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De pasados, presentes y futuros por kaoryciel147

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Notas del capitulo:

Hola queridos lectores. Volví con una actualización. Ewl capitulo esta algo larguito en compensación. Y bueno el proximo capitulo lo tendran en una semana. he avanzado bastante con el fic ... viene sorpresas para toda las parejas. Gracias por sus comentarios, los estare respondiendo en el transcurso del día.  

Confusión

Presente

Akashi y Kuroko

Después de casi un mes  de recuperación, Kuroko por fin se encontraba totalmente recuperado. Al menos físicamente lo estaba. Sus heridas internas no habían sido fáciles de tratar; así como tampoco dominar a su omega interior  para que no sufra más. Por otro lado, sentirse protegido por Akashi y Midorima fue importantísimo para su recuperación emocional. Por ello mismo, al fin se ponía de pie, tenía los ánimos de tomar un baño reparador y vestirse por sí mismo, sin la ayuda de nadie. Su rostro era casi inescrutable como siempre. Akashi se encontró admirando su fuerza de voluntad.

—Tetsuya, siempre me sorprende tu capacidad para levantarte una y otra vez.

—Gracias por cuidar de mí, Akashi-kun y por encargarte de mis papeles.

El pelirrojo omega simplemente le regaló una sonrisa. Tetsuya era una de sus debilidades, debido a su manera un poco torcida de quererle había realizado ciertos actos imprudentes que terminaron dañando más al peliceleste en vez de ayudarlo. Sin embargo, en su visión solo fue por su bien. Un Akashi, después de todo, solo puede querer y amar de una manera absoluta, torcida egoísta y despiadada. Pero ahora que su parte racional, la amable, estaba a flote, Tetsu puede estar seguro ahí en su mansión. Será por él, por lo que Akashi intentaría ver la situación de otro modo. No solo sobre Tetsu sino sobre sí mismo también. Fue por él que no terminó contactando a ciertas personas para dañar a Taiga. No le importa si el culpable fue en parte  de Tetsu, Taiga ha  dañado a este por lo que en su opinión  debe de pagar por ello.

Pero sabía, para su desgracia, que Tetsu le ama o al menos siente cariño por el alfa pelirrojo, por lo que aún no moverá sus acciones: Lo que sí hizo fue movilizar a sus contactos lo más rápido posible y a sus mejores abogados para obtener la custodia del omega peliceleste.

—Gracias por no hacerle daño a Kagami-kun.

Akashi torció su gesto levemente ante la mención de ese nombre. No entiende porque el peliceleste es tan considerado. Quizás es porque cada uno pertenece a especies diferentes. Mientras Kuroko era un canido, Akashi era un león. Y Los leones no perdonan a quienes hacen daño de su manada, mucho menos si los considera inferiores.

—Debiste dejar que le diera una lección— cruzo sus brazos un poco fastidiado.

Para Tetsuya era un poco gracioso ver a su primo de esa manera. Su lazo sanguíneo era lejano pero provenían del mismo tronco familiar. Los Kuroko pertenecen a una  rama que se desvío del clan Akashi hace dos generaciones para mezclarse con los lobos y canidos. De cierto modo, Kuroko Tetsuya provenía de una rama rebelde. Desde ahí sus diferentes maneras de pensar, quizás.

—Tetsuya, mañana lo harás bien. —le aseguró con toda su presencia Akashi, desviando el tema a lo importante en este momento.

El certificado que mañana el psicólogo le otorgue a Tetsuya será validado ante un juez y a partir de ahí, Kuroko será libre de tomar sus decisiones e ir hacia donde desee sin tener la vigilancia de alguien más.

Por ahora Tetsu se alista para salir con Akashi. El omega pelirrojo le invitó a un restaurante que últimamente se ha hecho muy popular entre los más especializados comensales. Akashi quería ir al lugar desde hace unas semanas, pero con la recuperación de Tetsuya en curso no fue posible. Se supone que  no es un lugar muy lujoso sino más bien del tipo tradicional, pero que la comida se siente hogareña y deliciosa. Tetsuya está nervioso, Akashi puede percibirlo a pesar de ese rostro indiferente y ese intento de sonrisa tranquilizadora.

Cuando finalmente, Tetsu se terminó de arreglar por sí mismo y de un largo suspiro por los nervios de enfrentarse a las calles, a los aromas y a los recuerdos, ambos se encaminaron hacia el garaje de la mansión Akashi. Ambos subieron a uno de los lujosos autos del pelirrojo, el cual será conducido por el mismo omega.

—Cuando tengas el certificado podrás manejar tú mismo tu propio auto.

Tetsuya solo sonrió débilmente. A pesar de la decisión tomada todo era como una herida recién cicatrizada. No intentaría refugiarse nuevamente en alguien. No era correcto que el débil se aproveche del fuerte ¿verdad? Porque ahora se da cuenta que es lo que hizo para poder sobrevivir.

Ambos llegaron a un restaurante pequeño pero que tenía el portal tradicional, con su tejado de madera y su piso de tatami. Porta cada cabina totalmente separada la una de la otra para dar privacidad a cada agrupo de comensales. Aquello le agradó a Akashi; sin duda estuvo bien seguir el consejo de su amigo Reo. Después de todo, este escribía en una revista de variedades haciendo recomendaciones al lector sobre lugares de comida y esparcimiento.

Kuroko también se sintió un poco más relajado de poder solo compartir el espacio con Akashi. Aún no está preparado para los lugares totalmente abiertos.

Todo iba mejor de lo que espero en aquella salida. Pronto tendría que enfrentar tanto a Aomine como Kagami y aquello no sería fácil. Por ahora, solo quiere luchar por su independencia, solo ello. Dentro de dos semanas se acabará el plazo de alargamiento de sus escenas con Aomine y con Kagami en la serie. Deberá grabarlos una detrás de otra. Por lo que  debe de esforzarse en ello. Se  comprometió con el proyecto, así que va a cumplir con este.

Cada uno se sentó. Una joven risueña les trajo la carta. El lugar cada vez se llena de más y más gente que se refugia para disfrutar de las mejores sopas cálidas o de los deliciosos dulces de arroz. Ambos hicieron sus pedidos, la joven les anuncio que otro camarero les traería sus pedidos. No le prestaron mucha atención.

Iniciaron a conversar sobre la serie y los detalles de esta.

—Tetsuya, sé que va a ser difícil para ti actuar con Daiki…

—No te preocupes, voy a lograrlo. —contestó poniendo firmeza en su tono de voz.

—Sabes que Daiki está ansioso por verte de nuevo. Ha venido varias veces para preguntar por ti.

El peli celeste simplemente apretó sus puños ante la noticia, por supuesto aunque no lo ha visto frente a frente, sí que asentido su aroma lo lejos cuando este va la mansión Akashi a preguntar por él. Sin embargo, había muchas razones para ni siquiera intentarlo con Aomine, Akashi sabía cuáles eran una a una por ello mismo  gradecía que nunca le haya dejado pasar.

—Tetsuya, sé que hay miles de razones para que…

—Disculpen…señoritos…

Aquella voz temblorosa y ese olor débil. Akashi reconoció rápidamente aquel aroma. Por supuesto, como no hacerlo… si era nada más y nada menos que Furihata Kouki. Aquel quien se atrevió a tocarle. Pues el detalle que fue Akashi quien primero tomo de su mono quedó completamente borrado para el pelirrojo al verle ahí con sus platos en una bandeja.

—Tú eres quien me ayudo. Te lo agradezco mucho.

El joven alfa castaño se sonrojó aún más después de escuchar el agradecimiento sincero del peliceleste.

Akashi se acomodó en su silla, sonriendo de una manera muy diferente a como le estuvo sonriendo a Kuroko, era una sonrisa torcida, no amable ni dulce ni piadosa, era de alguien quien saborea una travesura cruel antes de tiempo.

—Vaya... quizás debería hablar con el director. ¿Te pagan tan poco que debes trabajar de mesero?

— ¡Akashi-kun!—Tetsuya le regañó.-

El pelirrojo resoplo, solo permitía ese tipo de regaños a Tetsuya, pero incluso para él tenía límites.

Con ese pequeño acto, Furihata verificó que realmente el peliceleste es alguien muy especial para el omega. No era algo que debiera preocuparle pues ambos eran omegas, el dulce cariño entre estos era común entre familia…quizás...

— ¿Ustedes son familia?—preguntó tembloroso, intentando no ser más atrevido de lo que ya había sido al formular aquella pregunta.

—Lo somos. —afirmó Akashi serio.

Observa a detalle a ambos omegas. Sí, definitivamente tiene un parecido, pero también son muy diferentes. Casi como si fueran lo puro y lo pecaminoso. Como si fuera uno el gemelo bueno y el otro el malvado. Kuroko tiene aquellos ojos hermosos de un cielo azul así como su cabello tan puro; mientras Akashi parece ser todo de fuego sensual agresivo y temible. Furihata se sabe débil pero no puede evitar sentirse tentado a quemarse y a salir herido.

— ¿Entonces tienes un trabajo de medio tiempo?

Incluso para preguntar, Kuroko, quien también está por encima de él, es cuidadoso y más delicado, amable y gentil a pesar de que se ve un poco demacrado sigue siendo tan hermoso. Furihata lo admite, a pesar de ser así de bello y otra estrella inalcanzable puede hablarle con normalidad y mirarle, mientras que quiere evitar a Akashi, aun así siente su mirada, su desprecio, siente como claramente marca la diferencia abismal entre ellos.

—No. En realidad solo estoy apoyando a una amiga aquí. No quiero que la despidan de su trabajo de medio tiempo. Ella está recuperándose de una gripe.

—Inútiles...—susurra Akashi mientras saca los palitos de su estuche.

—Vaya eres alguien muy amable. —agrega el omega peli celeste.

—Bueno, no es algo tan difícil...—se sonroja ante la suave pero amable sonrisa de Kuroko

—Mesero, puedes retirarte. —interrumpe el pelirrojo.

Como siempre el pelirrojo es implacable. Aquella última noche que le vio  sintió que se habían acercado aunque sea un poco, pero ahora comprende que aquello fue solo una ilusión. Akashi Seijuro estuvo vulnerable y su prometido no estaba ahí, así que simplemente fue utilizado, ahora es fuerte nuevamente. Ahora simplemente ya no le necesita.

—Por supuesto, les dejo disfrutar de su comida.

Furihata se marchó con el orgullo despedazado. Un alfa completo pondría en su lugar al omega, pero para él no era posible. No contra Akashi.

—Akashi-kun... ¿Por qué has sido tan duro con él?

Es bien sabido que Akashi es elitista, pero raramente lo demuestra. Sin embargo ahora apareciera que hería al joven alfa apropósito.

—Tetsuya…no…lo...sé.

El rostro de Akashi pareció ausente por unos minutos. El silencio se hizo grande entre ellos. Quizá preguntar e indagar. Akashi estaba confundido, podía notarlo ¿pero cómo? ¿Acaso eso era posible? Por un momento, Kuroko temió por su amigo Midorima aunque supo que era tonto relacionarlo. El no era discriminador, pero basándose en algo tan tangible como la realidad un alfa como Furihata no puede vencer a uno como Midorima.

Minutos después Akashi nuevamente se repuso, volvieron a conversar de temas ajenos a lo amoroso. Se concentraron en sus comidas. Kuroko comenzó a platicarle sobre sus visitas a Estados Unidos, los juegos de básquet allá. Evito tocar el tema de Kagami. En realidad, ambos evitaron tocar el tema de los alfas.

Furihata no fue quien les trajo la cuenta, sino la muchacha que les había traído la carta. Kuroko pudo observar cierta decepción en la mirada del pelirrojo.

Ambos salieron, caminaron en silencio, disfrutando de la brisa que no era fría ni cálida, sino que era perfecta.

—Sabes si yo fuera un alfa no te dejaría ir, Tetsuya.

Kuroko río: había escuchado esas palabras hace tanto tiempo, siempre sonreía cuando las escuchaba. Su amigo le protegía demasiado. Y estaba seguro que si este hubiera sido un alfa pues sí…estaría a su lado para siempre.

—Pero no lo somos. Y tú amas a  Midorima-kun, lo puedo notar.

Sus miradas se encuentran, Kuroko acaricia la mejilla de Akashi con dulzura. Sonríe suavemente. El emperador se ha sonrojado levemente, algo casi indistinguible para luego reír con soltura pero guardando su natural elegancia.

—Sí…aunque Shintaro...realmente…

—Él también te ama. Estoy seguro—admitió Kuroko. — Ustedes han sido como mama y papá.

Ambos le habían protegido durante años, y él les había observado detalladamente. Han pasado por mucho, más de lo que él sabía con seguridad. Pero nada había debilitado realmente los cimientos de su relación.

—Quizás yo no sea su omega destino, Tetsuya, pero te puedo asegurar que Midorima es mío y lo será por siempre.

—Lo sé.—asintió para luego sonreír suavemente.

—Pero, Akashi-kun, creo que deberías de prestarle un poco de atención a Furihata-kun.

El omega pelirrojo le observó extrañado.

—¿Por qué lo dices?

—Solo es una corazonada. Creo que es mejor que regresemos a casa.

Akashi meditaría esas palabras por toda la noche. Por lo que aquella noche no iría a las habitaciones de su prometido ni le llamaría para que durmieran en la misma cama. Sino que cerraría los ojos en soledad y susurraría el nombre del alfa castaño.

 

 

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Pasado

Sus padres habían descartado cualquier espera. El matrimonio entre ellos iba a ser llevado muy pronto. Ninguno quería que Himuro quedase preñado sin estar ambos unidos por las leyes civiles y las costumbres. Por supuesto aquello aterró a Himuro, no siendo igual en Kagami. En aquellos momentos, Kagami no parecía ser un niño, sino ya un joven alfa que sabía bien que era lo que quería en su vida. Para el joven Kagami, estar al lado de Himuro era un hecho de por vida, por lo que una formalidad como el matrimonio era algo accesorio. Sin embargo, Himuro lo veía incluso antinatural. Se sentía demasiado joven para ello.

 

—No lo comprendo, Tatsuya, Taiga-kun lo está tomando con la mayor de las naturalidades—habló Himuro Natsuki, madre de Tatsuya.

Observó los ojos de su madre, tenía aquella mirada en la que pronunciaba sus hermosos ojos rasgados y negros. Era una bella mujer de cabellera blanca, del ala de lobos blancos de los Himuro. Podría parecer frágil pero realmente era una omega muy recta con las buenas costumbres.

—Mi hijo se está portando como alguien muy maduro y estoy feliz con ello. Tatsu-chan por favor corresponde apropiadamente a los sentimientos de mi hijo—Intervino Kagami Akira, padre omega (también podía llamársele madre) de Taiga.

—Madres, yo le quiero pero creo que esto es absurdo. ¡Solo tengo quince años y Taiga trece! No me parece que debamos casarnos. —termino bajando su voz ante el cambio en la mirada de su madre.

—Por supuesto que no pensábamos casarlos hasta que cumplieran los dieciocho; pero viendo que sus partes animales no pueden esperar más es lo mejor. No vamos a exigirles que cumplan los votos matrimoniales y que nos den nietos ahora, pero sí que legalmente estén casados ante todos y así pueda evitarse cualquier inconveniente.

Tatsuya apretó sus puños pues se sentía impotente para poder replicarle. Lo cierto era que fueron demasiado lejos la última vez que empezaron a tocarse. Ni siquiera pensó que pudieran llegar  a hacerlo. Es decir, Taiga solo tenía trece a pesar de verse más alto y fuerte. Aunque realmente eso era lo único que le importaba a su omega interno: sentir la fuerza sobre su cuerpo de un alfa. En momentos como ese maldecía su naturaleza.

—Hijo, has estado toda tu vida al lado de Taiga-kun y aparentemente te gusta demasiado ¿Qué problema hay?

Su madre le había abrazado, pero no pudo corresponder al gesto, más bien se separó totalmente herido de no contar con el apoyo de su madre ni de su tío. Aun con los ojos enrojecidos se marchó a su habitación.

Esa noche tenía un concierto y debía de dormir para poder estar listo y deslumbrar a su pequeño público en la discoteca Black night. Por fin les pagaban por sus presentaciones, al fin empezaban a volverse conocidos entre los locales, no iba a renunciar a un sueño que era suyo, que le pertenecía solo a él y que nadie había impuesto como los anteriores.

La noche llegó y él se encontró frente a su enorme espejo en su closet. Estaba totalmente listo, se delineo los ojos y su figura andrógina resalto aún más.

—Siempre te ves tan hermoso cuando sales a cantar. Quisiera verte hoy hacerlo.

Tatsuya se sorprendió de verlo. Kagami permanecía en la puerta de su closet, observándolo con hambre. Sin duda no parecía un niño de trece años. Era todo un tigre ya. Quizás el ser jugador de básquet le había hecho despertar más rápido.

Sin esperárselo, Kagami le atrapo fuertemente de la cintura y le robo un beso.

—Vas a ser mío muy pronto—dijo emocionado. Fue ahí que aun pudo ver un toque del cachorro alfa.

—Taiga ¿estás de acuerdo con casarnos?—preguntó queriendo de verdad saber su opinión, esperando encontrar apoyo en la negativa para el próximo enlace.

Kagami le observó tratando de entender. Por supuesto, para el tigre no había rastro de dudas.

— ¿Por qué tú lo dudas?

—Solo…tienes trece— arrastró las palabras de su respuesta.

—La próxima semana cumplo catorce—anunció como si fuera la respuesta correcta.

—Trece o catorce…eres joven y soy el único omega al que has visto. Quizás tu pareja destino este por ahí esperando por ti. Quizás la mía lo este.

— ¿Por qué dices eso? No hay nadie más para ti o para mí. Tu eres mi pareja destino, eso es evidente, por eso haz hecho que mi alfa despierte.

Nunca se puso a pensar en ello. ¿Y si Kagami lo era? Aun eran jóvenes como para darlo por hecho. Le quería, absolutamente lo hacía, incluso podía decir que lo amaba. Pero Tatsuya tenía sus reservas pero sobretodo tenía sus sueños. Kagami lo estaba cumpliendo y él no quería no cumplir los propios.

—Tatsuya, nuestros padres tarde o temprano van a descubrir que te escapas por la noche. Si estamos casado ellos ya no podrán decidir sobre tu vida. Yo seré el único al que respondas. Yo voy a dejarte cantar.

Si el pelirrojo pensó que con ello Tatsuya se rendiría en sus brazos, el efecto fue el contrario, el omega se separó como si estuviera ofendido.

—Ya debo de irme.

Su celular timbró como si estuviera conectado a sus deseos. Era Masaaki.

—Quiero verte cantar. — su tono de voz fue demandante, algo diferente a lo usual.

—Es un lugar peligroso en el que no puedes entrar por ser menor de edad.

—Más aun quiero ver dónde es que te desenvuelves. Yo… no quiero que me apartes, Tatsuya.

De a momentos aun veía al niño que cuidó físicamente y emocionalmente de otros alfas más grandes, aún estaba presente esas facciones redondeadas y esos ojos que buscaban sus abrazos y caricias, pero cuando se acercaba para cumplir esas demandas infantiles, la mirada peligrosa del tigre le advertía que esas caricias ya no serían tan  inocentes.

—Un día de estos voy a sorprenderte yendo a verte—le comento con esa sonrisa orgullosa y confiada digno del heredero del clan de los tigres.

Se marchó con una sonrisa, solo para luego regresar y acercarle por las solapas de su polera de dormir para darle un beso fugaz.

—Lo veremos, my litle tiger.

En vez de poder salir con rapidez, Kagami le atrapó con esa fuerza no propia de su edad, en sus brazos, le envolvió con fuerza y dominación pero también con ternura. En ese tiempo Kagami era una mezcla de ambas entidades: del cachorro de mama y del alfa adulto posesivo en que se convertiría. Sin pensarlo nuevamente había caído ante el aroma y aura de su tigre, envolvió sus brazos alrededor y se apegó totalmente al cuerpo del otro. Ambos emitieron sonidos agudos desde el fondo de su garganta e iniciaron un beso lento hasta que el timbre en el celular de Tatsuya les separó. Tatsuya se despidió con un beso en la mejilla y una sonrisa pícara. Sin embargo esa sonrisa se borró cuando salió de su hogar “¿En qué demonios estoy pensando?” se preguntó a sí mismo.

Esa misma noche, después del concierto, Masaaki le anunciaría una buena y mala noticia al mismo tiempo.

—Tatsuya, el padre de Akito nos va a dar una oportunidad de verdad en Japón. Y además nuestros papeles están a punto de vencer. ¿Vendrás a Japón con nosotros verdad?

Si el día que hizo su audición se lo hubiesen preguntado, se hubiera marchado ahí mismo, pero recordar el rostro de Taiga hacía doloroso tomar una decisión. Akito era un miembro de la banda, su padre residía en Japón y aparentemente estaba relacionado con la industria musical. Quizás podría darle una oportunidad y volverse una estrella en su tierra natal. Era su futuro. Nunca encontraría a personas con las que se sintiera tan cómodo cantando y tocando. Estaba seguro que esta banda era la correcta.

—Claro, Massaki, pero no va a ser fácil.

Su amigo omega sonrió y con una mirada inteligente le dijo:

—No te preocupes. Deja que tus sempai lo arreglemos.

 

 

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Presente

Por supuesto que Furihata tiene sus razones para estar siguiendo a Akashi Seijuro como vil acosador. Y es que verlo tomar su propia bebida en la cafetería exclusiva del mismo edificio de la productora es algo diferente a ver a cualquier otro ser humano. Aparentemente este día es algo especial ya que este se ve serio pero como ya parecía costumbre está acompañado del omega peliceste.

Parece que el pelirrojo le está dando apoyo acerca de un tema especial, pues el peliceleste le agradece con un asentimiento de cabeza.

El castaño tien una carrera por la cual está bien encaminado, que además le gusta y satisface por el momento sus necesidades básicas. Aunque bien, es soltero y aún vive con sus padres; cuando tenga una familia quizá sí necesitará un mejor puesto para poder mantenerlos. Ya que si cumple con las expectativas de su madre y se casa con un omega, estos muchas veces deciden quedarse los primeros años de la vida del cachorro en casa, criándoles y cuidando de ellos. A pesar de no faltarle propuestas de omegas para casarse, ya que es uno de los pocos alfas de su círculo amical y familiar, realmente no se ve de ese modo. Menos ahora.

De pronto el omega peli celeste se levantó y se despidió con un beso en la mejilla del otro omega, lo cual le sacó de sus pensamientos. Notó como el omega pelirrojo siguió al peli celeste con la mirada, como protegiéndolo de que cualquiera se acerque a este hasta que él se hubiera internado en el ascensor. Un suspiro se dejó oír.

Cuando el pelirrojo bajó nuevamente la mirada hacia sus alimentos aun no terminados sintió ganas de ir hasta él y posar una mano sobre su hombro. De alguna manera puede ver encima de los hombros del omega un gran peso. No le conoce realmente, no puede saber cuánto carga sobre sí el pelirrojo. No tiene idea de cuan peligroso y a la vez en cuanto peligro está sumergido aquel omega. Siendo fiel a sus instintos se acerca lentamente. Pensó que era silencioso pero la voz del pelirrojo le sorprendió.

—No puedo creer que te hayas atrevido a escuchar mi conversación con Tetsuya. Quizás debería hacer que te despidieran.

Esta mañana el joven artista pelirrojo se veía más pacífico pero  a la vez más preocupado y entristecido. Por supuesto sus ojos de rubí seguían siendo tan duros como las piedras preciosas, pero a la vez contenían un brillo especial.

—Siéntate

No era una invitación, solo una orden. Aun así tras esas palabras había cierta fragilidad en su tono. Cierta diferencia a la dureza de su trato usual.

— ¿Por qué me invitas a sentarme?

El omega resopló y desvió la mirada, tomo nuevamente su jugo de melón, intentando restarle importancia. Parece bastante cansado, pero aun así posee elegancia.

Un mesero se acercó, era un beta. Se quedó mirando por un largo tiempo a Furihata como intentando comprender que hacía un asistente en una cafetería destinada a los verdaderos productores, directores y estrellas de la productora.

—Yo no pediré nada. Lo siento

Ni siquiera entiende porque se disculpa. El mesero hizo una reverencia y se alejó. Akashi sonrió levemente; aquello le causó cierta sensación de bienestar a Furihata.

—No te rías—bromeo sin darse cuenta hasta que el rostro de Akashi volvió a ser serio.

— ¿Me acabas de tutear? ¿A mí?

—Ehh... lo siento… Akashi-san

A  pesar del rostro serio, había algo diferente en el pelirrojo. Ciertamente no se veía realmente enfadado más bien parecía divertido con molestar a Furihata.

—Y bien ¿escuchaste algo de mi conversación con Tetsuya?

—No, nada—se apresuró a decir el castaño—Bueno...

—Dime—ordeno el omega.

—Es solo que le vi muy preocupado por Kuroko-san

Ante las palabras del alfa, la expresión de Akashi se volvió aún más seria. Un estremecimiento le recorrió ¿Cómo es posible que este muchacho pueda leerle? Es alguien de lo más insignificante. Solo los alfas superiores podían oler las emociones.

Pero en este caso no se trata de olfato o algo parecido; es simplemente un muchacho preocupado por el omega que había admirado por años. No quiere sentir más aquel sentimiento confuso. No va a enredarse con alguien tan insignificante y marginal. Akashi pudo finalmente calmarse, retomar todos sus sentimientos para sí mismo y poder esbozar una sonrisa amenazadora.

—Escucha, asistente, no tienes permitido hablar de nada lo que has visto u  oído acerca del tema de Tetsuya.

Furihata a vista del omega, se alertó, pensó que entonces el trabajo estuvo hecho, pero sorpresivamente el castaño le toma de la mano con respeto pero con sincero sentimiento. Sus ojos castaños grandes le miran por primera vez a los ojos y en ellos no puede vislumbrar mentira o engaño.

—Nunca podría traicionarle, Akashi-sama

Ambos eran desconocidos ¿Cómo Furihata era capaz de sentir y decir palabras tan poderosas? Un “Nunca” es una palabra que muy pocas veces una persona puede utilizar sin luego venir no cumpliéndolas. Pero el gran líder de una de las familias más poderosas de Japón, que había visto cantidad de personas con el porte de Furihata intentar traicionarle, creyó en su mirada y en sus palabras. Una calma inusual se asentó con él.

Era diferente a la tranquilidad de los brazos de Midorima. En estos podía sentir que nada físicamente malo le pasaría, como omega que era por naturaleza buscaba ello; pero ahora con sus manos entre las de Furihata sentía que era él quien nunca le mentiría o traicionaría. Porque incluso su prometido y protector una vez le había traicionado. A pesar de todo, no podía olvidar ese hecho.

—Furihata Kouki, dame el número de tu celular.

La orden vino de manera bastante sorpresiva. El tono de voz de Akashi, como era regular, no deja cabida a una negativa; así que el castaño con una sonrisa nerviosa saca su número.

—Bueno... no lo recuerdo así que lo tengo apuntado.

Akashi rueda los ojos, pero se siente tranquilo y complacido, hasta que nota que algunos meseros se les quedan mirando mucho más del tiempo que Akashi le parece prudente.

Así que para evitar algún tipo de escándalo se pone de pie.

— ¿Akashi-san?

—Estoy seguro que tu trabajo como asistente ya debe de haber iniciado. Dame tu número y más te vale que si te mando un mensaje o te llamo contestes.

Así pues el pelirrojo apuntó el número celular del castaño en el suyo propio para luego dejar una suma bastante alta de dinero sobre la mesa para pagar lo comido por él y Tetsuya.

—Nos estaremos viendo, asistente—se aceró tanto a Furihata que este pudo sentir su aliento incomparable. El castaño quedó con el corazón acelerado pero con una sensación agradable. Se sentía de alguna manera feliz. Olvidó por completo cualquier pensamiento sobre las humillaciones anteriores... Estaba seguro (sin tener un motivo tangible) que Akashi confía en él.

 

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Pasado Teiko:

Cada vez que salía de la cancha era como si entregase su relación con Aomine a su compañero. Era algo extraño y duro el que Tetsu y él fueran los que se intercambiaran en los dos o en el último cuarto de varios partidos. Y es que el juego se llevaba de una manera, para luego rematar con la participación de Tetsu.

Akashi era un estratega bastante sádico con el enemigo; no solo les vencía en habilidades sino que destrozaba su futuro y esperanzas. El juego iniciaba con los tiros absolutos de Midorima, con un simple pase de Murasakibara y quien por su gran tamaño era quien siempre conseguía el balón al inicio. Con uno de aquellos tiros de tres se conseguía inclinar la balanza. El equipo contrario empezaba a perder el ánimo. Ya para la mitad, si querían al menos luchar por perder con dignidad, los pases míticos de Tetsuya en combinación con Aomine eran simplemente aterrador. ¿De quién  provenían? ¿Acaso  Teiko tenían un pacto demoniaco?

Para ojos más agudos, vistos desde las gradas se podía notar que a la entrada de un jugador omega peliceleste era que el cambio de juego se daba. Entonces ese chiquillo era quien lo orquestaba. La primera vez que se cambió al popular Kise Ryota muchos creyeron que estaban pecando de egocéntricos al cambiar a alguien con el talento de Kise por alguien que evidentemente era débil. Luego de que la entrada de aquel misterioso jugador se hiciera efectiva y que la estrella de la generación de los milagros anotara sin parar todos enmudecieron. El misterio sobre aquel jugador desconocido creció.

Claro, muchos equipos veían los partidos de Teiko para poder estar preparados en la cancha, pero eso no les servía de nada. Cada juego tenía un nuevo diseño, cada uno de sus movimientos había también sido estudiados. Muchas veces, incluso parecía que los miembros de la generación de los milagros sabían exactamente qué harían, la habilidad de Momoi dieron sus frutos también.

Cada partido era una masacre. Parecía no haber quien pudiera oponerse. Por ello mismo, Kise cada vez que se sentaba no sentía miedo, sino absoluta certeza de que el partido al que había ayudado, sin duda Kuroko terminaría por ayudar a aplastarlos. Kuroko era una persona tierna y amable, pero Kise sabía que tenía esa vena sádica que todos ellos tenían. Le reconocía como compañero, sobre todo porque era el quien quedaba atónito con sus habilidades cada vez que le veía desde el banco.

Él, como alero, era quien anotaba desde mediana distancia cuando se requería, pero también quien ayudaba en el contrataque a las jugadas armadas por Akashi, quien debía de reconocer que tipo de estrategia le dirigía. Si era necesario se lo pasaba a Aomine o  Midorima. Hacer el tiro por sí mismo y anotar tenía su magia, pero cuando se lo pasaba Aomine y esta anotaba tenía un sabor diferente, algo como agridulce. Aun estaba fascinado por su forma de juego, por su facilidad de sus movimientos como felino, pero también se sentía un poco celoso de sus habilidades. Aun así sentir todo ello era agradable, pero todo moría cuando la mirada de Akashi se dirigía a la banca, cuando una pequeña luz se encendía en la mirada de Aomine, de su novio. Siempre sonreía y palmeaba el hombro de Kuroko al salir, le daba una buena suerte que era innecesaria, para luego caminar rectamente hasta su posición en la cancha. Era por supuesto bien recibido por los jugadores de banca, le entregaban agua y una casaca, pero ahí en la cancha sentía que dejaba una parte de sí.

No podía desviar la mirada del partido, eso sería mal visto. Tenía el deber de observar la perfecta sincronía de Akashi y Midorima que era una de las agrandes armas de Teiko, el perfecto armador y el perfecto escolta;  pero también debía de ver la perfección del lazo entre Aomine y Kuroko. Verlos funcionar como dos parejas y oír en las gradas como se mencionaban por la configuración era de cierta manera doloroso. La pelota una y otra vez era bloqueada por Murasakibara luego pasaba a Akashi,  este a Kuroko y casi siempre, él le daría el pase en la mejor posición para que Aomine encestase. Luego de ello, vendría el popular choque de puños junto a sus caras sonrientes.

Kise trataba de recordar una y otra vez los besos que compartió con su pareja la noche anterior, pero en ese momento ningún recuerdo era lo suficientemente fuerte para eclipsar las sonrisas de los otros. Era solo básquet, era solo sus compañeros apoyándose en su mejor arma. Lo comprendía racionalmente pero no su omega.

Ya iba casi a mitad del torneo. En este partido, Akashi había sacado a mitad del partido a Kuroko. El rubio omega como siempre les observó detalle a detalle en las grades. Celebraba los puntos de cualquiera de sus compañeros, pero cuando el punto era dado por el dueto de Kuroko y Aomine sentía una sensación amarga. No debía estar celoso, pues Aomine le había escogido y cuando estaban solos le demostraba que le quería. Pero en el básquet, era Tetsuya su sombra, su compañero y se compenetraban de una manera que iba más allá de cualquier lazo de pareja que pudiera él tener con el As. 

Casi siempre, Kuroko al final del partido se hacía visible, por lo que algunos con una destreza visual podían marcarlo, pero  el equipo con el que jugaron aquel día estaba casi humillado y su última mundana acción fue querer cobrar venganza de Tetsuya: como fingiendo un pivoteo, el armador del equipo contrario empujó al peliceleste. Todos en la banca de Teiko se pusieron de pie. El joven omega había caído al suelo y no parecía poder levantarse.

Todos estaban listos para el reclamo y a la vez para socorrer a su compañero, pero fue Aomine quien en dos zancadas atrapó al sujeto y con solo un golpe le dejo en el suelo, solo para luego recoger a Tetsuya entre sus brazos y ser él mismo quien le llevase hasta el equipo médico de Teiko. Kise deseó acercarse a su novio, pero este tenía un aura de alfa dominante y peligroso alrededor de él. Sintió escalofríos de miedo al siquiera pensar en dar dos pasos hacia él. Así pues se acercó con cierto temor parándose al lado de Midorima, quien escuchaba atentamente al médico del equipo.

Se llevaron a Tetsuya a la enfermería, el golpe no había sido tan fuerte. Por suerte el pequeño había logrado protegerse con sus brazos. Y aun así, los alfas del equipo estaban furiosos: que uno de sus omegas haya sido atacado en sus propias caras, era una humillación que debía ser saldada, eso era lo que entendían sus animales internos. Pero fue Aomine quien luego de una débil caricia en la cabeza del omega herido se dirigió hacia la cancha con una resolución fija. El partido no había terminado. Y por supuesto debía de ser retomado. Habían expulsado al jugador en cuestión, pero los otros aún estaban ahí. El partido fue prácticamente jugado por Aomine. Kise estaba ahí, había vuelto en reemplazo de Kuroko, pero ni siquiera toco el balón. Al igual que Midorima, solo observaron como Aomine destruía al equipo contrario.

Cuando todo finalizó. Aomine se dirigió hacia otro lado. Todos volvieron con Kuroko. Este ya estaba despierto con aquella débil sonrisa de siempre.

—Chicos... ¿Aomine-kun?

Todos giraron sus rostros hacia Kise. Por supuesto, como su omega debía de saberlo.

—Ryota, ve a buscarlo. Debes de calmarlo. Eres su omega puedes hacerlo.

Era lo que siempre decían en clase: Que un omega puede calmar a su alfa, pero quería negarse a ir a buscarlo. Dudo y aquello fue percibido por Akashi

—Ryota, ve a traerlo. Vamos a llevar a Tetsuya a una clínica.

—No es necesario, Akashi-kun…

Akashi negó ante la sugerencia de Kuroko. Iba a verificar con sus propios ojos que no haya daño mayor en Tetsuya.

—No se hable más, vamos a llevarte— su mirada se dirigió nuevamente hacia Kise—…Ryota…

Kise trago. Suspiró y se mentalizó en que Aomine no podría hacerle daño.

—No es necesario, aquí estoy.

Sintió un gran alivio al escuchar su voz más calmada. Aomine ya no tenía esa aura peligrosa sino su usual presencia fuerte y protectora.

—Encontré a Daiki dándole un golpe a ese tipo—anunció Momoi

—Gracias por calmar a este idiota, Satsuki.

Se sintió perdido. Era él quien debía de calmarlo no Momoi.

—Tetsu...

Su voz urgida y preocupada, su rostro marcado por la ansiedad de verle en perfecto estado. Era hasta commovible. El siendo su omega debería de estar celoso, y tristemente lo estaba pero a la vez se sentía conmovido de esa abrumadora ola de emociones presentes en el rostro de su novio. “Es mío, Kurokocchi ¿Por qué me lo arrebatas?” Sus manos estuvieron a punto de ir al hombro de su pareja, pero Akashi le detuvo y negó levemente la cabeza con aquella mirada rubí helada. No era un secreto que a Akashi le gustaba Tetsuya, sentía un apego especial y en pocas palabras era su consentido.

—Aomine-kun ¿No hiciste nada innecesario verdad?

—Mohh tuve que separarlo porque si no lo suspenderían. —chillo la pelirosa—Pero deje que le golpeara un poco porque se lo merecía.

Kuroko sonrió débilmente sintiéndose protegido en medio de todos sus amigos, pero levemente desvío su mirada hacia Kise y vio la tristeza en sus ojos miel. Se sintió pesado de repente y perdió su sonrisa. No podía evitar sentirse feliz de que Aomine haya querido una venganza por lo sucedido. Era un omega, por supuesto que debía de sentirse  halagado al respecto, pero su animal interior olvidaba que Aomine ahora era de Kise.

—Tetsu, no voy a permitir que tipos como aquel te hagan daño—aseguro con firmeza.

Los ojos azules marino de Aomine solo estaban para verle, su olfato detallaba el olor de las heridas para percibir que tan dolorosas eran para Kuroko.

—Tetsuya, prometo que no se quedara así. Van a expulsarlo—intervino Akashi al darse cuenta el rumbo que las palabras de Aomine tomaban.

—Akashi-kun, Aomine-kun, chicos, gracias por preocuparse por mí. —agradeció con una sonrisa.

—Si Mine-chin no hubiera ido de todas maneras lo hubiese aplastado—aseguró Murasakibara.

—Kuroko, debes de tener más cuidado.

Midorima también se encontraba afectado. Puede que no tuviera alguna intención sentimental con Kuroko pero era cercano a su pareja, su orgullo como alfa había sido dañado también.

El omega rubio no supo que decir. Por supuesto no deseaba mal alguno al peliceleste, pero verle ser el centro de atención de Aomine le fastidió. No debía abrir la boca, no debía bajo ningún término.

—Kurokocchi, me alegra que estés bien.

Los ojos redondeados del peliceleste le escanearon. A veces el chico tenía una mirada tan dañina como la de Akashi, una que parecía leerte el alma. Kise se sintió avergonzado: Kuroko conocía sus verdaderos sentimientos. Terminó por desviar la mirada.

—Yo… es mejor que me vaya.

Lo más rápidamente que pudo se encaminó a la salida. Sintió un ahogo, como su garganta se cerraba de la vergüenza. Era una persona miserable con seguridad.

………………

Los días pasaron y nuevamente se encontró con Aomine en la azotea para la hora del almuerzo. Estaba a su lado físicamente pero sabía que mentalmente este se encontraba con Kuroko. El omega peli celeste había faltado unos días por la preocupación de sus padres. Después de todo, su madre alfa o padre era más sobreprotectora que cualquier alfa varón. Akashi iba a verle todos los días junto a su pareja y Murasakibara. Ese día habían planeado ir en grupo.

—No vayas…—susurró débilmente el rubio mientras tomaba la chaqueta de Aomine.

El alfa giró su vista hacia su pareja sin entenderle. En su mente pasaba el partido que vio en Internet, quería enseñárselo a Tetsu cuando lo viera; pues había un jugador omega pequeño como él en la liga más grande de básquetbol del mundo. De esa manera le motivaría a seguir con el básquetbol.

— ¿A qué te refieres?

—No vayas a su casa.

—No entiendo.

El fleco cubrió el rostro de su omega, se preocupó por los temblores en su cuerpo. Rápidamente sus sentidos se activaron y comenzó a olfatear en busca de  señal de dolor o de enfermedad en el cuerpo de su pareja, pero solo pudo sentir el olor a miel de su omega teñido de un toque amargo.

— ¿Estas… bien?

Kise negó rápidamente.

— ¿Cómo puedo estar bien si a pesar de que me escogiste tus pensamientos siempre están con él?

La voz del omega era alta, era un claro reclamo. Pero él no comprendía del todo.

—Te amo, Aominecchi. Pero siento que cada vez que lo ves te alejas de mí. Vas a dejarme.

— ¿Pero qué tonterías dices?

Separó las manos del omega de su chompa y las retuvo por las muñecas. Kise aun temblaba.

Levantó su rostro; había lágrimas contenidas en estos pero también había celos e ira.

— ¿Por qué? ¿Por qué lo prefieres a él?

— ¡¿Te he dado algún motivo para ello?! ¡He estado pendiente de ti, joder incluso ahora lo hago!

—Pero toda esta semana estuviste a sus pies.

Ambos se pusieron de pie. Aomine le dio la espalda, presiono sus puños en el cercado de la pared exterior. Intentaba contenerse, pero realmente le estaba fastidiando.

—Kise, no digas estupideces ¿Cómo puedes ponerte celoso porque haya ayudado a Tetsu? ¡Joder es tu compañero también!

Kise supo que ahora realmente había molestado a Aomine.

—Pero no debería importarte más que yo, yo soy tu omega no él. No...

Aomine le tomo de los antebrazos y lo estrelló contra el cercado. Los dientes de Aomine se habían afilado, sus garras habían aparecido.

—No vuelvas a desear que algo malo le pase a Tetsu ¿acaso crees que no me di cuenta que tu “qué bueno que estés bien” era falso? No me hagas creer que eres así de ruin como para desearle mal. No puedo creer que seas así de egoísta.

Kise bajó la mirada. Por supuesto que él  mismo se avergonzaba de su egoísmo y frialdad. Pero el chico había sido criado siendo el centro del universo de su familia. Instintivamente deseaba que para su novio fuera de la misma manera. Aomine entendía ello, pero no soportaba pensar que no hubiera buenos sentimientos en su novio.

—Sí, somos novios pero no por ello voy a dejar de querer a Tetsu o a Satsuki. Aun si hubiese sido Akashi a quien le hubieran hecho daño, hubiera hecho lo mismo ¿Es que no miraste los rostros de Murasakibara y Midorima? Si yo no le partía la cara a ese imbécil, ellos lo hubieran hecho. Joder... no suenes tan miserable. No puedo creer que no puedas ver más allá de ti, somos un maldito equipo. Y Tetsu es especial para mí como todos los demás del equipo. Me enamore de ti porque estuve seguro que debajo de esa crianza arrogante que recibiste eres mucho más. Me lo has demostrado, no me hagas creer que me he equivocado.

Ante aquellas palabras verdaderas, Kise quiso inclinar el cuello en busca de perdón pero solo se encogió sobre sí mismo. Sus celos y malos deseos hacia Tetsu no eran verdaderos desde el fondo de su corazón, eran producto del egocentrismo propio. Tetsu era su compañero y había sido más leal que todos los amigos que había tenido en su vida: Ambos habían peleado limpiamente por el amor de Aomine y ahora él había vencido. Su omega tampoco colaborada con ser racional, era un zorro y estos les gustaba ser el centro en la vida de sus compañeros. Sería difícil.

Aomine parecía estar a punto de irse y dejarle solo, por lo cual solo pudo apresarle desde su espalda, refugiarse en lo poderosa de esta.

El alfa soltó un largo suspiro.

—A veces no sé qué tienes debajo de tu bonito cabello.

—Lo siento, soy miserable. Lo sé.

—Perdona por esas palabras no debí usar ese término. Eres un modelo es lógico que seas así de egocéntrico, pero... Tetsu es tu compañero al igual que Satsuki y Akashi y no vas poder celarme de todos los omegas alrededor.

—Quisiera que solo me mirases a mí. —susurró torciendo sus labios.

Aomine le volteó y le atrapó en sus brazos. Le acarició con suavidad los cabellos y acomodó su mechones detrás de su oreja, su tacto fue tan cálido y firme como buscando darle seguridad pero también previniéndole que no iba a tolerar alguna malcriadez.

—Eres mío, Kise. Solo mío y también quisiera que solo me mirases a mí, pero si no estoy yo para protegerte estoy seguro que el imbécil de Midorima o Murasakibara van a hacerlo ¿lo entiendes no?

Kise abrió sus ojos ante el entendimiento. Se sintió más tranquilo, la vergüenza le abrumó ¿Cómo había podido desearle algo malo a su amigo? de hecho ahora que se ponía en su lugar tenía ganas de desgarrar  la piel del imbécil que le había hecho daño.

—La próxima vez que alguien haga daño a Kurokocchi voy a  afilar mis uñas en su rostro.

—Ese es mi rubio.

Ante sus palabras solo pudo sonrojarse. Aomine parecía sentirse más acalorado de lo normal. Se acercó  y le dio un beso suave en los labios para luego repartir besos por su cuello hasta dónde iniciaba su polera escolar. Ambos exhalaron profundamente. Se sentían más calmados.

—No creo que haya sido solo eso ¿Habías estado sintiéndote celoso desde antes verdad?

Solo pudo asentir. El alfa solo exhaló fuerte. Acomodó a su pareja en sus brazos e hizo que inclinara su cabeza para poder aspirar su dulce aroma. Le fascinaba poder hacer aquello, era tranquilizador pero también adictivo.

—Lo siento, Aominecchi. Era solo que no sabía cómo decirlo y mi omega no ha dejado de incordiarme.

—A veces no podemos controlarlos. Maldición... se supone que el sociable eres tú. Debes abrirte a mí, pequeño rubio idiota.

—Oi, Aominecchi esa no es manera de hablarle a tu novio—frunció los labios.

Aomine aprovechó su distracción para besarle el cuello. Poco a poco se acostumbraba a tenerlo en sus brazos, pero cada vez necesitaba más para sentirse tranquilo, para saber que Kise era suyo. Pronto necesitaría más que solo beso y caricias. Y el hecho de estar lamiendo la suave piel de su cuello era anuncio de ello. Kise también lo sabía pues su omega interno solo podía hacerle gemir de gusto y expectación. Muy pronto ninguno podría resistir a que sus pieles se tocaran más cercanamente.

—Vamos, las clases ya van a empezar y luego iremos a la casa de Tetsu.

Kise asintió, pensando en que le llevaría  su postre favorito y esta vez sí le sonreiría con alegría y buenos deseos desde su corazón.

 

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Pasado

La relación entre ellos no hubiera llegado a más si tan solo Midorima se hubiera mantenido recordando la presentación de Takao. Todos hablaban de ella como todo un nuevo despertar y descubrimiento. Él omega que ayudo a Takao era reconocido por su habilidad de encontrar estrellas y alabado por su falta de envidia.

Midorima debió de aguantar el mal humor de Akashi ante ello.

Además de los extraños comportamientos de Murasakibara.

Parecía que la aparición de Himuro y Takao en la televisión solo existía para hacer más difícil la existencia de Akashi. De hecho habido dejado pasar algunos compromisos solo para no toparse a ninguno.

Pero lo que peor le puso fue que Murasakibara fuera convencido solo por Himuro para hacer un comercial y por nadie más ni siquiera Akashi.

Después de ello, Atsushi solo desaparecía misteriosamente. Gracias a estas desapariciones, Akashi se alteraba más, su humor empeoraba, por ello a veces  pensaba que Akashi sentía algo especial por el pelo morado, pero luego se convencía que era solo el orgullo del pelirrojo. Se veía tan amenazante cuando estaba molesto. Y aun así le gustaba, le parecía atractivo. Pero no podían estar de aquella manera.  Como herederos del clan Akashi y Midorima debían de tener la cabeza fría. El mundo del espectáculo era algo nuevo para ambos, pero algo que tenían la meta de conquistar.

La situación dentro del grupo era cada vez más tensa. Entendía que era parte importante de los planes de expansión de Akashi, pero al parecer no podía encontrar una solución al peso que ponían sobre los hombros de jóvenes de dieciséis años. Midorima lo entendía por supuesto, pero no por ello era mejor. No solucionaba nada entendiéndolo o comprendiéndolo. Akashi tenía ya mucho peso como heredero y él como su pareja a veces solo podía estar a su lado silencioso.

Cercano al evento navideño de NHK, el grupo tendría que cantar una canción grupal, bastante difícil dado sus caracteres. El único que realmente tenía ánimos de hacerlo era Kise. Y es que era su mundo. Pero las voces más esperadas por el público eran de Akashi, Aomine y por la sorpresa pasada de Kuroko.

Siempre quiso suponer que esas preocupaciones fueron la que le llevaron a comprar un boleto para un concierto de Olcodex. ¿Por qué no ir a ver a Himuro Tatsuya de inmediato? Pensó que Takao, siendo su amigo sabría al respecto que tipo de relación tenían Himuro y Murasakibara. Quizás hubiera sido mejor ir a uno de Tatsuya, siempre se preguntó ello, nunca halló respuesta. O quizás nunca quiso hallarla.

Pero ahí estuvo, con la marea de alfas,  betas y omegas, la mezcla de sus aromas y de sus personalidades. Era un alfa de alta cuna por lo que su sensibilidad era alta y podía sentir los pesos y clases de cada uno. Era asfixiante. Odiaba los entornos así, pero en vez de pedir directamente al encargado ver a Takao o ir cuando acabase compro una entrada para el concierto mismo. Y aunque era de primera fila no evitaba que la asfixia llegase a él. Aun así, cuando Takao salió al escenario y su voz resonó en toda la arena, todo malestar desapareció: su voz era singularmente hipnotizante.

Todo lo que duró el concierto sus ojos nunca dejaron de perseguir el cuerpo de Takao. Sus sentidos se agudizaron aún más por él.

Era la última canción y la energía de Takao no había disminuido; de hecho parecía incluso más intensa. Pero a veces la intensidad lleva a  los descuidos y aquello llevo a que Takao cayera del escenario. Los murmullos preocupados se dejaron escuchar rápidamente, pero el joven omega se puso de pie de inmediato y fue devuelto al escenario. No se  movió tanto como antes pero de igual manera seguía impresionando con su voz.

Cuando finalizo Midorima solo pudo seguirle hasta que fue detenido por la seguridad. Se mostró tal cual era y exigió verlo. Por supuesto si hubiera sido cualquier otra persona lo hubieran sacado de ahí de inmediato, pero él no era cualquier joven. El manager de Olcodex le dejó ingresar.

Se le fue consultado a  Takao y este permitió que entrase. Aun, el peliverde no entendía bien que era esa confianza del otro.

Midorima pudo vislumbrar como un médico tanteaba el pie del omega, como este se quejaba cada cierto tiempo que tanteaba la zona rojiza. Al parecer la caída no había sido tan sin importancia.

— ¡Shin-chan!—saludó animado el omega a pesar de sentir dolor por su caída.

—Realmente eres un idiota…—susurró Midorima resoplando.

—Oye no te permito…

—Cálmate, Yorke-chan

—Lo que tiene es una esguince, doctor.

Para nadie pasó desapercibido el tono con el que llamaba al médico el alfa Midorima. Este evidentemente ofendido se levantó y le miro retador.

—Y se supone que un niño sabe más que yo que tengo una carrera completa y una especialidad en traumatología.

—Soy el heredero de las clínicas Midorima.

Ante ello el medico pareció perder totalmente el color en su rostro. Si había una autoridad a seguir, esa era la familia Midorima.

—No he estudiado una carrera médica, sensei, pero toda mi vida he leído y estudiado al respecto. Mis padres me han instruido en ello toda mi vida.

A sus cortos años incluso había asistido a su padre.

—Pensé que usted era actor. Aparece en la TV—comentó con tono de disculpa.

—No es de incumbencia eso, doctor.

Takao se encontraba muy divertido por la pequeña riña entre ellos.

—Bueno, Shin-chan ¿Qué debo de hacer entonces?

—Lo mejor es que te saques una placa lo más pronto posible, pero estoy realmente seguro que es una esguince o no podrías haberte puesto de pie de nuevo. La adrenalina en tu cuerpo y el hecho de ser joven te permitió volver a pararte. Pero con una fractura ni con ello hubiera sido posible.

Yorke, quien estaba al lado de su mejor amigo asintió con firmeza. Para él, Takao era su máxima prioridad. Mirdorima delataba una seguridad abrumadora. Y sobre todo una inteligencia superior al resto. No se necesitaba comprobarlo, su sola presencia delataba ello.

Por mucho que detestara al alfa peliverde, Yorke no podía negar que en aquel momento demostró saber más que el médico que era parte de su staff.

— ¡Entonces lo debemos llevar una clínica de inmediato!—Yorke inicio a intentar levantar a Takao pero solo consiguió que este se quejase.

—Quizás debemos llevar a una ambulancia. —mencionó Yorke.

—Yo puedo llevarlo en mi auto. —anunció Midorima sin pensarlo.

—Eres un menor de edad—Yorke iniciaba a fastidiarse.

—Tengo chofer, me está esperando ahora mismo.

Yorke definitivamente no pensó en dejarle ir solo, pero su mejor amigo le suplico silenciosamente con la mirada.

—Yorke-chan, tú y los chicos deben de calmar a los fans y la prensa. Si salimos por la puerta trasera nadie nos notara.

En ello tenía razón, pero sabía que más allá de todo ello a Takao le emocionó que el joven peliverde se preocupara por él. No quería permitir acercamiento alguno entre ellos. Pero quizás su amigo debía de aprender por sí mismo.

—Está bien, pero deben de devolverme la llamada apenas lleguen.

—Por supuesto, Yorke-chan.

Takao alzó sus brazos hacia Midorima, quien solo rodo los ojos. Ni siquiera sabía por qué demonios se había ofrecido. Quizás era porque a pesar de la sonrisa que Takao tenía en su rostro, notaba que ese tobillo le causaba dolor y que además le preocupaba.

Tomó a Takao en brazos con cuidado y suavidad, evitando hacer un movimiento que le moviera más el tobillo. El omega se abrazó a su cuello y se refugió en su pecho. Ambos se sintieron repentinamente avergonzados.

Un grupo de tres personas de seguridad los acompañó a salir por la puerta trasera, al mismo tiempo el resto de la banda se presentaba ante la prensa para que no siguieran a Takao y Midorima. De hecho, si alguien se enteraba de que el alfa llevaba al omega daría espacio a muchas murmuraciones y malos entendidos. No podían permitirlo.

La distracción fue un éxito. El auto de Midorima era totalmente polarizado y no era extravagante por lo que se mezcló fácilmente entre los demás autos de la ciudad. El conductor silencioso y fiel a su amo no comentaría nada sobre como su joven amo aun con prometido llevo en brazos a otro omega hacia la parte de pasajeros del auto.

—Shin-chan, tu auto es realmente elegante—rio animado.

—Eres demasiado descuidado, idiota.

—Oye no se habla asía un omega eh... muy mal, Shin-chan

Midorima solo rodo los ojos nuevamente. Aquel chiquillo debía de tener su edad pero él lo sentía como un menor. No escuchando sus bromas, marco el número de la clínica más cercana de su familia. Habló con el medico de turno y la recepcionista. Ingresarían por la puerta trasera y tendrían todas las maquinas listas para hacerle los exámenes lo más rápido posible. Y que por supuesto, lo examinará un traumatólogo.

No hablaron en todo el camino. Midorima se perdió entre sus pensamientos o al menos eso dio de aparentar. Pues podía sentir la mirada penetrante de Takao sobre él. Todo en Takao era abrumadoramente caliente. No había algo que le diera tranquilidad o paz. Tanto su cuerpo flexible como su piel le transmitían un calor abrumador. Y sintió claramente por donde iba la mirada del omega pues esas zonas comenzaron a arder

—Joven, hemos llegado.

Con parsimonia salió del auto. Se encontraban en el garaje privado de la clínica, que era solo para el personal más importante. Midorima nuevamente se tomó el trabajo de tomar a Takao en sus brazos con cuidado. No le dejo ir ni cuando las enfermaras le dijeron que podía ponerle en sillas de ruedas y ellas llevarlo. Sentir su cuerpo contra el suyo, su cabeza en su pecho, su respiración cálida en ese lugar le estremeció. Su cuerpo ardía, quería apretarlo mucho contra su cuerpo, poder sentirlo mejor.

Mientras tanto, Takao sentía que iba a perder la cordura. Se sentía caliente, pero un escalofrío nada sano también le recorría. Quizás era la dosis de fuertes supresores en su cuerpo que peleaban con el instinto que sentía necesidad de manifestarse al tener a un alfa tan cerca.

No se lo negó: se sentía muy alegre de que Midorima se haya preocupado tanto por él. Y estar en sus brazos, con ese cuidado y tacto le emocionó tanto que solo podía aferrarse a la chompa del otro, intentando poder guardarse su aroma y la tibieza de su cuerpo.

—Shin-chan, camina más despacio

—Sí que eres un omega muy confianzudo. ¿Sabes cuan valioso es mi tiempo?

Takao levanto su rostro y le regalo un puchero. Midorima simplemente sonrió débilmente, una débil mueca en comparación al torbellino emocional dentro de sí.

Finalmente llegaron la sala de rayos X. La máquina dónde le tomarían la placa, era como una cama mecánica blanca, con una maquina por encima que era la que tomabas las imágenes. Dejó a Takao sentado. Y finalmente dejó que las enfermeras le sacaran los zapatos.

Todas las enfermeras murmuraban: ¿quién sería el joven omega que el heredero había traído? Por supuesto no podían hablar nada más allá ni hacer chisme, pero no por ello podían evitar pensar en el supuesto novio engañado.

La placa fue tomada fácilmente, por lo que nuevamente tuvo que llevar a Takao en brazos hasta el consultorio del médico traumatólogo. Este había sido llamado a que regresase de su casa pues era el mejor. Nuevamente se acordó que se mantuviera todo en secreto.

Todos los médicos de la clínica guardaban respeto al futuro heredero. Pues su alianza con el clan Akashi era inminente y eso le otorgaba más poder que el líder actual, quien prácticamente solo retransmitía su saber y viajaba en representación del clan hasta que su hijo llegase a los dieciocho años.

Ya con el médico le llevaron el resultado de la placa. Como Midorima supuso era un esguince.

Las recomendaciones para Takao  fue el mantenerse quieto por una semana completa, a la vez que debía de tomar unos desinflamantes y ponerse hielo en la zona afectada. El joven artista, por supuesto asintió en el pedido del médico; pero Midorima sabía que para alguien tan hiperactivo iba a ser difícil. Cuando el medico se retiró a su hogar y  les dejó solo, el peliverde volvió a sentirse incómodo. Tendría que ocultarle esto a Akashi. Nunca le oculta nada. “¿Qué demonios está haciendo?, se recriminó. ¡Akashi va a ser su esposo…! palabras tan fuertes y duras para alguien de solo dieciséis años.

—Shin-chan, llévame a casa pronto tengo mucho sueño.

El alfa podía notarlo claramente. Las defensas bajas en un omega. Él nunca se había sentido como un cazador. Eso era para tipos descontrolados como Aomine, pero él no. Sin embargo ver a Takao más vulnerable frente a él le resultaba atractivo para su alfa interior. Lo entendía, después de todo aun contenía a su parte animal. Se suponía, según sus propios estudios, que aún estaba en una parte rebelde como joven alfa, pero él y todo su clan se vanagloriaban del buen control sobre esa parte.

Así que nuevamente, cargo a Takao con cuidado. Ya que se había obligado a cuidarle por esa noche, simplemente lo haría. Había olvidado por completo por qué había ido a verlo en primer lugar.

Nuevamente su chofer les llevó, Takao le indico por dónde quedaba su hotel, después de ello con una confianza que no debería de tener se recostó en su hombro, apretándose y acurrucándose con total desfachatez. Su cuerpo se tensó, Akashi no hacía ese tipo de cosas. Por supuesto que se daban caricias y se besaban desde hace ya un buen tiempo, pero sentir el cuerpo de alguien más le era extraño. Sus padres nunca fueron muy afectuosos, Akashi era con el único que se había aproximado físicamente tanto. Pero ahora, esos pequeños toques que se daban ya no sucedían y era por los problemas que tenían, por las responsabilidades con las que cargaban. El clan Akashi...tan peligroso. Se comenzaba a ahogar sabiendo todo lo que tendría que afrontar.

“Shin-chan”

Un suave susurro con ese mote que el otro le había puesto salió de lo los labios de Takao. Su ego de alfa creció. Poco a poco sin darse cuenta sus propios ojos se cerraron. Quedó dormido, algo imperdonable. Cuando su chofer le despertó, tenía a Takao envuelto en sus brazos de manera inconsciente. Se asustó y lo demostró dando un pequeño salto sobre su asiento.

— ¿Qué sucede?—preguntó el omega pelinegro.

—Nada... ya llegamos

Intentó por todos los medios guardar la compostura.

Ambas miradas se encontraron y se atraparon mutuamente. Pero los gritillos de los miembros de la banda del omega se dejaron oír. Midorima dejó que entre Yorke y otro beta más de la banda se llevaran a Takao. Pudo haberle preguntado en ese instante lo que debió preguntarle desde el inicio, pero se disculpó así mismo  diciéndose que no estaba bien importunarle ahora. Así pues mentalmente se programó que tendría que buscarle nuevamente muy pronto para hacerlo.

 

 

 

 

Notas finales:

Creo que etuvo más o menos balanceado este capitulo, es decir hubo de todo un poco aunque sí creo que fue el capitulo de Furi... ummm

Por ello mismo tenía que avanzar con que pasó ezactamente entre Midorima y takao a que se refería Akashi en la traición de Midorima, porque se siente este tan mal al respecto. Bueno vamos avanzando. 

Que opinan de lo que sucedió en la epoca Teiko? me dolió escribir los pensamientos de Kise pero me gustaron al mismo tiempo ya que sí sabemos que eran más a o menos casi siempre quienes cambiaban eran Kise y Kuroko en los partidos. En un partido uno utiliza lo mejor que tiene a la mano sin importar lo personal. 

Bueno el proximo capitulo habra una perspectiva nueva y murahimu.... si!!! Pobre Taiga... creo que estoy siendo algo cruel con él en este fic. 

Bueno ya se nos quedamos sin manga de KnB-llora- asi que refugiemonos en los fanfics!! Nos estamos leyendo


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