

—No deberías moverte demasiado. —aconsejó una voz desconocida, sacándolo de sus pensamientos.

 

Confuso, el rubio giró su rostro en dirección contraria para observar al dueño de aquella voz. Para su sorpresa, se encontró con el joven y atractivo rostro de un chico posiblemente de su edad. Piel clara, cabellos azabaches y unos ojos tan oscuros que inevitablemente un tenue sonrojo cubrió sus mejillas.

 

—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? —cuestionó el rubio al desconocido, intrigado por conocer la identidad de aquel joven que le hacía compañía en aquella habitación de hospital.

 

—Sasuke, Uchiha Sasuke. Te encontré desmayado en plena calle durante la madrugada y te traje al hospital. Llevas más de un día dormido. —informó el azabache, con la mirada fija sobre el ojiazul.

 

—Con que eso fue lo que sucedió… —murmuró para sí mismo el rubio, mientras recuerdos de lo acontecido llegaban a su mente. Había salido en plena madrugada de su hogar en dirección a un hospital por culpa de la fiebre y dolor que atosigaba su cuerpo. Recordó que el dolor no lo había dejado llegar muy lejos y agotado se había detenido en una esquina. Lo demás era oscuridad, no podía recordar nada más.

 

Había estado tan inmerso en sus pensamientos que no escuchó en que momento se abrió la puerta de la habitación y alguien se adentraba en ella para seguidamente acercarse a su posición.

 

—Buenos días, joven Naruto. Finalmente ha despertado. ¿Cómo se siente? —cuestionó la nueva visitante con una agradable sonrisa curvando sus labios.

 

El rubio, al escuchar aquella voz secundada por una pregunta observó a la nueva y desconocida persona mientras dejaba sus cavilaciones a un lado. Era una mujer de mirada agradable y aspecto no demasiado mayor. Por su vestimenta, la bata blanca, concluyó que aquella mujer debía ser su doctora.

 

—Bien, aunque me duele un poco la cabeza.

 

—En unos minutos le daremos una aspirina para calmar el dolor, pero primeramente, debo de hablar algo importante con usted. —mencionó la doctora, mientras todo gesto amable desaparecía de su rostro para tornarse serio. —Joven Naruto, usted presentó un grave problema de alimentación y deshidratación. Tenía fiebre sumamente alta y ante su baja de peso, sus defensas no pudieron hacer nada para poder aliviarlo. Menos mal que éste joven, —señaló al azabache que aún se encontraba sentado en una silla al lado de la cama. —Lo encontró y lo trajo al hospital a tiempo para poder estabilizar su estado, pero si no es por él, su situación habría sido más complicada. Por lo que estará un par de días en observación hasta que podamos darle de alta.

 

Aquellas palabras perturbaron al ojiazul. Pero no fue la descripción de su estado lo que provocó aquello, sino el hecho de tener que mantenerse en aquel lugar. Nunca le habían gustado los hospitales y en su condición, no podía quedarse. No cuando no poseía el dinero para costear su estadía.

 

—Doctora…lo siento pero no puedo quedarme. No tengo el din… —fue interrumpido rápidamente por el joven azabache.

 

—No debes de preocuparte, yo me encargaré de costear todo lo necesario. Tú solamente preocúpate por recuperarte.

 

—No puedo aceptar eso. —se negó el rubio, dispuesto a replicar una vez más. Pero la mirada que le dirigió aquel joven fue suficiente para dejarle en claro que toda replica sería en vano.

 

Sin más alternativa, un pesado suspiro escapó de sus labios mientras sutilmente asentía con la cabeza. Tendría que idear alguna forma de pagarle a Sasuke, si mal no recordaba, por todo lo que estaba haciendo por él.

 

La doctora se había mantenido al margen, presenciando la ligera y casi inexistente disputa entre ambos jóvenes. Y al notar que el azabache resultaba el triunfante, decidió salir de la habitación. Después de todo, el rubio no podría irse hasta no recuperarse.

 

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Finalmente Naruto podía salir del hospital. Luego de unos tres días, su condición había mejorado lo suficiente como para que la doctora le anunciara que ya le darían de alta y podría marcharse a casa.

 

Fuera de las instalaciones de aquel frío hospital que no deseaba volver a visitar, cerró sus párpados unos instantes e inspiró profundamente. Disfrutando de la paz y libertad que sentía en ése preciso momento. Se sentía mejor, al menos físicamente. No podría decir lo mismo de su corazón, el cual seguía roto y aún doliente. Pero ya no se echaría a llorar y mucho menos se deprimiría. Había comprendido que tomar tal actitud no cambiaría en absoluto su situación y tampoco traería a Gaara de regreso.

 

Tendría que superarlo, pero era consciente de que no le resultaría sencillo, no cuando el pelirrojo había sido su salvavidas de aquella la soledad que solía atormentarle años atrás.

 

—¿Dónde queda tu casa? Te llevaré.

 

Aquella voz le recordó que no se encontraba solo, por lo que abriendo sus párpados, enfocó al joven azabache que no solo se hizo cargo de pagar la factura del hospital, sino que había ido a verlo todos los días durante su estadía en aquel lugar. ¿Lo habría hecho por lástima? ¿Caridad, quizás? Deseó preguntarle la verdad al azabache, pero no se atrevía. Además de que aún no sabía de qué manera podría pagarle. Quizás si le pedía algo de dinero prestado a su amigo Kiba…

 

—Puedo llegar a casa caminando, así que no será necesario que me lleves. —indicó el rubio, esperando que el azabache desistiera de llevarlo y se marchara.

 

Pero estaba muy equivocado si creía que Sasuke se marcharía así sin más,

 

—No te estoy preguntando. —concluyó el azabache,  acercándose al ojiazul para sujetarlo de uno de sus brazos y obligarlo a seguirlo.

 

E ignorando las contínuas réplicas dirigidas a su persona, se encaminó hacia su auto sin liberar el brazo de aquel revoltoso rubio. Sin medir palabra alguna, abrió la puerta del copilito y lo obligó a entrar para seguidamente cerrar la puerta. Luego de unos segundos, él también se encontró en el interior del auto. Y encendiendo el motor, observó de soslayo al rubio sentado a su lado.

 

—La dirección, Naruto.

 

El aludido le devolvió la mirada a Sasuke y al notar como luego de varias segundos su expresión se mantenía inalterable, un pesado suspiro escapó de sus labios. Derrotado, no tuvo más opción que darle su dirección al azabache. Y mientras el auto finalmente arrancaba del hospital, el rubio mantuvo fija la mirada en la ventana. Observando el camino mientras se dirigía a su hogar.

 

No pasaron demasiados minutos antes de que el auto se detuviera finalmente frente a una pequeña casa de la ciudad. Y sin perder tiempo, el ojiazul rápidamente abrió la puerta dispuesto a bajar, deteniéndose unos instantes para observar al azabache y hablar.

 

—Gracias por todo, Sasuke. Trataré de conseguir el dinero que tuviste que pagar en el hospital. Dame un mes, lo conseguiré. —agregó con firmeza. Y sin esperar respuesta alguna, bajó del auto y cerrando la puerta, corrió hacia su hogar, sin querer darle oportunidad al azabache de poder detenerlo.

 

Sasuke, observando como aquel rubio desaparecía en el interior de su casa, esbozó una sutil sonrisa. Volvería a encontrarse con ese chico y mucho más rápido de lo que él creía.

 

 

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Luego de todos los incidentes que había tenido que sobrevivir el rubio, finalmente había retomado su rutina diaria. Había regresado al colegio, ganándose varios reclamos no sólo de su mejor amigo, Kiba, sino también de la directora, por abandonar las clases sin dar alguna explicación. Y para su alivio, Gaara no había realizado nuevos intentos por llamarle y acercarse a él.

 

En resumen, su vida había vuelto a la normalidad....excepto por una pequellísima cosa.

 

Sasuke...aquel joven que había conocido en el hospital y que tuvo el atrevimiento de costear todos los gastos, ahora estudiaba en su mismo colegio. Y para empeorar la situación, en su mismo salón.

 

¿Por qué la vida lo trataba así? Se cuestionaba continuamente el rubio, al tener que ver a aquel azabache todos los días. Había estado tan inmerso en sus pensamientos, que no había notado siquiera que su mirada estaba fija en Sasuke,  atrayendo la atención del aludido.

 

—Hey, dobe, ¿Te gusto o qué? Estás peor que mi club de fans, observándome como idiota. —comentó el azabache, con una burlona sonrisa adornando sus labios.

 

—Cállate, teme. Ni en tus más retorcidos sueños. —agregó el rubio, con una expresión de asco surcando su rostro ante la simple idea de que le gustara aquel teme arrogante y odioso.

 

Sasuke no tenía ni una semana en su nueva escuela y ya se había ganado el desagrado de Naruto. Porque para sorpresa del rubio, aquel azabache no era tan buena persona como hacía aparentar. ¡Era un teme!

 

Siempre buscaba algún momento para hacerlo molestar y sacarlo de sus cabales. Lo odiaba. Y lo peor de todo es que cuando quería liarse a puños con él, su jodido club de fans intercedía, lastimándolo en el proceso. ¿Cómo era posible que ya tuviera un club de fans cuando no tenía siquiera una semana en el colegio? Le parecía imposible que aquello hubiese sucedido tan rápido, pero era verdad, aumentando aún más su desagrado hacia el azabache.

 

Por lo que trataba de evitarlo continuamente, marchándose a cualquier sitio en compañía de Kiba. El cual para su disgusto, en vez de apoyarlo... ¡Sólo se burlaba de él!

 

—Oh, vamos, Naruto. ¿No crees que tú y Sasuke harían una buena pareja? —inquirió el castaño con burla, mientras ambos desayunaban en la azotea de la escuela.

 

—Joder, Kiba. ¿Qué parte de que no me gusta ese teme no entiendes? —ceñudo, el ojiazul lo observó con molestia.

 

No era la primera vez en que Kiba comentaba aquello. ¿Cómo podía pensar siquiera en que él fuera pareja de ese teme? Honestamente, comenzaba a creer que su mejor amigo lo odiaba, o quizás solo quería fastidiarlo. Ambas opciones eran factibles.

 

—No entiendo el porqué de tu molestia. No es como si fuera la única persona que piensa que tú y Sasuke se ven bien juntos. —encogiéndose de hombros, el castaño continuó comiendo de su desayuno, ignorando radicalmente la mirada de enojo que le dirigía el rubio.

 

—¿Quién más piensa eso? —cuestionó, enojado. —Además te aseguro que su club de fans no estaría nada feliz si escuchan tan absurdo comentario. Suficiente tengo con que me odien cuando quiero golpear al teme, como para que me odien aún más al creer que me gusta.

 

—Yo creo que tú le gustas a Sasuke.

 

Sin poder evitarlo, los párpados del rubio se abrieron con amplitud al escuchar semejante comentario. ¿Él gustarle al teme? ¡Imposible! Sasuke no podía estar interesado en él, al menos no de la manera en que Kiba creía. El teme podía estar interesado en fastidiarlo y en recordarle que debía pagarle la deuda del hospital, pero nada más.

 

Por lo que soltando un bufido, se dispuso a terminar su desayuno, ignorando el comentario de Kiba.

 

Una vez que ambos terminaron, el sonido del timbre les recordó a ambos que debían volver Por lo que bajando de la azotea, se dirigieron rápidamente a su aula de clases. Tomando asiento uno al lado del otro, ambos se mantuvieron en silencio esperando la llegada de sus demás compañeros y del profesor de turno. No pasaron demasiados minutos para que el aula comenzara a llenarse de estudiantes, entre ellos Sasuke, el cuál siempre se sentaba a espaldas del rubio y del castaño.

 

Y para sorpresa de sus demás compañeros, ésta vez no se inició ninguna discusión entre ámbos jóvenes. Tanto el rubio como el azabache estaban en total silencio, con la mirada fija en las ventanas, como si ambos hubieran tomado la mutua decisión de mantenerse en paz, al menos por ése día.

 

 

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Habían transcurrido tres meses desde la llegada de Sasuke y todo continuaba de la misma manera que al comienzo. El rubio y el azabache seguían sin poder soportarse, discutiendo cada día y provocando que el club de fans odiara al pobre rubio, Kiba continuaba diciendo que ambos deberían ser pareja y enojando al ojiazul cada vez que lo mencionaba.

 

Sí, todo seguía normal. Pero cuando menos lo esperaran, todo daría un cambio de trescientos sesenta grados.

 

—Buenos días, jóvenes. —exclamó sonriente Iruka-sensei. Un profesor de aspecto juvenil, piel morena, cabellos castaños, mirada y sonrisa amable, con una cicatriz cruzando su nariz. Uno de los mejores profesores del colegio. —El día de hoy, les explicaré sobre una nueva actividad que vale el cincuenta por ciento de la materia. Por lo que si aprueban los exámenes, deberán esforzarse por llevar a cabo muy bien esta nueva actividad.

 

Aquella noticia por parte de Iruka, atrajo la atención de la mayoría de sus estudiantes. Ya que a pesar de ser una persona muy amable, era sumamente estricto cuando se trataba de su materia. Por lo que muchos prestaban la debida atención, exceptuando a los jóvenes que siempre obtenían excelentes calificaciones en sus exámenes, a ellos no les preocupaba en lo absoluto, simplemente sería un trabajo más pero con mayor porcentaje.

 

—Esta actividad será en pareja, por lo que su desempeño como equipo será fundamental a la hora de obtener una buena nota.

 

Un alboroto dio comienzo una vez que los estudiantes habían escuchado que la actividad sería en pareja. Por lo que queriendo asegurar a su compañero de manera anticipada, en voz alta llamaron a quienes querían como compañero.

 

—Lo haremos juntos, ¿Verdad? —cuestionó el castaño, sentado al lado de un silencioso rubio.

 

—Supongo, no es como si tuviera otras opciones.

 

Aquella conversación fue finalizada por unos estridentes gritos de un par de chicas.

 

—Sasuke hará conmigo la actividad, Ino puerca. No es así, ¿Sasuke? —inquirió una joven de ojos jade y cabellos rosados, la cual observaba suplicante al azabache, en busca de que aceptara su propuesta.

 

—¡Por supuesto que no, frentuda! Sasuke prefiere hacer la actividad conmigo que contigo. ¿Verdad que sí? —ésta vez, era una joven de ojos azules y largo cabello rubio la que rogaba la aceptación del azabache.

 

A ambas chicas les gustaba Sasuke y estaban seguras que gracias a ésta actividad, tendrían la oportunidad de conversar con él y conquistarlo. Pero para ello, tendrían que deshacerse de la otra y de todas sus enemigas.

 

—¡Guarden silencio! —espetó con enojo Iruka, el cual estaba bastante molesto por el alboroto causado por sus estudiantes. —Seré yo quien elija a sus parejas. Y ante la menor queja de que no desean participar con la persona que he elegido, estarán castigados.

 

De inmediato, todos guardaron silencio. No les convenía el molestar a Iruka o todos saldrían perjudicados. Pero para su disgusto, muchos de ellos harían pareja con alguien con bajas calificaciones y peor aún, que no les agradaba. Y uno de los muchos casos fue el de Naruto, que no tuvo más opción que hacer pareja con Sasuke.

 

Luego de que terminaran las clases del día y muchos salieran enojados ante la decisión de Iruka, el rubio, resignado se acercó a Sasuke.

 

—¿Cuándo podremos empezar con la actividad? Me gustaría terminar lo más rápido posible. —comentó el rubio. Tenían un mes de plazo para entregar todo listo, pero mientras más rápido se reunieran, más pronto terminarían y no tendrían que hablar entre ellos.

 

—Hoy. Vayamos a mi casa, está más cerca. —concluyó Sasuke mientras se levantaba de su asiento y sujetando su bolso, se dirigía a la salida.

 

Sin ánimos de replicar siquiera, el rubio siguió al azabache en silencio. Gracias a que Sasuke había traído su automóvil, no pasaron demasiados minutos cuando ambos finalmente llegaron a su casa, o mejor dicho, mansión.

 

El rubio nunca antes había visto la casa del azabache, y tampoco le había interesado el conocerla, pero ahora que estaba frente a ella, se sentía alucinado. Era una casa increíble de dos plantas, con un extenso y hermoso jardin y unas imponentes rejas de color negro, alejando a cualquier curioso de ella.

 

Y sí creía que su exterior era increíble, literalmente perdió el habla cuando estuvo en el interior. Era amplia, moderna, de colores cálidos y agradables. Nada que ver con su pequeño y humilde apartamento. Sin poder evitarlo, estar en esa casa lo hizo sentir incómodo. Todo era demasiado lujoso y elegante.

 

—Sígueme, iremos a mi habitación.—mencionó el azabache, atrayendo la atención del rubio hacia él.

 

La habitación de Sasuke se encontraba en la planta de arriba, por lo que ambos subieron las escaleras y abriendo una de las puertas del pasillo, se internaron en la habitación. Curioso, el rubio observó a su alrededor, la habitación era bastante amplia, la cama era espaciosa y se veía bastante cómoda. Había un armario de madera oscura, una computadora y unas mesas de noche. Una habitación sencilla.

 

Salió de sus cavilaciones al sentir a sus espaldas la presencia de Sasuke cerca de él, quizás demasiado. Cuando quizo alejarse, le resultó imposible cuando un brazo rodeó su cintura y lo mantuvo cerca del cuerpo ajeno. Incómodo ante aquella repentina acción, el rubio giró su rostro para observar ceñudo al azabache.

 

—¿Qué demonios te pasa? ¡Suéltame, teme! —exigió, revolviéndose molesto.

 

Para su sorpresa, sintió como se aflojaba el agarre. Pero sólo fue un instante mientras Sasuke aprovechaba en girar su cuerpo y quedar frente a frente. Naruto no comprendía el por qué de aquellas acciones, pero sencillamente el azabache no había logrado seguir conteniéndose.

 

Era un secreto para el rubio y para todos, pero Sasuke se sentía atraído hacia él. Desde la primera vez que lo había visto en su colegio anterior, había llamado su atención. Cuando se lo encontró días despues desmayado en plena calle, agradeció el haber salido ese día. Lo había encontrado luego de tanta búsqueda. Porque desde que lo había visto, había tenido la necesidad de verlo una vez más, de conocerlo. Por eso cuando lo había encontrado aquella noche, averiguar su nombre y demás datos resultó más sencillo.

 

Y una vez que obtuvo toda la información de aquel rubio, decidió cambiar de colegio. Y aunque sus padres se habían opuesto a ello, nadie pudo interferir en la decisión que ya había tomado. Cambiar de colegio sería su carta triunfal para conocer a ese rubio. Y a pesar de que los meses de convivencia habían estado lleno de problemas y discusiones, había disfrutado cada momento con el rubio.

 

—Naruto. —susurró con voz aterciopelada su nombre, acortando las distancias de sus rostros y congelando todo movimiento en el cuerpo del aludido.

 

El ojiazul nunca había escuchado su nombre ser susurrado de esa manera y mucho menos imaginó escucharlo de los labios de Sasuke. Y no supo el porqué, pero su corazón había comenzado a palpitar de manera acelerada. ¿Qué le sucedía? Ni siquiera entendía como no había alejado ya al azabache. Era como si no pudiera reaccionar.

 

Sólo fue consciente de la situación en la que se encontraba al sentir unos fríos pero suaves labios posarse sobre los suyos. Sus párpados se abrieron con asombro ante lo que estaba sucediendo. ¡Sasuke lo estaba besando! Y mientras la sangre comenzaba a acumularse en sus mejillas, en un profundo sonrojo, se mantuvo inmóvil, sin responder al beso pero tampoco sin romperlo.

 

Cuando los labios ajenos comenzaron a moverse contra los suyos, obligándolo a responder, inconscientemente empezó a hacerlo. Ambos labios se rozaban continuamente, en una suave caricia. Pero el azabache ansioso de más, se abrió paso entre los labios ajenos e introdujo su lengua en aquella húmeda y cálida cavidad, recorriendo cada recoveco de la misma.

 

El rubio no podía creer que un beso pudiera sentirse así, al menos no uno de Sasuke. Era un beso que no solo le robaba el aliento, sino que nublaba sus pensamientos a tal punto que comenzaba a gustarle. ¡Realmente le gustaba!

 

El contacto labial se prologó por varios minutos, pero luego se rompió abruptamente cuando el rubio ladeó su rostro, en busca de oxigeno. Ocasionando que un hilo de saliva descendiera hasta su mentón. Desconocía en qué momento sus párpados lo habían traicionado y se habían cerrado durante el beso, pero abriéndolos, observó con molestia y bochorno al azabache.

 

—Sasuke, si esto es alguna clase de broma, detente de una puta vez. —exclamó el rubio, alejándose con brusquedad del azabache y limpiando los restos de saliva de sus labios, sintiendo un suave cosquilleo sobre estos. Pero lo que el ojiazul no había notado, era que había llamado al azabache por su nombre, acabando con toda la entereza del aludido.

 

—Sólo cállate. —sujetando el rostro del rubio entre sus manos, Sasuke inició un nuevo beso. Uno más intenso y apasionado.

 

El rubio hizo amago de querer separarse, pero luego de unos segundos se dejó vencer por la agradable y deliciosa sensación de aquellos labios contra los suyos. Sin voluntad para detener aquello, elevó sus manos hasta posarlas sobre la camisa del azabache, aferrándose nerviosamente a dicha prenda.

 

Ambas bocas se besaban con ímpetu, haciendo partícipes sus lenguas, entrelazándolas y frotándolas entre sí. El azabache había liberado el rostro del rubio para descender sus manos a sus caderas, acariciándolas en movimientos suaves y pausados, provocando que ligeros espamos recorrieran el cuerpo de ojiazul debido a tales caricias.

 

Naruto estaba confundido. Su cuerpo le traicionaba y su mente se nublaba ante el cúmulo de sensaciones que le provocaba el azabache con cada beso y caricia. Jamás se había sentido de tal manera con Gaara, pero ahora, Sasuke despertaba en él sentimientos y sensaciones que jamás había experimentado.

 

No fue consciente en qué momento el azabache había comenzado a caminar, guiándolo hacia algún sitio en particular. Pero al sentir sus piernas chocar contra el borde de la cama, supo de inmediato que pretendía Sasuke. Pero sin reaccionar a tiempo, sólo pudo sentir como el cuerpo ajeno recostaba el suyo sobre la cama, posicionándose inmediatamente sobre él.

 

Ante la nueva y comprometedora posición, el rubio sintió como su corazón latía a niveles insospechados y como su respiración se tornaba cada vez más agitada. Una cosa era besarse con el que consideraba su enemigo, ¿Pero llegar más lejos aún? ¿Acaso Sasuke pretendía tener relaciones con él? Aquel efímero pensamiento tensó notablemente su cuerpo, siendo notado rápidamente por el azabache. El cual liberó los labios del ojiazul para descender a su mentón y seguidamente llegar a su cuello, el cual besó con apremio.

 

Las manos del rubio soltaron la camisa del azabache para rápidamente aferrarse a las sábanas que cubrían la cama, mientras un suave gemido escapaba de su garganta al sentir como el azabache mordía un punto sensible de su cuello.

 

—Sasuke, detente. Esto..esto no es correcto. —susurró el rubio, sin aliento.

 

Y el azabache llevando sus labios a la oreja del ojiazul, se dispuso a susurrar:

 

—Confía en mi, sólo déjate llevar. —finalizó, atrapando entre sus dientes el lóbulo de su oreja, tironeando suavemente de esta y sacando un nuevo gemido de los labios del rubio. Y queriendo aumentar las sensaciones en el cuerpo ajeno, acercó una de sus manos a los botones de la camisa que portaba, comenzando a desabrocharlas.

 

Una vez que último botón estuvo desabrochado, deslizó su mano sobre el torso de Naruto, maravillándose ante la suavidad de su piel. Y liberando el lóbulo de su oreja, su boca se deslizó nuevamente a su cuello mientras su mano se encargaba de acariciar y dibujar miles de caminos sobre la piel del rubio.

 

La espalda del rubio se arqueó ligeramente al sentir la fría mano del azabache recorrer su torso y abdomen sin pudor alguno, mientras de su boca escapaban incesantes suspiros. Las nuevas y placenteras sensaciones que invadían su cuerpo eran tan agradables, que hacían vibrar su cuerpo de una manera extraña pero al mismo tiempo, satisfactoria. Y cuando la efímera idea de separar a Sasuke inundó sus pensamientos, esta desapareció al instante al sentir como aquella mano que acariciaba su pecho, descendía descendía hasta el borde de su pantalón.

 

Y afianzando aún más el agarre de sus manos sobre las sábanas, pudo sentir con total claridad como el azabache alejaba un poco su cuerpo del suyo para concentrarse en una sola acción. Desnudarlo.

 

Aquellas manos pálidas se encargaron de desabrochar el pantalón del rubio y bajando la bragueta, el azabache se dispuso a descender dicha prenda por aquellas piernas bronceadas, deshaciéndose de esta en conjunto con sus zapatos y medias. Y una vez que tuvo al rubio medio desnudo frente a él, no pudo evitar el recorrer su cuerpo con la mirada. Concentrándose en su rostro, al notar como un intenso sonrojo cubría sus mejillas mientras mordía su labio inferior.

 

Aquella imagen era por demás excitante. Y deseaba tanto al Naruto que pudo sentir una punzada de dolor en su miembro, ya notablemente erecto. Por lo que con parsimonia, Sasuke comenzó a deshacerse de que cada prenda que cubría su cuerpo, quedando en igualdad de condiciones que el rubio.

 

Ansioso de continuar con lo que se avecinaba, posó sus manos sobre el torso del rubio, acariciando y grabando figuras imaginarias sobre aquella piel que le encantaba y enloquecía. Y descendiendo sus manos a la ropa interior del ojiazul, se dio la labor de deslizar lentamente dicha prenda, expectante de que Naruto se arrepintiera y lo detuviera antes de cumplir con sus deseos. Pero para su sorpresa, nadie lo detuvo. Por lo que deshaciéndose de aquella última prenda, dejó totalmente desnudo el cuerpo ajeno.

 

Y si alguna vez imaginó el cuerpo desnudo de Naruto, sus pensamientos no se comparaban en lo absoluto a la realidad. Era perfecto. Todo el cuerpo del rubio lo era. Y para su grata sorpresa, el miembro del ojiazul presentaba una erección igual que él. Así que a pesar de mantenerse inmóvil y sumiso, si disfrutaba sus caricias. Pero no se las devolvía, cosa que deseaba cambiar en ése preciso instante.

 

Por eso, decidió el sujetar con firmeza las manos del rubio, las cuales soltaron confuso las sábanas e inmediatamente las posó sobre su propio pecho, incitándolo a que lo tocara.

 

—Naruto, tócame. —exigió el azabache, con la voz enronquecida por el deseo.

 

El aludido, totalmente nervioso, abrió sus párpados para observar al azabache. Y al reparar en que sus manos estaban en su torso desnudo, hizo amago de alejarlas, pero el azabache se lo impidió. Naruto tenía miedo, nunca antes había estado de esa manera con nadie. Nunca traspasó esa línea con Gaara. Y que ahora estuviera totalmente desnudo frente a Sasuke, lo desconcertaba y a su vez, lo excitaba. No lo admitiría en voz alta, pero desde que lo había conocido aquel día en el hospital, le había parecido atractivo. Más ahora, al tenerlo casi desnudo sobre él. Y cada caricia y beso que dejó sobre su piel, lo hizo desear aun más, incluso en contra de sus propios pensamientos.

 

Por eso, queriendo alargar aquellas sensaciones, sus manos comenzaron a recorrer tímidamente el torso del azabache. Sorprendiéndose ante la suavidad de la misma. Pero cuando Sasuke inclinó su cuerpo para besarlo, sus manos se dirigieron a su espalda mientras el azabache literalmente le comía la boca.

 

El rubio sintió su cuerpo arder y estremecerse cuando una sorpresiva mano aprisionó su erección, sacándole un gemido. Esa sensación era indescriptible. Y mientras aquella mano comenzaba a acariciarlo con lentitud mientras los labios ajenos lo devoraban con hambre, se dejó envolver por los temblores de placer que recorrían su cuerpo. Estaba tan perdido en aquellas sensaciones, que reprimió su vergüenza y descendió sus manos a la ropa interior del azabache, para bajarla con lentitud y desnudar por completo el cuerpo ajeno.

 

Sasuke, ansioso de dar un paso más luego de haber sido desnudado por completo, se posicionó entre las bronceadas piernas y liberando unos instantes la erección del rubio, unió su propia erección a la del rubio, comenzando a frotar ambas con ímpetu.

 

Aquella acción del azabache había sido tan plancetera, que ambos cuerpos gimieron y se estremecieron al contacto. Sus cuerpos comenzaron a perlarse de sudor luego de algunos minutos, pero eso no le importó a ambos, mientras extasiados se dejaban llevar por el placer que les provocaba el contacto de sus erecciones juntas.

 

Ambas bocas se besaban con hambre y desespero, producto del placer que a cada segundo se hacía más intenso en sus cuerpos y que se reflejaba en sus miembros ya goteantes de líquido preseminal. Pero el azabache no deseaba correrse de esa manera, por lo que detuvo sus caricias, ganándose un gruñido de molestia por parte del rubio.

 

—Trata de relajarte, trataré de no lastimarte demasiado. —informó Sasuke al rubio, el cual abrió sus párpados asustados al escuchar esa información.

 

Sabía lo que venía a continuación y estaba seguro de que aquello debía doler, pero su cuerpo se negaba a detenerse. Por lo que inhalando profundamente, trató de relajar lo mayor posible su cuerpo.

 

Sasuke, al observar la disposición del rubio en continuar hasta el final, llevó tres de sus dedos a su boca para comenzar a lamerlos él mismo con rápidez, obteniendo una mirada de vergüenza de parte del rubio al verlo realizar aquello. Luego de algunas segundos, sacó sus dedos ya humedecidos y lo llevó a la entrada del rubio. Y mientras introducía el primer dedo, con su mano libre comenzó a masturbar el miembro del ojiazul, para que no sintiera demasiado dolor.

 

El rubio, sin embargo, no pudo evitar removerse incómodo al sentir aquel dígito invadirlo y moverse con tanta soltura pero suavidad en su interior. Pero gracias a las caricias de Sasuke sobre su miembro, pudo distraerse un poco del dolor. Luego de varios minutos, incesantes gemidos de placer escapaban de sus labios. Deseaba más, mucho más. Su cuerpo estaba tan ansioso que aquellos dedos en su interior ya no le causaban dolor, solo placer. Por eso, cuando el azabache los sacó repentinamente, se sintió vacío durante algunos segundos.

 

Sasuke, notando como ya el rubio estaba acostumbrado a sus dedos, no pudo soportarlo más. Posicionó su miembro en aquella dilatada entrada y lentamente comenzó a abrirse paso en su interior, despacio pero firme. Y a pesar de escuchar los ligeros quejidos que soltó el rubio, sólo se detuvo una vez que estuvo completamente en su interior.

 

—¿Te lastimé mucho? —inquirió el azabache con voz ronca, sintiendo la placentera y exquisita presión de las estrechas paredes internas del rubio sobre su miembro.

 

El rubio, sin voz para siquiera hablar, se apresuró en negar con la cabeza. No podía negar que le había dolido, pero sentir el miembro punzante de Sasuke en su interior, le provocaba una sensación de gozo.

 

El azabache esperó unos pocos minutos para que Naruto se acostumbrara a la intromisión, pero sin poder seguir aguantando, decidió que ya era apropiado comenzar a moverse. Por lo que despació, movió su pelvis contra las caderas ajenas, iniciando un lento vaiven.

 

Los gemidos comenzaron a inundar la estancia luego de que las embestidas dieran comienzo. Y el rubio, dividido entre el dolor y placer, atrajo el rostro del azabache con sus manos para besarlo con intensidad y a su vez, acallar los vergonzosos sonidos que se empeñaban en salir de sus labios. Pero luego de unos minutos, Naruto comenzó a mover sus caderas, tratando de aumentar el lento pero exquisito ritmo que Sasuke había impuesto.

 

Ante aquello, el azabache comenzó a embestirlo con más intensidad, más fiereza. Provocando que la cama se removiera ante los desesperados movimientos de ambos cuerpos. El rubio queriendo prolongar el momento, separó aún más sus piernas, para darle mayor acceso al azabache a que mancillara libremente su cuerpo.

 

El rubio, sintiendo como el placer ascendía a niveles insospechados, ladeó su rostro, rompiendo el beso. Permitiendo que constantes y sonoros gemidos salieran libremente de sus labios. Ya se sentía desfallecer, todo era demasiado intenso y placentero.

 

—Sas...Sasuke. —gimió el rubio, con el rostro totalmente rojo y con los labios entreabiertos, gimiendo una y otra vez su nombre, como un mantra.

 

Su cuerpo se arqueaba y estremecía ante cada brusca y deliciosa embestida contra su cuerpo. E inconscientemente, envolvió los costados de las caderas de Sasuke con sus piernas. Pero sin poder soportarlo más, un intenso estremecimiento sacudió y envolvió su cuerpo ante la llegada del ansiado orgasmo, eyaculando finalmente entre ambos abdomen en un sonoro gemido.

 

Sasuke, al sentir la calidez de la semilla del rubio contra su piel, y el como las paredes internas lo apretaban con mayor presión, continuó embistiendo con fuerza y regocijo el cuerpo ajeno, hasta sentir una placentera corriente eléctrica recorrer su cuerpo. Y soltando un ronco jadeo, eyaculó en las entrañas del rubio, marcándolo como suyo.

 

Un estremecimiento recorrió el cuerpo del rubio al sentir una calidez llenarle por dentro, y liberando de manera temblorosa las caderas de Sasuke, sintió como la somnolencia le invadía. Y sintiendo como el azabache salía de su interior unos segundos después, soltó un último y suave gemido.

 

—Sasuke... —susurró agotado, mientras cerraba los ojos y se dejaba llevar por la somnolencia, quedándose dormido unos segundos más tarde.

 

El azabache no pudo reprimir el esbozar una sonrisa al escucharlo. Por lo que acostándose a su lado, cubrió ambos cuerpos con la sábana mientras dejaba una suave caricia sobre los cabellos rubios, quitándolos de la perlada frente.

 

—Descansa. —soltó con suavidad, a pesar de que el chico a su lado ya no podía escucharle.

 

Finalmente había logrado estar con Naruto, y todo había resultado mucho mejor que en sus propias fantasías. Ahora no tendría más opción que ser su pareja y estar juntos. Se encargaría de que el rubio aceptara. Porque no permitiría que nadie lo alejara de él.

 

 

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Luego de aquel importante acontecimiento, la relación de ambos jóvenes habían cambiado radicalmente.

 

El rubio, luego de ser consciente de lo que había cometido, había tomado la decisión de alejarse del azabache. O al menos esquivarlo, ya que estudiaban en el mismo salón de clases. Pero Sasuke le impidió cualquier acto al reclamarle en que ya eran novios y tenía que quedarse a su lado.

 

Tuvieron muchas peleas y disputas por ello. Pero al final, el azabache logró su objetivo y convirtió al rubio en su pareja. Logrando no sólo que su club de fans le declararan la guerra al pobre Naruto luego de volver "Gay" a su Sasuke, sino que aumentara el número de bromas de Kiba hacia su mejor amigo.

 

 

¿Qué pasó con la actividad?

Ambos tuvieron que hacerla una semana antes de la entrega, de manera apresurada y entre peleas, pero para sorpresa del rubio, habían sido uno de los mejores.

 

 

¿Y con Gaara?

El rubio nunca supo nada más de él y tampoco tuvo intenciones de buscarlo. Estaba con Sasuke ahora y para su mala suerte, se había enamorado irremediablemente de aquel bastardo orgulloso.

 

 

¿Qué fue lo más sorprendente de todo aquello?

Que luego de varias semanas, Sasuke le preguntó que relación había tenido anteriormente con Gaara. Y cuando le dijo que habían sido pareja, el azabache no solo se había burlado, sino que había comentado:

 

—Que irónico. Yo fui pareja de Gaara antes de que ustedes estuvieran juntos.

 

Aquella noticia honestamente,  había dejado sin habla al pobre ojiazul por varios minutos. ¿Gaara y Sasuke? ¿Juntos? ¿Cómo pareja? Le resultaba inconcebible imaginar eso. Pero luego de ello, notó algo mucho más sorprendente.

Se había enamorado del ex de su ex novio. Irónico, realmente irónico.

 

¿Quién dijo que no existían los amores irónicos?

 

 

Fin.

Notas finales:

Pues.... ¡Hola! Sé que me desaparecí mucho tiempo, y que muchos deben odiarme pero estuve falta de inspiración con respecto a esta historia):

Leía los review y cuando trataba de escribir, nada llegaba a mi mente. Maldita inspiración. :'(

Pero finalmente pude terminarla, aunque no me gustó mucho como quedó al final. Terminé de redactar el día de hoy, por lo que lamento si hay algún error ortográfico. Espero que les haya gustado más este final que a mi.

                                          

 

¿Merezco algún review?


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