A Prince In Love
Chapter 4: Marks of the Past
Con la mano apoyada en su mejilla y el codo sirviéndole como soporte en la mesa, Mail divagaba entre pensamientos difusos, tratando al mismo tiempo de prestar atención al molesto y repetitivo parloteo de su profesor. Sus ojos verdes recorrían la sala con aire ausente, mientras la mano que no sostenía su cabeza en un ángulo ligeramente ladeado, se dedicaba a escribir por mero impulso ideas vagas de lo que alcanzaba a captar en medio de su ensimismamiento. Sabía que faltaban pocos minutos para que terminara su clase, pero estos parecían decididos a pasar con una lentitud exasperante. Lo único que quería el pelirrojo era que el minutero de su reloj de pulsera se detuviera a la una en punto, para así correr a su dormitorio y quedarse ahí lo que quedara de día. Por alguna razón se sentía fatigado, los párpados le pesaban terriblemente y su temperatura estaba más baja de lo normal. No se había despertado en las mejores condiciones y lo sabía, ya que el cansancio era casi insoportable y la sola idea de quedarse en pie por mucho tiempo le provocaba fatiga, haciendo que un dolor abrumador taladrara su cabeza sin piedad.
Su mente nadaba entre recuerdos al azar, recuerdos de esa vida que quería dejar atrás con todas sus fuerzas. Había huido a Inglaterra buscando alejarse de todo, aun así su consciencia parecía empeñada en lo contrario. Al hacer un recuento del total de cosas buenas que le habían pasado lejos de Costa Paraíso, la balanza siempre terminaba muy por encima de la marca dejada por su vida allá. Sin embargo algo en sí mismo parecía ligado al reino y no lo dejaba avanzar, sin recordarle constantemente que su forma de actuar había sido precipitada, insolente, estúpida e inútil. Su subconsciente le recordaba una y otra vez que con sus acciones estaba poniendo en riesgo la integridad absoluta de Light, ese castaño de ojos avellana que siempre había estado a su lado y le demostraba a cada momento que por él estaba dispuesto a hacer lo que fuera. Mail lo sabía, sabía desde mucho que Light actuaba movido por un sentimiento que estaba muy lejos de poder corresponder; Mail sabía que su más leal sirviente lo amaba casi desde que se conocían y esto, más allá de alejarlo, le producía un desasosiego terrible, ya que sentía que se estaba aprovechando de ese amor tan verdadero y puro alarrastrar a Light consigo sólo por causa de sus deseos egoístas. La guerra mental que tenía el peli-cobrizo era enorme, casi tan destructiva e implacable como el terrible daño que le hacían sus padres al querer someterlo a sus creencias y leyes sin siquiera pedirle su opinión.
Detuvo su mirada en una esquina, justo donde una cabellera castaña perfectamente peinada sobresalía de entre todas las demás. En las pocas semanas que llevaban estudiando en la Universidad de Wammy, Light había demostrado una inteligencia excepcional, sólo comparable a la de otro chico que cursaba el sexto semestre de la carrera y curiosamente compartía dormitorio con él. Su nombre era Elle y era tutor de ambos precisamente en la materia cuya clase se impartía en ese momento; parecía ser un gran sujeto, aunque rara vez lo viera esbozando en su rostro una expresión aparte de su conocida seriedad. Le alegraba que Light hubiera conseguido adaptarse tan rápido a su nueva vida, especialmente ahora que las dudas pululaban en su mente. Al menos si el castaño era feliz él también lo sería, sin importar que se estuviera condenando al peor de los castigos cuando su padre con sus influencias reales lograra dar con su paradero. Porque aunque se hacía el fuerte y trataba todo el tiempo de parecer despreocupado y hasta indiferente, Mail tenía más que claras las fallas en su plan y sabía que en el reino darían con él en cualquier momento.
El aire se escapó de entre sus labios sonrosados en forma de un suspiro largo e insonoro, justo cuando el minutero de su reloj paraba en la una en punto y el parloteo de su profesor era reemplazado por cuadernos siendo guardados dentro de mochilas, voces conversando animadamente y pasos apurados dirigiéndose fuera del aula.
~~~
-¿Te sientes bien, Matt?-Le preguntó Raito, caminando con él en dirección a la cafetería.
Era realmente un alivio para el joven príncipe escucharle llamándole por su seudónimo y más aun tratándolo de tú; para Mail eso significaba que de a poco la inferioridad que Light sentía iba desapareciendo y eso le encantaba.
-Muy bien, no te preocupes.-Le sonrió, mintiendo descaradamente, pues se sentía al borde del desmayo.
Pero claro esto no lo diría, ya que sabía que si algo no había disminuido en Light era su sobreprotección y lo último que quería era preocuparlo o causar que más miradas de las necesarias se fijaran en él. Ya suficiente tenía con el coqueteo descarado o las sonrisitas estúpidas que le dedicaban las chicas de nuevo ingreso y hasta las de niveles superiores.
-No te ves Bien, cachorro.
Una voz lo distrajo de sus pensamientos, junto a un brazo envolviéndose posesivamente en su cintura; un fuerte olor a chocolate metiéndose por su nariz, embriagándole deliciosamente. Azul y verde chocaron las miradas de Mihael y Mail, Light entornando sus ojos avellana al ser excluido una vez más de esa especie de burbuja que aparecía entre ellos cada vez que se encontraban juntos en un mismo lugar.
-Estoy bien, Mello, de verdad.-Insistió Matt, quitando con suavidad el brazo de su cintura y sonriendo apenado.
Esa situación le incomodaba demasiado; cada vez que el rubio ponía en práctica con él eso de “Eres mío”, hacía que su pulso se acelerara y una sensación para nada descriptible se instalara en su pecho, no dejando que su mente pensara claramente.
-Mentiroso.-Objetó Mello, golpeando la cabeza pelirroja con los nudillos y rodando sus ojos azules.-Estás pálido como un muerto y se ve a leguas que te sientes mal.”
Mail chistó la lengua, suspirando molesto.
-Estoy bien.-Zanjó el asunto, retomando su camino, aunque esta vez llendo rumbo al edificio de los chicos.
Realmente sentía que si seguía más tiempo de pie su cabeza se partiría en dos y el cansancio terminaría por tirarlo al suelo.
…
-¿Está bien?-Inquirió alguien tras ellos, su voz sonando varonil, aunque bastante suave.
Eso dice, pero no le creo.-Bufó Mello, encogiéndose de hombros.-Estoy seguro que algo malo le pasa, Elle.
-Puede que tengas razón, porque ahora que recuerdo se veía algo pálido y muy distraído en clase.-Comentó el recién llegado, ubicándose junto a Light y acompañándoles en su camino hacia la cafetería.-Estuvo toda la hora como ido del mundo y me atrevería a decir que ni siquiera puso atención.
El castaño se preocupó enseguida, ya que eran contadas con los dedos las veces que el heredero al trono de Costa Paraíso se había enfermado, siendo todas estas graves y complicadas. Él también había notado la palidez en su piel y el decaimiento que traía encima, pero no había querido importunarlo haciendo preguntas innecesarias, pues sabía que en los últimos días su amado príncipe parecía más retraído que nunca. Estaba seguro que algo más malo que bueno perturbaba su mente y verdaderamente esperaba que dichos pensamientos estuvieran muy lejos de Dubái. Conocía de sobra a Mail para atestiguar bajo juramento que algo lo agobiaba y estaba completamente seguro que tenía bastante que ver con su decisión de escapar del reino.
-Iré a verlo.-Se apuró a decir, echando a correr hacia los dormitorios de varones.
La preocupación lo invadía y un sentimiento para nada agradable le oprimía el corazón.
~~~
Se desplomó como un peso muerto sobre la cama, su mochila haciendo un ruido sordo al caer al piso. Sentía como si lo estuvieran girando de un lado al otro fuertemente, mareándole y dejando nulos sus sentidos. No se atrevía a abrir los ojos por miedo a que la luz tras sus párpados le cegara y a pesar de no estarse moviendo para nada, sentía que su cuerpo se sacudía violentamente. Llevó una mano hacia su frente, apretando con fuerza sus nudillos contra el hueso en su intento por aplacar un poco las pulsaciones en su cabeza. Náuseas acudieron a él y tuvo que rodar sobre sí mismo para evitar que el vómito ensuciara la colcha. El sabor ácido de la vilis resbaló por su garganta asqueándole y haciéndole sentirse todavía peor, su cuerpo deslizándose fuera de la cama y llendo a parar al suelo de cerámica como si no se tratase de más que un muñeco tamaño real.
Lejano escuchó la puerta abrirse y a alguien gritando su nombre, pero cuando menos lo esperó, su alrededor se difuminó en un escenario difuso y su mente se desconectó, abandonándolo en la más espesa oscuridad.