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*Buscando la verdad* por yane

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Notas del capitulo:

Hola

 

Veo que ha llmado la curiosidad de muchos el fic ^^

 

bueno les deje el capi 2, para que vayan entando en la historia..

 

 

a leer

 

Jonghyun se enrolló una toalla en torno a la cintura mientras salía del baño, miro el televisor en la pantalla se veían luces y personas corriendo de un lado para otro bajo el aullido de las sirenas. Un periodista narraba las noticias del día anterior mientras Jonghyun se sentaba en la cama y veía el reportaje sobre el accidente aéreo que se había producido el día anterior. El corazón le latía con fuerza. Le sudaban las palmas de las manos allí donde sujetaban con fuerza la toalla. Era como ver de nuevo el accidente aéreo de Key.

 El recuerdo le provocó un nudo en el estómago y una punzada tan dolorosa que le llegó a lo más hondo. El tono de su móvil lo devolvió a la realidad con un sobresalto. Se puso en pie al tiempo que se pasaba una mano temblorosa por la cara y sacó el móvil del bolsillo de los pantalones que había dejado sobre el respaldo de una silla horas antes.

—Jonghyun.

—Joder, hombre —dijo la voz de Minho, su mejor amigo, con evidente preocupación—. El susto me ha robado diez años de vida. Llevo horas llamándote. ¿Has visto las noticias? Jonghyun era incapaz de apartar los ojos de la pantalla.

—Sí, acabo de enterarme.

—¿Dónde estás? Echó un vistazo por la suite.

—En Taiwan.

—¡Joder que susto! Creía que tenías un vuelo programado ayer a Japón.

—Supuestamente sí. Tiffany cambió la reunión.

Estuve allí ayer justo antes de venir aquí.

—En ese momento, captó la compañía aérea y el número de vuelo cuando el periodista lo repitió, y tuvo que tragar saliva para deshacer el nudo que tenía en la garganta—. Dios, era mi vuelo.

—Me cago en la puta —masculló Minho—. ¿Estás bien?

—¿Qué? —A Jonghyun le costaba pensar—. Sí, estoy bien.

—¿Cuándo vuelves?

—Esta noche, creo. —Jonghyun se frotó la frente—. Esto va a afectar mucho a Dayoung. Pásate a verla, ¿quieres?.

 —Sí, claro. Es posible que no consigas vuelo.

 —Lo sé. Intentaré volver lo más pronto a casa.

—Vale. Llámame antes de salir.

—Lo haré. Nos vemos.

Jonghyun cerró los ojos y pegó la frente al móvil. No quería estar con ella en ese momento. Se sentía abrumado por un millar de pensamientos y de recuerdos, y no le apetecía compartir ninguno de ellos con Seohyun. Era una mujer atractiva de cuya compañía disfrutaba cuando le apetecía, pero no le interesaban sus esperanzas ni sus sueños. Ni mucho menos quería compartir los suyos con ella. Ni llorar por su pasado. Había dos cosas sobre las que no hablaba con nadie: su esposo y su hija.

Miró de nuevo hacia el televisor, y lo apagó al ver que Seohyun aparecía en el dormitorio. Llevaba una toalla demasiado pequeña alrededor de su cuerpo. El agua que le caía de la melena castaña le mojaba la espalda. Tenía una sonrisa pícara en los labios.

—Jonghyun. —Atravesó la estancia. Qué tal si jugamos un poco más.

—Tengo que irme. Seohyun pestañeó de forma exagerada varias veces e hizo un mohín sensual que resaltó su carnoso labio inferior. Un gesto que había perfeccionado a lo largo de los años.

—Tonterías. Has dicho que no te esperaban hasta después del almuerzo.

 Te deseo otra vez.

Jonghyun se encaminó al cuarto de baño. —Sí, bueno, por más tentadora que sea tu oferta, debo volver a la oficina. Seohyun lo siguió y, cuando dobló la esquina, entornó los ojos al verlo con los pantalones puestos.

—Bien —replicó, derrotada—. Tendré que esperar a que vuelvas esta noche.

—Una de sus uñas rojas se deslizó por su torso, descendiendo hasta detenerse en el botón de los pantalones. Sus ojos lo miraban con expresión seductora. Jonghyun conocía muy bien esa mirada. Y sabía que Seohyun acabaría subiéndose por las paredes en cuestión de minutos.

—No me quedaré esta noche. Tengo que coger un vuelo a casa. Ella cruzó los brazos por delante del pecho... unos pechos demasiado perfectos.

 — ¡Dijiste que estarías varios días libre!

—Esos eran los planes, pero ha surgido algo. Un asunto familiar. Tengo que volver. Seohyun levantó los brazos y volvió al dormitorio.

Lo siguió mientras se abrochaba la camisa. —Mira, te compensaré la próxima vez que vayas a Seúl. —No he planeado ningún viaje a Seúl. ¡Me tienes aquí mismo, joder!

—Lo sé, y lo siento. Es un mal momento.

—Jonghyun le cogió una mano, consciente de que se estaba comportando como un idiota e intentando suavizar un poco el golpe—. Dame un respiro, ¿Si?

 —No te lo mereces. —Sin embargo, lo dijo con una sonrisa —. Pero lo haré esta vez. Y espero que me compenses con creces. La besó en una mejilla.

—Gracias. —Se sentó en el borde del colchón para ponerse los zapatos, deseando acabar el trabajo y volver a casa tan pronto como pudiera—. Eres un sol, Seohyun.

 

A las siete mañana del día siguiente, Jonghyun aparcó el coche en el camino de entrada de su casa. Estaba agotado, volver a casa había sido una pesadilla. Mientras sacaba el equipaje del maletero, se preparó para lo que lo esperaba en el interior. No había tenido oportunidad de hablar con Dayoung desde el accidente, de modo que desconocía cómo había reaccionado. Su alegre risa lo recibió en cuanto abrió la puerta de la cocina.

—¡Tira el dichoso dado y ya está! —gritó Minho. Dayoung soltó una risilla.

—No vas a ganarme nunca. Soy una profesional.

—No hay profesionales en este juego. Es cuestión de suerte.

 —Mentira. ¡Bien! —gritó Dayoung cuando el dado se detuvo.  Minho soltó una plabrota entre dientes. —¿Lo ves? Es habilidad, tío Minho.

 —No estarás enseñándole palabrotas a mi hija, ¿verdad?—Jonghyun se obligó a sonreír mientras entraba y echaba un vistazo por la estancia. Dayoung  alzó la vista y sonrió. Minho también sonrió.

—Me guardo los peores para cuando estás tú.

—¡Papá! —Dayoung se bajó de la silla para darle un fuerte abrazo a Jonghyun —. ¿Qué haces aquí? Pensaba que tardarías unos cuantos días más en venir.

—Acabé pronto el trabajo y por eso he vuelto antes. —Dejó la bolsa en una silla y se acuclilló para quedar a la misma altura que ella. Después le pasó un dedo por la naricilla. Una nariz idéntica a la de Key. Cada vez que la miraba, veía a Key. El corazón le dio un vuelco gigantesco—. Te he echado de menos. Dayoung frunció el ceño y esos ojos tan penetrantes lo atravesaron.

 —Has vuelto porque estabas preocupado por mí, ¿a que sí?

—Pues sí, ¿qué pasa? Denúnciame si quieres. ¿Estás bien?

—Papá, estoy bien, de verdad. No deberías preocuparte tanto. No es bueno para tu salud. Produce úlcera y reduce la esperanza de vida, por no mencionar que provoca sobrepeso. Tienes que empezar a cuidar tu peso. Ya soy mayor. Sé cómo manejar ciertas cosas.

—Eso de que eres mayor todavía está por verse. —Jonghyun intentó disimular la sonrisa que pugnaba por aparecer en sus labios—. ¿Dónde has leído sobre los efectos del estrés?

 —En el colegio. Ya sabes, esa institución privada que te cuesta. Aprendo mucho en el colegio.

 —Me alegra saber que no estoy tirando el dinero. —Se adentró en la cocina y sacó una botella de agua del frigorífico.

—Casi soy una mujer —dijo Dayoung—. Muchas niñas de mi edad ya tienen el período. Jonghyun se atragantó con el agua.

—Por favor. Solo tienes ocho años.

 —¿Y? —Dayoung miró a Minho, que parecía estar pasándoselo en grande —. Está a la vuelta de la esquina. Tendrás que hacerte a la idea, papá. Y ahora que lo pienso, necesito un sujetador. Creo que deberíamos ir a comprar uno un día de estos. Hoy, quizás.

 —Alargó la mano para coger el dado y después lo miró con una sonrisa traviesa—. Estaba pensando en comprarme uno de esos de encaje rojo que llevan las mujeres de las revistas esas que compras.

 —¡Por Dios! —logró decir al tiempo que se ponía colorado. Minho se echó a reír mientras se levantaba para servirse otra taza de café, tras lo cual le dio unas palmadas a Jonghyun en la espalda.

—No puede parecerse más a Key —le dijo.

 —Dímelo a mí —replicó él mientras contemplaba a su hija. Dayoung no solo se parecía físicamente a Key, su carácter también era idéntico al de su padre. Era igual de sabelotodo y compartía su ácido sentido del humor. Sintió una opresión en el pecho al recordar la sonrisa de Key. Lo fácil que le resultaba hacerlo reír en cualquier situación.

 —Papa, ¿estás bien? —La sonrisa de Dayoung se desvaneció.

—Sí —contestó en voz baja—. Ahora sí.

—Si. Yo también. Voy a subir para arreglarme. —Se bajó de nuevo de la silla y se acercó a él.

 Cuando Jonghyun se agachó, le dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla—. Me alegro de que estés en casa. Te quiero, papi.

—Yo también te quiero, bebe. Jonghyun soltó un largo suspiro mientras la observaba salir de la cocina y subir la escalera trasera. Aunque no tenía motivos para preocuparse tanto por ella, lo hacía.

La verdad era que Dayoung lo llevaba bastante mejor que él en muchos aspectos. Durante los últimos cinco años se había visto obligada a crecer más rápido de lo normal. Ningún niño de ocho años debería preocuparse diariamente por la salud mental de su padre, pero eso era lo que le sucedía a Dayoung. Se pasó una mano por el pelo, que a esas alturas ya estaba alborotado.

—Está creciendo demasiado rápido. Minho sonrió.

 —Sí, lo sé. Dentro de un par de años empezará lo malo.

—Ya. —Jonghyun se pasó una mano por el pecho, en un intento por aliviar la presión que sentía en ese lugar—. ¿Las revistas que compro? ¿De dónde ha sacado eso? —Movió la cabeza—. Me ha puesto los pelos de punta. Menos mal que estabas aquí para ayudarme...

 —A mí no me mires, hombre. No soy padre. Así que tengo libertad de hacerme el loco con todo lo que está relacionado con la pubertad y el sexo. Eso te lo dejo a ti. Jonghyun hizo una mueca.

 —No menciones las palabras «pubertad» y «sexo» refiriéndote a mi niña. Minho comenzó a rebuscar en los cajones de la cocina, en busca de sabría Dios qué. Encontró una caja de cereales en la despensa.

—¡La leche!

—Tras apoyarse en la encimera, sacó un puñado de cereales de la caja—. No los como desde que era pequeño. Jonghyun miró la caja.

—Seguro que llevan ahí desde que eras pequeño. No recuerdo haberlos comprado.

—¿Con todos los conservantes que llevan? Es imposible que se pongan malos.

—Se sentó en la encimera. Mientras Minho comía cereales caducados, Jonghyun se dejó caer en una de las sillas y se masajeó la frente. Comenzaba a sufrir una migraña provocada por la tensión. Pocas horas de sueño, un viaje largo y el estrés del último par de días.

—Estás hecho un asco—murmuró Minho.

 —Ya lo sé.

—Seohyun debió de dejarte hecho polvo. —Estuvo a punto de arrancarme la cabeza cuando le dije que me iba antes de tiempo.

—Me gusta. Si te cansas de ella, pásamela. Jonghyun rio entre dientes.

—No eres su tipo. La vida al aire libre no le va. Minho se echó un vistazo. Llevaba unos vaqueros desgastados y unas botas.

 —¿Me estás diciendo que no soy un hombre con clase? Jonghyun examinó a su amigo. Minho necesitaba un buen corte de pelo.

—Te estoy diciendo que no tienes la clase que ella busca.

—¿Y tú sí?

 —No, yo tampoco. Pero ella todavía no se ha dado cuenta. —Se presionó las sienes con los dedos—. Solo me quiere por el sexo. El día menos pensado descubrirá que soy un hijo de puta y me dará la patada. Minho se echó a reír.

 —No te lo discuto.

Jonghyun contuvo un bostezo mientras se ponía en pie.

—¿Vas a quedarte por aquí?

—Sí, un rato.

—Vale. Me voy a la cama. —Le dio una palmadita a Minho en la espalda cuando pasó por su lado—. Gracias, hombre.

 —No hay de qué. Jonghyun subió la escalera trasera, se detuvo al llegar a la mitad y miró hacia atrás. Justo cuando comenzaban a rehacer sus vidas, la ausencia de Key los golpeaba de nuevo, ya que el accidente aéreo les había hecho recordar de golpe lo que habían perdido. Aquel accidente aéreo había despertado recuerdos de lo que sucedió cinco años antes.

Se frotó la dolorida cabeza y siguió subiendo. Los recuerdos se amontonaron en su mente mientras se acostaba en su dormitorio. Recuerdos del último día. Aquella mañana dejó a Key en el aeropuerto, se despidió de el con un beso, le frotó la barriga y sonrió, encantado con el secreto que le había revelado la noche anterior, y después se inclinó hacia él y aspiró por última vez el dulzón olor a fresa de su perfume.

Daría cualquier cosa por pasar una hora más con él. Cerró los ojos y sintió el escozor de unas lágrimas de las que ni siquiera era consciente. A esas alturas, apenas recordaba su cara. Aunque lo llevaba grabado a fuego en el corazón y en el alma, su imagen se borraba lentamente y los detalles comenzaban a difuminarse. Hasta su voz, esa voz dulce y seductora que siempre le había llegado al alma, le resultaba difícil de recordar. Se pasó una mano por el pecho, donde sentía un dolor abrasador. Parte de sí mismo deseaba poder librarse de él.

 La otra parte se aferraba a dicho dolor como si se le fuera la vida en ello. Ya lo había perdido una vez. No podía soportar la idea de perder lo poco que le quedaba de su Key.

Notas finales:

*-*

 

BUeno le toco a Jonghyun....  tiene una hija ^^ 

su hija es su fuerza..

Que pasara ahora... Que sucedera,,,

 

pues si me dejan rw actu

 

bye bye


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