A Prince In Love
Chapter 8: Discovered
Le aceptó a Beyond un cigarro, aun cuando nunca en su corta vida había fumado y no tenía muy claro cómo hacerlo. Dejó que el pelinegro lo prendiera y se lo llevó a los labios, dándole una calada suave y sorprendiéndose al notar que no le era para nada difícil fumarlo. Quería sacarse del paladar el sabor adictivo y dulce de los labios de Mello, ya que sentía que si no lo hacía podía cometer alguna otra locura como la de hace unos minutos y en su arraigada y conservadora forma de pensar eso no estaba permitido. A pesar de saber que una atracción física más que obvia se había instalado en su sistema hacia el rubio de mirada azul zafiro, no estaba dispuesto a asumirla abiertamente. Por más que sus labios quemaran ansiosos por otro roce con los del oji-azul, por más que el deseo por repetir el encuentro reciente con él se hiciera insoportable o incluso aparecieran ganas de incursionar en algo más íntimo, quería cerrarse a toda posibilidad. Él no estaba ahí para crear relaciones afectivas de ningún tipo, muchísimo menos tenía permitido enamorarse. No, simplemente no podía ni pensarlo. Tenía que detener esa locura antes que se saliera de control, así tuviera que alejarse de Mello para lograrlo.
Miró a Light. Estaba sentado en la cama de enfrente, mirándolo también. Sus ojos se encontraron en un acuerdo tácito, por lo que ambos se levantaron. Debían irse pronto de ese dormitorio, antes de que siguieran poniendo en peligro la vida que se habían esforzado tanto en construir. Pero no habían avanzado ni tres pasos cuando Beyond los llamó, el medio pack de cervezas que se había tomado afectando un poco su forma de hablar, pero sin entorpecer en lo más mínimo sus movimientos.
-¿A dónde se supone que van los bebitos de primer año?-Los molestó, sonriendo burlón y haciendo que todos se quedaran mirándolos.
Mello encontró los ojos de Matt y los atrapó bajo su hechizo, haciendo que un escalofrío extraño le recorriera la espalda y que el calor le subiera a las mejillas.
-Mejor acompáñenme a mi cuarto a buscar algo.-Les propuso B, dejando un beso fugaz en los labios de Near e irguiéndose cuan alto era caminó hasta la puerta del dormitorio y les hizo una seña a Mail y Light para que lo siguieran.-Ya volvemos.
El joven príncipe y su más leal sirviente no tuvieron más opción que aceptar, caminando resignados detrás del impetuoso chico de ojos rojos.
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-¿Qué fue todo eso?-Preguntó atónitaHalle, una vez que los chicos se hubieron ido ya.
-¿De qué hablas?-Contra preguntó Elle, sirviéndose otro vaso de Coca Cola.
-¡Tu beso con Raito y el beso de Mello con Matt! ¿De qué más?-Respondió la rubia, rodando los ojos y mirando a los chicos como si tuvieran dos cabezas en lugar de una.
-Me gusta Raito, creí que estaba más que claro.-Admitió Elle como si nada, dando un gran sorbo a su bebida y estirando el brazo hasta el buró para tomar un paquete de gomitas.
-Misma respuesta.-Agregó Mello, levantándose y caminando hasta la puerta.-Ya regreso.
-¿A dónde vas?-Halle estaba cada vez más admirada con la actitud de sus amigos.
-¡A mi cuarto, mamá!-Ironizó Mello, bufando irritado.-Ya deja el interrogatorio, mujer.
La puerta se cerró algo fuerte detrás de él cuando salió del dormitorio.
-¡Es un insoportable!-Se enojó la única chica del grupo, haciendo un puchero y apoyando su cabeza en la almohada de la cama de Raito.-¡Sólo me preocupo por él y vean cómo me trata!
-Acostúmbrate.-Respondieron sin mayores ceremonias Elle, Gevanni y Near al unísono.
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El dormitorio de Beyond estaba en el cuarto piso de la fraternidad. Era igual que todos los demás, con la única variable de que las paredes estaban pintadas de rojo y un gran estante de libros se alzaba en una de las esquinas. El pelinegro sacó de uno de los cajones de su escritorio un frasco pequeño de lo que parecía ser mermelada de fresa y luego miró con intriga a Mail y Light, invitándolos con un gesto de su mano a acomodarse a gusto en cualquiera de las camas.
-¿Hasta cuándo seguirán mintiendo?-Les preguntó de la nada, sentándose en la giratoria silla frente a su escritorio.
-¿De qué…?
-Sé quién eres, Mail Jeevas.-Soltó sin más, no dejándolo hablar y mirándolo ceñudo.-El semestre pasado tuve que investigar sobre un asesinato llevado a cabo en Costa Paraíso, por lo que me di a la tarea de averiguar todo lo que pudiera sobre ese lugar. Supe que es un reino cuyo rey es un maldito, ya que mata a sangre fría a todo el que se atreva a traicionarlo o desafiarlo.-Hizo una pausa en la que abrió el frasco de mermelada y sacó con los dedos un poco de su contenido para degustarlo.Phillip Jeevas es un ser repugnante; fue él quien mató al adolescente al que le hice la autopsia y te aseguro que no hubo una sola parte de su cuerpo que se salvara de las balas. Estoy al tanto de que en toda monarquía existe un heredero, ese eres tú y no puedes negarlo. No sé si sepas que el rey tiene terminantemente prohibido filtrar fotos de su hijo antes de su ascenso al trono, pero yo tengo mis métodos para lograr todo lo que me propongo y pude sin problemas dar con una. Es por eso que cuando te conocí, no tuve ninguna duda de quién eras.-Cerró el frasco y lo puso sobre la superficie del escritorio, tomando del cajón un sobre mediano y sacando del interior de este una fotografía tamaño carta.-Aquí está la prueba de que digo la verdad, en dado caso que no me creas o quieras negarlo todo. Ahora explícame qué haces aquí y por qué estás arriesgando las vidas de mis amigos.
En la imagen aparecía él sentado sobre una roca. Miraba a la cámara y sonreía con su característica dulzura, la luz del sol haciendo brillar aun más sus ojos verdes y la brisa marina alborotando con gracia sus hebras cobrizas. Vestía camisa manga corta semi formal de color azul con finas líneas verticales celestes y un par de jeans vaqueros también azules aunque mucho más oscuros. Se veía bastante guapo y eso nadie podía negarlo, especialmente si se tenía en cuenta que el aire despreocupado que trasmitía su expresión era más seductor que otra cosa.
Mail estaba en shock. Tenía los ojos abiertos de par en par y la mandíbula desencajada a causa de la impresión. ¡Eso no podía estarle pasando! ¿Cómo era posible que Beyond lo abordara con semejante confesión tan repentinamente? Sentía que el mundo se le había caído a los pies, sentía que estaba acorralado en un callejón oscuro y sin salida. . Si Beyond sabía su secreto era cuestión de horas para que dieran con él y tal como había dicho el oji-rojo, su padre no tendría piedad. Temía por Light, vaya que sí; para Phillip Jeevas la sangre era intocable, pero si se trataba de castigar a traidores que no tuvieran ni un solo lazo sanguíneo con él, se convertía fácilmente en una máquina de tortura con rostro de hombre. El pelirrojo sabía a la perfección de quién hablaba Birthday, ya que había conocido al muchacho y la historia cruel e injusta detrás de él. Por ello el horror más puro recorría sus venas en ese momento, no dejándolo pensar claramente.
-Es cierto.-Dijo finalmente tras algunos minutos en silencio, levantando la cabeza y mirando a Beyond directamente a los ojos.-Mi nombre es Mail Jeevas y soy el primogénito y único hijo barón de Philip Jeevas, príncipe y heredero al trono de Costa Paraíso.
-¿Y por qué estás aquí?-Le preguntó B en voz firme y sin inmutarse ante su fija mirada.
-Porque no estoy de acuerdo con las leyes e imposiciones del reino y porque prefiero renunciar a mi identidad antes de aceptar las condiciones que se me imponen para suceder a mi padre.-Respondió con firmeza el príncipe, sin vacilación alguna en su voz.
-Eres consciente de que te estás condenando a ti mismo, ¿cierto?-Quiso saber el pelinegro, levemente asombrado ante la determinación del joven de orbes esmeralda.
-Sí, lo sé.-Asintió Mail, suspirando apesadumbrado, aunque sin dejar de verse decidido.
-Vaya, un rebelde. Me agrada.-Sonrió B, bajando un poco la tensión en el ambiente y luego mirando a Raito no pudo guardarse las ganas de volver a preguntar.-¿Y quién se supone que eres tú?
-Mi nombre es Light y soy la mano derecha del príncipe Mail.-Le respondió el castaño, aun asimilando el que alguien supiera lo que se hhallaba tan bien oculto en su pasado..
Beyond quiso hablar, pero Mail se le adelantó.
-No reveles nuestras identidades, por favor.-Pidió desesperado, acercándose al de ojos color rubí y quitando con elegancia la fotografía de sus manos.-Te prometo que nos iremos ahora mismo si así lo quieres, pero guarda silencio. Si tú hablas mi padre me encontrará y será Light quien pague las consecuencias de lo que hice. Puedo permitir que a mí me hagan lo que quieran, pero él merece un futuro lejos de las malditas opresiones del reino y quiero dárselo.-Dedicó una ligera reverencia al de ojos color rubí, aturdiéndolo un poco, pues nunca había visto tanta desenvoltura y seducción juntas en una sola persona.-Si tú me ayudas, Beyond Birthday, haré lo que sea… te daré lo que quieras para recompensarte.
-No hay duda de por qué Mello está tan encantado contigo.-Espetó B, sujetando con gentileza su mano sin poder evitar verlo fijamente.-Sí que eres hermoso, Mail Jeevas.
Mail se sonrojó ligeramente, sintiéndose avergonzado y alagado a partes iguales, mientras Light arrugaba el entrecejo y rodaba sus ojos avellana con notoria molestia.
Muy bien, príncipe, te ayudaré guardando el secreto.-Aceptó finalmente Beyond, no pudiendo resistirse a tal desborde de seducción y elegancia en cada gesto o actitud de aquel guapo pelirrojo de ojos verdes.-Después vemos cómo me recompensas.”
De respuesta obtuvo una sonrisa increíblemente dulce y una mirada llena de gratitud.
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-¿Dónde están Matt y Raito?-Preguntó Elle a Beyond apenas lo vio entrar al cuarto solo.
-Ni idea. Los perdí de vista de camino para acá.-Mintió éste, agarrando otra lata de cerveza y sentándose al lado de Near.-Tal parece que yo tenía razón; son unos bebés que no pudieron seguirnos el ritmo.-Se rió de su propia broma, pero al barrer con la mirada el lugar y no ver a su amigo rubio, no pudo más que indagar intrigado.-¿Y Mello?
-Dijo que iría a su dormitorio.-Le respondió Halle, quitándole el control a Gevanni y buscando en el equipo de música una canción que le gustara.
-Hmn.-Fue la precaria respuesta de B, quien encontró más interesante besar a su novio y dejó de prestar atención a su alrededor.
Elle frunció el ceño molesto, ya que realmente le había movido algo adentro el beso de Light y quería repetirlo. Pero si el castaño no estaba, no se iba a poder y eso lo decepcionaba de sobre manera. Sólo esperaba que otra oportunidad como la de esa noche se volviera a presentar, de lo contrario él mismo se encargaría de buscarla.
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Bajaron a las canchas y se sentaron en un banco de madera justo debajo de un árbol. Era principios de noviembre, por lo que la noche estaba helada y un viento suave aunque frío los hacía temblar levemente de vez en cuando.
-¿Crees que guarde el secreto?-Preguntó inseguro Light a Mail, perdiéndose en sus ojos.
-Eso espero.-Respondió el príncipe de Costa Paraíso, devolviéndole la mirada y sonriéndole tranquilizador.-Pero si no lo hace no te preocupes, porque mientras yo viva jamás permitiré que alguien se atreva a hacerte daño.
Light se sonrojó con esas palabras, regresándole las ganas casi incontrolables que sentía de besar a Mail cada vez que lo trataba con esa gentileza y dulzura. ¿Cómo podía no amarlo? Si tenía encima todas las cualidades especiales que requería su persona ideal.
Te protegería con mi vida si fuera necesario.
¡Fue demasiado para el pobre Light!
Esa voz baroníl aunque dulce, esos rasgos hermosos y finos, esa mirada brillante y preciosa, esa actitud tan protectora, esos labios sonrosados y tan cerca de los suyos. Dios sabía que hacía todo por contener sus sentimientos, pero así no podía…
¡Simplemente no podía contenerse más!
Dando un suspiro acercó una de sus manos para acariciar la tersa mejilla de su príncipe, hundiéndose en el mar esmeralda que eran esos ojos grandes y expresivos. Y cuando estuvo a centímetros de rozar sus labios con los del pelirrojo, su voz llegó a él como si se tratara de la melodía incitadora del canto de la sirena más seductora jamás conocida.
-Hazlo, light… bésame.
Y como cada orden que el joven heredero al trono le daba, obedeció sin rechistar.
Unió sus labios con los del oji-verde y se sintió morir de felicidad. Era como si ambos pares de labios hubieran sido hechos para besarse, ya que calzaban perfectamente en el ritmo placentero y acompasado de ese beso. Se dejaron llevar y no notaron cuando los roces en un principio suaves se fueron tornando apasionados, subiéndolos hasta lo más alto de la atmósfera y haciéndolos experimentar lo que era bajar desde ahí en caída libre. Sus lenguas se encontraron en el juego de dominio más excitante de todos y eso fue suficiente para mandar su juicio de ida sin retorno bien lejos. Fue un beso apasionado, febril y deseado durante demasiado tiempo para Light y el experimento más erótico jamás consumado para Mail.
Y cuando al fin se separaron, no pudieron más que mirarse sonriendo tímidamente, sin saber muy bien qué hacer o qué decir.
Sin imaginar siquiera que un par de ojos azul zafiro los había visto en plena acción, haciendo que el corazón de cierto rubio adicto al chocolate se rompiera en mil pedazos dentro de su pecho y que en su mente aparecieran montones de dudas difíciles de responder.