.
.
.
SebasCiel
.
.
.
~Prólogo~
Caminé escaleras abajo, mirando atentamente los ojos de aquel demoniaco ser. Se sonrojó de manera casi imperceptible, exepto para él.
-¿Todo bien, boochan?- El aludido gruñó ante la atenta mirada de sus sirvientes, que contemplaban la escena algo anonadados. -¿Joven am-..?
-Cállate.- Fue lo único que salió de los labios del menor.
¿Por qué estaba tan molesto?. Y todo por culpa de Sebastián, su forma de embelezar a la gente para sacarle información, y sus extrañas insinuaciones.
-Voy a mi despacho, tengo papeleo pendiente.- Se dió media vuelta, de forma altanera, y prosiguió con la mirada perdida. Llegó hasta frente del cuadro de sus padres y lo miró atento. ¿Qué pensaria sus padres de todo eso: El contrato, el demonio, la Reina, la forma de llevar las empresas...?. A veces, y solo a vecves, quizá si los extrañaba...
Llegó al estudio y se sentó de forma pesada en aquella blanda, aunque incómoda, silla. Miró toda la columna de papeles pendientes y tan solo de pensar en tood el trabajo, las clases pendientes y el duro día, su cabeza empezó a doler.
-Boochan, ¿Está bien?- Saltó en su asiento, dado a la sorprendente entrada del mayor.
-¿No sabes llamar, o qué, idiota?.- ¿Era su imaginación o estaba más apático que de costumbre?.
-Lo siento, Joven Amo, pero es que np me ha contestado las cinco veces que he golpeado la puerta.- Odiaba aquel tono de superioridad que su sirviente enfatizaba.
-Si, si, lo que sea...- Agachó la cabeza y fingió leer un aburrido documento.
-¿Está bien?.- Volvió a preguntar, pero el menor lo ignoró. Sebastian suspiró y desistió en el tema.- ¿Quiere un trozo de pastel de chocolate?.
-No. Puedes retirarte.- Sonó seco, pero es que no se sentía con animos de nada. Ver a Sebastian haciendo eso con aquella señorita para que esta hablase, le afectó demasiado.
El aludido asintió y se retiró, algo extrañado y confuso respecto a la actitud de su amo.
“Debo dejar de pensar en eso. No me concierne. Solo nevesito cumplir mi venganza, y él solo es una pieza en mi juego de ajedrez.
Nada más.
Solo eso.
Un pieza."
Pasado unas horas, Sebastian volvió.
-Boochan, le ha llegado una carta de la reina.- Y esa simple frase, fue el inicio del caos.
.
.
.
SebasCiel
.
.
.
~Prólogo~
Caminé escaleras abajo, mirando atentamente los ojos de aquel demoniaco ser. Se sonrojó de manera casi imperceptible, exepto para él.
-¿Todo bien, boochan?- El aludido gruñó ante la atenta mirada de sus sirvientes, que contemplaban la escena algo anonadados. -¿Joven am-..?
-Cállate.- Fue lo único que salió de los labios del menor.
¿Por qué estaba tan molesto?. Y todo por culpa de Sebastián, su forma de embelezar a la gente para sacarle información, y sus extrañas insinuaciones.
-Voy a mi despacho, tengo papeleo pendiente.- Se dió media vuelta, de forma altanera, y prosiguió con la mirada perdida. Llegó hasta frente del cuadro de sus padres y lo miró atento. ¿Qué pensaria sus padres de todo eso: El contrato, el demonio, la Reina, la forma de llevar las empresas...?. A veces, y solo a vecves, quizá si los extrañaba...
Llegó al estudio y se sentó de forma pesada en aquella blanda, aunque incómoda, silla. Miró toda la columna de papeles pendientes y tan solo de pensar en tood el trabajo, las clases pendientes y el duro día, su cabeza empezó a doler.
-Boochan, ¿Está bien?- Saltó en su asiento, dado a la sorprendente entrada del mayor.
-¿No sabes llamar, o qué, idiota?.- ¿Era su imaginación o estaba más apático que de costumbre?.
-Lo siento, Joven Amo, pero es que np me ha contestado las cinco veces que he golpeado la puerta.- Odiaba aquel tono de superioridad que su sirviente enfatizaba.
-Si, si, lo que sea...- Agachó la cabeza y fingió leer un aburrido documento.
-¿Está bien?.- Volvió a preguntar, pero el menor lo ignoró. Sebastian suspiró y desistió en el tema.- ¿Quiere un trozo de pastel de chocolate?.
-No. Puedes retirarte.- Sonó seco, pero es que no se sentía con animos de nada. Ver a Sebastian haciendo eso con aquella señorita para que esta hablase, le afectó demasiado.
El aludido asintió y se retiró, algo extrañado y confuso respecto a la actitud de su amo.
“Debo dejar de pensar en eso. No me concierne. Solo nevesito cumplir mi venganza, y él solo es una pieza en mi juego de ajedrez.
Nada más.
Solo eso.
Un pieza."
Pasado unas horas, Sebastian volvió.
-Boochan, le hallegado una carta de la reina.- Y esa simple frase, fue el inicio del caos.
.
.
.
SebasCiel
.
.
.
~Prólogo~
Caminé escaleras abajo, mirando atentamente los ojos de aquel demoniaco ser. Se sonrojó de manera casi imperceptible, exepto para él.
-¿Todo bien, boochan?- El aludido gruñó ante la atenta mirada de sus sirvientes, que contemplaban la escena algo anonadados. -¿Joven am-..?
-Cállate.- Fue lo único que salió de los labios del menor.
¿Por qué estaba tan molesto?. Y todo por culpa de Sebastián, su forma de embelezar a la gente para sacarle información, y sus extrañas insinuaciones.
-Voy a mi despacho, tengo papeleo pendiente.- Se dió media vuelta, de forma altanera, y prosiguió con la mirada perdida. Llegó hasta frente del cuadro de sus padres y lo miró atento. ¿Qué pensaria sus padres de todo eso: El contrato, el demonio, la Reina, la forma de llevar las empresas...?. A veces, y solo a vecves, quizá si los extrañaba...
Llegó al estudio y se sentó de forma pesada en aquella blanda, aunque incómoda, silla. Miró toda la columna de papeles pendientes y tan solo de pensar en tood el trabajo, las clases pendientes y el duro día, su cabeza empezó a doler.
-Boochan, ¿Está bien?- Saltó en su asiento, dado a la sorprendente entrada del mayor.
-¿No sabes llamar, o qué, idiota?.- ¿Era su imaginación o estaba más apático que de costumbre?.
-Lo siento, Joven Amo, pero es que np me ha contestado las cinco veces que he golpeado la puerta.- Odiaba aquel tono de superioridad que su sirviente enfatizaba.
-Si, si, lo que sea...- Agachó la cabeza y fingió leer un aburrido documento.
-¿Está bien?.- Volvió a preguntar, pero el menor lo ignoró. Sebastian suspiró y desistió en el tema.- ¿Quiere un trozo de pastel de chocolate?.
-No. Puedes retirarte.- Sonó seco, pero es que no se sentía con animos de nada. Ver a Sebastian haciendo eso con aquella señorita para que esta hablase, le afectó demasiado.
El aludido asintió y se retiró, algo extrañado y confuso respecto a la actitud de su amo.
“Debo dejar de pensar en eso. No me concierne. Solo nevesito cumplir mi venganza, y él solo es una pieza en mi juego de ajedrez.
Nada más.
Solo eso.
Un pieza."
Pasado unas horas, Sebastian volvió.
-Boochan, le ha llegado una carta de la reina.- Y esa simple frase, fue el inicio del caos.