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Atracción por lo Prohibido por Akai-chan

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Notas del capitulo:

Bueno ya he traído el nuevo capítulo, antes de lo esperado. Aqui continuamos con la historia de Ren y Masato, quienes van avanzando poco a poco en el sendero del amor. (o algo parecido...)

A disfrutar del capítulo, nos veremos en las notas del final~

 

 

CAPÍTULO 4: Y LA VERDADERA FORMA DE ESTE NEGRO SENTIMIENTO ES SIN LUGAR A DUDAS...

 

No se explicaba cómo pudo pegar ojo esa noche después de todo lo que había ocurrido entre ellos (aunque debía admitir que se había sentido bien, y que estaba lejos de arrepentirse por lo que habían hecho). Todo giraba en torno a la casualidad y a lo absurdo, dejándose llevar tan fácilmente por las palabras que salían de los labios del rubio, y permitiendo que sus dedos acariciasen sin pudor alguno cada parte de su cuerpo. Sus besos, el contacto de su lengua rozando su piel. Provocándole en más de un sentido, vergüenza y deseo.

Entre todos aquellos pensamientos, y con el trasluz de las imágenes pasando por su mente como un fotograma en blanco y negro, se despertó exaltado y con la zona baja de su pantalón palpitante.

Masato miró a los lados, observando que su compañero de cuarto seguía durmiendo plácidamente en su cama y de no ser por aquellos sueños, él también seguiría atrapado en los apacibles brazos de Morfeo.

Habían pasado varios días desde que ambos tuvieron esa clase de contacto tan íntimo, pero el tiempo sólo hizo que su mente le diese más vueltas al tema y que sus deseos por volver a repetirlo fuesen mayores. Pero en ocasiones su parte racional decía que eso no era lo adecuado. ¿Cómo podía haber permitido ser tocado de aquella forma y encima por otro hombre? Aquella lógica enseguida perdía el sentido cuando se decía “tal vez no importa porque se trata de Ren y no de cualquier otro hombre”.

Con cuidado de no despertar al “bello durmiente”, se levantó de la cama para dirigirse al baño y darse una ducha antes que él. Preferiblemente una ducha fría que le ayudase a enfriar su cabeza (y otro sitio también).

Enseguida se metió en el baño y a escasos segundos, se quitó el pijama para poder meterse en la ducha. El agua tibia acariciaba su piel emitiendo un ensordecedor sonido que acabó despertando a su compañero de cuarto.

 

El rubio por su parte, tan sólo echó un vistazo con los ojos entrecerrados al reloj de mesa justo al lado de la cabecera de la cama. Era demasiado temprano incluso para ser él y según podía recordar, ya se había duchado la noche anterior.

Se despejó frotándose los cabellos rubios con las yemas de los dedos quedándose unos breves instantes sentado sobre la cama hasta que se puso en pie. Siguió con cautela el sonido de donde provenía el agua hasta que queda frente a la puerta.

 

—Masa, ¿te encuentras bien?

 

— ¡¿Ren?!

 

El menor se exaltó al escuchar la voz del rubio desde el exterior de la habitación. Hacía un rato que se había calmado pero aun así su voz se escuchaba un poco quebradiza a pesar de sus vanos intentos por aparentar tranquilidad.

 

— Sí… sí, estoy perfectamente.

 

— ¿Dónde vas tan temprano? Sólo son las siete.

 

— Eso… Quería repasar la partitura antes de irnos — mintió en un vano intento de engañar al contrario.-

 

— ¿Enserio? ¿Acaso no te duchaste ayer?

 

— Necesitaba una ducha, sólo eso. —Zanjó el tema evitando más preguntas innecesarias—

 

A pesar de estar al otro lado de la puerta y de no ver al contrario, sabía de sobra que estaba mintiendo. Tantos años juntos no habían sido en vano al fin y al cabo. El rubio echó un breve vistazo a la puerta viendo que no estaba el pestillo echado como otras veces. No tuvo más que “aceptar la invitación” que Masato le había dejado caer como si tratase de tentarle a entrar.

El peliazul ya había terminado de ducharse y se disponía a colocarse su albornoz, aunque su mirada sorprendida acabó por cruzarse con la del contrario.

 

— ¡Oye, No te cueles mientras estoy dentro! — Se colocó el albornoz apresuradamente tratando de evitar mirarle al rostro —

 

— ¿Qué problema hay? Ya te he visto desnudo en varias ocasiones.

 

— ¡Eso no tiene que ver!

 

El mayor observó por el filo del ojo al peliazul que se mantenía mirándole fijamente como si esperase que Ren se fuese a marchar al verse como una molestia. Sin embargo eso no pasó en ningún momento. Simplemente, dejó el cepillo de dientes que pensaba utilizar y en su defecto, caminó en dirección al menor hasta que quedó frente a él con un brazo apoyado en el marco de la ducha.

En esos instantes, los azulados ojos de Masato recorrieron el rostro del rubio, siguiendo la curvatura de su cuello hasta caer en la cuenta de que había sido cautivado por el cuerpo semi-desnudo del contrario, quien sólo vestía los pantalones del pijama. Eso logró que sus mejillas fuesen adornadas de un sutil color rojizo.

 

— Ahora que he conseguido atraparte, ¿qué tal si me explicas por qué me estás evitando estos días?

 

— ¿Evitarte? ¿De qué estás hablando? — Trató de evitar mirarle directamente a los ojos, solo para que no se notase que le estaba evadiendo. Ante todo, debía mantener su semblante a flote, aunque se tratase del mismo Ren—

 

 ¿Me dirás ahora que es mi imaginación o algo así?

 

— Tal vez sea eso. No tengo razones para evitar a nadie.

 

— ¿Ni siquiera el hecho de lo que hicimos la última vez?

 

Eso fue justo la gota que colmaba el vaso. Lo necesario para hacer que el peliazul mantuviese la boca cerrada, absorto en sus propios pensamientos como si buscase la respuesta más adecuada a esa pregunta. Sin embargo no hallaba la respuesta deseada.

 

— Eso… eso no ha pasado. Deja de recordar tales cosas… —Exacto. Si sólo vas a tomarme el pelo, déjalo de una vez. Al menos eso era lo que hubiese querido decir —

 

— ¿Por qué debería ignorarlas cuando fue tan entretenido? — Los labios del rubio dibujaron una ligera sonrisa cargada de diversión—

 

— Ché… — Masato chasqueó la lengua y evadió al contrario haciendo un ademán de apartarlo del camino. Sin embargo nunca se produjo tal fin.-

 

Ren le había sujetado de la mano que le empujaba, apartándola a un lado y provocando de un tirón, que el menor quedase contra la puerta de la ducha. Los ojos del peliazul observaron sorprendidos al contrario queriendo tironear del brazo que el rubio mantenía sujeto.

 

— ¡No juegues, Ren! — Inconscientemente se había puesto nervioso y su corazón palpitaba acelerado. No quería que su compañero se diese cuenta de cómo se sentía su cuerpo cuando lo tocaba de aquella forma. No quería admitir que sólo él podía lograr hacerle estremecerse —

 

— ¿Por qué no? ¿A qué viene tanta prisa?  — su rostro se mostraba divertido y no era para menos vista la situación en la que se encontraban—

 

— ¡Yo tengo cosas que hacer, no como tú! — Eso no era del todo cierto, pero daba igual—

 

Masato finalmente se había decidido a observar al rubio fijamente a los ojos. Realmente aquel hombre, era muy perspicaz. ¿Tal vez era culpa suya por ser tan obvio? En cualquier caso daba igual, porque todos los caminos llevaban al mismo sendero.

Ren alcanzó a tomar el rostro del peliazul, obligándole a seguir mirándole sin poder desviar la vista a un lado. De forma inconsciente, acabó fijándose en los suaves labios del rubio, los mismos labios que ya había besado, lamido y mordido la vez anterior. Se planteó qué ocurriría si se inclinase para besarlos nuevamente, ¿realmente se sentiría igual de bien que la otra vez? Quizás… ¿se sentiría mejor aún?

Pronto todas sus dudas se vieron reveladas cuando los labios del mayor se posaron contra los suyos depositando un tierno y superficial beso. Por unos instantes, la mente de Masato se quedó en blanco como si tan sólo hubiese estado esperando por aquello desesperadamente.

 

Cuidadosamente los dedos del rubio se deslizaron por el interior del albornoz, rozando su suave piel con las yemas de sus dedos entre que dejaba algunos tiernos besos en su rostro y a lo largo del cuello. Éste se estremeció al sentir el contacto de sus labios por su fina piel, dejando escaparse un leve jadeo de su garganta.

 

— Ren… enserio… tengo prisa…

 

— Tranquilo, aún es temprano… — La ronca voz de Ren se escuchó tan cercana a su oído que su cuerpo tembló hasta el límite de que sus piernas comenzaron a flaquear. De no ser porque le mantenía sujeto, se habría dejado caer de rodillas —

 

— Ese no es el problema…

 

— ¿Qué tal si nos duchamos juntos?

 

— Un poco tarde para eso, ¿no crees?

 

— No si lo hacemos después…

 

El mayor pegó su propio cuerpo contra el de él, deslizando la pierna entre las del menor, logrando de esta forma que separase las piernas lo suficiente para permitirle rozar su parte baja con la rodilla. Las manos de Masato enseguida se posaron sobre los esbeltos hombros del rubio, tratando de hacerle guardar una cierta distancia entre ellos. Fue inútil.

 

— ¿Qué…? ¿Vas enserio?... ¡No puedes!

 

Ren no respondió, sólo continuó con lo que estaba haciendo. A pesar de que el contrario se negaba, a sus ojos parecía que simplemente le estaba rogando para que le tocase mucho más. Lentamente deshizo el nudo que tan recelosamente había anudado Masato a su cadera para cerrar el albornoz y así, permitir que el delgado y agraciado cuerpo del menor quedase expuesto. En ningún momento opuso mayor resistencia, sabía de sobra que eso no cambiaría el curso de las cosas, pero tampoco es como si quisiera que cambiasen.

Jadeó contra el oído del rubio nada más sintió el roce de las yemas de sus dedos acariciar la curvatura de su espalda, tomándolo por la cadera para atraerle intensamente contra su cuerpo. Su piel rozaba delicadamente contra la piel del contrario, erizándose a cada ligero contacto, tentándole, atrayéndole, provocándole… todas esas palabras no podían escribir las sensaciones que le rodeaban en aquellos momentos, y justo cuando disfrutaba del contacto, la mano de Ren se deslizó hasta tomar el miembro de Masato.

Los labios de él, acallaron sus intentos de queja y gemidos con un intenso beso que el contrario forzó contra los suyos. Su cálida lengua se deslizó por el interior de su boca, buscando jugar con la propia en una larga batalla por el dominio que no parecía tener fin. Sólo la falta de oxígeno provocó que se apartaran a pesar de quedar sus rostros a escasos centímetros el uno del otro.

 

— Agh…. hmg… Ren… ahí… — El peliazul desmenuzaba algunas escasas palabras entre gemidos y jadeos inundados de placer. Esto no lograba más que el efecto de calentar a su compañero de juegos—

 

— ¿Aquí?... ¿Ya estabas así desde el principio? — sus largos y delgados dedos rodearon el glande del endurecido miembro de Masato, comenzando a acariciar y bombear todo lo largo de la extremidad —

 

— Hmg… ¿Cómo iba a estarlo?... No te... imagines cosas… — Había dado en el clavo pero lo último que quería, era que se diese cuenta de que llevaba la razón—

 

— ¿Imaginé mal? — Mordió el lóbulo de su oreja con la suficiente fuerza como para hacerle soltar un leve quejido de dolor—

 

— Aich… ¡Para! ¡No muerdas! — éste enredó los dedos entre los cabellos rubios del contrario, tironeando de ellos para que alejase los dientes de su oreja. Sin embargo el hecho de quedar cara a cara con él y observar sus ojos cargados de deseo, no hizo más que arrebatarle un leve sonrojo —

 

Oye, no tires… eso duele…

 

Retiró con cautela la mano de Masato para después robarle un rápido beso, al cual correspondió con torpeza, tratando de llevar el mismo ritmo que le había impuesto a la fuerza. Ya poco le importaba todo, necesitaba más del rubio, estaba tan deseoso y hambriento de probar sus dulces besos y caricias que hasta que no escuchó el fuerte sonido de un golpe en la puerta externa del dormitorio, sus pies no parecían tocar el suelo.

 

Un nuevo golpe volvió a interrumpirlos, al parecer alguien estaba dando golpes a la puerta a modo de llamada pero el propio Ren, procuró no prestarle atención y seguir con lo que estaban haciendo (a pesar de que Masato le exigía en voz baja que parase y fuese a abrir la puerta). Pero pronto, una voz conocida captó su atención cuando le llamó por su nombre.

 

— ¡Ren! ¡Despierta de una vez y abre! ¡¿Cuánto tiempo más piensas tenerme esperando?!

 

Y más golpes a la puerta siguieron a aquella melodiosa y armónica voz que mostraba enfado y frustración en esos momentos. El oportuno de Tokiya había destruido todas sus buenas intenciones de pasar un buen rato con su querido Masato, aprovechando la escasa intimidad de la que contaban.

 

— Vaya por dios… ese hombre es muy oportuno… — el mayor dejó un poco de espacio entre ellos no sin antes robarle un rápido beso de los labios — sé un buen chico y espérame un momento. Lo echaré rápido — Y acto seguido le guiñó un ojo al peliazul que parecía más absorto en el hecho de haberse dejado llevar tan fácilmente que a la última sugerencia —

 

El rostro de Masato era todo un poema, mezclado entre la vergüenza y la confusión, necesitó un corto periodo de tiempo para volver a racionalizar como siempre lo hacía. Se acomodó nuevamente el albornoz mientras mantenía un acentuado sonrojo en sus mejillas que se extendía casi hasta las orejas. Tras eso siguió los pasos de Ren sólo hasta lograr asomarse a la puerta del baño.

 

— “¿Pero qué has querido decir con eso? ¡No digas cosas vergonzosas!” — Siseó el peliazul en voz baja con la cabeza asomada para que sólo ellos lo pudieran oír, pero enseguida regresó a meterse dentro en cuanto el mayor abrió la puerta —

 

Nada más abrió la puerta que daba con el pasillo, lo primero que se encontró fue a su compañero de la clase A, Tokiya. El peliazul lo observaba con el ceño ligeramente fruncido, los brazos cruzados y como se suele decir, en plena posición de una larga batalla por discutir quién llevaba la razón.

 

— Vaya… buenos días Ichi-san. Has madrugado mucho, ¿no crees?

 

— Bueno, veo que no todos siguen mi ejemplo. ¿Cuánto más pensabas hacerme esperar?

 

— Espera un momento… — se llevó los dedos de su mano derecha hasta sus cabellos, acariciando los cabellos de su nuca con suavidad — ¿Habíamos quedado o algo así?

 

El ceño de Tokiya se acentuó al escuchar las palabras del rubio. ¿Enserio podía haberle tocado con una pareja más irresponsable? A pesar de que deseaba explotar y soltarle alguna frase insolente, no le quedó otra más que abstenerse de ello y tratar de tomar aire para calmarse.

 

— Por dios… qué verdadero desastre. Sí, era hoy cuando se suponía que habíamos quedado. ¿Y qué me encuentro? Con un tipo todavía sin vestirse y que ni siquiera se hace cargo de sus cosas.

 

— Vamos vamos, calma. Era broma, ¿cómo podría olvidarlo, Ichi-san?

 

— No me digas — insinuó irónico ante tal respuesta —

 

— ¿Puedes darme unos minutos?

 

— ¿Te refieres a unos minutos de los tuyos, o de los míos?

 

— Qué cruel… de los míos por supuesto. Pero no voy a tardar. Sólo necesito ponerme algo.

 

Tokiya permaneció con los brazos cruzados demostrando su descontento, pero no le quedó otra opción más que dejarlo pasar. No iba a decirle que se fuesen cuando el contrario sólo vestía la parte de abajo del pijama. Enseguida una voz más, muy reconocida entró en escena. Masato acababa de salir del baño completamente vestido con unos pantalones de género oscuros y una camisa negra que más tarde pensaba complementar con algún chaleco. Aún llevaba el pelo húmedo pero salió  solamente para satisfacer su apetito curioso.

 

— ¿Ichinose-san? Buenos días. ¿Ya te está dando problemas desde tan temprano? — hizo referencia a su querido compañero de cuarto, quien no se vio afectado por el comentario ni lo más mínimo.—

 

— Buenos días. Sí, debí de haberlo supuesto en el momento que decidieron que sería adecuado que hiciese equipo con él — observó al mencionado por el rabillo del ojo pero enseguida volvió a mirar a Masato con su característica seriedad—

 

 Oye oye, que sigo delante y os estoy escuchando — Ren fingió sentirse afligido por la conversación de ambos —

 

Entre que ellos hablaban de forma tan casual, el rubio se pasó al interior de la habitación para buscar una muda de ropa y vestirse rápidamente en el baño. Mientras se cambiaba, pensaba en lo cerca que había estado de haber seguido con lo que estaba haciendo y eso no hacía más que molestarle. Decidió apartar los pensamientos y darse el consuelo de que tendría otra oportunidad en otra ocasión, después de todo había sentido a Masato bastante más receptivo de lo normal. Aunque por otro lado, pensaba que podría haber sido una oportunidad de oro desperdiciada. ¿Quién le había mandado quedar con Tokiya el mismo día que eso pasaría?

 

Una vez estuvo listo, salió del baño vestido con unos jeans y una camisa blanca larga con los dos primeros botones desabrochados. Las corbatas nunca habían sido lo suyo después de todo.

Se quedó parado frente a los dos jóvenes antes de ofrecerle una sonrisa a Tokiya, dando a conocer de esa forma que ya estaba todo listo. El cantante simplemente le mostró una leve sonrisa a Masato a modo de despedida y se dio la vuelta para caminar. De seguido fue Ren detrás no sin antes detenerse al lado de su compañero de cuarto.

 

— Perdón por esto Masa. Te lo compensaré — besó la mejilla más cercana del menor antes de salir por la puerta siguiendo los pasos de Tokiya.—

 

Por el contrario Masato, permaneció allí parado con una mano tapando la misma mejilla que él había besado instantes antes. Sentía que su rostro quemaba y lo peor de todo, eran sus pensamientos que ahora divagaban pensando en sus últimas palabras. Enserio, su cabeza era todo un caos y había llegado a la conclusión de que ya no tenía remedio.

 

El peliazul cerró la puerta nada más se fueron y atravesó la habitación hasta encontrarse con su compañera de consuelos que tantas noches le había hecho compañía  en esas largas noches. Se tumbó a lo largo de la cama con la vista fija en el techo, como si en él estuviesen plasmadas todas las respuestas que buscaba. Sin embargo, una de ellas estaba clara. No necesitaba ser un genio para saber la respuesta. La respuesta a la pregunta de por qué se sentía así cada vez que Ren le miraba o le tocaba. La respuesta de por qué sentía esa opresión en el pecho cada vez sus cuerpos tenían ese tipo de contacto tan íntimo. Esa respuesta sólo podía ser llamada “amor”.

 

“Da igual lo que sea, no te conviene. Ren sólo está jugando contigo, nada más”

 

Su subconsciente le repetía una y otra vez aquellas palabras. A veces sus pensamientos eran sus propios demonios y podían ser muy crueles. Pero tenía razón después de todo. Y si todo iba a ser así, no iba a dejarse engañar o engatusar por sus dulces palabras, sus fuertes brazos o sus apasionados besos. Él no iba a ser un juguete más en su colección. Así lo había decidido, y así sería.

Se terminó de arreglar, secándose el pelo y demás para poder asistir a clases con el resto de sus compañeros de la clase S. A penas había pegado ojo en toda la noche y enseguida Nanami se dio cuenta de que no estaba en sus mejores días.

 

— Esto… Hijirikawa-san, ¿puede ser que no te encuentres bien el día de hoy? — La joven Haruka observaba con cierta preocupación al peliazul, haciendo que de esta forma captase la atención del resto de la clase —

 

— ¿Eh? No, creo que sólo tengo un poco de sueño…

 

— ¿Eh??? ¿Pasa algo Nanami? — Otoya había escuchado esa breve conversación y decidió meterse en medio para enterarse de lo que ocurría —

 

— Creo que Hijirikawa-san no se siente bien. — Nanami desvió  la mirada hacia el pelirrojo aunque seguía observando a Masato por el rabillo del ojo —

 

— ¿Se siente mal? ¿Ha pasado algo? — Ittoki volvió a insistir esta vez mirando al otro chico con cara de preocupación —

 

— No… ya dije que estoy bien, sólo un poco cansado, nada más… — nuevamente volvió a ser interrumpido por la voz de la chica aun mostrándose más preocupada que antes —

 

— Eso no puede ser… Tienes que comer bien, Hijirikawa-san… — Haru se acercó hasta Masato, alcanzando a posar su mano derecha sobre su frente para poder comprobar su temperatura —

 

— Ya dije que estoy bien, no hace falta que os preocupéis tanto. — Con cuidado, el peliazul retiró la mano de la jovencita —

 

En esos momentos, irrumpieron en la clase Natsuki acompañado de Syo. Ambos iban siempre juntos, como si hubiesen sido así de serie. El agradable Natsuki y el sonriente Syo, en verdad combinaban el uno con el otro como si se tratasen de dos piezas de puzzle que encajaban a la perfección. Nada más aparecer en escena, el mayor de los dos se lanzó a abrazar a Nanami como era costumbre suya, mientras que el menor entró con los hombros encogidos como si eso ya fuese lo más normal del mundo.

Entre que Natsuki se mantuvo abrazando a la chica, Syo se acercó a los otros dos chicos que permanecían sentados juntos el uno del otro. Ambos observaron con cierta curiosidad al chico, quien no pertenecía a aquella clase y era raro verlo por allí.

 

— ¿Syo? ¿Qué haces por aquí? — Ittoki observaba interesado al rubio, con una posición inclinada en la silla que parecía que se caería en cualquier momento —

 

— Hey, hola chicos — El rubio menor saludó a ambos chicos con una coloquial sonrisa al tiempo que agitaba su mano derecha —

 

— Buenos días Syo — igualmente, el peliazul y Nanami le saludaron de la misma forma —

 

— Todos los demás estamos en el exterior. Hemos decidido que podríamos hacer nuestras actividades de hoy juntos.

 

— ¿Todos juntos? — Masato observó al contrario no muy convencido, pero al parecer Ittoki y Nanami estaban muy emocionados con la idea, por lo que no se pudo negar —

 

En escasos minutos, todos recogieron sus cosas y salieron del interior del edificio para dirigirse hacia un pequeño parque que había dentro de los terrenos del colegio Saotome. Normalmente iban allí en sus horas libres o cuando tenían que practicar ciertas escenas de baile en grupo.

Cuando llegaron allí, se encontraron que allí ya estaban, tal vez desde hacía algún tiempo, Tokiya y Ren. Ambos practicaban cantando una canción acompañada de un baile de escenario que habían logrado componer entre los dos.

Masato se había quedado empanado observando la cercanía entre ellos dos. Ciertamente verlos juntos era un gozo para la vista considerando que ambos eran tan brillantes como la luz del sol. A los ojos de la gente, ellos no necesitaban accesorios ni luces para brillar, porque lucían con luz propia.

Nada más escucharon la voz de Syo llamándolos desde la lejanía, ambos desviaron la mirada hacia el lugar de donde provenía la voz, viendo que a sus espaldas, traía consigo al resto del grupo STARISH y a Haruka.

Todos se acercaron hasta la posición donde se hallaban sus dos compañeros. El peliazul menor del grupo, se quedó observando fijamente a su compañero de cuarto, aun fijándose en pequeños detalles como que sus cabellos luciesen un poco humedecidos por el sudor, y la piel del torso perlada por la misma composición. Sólo cuando Ren le correspondió con una leve sonrisa, se forzó a desviar la mirada hacia otro lado del campus al caer en la cuenta de que se había mantenido mirándole de forma descarada.

 

“¡Era su culpa después de todo por lucir de aquella forma! ¿A qué venía esa imagen tan cargada de feromonas?”

 

El simple roce contra su hombro le hizo regresar los pies a la tierra. Ittoki se había apoyado en su hombro y lo miraba un poco preocupado, pero éste sólo le ofreció una tranquilizadora sonrisa para que dejase de preocuparse tanto.

 

Todos se repartieron con sus respectivas parejas, tal y como les habían agenciado tiempo atrás (NOTA: esto apareció en el capítulo dos, cuando Tsukimiya los emparejó tal y como el director había planeado).

Masato y Natsuki, estuvieron ocupados practicando un guión para un anuncio al que tendrían que asistir los dos juntos, por otro lado, Otoya y Syo estaban ocupados con sus líneas para hacer una obra teatral.

Y por último Ren se mantuvo cerca de Tokiya, continuaron con lo mismo que habían estado haciendo antes de que ellos llegaran.

 

Durante todo ese tiempo que estuvieron ocupados con sus respectivos trabajos, Masato miraba por el filo del ojo cada uno de los gestos del rubio. Era imposible que no se diese cuenta de que lo estaba mirando cada vez que se le presentaba la oportunidad, pero igualmente se podía decir que Ren estaba haciendo lo mismo. En más de una ocasión sus miradas se cruzaron con palabras mudas que guardaban aquel transcendental deseo por monopolizar a la otra persona.

 

—  Ren no te distraigas. No tenemos todo el día —la voz de Tokiya le obligó a apartar la vista de Masato, para centrarse en lo que estaban haciendo—

 

Vamos, relájate un poco Ichi-san, tenemos todo el día para ensayar esto.

 

— No opino igual — El peliazul más alto le dio un pequeño golpecito a Ren en el hombro, con el cuaderno que contenía los diálogos —

 

En algún momento de la práctica, el pelirrojo se metió entremedias de la conversación de ellos dos, en un intento infantil por llamar la atención de Tokiya. Sin embargo, Ren aprovechó esa memorable escena para divertirse un poco a expensas de Otoya y su actual compañero de actividades.

 

— Nee Tokiya, yo también quiero participar… ¿puedo ayudar con los diálogos? — El menor sostenía el brazo del peliazul tironeando del cuerpo contrario en su misma dirección—

 

Oye, Otoya, ¿no tienes tu propio trabajo? — Tokiya suspiró a pesar de que internamente pensaba en lo adorable que se veía de aquella forma —

 

— Pero… lo vuestro parece más divertido

 

El rubio observó que el peliazul estaba en algunos problemas para negarse a las peticiones de Otoya, por lo que no tuvo otra opción más que echarle una mano. Con cuidado pasó un brazo alrededor de los hombros de Tokiya, logrando que del tirón se inclinase en su propia dirección. El pelirrojo no se perdió detalle de la acción, aunque por un momento se quedó perplejo.

 

— Lo siento Otoya, nosotros estamos haciendo cosas de adultos. No podrías llevar nuestro ritmo — Ren le sonrió al menor con una leve sonrisa. Esto sólo logró hacer enfadar a Masato, quien permanecía observando la escena frunciendo el ceño —

 

— ¿Eh? ¿Cosas de adultos? ¿Qué es eso? — Ittoki miró a Tokiya, buscando una explicación, pero el peliazul no le respondió —

 

— Oye Ren…. deja de confundir a Otoya — Ichinose miró de reojo al rubio y apartó la mano que había colocado alrededor de sus hombros—

 

En más de una ocasión, los azulados ojos de Masato, se posaron sobre el grupo de jóvenes que mantenían una viva conversación hasta que aquel último comentario se convirtió en la última gota que colmaba el vaso. ¿Cómo podía hablar de cosas así de forma tan desvergonzada? ¿Acaso significa que lo haría con cualquiera sin importar de quien se trate? Como si se sintiese atraído como un imán, se acercó hasta el grupillo observando al rubio con el ceño ligeramente fruncido.

 

— Con que cosas de adultos, ¿no es así, Ren? — El peliazul de estatura más baja se cruzó los brazos por delante del pecho sin apartar la vista del contrario —

 

— Vamos, no seas así, sólo era una broma, Masa — Enseguida se dio cuenta de que le había molestado la broma de hacía un momento —

 

— Una broma, ¿eh?  Deberías fijarte en que no es la mejor situación, ¿no crees?

 

— No me digas que estás celoso por eso, qué lindo eres. — dejó escapar una leve risita tras su propio comentario, aprovechando ese idóneo momento para tomarle el pelo a Masato

 

— ¿Qué? ¡No tiene gracia, Ren! — automáticamente alzó la voz al sentirse avergonzado. Ese imbécil ni siquiera se cortaba en público, ¡Qué típico de él!—

 

Las mejillas de Hijirikawa se tornaron de un vivaz color rojizo que trató de ocultar girando el rostro hacia otro lado, y el rostro de Ren se mostró orgulloso por su azaña. El peliazul  se las apañó para regresar con Natsuki, quien se mantenía esperando sentado a unos escasos metros de allí, y de esa forma, acabó con la conversación, haciendo como si no le importase lo más mínimo lo que hiciese Ren con su vida.

 

Todos se quedaron mirando entre ellos con aquella escena tan típica a esas alturas entre ellos, y enseguida regresaron con lo que estuvieron haciendo. Haruka los animaba y los ayudaba cada vez que se le presentaba la ocasión, y sin que se diesen cuenta, pronto comenzó a caer la noche y los anaranjados rayos del sol anunciaban el final del día y el principio de la larga noche.

 

Todos regresaron a sus respectivas habitaciones con sus compañeros de cuarto, no sin antes despedirse por el arduo trabajo que habían realizado a lo largo del día. Se podía decir que habían sido unas horas muy bien empleadas.

 

Nuevamente, Ren y Masato habían regresado juntos a su habitación, y nada más atravesar la puerta el rubio se ocupó de cerrar la puerta y seguir los pasos de peliazul que se dirigían a paso lenta hacia el fondo de la habitación. Su vano intento por irse esa noche directo a la cama, se vio frustrado cuando el mayor le agarró del brazo más cercano y le jaló por la cintura para pegarle contra su cuerpo. Ante su sorpresa y sin haber podido reaccionar más rápido, los labios ajenos cazaron los suyo propios, besándolos apresuradamente como si le faltase tiempo para devorarlos. Masato se adelantó a apartarlo antes de que siguiese, y así recuperar el oxígeno que el contrario le había robado de forma tan gratuita.

 

— ¡Oye! ¿Qué te ha dado de repente? ¡Acabamos de llegar!

 

— Eso no importa. Llevo todo el día esperando regresar a la habitación para poder tocarte… — pudo escuchar la ronca voz de Ren contra su oído, sugestionando la poca cordura que le había mantenido impasible hasta ahora —

 

— Deja de decir esas cosas…

 

— ¿Por qué no debería decirlas? Sé que te encantan…

 

De nuevo el peliazul se vio titubeando ante sus gestos y sus excitantes palabras cargadas de deseo. Sin darse cuenta, ya podía notar la mano del contrario por el interior de su ropa, aprovechando la distracción para acariciarle el torso, mientras arrastraba la camisa para dejar a la vista la clara y delicada tez de su abdomen.  

 

— ¡Ren, no toques! ¡Ya basta!

 

El menor de los dos, intentó frenar su frenético avance pero resultaba inútil. De nuevo la boca del mayor cazó la suya, deslizando la lengua por el interior de su cavidad sin permitirle en ningún momento escaparse de entre sus brazos, los cuales, le abrazaban con fuerza por la cintura para pegarle íntimamente contra su cuerpo. Podía sentir como su cadera rozaba con la recién despierta erección del rubio. En un último intento, se ocupó de morder la lengua de Ren con la suficiente fuerza para que éste dejase de besarle y poder apartarlo, manteniendo así una cierta distancia entre ellos. Masato respiraba con dificultad al igual que Ren, quienes se observaban fijamente sin dejar de jadear.

 

— Voy a cenar. Tú… mejor enfríate la cabeza — El peliazul trató de evitar mirarle directamente al rostro, al tiempo que se dirigía hacia la salida del dormitorio recolocándose la ropa. Ren le agarró por el brazo más cercano, antes de que atravesara la puerta.—

 

— ¿Dónde vas? ¿Estás de broma? — el tono de voz empleado por el rubio demostraba que estaba molesto—

 

— ¡No soy tu juguete, no estoy para divertirte! ¡Ahora enfríate la cabeza!

 

— ¿Pero qué--? ¿Llevas toda la tarde mirándome y ahora dices disparates?

 

— Cállate, no son disparates. Si tanto quieres divertirte puedes elegir a cualquier otro. Tokiya por ejemplo, ¿no es así?

 

— ¿De qué demonios me hablas?

 

— Es igual, no importa — Masato tiró del brazo con fuerza, logrando liberarse del agarre. Entonces simplemente abrió la puerta y salió de allí dejando al rubio atrás con sus gritos—

 

— ¡Oye! ¡No hemos acabado! ¡Masa! — pero en ningún momento regresó o se giró siquiera para mirarle —

De nada sirvió que le gritase y le llamase, estaba claro que no le prestaría atención. Éste sólo siguió su camino en dirección al comedor, evadiendo por completo las palabras de Ren. Después de todo lo que había ocurrido no se atrevía a seguir mirándole a la cara, porque se había dado cuenta de que sentía como su pecho se aceleraba cuando le tocaba, y a la vez, se oprimía cuando recordaba cómo podía tocar a otros con tanta facilidad. Fue entonces cuando se dio cuenta, de que le amaba como nunca a nadie había amado, y que la verdadera forma de ese negro sentimiento, era sin lugar a dudas, Celos.

 

Continuará…

 

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Notas finales:

Bueno pues ya está. Queda un capítulo más de esta parejita que nos permitirá ver el final más cerca. Aunque no lo parezca, todas las historias están entrelazadas y he decidido que al final haré un capítulo conjunto con todas las parejas.

Quienes quieran leer más de mis historias que sepan que tengo otro fic en curso que se llama "El dolor y la muerte, es todo un arte".

Si queréis seguir todas mis actualizaciones, podéis seguirme en mi twitter.

@shizuo_hem14

 

Muchas gracias por leer y estaré esperando sus reviews. Un besito~


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