Se sentía una vez más abandonado
Había transcurrido una semana y Mei no terminaba de acostumbrarse al vació que predominaba en la frontera, mucho menos el que se extendía en el interior de su corazón. Ellos aun no se movían pero imaginaban que la siguiente movida tal vez sería la definitiva. Akashi no se había mostrado sorprendido por la retirada de Nijimura, eso solo significaba que se estaba tomando su tiempo. El asunto de Haruichi tampoco avanzaba por lo mismo que no sabían lo que harían en los siguientes días. Mei escuchaba las discusiones pero participaba muy poco. Se perdía viendo por la ventana preguntándose qué estaría pasando en la capital. Al final de la tarde siempre terminaba sentado sobre la colina viendo el lugar donde había estado la base enemiga. Dejo escapar un suspiro mientras escuchaba pasos acercarse. Eijun y Haruichi se sentaron a cada uno de sus lados. Llevaban días preocupados por él. Sawamura frunció el seño mientras miraba en la misma dirección que Mei
-sigo sin entender que tiene de interesante ver en esa dirección - Mei y Haruichi voltearon a ver a Eijun -pues es que no hay nada
-exactamente, no hay nada -la voz de Mei sonaba apagada y triste
-¿por qué no nos cuentas lo que verdaderamente paso? -por un momento Mei intento negarlo pero sintió que si lo hacía seria confirmar que en realidad nada de aquello había pasado. Antes de que pudiera contestar, otros pasos se acercaron. Eran Taiga y Daiki, ambos habían escuchado la pregunta de Haruichi
-yo también estoy intrigado sobre lo que paso, fuiste prisionero pero eso ya ha pasado antes, algo mas debió pasar para que te este afectando tanto. No creo que te este ayudando en nada que te guardes las cosas -la mirada intensa de Taiga obligo a Mei a suspirar pesadamente, frunció el seño y su mirada no parecía poder detenerse en ningún punto.
-tienen razón, paso algo mas... -los presentes se sobresaltaron, no esperaban que fuera a ceder -no fui un simple prisionero. Bueno, al principio si lo era pero después las cosas cambiaron y yo...yo tuve algo con el general Miyuki
-¿tuviste algo? ¿Hablas de una aventura? -en la voz de Aomine había un matiz de comprensión extraño
-mm no, en una aventura no hay sentimientos de por medio, yo me enamore de Kazuya -una sola lagrima se deslizo por la mejilla de Mei. Los demás se quedaron sin palabras. Narumiya que siempre guardaba sus sentimientos acababa de admitir que se había enamorado y todavía peor lo había hecho del enemigo. El silencio que se prolongo no era pesado más bien triste.
El momento se rompió cuando les informaron que tenían que regresar. Al entrar en la oficina de Kasamatsu se encontraron con su majestad en persona, al instante se cuadraron y esperaron en completo silencio. Akashi estaba cómodamente sentado frente al escritorio, Jun y Yuuki también se encontraban presentes, ambos fruncían ligeramente el seño. Seijuuro paso la mirada por todos los presentes, deteniéndose un segundo en Aomine y después en Mei. Cuando comenzó a hablar seguía mirando directamente al general.
-la división de inteligencia ya confirmo que el ejercito del Norte regreso a su capital. Nijimura está perdiendo el toque, se ha arrinconado tal como deseaba que lo hiciera, -una sonrisa apareció en el rostro del rey -En dos días invadiremos la capital y por fin me hare del reino del Norte.
…
El regreso a la capital no fue para nada lo que esperaban, se habían instalado en una de las bases que franqueaban la capital, tenían que atender a los nuevos heridos y comenzar con los reportes de la situación del ejercito. Aun cuando no lo decían, aquello había sido una derrota, la moral estaba baja, por lo mismo Hyuuga dejo que aquellos que podían regresaran a sus hogares lo hicieran. Kuramochi y Ryo podrían haberlo hecho pero el primero no lo hizo por acompañar al segundo y Ryo no tenía el valor de regresar a su casa después de encontrar a su hermano. Una vez en la capital parecía de nueva cuenta lejana la posibilidad de recuperar a Haruichi, Narumiya lo había prometido pero todo parecía ir en su contra.
Miyuki por otra parte no deseaba tampoco ir a su casa, había pasado tanto tiempo lejos que le resultaría un lugar extraño. Seguramente sería ignorado como siempre o llenado en exceso de atenciones hipócritas que en ese momento no se sentía con humor para aguantar. Se encontraba sentado en su oficina, contemplaba la lluvia mientras tomaba un trago. Kuramochi y Ryo estaban sentados frente a la chimenea leyendo un poco. Solo se escuchaba el crepitar de las llamas y las hojas de los libros al ser pasadas. La atmosfera era apacible a pesar de todo lo que había y estaba pasando.
Tres suaves golpes a la puerta los regresaron a la realidad. Al abrirla apareció Sanada, al instante los tres se pusieron de pie en posición firme, con un gesto el capitán les indico que no hacía falta. Miyuki le ofreció un trago mientras se acomodaban frente a la chimenea.
-pensé que tal vez ustedes tres regresarían a sus casa. Puede que suene mal pero es un alivio que no lo hicieran –Kuramochi levanto una ceja ante el comentario
-no creímos correcto irnos con todo el caos por aquí
-si, en parte es eso, necesitamos la mayor cantidad de manos posibles pero hay otra cosa –Miyuki se imaginaba por donde iba aquello –la situación de ustedes tres es un tanto incierta. La verdad es que venía esta noche con la intensión de retenerlos aquí en caso que tuvieran pensado irse
-por eso ha sido un alivio para usted que no tuviéramos esas intensiones –Ryo también sospechaba
-sí, así es. Originalmente ustedes fueron llamados a la frontera como refuerzos. Se te dieron instrucciones de ir con una división y con cinco hombres de tu entera confianza. Ahora no están seguros de que hacer. De esos hombres, además de ti, Ryo y Kuramochi pertenecen a la guardia del rey.
-están considerando regresarnos a palacio para mayor seguridad del rey
-exactamente Miyuki
-y ¿qué hay de Christ, Nori y Shirasu? Ellos llegaron conmigo
-bueno, los tres nos son más útiles aquí. Pertenecen al equipo médico. Fue a ustedes a los que sacaron de su puesto. Pero aun no se ha determinado nada, al final de cuentas estas a cargo de una división y ese el motivo de la indecisión. Por el momento tendrán que esperar nuevas órdenes.
Sanada se termino su trago y se retiro. El humor de Miyuki se oscureció por completo. No tenía ganas de volver a palacio. Cuando lo habían asignado a la frontera fue como sentirse liberado, ya no tenía que oír los murmullos sobre su pasado. Si tenía que volver, seria como regresar al punto de partida, como si nada hubiera cambiado, como si nunca hubiera sido movido y como si nunca hubiera conocido a Mei.