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Malicia en el Mundo Cool por Mikhail

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Notas del capitulo:

Where is my mind, Stand by me.

Malicia en el Mundo Cool

¿Dónde está mi mente?

Mis uñas por fin están largas, más el meñique derecho. Me gustan mucho mis uñas porque me divierto quitándoles la tierra hasta dejarlas lo más cercano al blanco. Realmente me pone bien cuando me aburro.

Hice un gran esfuerzo para tenerlas como las veo ahora, mientras mis pulgares tocan la pantalla y el «tic» suena.

Bien sabido tengo que me debo andar con cuidado por las calles transitadas de mi vecindad, no deben pescarme con el celular en manos o podría despedirme de manera cruda. En todo caso, el tiempo me ha vuelto experto en no tropezar e “ignorar” mí alrededor con dos simples cables que por momentos me dan dolor de oídos, y no es juego, parece que tengo aire en el cerebro.

Muchas veces pienso que toda esa gente podría matarme más que un fantasma. Quiero decir, cualquiera de los uniformados podría apuñalarme, cualquiera podría arrebatarme mi (bueno, es costumbre leer este tipo de comentarios en sitios para adolescentes. Debo acoplarme un poco sino quiero sentirme fuera de lugar. Las etiquetas me dan paz interior) miserable vida y algunas cosas valiosas que igualmente diré que son mierda.

Le tengo miedo a la vida más que nada porque es lo único que conozco y lo único que puede darle fin a este mundo tan maravilloso con sexo y drogas. Sin vida no soy nada, nadie, nadie.

¿La muerte? ¿Por qué habría de preocuparme ahora? Vida es lo que todos quieren y no cuesta nada tener, sólo es necesario plantar una semilla. Muerte es la perra que te obliga a renunciar a todo aquello que conseguiste en vida; la hija puta cobra los impuestos más caros que te puedas imaginar.

Igualmente la gente puede pensar lo que quiera, es muy triste, demasiado triste sabiendo que mi mente está en coordinación con el mundo. A veces con toda la mente abierta llego a tener pensamientos destructivos y hasta «controlatarios», ¿porque así se dice, no?

Ahora mismo en mi mente entran una y otra vez pensamientos o imágenes desagradables. Siento que no puedo detener estos pensamientos o imágenes, aunque sí lo deseo. Y por lo habitual se me hace casi imposible dejar de hacer cosas una y otra vez, como ejemplo podría poner la ansiedad de las uñas, pero eso la mayoría de gente lo tiene. Me decido por contar cosas, coleccionar objetos inútiles, repetir la misma acción hasta que me parezca que está “bien hecha” o tronar los huesos de mis rodillas y extremidades sin parar.
 
Me preocupo mucho sobre cosas terribles que pudieran pasar si no tengo cuidado y siento impulsos involuntarios de hacer daño físico a alguien, aun cuando sé que nunca lo haría. Ironía.

Tampoco es que esté loco, supongo que es normal en algunos casos.

Ahora me doy el gusto de declarar que cuento esto porque no tengo un punto fijo o un ensayo de lo que voy a escribir para el gusto de otras gentes. Me nace contarles esto, pero el problema es que no sé a quiénes me refiero exactamente. Suelo divagar mucho en mis recesos, y escribo lo que sea como ahora.

—¡Mihael, despierta!

Un grito, y varios sustos de gente que andaba cerca en el momento en que mis rodillas flaquearon y caí de lleno en el concreto, junto a la escalera para la segunda planta de terceros.

Si supiese qué pasó después, o lo que mi mente estaba haciendo mientras yo quedaba inerte con los pies en el aire y la cabeza en el suelo, junto a muchas personas reunidas a mí alrededor que hacían del caso un espectáculo. Probablemente Matt es una de ellas, pero qué más da, no tenía fuerza suficiente para reclamar algo o espantar a toda la bola de imbéciles de un grito, aunque siga estando en mi imaginación y no haga nada, nunca.

Eso, un pequeño pez nadando en el Caribe con una avalancha de tiburones hambrientos.

Despierta.

—Es que me llamaron de la escuela diciéndome que el niño se estaba desmayando incluso mientras caminaba.

“Me desmayé, querrás decir” pensé.

Mamá hablaba por el teléfono con el psiquiatra en voz muy débil, mientras se rascaba impaciente la pantorrilla derecha con la planta del pie izquierdo. Cuando abrí los ojos allí estaba, sentado en el sillón de casa con los párpados semi abiertos, observando como ella iba de aquí para allá cual león enjaulado a punto de desfallecer. Me encontraba demasiado agotado para mover un músculo, y me limité a escuchar solamente—, ¿no será que debe disminuir la dosis?

—Dosis… —murmuré.

Me pregunté si aquellas pastillas eran de las drogas que aparecían en las películas cuando la gente quería suicidarse, y me quedé viendo las cajas azul con verde y naranja con verde al borde de la mesa con el ceño fruncido.

Sertralina, media tableta. Risperidona, media tableta.

—Sí, porque la verdad me lo ha tenido durmiendo todo el día —comentó—. Sí, sí, un cuarto. Muchas gracias doctor —y colgó, volviéndose a mí.

—¿Qué te dijo? —pregunté de inmediato.

Me miró y negó con la cabeza, mientras caminaba a paso lento hasta el sillón donde yo estaba.

—Que ya no va ser media tableta, sino un cuarto —explicó, sentándose a mi lado y con la mano en la frente, mirándome. Yo asentí sin más, aún con los párpados entrecerrados—. Deberías seguir durmiendo.

—No —contesté, negando con la cabeza—. Estoy fastidiado de dormir todo el día.

De pronto un sonido estruendoso me hizo girar la cabeza hacia ella, pues no comprendía la razón de su risa que casi rompe las ventanas de la casa y probablemente de los vecinos.

—Ojalá dijeras eso todos los días y te pusieras a trabajar —dijo.

—Ah.

Asintió, todavía sonriendo por lo que sea que le haya parecido gracioso.

Quédate conmigo

 

Cuando se levantó, no sin antes volver a decir que descansara, estiré la mano como pude a los papeles aplastados por el peso del control remoto para que no salieran volando por aire del ventilador. Revisé atentamente cada uno de los papeles,

—Receta, acta de nacimiento, justificación… —leí—. Ah, petición.

“SEG
Secretaría de Educación
Comprometidos con tú bienestar
2012 – 2018            
                                                                 

 Dirección de
                                                  Educación Secundaria
                          
                                  ASUNTO: SOLICITUD
                                  OFICIO: S/N 2014 – 2015
         
   *** *******, ********** a 22 de Octubre de 2014

 

Dr. Primo Adam Allan 
Director del Hospital Psiquiátrico 
*** *******, **********
      

Por este medio la Dirección de esta escuela se dirige ante esa dependencia dignamente preside para solicitarles la valoración del alumno:
     
● MIHAEL KEEHL  (BAJA AUTOESTIMA Y DEPRESIÓN).

      Seguidamente canalizarlo con el personal correspondiente a la ayuda que él necesite. Agradezco de antemano el apoyo que nos pueda brindar, sin otro particular aprovecho la ocasión para mandarles un cordial saludo.
          
                             

 Atentamente
                                      

 (Firma del sujeto)
       

 PROFR. SMITH A. JAMES HARRYS 
                         DIRECTOR DE LA ESCUELA”

 

Baja autoestima y depresión. Todo ese lío era eso en cuestión, dos simples palabras.

—Probablemente un teletubie y un emo me parieron.


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