El pequeño Chanyeol lloraba fuertemente, su pequeño cuerpo siendo sujetado por el delgado cinturón de seguridad de su silla infantil evitando que su cabeza golpeara contra el toldo del carro que yacía volcado en las muy vacías calles de Busán.
-C-Chanyeol… -Llamó su padre con voz ahogada mientras soltaba el broche de la pequeña silla en la que se encontraba el niño. –Sa-Sal de aquí… -El pequeño niño sorbió por la nariz y negó temblando mientras su cuerpo caía a gatas cobre el techo del auto y abrazaba con fuerza su oso de peluche. -¿Mami? –Su madre se encontraba en el asiento del copiloto, inmóvil, sus ojos estaban cerrados y una gran cantidad de sangre se deslizaba por su cara desde su cabeza. –Po-Por favor ve…te Yeollie. –El niño miró a su padre, ojos llenos de lágrimas, sangre bajando por su cara, y en su costado una barra de metal lo atravesaba.
Apoyado en sus pequeñas manitas y rodillas se arrastró fuera del auto por la ventana rota junto a el. El oso de peluche blanco tintado de rojo por una herida en el pequeño brazo del niño colgaba de su mano. –Papi, vámonos… -Sollozó el niño mirando a sus dos padres aún dentro del vehículo. Su padre sollozó junto a él mirando a su pequeño hijo llorar. –Ve… a buscar…ayuda Channie. –Sonrió tristemente el hombre aún colgado de su cinturón de seguridad. –Mami y papi te amamos mucho Chanyeol. –La voz de su padre fue casi un susurro.
El niño comenzó a correr lo más rápido que sus pequeñas piernas se lo permitían sin tropezar, el fuerte olor a gasolina inundando sus fosas nasales. No había recorrido más que un par de metros cuando un estruendo lo hizo caer al suelo lastimando más sus manos. Grandes llamas de fuego salían del carro de sus padres iluminando la gélida noche. Sus grandes ojos marrones se llenaron de lágrimas. -¡Mami! ¡Papi! –Su grito se perdió entre la oscuridad, la soledad y la nieve que caía del cielo.
No había nadie alrededor, las farolas junto a él parpadeaban y la nieve empapaba su ropa mientras el niño caminaba sin rumbo como un zombie intentando no tropezar con la nieve que se agolpaba en el pavimento. Sus pequeñas piernas de un niño de tres años temblaban con cada paso. De sus ojos grandes bajaban lágrimas silenciosas hasta perderse en las comisuras de sus labios. El frio azotaba sin clemencia haciéndolo estremecerse en su pequeño abrigo empapado, los copos de nieve se sentían como pequeñas navajas en su cara.
Un callejón oscuro se levanto junto a el y se adentró entre sus paredes soltando un gritito de miedo cuando un gato saltó entre los botes de basura.
Entrando en la caja de algún refrigerador se aferró con fuerza al oso que tenía en los brazos mientras las lágrimas creaban surcos en su pálido rostro. El niño tenia miedo y el frio lo hizo sentirse cansado, se dejo caer de costado en la caja, su pulgar diestro encontró su camino a los fríos labios del menor quien lo succionaba mientras sus ojos se hacían pesados y la oscuridad absoluta lo envolvió de pronto. La imagen de sus padres dentro del auto grabada permanentemente en su corazón.
Calor… Había algo tibio junto a él, y una manta cubría su pequeño cuerpo adolorido. Apretó sus ojos cuando una tenue luz naranja se coló entre ellos. Parpadeando un par de veces y el niño se encontró en medio de un enorme cuarto, un gran bote de lámina ardía frente a el quemando grandes trozos de papel periódico y cartón. Las ventanas del lugar estaban cubiertas por maderas y polvo.
-¿Estas bien? –Una pequeña voz lo hizo brincar en su lugar y apretar más contra su pecho al animal de felpa. Otro niño, quizás un par de años más grande que él lo miraba con ojos preocupados, su cabello castaño un poco largo caía en suaves ondas tapando parte de su frente y orejas. Sus ropas estaban gastadas y un poco sucias. –No tengas miedo… no voy a lastimarte. –Susurro el extraño sentándose frente al más pequeño. –Soy Yifan. –Una sonrisa que parecía triste adornó los labios del contrario haciendo que algo cálido se extendiera también en el pecho de Chanyeol. –Yo… soy… Chanyeol. –Balbuceó el pequeño mirando los profundos orbes cafés de su mayor. -¿Cuántos años tienes Chanyeol? –El más pequeño levanto tres de sus dedos frente al castaño más grande. –Yo tengo cinco… -La voz de Yifan era suave, sus ojos profundos y su sonrisa amable, Chanyeol se sintió seguro junto a el y se acercó mas casi pegándose al costado del niño.
–Te encontré en una caja en el callejón. –Chanyeol asintió perdidamente mientras su mirada se fijó a las llamas que salían del bote. Su corazón dolió de pronto, y un grave sollozo hizo alertarse a Yifan. –Hey, ¿te duele algo? –El niño lloraba con fuerza nuevamente, sus manos hechas un pequeño puño que apretaban la camisa de un alarmado Yifan quien intentaba calmar al niño acariciando las suaves hebras de su cabello. –Má…mami y papi… -El pequeño Chanyeol se ahogaba con sus propias palabras. -¿Qué pasa con ellos? –Yifan preguntó mientras sus delgados brazos envolvían al pequeño cuerpo frente a el. –Su carro… hizo boom…- El cuerpo de Yifan se tensó al escuchar al más pequeño. -¿Tuvieron un accidente? –Chanyeol asintió, su pulgar de nuevo en su boca y sus ojos grandes derramando saladas lágrimas. –Igual que los míos… -Susurró sobre el cabello del pequeño. Chanyeol lo miró con ojos brillantes a causa de las lágrimas. Yifan le sonrió tristemente, y apartó un mechón de cabello de la frente de Chanyeol. –Ellos chocaron en su auto hace algunos meses. –Explicó. –Y unos señores quisieron llevarme pero me escapé. –Chanyeol se encontraba acostado con su cabeza apoyada en las piernas de su hyung quien miraba al fuego como lo hacia el más pequeño. Como recordando el pasaje más triste de su corta vida.
-Yo no quiero que señores malos me lleven hyun… -La voz infantil de Chanyeol acaricio los tímpanos del niño mas grande. Yifan le sonrió al tiempo que limpiaba una lágrima que resbalo por su mejilla. –Puedes quedarte conmigo Channie, hyung va a cuidarte.
Yifan se acomodó junto a Chanyeol compartiendo la única manta que tenían.
Uno junto al otro, Chanyeol se aferró con fuerza a la camisa del más grande, su pequeña frente contra el pecho de Yifan, mientras su pequeño dedo pulgar era succionado nuevamente por sus labios y los bazos de su hyung se envolvían a su alrededor protectoramente.
“Tiànmí mí, ni xiào dé tiànmí mí… huoxiáng hua er kai zai chunfeng li”
La suave voz de Yifan entonó una canción en un idioma que Chanyeol no conocía, pero a pesar de eso, lo hizo sentir seguro en los brazos del más grande y pegarse más a su cálido cuerpo, perdiéndose nuevamente entre las nubes del sueño. Pero ahora no había frio, solo el golpe tranquilo del corazón de Yifan y la calidez que emanaba su cuerpo.