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Ojos verdes por Lonny

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CAPÍTULO 22

Sacó de nuevo la carpeta que portaba medio colgada de la cintura y comprobó por enésima vez la dirección del edificio, aunque era ya tan emblemático que casi le pareció absurdo el comprobarlo de nuevo. Se giró para poder subir el carro más fácilmente por las escaleras y se encaminó hacia lo que presumía era la recepción del lugar. Allí, una señorita de sonrisa siniestra y pelo extremadamente brillante lo recibió jugueteando con un bolígrafo. Él simplemente se apartó la gorra hacia atrás y sacó la carpeta para colocarla sobre el mostrador.

Vengo a dejar este material al doctor Bruce Banner – revisó los papeles y volvió a mirar a la joven, quién asintió muy enérgica y empezó a teclear algo en su ordenador.

De acuerdo. Espere un momento a que venga el jefe de seguridad para pasar por rayos el contenido de los paquetes – él asintió conforme y se apoyó en el carro, adoptando una postura desenfadada, mientras sentía su rostro algo enrojecido. Lo cierto es que era uno de esos extraños día de invierno caluroso, lo que le animaba a pensar que la primavera cada vez estaba más cercana. Se quitó definitivamente la gorra y peinó con sus dedos su media melena castaña. Quizás debería cortarse el pelo, estar algo más presentable durante las entregas de pedidos, algo que su superior ya le había dejado caer en más de una ocasión. Y seguramente por ese simple motivo era por el que no acababa de cortárselo.

¿Son estos los paquetes para el doctor? – un hombre corpulento y trajeado con un pinganillo colgando de su oreja se acercó a él, mirándolo de arriba abajo – Déjeme ver esos papeles – alargó la mano y los revisó, asintiendo empezando a caminar hacia un pasillo contiguo – Sígueme, por favor – él agarró de nuevo el carro y tiró de él no sin poner un poco más de atención, pues el suelo estaba algo resbaladizo. Ya dentro de la sala los propios guardias de seguridad del edificio se encargaron de analizar e inspeccionar los paquetes, a riesgo de encontrar algo peligroso pues no sería la primera vez que les pasaba algo así - Parece que está todo en orden, chico – Happy le devolvió la carpeta junto a los papeles ya rellenados y sellados. Le gustaba que las cosas se le dieran fáciles. Ahora sólo faltaba que fueran ellos mismos los que se encargaran de subir los paquetes y él pudiera irse a casa más temprano de lo normal – Piso 31. Si te pierdes, pregunta por Steve – escuchar ese simple nombre lo tensó, agarrándose fuerte a los mandos del carro.

Gracias –y sacó de nuevo los paquetes de aquél cubículo, demasiado estrecho para él, y los arrastró hasta el primer ascensor que vio. Cuando entró se dio cuenta que era uno de esos ascensores en que debes picar dos teclas para subir. "Demasiado moderno para mí", reflexionó. Aun apenas y se había acostumbrado al uso de un teléfono móvil, cuando se tenía que ver de golpe envuelto en un sinfín de tecnología futurista. El impulso vertiginoso que cogió el ascensor en el momento de subir fue tan abrupto que acabó por marearlo, otra vez. Definitivamente no se acostumbraba al siglo XXI por mucho que se esforzara en ello.

*^*^^^*^*^*^*^*

Decir que estaba nervioso era casi un eufemismo. La inquietud de saber si al final acudiría o no a la empresa lo estaba consumiendo poco a poco, por mucho que quisiera disimular su malestar haciendo ver que construía algo en su mesa de trabajo. Pero para Bruce no dejaba de ser un libro abierto, del cual disfrutaba enormemente su lectura.

Deberías dejar de montar y desmontar esa cosa – dijo al fin, mirándolo de reojo – Parece que estés jugando a algún tipo de juego de construcciones – Tony se dio cuenta de su presencia allí después de horas imbuido en sus propios pensamientos – Vendrá, estoy seguro de ello.

¿Y cómo lo sabes? – se giró hacia él, mirándolo indeciso – No puedes saberlo del cierto, pues si hay alguien impredecible en este mundo es Loki. Aparte que… bueno, no sería difícil de creer que no quisiera saber nada de todo esto. Y menos de mí – Bruce rodó los ojos, incrédulo de lo que estaba escuchando.

¿Desde cuándo eres tan catastrofista, Tony? – dejó una llave inglesa encima de la mesa, creando un fuerte estruendo – No te reconozco en absoluto y, la verdad, me molesta mucho esa nueva actitud derrotista – el moreno suspiró, tapándose parte de la cara visiblemente agotado.

Ni tú ni yo, bro – y negó con la cabeza – No sé qué me pasa. No soporto no tener las cosas bajo control, saber exactamente qué es lo que va a pasar. Me hace sentir impotente y frustrado y, la verdad, no me gusta nada en absoluto – Bruce sonrió y posó su mano sobre su hombro, negando con la cabeza.

Bienvenido al mundo real, Tony. Te estábamos esperando desde hace mucho tiempo – el moreno negó con la cabeza, bajando su rostro para ocultar su media sonrisa. Quizás Bruce tenía razón y se había pasado demasiado tiempo viviendo en la inopia, ajeno a lo que era realmente la vida.

Y entonces escucharon unos leves golpes en la puerta acristalada, viendo a través de ella a la persona que tanto había esperado y que, en esos momentos, le estaba provocando cierta taquicardia.

 

Le había costado mucho decidirse. No era algo fácil, y más con los acontecimientos de la fiesta de año nuevo tan recientes. Pero él había venido a verlo, lo había buscado, incluso había hablado con su madre. ¿Acaso eso no debía significar algo? Quizás sí, quizás no. Con Tony Stark nada tenía mucho sentido, pero así le gustaba.

Resopló un par de veces mientras jugaba con un lápiz entre sus dedos, incapaz de concentrarse en la montaña de papeles que tenía desperdigados. Lo que debía tener claro era que no debía confiarse, ni hacerse ilusiones ni nada por el estilo. No podía meter la pata otra vez, por lo que debía ir con pies de plomo si quería salvaguardar su corazón. Así que, después de darle muchas vueltas al asunto, recogió la mesa y lo guardó todo en unos ficheros antes de salir de su habitación, mochila en mano.

Y ahí estaba de nuevo, pasando los controles de seguridad, colgándose el preciado pase en el pecho y encontrándose de nuevo con Happy, tal como la primera vez que acudió a la Torre Stark, aunque en esa ocasión parecía bastante ocupado con un repartidor.

Has vuelto – le dijo parándose a su lado con media sonrisa, una vez el repartidor había entrado en el ascensor - ¿Lo sabe?

Fue él quien vino a buscarme – Happy rió por lo bajo, cruzándose de brazos.

Bien por él – y, sin decir nada más, se fue alejando – No seas muy duro con él. Es un cabezota adorable, pero eso ya lo sabes, ¿no? – Loki lo sabía, quizás más que nadie en esa planta. Sonrió un poco mientras caminaba hacia el ascensor, admirando cómo los números iban ascendiendo y poniéndose cada vez más nervioso. Y así se vio delante de aquella puerta acristalada, harto conocida, sin poder apartar los ojos de ese moreno que lo volvía loco, aunque jamás se lo demostraría.

Hola de nuevo, Loki – dijo Bruce, acercándose al joven para darle la mano – Lo cierto es que no han cambiado mucho las cosas por aquí, así que creo que te adaptarás fácilmente de nuevo – el joven lo miró, desviando su atención de aquél quién se apoderaba de ella totalmente.

No vengo a trabajar como antes, Bruce – dijo apretando su mano – Simplemente quería ver algo que el señor Stark me prometió. Lo otro aún sigue en el aire – y entonces Bruce supo que sobraba ya. Siempre era la misma sensación con esos dos. En su opinión, lo que debían hacer era dejarse de tonterías y volver a estar juntos, tal y como deseaban.

En todo caso creo que es muy bueno que hayas venido, aunque sea de visita – miró a Tony se reojo y luego a Loki – En fin, los dejo solos. Debo hacer varias cosas antes de volver a casa – chocó una mano contra el hombro del chico y salió del taller, no sin mirar por última vez a su amigo, intentando darle ánimos.

El silencio reinó entre ellos cuando el doctor se fue, creando un ambiente de extraña armonía. Tony no podía apartar sus ojos de él, pues no quería perderse ningún gesto que le pudiera ofrecer. Jamás admitiría en voz alta lo mucho que lo había echado de menos, sobre todo durante las noches en esa cama que nunca antes le había parecido tan grande. Sus pesadillas post cautividad habían vuelto, afectándole las horas de sueño, lo que le había dado la posibilidad de trabajar más seguido aún su aspecto algo desfavorable. En cambio, Loki se veía tan radiante como siempre, como si nada acabara de afectarle realmente y, por ello, se sentía en desventaja.

Dijiste que habías hecho mejoras en el traje – dijo Loki para romper el silencio, trayendo de nuevo a la realidad a Tony, quién asintió.

En efecto. La más importante, fuera hielo. Hemos hecho varias pruebas y, no, no me he estrellado ni una sola vez, aunque eso supongo que ya lo imaginabas pues son salió en las noticias – el moreno rió, negando con la cabeza.

Con lo que te gusta salir en la televisión – el mayor sonrió de lado, acercándose al joven un poco con motivo de coger algo por el simple hecho de rozar ambos cuerpos, lo que provocó un escalofrío en Loki.

Oye, ¿Por qué no nos dejamos de preámbulos y vamos a lo verdaderamente importante? – el moreno suspiró, bajando su mirada- Vuelve a la empresa –

No tengo ningún motivo para hacerlo – Tony se cruzó de brazos.

Te necesito para seguir trabajando en el traje. He pensado en hacer más y mejorados-

Ya tienes a JARVIS. Con él empezaste este proyecto –

Entonces trabaja para mí, te pagaré –

¿En serio? Aún no estoy graduado –

No me importa, y lo sabes. Ya te lo dije en una ocasión, Loki. Eres el tipo más productivo de esta empresa tras Pepper y yo – el joven rodó los ojos.

¿Y Bruce dónde queda? – ahora era Tony quién rodaba los ojos.

Une a Bruce también, pero sabes que está en otro nivel. Ya has visto qué proyecto tiene entre manos – el moreno asintió, desviando su mirada.

Aun así, no creo que me necesites realmente, Tony. Te ha ido muy bien en mi ausencia – el mayor frunció el ceño.

No me digas que vas a sacar otra vez a colación la maldita fiesta de Año Nuevo… - pero Loki negó con la cabeza.

No me refería a eso, la verdad, aunque también. Simplemente creo que, cuando nuestros caminos se separaron supimos adaptarnos perfectamente a nuestras vidas y que, volver atrás, no tiene demasiado sentido – Tony se frotó el rostro con ambas manos, pues tenía ganas de que se le ocurriera una idea lo suficientemente racional como para hacer que ese chico no volviera a huir de él. Y entonces se iluminó.

Bruce… - susurró mirando al infinito.

¿Qué? – el mayor lo miró y sonrió.

¡Bruce! – y empezó a reír – ¡Trabajarás con él! ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Bueno, imagino por qué no, pero ¡es perfecto! – Loki no acababa de entender de qué estaba hablando, pues si de algo se había quejado Tony en varias ocasiones era en la estrecha relación que, en un momento dado, habían establecido Bruce y él. De ahí sus celos casi enfermizos.

No puedes estar hablando en serio. ¿Dónde queda aquello de 'Trabajas para mí, no para él?' – Tony se acercó a él y lo agarró de las manos para atraerlo a él.

Vamos, Loki. No puedes hacerte el tonto con este tema del cual habéis hablado tanto durante semanas – el moreno sonrió, agarrando fuerte las manos del joven – De acuerdo que, no hace mucho, ese tipo de conversaciones no me gustaban mucho, pero ahora mismo son la respuesta perfecta. ¿No lo crees? – Loki lo observó, negando con la cabeza algo incrédulo. Era increíble hasta dónde podía llegar ese hombre para retenerlo a su lado a como diera lugar. Era hasta adorable.

Aun así, Bruce tendrá algo que decir, ¿no crees? No puedo presentarme por las buenas porque a ti te dé el capricho de imponerme –

No es un capricho, ni mucho menos – Tony acercó las manos de Loki hasta su propio pecho – Nunca lo has sido; de eso estoy más que seguro – el joven sintió unas peligrosas cosquillas avanzar hacia su bajo vientre, mientras una voz empezaba a gritarle que se alejara, que aún estaba vulnerable y podría caer en sus brazos.

De acuerdo – y logró separarse de él, apartando sus manos del pecho de él – Pero antes debo hablarlo con el doctor Banner. Si bien es cierto que hemos hablado sobre su proyecto, eso no significa que permita que yo participe en él – Tony se quedó pensando y asintió conforme.

Tienes razón – y lo cogió de la mano, tirando de él hacia fuera del laboratorio en busca del preciado doctor.

*^*^*^*^*^*^*

Había llegado al piso 31, pero, la verdad, es que no sabía dónde ir ni a quién preguntar. Y entonces recordó la advertencia del jefe de seguridad. 'Si te pierdes pregunta por Steve'. Definitivamente no quería hablar con alguien que se llamara Steve por razones personales, así que escogió una dirección cualquiera y tiró del carro con algo de fuerza, mirando a todos lados. Pero no había nadie. Nadie. ¿Acaso era la hora de comer o qué?

¿Necesita ayuda? – una voz amable sonó a su espalda ofreciendo su ayuda. Una voz que le hizo temblar de arriba abajo. Esa voz… aquello no podía ser. El destino debía estar jugando con él de la peor de las maneras. Notó su cuerpo tensarse completamente, provocando que su mente pensara lo más rápido que podía, pero lo único que se le ocurrió fue dar la vuelta a su gorra y taparse con la visera.

Estoy buscando al doctor Bruce Banner – mantuvo una postura medio encorvada, siempre ocultando parte de su rostro con la excusa de estar mirando la carpeta. Steve se acercó a los paquetes y posó su mano encima de uno de ellos.

¿Han pasado por el escáner? – el repartidor asintió sin alzar su mirada, algo que extrañó al rubio, pero que tampoco le dio mucha importancia – Es ese caso sígame. Bruce está en el laboratorio – y empezó a caminar, esperando que el otro joven lo siguiera. El repartidor siguió empujando el carrito, alzando un poco sus ojos para observarlo con disimulo. El pequeño Stevie había crecido… ¡Y de qué manera! Esa espalda tan ancha, ese trasero esculpido y esos brazos perfectos… ¡Le habían cambiado completamente! ¿Dónde había quedado aquél chiquillo voluntarioso, aunque algo enfermizo? - ¡Bruce! – gritó de golpe Steve, abrazando a un hombre mayor que él. Se notaba la complicidad existente entre ellos – Han traído estos paquetes para ti – el susodicho se acercó a las cajas con una gran sonrisa. Nunca antes había visto a alguien con tamaña ilusión impresa en sus ojos. Parecía Navidad - ¿Sabes de qué va esto? – y Bruce asintió, incapaz de tener las manos quietas.

Son unos materiales, simples prototipos de algo en lo que estoy trabajando. Si esto funciona, Steve, quizás podríamos abrir una nueva vía para obtener energía – el rubio sonrió ampliamente.

Estoy seguro que lo lograrás. No conozco a nadie más capaz que tú – el hombre estuvo a punto de decir algo, cuando dos sujetos aparecieron de la nada. Él apenas y sabía de dónde habían salido, pero de lo que sí se dio cuenta fue del cambio en la expresión del rubio. Ahora era sombría.

¡Banner, debo hablar contigo inmediatamente! Es algo realmente importante – Bruce rodó los ojos, pues nada de lo que Tony pudiera calificar como 'realmente importante' lo era en realidad.

Ahora mismo estoy algo ocupado, ¿sabes? – y se fijó en Loki – Nadie como tú puede apreciar lo que estoy sintiendo en estos momentos – el joven empezó a sonreír, acercándose a los paquetes.

¿Es lo que creo que es? – y Bruce asintió, de nuevo, enérgico – ¿Entonces a qué estás esperando para abrirlo todo? – las risas y el jolgorio aparecieron seguidamente, cuando las cajas fueron abiertas y el contenido de estas abierto. El repartidor prefirió quedarse en un segundo plano, más interesado en ver el abanico de reacciones de Steve que en cualquier maravilla de la ciencia que se estuviera mostrando en esos momentos. El rubio estaba triste, dolido y, lo peor, era que no era la primera vez que lo había visto así. Ya lo había presenciado el día que sus padres habían muerto, o el día que todo había cambiado para ellos. La imagen de su rostro desencajado le había acompañado los últimos 15 años, por lo que sabía de lo que hablaba. Y entonces Steve se giró hacia él, cogió su carpeta y firmó los papeles correspondientes sin prestar atención alguna al hombre que los sostenía, más centrado en irse de aquél sitio que en fijarse de lo que él consideraba importante. Porque ahí estaba de nuevo, delante de él, mirándole como se alejaba una vez más en medio de un silencio incómodo. Y entonces lo vio claro.

"Steve… soy Bucky y… he vuelto por ti"


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