El viaje de reconocimiento, más bien consistía en acompañar a Kuroko hasta una de las fronteras del reino del Sur, la que se encontraba más cerca de la capital. Tetsuya era el general de la división de inteligencia y con los recientes sucesos tenía que infiltrarse y averiguar cuál sería el siguiente movimiento del rey Akashi. Imaginaban que perder a uno de sus más valiosos generales podía obligarlo a moverse de manera precipitada. Miyuki dudaba que fuera así pero no contradeciría al capitán Hiuuga. Sentía que la presencia de Narumiya en su base más bien los estaba poniendo nerviosos a ellos, el incluido en el paquete, por una situación completamente diferente.
Mientras avanzaban Kuroko no le quitaba la mirada
-algo te preocupa Miyuki-kun y eso no es normal en ti.
-no podría decir que estoy realmente preocupado, más bien alerta
-¿es por Narumiya?
-¿Qué? –no podía evitar reaccionar de manera extraña cuando hablaban del general
-se que visitaste su celda
-¿me espiaste?
-claro que no, más bien tenían la misma intensión que tu, no estoy seguro pero creo que Midorima está actuando mal. Nos está poniendo en un riesgo innecesario, sin mencionar que se está rebajando al nivel de esos tres.
-pero ¿estás seguro que él le hizo eso a Takao?
-estaba en el lugar y tenía las manos manchadas con su sangre. No voy a negar que tal vez está un poco fuera de su estilo pero los hechos hablan por sí solos. Por mi debió matarlo en el campo de batalla y punto.
-no tendríamos tantas complicaciones –no pudo evitar sentir algo extraño en su pecho cuando menciono la eliminación de Mei. Kuroko solo se encogió de hombros
-ahora dime ¿lo ayudaste?
-sí, lo hice –lo miro con completa seriedad
-¿Por qué?
-porque nos sirve más vivo –noto que ya estaban próximos a su destino –ya casi llegamos, antes que otra cosa, me gustaría que mantuvieras esta información entre tú y yo
-no tengo intensión de decir nada.
-bien, ahora quiero saber ¿Por qué vas tú solo?
-es la mejor opción, es demasiado peligroso para mandar a alguien más, quizás Chihiro pero prefiero hacerlo yo mismo para evitar errores o perdidas innecesarias
-entiendo.
Definitivamente Midorima estaba cumpliendo con su objetivo de matar lentamente a Mei. No se había presentado ni una sola vez en las celdas pero se aseguraba que Miyagi cumpliera con sus órdenes. Aparecía cuando estaba cayendo la tarde para volver a suministrarle el veneno, Mei ya tenía ambos muslos amoratados gracias a la aguja y era aun mas notorio por su blanca piel. El dolor era instantáneo y por desgracia el antídoto tardaba en hacer efecto, pasaba toda la noche retorciéndose del dolor y no obtenía nada de descanso, la única comida que se le daba terminaba siendo vomitada gracias a los efectos del mismo veneno. Kuramochi y Ryou solo observaban, no podían hacer mucho más que darle agua en grandes cantidades, por lo menos tratarían de reducir la deshidratación al máximo, Christ lo examinaban y le administraba el antídoto pero no parecía hacer mucho por él.
Ya habían trascurrido cinco días, Mei por primera vez descansaba un poco más tranquilo y Ryou era el único que lo vigilaba porque Kuramochi se vio en la obligación de atender algunos asuntos en la división mientras Miyuki se encontraba ausente. Una vez más Mei repetía aquellos dos nombres. Ryou se mordió el labio, no quería preguntar pero la curiosidad pudo más que el. Le acerco un vaso con agua que el otro, bebió apresuradamente
-¿Por qué te preocupan tanto?
-la pregunta es ¿Por qué te importa tanto a ti? Qué más da que yo mencione a esos dos, seguimos siendo enemigos y lo único que se me ocurre es que tus intensiones solo tengan un propósito de estrategia
-y si te dijera que no tienen nada que ver con eso, ¿que más bien es una genuina curiosidad por conocer un poco mas a la persona que no esperaba que fueras?
-no te creo
-tal como dices, eres un prisiones y tal vez no salgas de esto bien librado, puede que yo sea la única opción para salvar a eso dos. Porque hay que ser realistas si tu caes, no pasara demasiado tiempo antes de que los otros dos también lo hagan y en ese instante termina la ventaja de tu reino –a pesar de que sabía que eso solo podía ser una trampa, una parte de él le decía que aquella persona decía la verdad y podía notar que mas que curiosidad había algo parecido a la esperanza.
-¿Cómo sé que puedo confiar en ti?
-no tienes otra opción –Mei suspiro esperando no haber cometido un terrible error
-Eijun y Haruchi, no son ni militares, ni mercenarios, son dos esclavos, en realidad son niños, los encontré por casualidad una vez que teníamos una misión cerca de la capital. Estaban golpeados y aun cuando no parecían tener la intensión de rendirse. En sus condiciones no durarían mucho tiempo, eran y siguen siendo demasiado inocentes, aun tienen fe en las personas, a pesar de todos los maltratos, eso llamo mi atención y termine enfrentado a sus captores y llevándomelos pero un esclavo jamás deja de ser un esclavo. Jamás han puesto un pie en el campo de batalla, pueden pelear no hay duda de eso, me asegure de que puedan defenderse pero no estaba dispuesto a permitir que perdieran esa chispa que nadie más posee. Cuando los lleve conmigo, a nadie le pareció mi decisión sobretodo porque Haruichi estaba enfermo y Eijun mal herido. –al mencionar el primer nombre, el corazón de Ryou dio un salto.
Estaba a punto de preguntar por la apariencia de los chicos cuando escucho paso, Kuramochi apareció pocos segundos después algo pálido y agitado, se detuvo para observar al prisionero y después a su compañero
-tenemos que subir, Midorima vienen para acá.
-bien, no hace falta que salgamos, con que nos oculte…
-no, le escuche decir a Miyagi que sospecha que alguien lo está ayudando. No me voy a arriesgar a que nos encuentre aquí. A mí me puede hacer lo que quiera pero si te toca… -guardo silencio mientras se ruborizaba al darse cuenta lo que estaba a punto de decir –vámonos, después volveremos. Hiuuga le prohibió matarlo.
Lo dejaron solo, pero no paso mucho tiempo antes de que aparecieran dos figuras: Midorima y Miyagi, ambos lo miraban con asco, desprecio y mucho odio. Como pudo compuso una sonrisa altanera, cosa que enfureció aun más a Midorima. Con un gesto le ordeno a Miyagi abrir la celda y propinarle una patada a Mei en las costillas, estaba demasiado débil y le era imposible ponerse de pie.
-parece que tu no terminas de entender tu posición. Aquí no eres el gran general y mercenario que todo mundo alardea, aquí solo eres un inútil prisionero. Me asegurare de destruirte y humillarte hasta que aquellos dos no sean capaces de reconocerte. Desapareceré ese brillo en tus ojos y terminaras suplicando que acabe con tu vida. Terminaras agachando la cabeza ante mí.
Las palabras de Midorima estaban cargadas de un completo odio pero su mirada era lo que más aterraba, en ella no había un solo rastro de duda. Con otro gesto, Miyagi volvió a golpear a Narumiya, le proporciono unas patadas mas y con los puños golpeo su estomago. Extrañamente en ningún momento toco su rostro.
-¡basta! Encadénalo y asegúrate que sea entregado como un obsequio de mi parte. No creo que tarde mucho en llegar.
¿Obsequio? Los ojos de Mei se abrieron como plato, ¿acaso ya sabía su verdadero origen? O ¿solo era otra manera que había ideado Midorima para tortúralo?