A Prince In Love
Chapter 2: Matt and Raito Yagami
Semanas después pudieron establecerse en Winchester, Inglaterra, donde algunos parientes de Light se habían radicado. Se trataba de unos tíos por parte de padre, los cuales se alegraron bastante al reencontrarse con su sobrino tras tantos años sin tener noticia alguna de él. “¡Ay, cariño, estás hecho todo un hombre!” Fue la efusiva bienvenida de su tía Kyoko; nada más un “Tanto tiempo sin verte, Light…” como saludo de su tío Akira.
Al ver a Mail quedaron más que sorprendidos, lo que enseguida les acarreó largas explicaciones y varias horas de interrogatorios. Los mayores estaban en desacuerdo con la decisión tan apresurada del joven príncipe, ya que les parecía que estaba faltándoles el respeto a sus padres y se estaba metiendo en demasiados problemas por algo que, a su parecer, no era más que un grave brote de típica rebeldía adolescente.
-Sé que no me entienden y no los culpo por eso, pero no intenten hacerme cambiar de opinión.-Sentenció decididoMail, con una educación y altivez sólo dignas de alguien con sangre real corriendo por sus venas.-Aunque se nieguen a ayudarme… no me retractaré.
Era magnífico como esos ojos verdes y grandes, llenos de un brillo especial, podían expresar tanta determinación en contraste con la candidez mostrada en sus pupilas. El rostro del futuro heredero al trono de Costa Paraíso inspiraba ternura, ya que aunados a sus ojazos había también unas pestañas largas y rizadas, mejillas sonrosadas y labios rojizos, todo aquello enmarcado por suaves y levemente ondulados cabellos pelirrojos.
Kyoko pese a no comprender al cien por ciento sus razones, fue incapaz de negarse a prestarle ayuda, debido a que podía notar en él señales claras de alguien que actúa impulsivamente sólo por causa de la imposibilidad de sus padres de ver más allá de su indisciplina. Sabía que Mail Jeevas era un buen muchacho, podía verlo en sus ojos y en sus gestos llenos de nobleza, pero sabía también que estaba luchando contra la corriente de un río que más temprano que tarde terminaría arrastrándolo corriente abajo. “No me casaré con alguien por quien no siento nada” le había dicho y ella lo entendía; se ponía en sus zapatos e incluso era capaz de sentir la desesperación que consumía al chico ante tanta imposición y falta de consideración, por parte de las personas que debían ser los primeros en tomar en cuenta su opinión y sentimientos antes de decidir cualquier cosa. Y aunque su esposo Akira aun se veía renuente a ayudarlo, nada más una mirada de su parte bastó para darle a entender que ellos eran lo único que Mail tenía en esos momentos.
Decidieron que registrarían a ambos adolescentes bajo su apellido, pues el joven heredero corría peligro al andar por ahí exhibiendo su nombre y su sobrino Light, al ser su más leal sirviente, estaba expuesto también. Akira y Kyoko Yagami eran trabajadores humildes, pero muy honrados, quienes conocían a una persona que podía ayudarles a realizar cualquier trámite con absoluta discreción. Así en cosa de dos semanas, obtuvieron su tuición legal y los nombraron Raito y Matt respectivamente, quienes tras esto pudieron al fin empezar a construir los cimientos de su vida lejos de las imposiciones del reino.
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El dinero que retiró Mail de su cuenta bancaria les alcanzaba fácil para mantenerse cómodamente por varios años, pero lo que ellos querían era pasar lo más desapercibidos posible, así que decidieron utilizar esos ingresos para comprarse un departamento, un carro y ropa suficiente para no tener que pisar una tienda en al menos dos años. Y pese a que Light se negó incontadas veces a permitir que “su príncipe”, como tenía por costumbre referirse al pelirrojo, le regalara cosas en exceso, éste estaba determinado a terminar de una vez por todas con el trato amo-sirviente que mantenía el castaño entre ellos, dándole como última orden el empezar a llamarle por su nombre y dejar de una vez a un lado los formalismos.
-Soy Mail, Light… Mail.-Señaló un día en que llegaban de uno de sus tantos viajes al centro comercial, rodando sus ojos con molestia al haber sido llamado “príncipe” otra vez por aquél a quien consideraba su mejor amigo.-Y de ahora en más, soy Matt. Te pido por favor que comiences a usar mi nombre y pares de recordarme a cada momento mi maldita posición en este mundo.
-Lo lamento, prínci… Matt.-Se corrigió enseguida, sintiéndose incómodo y creyendo que jamás se acostumbraría a referirse de esa forma tan corriente a quien consideraba, más allá de ser su mejor amigo, su amo.-No volverá a pasar.
-Eso espero…-Suspiró Mail, empezando a desenbolsar las cosas recién compradas para disponerse a acomodarlas y lanzándole una mirada fulminante a Light al notar que pretendía impedírselo para hacerlo él.-¡Light! ¡Ya deja eso! ¡Es incómodo!
-¡Lo siento!-Volvió a disculparse, ahora añadiéndosele a su incomodidad un tanto de vergüenza.-Es la costumbre…
Los ojos verde esmeralda de Mail le dieron una mirada resignada, sus labios curvándose hacia arriba en una sonrisa tranquilizadora.
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La Universidad de Wammy era conocida a nivel nacional por ser, si es que no la más, una de las universidades más prestigiosas y destacadas del país académicamente hablando. Su director y fundador, Quillis Wammy, era un famoso empresario muy bien posicionado económicamente, conocido por dedicarse a los inventos de última tecnología y a su alto coeficiente intelectual. De hecho la misma Universidad de la que era dueño, tenía grandes barreras de ingreso y se decía que sólo aquellos con gran inteligencia y amor por el estudio lograban entrar. Sus instalaciones permitían a sus alumnos quedarse allí durante lo que duraba el año escolar, ya que el gigantesco recinto contaba con dos edificios habitacionales que fungían las veces de internado.
Mail y Light presentaron su examen de ingreso, recibiendo días después los resultados y alegrándose al saber que habían obtenido un puntaje casi perfecto. Las clases comenzaban esa misma semana, así que con nuevas identidades a cuestas al fin llegaron al centro universitario,esperando que de ahí en más su vida fuera lo más normal posible.