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Ojos verdes por Lonny

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CAPÍTULO 17

Habían pasado varias semanas desde su patética huída de la torre Stark y Loki estaba, más o menos, asentado en la casa que Thor y Jane compartían desde hacía dos años. Ni por un segundo había pensado en regresar a casa. El simple hecho de pensar en cruzarse con su padre le ardía las entrañas, por lo que para poder ver a su madre, Frigga debía desplazarse, algo que no le importaba en absoluto. La mujer siempre aprovechaba para llevarle algo de su habitación, cosas que necesitaba y que le ayudaban a seguir con su trabajo, aquél en el que había concentrado todos sus esfuerzos hasta casi el agotamiento. Y es que, tanto sus estudios como su tesis, ocupaban la mayor parte de su tiempo y de su mente, algo positivo hasta cierto punto ya que había modificado considerablemente su carácter. Nunca había sido un desecho de sonrisas ni alegrías, pero ahora ese tipo de sentimientos estaban fuera de su mente. No había motivo para ello. Sólo acabar ese curso, licenciarse y buscar un trabajo lo suficientemente bueno o rentable para irse a vivir solo.

Aquella mañana de sábado estaba más espeso de lo normal. Apenas había dormido y su cabeza no le dejaba enlazar un pensamiento con otro. Su madre había acudido a primera hora trayendo el desayuno con una gran sonrisa en los labios con la excusa de que se sentía algo sola en la casa, ahora que su marido se había ido unos días en un viaje de negocios. Loki pensó que sería una buena excusa para ir a su casa y ver cómo estaba su habitación. En cierta manera, la echaba de menos. Comieron en familia, haciéndolo sentir un poco menos solo. Era como volver atrás, como si nada hubiera pasado y no sabía cómo sentirse respecto a eso. Mentiría si dijera que no había vuelto a pensar en Tony Stark, en cómo estaría, qué estaría haciendo. A veces se sorprendía buscando noticias sobre la empresa en los periódicos que traía su hermano, aunque intentara disimularlo como podía. No podía negar que lo quería porque ese sentimiento no podía desaparecer de un plumazo; es más, a veces, cuando trabajaba en su tesis lo recordaba hablando con él sobre qué incluir y qué no, qué sería más adecuado y, era entonces, cuando las amargas lágrimas aparecían en su rostro. Siempre intentaba llorar cuando estaba solo, cuando todos se habían ido y nadie podía ver qué estaba haciendo. Le dolía, le dolía recordar la última vez que habían estado juntos, su última conversación y la expresión desencajada de su rostro. Aun no comprendía por qué había tomado aquella decisión, auspiciándose en que quería evitarle un daño mayor. ¡El sufrimiento era el sufrimiento, ahora o después! Y dolía saber que había tocado el cielo, que había sido feliz y que por sus dudas, sus miedos, todo aquello se había ido a la mierda. Aun el tiempo que había pasado seguía dándole vueltas a sus palabras, a sus excusas y seguían ardiéndole. No las entendía, no las compartía y estaba seguro que Tony tampoco.

Frigga aprovechó su soledad para auto invitarse a almorzar, ofreciéndose a preparar la comida ella misma. Loki lo agradeció, ya que, aunque agradecía los esfuerzos de Jane y Thor por hacerle la vida más cómoda, echaba mucho de menos los platos de su madre. Cuando ella lo llamó para que empezaran a sentarse a la mesa, Thor se quedó mirando ceñudo la televisión con el mando en la mano. Jane se acercó para ver qué le ocurría.

[…] Aún se desconoce la identidad del objeto que esta noche ha sobrevolado la ciudad de Nueva York a altas horas de la madrugada. Fuentes policiales aseguran que sólo se trata de un reclamo publicitario, algo que se empieza a dudar desde varios sectores de la opinión pública, ya que, sospechosamente, el objeto en cuestión coincide en tamaño y forma con el localizado hace unos días en un pueblo situado al oeste de Afganistán y que causó la disolución de una célula terrorista. En aquella ocasión, el Ejército de Estados Unidos se desvinculó de la acción y aseguró que ninguna de sus secciones operaba en la zona. […]

Loki se acercó a su hermano mordiendo un mendrugo de pan y casi se cae de culo al ver las imágenes borrosas que la televisión estaba ofreciendo. Quién no supiera nada sobre el tema, jamás habría imaginado que algo así pudiera suceder. Aquello le hizo sonreír, algo que llamó la atención de Thor, que no le quitaba la mirada de encima.

¿Sabes de qué se trata?- los ojos azules chocaron con los verdes, buscando respuestas. Pero Loki no se las iba a dar. Después de todo, aquello era un secreto.

No, hermano- negó- Sólo me parece que hacen demasiado ruido por nada- volvió a la mesa, mordiendo el pan y sentándose cómodamente, mientras no podía dejar de sentir orgullo de ese hombre complicado y egocéntrico que era Tony Stark. Lo había conseguido, el muy cabrón lo había conseguido… Lástima que no pudiera disfrutar de su éxito a su lado.

¡Qué cosas que pasan en el mundo!- espetó Frigga comiendo una patata- ¿Qué debe ser eso? ¿Debemos creer que es un simple reclamo publicitario?- Jane se encogió de hombros.

No soy de las que cree en lo que se dice, la verdad- bebió un poco de agua- Además, la excusa de la publicidad están tan usada como la de 'maniobras de entrenamiento' del ejército- Loki se mantenía en silencio. No pensaba intervenir.

¿Y tú qué crees?- dijo de golpe Thor dándole un golpe en el hombro- Siempre tienes alguna teoría más realista que darnos- el joven podía notar sorna en la voz de su hermano, pero también curiosidad.

Quizás sea un robot asesino o un superhéroe que nos quiere librar del mal- dijo en tono de broma. Frigga sonrió ladeando la cabeza.

Siempre tan imaginativo…- Y que lo digas, madre, se dijo Loki al centrarse, de nuevo, en su plato.

Cuando acabaron de comer, el joven se levantó rápidamente y desapareció directo a su habitación. Ver aquellas imágenes no había sido nada positivo para él, ya que la curiosidad que tenía sobre el tema lo estaba carcomiendo. Abrió su portátil y empezó a buscar toda la información relativa a ese objeto volador que nadie había podido identificar, pero que él estaba seguro de lo que era. Es más, él había contribuido en su construcción, aunque su papel en todo aquello había sido nimio. Fue de página a página, enlace a enlace maravillándose de los hechos, testigos y algunas fotografías que alguien había conseguido. Stark se estaba exponiendo demasiado y, aunque sabía que no era un hombre precisamente discreto, aquello era distinto. Debería tener más cuidado.

*^*^^*^*^*^*^*^*

Al otro lado de la ciudad, Tony Stark acababa de llegar a su piso tras un día movidito. Le dolía todo el cuerpo, estaba agotado y sólo pensaba en beberse una copa sentado en la oscuridad de su salón. Había volado demasiado bajo, lo sabía y esperaba que Rhodey se dejara caer en cualquier momento para echarle la bronca, pero no lo había calculado bien. Quizás era la primera vez que sus cálculos no eran exactos y la explicación era sencilla. Desde hacía días que no pisaba su cama, ni la suya ni ninguna otra, ya que había hecho de su taller su búnker personal. Ni tan siquiera Bruce había podido entrar desde entonces. Se había pasado día y noche trabajando en la armadura para acabarla y poder usarla tan pronto como fuera posible, aun las advertencias de JARVIS de la falta de pruebas y análisis completos. La simple idea de poder volar con ella era fantástica. Recordó la primera vez que había podido elevarse, algo torpemente, pero en seguida le había pillado el truco y, en pocos días, ya surcaba el cielo americano como si de un cohete se tratara. Podía alcanzar una velocidad sorprendente, además de una ligereza de movimientos que optimizaban sus acciones. Las balas ni le afectaban y se había permitido la licencia de incorporar algunos cohetes y juguetes diversos para no tener que mancharse las manos directamente. Sólo había un problema.

¿Se puede saber qué te pasa?- y, como caído del cielo, Rhodes apareció por el ascensor. Tony volteó los ojos y desvió su mirada- Y no te pongas así, que aquí el cabreado soy yo- el hombre se puso justo delante de él, mirándole fijamente.

¿Qué quieres que te diga?-

¿Qué qué quiero que me digas?- sonrió de lado, incrédulo- Por ejemplo, si no había quedado claro que eso de actuar por libre no se debía repetir. Hay muchos intereses mezclados aquí- el moreno le dio un sorbo a su whisky.

Sólo hago lo que creo que es correcto. Deberías haber visto las caras de aquellos aldeanos cuando les entregué a aquél terrorista- recordarlo le hizo sonreír. Rhodes se tapó la cara, desesperado.

Esa no es la cuestión, Tony. Aquí, lo que estamos tratando es de que no puedes presentarte en todos los países en guerra y acabar con los malos sólo por desquite- aquello hizo sonreír al moreno.

¿Desquite? Desquite…- repitió burlón- ¿Desquite por qué?- Rhodes bufó.

Admite que lo echas de menos y que parte de toda esta parafernalia es por él- Tony dejó el vaso de un golpe encima de la mesa.

Déjalo en paz- espetó- ¿No insistíais tanto en que me alejara de él? Pues olvídalo- el hombre se lo quedó mirando.

Oye, que yo recuerde no tenía ni idea de nada de lo que estaba pasando, así que…-

Qué importa… Seguro que tú también lo habrías pensado y habrías insistido en que lo mejor era que estuviera lejos de mí- lo miró- Felicidades- gritó con voz aguda. Rhodes se sentó en el sillón, acariciándose la cabeza.

Sea como fuere, sólo te pido que dejes de exponerte de esa manera, ¿de acuerdo?- lo miró preocupado- Tony, te lo digo por tú bien. Eres mi amigo y no quiero que te pase nada- Stark se dejó caer a su lado con la cabeza apoyada en el respaldo.

Gracias, Rhodey- y le dio unos leves golpes en la pierna.

Prométeme que no volverás a exponerte en Oriente Medio o en cualquier otro foco de tensión del planeta- Tony lo miró pensativo. Aquél tipo de promesas no se le da bien cumplirlas.

Haré lo que pueda- y se reincorporó de un salto, dirigiéndose a su habitación.

No, eso no es suficiente- dijo siguiéndole- Es por tu bien. No siempre estaré ahí para evitar que te tiren una bomba o un torpedo para liquidarte- Tony rió desde dentro.

Que lo intenten…- dijo con la voz amortiguada por la puerta. Rhodes se desesperó y se fue del piso murmurando mil y una maldiciones hacia su amigo. No podía creer que fuera tan inconsciente.

Cuando Tony volvió a salir de la habitación, duchado y cambiado, bajó de nuevo a su taller con fuerzas renovadas para solucionar el problema al que había estado dando vueltas durante un tiempo. A esas horas la oficina estaba a oscuras, algo un poco tétrico en según qué zonas. Los guardias seguían apostados en puertas y algún pasillo y, después de días, semanas viéndolo ir y venir se habían acostumbrado a su presencia y, con su humor cambiante, ni tan siquiera cruzaban palabra.

JARVIS esta noche haremos una segunda prueba para comprobar la resistencia del traje a grandes alturas-

Pero, señor, el problema del hielo aún no está solucionado del todo…- Tony empezó a tocar botones.

Por eso mismo vamos a hacer la prueba-

Señor, le recomiendo esperar al menos un día para verificar los…-

Esta noche. Prepárate- JARVIS guardó silencio, dando su brazo a torcer aun sus dudas.

Entendía que tuvieran que hacer más pruebas, más verificaciones, pero él no podía esperar. Se colocó la armadura, sintiendo cómo el acero se fusionaba en su cuerpo de manera perfecta. Era como una segunda piel, una piel mucho más fuerte, resistente y capaz de hacer frente a todo lo que se pusiera en su camino. Se tapó con la máscara, iniciando así el despegue, notando la libertad correr por todo su ser. Le gustaba mirar la ciudad desde cierta distancia, apreciarla en su vulnerabilidad. Era uno de los pequeños placeres que aquél traje le proporcionaba. Giró sobre sí mismo e inició las maniobras para empezar a ascender. JARVIS le informaba de los metros, subiendo y subiendo, notando cómo el cambio de temperaturas volvía a afectar al traje sin remedio, creando una leve capa de hielo. Abrió los alerones para romper esa capa, pero la temperatura era tan baja que en seguida se formaba otra. Las alarmas volvieron a sonar y decidió parar. Sí, paró sorprendiéndose a sí mismo. Miró hacia arriba y luego hacia abajo. Decidió que esa prueba podría hacerse, otra vez, otro día.

Bajó a cierta velocidad, dando un rodeo a Manhattan y fijándose, a lo lejos, en la Estatua de la Libertad. La rodeó, mirándola fijamente y recordando extrañamente la película de 'Los Cazafantasmas'. Subió hasta su sombrero y se sentó mirando hacia el mar, ahora oscuro. Era extraño pensar en las personas que, durante años, habían llegado hasta allí mirando a aquella mujer implorando para que sus sueños de prosperidad se hicieran realidad. Cerró los ojos y dejó que el fuerte aire que golpeaba a esas horas a esa altura le diera en el rostro, enfriándoselo. La última vez que había estado ahí había sido con Loki, de las últimas ocasiones en las que habían podido disfrutar uno del otro en total tranquilidad. En pocos días todo se había ido a la porra.

Necesitaba aclarar sus ideas. Aquellas semanas habían sido más pesadas y más duras de lo que había imaginado en un primer momento. Se había aislado de todos y cada uno de los que le habían inflado la cabeza a dudas y riñas sobre su relación con Loki. Estaba seguro que si los veía, los mandaría al diablo.

El pobre Bruce había sido un daño colateral en aquella guerra fría que había declarado en contra de su empresa, por lo que se había visto obligado a trasladarse a otro laboratorio para seguir trabajando y ser relegado como su ayudante. Ya no quería a ningún otro a su lado que no fuera Loki. No podía imaginar compartir ese tiempo con otra persona distinta y, aunque apreciaba a Banner, prefería trabajar solo en esos momentos. En el fondo sabía que Bruce lo agradecería. Y Betty también.

Por lo que se había enterado por ahí, Steve parecía estar mucho más animado, algo que él agradecía. Era extraño saber que cuando él estaba en ese estado, el rubio se recuperaba en tan buenas condiciones. ¿Casualidad? Si se hubiera tratado de otra persona, de alguien mezquino como él, habría tenido la certeza de que esa casualidad no existía, aunque sí que era una causalidad. En el caso de Steve… Era Steve y se estaría recuperando a su ritmo. Algo que él, por otra parte, debería estar haciendo, ¿no?

¿Pero cómo hacerlo? ¿Cómo dejar de pensar en alguien a quién se quiere con la certeza de haber actuado mal con él, de haberle hecho daño cuando quería evitarlo completamente? Loki había tenido razón en todo lo que le había dicho antes de irse. Tenía tanto miedo a hacer daño a la gente, a herirles que lo hacía inconscientemente. Las palabras de Odín convenciéndole de que, tarde o temprano, dañaría a su hijo no habían sido sino un presagio inducido, un dolor irremediable que había infligido demasiado pronto. Había pensado mucho, elucubrando cómo podrían haber seguido su vida juntos, imaginando sus días y sus noches, sus conversaciones, sus proyectos. Pero en ninguna de esas visiones había cabida para la decepción. Eran felices, sonriendo, prosperando. ¿En qué se había equivocado?

Volvió en sí al sentir un escalofrío recorrer su espalda. Llevaba demasiado tiempo allí arriba y empezaba a parecer ridículo. Necesitaba entrar en calor y una copa le vendría de perlas. Voló hacia la torre Stark, siempre iluminada y visible a varios quilómetros de distancia. Todo un logro. Entró por la terraza y, sin quitarse el traje, se sirvió una copa generosa. La primera de muchas.

Al día siguiente, Tony se despertó tras recibir unos cuantos golpes en su casco. Gruñó, intentó moverse, pero no pudo. Sentía que algo le aprisionaba en todo el cuerpo, aparte de que la cabeza le dolía horrores por culpa de las copas que se había bebido, pero le daba igual. Intentó abrir los ojos, costándole más de lo habitual. La resaca era mortal. De nuevo, unos leves golpes en su casco hicieron fruncir su ceño, odiando instantáneamente a la persona que los provocaba. Suspiró profundamente, frotándose los ojos con saña hasta estar casi hinchados. Fue entonces cuando tuvo consciencia de dónde estaba y el estado en el que se encontraba. Justo delante de él, Pepper lo miraba preocupada, pasando su mano por delante de sus ojos intentando hacerle reaccionar. A la quinta vez, cogió su muñeca, dándose cuenta que aun llevaba el traje. Uups.

Hasta que respondes- dijo suspirando aliviada. Se levantó de su lado y se puso los brazos en jarras, admirando todo su cuerpo- ¿Me puedes explicar qué significa todo esto?- Tony intentó girar sobre sí mismo, buscando un apoyo para levantarse. Ese movimiento envió un dolor punzante encima de su frente, provocando un profundo gemido de dolor. Odiaba sufrir resaca- Entonces, ¿eres tú el objeto que aparece y desaparece?- notó su voz angustiada. Tony abrió por fin los ojos y se encontró con la mirada asustada de Pepper.

Sí, lo soy- la joven se sentó en el sofá, escondiendo su rostro entre las manos- ¿No te gusta el traje?- ella no respondió.

¿Por qué lo haces? No hay necesidad- no entendía que Tony se metiera en más problemas de los que tenía.

Porque quiero y porque puedo- caminaba sintiendo todo el engranaje funcionar por todo su cuerpo. Pepper no podía creerlo.

¿Todo esto es por Loki? ¿Aún sigues enfadado?- aquello le hizo sonreír.

La verdad es que este traje era parte del proyecto nuevo en el que estaba metido cuando él llegó. Esto es sólo una consecuencia de lo que viví en Afganistán. Por otro lado, sí, sigo cabreado. ¿Contenta?- la joven se levantó de su sitio y se acercó a él, adaptándose a esa imagen que daba con el traje puesto.

Si te sirve de consuelo, no estoy contenta. Me duele que estés así por mi culpa- acarició su rostro- Te dije lo que era mejor para ti- Tony la miró.

¿Para mí? No lo creo. Para los demás, quizás- dijo alejándose de ella y sentándose en el sofá- Pero, ¿qué importa ya? Todos contentos. Él ya no está aquí, así que deja de recordármelo. ¿No es lo que queríais?- Pepper se acercó, dejando unos papeles sobre la mesa.

Deberías revisarlos y firmarlos cuanto antes. La universidad reclamará una copia para el expediente académico- y, antes de que Tony pudiera replicarle nada, se fue.

Al oír las puertas cerrarse, Stark se quitó los guanteletes y cogió las carpetas de encima de la mesa. La primera contenía una serie de contratos nuevos que Industrias Stark había conseguido recientemente y que les reportaría unos beneficios millonarios. La otra fue más difícil de leer. Era la evaluación que debía hacer sobre el trabajo que había realizado Loki durante aquél tiempo de estancia. Pepper había rellenado la mayor parte de las líneas, pero faltaban las impresiones finales que sólo él podía hacer. Adjuntada había una carta de recomendación firmada por la misma Pepper y que él no tardó en firmar también. Dejó ambas hojas sobre la mesa y se las quedó mirando. Aquello era lo último que quedaba de su relación, dos papeles. Después de eso, nada. Los leyó y releyó cientos de veces hasta aprenderse cada palabra, cada punto y cada coma. Cogió un bolígrafo y escribió un primer borrador sobre lo que quería expresar en esa última hoja para lograr que Loki consiguiera aquello que tanto quería. Era lo único que podía hacer por él, lo que aquella absurda decisión le había dejado. Unas simples palabras, típicas, insulsas, pero no por ello menos ciertas de lo que había sido el trabajo del joven en su taller. Tuvo ganas de escribir más, de explicar qué había significado su presencia, su compañía durante esas semanas. Cómo había llenado su vacío, cómo lo había inspirado y vuelto loco un millón de veces, cómo lo echaba de menos y cómo deseaba volverle a ver. Pero aquella carta, tan pronto estuvo escrita, la rompió en pedazos, dejándolos caer sobre la mesa. Aquellos sentimientos ya no tenían cabida en su presente y vivir del pasado nunca había sido su estilo. Cogió las hojas y las volvió a meter en la carpeta, revisando que todo estuviera en orden. Ese era su último regalo para Loki.


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