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Afrontar realidades. por danielita1999

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Notas del capitulo:

Doble actualización BAMMM (? xD espero les guste...

Se acarició el vientre que se encontraba un poco abultado. Sonrió, pues se sentía de alguna manera sumamente  alegre. No había duda, ése pequeño bebé que crecía era un verdadero milagro para él y Kanou ¿Cuántos chicos que tenían matriz como él tenían la probabilidad de tener un pequeño niño? ¡Ninguno! Seguramente aquellos jóvenes se sentían de alguna manera fenómenos, como alguna vez él se sintió.

Pero sabía él que quedó en cinta por la simple razón de que él salía con un hombre ¿Qué tal si esos chicos querían salir con mujeres? Era sumamente difícil decirle a su pareja que también tenían matriz.

Sacudió la cabeza, pues ¡Eso no tenía importancia ahora!

Miró el reloj que se encontraba en la inmensa pared de enfrente. Las siete de la noche. Seguramente Kanou no tardaría en llegar.  Se levantó y se miró en el espejo. Efectivamente su embarazo se comenzaba a notar. Miró su atuendo, un holgado short color blanco, con una camisa color celeste, que hacía que su estómago se viera claramente abultado. Era extraño, hace unas dos semanas había llegado a Estados Unidos, y su vientre se abultaba de manera vertiginosa. No sabía si era malo o simplemente era algo natural por ser de complexión delgada.

Se puso zapatos celestes que combinaban de una manera agraciada  con todo su atuendo. Su cabello ahora era más largo, pues ya tenía tiempo que no  lo cortaba. Pero se miró, realmente parecía una bella y agraciada joven. Era algo afeminado, lo sabía. Cerró los ojos y suspiró, no había nada qué hacer, su piel era simplemente blanca y tersa, su cabello largo, sedoso y rubio, sus ojos grandes con tupidas pestañas negras llamativas, que si parpadeaba le daba una vista a cualquiera espectacular. Y su mirar, ahora ese mirar era distinto, sus ojos llevaban un brillo indescifrable, pero que era verazmente felicidad.

Caminó y salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

—Joven Ayase ¿Se le ofrece algo?—Le preguntó una mujer de avanzada edad, pero de una figura delicada y agraciada.  Pues Kanou se había asegurado de contratar a personas que hablaran japonés, y que de alguna forma fuesen verdaderamente eficientes en su trabajo. Cada una tenía su área; unas se encargaban de las compras, otras de cocinar, y las otras restantes limpiar pulcramente el departamento y cuidar estrictamente al joven rubio, que de ahora en adelante tenía que tener un estricto cuidado en su embarazo, pues desde que se alojaron en este lugar no había asistido a ninguna de sus citas médicas.

Preocupante era saber que no había un cuidado exacto para su estado. Kanou se había decepcionado del doctor que creyó ser de confidencia, pues sus fuentes de completa confianza descascararon al farsante médico, que sólo le interesaba de alguna manera tener más ingresos económicos. Y no dudaría en delatar el estado del menor.

Ayase miró gentil a la mujer, moviendo frenéticamente su cabeza en negación.

—No, no se preocupe Lili-san—El rubio alzó la cabeza, torciendo sus labios al lado izquierdo, pensando—. Bueno, tal vez sí. He querido preparar la cena de Kanou-san, me encantaría hacerlo yo…

—Pero joven, ese es nuestro trabajo… nosotras lo haremos…—Debatió la mujer.

—Pero yo lo quiero hacer, hace mucho que no cocino y verdaderamente me encantaría hacerle algo— Concluyó el menor, haciendo que la sirvienta Lili asintiera derrotada. Era ella quien se encargaba de supervisar que el trabajo de sus demás compañeras sea eficiente. Pero sabía que traería problemas si dejaba que el joven cocinara, era algo arriesgado para su trabajo, por no admitir que tenía miedo que su jefe la despidiese enseguida.

Ayase se dirigió a la cocina, caminando delicadamente por el grácil y bello piso de mármol. Miró a las mujeres que se comenzaban a preparar la cena, pero él se acercó y les sonrió.

—Chicas, no se preocupen. Yo haré hoy la cena, quiero hacerle una sorpresa a Kanou-san—Las mujeres eran jóvenes y realmente bellas, rubias y de ojos azules. Pero ellas se miraron confusas e indecisas, pues ellas tres siempre se encargaban de cocinar para el joven y su jefe. Ayase comprendiendo la situación, torció sus labios en una mueca. No le gustaba que lo atendieran de esa forma, le gustaba a él hacer sus propias cosas.  Pero siempre trataba él de ser gentil en lo que fuese, aun así sabiendo que las tres jóvenes miraban con otros ojos a Kanou, y más sabiendo que el joven era “el hermano menor del prestamista”.  Sólo Lili sabía de su estado en cinta y su relación con el mayor—. Lili-san me lo ha permitido.

—No se preocupe, si Lili lo ha aceptado no hay problema. Es un lindo gesto para su hermano—La joven lo miró hipócritamente, mostrándole una sonrisa tan falsa como sus pestañas postizas. Ayase ya se había acostumbrado al trato que le daban todas las sirvientas, menos Lili, ella era realmente encantadora con él.     

Las mujeres se retiraron de la cocina, dejando al joven Ayase solo y suspirando de alivio. Pues, al menor le era difícil entablar conversaciones con aquellas chicas que siempre le perforaban su débil mente con crueles palabras de doble sentido.

“Yo soy la hermana menor, y me he independizado y no he necesitado nada de mis hermanos mayores, yo no soy un estorbo para ellos”

“Yo tengo un trabajo fijo, ganando dinero y que nadie se encargue de mí. Yo soy totalmente una buena hermana. Nunca les pido nada a mis hermanos”

“Yo decidí irme, pues mi hermano quería tener privacidad con sus parejas. Yo realmente le di su espacio, no quería meterme más en su vida”

Tal vez a Ayase no le afectaban tato unas cosas, pero era realmente hiriente saber que él no ayudaba a nada a Kanou, él nunca recurría con un gasto. Y, ahora que ni siquiera podía ayudarlo con la casa, se creía un inútil. Sabía su estado, y que no tenía que darle tanta importancia. Por ello, de esto no le había comentado nada al mayor. Si él se encontraba con el prestamista en la sala de estar, estas siempre se comportaban totalmente diferentes.

Era algo ciertamente estresante, más sabiendo que aquellas mujeres voluminosas le coqueteaban al mayor.

¡Ya no tenía que pensar en eso! Kanou se sorprendería con la cena que le tenía listo el rubio.

La tristeza se había esfumado, ya no se preocupaba que volviesen ésos intimidantes hombres con armas que, de cierta forma lo querían a él por ser un choco que pudo quedar en cinta.       

Sacudió su cabeza ¡Tenía que preparar la comida! Inmediatamente el rubio comenzó a sacar todo lo que necesitaba para la deliciosa cena que haría. Okonomiyaki, un famoso platillo japonés. La receta era no muy complicada,  o tal vez sí, pero él lo quería hacer para el prestamista, que se encontraba buscando un médico para él. Hace mucho que no se encontraban solos, mientras platicasen de lo que sea. El menor quería que esos viejos tiempos volvieran… lo anhelaba demasiado.

Tardó mucho en preparar la cena, que quedó verdaderamente fabulosa y apetitosa. Un festín para dioses.

El rubio abrió la alacena, tratando de encontrar un vino para acompañar el delicioso plato que preparó. Pero no se encontraba ninguna, no había nada de vino, y al prestamista le encantaba.

— ¿Y ahora qué haré?—Se preguntó a sí mismo  confuso, pero se sorprendió por la conocida voz que le habló a sus espaldas.

—Ayase… ¿Qué haces?— Peguntó la melodiosa voz masculina del prestamista, con una media sonrisa al vez que del rostro del rubio yacía harina y huevo untado por toda su mejilla y nariz.     

—Y-Yo, yo… sólo— El rubio tartamudeó nervioso. Sin poder evitar que sus blancas y tersas mejillas se sonrojaran evidentemente. El latir de su corazón se volvía desenfrenado, y sus delgados y bellos dedos se juntaban mientras jugaba con ellos. Bajó la cabeza tragando saliva más nervioso ¿Tenía que decirle que le preparó una sorpresa a Kanou? ¿Esto no era ya una sorpresa fallida? ¡No sabía que hacer!

Ya se habían confesado sus sentimientos abiertamente ¿Pero por qué siempre se ponía nervioso con su presencia?

—Ayase—Llamó el prestamista alzando las cejas confundido. Después cerró los ojos y con sus dedos se agarró el entrecejo, masajeándolo—Ayase, sabes por qué contraté a las sirvientas. Ellas son las que se…

— ¡Te preparé la cena, Kanou-san!—Sus mejillas ardían demasiado, sus dedos temblaban a igual que lo hacía todo su cuerpo. El prestamista sonrió al ver  a Ayase, temblando preocupado, con el bello y lago  cabello  que el rubio sujetó en una coleta, con sus carnosos y rosados labios entre abiertos, respirando agitadamente, y sus ojos… sus ojos cerrados fuertemente, dejando arrugada bellamente su pequeña y respingona nariz.

¿Cuánto tenía el prestamista sin besar esos hermosos labios carmín? ¡Demasiado! Decidido, el mayor caminó en dirección al rubio, haciendo sonar sus zapatos acelerados. Lo tomó del rostro con sus dos grandes y morenas manos, para que el menor levantara el rostro. Lo miró, hermoso y majestuoso, un bello ángel caído del mismísimo olimpo. Sus ojos aun fuertemente cerrados, con un inmenso color carmín inundando sus blancas y tersas mejillas.  El mayor se acercó, lento, sintiendo el aliento del rubio chocar en sus gruesos labios, sintiendo sólo el escaso pero hermoso rozar de sus labios. Se acercó más el mayor, lamiendo con su lengua los delicados labios de Ayase, delineándolos.

—Ah— Gimió sorprendido el menor al sentir completamente la lengua del mayor adentrarse en su cavidad bucal. ¿Cuánto tenía deseando que el mayor lo besara? No lo había hecho desde que habían volado fuera de su país. Pero sentir el demandante beso, se sintió realmente lleno. Sintiendo la cálida lengua del mayor rosando con la suya.

El prestamista claramente se había agachado para plantarle ese bello beso, que se lo daban ambos lentamente, disfrutando cada segundo.  

 

Cuanto habían deseado unir tiernamente sus labios. 

Notas finales:

Sé que el siguiente capítulo les gustará.... 7u7r yo lo sé, yo lo sé...


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