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De pasados, presentes y futuros por kaoryciel147

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Notas del capitulo:

Hola, Todo salió bien en la operación asi que aquí les traigo un nuevo capitulo de este fic: Cada vez descubriremos más del pasado de todos, así como en que´reales circunstancias se encuentran. Tambien como el mundo del espectaculo sigue interviniendo en sus vidas. En este capitulo hay realem,nte de todo: pasado y presente de Kagakuro, seguimos contando la huida de Himuro de estados Unidos, como lo consiguió tan jovven. El punto de vista de Aomine sobre Kise. pasado seguimos abordando la relación que se dio entre Midorima y Takao y un nuevo pasado Nijihimu y futuro ¿quien será el personaje del futuro? hagan sus apuestas poca a poco quedara revelado. 

Nos leemos y disfrutenlo y ..sufran con ellos? 

Los principios del amor 

Pasado

La mansión de los Kagami en el lujoso distrito de Pacific Palisades de Los Angeles, lugar casi inaccesible para las personas normales,  se preparaba  con una semana de anticipación para el cumpleaños de su único heredero: Kagami Taiga, quien ese día cumpliría  catorce años y con tan solo esa edad, sus padres planeaban casarlo con su amigo de infancia y omega Himuro Tatsuya de dieciséis  años debido a que el alfa tigre de Kagami quiso manifestarse y marcar al omega de Himuro.

El pelirrojo estaba emocionado: Cada año que cumplía le hacía  sentir que la distancia de tres años entre él y su compañero se hacía  más pequeña; su fuerza crecía lo suficiente como para que todos le reconocieran, pero antes que nadie, el alfa deseó que fuera Tatsuya quien reconociera esa fuerza. Quiso  que le observara con admiración y que se sintiera feliz de que  sus vidas estuvieran atadas.

De lo que no está enterado ni él ni sus padres es que el omega pelinegro planeaba una huida. Pues ni los increíbles lujos que gozaba en la esplendorosa mansión de sus padres o de sus tíos, podía convencerle de no ir por sus sueños. Quizás era solo rebeldía de la edad, pero para ese entonces para Himuro fue sumamente importante.

Era menor de edad y por si fuera poco, un omega, le hubiera sido  muy difícil marcharse sin papeles de autorización cediéndole su custodia a alguien más. Evidentemente si se lo pedía a  sus padres no lo hubiese  conseguido. Solo les quedo la opción de falsificarlo. Masaaki Lizuka contaba ya con dieciocho años, lo cual era la mayoría de edad japonesa pero no en estados Unidos; sin embargo tenía el permiso “legal” de poder estar por su cuenta propia de sus padres. Era un omega, pero tenía todos los papeles que demostraba ser uno capaz de sostener a sí mismo; por supuesto también era falsificado. Por otro lado, los dos betas de la banda: uno tenía diecinueve años, mientras el otro veinte uno. Era este último quien tendría la custodia legal de Tatsuya para que este pudiese salir del país a su corta edad.

Necesitaban una autorización judicial de los padres de Himuro para que estos pudieran viajar. Los omega eran mucho más protegidos que los betas u alfas. A pesar que la mayoría de edad era casi la misma para las tres clases, lo cierto es que se es más permisiva con los alfas puesto que se asume que podrán defenderse solos desde muy jóvenes; sin embargo con los omegas siempre debía vigilarse que cuenten con los medios adecuados o que tengan a alguien quien les acompañe debido al famoso periodo de celo. Este periodo los volvía totalmente dependientes de las personas alrededor ya que estaban realmente expuestos. Por supuesto, Tatsuya nunca había pasado un celo fuera de su casa. Además, tenía una multitud de sirvientes a su disposición y la protección de su familia.

Sin prestar atención a los futuros problemas,  Himuro se planteó que debía de conseguir un documento con el cual pudieran tener la firma de su padre de forma correcta para que no hubiera ningún error. Pero ello no sería tan simple. Su padre tenía muy bien asegurados los documentos del trabajo y su documento de identidad sería fácilmente descubierto en su ausencia. Por ello mismo debía de pedir a alguien ayuda. Como omega no le era permitido permanecer en el estudio de su padre, pero había alguien quien sí era bien recibido, incluso alentado a permanecer ahí.

A solo una semana del cumpleaños de Kagami este se encontraba muy feliz, como siempre le esperaba en las noches después de que Himuro regresase. Sus padres les habían dado vía libre en que durmiesen juntos.

—Taiga—le comentó mientras estaban lado a lado en la cama de Kagami.

De besos no habían pasado luego de aquel encuentro tan tórrido.

—Tatsuya ¿Qué sucede? Pareces preocupado.

Himuro sintió culpa en su interior, pero todo sentimiento lo hundió en lo más profundo para que no interfiriera. Esos documentos serían la llave a su brillante futuro, por lo menos así lo imaginó en su ingenua mente.

— ¿Vamos a casarnos no es así?

— ¿Aun no lo deseas?—preguntó el pelirrojo con cierto matiz de dolor.

—Solo quisiera saber que eso va a significar que solo estaremos los dos juntos contra todos los demás. Incluso nuestros padres.

Kagami se levantó de su sitio y se quedó observando al rostro del bello omega que tenía a su lado. Himuro era como siempre alguien que tentaba a tocarle incluso con la yukata puesta. A sus cortos años reaccionaba ante su imagen. Simplemente era natural a pesar de su juventud; ya que sería joven para la sociedad, pero su tigre interno parecía  llegar a  la edad indicada para tener una familia.

Se acercó y beso sus labios.

—No los veas como nuestros enemigos.

El omega levantó su mirada hacia Kagami, con una de sus manos toco su barbilla con gentileza, levantó su cabeza y le dio un beso en la barbilla.

—Prométemelo

El alfa  atrapó su mano y la estrecho. Sentir el calor del cuerpo del pelinegro era agradable, su fragancia era hipnotizante pero a la vez le otorgaba una cierta tranquilidad y confortabilidad de encontrarse en su hogar.

—Lo prometo.

Aquella promesa no sería rota incluso por los propios errores y faltas de Tatsuya. Kagami dio su total palabra en ella desde el fondo de su alma.

—Necesito tu ayuda, mi pequeño tigre.

—No te entiendo.

Himuro sonrió suavemente para darle confianza, mostro sus ojos más tristes posibles.

—Al fin podemos tocar  en discotecas legales, pero para eso necesito el permiso legal de nuestros padres. Es una gran oportunidad, Taiga. Pero vamos a perderla porque sabes que ellos nunca me la darán.

—Por favor, a ti, mi padre te muestra todos los documentos de la empresa. Solo necesito tener alguno para poder falsificar su firma.

—No puedo traicionarle así— susurró sorprendido del pedido de su compañero.

—Taiga. Una vez que nos casemos seré tuyo y no tendrás que rendirles cuentas a mis padres. No habrá ningún problema. Solo por esta vez. — Rogo.

Ambos se encontraban sentados. Himuro dejo libre, a la vista de Kagami uno de su blancos hombros. Se acercó y con sus dos manos acunó el rostro del menor, su mirada gris enfoco a los ojos de Kagami, engañándole, seduciéndole, llevándole ilusiones en las que serían ambos y nadie más que ambos juntos por la eternidad. Necesitaba que Kagami le creyese fielmente, que ni dudase de su palabra ni un ápice, para ello usaría todo el cariño que ambos se tenían desde infantes.

—No puedo hacerlo—se liberó del toque de Himuro.

—Vamos, Taiga ¿Por qué desconfías de mí? Podrás venir a verme. Incluso...quiero que vengas mi próxima practica con la banda… podríamos salir juntos después de ello. Nunca hemos tenido una cita como tal ¿no te parece?

Himuro nuevamente le había atrapado con su mirada amable pero decidida.

—Tatsuya, pero quiero ver que documentos harás.

—Solo es un permiso para cantar. Sabes que ellos no lo permitían. — Su voz tomó un tono triste pero sin dejar de ser suave— Por eso recurrí ti porque comprendes mi sueño.

—Lo hago. Somos hermanos y amigos antes que nada. Hubiera querido que aun siguieses sido mi compañero de básquetbol. De hecho,  aun pienso que puedo recuperarte; pero quiero verte feliz.

El omega  se acercó rápidamente y beso sus labios. Kagami le tomo de la cintura y le atrajo, ambos iniciaron un beso lento pero disfrutable, acariciaron los cabellos el contrario y luego se recostaron para dormir juntos. Kagami quedó dormido muy fácilmente mientras Himuro no podía dejar de pensar en lo mucho que le estaba engañando. Por supuesto que se sentía culpable, estaba defraudando la confianza del otro. Realmente era un traidor, pero si eso era necesario, Himuro pelearía por su sueño con cualquier arma.

 

 Parte del trato con su padre y su tío, era que como alfa acompañase a su padre en los trámites que hacía de sus empresas para que iniciase a familiarizarse. A Kagami realmente no le agradaba, pero no quería que le pusieran peros en su carrera como basquetbolista así que asistía. Además de ello, su padre le tenía permitido que usara el estudio cuando gustase.

Dos días habían pasado del pedido de Tatsuya. Realmente se sintió mal de siquiera pensar en robar un documento de su padre. Pero comprendía al mayor: Tatsuya era quien menos libertad había tenido desde pequeños por ser omega. Realmente nunca le había visto tan feliz como ahora, por lo cual quiso contribuir a esa felicidad.

Tomo un contrato de arrendamiento de su padre, ahí estaba su firma y la de su principal socio, el padre de Tatsuya. Era perfecto. Ambas familias tenían negocios juntos, eran casi como hermanos y parte ya de la familia. Esta quedaría completamente unida cuando Tatsuya y él se casaran.

Sin pensarlo demasiado y con muchos nervios, escondió la hoja de su padre entre el libro que supuestamente había ido a sacar de su estudio. Salió apresurado hacia el dormitorio de Tatsuya. Ahí el encontró con una guitarra en sus brazos, rasgándola con atención.

—Tatsuya, lo conseguí.

Al principio Himuro no entendió a que se refría. Al ver un papel tendido de la mano de Kagami, supo que lo había conseguido: su viaje a Japón y su libertad estaban casi en sus manos.

 

 

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Presente

Ejercitarse es parte de su rutina diaria. Aunque este en receso en su carrera como deportista, no significa que pueda dejar de entrenar. Sonrió, pues cuando era joven realmente dejó todo de lado ante el brillo de la fama. No estuvieron preparados para todo lo que significo ser realmente famosos. Aún no está acostumbrado a tener fans, a que las personas le pidan autógrafos, pero sobre todo a que cada detalle de su vida este expuesto.

¿Por qué regreso entonces? Por supuesto, primero porque le era bastante fastidioso retar a Akashi. Lo reconoce: el omega pelirrojo tiene poder sobre todos ellos. Iba contra su orgullo como alfa, pero no puede evitarlo. Akashi conoce cada una de las debilidades de cada uno y no le tiembla la mano antes de usar una para manipularlos. Eso lo tiene totalmente comprendido.

Cuando Akashi desea algo, simplemente sucede y todo marcha según sus planes. Y este  tenía en sus manos a sus dos debilidades: Kise, más bien su familia, está asociado desde hace algunos años a los Akashi por medio de negocios como líneas de ropa y de revistas, Akashi ayuda a  que los artistas  que la familia Kise produce salgan a la  luz. Por otro lado esta Tetsu que era muy cercano a Akashi y quien para sorpresa de todos es su primo lejano. Aomine casi podía ver la sonrisa malévola de Akashi anunciándole que los tenía a ambos en su poder.

Más allá de ello, simplemente no podía estar en paz. Su corazón, su mente y su conciencia le habían iniciado a reprochar por sus acciones del pasado. ¡Por qué sorpresa! por supuesto le dolió hacerlos sufrir. Cuando miro atrás y vio el desastre que dejó, realmente lamento que en este estuvieran ambos y por supuesto las lágrimas de su hermana, Momoi. Quién era la única que no le había dejado de lado.

Su entrenador, una buena tarde después del entrenamiento, le dijo “arregla tus sentimientos personales antes de volver”. Los medios de comunicación deportivos no habían parado de hacer escándalo así como lloverle criticas al entrenador por retirar a Aomine del equipo de la selección japonesa de basquetbol. La carrera del entrenador estuvo a punto de irse al piso. No fue hasta que Aomine dio una conferencia de prensa en la que anunció que el descanso era por motivos personales. Todos los paparazzi entonces intentaron buscar al causante de ello o a la causante.

Casi todos sus compañeros de equipo tienen una pareja; otros incluso, hasta hijos. Y es que el equilibrio entre el animal y el humano solo se consigue con una pareja estable, con una familia. Y los padres de Aomine así como sus tíos no paran  de insistirle con ese  tema. Lo sabe, es cierto, una familia estable traería paz entre la mediación de ambas entidades que viven dentro de sí. Pero las únicas personas con las que se ve teniendo una familia y por tanto quienes le traerían paz,  eran quienes también le traen tormenta a su ser.

Hoy vio a Tetsu. Al fin habían podido conversar. Se sintió maravilloso. Le ama, está seguro. Sus palabras y sentimientos no son mentiras. Le hizo daño, pero quiere permanecer a su lado. ¿Podría permanecer viendo como es de otro? Ese es el problema, su forma de amar a Tetsu no es de esa manera. El humano podría permitir eso, pero el animal dentro de sí, no. Y es que Tetsu si bien tenía un suave olor a Kagami, el suyo propio seguía siendo tan fuerte. Aquello le recuerda cuan profundo llegó a ser su lazo pero también cuan profundo llego a herirle. Y ese dolor que le causo hace que su animal quiera aún más volver con él. No es tal cual culpa, es algo diferente.

Con Kise, es diferente porque el lazo animal no se dio tan profundo por cosas del destino más bien. Además a diferencia de Tetsu, Kise parece poder llegar a ser feliz con Kasamatsu ¿entonces es mejor así no? Sin embargo cuando recuerda el último contacto que tuvo con él, cuando sus manos se tocaron algo ruge dentro de su ser. Cierra los ojos y recuerda su sonrisa, esa sonrisa que le perteneció a él una vez pero que ya nunca más podrá tener. Kise tiene la oportunidad de ser feliz lejos de él, así que debe de permitir que lo sea. Intentar retenerlo como con Tetsu los podrá a los tres en una situación compleja, más de lo que está.

Se recuesta en su cama y toma una revista. Sonríe, ahí esta Kise. Momoi es una editora de la revista de modas Non no, la muy desgraciada solo busca torturarle, le manda las fotos de primicia antes que incluso salga la revista donde trabaja Kise. Se ve perfecto. Al fin le ve perfecto. Vivió algunos años en el extranjero y aún recuerda las fotos de Kise. Si bien este sonreía, no era como estas, había un aura de tristeza que le envolvían, pero ahora brilla con luz propia. Y todo eso es gracias a Kasamatsu Yukio. Ve la leyenda, ese lugar donde están los nombres del fotógrafo y esta el nombre de ese alfa, porque tanto como la foto como Kise, ambos le pertenecen a Kasamatsu ahora.

Una furia le invade y lanza la revista  un lado. Se pregunta si realmente podrá cumplir la promesa que le hizo a Tetsu ¿podrá reunirse los tres sin acabar en peor estado? Un vago recuerdo llega a su mente, un recuerdo placentero pero bochornoso. Por supuesto para él es más placentero que bochornoso aunque para sus omegas sea lo contrario. Recuerda el peso de dos personas sobre su cuerpo, sus pieles delicadas y sublimes de diferentes aromas. Trata de sacudir el recuerdo. Si piensa que podrá estar junto a ambos y hablar, no es bueno que recuerde ese suceso. Aunque como le dijo a Tetsu, seguramente en sus sueños los tenga a ambos y no pueda evitarlo. Su subconsciente es dominio de su animal por muchos supresores que tome.

 Sabe que solo una vez tuvo verdadera paz. Pero eso no puede ser real ¿verdad? No había manera de que fuera real. Si fueran otras épocas, él simplemente tendría que retorcer el cuello de Kagami para quedarse con Tetsu y el de Kasamatsu para quedarse con Kise. Pero es ilegal y ellos le odiarían para toda la existencia.

Había pasado tantos años separados de ambos que se le hacía difícil imaginarse más. ¿Pero podría estar solo con Tetsu sin sentirse vacío? Su cuerpo tembló. Sus garras salieron y las enterró en su cama “Solo una vez sentí paz” ¿Pero porque no se enamora de otro omega? ¿Por qué su animal si era polígamo no buscaba  más? Quizás era porque no había solucionado sus problemas con ellos o quizás por el lazo con ellos.

Sin darse cuenta, tomó el celular. Marco el número de Kise, sabiéndoselo de memoria aun. Pensó que quizás había cambiado su número. Sin embargo la voz conocida de él le respondió.

— ¿Hola?

Kise no podía saber si era él, pues él si había cambiado su número ¿Por qué Kise no lo había hecho?

—Si eres una fan por favor contesta no hay nada que temer.

“Siempre tan pretencioso”

Su garganta se seca. ¿Qué podría decirle?

— ¿Aominecchi?

Aomine abre sus ojos sorprendido. Apaga su celular de inmediato. “¿Qué estuve a punto de hacer?” “¿Vamos a ir por Tetsu, solo por él no es así? Un largo suspiro escapa de sus labios. Si no recupera su paz mental, no podrá volver a jugar básquet. Y desea volver a hacerlo. Todo era más simple antes ¿Por qué no siguió los consejos de su tío? No por nada  este era un alfa mayor.

Se pone de pie. Va a tener que actuar con Tetsu muy pronto y tendrá una sesión de fotografía con él y también con todo el grupo, lo cual incluía a Kise. Podría ser una buena oportunidad o  la sentencia del fracaso. Intentará ahogar sus debates mentales en ejercicio, pues ya lo intentó con alcohol y solo le trajo problemas.

 

 

 

Pasado

¿Debería llevarle un regalo?, pensó Midorima mientras se veía en el espejo. “por supuesto que no” fue lo que se respondió a sí mismo. El día anterior había recibido un mensaje del omega pelinegro al cual había llevado a su clínica: “Shin-chan es muy desconsiderado en no visitar a su primer paciente”. Aquellas palabras habían logrado sacar una sonrisa en el peliverde, aunque dado su carácter nunca lo aceptaría.

Embargado por aquella pequeña felicidad interior, le respondió  que al día siguiente verificaría que el tratamiento del doctor hubiera sido el correcto.

Midorima no podía aceptar que sentía ganas de verle, de confirmar con su propios ojos que le pequeño halcón estaba bien, que su tobillo estaría en forma para seguir viéndole bailar sobre el escenario. Para sí mismo era solo un tema de verificación, de que no iba a permitir que las clínicas de su familia tuvieran médicos mediocres que no supieran curar una simple esguince que él a sus dieciséis años sabía perfectamente cómo proceder.

Porque en su mente aun de adolescente inmadura e incapaz de aceptar que le importaba, creaba miles de excusas para disculparse a sí mismo el que estuviese traicionando a su prometido.

Así pues había decidido irle a visitar a su departamento, verificar su mejoría y preguntar sobre la relación de Murasakibara con el omega amigo de Takao, Himuro Tatsuya. Para Midorima ello eran los motivos, las causas suficientes para arreglarse, pensar en llevarle un regalo solo por educación e ir verle sin contarle nada a Akashi. No quería crearle disgustos ni malentendidos innecesarios al omega pelirrojo, ello era la razón de no contarle. Sin embargo saber qué relación tenía Himuro y Murasakibara sería agradecido por su futuro esposo.

Ese día, Akashi iba a ir a  cenar con la rama familiar que no deseaba su matrimonio. Por lo cual el joven líder le había dicho que no le acompañase; lo agradecía, pero sentía culpa. Cuando le respondió con “está bien” algo en la mirada de su prometido se apagó.

¿Qué esperó Akashi’”

Midorima no entendió que el pelirrojo hubiera querido escuchar una negativa de abandonarlo con esos parientes que tanto odiaba, que hubiera deseado tenerlo a su lado y sentirse protegido por su alfa.

La serie marchaba bien y gracias a ella, las editoriales y revistas recientemente inauguradas de espectáculos por el clan Akashi iban de maravilla, pero tener que presentarse ante aquellos familiares era tedioso y algo que realmente odiaba tanto Akashi como Midorima.

Prefirió el peliverde que cualquier duda o culpa se hundiese en su conciencia. Finalmente decidió que podía llevarle algo dulce. A los omegas en general parecía gustarle ese tipo de detalles y ya que iba a ir a su departamento era cortés llevar algo.

Intentando no razonar ni pensar en su prometido, salió de su departamento de soltero, ese que tenía casi en abandono pues prácticamente vivía al lado del omega emperador.

Tomó un bus hasta una pastelería cercana, pensó en chocolate pero ello sería demasiado comprometedor en regalar, así que compró unos muffins de naranja. Solo se acercó a los pequeños biscochos y su color naranja y aroma cítrico dulce le pareció que quedaban con el omega al que iría ver.

Después de su compra, tomó un taxi que le llevo al nuevo departamento en cual vivía el omega. Era un edificio moderno pero no muy caro, favorito de jóvenes emprendedores y profesionales, personas de clase media alta.

Después de que el personal de seguridad verificara que podía ingresar le permitieron hacerlo. Realmente admiró que fueran tan correctos a pesar de ser evidentemente una figura conocida y por tanto en muchos otros lugares le hubieran dejado entrar sin ningún problema. Caminó entre los demás departamentos con cuidado de que los vecinos del lugar no le vieran. Fue ahí que se dio cuenta de lo arriesgado que había sido yéndolo a ver pues si alguien daba el aviso de que él estaba ahí se hubiera armado un gran alboroto.

No fue Takao quien le abrió la puerta sino un joven beta un poco mayor que él. Si no se equivocaba era Yorke, prácticamente el vigilante de Takao. Este le observó con una mirada bastante intensa, como si guardara amenazas y demás pero estuviese usando todo su control para no soltarlos, seguramente por consideración a Takao.

— ¡Shin-chan vino a visitar a su paciente!

El omega estaba recostado en un sillón bastante moderno. En general todo el departamento guardaba la esencia moderna y atrevida del joven omega.

—Pasa—le dijo pase el beta sin mucha alegría en su rostro.

Midorima frunció su cejo. No entendía el porqué de ser tan mal recibido si había ayudado a Takao y además se supone que la atención al invitado es parte primordial de una persona. Pero Yorke no parecía cuidar de ninguna manera de aquellos aspectos, simplemente parecía detestarle y no intentaba tan siquiera ocultarlo en su mirada.

—Yorke-chan...—le llamo Takao.

El beta giró la mirada y soltó un suspiro.

—Está bien, ya regreso. Voy por tus medicinas. Más te vale que si sucede algo llames a seguridad o me llames.

Realmente era muy sobreprotector. Los betas tienen  en su instinto el cuidado de lo omegas, era algo heredado de generación en generación ya que normalmente estos eran quienes cuidaban de los omegas de los alfas, pero este joven parecía tener algo más que simple obligación biológica, guardaba cariño hacia el pelinegro. Un detalle que no agradó a Midorima. Cuando el beta se marchó se quedó pensando en la idea de usar su voz alfa para obligarle a obedecer. Después de todo un beta tiene esa sensación de obedecer a los alfas aún en su mente.

—No culpes a Yorke-chan, él me ha cuidado desde que nos conocimos.

Se acercó a Takao hasta quedar parado al lado del sofá donde reposaba con su pierna vendada elevada sobre almohadones.

—Pues creo que te cuida demasiado ¿acaso no te das cuenta que le gustas?

Takao rio estruendosamente.

— ¡¿Que?!

—Bueno y si así fuera que importa. No me digas que te importa, Shin-chan.

El alfa quedó sin palabras, tartamudeó un poco antes de sonrojarse violentamente. Su alfa interno se sintió humillado por completo.

—No te preocupes, Shin-chan. Yorke-chan es así como mi hermano, él me ve de esa manera solo que es un hermano protector. Él es ese tipo de betas a los que le gustan los alfas, solo que no tú.

—Realmente no me importa.

Takao sonrió esta vez más suavemente. Se calmó un poco ante aquel gesto. Con lo orgulloso que es por naturaleza un alfa, Midorima solo podía querer que el omega se disculpase o le ofreciera algo como tregua, aquella suave sonrisa pareció ser un inicio bueno.

—Te traje esto….

Con el orgullo presionando sobre su ser, Midorima le tendió la bosa donde tenía los muffins. Takao los tomó con cuidado, en sus mejillas sonrojadas se evidenció la sorpresa pero la felicidad que ingresó a su cuerpo, quería sonreír y abrazar a Midorima repentinamente.

De hecho su cuerpo le impulsó hacerlo pero su pierna herida le detuvo.

— ¿Acaso eres idiota? No debes de moverte.

Midorima se sentó al lado de los almohadones para revisar el tobillo vendado del omega.

— ¿Por qué tocas...?—su cuerpo había dado un respingo con el tacto del peliverde.

— ¿Porque demonios sería?

—Bueno...no sé qué intenciones sucias tienes, Shin-chan

En venganza por tan vergonzosa suposición Midorima toco fuertemente su tobillo, logrando que Takao lanzara un quejido de dolor.

—No seas cruel, Shin-chan — se quejó el omega.

—Entonces cierra la boca y come.

Al recordar el presente que Shin-chan le había traído, Takao volvió a sentir que sus mejillas se coloreaban levemente y que una calidez diferente le invadía. Es decir ¡Shin-chan había pensado en consentirlo con unos dulces! Aquello era para sonreír, de hecho hasta algunas letras para una canción había aparecido de improviso en su cabeza.

—Quiero comerlas adecuadamente en la mesa con una bebida. Tú…las comerías conmigo.

Midorima detuvo su revisión del tobillo para mirarle los ojos con esa profundidad característica y esas pestañas enmarcándoles los ojos para asentir. Por supuesto aquello tuvo impacto en el corazón inexperto de Takao.

—Aunque si no quieres...en realidad...

—Está bien, pero primero terminaré de revisar tu tobillo.

Takao no esperaba una respuesta afirmativa así que asintió con felicidad infantil.

—Bien, doctor, deme su diagnóstico. —bromeó aun con una sonrisa en su rostro.

—No soy médico. Solo sé sobre medicina.

—Pero sé que serás un gran médico...

—Eso espero.

Era la primera vez que Takao aprendía algo sobre Midorima, algo tangible y no solo ilusiones creadas por él. Al fin podían estar frente a frente para hablar y no solo crear fantasías platónicas o admirarse desde lejos.

—Pensé que querías volverte actor. —inició pues quería aprender más del alfa.

—No solo lo hago por...

“Por Akashi”, iba a decir Midorima pero supo que no era lo correcto. Intentó olvidar el rostro de su prometido, era incomodo pensar en él frente a Takao.

—Por negocios…ingresaré a una universidad de medicina en cuanto termine. Estoy adelantando cursos por mi cuenta con profesores particulares.

—Oh! realmente eres muy inteligente.

— ¿Acaso lo dudabas?—pregunto algo ofendido.

—Nah... Es solo que tienes toda la pinta de ser un genio solo que podría ser solo tu personaje.

Midorima desvío la mirada. Algunas veces se había preguntado eso. A veces era un poco confuso interpretarse a sí mismo en una serie. No había muchos límites. No estaba el “es un personaje creado” era su vida llevada la pantalla o más bien una vida suya creada. Algunas veces después de grabar no sabía si los sentimientos presentados eran actuación o eran los suyos propios.

— ¿Shin-chan?

Volvió su atención nuevamente al momento y a Takao. Quitó las vendas por completo.

—Está un poco inflamado. Es mejor que permanezca sin vendas y apliques dos veces al día como mínimo hielo.

—Muy bien, Shin-chan.

—Las medicinas deberían de funcionar. En una semana creo que podrías volver a moverte con normalidad pero no a saltar despistadamente como tú.

El omega asintió, pero en su mente lo imaginó con su bata blanca, en ambientes tranquilos rodeados de libros de anatomía, hablando con pacientes, dándoles un diagnóstico. Shin-chan era sin duda su antítesis, alguien que debía de estar en otro ambiente y no en el suyo, pero aun así con ese aspecto serio y de estudioso se sintió atraído y con ganas de hacerlo perder ese aspecto tan calmado.

—Entonces vayamos a comer dulces—alzó sus brazos en dirección de Midorima.

— ¿Estas demente?

—Pero tengo mi tobillo aun adolorido—hizo un puchero.

—Puedes moverte, estoy seguro.

—Bien pero Yorke-chan me lleva cargado por todos lados.

Antes de que pudiera crear otra excusa para que lo cargara, Midorima ya le había levantado en brazos con extrema facilidad. Después de todo era un alfa y su fuerza era superior. Por más que tuviera ese aspecto serio, su mirada brillante llena de profundidad y sus brazos bien formados eran la muestra de que un poderoso alfa descansaba dentro de Midorima.

Solo podía imaginar lo fuerte en que se volvería Midorima de adulto y aquello hizo que algo en su interior ronroneara de gusto. Se sentía tan bien en sus brazos. Para Midorima era igual, le gusto poder sostenerlo en sus brazos, poder cargarlo con facilidad, de alguna manera le hizo sentirse orgulloso.

Después de darse cuenta que se mantuvieron observándose a los ojos por demasiados minutos, ambos tosieron incómodos. Midorima caminó y le llevó hasta la cocina donde le sentó en una de las bancas de la barra.

—Shin-chan, te hare un jugo.

—Lo hare yo ¿no se supone que estas herido?—respondió.

—Bueno...

—Puedo hacerlo.—aseguró.

—Shin-chan ¿sabe cocinar?

Midorima se tensó. Pues bien, la cocina era uno de los aspectos negados para él en la vida.

—No…—dijo débilmente.

—Bueno, no puedes ser perfecto en todo.

— ¿Y tú?—preguntó al omega.

—No soy malo...supongo: Yorke-chan se come mi comida y no enferma así que supongo que no es tan mala.

De alguna manera escuchar el nombre de ese beta le enojó y más saber que comía de Takao, sobre todo al alfa en su interior. No debería ya que un beta no significaba rival alguno para un alfa frente aun omega. Y es ahí cuando Midorima se dio cuenta por donde iba el hilo de su enojo. Intentó frenarlo en ese momento, pero solo pudo disiparlo cuando Takao le dijo:

—Quizás algún día haga para Shin-chan aunque no te aseguro nada eh...

—Como quieras—contesto como si realmente no le importase.

—Oye por lo menos dime que mueres por probar mi comida. —exigió haciendo un puchero con su boca nuevamente.

—Solo hazlo.

Terminó por preparar té de durazno ya que era solo echar agua a los sobres filtrantes. Sin embargo fueron ricos al combinarlos con los muffins. Takao sonrió con gracia parecía que le había gustado su regalo. Midorima se sintió agradecido de finalmente haber decidido traerle algo.

Conversaron  sobre su vida de ese momento. Takao le contó sobre cómo conoció a Yorke y como se iniciaron en la música; el peliverde se enteró  que haber sido contratados para ponerle música Teiko days había sido sin duda la causa de que ahora fueran tan populares, lo que hacía feliz a Takao. Midorima entonces encontró una razón más para esforzarse en que ese proyecto siguiera siendo un éxito.

 Nuevamente no preguntó  nada sobre Murasakibara y Himuro, solo se sintió renovado y sinceramente en paz como si hubiera ido a un bosque a  relajarse. Antes de marcharse, Takao le hizo prometer que en una semana irían a Shibuya. No pudo decirle que no. Se excusó a sí mismo pensando que en Shibuya sería más adecuado preguntarle sobre la relación entre Murasakibara y Himuro. Sin embargo, ni bien cruzó la puerta, comenzó preguntarse adonde podrían ir ambos en un distrito tan movido como Shibuya.

Yorke se encontraba ya  en la puerta y solo le despidió secamente lanzándole una muda advertencia con la mirada.

Esa noche fue a dormir a su departamento. Era menor de edad pero sus padres le habían dejado solo. En realidad, desde hace muchos años que no velaban por él. Tanto Midorima como Akashi habían crecido juntos pero solos, intentando ser adultos cuando aún eran adolescentes.

 

Presente

Kagami por fin podría ver a Kuroko. Necesita arreglar su situación con él. No puede quedarse a la deriva sin conocer los sentimientos actuales de su ex pareja. Realmente se le hace muy difícil pensar en Kuroko como su “ex pareja”. De hecho, en el fondo de su mente se había imaginado junto a él por muchos años, quizás para siempre, teniendo una familia.

Quizás para muchos, su relación con Kuroko solo le traía problemas y deshonras; pero no era así. Al principio, cuando aún no conocía nada de él todo marcho bien, de hecho fue Kuroko quien libro de su corazón la desazón del amor no correspondido de Tatsuya, del amargo sentir de que este escogiera a otro una y otra vez.

Había aparecido por obra del destino, sintió que su encuentro realmente había estado predicho, fue quizás por eso que sus ilusiones crecieron tan rápido. El peliceleste era diferente a Tatsuya, pero aun así logró arrebatarle el corazón. Justamente su falta de expresión para con todos era un misterio, pero cuando inició a sonreírle se volvió todo un lujo el poder visualizarlas como un premio, una dicha inimaginable.

Su primer beso fue algo inesperado. No lo planeó. Para ese entonces ambos ya salían juntos como amigos. Compartían las tardes de los juegos con los niños, los hermanos menores de Kagami. Kuroko realmente tenía talento para conseguir que los niños hicieran lo que él deseaba. Sin duda en ello destacaba su lado omega. Tan dulce y sereno al mismo tiempo. Era sublime ver su comportamiento con los menores. Además de ello, cada vez que aparecía una película que a ambos les gustase o uno iban a verla sin falta. Y cuando una película infantil se entrenaba, Kuroko invitaba todos los niños que encantados iban con ellos al cine.

Pero sobre todo eso, lo que más le cautivo fue que Kuroko  siempre  que podía o tenía tiempo libre fue a  los entrenamientos de su equipo “The Lakers” para apoñarlo. Verlo en las gradas siempre era revitalizador, podía sentir su presencia junto a él, como si jugaran juntos. Aunque algunas veces logro visualizar una sombra en sus ojos, un anhelo de algo que ya no tenía. Sin embargo, no le dio importancia: Por fin había alguien que le veía solo a él con calidez y con admiración. Era suficiente, su amor creció inevitablemente.

Los viernes, Kuroko iba acompañado con los niños a animarle a las gradas, causándole muchas bromas de sus compañeros “ahí está tu esposa con tus hijos”, terminaba muy sonrojado, pero no le importaba. Alguna vez se imaginó en que fuera cierto de que además de los niños, sus pequeños hermanos, a Kuroko con un par de cachorros que fuera fruto de ambos. Pero que pensamientos quizás tan inocentes, pensó que Kuroko con esa expresión era un omega ingenuo, sobreprotegido, serio y no con un largo pasado.

¿No había aprendido anda de Himuro? Al parecer su alfa interior seguía reservando esas ganas de familia, lo cual era extraño en un tigre. Quizás simplemente entregaba su corazón de forma fácil. Debería haberse vuelto un alfa más demandante, más incomprensivo, más duro con quien le gusta, pero no, seguía amando puramente. Nuevamente se había cegado.

Cuando observó la técnica de Kuroko se preguntó porque no llego a convertirse en un jugador profesional si tenía potencial. Kuroko no se lo explicaría hasta que fuera inevitable. Aun así, no sospechó nada o intento no hacerlo del silencio inacabable de Kuroko cuando le preguntó.

Una vez más después del  entrenamiento habían ido al cine a ver una película hecha para alfas, llena de acción y de omegas rubios y bellos se mi desnudos cada dos por tres. Por un momento pensó que aquello aburriría a Kuroko  pero este le acompañó sin negación.

—Siento mucho si no es fue de tu gusto...creo que debí escoger otra película.

Kuroko se vestía sencillo pero aun en esa sencillez encontró belleza: Sus cabellos no eran cortos pero tampoco largos, simplemente tenía un par de mechones sueltos que se dejaban mover por el débil aire, su rostro y sus ojos mostraban una súbita calidez, una pequeña sonrisa le envolvió en su hipnotismo. Traía puesto un par de pantalones cómodos y una chompa de igual manera todo celeste conjugando con su cabello y sus ojos.

—No te preocupes. Sin bien no soy fanático de esas películas tampoco me molesta. Después de todo, tú me acompañas a ver películas que no te llaman la atención.

El pequeño omega tenía gustos más refinados, prefería el cine poco comercial y de países europeos o el tipo de películas de misterio que te dejan analizando la historia por horas.

Con Kuroko aprendió lo revitalizador que era aprender sobre los gustos de los otros. La traición de Tatsuya le había dejado con una mala sensación, sin gana alguna de mostrar interés a alguien más que no fueran los niños a los que entrenaba. Pero cuando se encontró con Kuroko toda reserva acabó, nuevamente deseó amar. Quizás debió seguir siendo desconfiado, seguir teniendo el ejemplo de Tatsuya presente.

Como siempre caminaron uno al lado del otro sin problema alguno. Kuroko parecía  tolerar bastante bien su presencia, pero él estaba al límite, realmente no podía contenerse. Había admitido que el omega le gustaba. Empezó a gustarle el mismo día que le conoció, pero no era hasta ese momento en que sus sentimientos ya bullían. Un sentimiento de querer acapararlo se hizo presente.

Mientras caminaban por el pequeño parque cerca al cine, Kagami paró en seco. El omega hizo lo mismo con una expresión preocupada.

El pelirrojo tomo de las manos al omega, este no las retiro pues se había quedado sin ideas de cómo moverse. Al sentir sus manos frías pero suaves solo puedo querer abrazarlo. Lo hizo, se separó y le dio un beso rápido en los labios. Muy avergonzado de sí mismo Kagami le dijo un sencillo “me gustas”.

Esa noche no fue correspondido pero a partir de aquel entones, Kuroko comenzó a intentar mirarlo de otra forma.

El alfa  no lo supo pero a partir de ese día, el omega comenzó a pensar que podría retomar su vida, que podría refugiarse en el cálido afecto del pelirrojo. Al menos intentarlo.

 

Volviendo al presente, Kagami camina inseguro a pesar de su enorme tamaño y sus cabellos de fuego. Puede oler a Aomine en uno de los camerinos, gruñe de tan solo saber que habrá muchas escenas familiares y comprometedoras entre su ex y el alfa peli azul. Intenta obviar su aroma, sigue caminando. Llega al camerino de Tetsu, abre la puerta y le observa: Está ahí sentado con el vestuario del día. Lo han logrado, pues realmente se ve lleno  de vida como un real omega embarazado. A pesar de que solo es una fría prótesis, Kagami siente su corazón acelerar. La imagen de Tetsuya es sumamente maternal como nunca, ni siquiera su imaginación pudo crear. El joven tiene una prótesis que simula un vientre con un cachorro adentro; además viste una chompa que abriga ese vientre de color celeste bebe, sus cabellos han sido ordenados a un lado pues lleva extensiones que lo harán ver más andrógino, su maquillaje es suave, la base cubrió todas las imperfecciones.

Simplemente su imagen le impacto y aprieta su corazón. Esa imagen pudo ser suya, realmente suya, si no hubiera tenido sentido común y le hubiera mordido. Pero ya no tiene caso en lamentarse por no haber sido un poco más egoísta.

Ingresa, con ello la conversación animada entre Kuroko, la maquillista y Furihata Kouki terminó.

—Kuroko...

Furihata se despide del omega con una reverencia, la maquilista se queda parada sin saber si proseguí o de darle espacio.

El omega peli celeste pide a la maquillista, con mucha educación, si puede darles un minuto a solas. Ella asiente un poco preocupada pues ya en unos minutos serán llamados a escena. Pero es Kuroko Tetsuya, una de las estrellas de Tv más populares, además que diferencia de otros es sumamente educado.

—Solo será un momento, por favor.

Kuroko se observa en el espejo mientras Kagami se sienta a su lado. El mismo se sorprende con la imagen que representa. Todo es un ideal en la televisión: Para la sociedad no hay imagen más hermosa que lo de un omega embarazado. Es la meta más alta de todo omega, además que en la tv no se ve los problemas, no, un omega se ve más fuerte que nunca, reflejando la fuerza del alfa padre, pero eso no siempre es así; al menos Kuroko no ha tenido un embarazo así.

—Te ves impresionante.

El rostro del peli celeste es serio. Debido a las capas de maquillaje no puede distinguir el pálido color de su rostro, tampoco el esfuerzo que tenido que hacer para no llorar al ver su imagen de lo que aparentemente nunca podrá tener.

— ¿A qué has venido, Kagami-kun?—el tono de su voz es algo rudo, peor simplemente su omega interno se remueve de dolor al verse a sí mismo, Furihata Kouki lo había notado y con sus historias le había calmado, llegando a hacerle reír, pero la presencia del alfa tigre le perturba pues hace recordar a su omega el ultimo aborto— Y lamento hablarte así, pero aun siento tu aroma en mí y ello…

—Lo siento...realmente lo siento—Pide con un tono suplicante.

—Yo también lo siento.

Kagami alza su mirada, quiere tomarle las manos pero Kuroko no le permite. Mete sus manos en los bolsillos de la chompa que lleva puesta, sobre ese vientre falso que le mortifica.

—He hablado con Aomine-kun — dice de improviso, enfureciendo a Kagami

— ¿Por qué a él le permites acercarse? Te ha hecho mucho más daño que yo. Lo hice por ti, no te mordí porque no era al correcto aun.  Quiero tener tu amor antes de eso.

Kuroko se libra del intento de tocarle del otro. No quiere el tacto de nadie sobre su cuerpo, quiere sentirse bien consigo mismo antes que nada, entender a su omega, volver a ser uno con este y no entes desasociadas.

—Lo sé. Te agradezco que no lo hayas hecho. —responde verazmente. Es lo que siente. Hubiera forzado un lazo con Kagami ¿Hubiera tenido éxito? Un médico le dijo hace muchos años que solo un lazo firme con otro alfa lograría hacerle libre, quizás. Pero ahora entendió que primero debe curarse a sí mismo, que todos estos años en el extranjero solo se ha escondido detrás de la luz de Kagami  y no ha aprendido a dejar de ser una sombra o al menos como tal ser fuerte para enfrentarse a su naturaleza.

—Entonces no lo entiendo. ¿Por qué no podemos intentarle de la manera correcta?

Kuroko se pone de pie, dejándole ver toda la imagen de él preñado, con un vientre que parecería de unos ocho meses y medio. Kagami queda sin aliento y comprende un poco del malestar del otro.

—No puedo evitarlo. Me hiciste producir un aborto...no puedo evitar sentir que no te quiere ver más de lo necesario. Yo lo siento, pero mi omega ahora no quiere sentirte cerca. No es si tú o Aomine-kun me ha hecho daño… por supuesto que Aomine ha dejado cicatrices en mí, pero la tuya es reciente, así que por ahora no deseo verte. Te prometo que voya a pensarlo. Y te agradezco por todos estos años y perdóname estas palabras. Pero quiero estar solo, sin ninguno de los dos…al menos por ahora, dame un tiempo.

Es para reírse pero quiere llorar. Él, heredero del clan de los tigres solo desea llorar, solo quiere dejar ir todos esos sentimientos de culpa y de amor frustrado. ¿No merecía  la felicidad? Kuroko ha soltado tantas palabras, disculpas y gracias promesas de que quizás pueda resultar en el futuro, peor él siente que todos son ilusiones, son solo una manera educada y con tacto de decirle que no hay futuro para ambos.

Sin poder soportar los ojos de Kuroko llenos de lágrimas contenidas, sale apresurado del camerino, topándose con la maquillista. Esta agacho la mirada e ingreso al camerino a proseguir con su labor.

Una parte de él se siente destrozada por haberle hecho daño y por qué Kuroko le haya dejado sin oportunidad; por otra parte el tigre dentro de sí lo ha tomado como una afrenta, con una declaración de guerra contra el alfa pantera. Una parte de sí quiere desviarse y rasgar el cuello de Aomine y obligar a Kuroko a corresponderle. Quizás una batalla contra él era lo más fácil. Antes hubiera sido así de simple; se contiene y logra seguir avanzando.

No tenía grabaciones hoy así que decidió marcharse del estudio. No iba a soportar ver una escena romántica entre Kuroko y Aomine, ambos grabaría la escena del nacimiento de su hijo. Si mal no recordaba un sobrino de Aomine de un mes sería el escogido para grabar del hijo de ambos, se parecía muchísimo a Aomine y eran una pantera igual a él,  por lo cual fue escogido. No iba a soportar verlos juntos y sonrientes aunque supiera que solo era una actuación. O lanzaba sus garras y colmillos contra Aomine o robaba a Kuroko. En ese momento se creyó capaz de hacer cosas muy desagradables. El tigre dentro de sí golpeaba por su estupidez, por ser tan humano, por no dejarle todo el trabajo al animal dentro. A veces odiaba tanto su autocontrol. Su tigre interior se sentía humillado, todos los omegas le habían humillado: primero Himuro y ahora Kuroko. Con mucho esfuerzo logro tomar un taxi, viajar en auto propio sería peligroso.

 

Pasado

 

Necesitaba comprar un obsequio para Kuroko. Le había besado y no había sido correspondido, pero el peli celeste no le había rechazado del todo. A pesar de la falta de expresión y seriedad del menor, Kagami poco a poco podía lograr hacerlo sonreír y ganarse con sus pequeños pucheros cuando le regañaba. El omega en el que tenía su interés era menor a él, así que suponía que quizás no tenía mucha experiencia en relaciones  lo cual le hacía ver que quizás estaba yendo demasiado apresurado con alguien tan joven.

A pesar de que salían aun no conocía demasiado de él, solo que su nombre era Kuroko Tetsuya, que vivía en un departamento con su mejor amigo, casi hermano, Shigero a quien solo había visto un par de veces, que era japonés pero que residiría en Estados Unidos por problemas familiares, los cuales desconocía a completo. Nada fuera de esto le importaba; la forma en la que conectaron aquella tarde con los niños fue suficiente para él.

Al mismo tiempo, Kuroko desconocía de Kagami que provenía de una importante familia, o que su ex prometido era un famoso cantante en Japón.  Para Kuroko, Kagami era un joven que se había esforzado en llegar a la gran liga de básquet en  la NBA. No había nada más, tampoco es que quisiera saberlo. Ya que ambos ocultaban dolorosos secretos, ninguno quería escarbar en los del otro.

Para ambos eran nuevos inicios de vida. Kagami se había independizado totalmente del clan Kagami;  y Kuroko había dejado su vida en Japón totalmente y los lazos sentimentales que ahí tenía.

Aquel día había planeado pedirle que saliera con él apropiadamente, por lo cual quería darle un regalo. El pelirrojo realmente se sentía ilusionado. Quizás su hermano había tenido razón en no ceder al compromiso que sus padres pactaron. Pensó que tal vez era Kuroko quien estaba destinado a ser su compañero.

A Kagami no le importaba nada en el pasado de Kuroko por eso mismo no insistió en que le contase más de lo que este desease. Salir con él se había vuelto parte de su vida. De una forma muy natural parecía que se volvía una necesidad el verle.  

Sin embargo, una tarde en la cual había quedado con Kuroko solo para verse cuando él finalizara el entrenamiento, puesto que Kuroko al parecer tenía deberes que cumplir, uno de sus compañeros sin malicia alguna trajo una revista japonesa. Era otro compatriota que era mitad japonés y mitad americano, una de sus hermanas omegas vivía en Japón y le había traído una revista.

—Vaya que son lindos los omegas japoneses. Son como el ideal de omega, en especial estos chicos.

Estaban terminando de estirar para poder irse a las duchas, por lo cual todos se habían reunido alrededor de la revista.

— ¿Quiénes son ellos?—preguntó otro de sus compañeros, un alto moreno, natural de América.

—Mi hermana me dijo que esta revista ya tiene sus dos años, ellos son actores aunque se metieron en muchos escándalos y ahorita están inactivos. —respondió el chico mitad japonés.

Kagami abrió los ojos impresionado: ¡ahí se encontraba su Kuroko! no podía ser otro; sin embargo tenía otra expresión, se le veía sonriente con las mejillas rosadas y no sombrío como esa aura peculiar que usualmente veía. Tan joven puro. Fue ahí que Kagami se dio cuenta que no conocía nada del chico que amaba. Que el Kuroko que veía todos los días no era el verdadero.

Los otros pasaron a otros modelos y actores, Kagami ya no les prestó atención. Felizmente aquel día ya había finalizado o no podría haberse concentrado en el entrenamiento.

Cuando se sentó en la cafetería en la que había acordado verse, saco su celular y buscó el nombre de su amigo. Paginas en ingles no tenían demasiado, así que lo tecleo con el buscado en japonés. Página tras página salió cantidad de información. Su mundo se resquebrajo. Nunca se imaginó algo así proveniente del peli celeste del que se había enamorado. Miles de preguntas vinieron a su mente...entonces ¿existía la persona de la que se había enamorado?

 

 

Pasado

Nijimura se encontraba viviendo en Los Ángeles por tres años. La razón era acompañar a su padre a que reciba uno de los mejores tratamientos para su reumatismo. Era algo bastante irónico ya que su padre era un alfa aunque no uno puro, eso no explicaba a muchos el que tenga una enfermedad degenerativa.

Sin embargo así fue, se la diagnosticaron a una joven edad para un alfa. Shouzo era hijo de un matrimonio arreglado, pues su abuelo busco que cada uno de sus hijos pararan lo que él había dañado: la pureza de sangre. Sin embargo, su madre ya había fallecido  hace mucho tiempo, por lo cual su padre su unió a una beta con quien había tenido una hija, otra beta. Aquello fue suficiente para que su abuelo desheredada a su padre poco antes de fallecer.

No les fue tan mal, ya que su padre tenía sus ahorros y el dinero que heredó de su esposa omega, es decir la madre de Shuzo era amplio. Ello permitió que el joven alfa pelinegro estudiase en una de las mejores escuelas de Tokio y que pudiera tener una vida de deportista en su secundaria. Pero el descubrimiento de esa rara enfermedad en los alfas hizo pisar a Shuzo una realidad de la que no tenía conocimiento. Su padre quiso tener una mejora pronta, el dinero comenzó a seguir siendo utlizado. No solo para pagar el tratamiento de su padre sino para cubrir los gastos que demandaban la esposa de este y la niña.

Tan terrible y vergonzoso... un alfa de clase media enfermo de una enfermedad que poca a poco lo dejaría inútil como un anciano de cien años. La esposa de su padre no lo soportó más y volvió a su familia paterna.

A Shuzo no podía importarle menos, a su padre también. Las uniones entre alfas y betas no eran verdaderas se decía. Casos como ese le decían que tenían toda la razón. 

Padre e hijo entonces se embarcaron hacia estados Unidos  en busca no solo de un mejor tratamiento sino de una vida alejados de tantos clanes que se estigmatizaban unos a otros. En Estados Unidos existía la promesa de algo mejor que eso.

Cuando llegaron al estado de California se toparon con un territorio tan amplio y variado que se sintieron mareados y amenazados. Las calles, los altos edificios, las diferentes razas sin distinción de clan, los híbridos. Fue apabullante pero también atrayente, al menos para el joven.

El tratamiento ya se había pagado con anticipación desde Japón así que decidieron alquilar un departamento pequeño no cerca del hospital ya que era demasiado costoso, sino en un barrio de clase media obrera  de Los Ángeles. En aquel barrio podía encontrarse una mixtura de todo el mundo pero sobre todo de razas de piel muy diferentes al canon estético japonés. Shuzo comenzó a sentir nostalgia. No tenía información alguna dentro de ese nuevo mundo de sus antiguos compañeros.

Pero aunque parezca que se vive en un mundo aparte de los otros, aunque miles de kilómetros le hayan separado de sus amigos, sin siquiera saberlo conoció a alguien que estuvo muy cerca de estos.

Nijimura había tomado cierta costumbre de ir a jugar basquetbol callejero con algunos chicos del barrio. Un día estos lo llevaron a jugar contra un distrito de clase pobre que se decía era muy agresivos. Por aquel entonces, Shuzo aún no llegaba a comprender que incluso las personas peligrosas eran sumamente diferentes a las de su país. Sobre todo porque en Japón nunca piso los barrios más pobres.

Su equipo fue literalmente aplastado por la violencia de juego del otro equipo. Nijimura salió de la cancha en busca de ayuda, pero evidentemente no existió ayuda alguna. Fuera de la cancha solo le esperaban calles vacías con los grandes antenas eléctricas aquí y allá, restaurantes familiares de las cuales se veía hasta omegas desaliñados. Por su aroma podía sentir lo diferentes a él que eran, lo diferente a todo lo que él conocía. No podía distinguir en ellos a  que animales pertenecían.

No sentía real miedo solo expectación. Aquello era extraño, quizás era su alfa salvaguardando su orgullo. Un alfa no iba a correr, si iba a morir a golpes ahí pues lo enfrentaría. Eran tres hombres más altos, los otros dos se habían quedado en la cancha a seguir haciendo pedazos a sus compañeros de juego.

Quiso volver por ellos, pero realmente supo que si no aparecía ayuda no saldría bien librado de esto. Lo lamento por su padre, pues le necesitaba para llevarle a su tratamiento, así que se puso en posición de ataque y defensa.

Sin embargo, cuando uno de los atacantes estuvo a punto de asestarle un golpe en la cabeza, un rápido piedrazo cayó en su cabeza dejándole tambaleante. Los otros dos voltearon pero eran tan grandes y pesados que no vieron como una sombra encapuchada se subía en la espalda de uno para apretarle el cuello con los brazos hasta dejarle de rodillas tosiendo. Cuando el otro giro, esta sombra le dio una patada certera en los genitales.

— ¡Vamos, idiota!

La voz de su defensor era suave, excesivamente suave para pertenecerle a un alfa. Cuando ya había corrido media cuadra detuvo a su salvador y le retiro la capucha a fuerza: para su sorpresa unos ojos con ojeras grises le devolvieron la mirada así como un rostro con el mentón afilado, era un omega sin duda.

—Eres un omega—susurró sorprendido sin poder creerse que un omega supiera moverse de aquella manera.

—Sí, un omega acaba de salvar tu vida, supéralo.

El omega tomo su mano, sintió una corriente diferente. Corrieron hasta que un auto se estacionó frente a su salvador,  este sin dudarlo abrió la puerta y subió atrayéndole a hacer lo mismo.

Giro su vista hacia los tres imbéciles; estos parecían recuperarse y empezar a seguirlos.

—Mis amigos…—susurró preocupado.

—Los idiotas esos…—murmuró Himuro—No te preocupes la policía ya viene. En esta zona aun ingresa la policía.

Nijimura realmente se sorprendió por aquella frase ¿había lugares en lo que la policía no podía ingresar? ¿Cómo es que había dejado que lo convencieran de ir allí?

Se subió sin pensar más. Cuando el auto  iba al menos dos cuadras, varios autos de la policía ingresaron a la zona empezando a la redada. Nijimura suspiro pesadamente. Con seguridad le debía la vida  a aquel joven.

Giro su vista hacia el omega a su lado. Recién ahí pudo notar que era un joven hermoso a pesar del rostro decaído y las ojeras. Además de que podía ver a través de las ropas sueltas la forma estilizada de su cuerpo.

Sin embargo un aroma muy diferente llamo su atención. Se acercó y le tomo de los hombros, este sorprendido intentó separarse. No lo permitió. Cerró los ojos y se concentró, era un aroma dulce sí, a canela como seguramente era el natural del omega pero estaba mezclado, cubierto con el de un alfa muy poderoso; más allá de eso había un calorcito especial que desprendía su cuerpo como si su energía protegiera algo, además había un olor dulce aparte del de canela, que no alteraba su sentido sino que le atraía a respetarlo, era como un keke recién horneado, suave, como la leche, tenía ese matiz. Y entonces lo entendió.

— ¡¿Estas preñado?!—grito sorprendido y preocupado

—No te importa—respondió seco.

—Por supuesto que sí... no debiste hacer todo eso si estas preñado ¿Dónde está tu alfa?

Podía sentir a través del aura del chico una poderosa presencia, con certeza de un alfa, el cachorro dentro del chico pertenecía de una semilla fuerte de un animal poderoso. Una cría fuerte de una madre joven y en su mejor edad y fertilidad estaba creciendo. Eso le explicaba el porqué de su fuerza y de que esos tres tipos no hayan podido siquiera reaccionar ante los golpes del omega. Cuando una alfa fuerte muerde y preña a su omega deja su pesado rastro sobre esto como si a través de este le diera su fuerza para defender de manera anticipada y sin su presencia física a su pareja y cría.

—No hay ningún alfa.

El chico volvió a poner se la capucha. Se veía de alguna manera frágil y fuerte al mismo tiempo. ¿Por qué su alfa le abandonaría? Además de que de por sí le era sorprendente que estando abandonado pudiera mantenerse bien pero sabía que eso no duraría demasiado pues el cría iba seguir creciendo dentro suyo y una cachorro de un alfa y omega puro necesita de la confirmación de su padre alfa. El rastro dentro del omega debía de ser confirmado durante el embarazo, el cachorro si era alfa iba a necesitar de la fuerza del padre alfa también.

— ¿Qué demonios hacías en esta zona si dices que es tan peligrosa?

El omega pelinegro no respondió solo desvío la mirada

—Señorito Himuro, por favor no vuelva escaparse.

“Así que eso era” se dijo Nijimura.

—Te llamas Himuro. Me llama Nijimura Shuzo, gusto en conocerte y gracias por todo pero no debiste poner en riesgo a tu bebe.

—Soy Himuro Tatsuya...—el omega espero, se quitó la capucha y nuevamente espero como si buscara una actitud. —No necesito que me digas que hacer. Estaba escapando de este.

Quizás era un niño rico caprichoso que escapaba  de su marido o familia por rebeldía ¿pero por qué meterse a ese barrio tan bajo y peligroso? Gracias a su olfato pudo notar que  con seguridad era un omega puro.

—Solo cállate. No tengo porque decírtelo.

Con esas rudas palabras conoció a Himuro, quien más adelante se volvería su pareja. Quien le haría ver que podía querer a un niño que no era de su especie ni de su sangre pero también a comprobarle que entre alfa y omegas los alzos que se forman son demasiado fuertes. Y que por supuesto, no puedes escapar del pasado, este siempre te encuentra aunque sea de manera indirecta.

 

 

 

 

 

Futuro

 

La primera vez que tuvo un bebe en sus brazos había sido un sentimiento dulce pero la tristeza no le había dejado en paz. Esta vez  no había ningún sentimiento oscuro que resquebrajara su felicidad. Tenía a sus segundos hijos en sus brazos, tan sanos  y tan fuertes como el primer niño que trajo al mundo.

No había ningún problema que pudiese oscurecer este momento. No importaba si sus familias no lo aceptaban, lo único importante para él y sus cachorros era que su padre alfa estaba con ellos cuidando del primero tras las puertas de la sala. Sentía su presencia más fuerte que nunca y su aroma. Pronto ingresaría,  le abrazaría y marcaría al bebe reconociéndolo como suyo con  lo cual ambos bebes  se sentirían plenamente protegidos.

También quería abrazar a su hijo mayor y que este conociera a los hermanitos que tendría que cuidar. Por curiosidades de la naturaleza ambos niños eran mellizos pero a la vez eran diferentes puesto que uno era un alfa y el otro omega. Aparentemente se parecían bastante, seria curioso verlos crecer a cada uno.

Habría peligros en el futuro, estaba seguro; pero había decidido ser fuerte y enfrentarlos al lado de quien había decidido sería su pareja para toda la vida.

 

 

 

Notas finales:

Me gusto mucho escribir el punto de vista de Nijimuro, la verdad, aprendí bastante de Los Angeles apra describir como sería un ambiente donde existieran esas clases sexuales. Y bueno parte de mi fantismo por e nijihimu y estas escenas estan inspiradas en el replace dodne se concoen, realmente Nijimura se quedó muy asimbrado de la belelza de Himuro, el mundo es tan pequeño!!!

Bueno hemos avanzado con el presente con respecto a Aomine, en los proximos capitulos se encontraran los tres y bueno veremos..

Me dio mucha pena hacer sufrir a Kagami. Pues sí, cuandos e enamroa nuestro pelirrojo se ciega totalmente, quiso ver en Kuroko alguien que no era. Es cierto que el pasado es pasado peor es parte de nosotros. Podrán inciar de nuevo más adelante? kagami tomara medidas drasticas? se viene sangre señoritas y señoritos.. en verdad que literalmente se viene sangre sudor y lagrimas.. 

Y Aomine.. nose si sentirme enternecida por el o no. Alguien ya supone a que tanto hacen inferencia de verguenza y placer? Yo creo que quedó algo claro... pero veremos todo se vera explicito más adelante. Por facebook publica las img de los dos tríos de Teiko, como los ame, En especial el de Aomine Kise y Kuroko, me pareció muy tierno y acertada y bueno según las img que veo tambien me inspiró la verdad. Tomaré de refrencia esa img en el proximo capitulo proque sí estaran bajo el mismo ambiente los tres!!!

Que opinan de Midorima y su deber para con Akashi? PArece que se volvió cercanoa a Takao.. pero que sucedió apra que no lelgara anda más? recuerden que es el pasado.

Bien, espero me dejen sus comentarios y sus opiniones, si tiene alguna información de ayuda sobre knb como un lector que me dio la información de las edades y los ciclos escolares!!

Les cuento que la siguiente fecha de publicación sera en dos semanas el domingo 3 de marzo. para los que siguen mi fic midotaka La gran prueba, el proximo domingo tendran un nuevo capitulo es decir el 27 de este mes. Y me preguntaron si las demás parejas mencionadas tendría su participación activa, pues luego de que se vinieran ideas para ellos pues sí, estas son kagakuro aoki murahimu aparte de las principales que son midotaka y mayuaka. La historia tiene otro contexto asi que ahi estoy controlando mi almamultishipper.

Nos leemos!!


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