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A Prince In Love por EimmyAnnh

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Notas del capitulo:

Hola mis amores!!!

Queda alguien por ahí todavía?? Hay alguien que quiera leer aun el cap. 13 de este fic tan raro???... u.u lo sé!! han pasado casi dos meses desde la última vez que publiqué y me siento terrible por no haber dado señales de vida durante todo este tiempo uwu

Pasé por un bloqueo horrible e incluso pensé que no podría seguir con el fic porque no había manera de destravarme en una parte del cap. y además sufrí otro accidente haciendo deportes pero esta vez fue patinando en hielo e.e Creo que ya entendí que aunque ame el deporte soy demasiado torpe y me resbalo con el aire XDDD me caí dando un giro y en lugar de esguinzarme la muñeca de plano me la fracturé y estuve varias semanas con yeso y super adolorida u.u así que no fue para nada agradable _-_U

Pero estoy feliz porque a fin de cuentas pude escribir el cap. 13 y aunque sé que quizás no quede nadie por ahí queriendo leerme, me siento muy satisfecha de haberme destravado ^^

Les traigo un cap. de infarto otra vez aunque por razones diferentes... leerán qué pasó con Matt y... juju ok no les daré spoilers n.n a ver qué les parece este nuevo pedazo del fic y a ver si valió la pena haberlas hecho esperar tanto u.u

Como siempre agradecimientos a:

Yami-chan

CheekyMint21

Carooliinaa-chan

Puly XD

fi ward

Sus rws me alentaron a seguir y a exprimirme el cerebro para sacar este cap. ^^

Pero en especial quien hizo posible que estuviera acá hoy es...

Joselyn ♥

Marida mía esta actualización va especialmente por ti y para ti, porque fuiste la que me inspiró a escribir y porque haz estado conmigo desde el inicio ;'D Fuiste mi primer review cuando era apenas una extraña escritora recien llegada a la página y eso te lo agradezco y lo valoro mucho u.u Gracias por tu apoyo y por ser tan linda... de verdad Te Amo demasiado y muchisimisimo mas mi Jossy kawais ♥

Y bueno luego de este testamento XD los dejo leer en paz ^^ 

A Prince In Love

Chapter 13: Phoenix

Sintió como el jet perdía cada vez más altura y se supo perdido. La sensación de vértigo era tal, que tuvo que sujetarse con fuerza de uno de los asientos para no caerse al piso por culpa de las turbulencias. El miedo y la tranquilidad se entrelazaban en su pecho creando una única sensación inquietante, mientras la imagen de Mello mirándolo entre triste y frustrado justo antes de caer al vacío, no dejaba de cruzarle la mente.

Sabía que cuando chocara contra el mar, su cuerpo se reduciría a pedazos mezclándose con lo que quedara del avión y el sólo pensamiento le causaba pánico. Agradecía haber podido sacar al rubio de ahí y sólo esperaba que, si en verdad existía un ser superior manipulando sus vidas, por favor lograra ponerlo a salvo.

Pero cuando los kilómetros de altura eran tan pocos que el sistema ya había activado la alerta, alguien apareció de súbito justo detrás de él, haciendo que casi le dé un infarto.

-¿Pero qué…?

-No hay tiempo, príncipe Mail.-Le dijo el extraño, dándole un paracaídas sacado de quién sabe dónde y mirándolo intranquilo.-Debe salir de aquí antes de que sea tarde.

Pero el pelirrojo, demasiado shockeado para reaccionar, tan sólo pudo mirarlo boquiabierto.

-La princesa Aleshka me envió, su alteza.-Prosiguió el chico, que no aparentaba más de veinte años, tomándolo del brazo y llevándolo con él hasta una de las puertas del jet.-Ella está al tanto de su situación y lo único que quiere es protegerlo.

-¿Aleshka dices?-Musitó apenas, sintiéndose cada vez más pasmado.-Acaso hablas de…

-Su prometida, sí.-Lo interrumpió el extraño, quitándole el paracaídas de las manos y empezando a ponérselo él mismo, pues el joven príncipe estaba demasiado anonadado todavía para hacerlo por sí solo.-La princesa me confió su vida, así que debo sacarlo de aquí lo antes posible.

-¿Cómo es que ella…?

-Le aseguro que sus dudas serán contestadas muy pronto, príncipe Mail. Pero ahora por favor coopere conmigo, porque casi no tenemos tiempo antes de que el avión se estrelle.-Lo volvió a interrumpir el chico, hablando atropelladamente y pasándole por la cabeza la parte superior del arnés del paracaídas.

Por inercia el oji-verde hizo lo que se le pedía, terminando de ajustarse los tirantes del arnés rápidamente y cuando menos lo vio venir ya estaba frente a la puerta trasera abierta quién sabe cómo, listo para saltar.

-Mucha suerte, su alteza.-Le deseó el extraño, haciéndole una respetuosa reverencia.

-¡Espera!-Lo detuvo Matt antes que lo empujara.-¿Qué pasará contigo?

-No se preocupe por mí.-Dijo el otro sin pizca de miedo en su voz, sonriéndole gentil.

Entonces sintió como de un solo empujón caía libremente al vacío, mientras un viento feroz lo golpeaba en el rostro, alejándolo rápidamente del alcance del jet.

~~~

Su cuerpo se estrelló bruscamente contra la superficie acuosa y congelada del Océano Atlántico, haciendo que una gran cantidad de agua salada se agitara y le entrara por la nariz, ahogándolo. Un terrible dolor perforó cada uno de sus huesos tal como si fueran millones de agujas filosas atravesándolos, mareándolo y aturdiéndole los sentidos. Se dejó arrastrar por el oleaje, ya que se sentía demasiado débil para pelear contra la implacable fuerza del mar. Apenas podía mantenerse semi consciente, su visión era borrosa y el dolor apuñalándole la cabeza no lo dejaba reaccionar correctamente. Sabía que a su alrededor todo era un caos, pues el olor a acero quemado y gasolina de avión se colaba por sus fosas nasales, haciéndolo toser en busca de un poco de aire limpio que lo pudiera mantener vivo al menos unos cuantos minutos más. Trató de moverse, pero fue inútil, ya que tenía todo el cuerpo agarrotado. Respiraba con dificultad y podía divisar vagamente manchas rojas extendiéndose a su alrededor, tiñendo de carmesí el agua.Un gemido imperceptible abandonó sus labios, mientras luchaba por enfocar su vista aunque fuera un poco; el dolor en su frente se hacía cada vez más insoportable, las agujas pinchándole la piel y los huesos se multiplicaban, destrozándolo por dentro entre punzadas sumamente dolorosas, mientras el humo de la reciente explosión y el hielo del mar parecían confabularse para acabar con su vida de manera lenta y tortuosa.

La oscuridad le abría los brazos gustosa, mientras la luz en sus ojos desaparecía poco a poco, quedándose a la deriba en aquel paraje de mar desolado, que para él no era más que una improvisada tumba llena de escarcha.

Escuchaba vagamente el sonido de un helicóptero volando muy por encima de donde estaba, haciéndolo desear con todas sus fuerzas que Mello estuviera bien. Lágrimas resbalaron desde sus ojos verdes por sus pálidas mejillas y se perdieron en el mar, fusionándose con la salinidad del agua sobre la que flotaba como un peso muerto. El único pensamiento que le daba vueltas en la mente, era que su amado rubio ya se hallara a salvo muy lejos de allí. Sus ojos azules y transparentes eran el único recuerdo que hacía las veces de salvavidas, en ese momento en que sentía que la vida se le escurría como arena entre los dedos.

Ojos preciosos y brillantes que eran su perdición.

-Mello…-Susurró inaudiblemente para darse fuerzas, clavándose las uñas en las palmas hasta sacarse sangre y recordando todo cuanto pudiera de él, pues sentía que si lo alejaba aunque fuera un segundo de su mente, moriría.

Carmesí y espesa, sangre brotaba de su nariz y se escurría por su rostro desde una profunda herida en su frente. Estrellarse en las congeladas aguas del atlántico norte había sido igual que lanzarse en picada contra un bloque de cemento gigante, ya que la fuerza del impacto y la mala posición en que cayó por culpa del viento, hicieron que el resultado fueran una serie de lesiones dolorosas y varias fracturas por todo su cuerpo.

Como pudo trató de quitarse los tirantes del arnés que llevaba puesto y que era parte del paracaídas que terminó rompiéndose apenas unos metros antes de que cayera, haciendo así que su encuentro con el agua fuera considerablemente más brusco de lo planeado. Separó las hebillas metálicas y logró liberar su brazo izquierdo de los amarres, pero un dolor repentino y agudo extendiéndose por toda la extremidad lo hizo soltar un gemido de sorpresa. Lo único que agradecía era que al estar tan helada el agua, las fracturas dolían mucho menos, gracias a que la baja temperatura a la que estaba sometido, actuaba como el más efectivo de los anestésicos. Y cuando quiso liberar el otro brazo para quitarse del todo la parte superior del paracaídas, un mareo lo atacó de la nada y lo hizo cerrar con fuerza los ojos. Algo dentro de su cabeza pareció sacudirse y aporrearle dolorosamente el cráneo desde dentro, haciendo que de sus entrecerrados ojos brotaran aun más lágrimas, aunque esta vez de puro dolor.

Entonces los temblores de su cuerpo incrementaron, mientras respirar se convertía en una tarea casi imposible. La visión se le volvió todavía más borrosa y las agujas punzándole los pulmones se clavaron más hondo, cortándole el paso de aire de una sola vez y haciéndole perder la consciencia mucho antes de que siquiera lograra percatarse.

Lo último que vio fue un rostro de apariencia angelical y unos ojos azul zafiro mirándolo llenos de tristeza y frustración, mientras una única frase se repetía en su cabeza una y otra vez.

-Te amo, Mello…

~~~

Dos años después…

El motor rugió con fuerza cuando pisó el acelerador hasta el fondo, haciendo que el interior del vehículo se sacudiera intensamente, al mismo tiempo que la música salía de forma estridente a través de los potentes parlantes ubicados en cada esquina. Por el parabrisas vio como las personas intentaban acomodarse, apretujándose unas contra otras para ser testigos privilegiados de uno de los eventos más esperados del año. Con una bandera tricolor en una mano y un silbato colgándole del cuello, algo que a él se le antojó demasiado estúpido, el tipo que daría comienzo a la carrera estaba parado con pose de chico malo en la banqueta, rodeado de mujeres ligeras de ropa y exagerado maquillaje que de seguro estaban ahí sólo para ver si lograban ligar con alguno de los participantes.

Aspiró el humo del cigarrillo que tenía aprisionado en los labios, volviendo a hacer rugir el motor de su Ferrari plateado. La gente vitoreó cuando avanzó y se detuvo al lado de los demás carros que, como él, correrían esa tarde. Subió a tope el volumen de la radio y bajó la ventanilla de su lado, al ver que su cómplice en el crimen se le acercaba sonriendo fascinado.

-Todo listo para comenzar.-Le dijo, apoyándose distraídamente en la puerta y poniendo los codos en el espacio abierto de la ventanilla.-Subí los niveles de hidrógeno del motor y le añadí un regalito extra al turbo, por si las dudas.

Recibió una sonrisa encantadora como respuesta más un guiño seductor.

-Sabes que amo tu eficiencia, Alex.

El aludido le sonrió de vuelta coquetamente, mientras se alejaba caminando hacia la improvisada tribuna.

Entonces el primer indicio de que la carrera daría comienzo se divisó, haciendo que los comensales bramaran excitados, mientras el rugir de los motores se alzaba por encima de sus gritos, causándoles una maravillosa sensación de euforia.

-¡¿Listos?!-Preguntó a todo lo que daba su voz el tipo que sostenía la bandera tricolor, recibiendo más gritos y bramidos de respuesta junto a una nueva sinfonía de gruñidos de parte de los coches, a lo que respondió sonriendo complacido y levantando el brazo con el que sujetaba la bandera para agitarla en el aire.-¡A correr!

Una estampida de coches se disparó acelerando a todo lo que daban en dirección norte, virando estrepitosamente en una curva cercana y perdiéndose de vista a lo lejos en una sucesión de rugidos motorizados.

~~~

Sintió como el cabello se le revolvía con la fuerte brisa que se colaba por la ventanilla todavía abierta, haciéndolo fruncir el ceño, pues odiaba cuando la visión se le dificultaba por culpa de sus rebeldes mechones pelirrojos. Subió a tope el vidrio de su lado, mientras no dejaba de pisar a fondo el acelerador, alcanzando en cuestión de segundos más de trescientos cincuenta kilómetros por hora. La adrenalina que le producía la velocidad a la que iba se propagaba por su sangre como pólvora, mientras luchaba por mantener el control del carro en una curva demasiado cerrada.

Lo único visible a través de las ventanillas era desierto y carretera, convinándose en un extraño contraste de arena y asfalto.

Uno de los competidores, dueño de un hermoso Lamborghini rojo, le pasó por el lado izquierdo haciéndole una señal obscena con el dedo medio y gritándole algo que no entendió, pues gracias a la rapidez con la que andaban ni siquiera pudo leerle los labios. Sonriendo maliciosamente activó el turbo y pisó aun más a fondo el pedal, haciendo que su cuerpo fuera empujado abruptamente hacia delante por culpa del fuerte cambio de velocidad con que el coche aceleró, logrando así rebasar al otro sin dificultad alguna.

Imitándolo lo saludó mientras lo dejaba atrás, haciéndole un ademán despectivo con la mano y guiñándole un ojo en actitud coqueta, mientras los neumáticos derrapaban bruscamente al encontrarse con el final de carretera asfaltada para abrirse paso a través de un tramo lleno de tierra y piedras, obligándolo a tratar de mantener un camino recto con igual rapidez aun a pesar de la compleja estructura del suelo.

Casi pierde el control del Ferrari al bajar la empinada pendiente que era el acabose de aquella pista, por poco chocando de frente contra un cerro cuando dobló en la última curva que era considerablemente más difícil de atravesar que las demás. El motor bramó furiosamente, cuando avanzó acelerando al máximo a través del último tramo de carretera que le faltaba para alcanzar la meta. Vio al Lamborghini que hacía unos minutos le había intentado pasar ahora a punto de alcanzarlo, a lo que reaccionó pisando a fondo y abriendo la ventanilla una vez más para que el viento helado de otoño lo ayudara a agarrar más velocidad durante los pocos metros que quedaban de trayecto. La gente ya estaba arremolinada en la meta esperando al ganador, gritando eufórica y vitoreando a todo pulmón al ver como el primer lugar de la carrera se lo disputaban dos de los mejores corredores del certamen, si es que no los mejores ya.

Fue así que el Ferrari plateado llegó a la meta apenas segundos antes que el Lamborghini rojo, entre ovaciones y vítores exagerados y en exceso ruidosos, calificando como el indiscutible ganador a…

-¡Su alteza!-Alex llegó hasta él justo cuando bajaba del coche y un séquito de personas hacían amagues de querer acercársele, mostrándose exaltado y lanzando miradas amenazantes a todo aquel que quisiera acompañarlo a donde estaba el joven y atractivo príncipe de Costa Paraíso.

-Hey, ¿qué te sucede?-Se sorprendió Mail, mirándolo extrañado y frunciendo el entrecejo al ser llamado con un apelativo típico de la realeza por quien ahora era su único soporte en esa vacía vida que tanto detestaba.

-Es la princesa Aleshka, joven Mail.-Prosiguió Alex, mostrándose cada vez más preocupado.-Ella… acaba de ser ingresada de urgencia en el hospital.

-¿Qué…?-Los ojos verdes del pelirrojo se abrieron llenos de sorpresa, mientras el color desaparecía poco a poco de su rostro y una sensación abrumadora se concentraba desagradablemente en su pecho.

-Su hijo está a punto de nacer, príncipe Mail…

~~~

Presionó el número cinco en el tablero, a lo que las puertas respondieron cerrándose suavemente, mientras el ascensor subía llevándolos a ambos a dicho piso. Miró su reflejo en el espejo de cuerpo entero que tenía el cubículo en su pared frontal y no pudo más que fruncir el ceño al ver como un chico pálido, de ojos esmeralda opacados a fuerza de desventuras y cabello semi ondulado color rojo le devolvía la mirada. Su vestimenta constaba de pantalón de vestir negro, camisa de seda manga larga blanca pulcramente planchada y chaqueta gris a juego, más zapatos de gamuza tan lustrados que le era posible hasta mirarse en ellos. A su lado Alex le sonrió condescendientemente, poniéndole una mano en el hombro para infundirle algo de calma.

-Verá que todo estará bien, su alteza.-Le aseguró en tono gentil, sin dejar de sonreírle.

Mail se volteó a mirarle, quedando así ambos frente a frente.

-Nada está, ni estará bien nunca.-Soltó el oji-esmeralda, intentando reprimir la sensación abrumadora en su pecho, mientras el ascensor se detenía y las puertas se abrían dejando ver un blanco y largo corredor.

-¿Por qué dice eso?-Quiso saber Alex, siguiéndolo fuera del cubículo y deteniéndose a su lado un par de pasos más allá.

El joven príncipe se mantuvo en completo silencio por unos cuantos segundos, aun de espaldas y con las manos metidas en puño dentro de los bolsillos de su chaqueta.

Porque mi vida es una mentira, Alex. Una asquerosa mentira.-Prosiguió con la voz envenenada, queriendo fundirse con alguno de los muros del lugar para no tener que seguir enfrentándose a cosas que ya no toleraba.-No sé por qué, pero desde el accidente siento que algo se murió dentro de mí.

Alex, quien tenía el cabello lacio de color castaño amarronado y cuyos ojos eran de un bonito tono agua marina, no supo muy bien qué responder, pues sabía que desde aquella tarde en que el primogénito de los reyes regresó del coma en el que estuvo por casi dos meses, después del accidente aéreo que protagonizó y en el cual casi pierde la vida, ya nada volvió a ser lo mismo. Recordaba como encontró al príncipe al día siguiente que le dieron la noticia de la muerte de Light, quien era su sirviente más leal y con quien había compartido cosas que nadie más que ellos sabían, sentado en la arena con los brazos alrededor de sus piernas y estas flexionadas hacia su pecho, llorando a lágrima viva frente al mar. Según el mismo Mail le hubo contado, además de lo que se rumoreaba en el reino, ambos habían huído en el jet privado del príncipe a alguna isla cercana para pasar juntos algún momento por razones que sólo ellos conocían, sin embargo mucho antes de lograr aterrizar, algo falló en los controles del avión haciendo que este perdiera el rumbo y se precipitara contra una montaña. La verdad era que nadie podía aun explicarse como fue que sólo Light murió en el accidente o cómo fue que Mail logró sobrevivir; lo único que Alex sabía a ciencia cierta, era que el pelirrojo había perdido gran parte de sus recuerdos en relación a dicha tragedia y que desde el día en que recobró el conocimiento actuaba como un mero autómata. Eran nulas las veces en que se le veía sonreír genuinamente y desde que trabajaba para él, casi ocupando el lugar que Yagami dejó, podía asegurar bajo juramento que algo más había oculto detrás de lo sucedido.

-Tiene que ser fuerte, mi príncipe.-Fue lo único que atinó a decir el castaño, sin darse cuenta que había utilizado un tono de voz y un apelativo que revolvió sentimientos incomprensibles para el oji-esmeralda.

Se estremeció al sentir la calidez que irradiaba el cuerpo de Mail más cerca suyo de lo que estuvo nunca, mientras las jemas en su mirada lo escrutaban como si fuera la primera vez que lo veían.

El pelirrojo no entendió por qué de pronto los ojos de Alex se le antojaron tan hermosos, ni por qué sintió nacer en él una extraña necesidad de tocarlo, pero de una manera totalmente poco ortodoxa. Las pupilas azul-gris del castaño eran como dos cielos en plena tormenta y algo en ellos se le hizo demasiado familiar.

 Pero antes de que ninguno pudiera hacer algún otro movimiento, alguien los interrumpió de manera brusca, acercándoseles altivamente y dedicándole a Mail una mirada severa.

-¿Crees que estas son horas de llegar?-Phillip Jeevas lo sermoneó en tono hastiado y endureciendo aun más el semblante, mientras cruzaba los brazos sobre el pecho en gesto irritado.-Aleshka llegó aquí hace más de dos horas y en estos momentos está dando a luz al próximo heredero de nuestra dinastía, mientras tú te dedicas a perder el tiempo en carreras clandestinas y te expones a que cualquier persona insignificante te reconozca.-Echó a andar displicentemente a través del largo pasillo con la frente en alto y los ojos al frente, seguido por los otros dos en una especie de procesión donde su posición social se definía según el lugar que ocupaban al caminar.-Como mínimo espero de ti que actúes como es debido y preguntes si ya nació tu hijo y cómo se encuentra tu esposa.

-Sí, padre.-Respondió Mail sumisamente, caminando detrás de él y sintiéndose horriblemente vacío por dentro.

~~~

Aleshka Lisowska, hija del rey Maksimillian y la reina Anitchka, era una bella princesa de origen Ruso quien había perdido a sus padres a la temprana edad de diez años por culpa de serios conflictos entre su reino y otro reino rival. Sus cabellos dorados como rayos de sol caían en una larga cascada de rizos por su espalda, tenía la piel nívea y tersa como porcelana y sus ojos eran tan celestes como pozos de agua cristalina.

Destinados por sus familias a casarse apenas tuvieran edad suficiente, Mail y ella habían sellado su compromiso unos meses después de que éste recobrara del todo su salud, contrayendo nupcias el dos de febrero de ese mismo año, justo en el cumpleaños número diecinueve del príncipe.

La noticia del embarazo de Aleshka dos meses después de la boda se regó como polen por el reino y el Rey Philip se encargó de celebrarlo en grande. Hizo una fiesta por todo lo alto y fue una de las pocas veces en que se lo vio genuinamente feliz. Pero cuando se supo el sexo del bebé, literalmente faltaron maneras que pudieran expresar su alegría, pues era bien sabido por cualquier dinastía real que cuando nacía barón el hijo primogénito del príncipe que llevaba sobre sí el título de la corona, significaba que el nombre de la familia podía seguir siendo preservado por muchos años más.

Mail entró al cuarto donde su esposa había sido transferida después de dar a luz y la encontró acostada en una cómoda cama de sábanas blancas, junto a la que estaba una pequeña cuna donde un bultito envuelto en mantas celestes se dejaba ver. Se acercó algo indeciso hasta allí, pero la sonrisa que Aleshka le mostró al verlo fue suficiente para tranquilizarlo.

-¿Cómo estás?-Apenas atinó a preguntar, sintiéndose increíblemente fuera de contexto.

-Bien.-Contestó ella aun sonriendo, aunque viéndose bastante agotada.-¡Quieres verlo?

El pelirrojo asintió con la cabeza, dejando un beso casto en los labios de la rubia y acercándose cuidadosamente hasta la cuna donde estaba su hijo. Bajo la mirada atenta de la princesa lo tomó en brazos, sentándose a los pies de la cama donde ella estaba acostada para dedicarse a mirarlo detenidamente.

Había heredado la tersa y nívea piel de porcelana de Aleshka, así como sus pestañas, sus manos y el bello color rubio dorado de su pelo. Sus ojos eran tan verde esmeralda como los de Mail y la forma de la cara, los labios, la nariz y la frente también eran de él. Era un precioso muñeco de facciones tan hermosas como las de sus jóvenes padres, increíblemente adorable y angelical.

-Tiene tu mirada.-Comentó Aleshka dulcemente, sonriendo en actitud maternal, aun a pesar de tener apenas dieciocho años.

-Es hermoso.-Admitió el oji-esmeralda, sonriendo también sin poderlo evitar, aunque todavía sintiéndose como si estuviera siendo parte de una escena demasiado bizarra.

 La princesa asintió ensanchando más su sonrisa, mientras Mail depositava cuidadosamente al bebé en sus brazos, ya que todo indicaba que sus ademanes de querer ponerse a llorar eran gracias a que tenía hambre.

Escucharon voces afuera y supieron de inmediato que el rey Phillip y la reina Scarlett estaban prontos a entrar al cuarto también, por lo que se miraron significativamente y, con el niño cómodamente acunado en su pecho, Aleshka volvió a hablar, pero esta vez usando un tono de voz considerablemente más bajo.

-Ya está todo listo para irnos mañana mismo si lo quieres.-Avisó, viéndose muy segura.

-Muy bien. Entonces llamaré a Beyond para informarle que a más tardar en dos días estaremos allá.-Respondió el príncipe en tono ansioso, regalándole a su esposa una sonrisa encantadora y recibiendo de vuelta una mirada dulce.

-Ten mucho cuidado, Mail.-Le pidió Aleshka.-Recuerda que ahora no son sólo Mihael y Light a quienes debes proteger.

-Lo sé, Lesh.-El pelirrojo la miró con la decisión brillanndo en sus ojos verdes.-Te aseguro  que tú y mi hijo estarán a salvo también.

-Lo sé.-Le dijo ella, tomándolo de la mano y sonriendo suavemente.-Confío en ti.

El corazón del oji-esmeralda se contrajo al oír aquella frase, no pudiendo evitar que a su mente llegara la voz atemorizada, pero decidida de cierto rubio que hace tanto no veía. Porque aunque su tirano padre daba por hecho que había perdido todo recuerdo de Mello, estaba muy equivocado. El impulsivo chocoadicto que había sido su novio hacía dos años atrás y que en esos momentos de seguro seguía creyendo que él había muerto el día que su jet se desintegró al caer al mar, era su razón más grande para seguir luchando por escapar de la tiranía de Phillip Jeevas. El rey ni siquiera sospechaba remotamente que su hijo estaba siendo ayudado por la mismísima Aleshka a concretar su plan de escape y era eso justamente su mejor carta en la baraja, ya que cuando se fueran de Costa Paraíso con destino a Inglaterra, sería a vista y paciencia del mismísimo rey, quien creyendo que Mail había perdido la memoria y que Mihael había muerto en la explosión, ni siquiera imaginaría que otra vez estaba escapando y que esta vez sí sería para siempre.

Con esto en mente se levantó de la cama y caminó hasta la puerta; el único que sabía de su situación actual era Beyond, con quien había mantenido comunicación todo ese tiempo y a quien debía llamar ya mismo para comunicarle las nuevas noticias.

-Mail…-Lo llamó Aleshka, justo antes de que girara la manija para salir del cuarto.

-Dime.-Respondió él, volteándose a verla.

-¿Cómo lo llamaremos?-Quiso saber la princesa, más que embelesada mirando al bebé.

Mail lo meditó dos segundos y recordando un par de bellos ojos azul zafiro, le respondió.

-Mikhail.

Notas finales:

OMG! Matty es papá!! y apareció nueva personaje OoO

Me gustaría que me contaran qué opinan de Aleshka y cómo les cayó la noticia de Mikhail :D

A partir de acá se pondrá buennísimo y creo que la trama en ciertos aspectos es un enigma hasta para mí @_@ 

Cualquier cosita que me quieran decir no duden en dejarla en la cajita de comentarios ok?? Sus rws me dan muchisimisimo aguante y me hacen sonreir mas que embobada ;'DDD

Los amo!!! Gracias totales por todo su apoyo linduras ^^ 


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