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Afrontar realidades. por danielita1999

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Notas del capitulo:

—Diálogos—

Adbertencia: Lemon.

Cada parte que tocaba el mayor, comenzaba a calentarse mucho más. Esas yemas frías, hacían estremecer al rubio, ese simple contacto lo confundía y lo descontrolaba, literalmente, pues, no pensaba ahora con claridad. Esa pregunta que fue emitida por el mayor, se desvanecía cada vez más en la mente de Ayase.

—K-Kanou…Kanou-san, yo…, no puedo así. Por favor, para… Ah—. Sentir cómo el prestamista pasaba sus labios por todo su dorso, lo enloquecía, no lo hacía pensar con claridad, esos gruesos labios  estaban pasando por todo su estomago, sin dejar de lado todos los besos, que hacían un recorrido, dejando en esa tersa y blanca piel saliva.

—No, quiero que me pregunte mientras te toco, Ayase—. Esas simples palabras que había pronunciado el mayor, hizo que el rubio tuviese un muy notable sonrojo. El menor aún se encontraba un poco adolorido por lo que había pasado horas atrás, y, saber que el prestamista quería otra ronda lo abrumaba, pues, sabia Ayase que él también se encontraba excitado.  

En cuestión de tiempo, el mayor comenzó a jugar con el pequeño pene de Ayase, recorriendo con su dedo índice el glande, trazando círculos que hacían estremecer al menor, sin evitar también soltar suspiros. Cada contacto que le brindaba Kanou al menor con esas grandes manos, era placentera para Ayase.

—Mmm…, K-Kanou-san, para…por favor, si haces eso, no s-sabré que es lo que diré… mmm—. La entrecortada respiración del menor se intensificaba, las palabras las pronunciaba con mucha dificultad, pues, el mayor con su dedo índice y pulgar,  tomaban el miembro y lo masturbaba,  haciendo un vaivén lento pero firme.

—No me detendré, Ayase. Dime donde quieres que te toque, quiero que me digas qué es lo que sientes—. Esas palabras provocaban que el menor se avergonzase cada vez más. Todo lo que el prestamista dijera, era algo que el menor le avergonzara.

— ¡Ah!..., Kanou-san… ¡ahí! Ah…—. Cuando el menor pronuncio eso, se sonrojo hasta las orejas. Con sus manos, que antes yacían tendidas a cada lado de él,  se tapo enseguida la cara, pues, al sentir cómo el prestamista estimulaba su pene y, que también tocara con completa maestría sus testículos, era una sensación tan placentera que lo había hecho retorcerse y gritar.

—Lámelos—. Demandó el prestamista mientras acercaba tres dedos en la cara del menor, que, sin rechistar los lamio, pero no dejaba de lado ese notable color carmesí en sus mejillas. Los ojos del menor estaban tan cerrados, que se notaban unas pequeñas arruguitas por su nariz.  En la forma que lamia Ayase los dedos, hacía que el mayor se excitara cada vez más, su miembro palpitaba bajo sus pantalones, impaciente por estar en la estreches del rubio.

Al tener ya los dedos con saliva suficiente, el mayor los dirigió a ese agujero rosado que palpitaba por atención. Con el dedo medio, comenzó a sobar la entrada del rubio, frotando continuamente sin legar a meterlo. El prestamista levanto la mirada y la clavó en la del menor.

—Ayase, quiero que cuentes los dedos mientras los vaya metiendo—. Ordenó el prestamista, mientras que en su rostro se formaba una media sonrisa. El menor sintió como toda la sangre se acumulaba en sus mejillas, cómo un ligero temblor recorrió toda su espina dorsal y, sin previo aviso, el prestamista penetro al menor con su dedo medio, sacándole al rubio un muy audible gemido que penetro los tímpanos del mayor, ocasionando que su sonrisa se intensificara, pues, sabia el mayor que los gestos que mostraba Ayase, era por el simple motivo que él los provocaba—Te dije que los contaras, Ayase.

—…n-no, yo… no puedo…—. Susurró el menor en un tono apenas audible, pero, que fue escuchado claramente por el prestamista—Ahh…—soltó Ayase otro gemido cuando el mayor comenzó a mover el dedo medio dentro de él.

—cuéntalo—. Volvió a demandar Kanou, sin dejar de mover el dedo en forma de círculo.

—Ah…uno…—. Ayase estaba completamente avergonzado, pues, esto que estaba haciendo el mayor era algo nuevo, nunca había hecho algo así. Cuando sintió que se introducía otro dedo, gimió más fuerte—Mmm…Dos—. Ahora sentía cómo los dedos del mayor entraban y salían en forma de tijera, haciendo que el menor respirara con mayor dificultad. Unas pequeñas lagrimillas comenzaban asomarse por esos orbes azules cuando Kanou introdujo tres dedos—…T-Tres…mm—. Una media sonrisa se alojo en el rostro del prestamista,  pues, esa cara tan excitada que mostraba Ayase, era tan cautivadora, que lo incitaba más para que el menor disfrutara del placer carnal.

Cuando ya pasaron unos cuantos minutos, el mayor saco los dedos, dejando el agujero del rubio dilatado, pues,  el menor tenía que estar totalmente acostumbrado y, que el dolor que sentía antes no lo afectase tanto en esta ronda.

El mayor sin ninguna dificultad, volteo boca abajo al rubio, dejando a la vista ese agujerito rosado, era como ver al menor entregándole su trasero en bandeja de plata, dejándolo a la merced del mayor, eso era tan excitante. Kanou se despojo de toda prenda, quedando totalmente desnudo. Se acomodo de rodillas en el sillón y, alineo su palpitante miembro en la entrada del menor, metiendo su miembro lentamente.

—…Mmm…Ka-Kanou-san…—. Ayase sintió cómo todo el miembro del prestamista estaba completamente dentro suyo, era una sensación incomoda,  pero a la vez tan placentera, pues, sentir como una parte de Kanou estaba en él, le alegraba. Aunque no supiera exactamente porque seguía esa grata sensación, quería que permaneciera alojada en el, que ese sentimiento que sentía por el prestamista, nunca se desvaneciera.

Sin pasar el tiempo, el mayor comenzó a moverse, dando estocadas firmes pero a la vez lentas, dándole al menor placer, pues, Ayase estaba gimiendo, estaba claramente descontrolado al igual que el mayor, puesto que las embestidas se volvieron cada vez más salvajes. El prestamista sentía como su miembro era envuelto en esa cavidad tan estrecha, tan cálida. Ese grotesco sonido de sexo que se plantaba en el lugar, era tan audible.  El mayor gruñía por lo bajo, dejándose llevar y penetrando más a fondo al rubio.

—Ahh…Kanou-san…no, no tan rápido...Ah, me duele—. Suplicó Ayase, mientras se tapaba con sus manos la boca, cayendo su cabeza totalmente en el sillón y dejando más levantado su trasero. El mayor, no escucho al menor, estaba cegado por la lujuria, el deseo carnal estaba cegando sus ojos, pues, sus estocadas cada vez eran más duras y más certeras. Penetrando con nada de delicadeza al rubio.  Sin que pasara más tiempo, el menor se corrió, seguido después de Kanou.

Los sollozos del menor empezaron a llenar la habitación, acompañando la desacompasada respiración del prestamista. Las lagrimas del rubio se hicieron más abundantes, pues, su dolor en las caderas era demasiado que no lo soportaba, el mayor salió del menor un poco desconcertado, pues su mente comenzó a debatir con todos sus pensamientos, la culpabilidad empezó  a carcomer su cabeza, puesto que, al ver su miembro, estaba cubierto con color carmesí.

 

Notas finales:

Perdón si hay una falta ortográfica, pero ya van hacer las 9:00 y no tarda en llegar mi mamá, pues no quiero que me encuentre escribiendo esto xDDD

:3 Sin nada más que decir, me voy…


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