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Ojos verdes por Lonny

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CAPÍTULO 19

Había llegado más temprano de lo que imaginaba, aun habiéndose entretenido por el camino. Había sido inevitable. Sus sentimientos estaban a flor de piel y era necesario que su corazón se tranquilizara. Todos sus temores mientras iba hacia la torre Stark se habían disipado en el mismo momento en que había visto a Tony tirado en su cama, magullado, pero consciente. Se había alegrado mucho de verlo, de hablar con él, aunque hubiera sido una conversación insustancial. Se frotó la cara con fuerza para borrar esos pensamientos de su cabeza. Se suponía que era Nochebuena y que debía retomar una velada navideña junto a su familia, pero, nada más cruzar la puerta, supo que aquél ambiente había desaparecido.

Entró en el salón donde, apenas una hora antes, la mesa estaba puesta y llena de comida, su madre estaba elegantemente vestida y con una sonrisa, junto a Thor y Jane. A su padre ni lo contaba. Pero ahora parecía como si no hubiera pasado nada, como si no hubieran celebrado, o al menos intentado. Se sintió algo decepcionado, la verdad. De espaldas, la pareja estaba cuchicheando y riendo mientras leía algo que parecía una especie de catalogo lleno de objetos extraños. Supuso que sería para la lista de regalos. Quiso pasar desapercibido, ir directamente a su habitación y encerrarse junto a sus sentimientos, de nuevo, a flor de piel. Pero no pudo.

¡Hermano!- le gritó Thor, levantándose del sofá y acercándose a él con cara de preocupación- ¿Dónde has ido?- Loki se tensó y lo miró.

No te importa- le soltó. Empezó a caminar hacia su habitación, pero el rubio lo cogió del brazo.

Sí me importa, puesto que te has ido en medio de una celebración navideña y has hecho preocupar a mamá- le soltó el brazo al ver su expresión compungida- Deberías llamarla o enviarle un mensaje- Loki asintió. Sí, la verdad es que por la única por la que había sentido marcharse tan precipitadamente había sido por su madre- ¿Tiene algo que ver ese extraño accidente en el desierto?- el joven lo miró- ¿Es el mismo sujeto de la otra vez, el que se vio sobrevolando la ciudad?- el moreno desvió su mirada. Jane se acercó a ellos, apoyándose en el brazo de Thor.

No tiene caso que sepáis nada- los miró a ambos- Ha sido sólo una visita de cortesía. Una despedida- Jane le dedicó una sonrisa triste, adivinando a qué se debía todo aquello. En cambio, Thor seguía sin hilarlo, algo que lo ponía nervioso.

¿Cortesía?- exclamó- ¿Quién podría arrancarte de los brazos de tu familia en una noche como ésta…?- entonces cayó en la cuenta de algo, era absurdo, pero empezaba a tener sentido. Se lo quedó mirando fijamente, analizando la mirada, los ojos de Loki. Estaban tristes, agotados; ya no brillaban. A decir verdad hacía mucho tiempo que habían perdido su brillo natural, a excepción de…- ¿Qué ha pasado?- su hermano desvió su mirada hacia sus zapatos.

Estoy cansado, Thor, me duele la cabeza y sólo quiero dormir…- pero el rubio era muy cabezota.

Sólo… sólo dime si esto va a continuar afectándote- Loki lo miró sorprendido, con los ojos acuosos- Sólo quiero saber eso… Eres mi hermano y no quiero verte tan hundido- el moreno dibujó una sonrisa triste en sus labios, bajando su rostro para evitar que le vieran llorar. Aquello había sido la puntilla del día. No creía que pudiera soportar más. Negó con la cabeza.

Se acabó- dijo Loki, encogiéndose de hombros. Jane no pudo aguantar más y lo abrazó, hundiendo su nariz en su cuello y acariciándole el cabello. Aquél gesto lo descompuso completamente, eliminando todas las barreras que aun mantenía en alto. Ya no podía más, ya no aguantaba más. Se abrazó a ella y empezó a llorar.

*^*^*^*^*^*^*^*

Había tenido un buen vuelo, teniendo en cuenta su estado físico y las incómodas turbulencias que habían sufrido a causa del cambio de presiones. En cuanto había llegado al que podía llamar su hogar, se había dejado caer en el sofá más próximo todo lo largo que era mirando fijamente al techo. En cuanto le había pedido a Pepper que lo dispusiera todo para volar a Malibú, la pelirroja había puesto el grito en el cielo argumentando un montón de cosas, empezando por el delicado estado de salud que tenía hasta la inconveniencia de restar solo en la otra punta del país. Él no le había visto ningún problema; es más, para él todo eran cosas positivas. Se alejaría de la ciudad que lo estaba aprisionando, ahogando. Apenas y podía respirar cada vez que salía de su loft, temiendo a quién podría encontrarse por el pasillo. Todos representaban un problema. Pepper recurriría a él cada dos por tres para hablar sobre aburridos y tediosos temas de empresa; Steve seguiría siendo un alma en pena con cara de cachorrito abandonado, aunque su humor hubiera mejorado considerablemente. Pero verle siempre le hacía recordar sus más recientes errores; Bruce era al único que podría soportar, aunque también le recordaba algo, más bien alguien, a quién había perdido. ¿Acaso podía ir por su empresa, SU empresa, sin sufrir ataques de culpabilidad, melancolías varias y brotes de ansiedad? Parecía que no, así que Malibú era la mejor opción para él en esos momentos.

Nada más asentarse en aquél mullido sofá, con un montón de cojines alrededor de su cuerpo, pidió a JARVIS que le mostrara todas las informaciones que habían salido en los medios de comunicación sobre su pequeño accidente. Estaba expectante y no le decepcionaron. La mayoría de noticiarios reproducían, una y otra vez, las imágenes que un video aficionado había grabado mientras se levantaba, tambaleándose entre el polvo que él mismo había creado. Menos mal que estaba lejos y la calidad de imagen no era óptima, porque habría tenido más de un problema. Las teorías sobre el suceso eran, ciertamente, dispares. Desde los experimentos secretos del gobierno y la siempre renombrada área 51 hasta los que creían en la llegada de seres de otro planeta, extraterrestres. Pudo disfrutar de algunos debates, dónde personas que se hacían llamar entendidos o sabios expresaban una serie de locas teorías sobre su persona que estaban muy lejos de la realidad. Le fascinaba la imaginación del ser humano. Por eso, cuando pensó en el día que descubrieran la verdad, sintió cierto pesar por ellos. Tantas ilusiones para nada.

Ilusiones, deseos, esperanzas,… todo aquello le era tan extraño ahora. Por un momento, un solo instante en su vida pensó que podría alcanzarlas, que podría conseguir hacerlas realidad al lado de Loki. Habían sido sueños, el hecho de creer que, esa vez, iba a ser distinto a las otras. Que nada ni nadie iba a romperlo, que ni él mismo lo iba a estropear. Y, como siempre, se había equivocado. Él siempre lo hacía, siempre metía la pata en cualquier tipo de relación. Quizás no estaba hecho para tener a nadie a su lado. Se tapó la cara con las manos y respiró con dificultad. ¿Cómo era posible echar tanto de menos a alguien? ¿Cómo podía dejar de pensar en él? Y es que estar en su piso en la torre tampoco había representado un alivio para su mente. Mirara donde mirara lo veía. No es que hubiera pasado mucho tiempo viviendo con él, pero sí podía decir que habían compartido muchos momentos domésticos juntos; cosas insustanciales, rutinarias, pero que para ellos habían significado casi un mundo, su mundo. Ahora que lo pensaba, en ninguno de esos momentos de convivencia había pensado en algo malo, ni había recurrido a la bebida para tranquilizarse. Loki había sido su bálsamo, su tranquilidad, su sosiego; aquél que acallaba esas dudas moletas que lo habían carcomido durante semanas. Sólo existían ellos, sólo dos personas, dos sonrisas, dos corazones latiendo al mismo tiempo. Parpadeó un par de veces para evitar que las molestas lágrimas aparecieran. Odiaba llorar.

Los siguientes días de confinamiento fueron tranquilos. Siempre encerrado en su taller, había tenido la precaución de llevarse consigo el traje para hacer las reparaciones pertinentes y algunas reformas que había tenido en mente. Tenía tiempo, estaba solo y no podría emplear mejor sus recién adjudicadas vacaciones que haciendo algo que realmente le gustaba. Hasta que llegó el día en que necesitó despejarse, salir a que le diera el aire. Pensó en bajar a la playa, nadar un rato o tomar el sol, cosas normales. Pero, la verdad, ese tipo de vida no pegaba mucho con él. Miró hacia el gran horizonte que se veía desde su balcón y respiró hondo. Necesitaba otro tipo de cosas, su cuerpo las reclamaba y él ya no podía hacer oídos sordos a tanta demanda. ¿Qué importaba lo que dijeran de él, lo que pensaran? Jamás le había importado, jamás les había puesto atención, pero ahora… ahora sentía que, si daba el paso, si de verdad salía por esa puerta, estaría cerrando otra definitivamente. Caminó hacia su habitación y se quedó mirando fijamente el objeto que había encima de la mesilla de noche. Era absurdo haberlo traído. Era como traerse una parte de Nueva York y eso no era lo que había pretendido en cuanto planeó irse. Tenía todo tan poco sentido… tanto como el sentido que le estaba dando a ese estúpido libro. Lo tenía hacía años, a veces guardado de cualquier manera, a veces olvidado en medio de un montón de papeles en su laboratorio. Pero ahora ese maldito libro le recordaba a él, en cómo lo cogía y lo consultaba. Cómo lo leía, tomaba apuntes y se olvidaba de lo que pasaba a su alrededor.

Se dirigió al libro y lo cogió entre sus manos, sopesándolo y mirándolo fijamente. Caminó hacia la ventana y se quedó mirando al mar, tranquilo en ese momento y oscurecido. Volvió a mirar el libro y suspiró profundamente mirando la solapa. Si lo seguía teniendo con él, esos recuerdos jamás se irían y necesitaba borrarlos cuantos antes mejor. Necesitaba ser él mismo otra vez y con esa sombra encima de su cabeza le era imposible. Así que, cogiendo con fuerza el libro, abrió la ventana y lo tiró la mar sin mirar tan siquiera. No escuchó el impacto en el agua, ya que la altura y los sonidos propios del mar se lo impedían, pero estaba seguro que había desaparecido. Se quedó con los ojos cerrados, sintiendo la brisa marina acariciar su rostro, como si le estuviera consolando. Fue abriendo poco a poco los ojos y miró el horizonte, cada vez menos anaranjado y sonrió tristemente. El día llegaba a su fin, al igual que sus recuerdos y sus sentimientos por Loki.

*^*^*^*^*^*^*^*^

¡Debes estar bromeando!- gritó una chica de increíblemente largo pelo oscuro y generosos senos, mientras se tambaleaba sonriente. Estaba más que borracha.

No, yo nunca bromeo con la tecnología- dijo Tony después de tomar un generoso trago de su tercer whiskey. ¿O era el cuarto? Había perdido la cuenta. La chica se acercó más a él y lo cogió del cuello, acercándole a ella sin dejar de mirarlo.

Y… ¿habría alguna posibilidad de ver ese traje? Parece muy interesante…- el moreno sonrió, escondiendo su rostro en el cuello de ella y empezando a chupárselo. La joven empezó a jadear.

¿Quién sabe?- entonces la miró fijamente- Depende del humor en el que esté mañana por la mañana- ella amplió su sonrisa, colgándose de su cuello y besándolo apasionadamente. Luego empezó a reírse escandalosamente, cosa que molestó al ya muy cansado Tony Stark- ¿Qué te pasa?- ella le acarició la barba con un dedo, arriba y abajo.

Tu barba me hace cosquillas- él alzó una ceja y empezó a chupar el dedo de ella. La joven gruñó.

Si quieres, puedo hacerte más cosquillas, si cabe- ella abrió los ojos en señal de sorpresa e inició de nuevo el beso, intensificándolo, volviéndose cada vez más salvaje. Tony empezó a recorrer el cuerpo de la joven, agarrando sus senos y aprisionándolos entre sus manos. Eran grandes, demasiado. Notó los dedos ajenos jugar con su pelo y su cuerpo se tensó. Frunció el ceño y acarició mejor los pechos, masajeándolos y jugando con sus ya erectos pezones. No llevaba sujetador.

Si sigues así, vamos a acabar follando en medio de toda esta gente- entonces algo de conciencia volvió a su cuerpo al darse cuenta que aun estaban en un sitio público.

Esa noche había decidido poner fin a su enclaustramiento obligado y, sintiéndose sanado de sus heridas, había cogido el coche y se había plantado en el primer bar que había visto. En menos de diez minutos tenía a esa joven voluptuosa comiendo de su mano, poniéndole ojitos y sin perder la ocasión de tocarle donde fuera. Parecía que no había perdido su toque. Aun así aquello no lo satisfacía lo suficiente; había algo que no le acababa de encajar. Miró su rostro, acariciando sus mejillas y fijándose en la mirada pícara y deseosa que le lanzaba. Sus ojos eran color avellana, bonitos para quién pudiera apreciarlos. Pero él no era ese tipo de persona. No para ella. Sólo se limitó a besarla y a morder sus labios con posesividad, mientras ella sonreía y tiraba su cuello hacia atrás. Estaba tan ebria como él, aunque no hubiera probado ni una sola copa. La joven se separó de la barra y tiró de él hasta la salida más próxima. Parecía que no quería perder más el tiempo.

He oído por ahí que tienes una bonita casa cerca del mar- Tony la miró de reojo. Ser alguien como él atraía a cierto tipo de personas. Y una de ellas era esa chica que no paraba de sonreírle desde que se habían conocido. Sabía lo que quería y él no tenía ningún reparo en esos momentos para dárselo. Estaba soltero y en ayunas. Parecía que esa mujer iba a tener suerte esa noche.

Sin tan siquiera responderla, la ayudó a entrar en el coche y luego se sentó detrás del volante pensando en lo bueno que sería en esos momentos tener a Happy para que los llevara. Empezaba a estar cansado. Sin decir nada programó a JARVIS para que tomara el control del coche, aunque él fuera quién condujera. Después de tantos años no quería acabar muerto con una chica de la que apenas y sabía cómo se llamaba. No, perdón. ¿Cuál era su nombre?

Miró a la joven, mostrando su sonrisa más característica y le dio al acelerador. No escatimó en la velocidad, ya que amaba sentir el aire de la noche revolver su cabello. La chica a su lado empezó a gritar emocionada, mientras alzaba los brazos y movía la cabeza al ritmo de la música que tronaba por toda la zona. En seguida se encontraron en la carretera sinuosa que llevaba a la mansión y, aunque aminoró un poco, la adrenalina que sentía en esos momentos le hacía desear ir más allá. Llegaron a la casa derrapando, provocando que la joven empezara a reírse a carcajadas, no sabía si por diversión o por miedo. Nunca se aclaraba. Bajó del coche y fue a abrir la puerta del acompañante, sintiendo en seguida los besos necesitados de la joven. Cerró la puerta por inercia y empezó a caminar sin saber muy bien por dónde iba. Abrió un poco el ojo y la arrastró hasta la puerta no sin cierta dificultad. ¡Parecía una lapa!

Oye… oye, cariño- empezó a decirle algo agobiado- cálmate, ¿eh?- la joven lo miró con expresión fiera. Su pintalabios estaba corrido y suponía que lo que le faltaba a ella lo tendría él pegado en los suyos. Un par de payasos, se dijo. La cogió de la mano y fue a paso ligero hasta su habitación, mientras oía cómo ella alababa la decoración de la casa. "Si, ya, muchas gracias", se oyó responder distraídamente. Ya en la habitación la cogió por la cintura y la atrajo hacia él, besándola y recorriendo su espalda con voracidad hasta llegar a su cuello.

Me gusta el camino que llevas, Stark- se separó de él y lo empujó hasta la cama, cayendo tras él y colocándose encima entrelazando las piernas- Hazme gemir- y siguió con la retahíla de besos y caricias que habían empezado hacía ya horas.

*^*^*^*^*^^*^*

Apenas había amanecido cuando Tony se deshizo de las molestas sábanas y se encaminó hacia el baño para darse una ducha revigorizante. Notaba el cuerpo algo dolorido. Esa mujer se había pasado con las mordidas y los arañazos. Suponía que tendría toda la espalda marcada durante un buen tiempo. Al salir se quedó mirando al espejo, analizándose y comprobando que sus temores estaban fundados: tenía el cuello lleno de cardenales y lo que podía ver de su hombro arañado. ¿Acaso se había acostado con una tigresa o qué? Volvió a la habitación y cogió algunas prendas para vestirse cómodamente y bajó hasta su taller, dando indicaciones a JARVIS de indicarle la salida a la joven en cuanto se despertara y le llamara a un taxi. No quería verla rondando por su casa cuando saliera de trabajar.

Esperó a que fuera casi mediodía para volver a subir a la planta de arriba, no sin antes preguntar a su IA si la joven se había ido ya. En cuanto supo que el camino estaba despejado subió las escaleras alegremente pensando en tomar alguna cosa para engañar al estómago. La fruta sería perfecta. Pero, nada más poner un pie en su salón, una silueta harto conocida lo sorprendió, bajando su ánimo por los suelos.

Pensaba que eso de 'recoger la basura' había dejado de ser una de mis funciones- dijo Pepper aun de espaldas a él. Tony sopló aburrido y se fue a la cocina a coger un par de piezas de fruta. Había tantas que le costaba elegir.

Se suponía que tú no debías estar por aquí, así que supongo que no me echarás la culpa- dijo él mientras miraba las manzanas y los plátanos. La joven rodó los ojos y puso los brazos en jarras.

Me sorprendes, Tony- dijo enojada- Vengo a verte, pensando que aun estarías convaleciente y me encuentro con una tipa saliendo de tu casa con el pelo revuelto y los zapatos en la mano- se fue acercando a él- ¿Qué quieres que piense sobre esto?- el moreno le dio un generoso mordisco a la manzana y se la quedó mirando.

No tienes por qué pensar nada, Pepper- dijo al tragar- Ya sabes cómo soy, qué he hecho durante toda mi vida y no entiendo a qué viene este ataque de celos- frunció el ceño- ¿Estás celosa?- la pelirroja gruñó malhumorada.

Pensaba que, después de todo, habías cambiado un poco- Tony la miró de reojo- que no volverías a las andadas- aquello lo hizo sonreír.

A ver si lo pillo- se quedó mirando la manzana, sopesándola- Desde que conocí a Loki os la pasasteis diciéndome lo inconveniente que era, el error que estaba cometiendo e insististeis en que debía alejarme de él- Pepper desvió su mirada- y ahora, ahora que me distancio, que intento pasar página, que me alejo de él como tanto ansiabais, ¿me reclamas que intente ser yo?- el moreno apretó la manzana, visiblemente molesto- ¡Qué os jodan!- gritó- ¡Estoy harto de oír qué debo hacer y qué no! ¿No se supone que yo soy el jefe?- cada vez se sentía más rabioso, más irascible. Estaba más que hastiado de esa situación angustiosa en la que vivía permanentemente.

Tony… sí que lo eres, pero…- Pepper se mordió el labio- pero debes entender que nos preocupamos por ti, que no queremos que cometas los mismos errores una y otra vez- él sonrió ante ese comentario.

Ya veo…- miró de nuevo la manzana. De repente, se le había quitado el hambre- entonces, debo agradeceros vuestra preocupación y los buenos resultados de vuestros consejos- la joven sintió un nudo formarse en su garganta- porque gracias a vuestras palabras perdí lo único que de verdad me había importado en mucho tiempo- la miró fijamente- Muchas gracias, de verdad- y, sin mirar atrás, bajó de nuevo a su taller. Pepper caminó hacia el sofá y se dejó caer con las manos en la cara intentando reprimir las lágrimas de culpabilidad que sentía


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